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Hacernos felices por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

Buenos días, tardes o noches a todos los amantes del FugaMina que tuvieron el valor de entrar aquí. Sean bienvenidos a mi pedacito de cielo ( ^^ )

El FF que hoy les presento nació para la fecha. 

¡Hoy es el día oficial del FugaMina! ( >0< )//

Les prometo que es para mi todo un honor el simple hecho de que estén leyendo esto ( *¬* )

Aún soy una novata que le queda mucho por aprender, así que tengan paciencia para conmigo, por favor ( ^^U )

El año pasado aparecí por estos lares con una historia un poco (¡mucho!) angustiosa, por lo que ahora me dejé llevar por mi musa pervertida. Creo que entienden por donde me fui ( ¬w¬ )

 

Notas del capitulo:

Ahora, quiero que todos los fanáticos del FugaMina que le dieron click a esta historia, griten conmigo:

¡Amo el FugaMina!

Y me encantaría que todos y cada uno de ustedes gritara conmigo. Que siga gritando hoy y siempre.


Formalidades: Solo la trama es mía. Los personajes no me pertenecen. Son propiedad intelectual de Masashi Kishimoto. Todo es hecho sin fines de lucro, no recibo ninguna remuneración por ello. Hecho únicamente por y para fans.

Perdonen todos los errores de ortografía, redacción, narrativa y semántica que encuentren. Me esfuerzo revisando los detalles, pero siempre se me escapa algo o mucho.

Sin entretenerlos más tiempo...

¡Disfruten!

 

Hacernos felices.

 

«¿Cómo podrías ser feliz estando con alguien que insiste
en tratarte como a un ser humano normal?»
—Oscar Wilde

 

 

Minato odiaba sufrir de insomnio por las noches. Estar tumbado en la cama, dando vueltas, a solas, con el sonido del viento sacudiendo la casa vacía… lo odiaba. Siempre terminaba levantándose y yendo a la sala para distraerse con la televisión o bien pensando estupideces mientras miraba el techo, tratando de adivinar figuras en la oscuridad.

Esa noche se trató del tema más popular de la semana.

Sí.

Su relación con Fugaku. Ni siquiera Kushina que era una de las verdaderas involucradas pareció molestarse tanto. Ella había visto los pequeños cambios que sucedían en Minato cada vez que se encontraba con Fugaku, vio las sonrisas que duraban en su cara todo el día por un simple saludo, la luz en sus ojos cuando oía su nombre, el temblor en la voz cuando se le acercaba; Minato podría decir que fue la pelirroja quien lo impulsó a sincerarse consigo mismo y aceptar que estaba loco por el moreno. Hasta había terminado bromeando acerca de ello.

‘Si algún día cambias de opinión, no olvides que estoy aquí.’ dijo Kushina guiñando el ojo mientras le empujaba hacia su futuro.

No obstante, Minato fue capaz de detectar el tinte de despecho en su voz y el desaliento de la despedida en su mirada. Mikoto había actuado como una verdadera dama; sonrió con un poco de tristeza, porque no le resultó nada sencillo desprenderse del hombre del que se había enamorado para verlo partir con otro. Sin embargo, nuestro rubio sabía que la morena albergaba buenos sentimientos cuando ella tomó la mano de uno y la mano del otro y las entrelazó sin decir palabra.

Pero no todo era tan sencillo.

‘Tú sabes lo que haces, no me voy a meter en lo que no me incumbe ni voy a incomodarte… ¿Pides mi opinión? Bueno, solo puedo decir que Kushina me parecía una linda chica, ¿sabes? Te imaginé haciendo una familia con ella. Pero no me hagas caso. Repito, es tu decisión.’ dijo Jiraiya.

No podía hablar de Orochimaru porque no había dicho nada al respecto. Pero su silencio dolía más que cualquier otra cosa.

Tsunade simplemente no le había vuelto a hablar desde que presentó al moreno. Se trataba de un Uchiha y ella no pudo dejar atrás la memoria de Hashirama. Sobra decir que Minato trató de hablar con ella, de convencerla, pero debido a que Tsunade se rehusaba a ceder y a Fugaku no parecía importarle, decidió dejar que el tiempo hiciera mella en ambos.

‘Mmm… Es muy delicado lo que planeas, sensei. Sostener una relación homosexual no es tan sencillo, nosotros somos tus amigos pero ¿qué pasa con los demás? ¿Mentirás cuando te pregunten o dirás la verdad? ¿Estás preparado para todo lo que viene? ¿Esto tiene futuro? Si no sabes a dónde vas con esta relación, ¿por qué seguirías adelante?’ dijo Kakashi.

Iruka no dijo nada. Por el contrario, le sonrió con simpatía y le otorgó todo su apoyo con una mirada.

Había otros que no dijeron mucho y había otros que lo mejor hubiera sido que guardaran silencio.

‘¡Wow, te ligaste con él desde hace medio año y nos lo dices hasta ahora! Bueno, era imposible adivinarlo. Esperaba ver al Uchiha más alegre, supongo. No se lo nota ninguna diferencia.’ dijo Chouza sin pensar realmente lo que hablaba. Shikaku lo miró con dureza e Inoichi se encargó de reprenderlo.

 

No debió haberles dicho nada, simplemente no debió haber abierto la bocota. Sus planes siempre sonaban tan perfectos cuando los imaginaba en su cabeza, siempre el escenario era perfecto, el resultado era magnífico. ¿Pero por qué nunca le salía nada como esperaba? Decidió decírselo a todos porque consideró que era lo correcto, pensó que no había necesidad de mantenerlo en secreto. En ningún momento Minato recordó haber pedido opiniones.

Dio otra vuelta envuelto entre las sábanas, ocupando el lado de la cama que no era suyo. Tomó entre sus brazos la almohada de Fugaku y enterró la cara en ella, aspirando la fragancia seductora que desprendía. Se recogió un poco más sobre sí mismo, ignorando que la calefacción de la casa lo mantenía cálido. Él siempre sentiría frío al estar solo, siempre temblaría al sentirse ajeno en un mundo sin el ser amado.

¿Por qué todo tenía que ser tan difícil?

Le despabiló el ruido en la puerta. Hasta el menor ruido llegaba claramente a sus oídos en el silencio de la noche. Escuchó atentamente la travesía del recién llegado. O imaginó escucharla porque conocía muy bien sus movimientos.

La puerta cerrándose, zapatos fuera, llaves en la mesa, vaso de agua en la cocina, camisa y corbata sobre el respaldo de un sillón cualquiera. Seguían los pasos en la escalera, las vueltas buscando el baño, se detiene, el sonido del grifo abierto, la ducha en marcha. Qué raro. Seguramente ha tomado una ducha fría, dice que fortalece los huesos. Reanudando, continúan los pasos hacia afuera, más lentos porque lleva los pies mojados, amortiguados por el tapete. Minato imaginó el susurro que haría la toalla al cubrirlo y se estremeció imperceptiblemente al querer ser una de las vanidosas gotas de agua que acariciaba la piel blanca. Toma el pomo con una mano mientras sostiene la toalla en su cadera con la otra, lo gira y se abre la puerta.

Fugaku se movió entre las tinieblas buscando ponerse una camisa y unos bóxers. Minato acompasó su respiración y fingió que estaba dormido. Escuchó el frufrú de las gruesas sábanas y preparó cada uno de los poros de su piel para no aullar cuando el Uchiha se metiera en la cama, ya que él tenía la costumbre de abrazarlo al dormir y pasaría un rato para que subiera su temperatura. Sorprendentemente, lo envolvieron unos brazos cálidos.

El rubio no pudo hacer otra cosa que abrir los ojos de golpe.

—Estabas despierto —murmuró el moreno.

—No podía dormir.

—¿Otra vez?

Minato se encogió de hombros, lacónico.

—¿Por qué te duchaste?

—Me sentía sucio por el polvo de la calle.

—¿Y por qué usaste el agua caliente?

—No quería enfriarte.

Era una hermosa escena y para aquellos que disfruten del romance, esto les encantará. Minato se sonrojó ligeramente pensando en lo atento que era Fugaku.

—Eres tan dulce —dijo acurrucándose contra el otro.

—Cállate.

—No te preocupes, no le diré a nadie.

¿Qué importaba que Fugaku no le dijera ‘te amo’ constantemente? ¿Qué importaba lo que opinaran los demás? Él sabía la verdad.

Fugaku no lo decía, lo demostraba. No lo pensaba, lo hacía. ¿Cómo no había reparado en eso antes? El arte de su manera de amarlo consistía en verbos, no en sustantivos. Se trataba de construir, vivir, poder, querer y amar. El pasado pesaba y el futuro no les pertenecía, por eso amaba en tiempo presente.

—Me estás asustando, ¿a qué se debe esa sonrisa?

—Nada~

—Como digas. ¿En qué estabas pensando?

—Nada importante, te lo prometo.

—No mientas.

—Eran locuras.

—¿Estabas pensando en lo que dijeron tus amigos?

—Fugaku.

—Yo sabía.

Minato suspiró esperando cualquier cosa, que lo regañara, que se diera la vuelta y lo ignorara, que dejara pasar el tema y se rindiera ante el poder del sueño y el cansancio. No esperaba que Fugaku le besara, eso le agarró desprevenido y le dejó la mente en blanco. No por el beso en sí, ya que el rubio adoraba los besos de su moreno; se trataba más bien de la mano que reptaba por su espalda, muy abajo como para tratarse de una caricia inocente. Esa mano se deslizó hasta el vientre, traspasó la orilla de los calzoncillos y se puso a acariciarlo con movimientos rudos hasta ponerlo duro.

Definitivamente el bastardo era todo acción.

—¿Son locuras las que te mantienen despierto en medio de la noche? —insistió Fugaku al liberar su boca, colocándose encima de Minato y buscando algo en los cajones de la mesita de al lado.

Sus labios caminaron por la mejilla, la barbilla, llegaron a divertirse con el cuello y de nuevo regresaron a la boca que gemía, la que encontraba adictiva, excitante y conmovedora.

—Umm~… Locuras, puras… Ahh... Locuras…

Fugaku no le creyó. Quería creerle pero no podía. Sabía que Minato había estado pensando en eso otra vez. Por eso, iba a hacerle el amor solo como él sabía en ese preciso instante.

Las manos de su amado se enredaron en su cuerpo, invitándole a acercarse, a tomar de su cuerpo todo lo que quisiera. El Uchiha le besó sin prisas ya que tenía toda la noche para los dos, tenía tiempo suficiente para venerarlo como la divinidad que era ante sus ojos. Minato se arqueó, coqueto, con las piernas abiertas hasta el límite, con las caderas alzadas y los labios dispuestos. El moreno descargó lentamente su peso sobre él para besarlo. Sus besos eran largos, lentos, tan calientes que le abrasaban el cuerpo.

Minato volvió a sorprenderse cuando fue despojado de su ropa interior. Fugaku estaba siendo extremadamente delicado, podía percibirlo en el aliento pausado que chocó contra su intimidad. Las sensaciones pasearon a través de su cuerpo, descomponiendo todo pensamiento, incitándole a más cuando aquella boca le tomó sin mesura. La humedad y los roces que acariciaban su longitud junto a las manos grandes que subieron por sus costados y rodearon su cintura, eran una combinación definitivamente enloquecedora. Se sentía al borde de las lágrimas por la pericia que le conducía al placer. Soltó un suspiro, anegado de deseo, cegado por la blancura del gozo que le brindaba su amado.

Con la mente fuera de órbita, embotada por el sublime delirio de la lujuria, Minato inconscientemente enredó los dedos en el oscuro y corto cabello de la nuca. Se atrevió a abrir los ojos y su azul sin comparación capturó el negro ardiente que reflejaba seguridad y sensualidad. Era tan provocador el desgraciado que endurecía cada vez más. Sentía tan cerca el final que quería tocarlo y apartarlo. El momento era perfecto y quería alargarlo todo lo que pudiera. El erotismo de aquel acto de amor y devoción se sentía tangible y nítido, tan real como las mejillas sonrojadas de Fugaku. Puso las dos manos sobre la cabeza que le estaba arrebatando la cordura en un intento de que parase. Solo consiguió que los dedos del otro, cubiertos de lubricante, se enterraran con cuidado en su calor hasta convertir su espalda en un arco imposible, mientras tragaba su esencia con una expresión descarada.

Fugaku saboreaba la comisura de su boca, observando al otro que cayó tranquilo, relajado, y sin apartar la vista del rostro entre sus piernas. El moreno besó el interior de sus muslos, deleitándose con ese misterioso olor a néctar, volvió a besar su miembro (que despertó casi en el acto), sus caderas, su vientre e incluso besó cariñosamente con el ombligo, dedicándole un instante de especial afecto.

Minato contempló al depredador que se inclinaba nuevamente sobre su boca, notó que tenía el rostro brillante y los ojos iluminados en carmesí. Era algo que no podía explicar de él. Mirándolo estaba cuando sintió introducirse el tercer dedo que alcanzó el punto esponjoso que cortaba cualquier raciocinio, haciéndole imposible dedicar atención a algo que no fueran sus propias sensaciones, obligándole a jadear para atrapar un poco de aire entre los labios humedecidos. Desbordado por el mar de placeres, se dio cuenta de que no había tenido la oportunidad de negarse ante el ataque de amor. Todo lo que era Fugaku le atraía de una forma tentadora, le arrastraba de una forma tan dulce y siniestra que le hacía sentir escalofríos. Sus ojos azules se clavaron en el otro, casi hechos ranuras, siguiendo cada uno de los movimientos e indicando cómo y dónde quería ser tocado.

El Uchiha sentía que le quemaban las entrañas, estaba dejándose llevar por las palabras que susurraba el centro de su interminable deseo. Los gemidos apagados, y todos los sonidos tenues que llegaban a sus oídos, se fusionaron con el sabor del rubio que permanecía en su boca. Estaba más que satisfecho consigo mismo, sabiendo que podía complacer a Minato como lo merecía solo con sus besos y caricias. Era un triunfo que le pertenecía. Una vez hubo retirado sus dedos del cuerpo del otro, Fugaku quiso seguir con los besos. Un detalle amable y tierno en demasía pero Minato no era tan cruel como para hacerlo esperar más. Tampoco pondría en peligro el límite de su paciencia.

Minato se irguió pausadamente sin apartar la vista de su pareja, apoyándose en las almohadas a su alrededor, colocando sus manos sobre los hombros del moreno e implorándole en silencio que adoptara la posición adecuada. Mordiendo sus labios, ya rojos por la tortura, puso las rodillas cómodamente sobre las sábanas y sus muslos rodearon las caderas de Fugaku. El rubio sonrió travieso, incitándole a descontrolarse completamente cuando rozó la hombría del Uchiha, casi masajeándole contra sí mismo, buscando mantener su deseo en lo más alto.

Fugaku hizo un esfuerzo sobrehumano para no elevar sus ojos al cielo. Se abrazó al cuerpo del rubio y gruñó a modo de reniego, porque si permitía que Minato jugara así con él, culminaría sin haber comenzado siquiera. Eso no iba a permitirlo. Enterró el rostro entre la curva del cuello y el hombro, besó su clavícula y su pecho, justo en el corazón. Se perdió en la cercanía de aquel precioso cuerpo expuesto, rodeándole con adoración y apetito, el mismo cuerpo que esperaba por él para ser amado hasta el desvarío. Pasó la lengua por sus labios cuando percibió la mano de Minato que masajeaba su pene lentamente. El frío viscoso y la tibieza de su mano producían una sensación idílica; arriba y abajo, en una tortura paciente pero primorosa.

—¿Listo? —preguntó uno con la voz muy profunda.

—Cuando tú lo estés —respondió el otro abrazándolo un poco más fuerte—. ¿Me quieres?

Nuestro rubio entendió justo en ese momento que debajo de toda esa fachada de ser equilibrado, compuesto y dueño de todo, lo único que existía en realidad era un hombre que necesitaba desesperadamente que Minato creyera que él es el rey del mundo, de su mundo, a su propia y distorsionada manera.

—Por supuesto que te quiero, pero no me hagas hablar más que necesito gemir.

Minato se deslizó por todo el falo con serena lentitud, agarrándose de los hombros del otro con muchísimo vigor, abriendo bien sus ojos para mirarlo sin pestañear, tomando las manos del moreno y besándolas con cariño. Notó que Fugaku quería salir a su encuentro con pequeñas embestidas pero parecía contener su propia impaciencia, dejándose guiar por el ritmo que el otro imponía, disfrutando de la gentileza y la pasión que se desenvolvía en el aire sin medidas ni dimensiones. Llegó hasta abajo del todo, dejando que la gravedad hiciera su trabajo, abrigando la sensación de engullir a su amado por completo, sintiéndolo largo y grueso. Estaba tan lleno. Minato dejó salir gemidos, jadeos y dejó su cuello libre para los labios hambrientos cuando sus defensas su derrumbaron al comenzar el celestial compás que sus cuerpos sospechaban y sus almas conocían.

Manos por todas partes, roces y caricias lentas, exhaustivas, cadenciosas. Minato salía hasta dejar la punta dentro y luego bajaba de golpe debido a que el movimiento causaba una presión intensa a su próstata; un placer arrebatador y cambiante caía rompiendo sobre él como una ola del mar sobre la arena, bañando su ser por entero de un deleite bello y paradisíaco.

Fugaku iba despacio, muy despacio, despreciando el tiempo entre miradas eternas y mimos fugaces, alejando su mente de todo lo que existía mientras se concentraba en la embelesadora prisión que era el interior de su rubio. Era tan cálido, tan estrecho y le envolvía tan perfectamente en esos momentos que pensó por un segundo que podría vivir ahí. De minuto a minuto estaba perdiéndose en esa delicia, con un regocijo y una voluptuosidad simplemente exquisita.

De nuevo, el hálito ígneo de sus labios favoritos rozó la curva de su barbilla y su cuello, tentador, oscuro y amenazador. Comprendió lo mucho que amaba eso. Lo que Fugaku le hacía sentir con todo el cuerpo.

—¿Te gusta, rubio?

Minato era incapaz de discernir la razón por la que cada vez que el moreno decía esa palabra, él temblaba con los sentidos descontrolados por la lujuria, temblaba como el reflejo de la luna sobre el rostro de un lago en un día de viento. Era algo sumamente erótico que le hacía jadear de forma pesada y profunda porque tenía la impresión de que su voz podía reptar por su piel cada vez que hablaba. Fugaku lo desarmaba con su boca, con sus manos, con el corazón que latía al ritmo del suyo y le marcaba el camino correcto. El sudor le recorría la espalda y hacía una línea por la espina dorsal, desapareciendo en la cadera o en la cama, o bien combinándose con la humedad que los mantenía unidos.

Fugaku estaba al borde del grito. No estaba seguro de porqué, lo que sí sabía era que le excitaba de una manera increíble sentirse controlado por los vaivenes de Minato, por las manos maliciosas que saboreaban sus hombros y su abdomen. Estaba al límite. De sus labios, rojos y gruesos por las atenciones de la boca del rubio, surgió un gemido largo y bajo que recorrió su cuerpo. El corazón le palpitaba enloquecido pero sus brazos no olvidaron su tarea. Ellos se convirtieron en una barrera que impedía alejarse ni un poco. Dios, es que estaba tan caliente, ahí, pegado a él…

Y les llegó. Sin anunciarse ni preguntar. El placer estalló en sus venas como una tormenta cargada de electricidad y lluvia fresca. Un calor delirante fue y vino, llevándoles lejos, a un paraíso sin comienzo ni fin.

Llegó en la mitad de un beso, con el rostro de Minato sonrojado a más no poder y con la respiración de Fugaku tan errática que podría fallarle en cualquier momento. Minato se tensó completamente, lo hizo todo él: sus nervios, sus músculos, sus pensamientos, todo se rindió ante el placer más extremo, descargando su semen entre ambos, frotándose varias veces contra el vientre musculoso y conteniendo en su interior a su pareja, apretándolo casual y fortuito. Fugaku alojó su rostro en la bóveda del apetitoso e incitante cuello, apretando los labios contra la piel que olía a sol, buscando impedir el grito de placer que luchaba por salir aunque sin poder detener el estremecimiento violento de su cuerpo. Le levantó un par de centímetros y un par de veces más, alcanzando el cielo privilegiado.

—¿Puedes…? —murmuró el Uchiha anhelante sin saberlo.

Te necesito” tradujo Minato, que le besó al instante con la misma alegría del vagabundo que encuentra un oasis en medio del desierto.

—Te amo, nunca lo dudes. Eres mi todo.

—Yo también —respondió el testarudo moreno en un murmullo tímido.

Era adorable la forma en la que Fugaku reclamaba de su amor y su atención a todas horas, especialmente después de hacer el amor. Nadie sabría, nunca, que poseía un lado tan suave. Nadie sospecharía que debajo del eterno rictus de desprecio de Fugaku Uchiha, existía esa minúscula debilidad. Por eso Minato lo sostuvo fuerte mientras lo besaba con pasión y susurraba cuanto lo amaba.

Deja que su moreno lo use como peluche, o que simplemente lo use para lo que más le guste.

 

Minato ya estaba cansado de las preguntas relacionadas con su relación con Fugaku. Que como hacían, de qué conversaban o si eran aquí y allá. La mayoría de los que opinaban y decían, no tenían la suficiente cercanía como para hacer un juicio de valor. Ni que tuvieran el derecho de hacerlo.

Fugaku lo hacía feliz, estúpidamente feliz. A ambos les encantaba estar cerca uno del otro, ambos sabían que aquello era recíproco. El hecho de que no siempre sostuviera su mano en público o no le llamara por motes cariñosos, no quería decir que no le importaba. Por el contrario, el moreno era amoroso en privado. Como ahora, mientras envolvía sus brazos alrededor de Minato al acomodar las mantas. Sin más palabras, él solo sonreía y lo abrazaba igual de fuerte.

Llevó una mano para delinear las cejas oscuras y el puente de la nariz. Tocó los labios fruncidos, carnosos, estos besaron su mano con algo que se le antojó a ternura. Se repitió, le hizo jurar a su conciencia que nadie sabría que Fugaku ponía su alma y corazón en las manos del rubio con inocente confianza. Minato lo prefería así, prefería saber que era un tesoro solo suyo. Sabiendo eso, se sentía ajeno y libre a todo y a todos.

—¿Estás mejor? —preguntó el Uchiha, atrayéndolo hacia él.

—En general, estoy muy adolorido y no sé cómo vas a hacer mañana para-

—No hablo de eso, rubio tonto.

—Yo sé, es solo que adoro molestarte.

—Entonces responde.

—Estoy… perfecto. En este momento no podría desear nada más.

Fugaku no iba a mencionar que no habían usado protección esa noche, probablemente Minato no estaba preparado para la noticia todavía.

Aún les quedaba un montón de noche, pero sincronizados, bostezan hasta el límite de sus bocas. Dejan que una sonrisa nazca en sus labios y no tardan en quedarse profunda y felizmente dormidos, uno en brazos del otro.

 

>>:<< FIN >>:<<

 

 

Notas finales:

Deseo que disfruten este día, que le cuenten de él a todo el que conozcan y que se animen a escribir o a inventar algo lindo para la pareja ( ^^ )

Seguramente tienen mejores cosas que hacer que leerme, estarán disfrutando de la genialidad de Stig Al-sayf ( .///. )9 Porque díganme, ¿quién no ama Un día de lluvia.? Exacto, todos lo amamos.

Espero que les haya gustado, o por lo menos que les haya entretenido. Me disculpo por los errores de ortografía, yo no tengo Beta-reader, toda la limpieza corre por mi cuenta.

Obvio que me van a ver de nuevo, el FugaMina no lo abandono hasta que me muera ( XD )

Solo me resta reiterarles mi sincero agradecimiento y preguntar:

¿Merezco reviews? Soy todo ojos y queda a su decisión.

Se despide, esperando decirles hasta pronto, su no-tan-humilde servidora...

ItaDei_SasuNaru fan.


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