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Rainy Love, Wild Paradise ~ Spring (Wild Lovers) por JHS_LCFR

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Notas del capitulo:

He vuelto!!! ;A;

AL FIN, HE REGRESADO TT TT

Les pido mil disculpas a todos, en serio, entre que no había tiempo y no había inspiración...lo siento, lo siento muchísimo.

Lamento avisarles que este será el anteúltimo episodio D: (a ver, queda éste capítulo, otro y el Interludio)

Spring 12

 

-¡Te dije que no te pusieras esa camisa, te hace gordo!—bramó Tao mientras me lavaba los dientes sin haber puesto pasta dental en el cepillo; golpeándome en la cadera con el puño cerrado y sus nudillos afilados, comprendí que mejor sería hacerle caso: noté por el espejo del botiquín que estaba dejando una ropa seleccionada rápida y estrictamente por él—. Vas a pedir perdón y a hacerle recordar cuánto le gustas, ¡No a repartir folletos en la calle!

-De acuerdo, de acuerdo—mordiendo el cepillo, me desabotoné la camisa que tenía y empecé a cambiarme, esquivando de pura suerte los zapatos que Tao me tiraba desde el armario: me lamenté por no haber escapado al baño del otro lado del pasillo—¿Cómo estás tan seguro de que me contestará o escuchará? Fui un patán, no merezco…

-¡No empieces a autodestruirte!—rugió, dándome escalofríos—: Hoy será un día feliz, un día tan bonito como lo que ves desde tu ventana, ¿Me oíste, Oh Sehun? A partir de hoy, dejarás de vivir en el invierno del “pobrecito-yo-no-supero-a-Jongin” y pasarás a ser el chico más acaramelado y dulce que hay con Luhan, ¿De acuerdo? No me obligues a golpearte para hacerte entender.

Su voz hacía eco, aparentemente había salido de la habitación. El trote de sus pasos por las escaleras al piso de abajo fue lo último que escuché, seguido de “voy a encender el auto”: ya solo, me enjuagué la boca pobremente lavada y me mojé el pelo, peinándome con los dedos. Con el gua goteando, me detuve y miré al espejo fijamente, concentrándome en mi rostro.

Respiré.

-No lo arruines—negué, en un susurró—. Luhan es todo lo que buscas y quieres.

La bocina estalló desde la calle, di un respingo y agradecí que no hubiera nadie más en casa: corriendo y atravesando la casa a largas zancadas, tomé una campera de hilo fino del armario de la entrada y corrí a la camioneta: Tao respiraba agitado y sonreía, en el momento en que cerré la puerta del pasajero, puso primera y pisó el acelerador hasta la reja.

Una vez pasamos y salimos a la calle que llevaba al centro de la ciudad, maniobró ágilmente hasta poner quinta y aceleró con brutalidad.

-Agarra el teléfono y llámalo—anunció doblando y con nuestros cuerpos inclinándose violentamente hacia atrás: me agarroté a la guantera, temiendo por mi vida. Un bache hizo que nos golpeáramos la cabeza contra el techo—. Dile que vamos en camino, ¡Ya!

No atendió sino hasta el tercer intento, con voz somnolienta y prácticamente gruñendo, molesto.

-Tao, no te enojes pero—bostezó de repente, dejé de respirar—, no estuve durmiendo mucho últimamente… ¿Qué quieres?

Su voz, su voz modificada por el parlante del teléfono, su débil y temblorosa voz. Su voz…la había extrañado tanto: de repente se me secaron los labios y se me agrió la garganta, no podía tragar, dolía y la lengua se me había paralizado.

¿Qué pasa si no quiere escucharme?

¿Qué pasa si no me quiere ver?

Tao pareció notarlo, pues cuando bajé la cabeza y me encogí en el asiento, me golpeó en la cabeza, sorprendiéndome y haciéndome toser: Luhan dejó de hablar, me limpié la boca con el dorso de la mano y respiré hondamente.

-Han…Hannie—murmuré, temeroso y cerrando los ojos con fuerza, rogando porque no cortase—. Luhan…yo…ni siquiera sé cómo llamarte para contarte lo que te quiero decir. Es que, a ver, tú eres…eres… - Habla ya, imbécil—. Quiero disculparme apropiadamente y…y no sé…no sé cómo hacer. De verdad que…

-Digo yo—interrumpió, secamente—¿No es un poco tarde? Nadie tarda tanto en disculparse.

Y cortó, dejándome con un nudo asqueroso en el esófago y la vista borrosa, apenas enfocada en la carretera que no dejaba de zigzaguear.

 

 

-No, ahora me da miedo golpear.

-Golpea la puerta, Sehun.

-No puedo.

-¡Golpea la maldita puerta!—estábamos en su casa, mis pies estaban a centímetros del escalón que había que subirse para tocar el timbre, sólo que éste tenía un cartel encima que rezaba “No funciona”. Tragué saliva y respiré entrecortadamente, me temblaban los hombros, no podía pensar—. No, definitivamente no puedo—negué, asustado.

-Sehun…juro por Dios que si no golpeas esa puerta la arrancaré con mis manos, te meteré dentro y estamparé la camioneta contra la entrada para que no puedan salir—siseó, frotándose las sien con el pulgar y el índice.

-No va a abrirme, cuando le llamé…

-¡No importa lo que te dijo! Luhan no piensa y sólo juega a hacerse el ofendido, el difícil de conseguir…si te dijo eso por el teléfono, es porque quiere una disculpa decente y cara a cara. Créeme, lo conozco. Aparte, recapacita, recuerda todas las discusiones que tuvieron, ¿No crees que pudieron haberse ahorrado todo eso si le admitías de frente que él tenía la razón? Él es como una mujer…sin importar qué o cómo, tienen la razón. Punto.

Rascándome la nuca y mirándolo de soslayo sin entender, torcí la boca y volví la vista a la puerta. Conté hasta tres y oí el rugir del motor.

-¡No irás a dejarme aquí solo!—pero al notar una mezcla de tristeza y enojo mientras miraba el teléfono, callé, confundido—¿Tao?

-Lo siento—murmuró, guardando el teléfono y pisando el embrague—. Encárgate tú solo de esto, después de todo yo no tengo nada que hacer aquí. ¡Y no huyas!—agregó, desapareciendo de la carretera tras doblar en la esquina y hacia la izquierda. Con los pies atornillados al piso y poca saliva en la boca, tragué.

No puedo. No puedo hacerlo, tengo que irme.

El bolsillo trasero de mi pantalón entonces comenzó a vibrar, producto de una nueva llamada. Atendiendo sin fijarme quién era, me alejé de la entrada unos pasos para hablar despacio.

-¿Hola?—me tapé la oreja libre para escuchar mejor, sólo se oía su respiración.

-Mira para adelante, en la cafetería—dijo, asustándome. Su timbre de voz era grave, grave y molesto, como si no quisiese hablarme, como si alguien lo hubiese obligado a decirme todo. Levanté la cabeza y lo vi: estaban los dos sentados contra la pared de vidrio, Kyungsoo me sonreía con tristeza, levantando un puño y sonriéndome con un “fighting” suave que pude escuchar por el teléfono, dispuesto entre él y Jongin, que me analizaba con sus ojos oscuros a su lado—. Pídele disculpas como se debe, que no ha comido ni dormido por ti—sentenció, sonriéndome de costado, casi sin ganas—. No lo arruines, Sehun. Luhan es todo lo que buscas y quieres, no puede ser que todavía no te hayas dado cuenta.

Yo dije lo mismo.

¿Por qué eramos tan iguales?

¿Por qué tiene que ser él? ¿Por qué nunca se pudo tratar de ti?

No, Sehun….aguanta…

Sentí el dolor. El dolor en mis pulmones: no te quiebres, no los mires. No lo mires a Kyungsoo, no lo mires a Kyungsoo…no lo mires a Jongin. Haz de cuenta que…

Las ganas de llorar eran tan fuertes, las ganas de dejarlo todo y volver a mi cuarto eran tan. Pero tan. Fuertes. No desesperes. No desesperes.

-Jongin—titubeé, mi voz temblorosa y la angustia tirándome en la mandíbula—Jongin, sabes que siempre te quise—silencio absoluto, Kyungsoo automáticamente parpadeó y miró el suelo, apenado—. Siempre, siempre te voy a querer…lo juro, Jongin—lloré, lloré sin consuelo y sin vergüenza, ya prácticamente no me quedaba nada—. Te querré hasta el día en que me muera…pero me aseguraré de pisar ese amor, me aseguraré de hacerlo trizas—sus ojos brillaron en sorpresa, pude sentir el último latido de su corazón golpear con fuerza; tragué y seguí hablando—: No voy a ser como tú, no haré de cuenta que no pasó nada. Pero voy a tratar…voy a tratar de hacer mierda todos esos recuerdos, voy a convencerme de que yo no quería hacer nada de lo que quisimos, de que nunca soñé con eso y que nunca fui feliz, ni de mentira, ni de verdad, ni siquiera pretenderé que era una felicidad amarga. Simplemente te haré pedazos en mi corazón, así que espérate que por un tiempo no te hable.

Esa risa. Esa risa: no podía esperarme nada más, no sé por qué esperé una especie de disculpa, de remordimiento, de…

-Me parece justo. Es lo mínimo que me merezco.

…Algo.

Mi mano libre perdió prensión, el brazo derecho cayó muerto a mi costado.

-Me sorprende que aún no me hayas escupido en el ojo—sonrió, ladeando la cabeza y mirando por un instante a Kyungsoo, que se mordía el labio, preocupado—. Tranquilo, bebé, no me está diciendo nada malo—le consoló, sintiendo yo (del otro lado de la vereda y del vidrio) un tirón en el pecho—. Sehun, tengo que colgar—recalcó, incómodo: Kyungsoo se estaba encogiendo en su asiento—. Haz las cosas bien, siempre fuiste bueno en querer a la gente.

Con un vacío inmensurable en mi interior, asentí despacio y corté, cerrando los ojos con fuerza y quitando todo rastro de lágrimas. En un ataque de coraje mezclado con la veta típica de la desesperación, golpeé la puerta con los nudillos hasta el cansancio, sintiendo el raspar de las astillas de la madera contra mi piel.

Esperé y esperé. No sé cuánto tiempo me mantuve allí parado hasta que lo vi: venía de la esquina, cargaba ese estúpido gorro celeste de koala y ese holgado buzo a rayas; la ropa no le combinaba de ninguna manera posible y llevaba los tobillos descubiertos, denotando la delgadez de sus piernas, el grosor de sus huesos.

-¿Qué quieres?—murmuró, entristecido y cargando con una bolsa de papel madera entre los brazos—. ¿No tuviste ya suficiente de mí?

-Luhan, quiero disculparme.

-Ya hice el ridículo en tu casa por algo que tú entendiste mal, ya pasé vergüenza siendo echado a la calle como un vagabundo, un borracho—replicó, nariz y orejas rosadas de la vergüenza, sus pómulos eran dos círculos rojos cargados de bochorno—. Ya esperé por tu disculpa y ya me cansé de pensar que eres un buen partido.

-Vine hasta aquí para que hagas lo que quieras conmigo—expliqué, manos en alto en señal de estar completamente entregado—. Grítame, golpéame: puedes tirarme lo que sea que tengas en esa bolsa si quieres. Lo único que te pido es que te desquites, así después puedes escucharme.

Y me pasó por al lado, entrando tranquilamente a su casa. Sacando con lentitud las llaves y buscando la correcta. Abriendo la puerta y pasando…dejándola entreabierta y mirándome desde adentro con una sonrisa triste y lágrimas en los ojos.

-¿No vas a pasar?—me dijo, yo sin poder sentir mis pies ni mi cuerpo a causa de los constantes

 Pitidos ensordecedores en mis oídos—. Te extrañé.

 

 

-Tao me dijo que eres como una mujer—declaré en un hilo de voz, besándole la nariz y acariciándole la mandíbula; sentir nuestros estómagos juntos y la diferencia de temperatura de nuestros cuerpos era maravilloso.

-En cierto modo, lo soy—confesó, entretenido y posando sus labios debajo de mi oreja, su mano izquierda surcando mi pecho y bajando hasta el ombligo, jugando a seguir las líneas de mis músculos.

-¿Tengo que comprarte zapatos cuando estés triste?

-Sí.

-¿Tendré que comprarte helado y chocolate una vez al mes?

-Sí.

-¿Me dirás que no pasa nada cuando en realidad estás molesto?

-Absolutamente—sonrió, le copié al tiempo que rodeaba con mis manos su cintura y posaba mi frente sobre la suya.

-De acuerdo, haré todo eso. Todo y más, tú sólo dime qué quieres y yo me encargo del resto.

-Entonces quiero que te quedes—dijo avergonzado, mordiéndose el labio en cuanto bajé sus pantalones sin dejar antes la marca de un suave pellizco en su glúteo derecho; cuando el jean fue a parar donde estaban nuestras remeras, lo acosté en la cama sin más, besándole con ternura y acomodándole el gorro, ese estúpido gorro que insistía en no sacarse porque estaba despeinado.

-Sabes que voy a alborotarte más el pelo, ¿No?—murmuré para morderle con cariño el cuello y bajar a mimar un poco sus pezones—. Sácate eso, siento que lo estoy haciendo con un niño que viene del zoológico—su carcajada fue tan que se retorció bajo mi cuerpo, golpeándome sin querer el mentón con su pecho.

-Lo siento, perdón. Ya me lo quito—tirándolo lejos, separó más las piernas y me abrazó por la cintura con ellas, rascándome la nuca mientras besaba a boca abierta su torso—. Lo estuve usando mucho estos días…me hacía acordar a ti—paré el juego previo para mirarlo sin alejar mi cara de su piel—. Ya sabes, los primeros días que nos conocimos…sentía que con el gorro podía soñar mejor contigo.

-¿Dormías con eso puesto?

-¿Tienes algún problema con eso?

-En absoluto, en absoluto—síguele la corriente, que es como una mujer. Recorriendo los costados de sus muslos, pellizqué con ambas manos, robándole un quejido—: Me encanta, simplemente me encanta cómo se te escapan esas cosas.

-Eres un…sucio. Pervertido—y antes de que siguiera, froté mi pelvis contra la suya; cerró los ojos y dejó de hablar: excelente—. Pervertido, pervertido…pervertido—a cada palabra que soltaba, seguía empujando mi hombría con gusto: tuve que lamerme los labios secos y besarlo de nuevo.

Me había olvidado lo que era tenerlo en ese estado, entregado bajo mis brazos y agarrotado a la almohada o al cubre cama del colchón.

-Hoy di muerte en mi corazón a Jongin—solté, tenía que hacerlo—. Te aviso que ahora ese espacio es todo tuyo—bajé y me quité el candado de sus piernas para besarle el ombligo y bajar un poco más, mirándolo de tanto en tanto—. Todo ese vacío…ahora es tuyo, Luhan. Tómalo o déjalo…que te estoy entregando todo.

-¿Todo?

-Todo—afirmé, amoldando mis labios a su miembro sobre la tela, ayudando a agrandar ese punto húmedo—. Absolutamente todo, todo, todo lo que soy.

-¿Por qué me lo dices así… - un gemido interrumpió su pregunta—…así tan de pronto? Ah, Sehun—y se pasó un brazo por los ojos, pero esa tarde no andaba con ganas de perderme su reacción.

Levantándome e inclinándome más sobre él, parpadeé para poder mirarlo mejor a los ojos.

-En algún punto empezaste a gustarme. Me gustas y te amo mucho más de lo que lo llegué a querer a él…Y detesto no saber por qué. No soporto no saber por qué te quiero tanto.

Una sonrisa emotiva surcó su rostro, lentamente se tomó del pecho y lloró bajito.

-…Porque soy diferente. Porque yo también te quiero y te querré más que nadie.

-¿Y Minseok?—inquirí, arqueando una ceja, a lo que negó despacio.

-No. No, no y definitivamente no…Desde que estuve contigo…no quiero estar con nadie más, con nadie. Yo también quiero que ahora tú seas el único. Estemos mal, o estemos bien…te quiero querer, quiero quererte—rió. Nos abrazamos al instante.

-Vamos a estar bien, confía en mí.

No me importa si tengo que ser fuerte por los dos, no me importa si sólo yo tengo que salvar la relación…tú sólo confía.

-Confía y quiéreme—pedí—, nada más.

Y con él asintiendo, conmigo besándole suavemente la mano, nos quisimos.

Nos empezamos a querer de forma que pudiéramos compensar el tiempo perdido. Nos empezamos a querer como tuvimos que haberlo hecho desde hacía semanas, desde hacía mucho, mucho tiempo.

 

 

-¿Sehun?

-Sí—anuncié, sentándome en la cama y viendo cómo se giraba para mirarme, acurrucándose contra mi cuerpo y acostándome de nuevo con su mano.

-¿Tienes algo importante que hacer ahora?—le dije que no, le pregunté por qué—. Me gustaría que te quedes…no sé, quédate esta noche…mañana o pasado te puedes ir a tu casa.

-…¿Y si mañana o pasado no quiero volver?

 

Notas finales:

Claramente, no alcancé a corregir DX

PD: Nuevo one-shot! Está bastaaante malo, no sé qué me pasó OTL Paper Heart (Mil)


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