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Cruce de caminos por SunaLove51

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Notas del capitulo:

Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino a Masashi Kishimoto que ya no sé con qué se va a salir esta vez XP

  Ahora sí, espero que disfruten del capítulo!

 ¿Por qué no podía ser todo como antes? Su vida estaba en orden y a lo máximo que podía llamarle problema, era a los constantes exámenes que se habían sucedido a lo largo de ese mes. Pero después de tomar la sabia decisión de golpear a ese imbécil todo había cambiado para peor.

 Antes había podido evitar tener que ir los fines de semana a su hogar (y tener que aguantar a su madre), con la excusa de que debía concentrarse en sus estudios. Ahora no podía salir de la institución por pedido de ella (y no es que se muriera por ir a su casa), pero no le hubiera importado demasiado si no fuera porque le había cruzado la cara en medio de uno de los pasillos cuando lo divisó de camino a una de sus clases.

 —Siempre has sido una decepción, pero aún así tenía esperanzas de que podrías mejorar entrando a un lugar de esta categoría. Y, ¿Qué es con lo que me encuentro al venir aquí? En que te has convertido en un rebelde pandillero... —Deidara ya estaba acostumbrado al tono de reproche y la mirada de desprecio de su madre, pero que lo comparara con personas que se consideraban lacras en la sociedad lo llenó de rabia.

 —Perdón "madre" —Resaltó con ironía—, por no ser el perfecto hijo que deseabas... —Una segunda y sonora cachetada llenó el silencio de aquel pasillo que se había despejado de personas y produjo un pequeño eco. No obstante apareció alguien, justo la última que quería volver a ver, quizá, en toda su vida.

 Uchiha Itachi los miraba a cierta distancia con sorpresa por presenciar tal espectáculo.

 —No te atrevas a hablarme y mirarme así de nuevo Deidara... —Le advirtió con tono frío y el rubio agachó la cabeza para no darle el gusto al moreno de ver como lo golpeaban nuevamente— Tal vez lo mejor sea que te saque de este lugar. No te mereces estar en él —El pánico invadió al blondo pensando en que tendría que abandonar el primer lugar en el que realmente se sentía bien por haber conocido a su primer amigo verdadero.

 —Por favor no —Suplicó—, No volveré a comportarme así, lo juro —Todo lo decía sin levantar la vista.

 —No jures, demuéstrame que la única oportunidad que te daré —Enfatizó la mujer para intimidarlo— no fue una equivocación —Y se marchó sin volver la vista atrás.

 Deidara inspiró y exhaló para tomar valor y caminar hasta donde se encontraba Itachi.

 — ¿Te estás divirtiendo? —Preguntó con resentimiento— Supongo que te la pasaste en grande.

 —Veo que el regaño de tu madre y la llamada de atención de mi tío no ayudaron en nada a bajarte los humos —Puntualizó.

 —Solo quítate de mi camino —Deidara avanzó cruzando a su lado— y no tendré que volver a golpearte.

 —Quizá la próxima vez te devuelva el golpe —Retó el moreno.

 —Solo inténtalo —Se detuvo para girarse solo un poco—. Me importa poco tu apellido, voy a romperte esa cara pretenciosa con ganas —Y siguió hecho una furia.

 Una baja risita de satisfacción escapó de los labios de Itachi.

 Había intentado hasta lo imposible para que su familia no lo obligara a volver a esa escuela que era dirigida por su tío, harto hasta la extenuación de la gente que le hacía caravanas y se le pegaba solo para ser más popular o tratar de crear lazos con su clan para poder escalar en la alta sociedad. Es por eso que se había propuesto firmemente el hacer lo que fuera para que Fugaku le permitiera ir a otra escuela y al haber fracasado en su cometido, sus planes habían cambiado. Si no podía evitar compartir espacio físico con esos molestos acosadores que lo perseguían como moscas tratando de llamar su atención y ganarse sus favores, se comportaría de la forma más pedante y maleducada posible para así espantarlos.

 Comenzó a caminar hacía una de las escaleras y decidió saltarse esas clases empezando a recordar lo que había pasado el día anterior.

 

 Había vuelto al colegio luego de unas semanas de inventar diversas escusas para no asistir a clases. No obstante, otra vez estaba en ese lugar que le desagradaba y comenzó a maquinar posibilidades de armar un escándalo.

 Sabía a ciencia cierta que al ser Madara el director, difícilmente sería sancionado o expulsado de la institución. Así que se conformaría con crearse mala fama y alejar a todos de él, ya que sabía que el alumnado en su gran mayoría estaba compuesto de personas frívolas y superficiales que vivían del qué dirán.

 Cuál fue su sorpresa cuando al elegir a la primera víctima de sus malos tratos, se topó con alguien que por primera vez lo enfrentó. Él no era a quien eran dirigidas sus palabras en un comienzo, pero había salido en la defensa de su compañero.

 Aún recordaba la sensación de ardor en su mejilla izquierda y como había elevado la vista para observar a esa cara que había tildado de femenina, mirarlo con enojo logrando que su rostro pálido se tornara rojo.

 Él, por el contrario, desde su posición en el suelo se había quedado de piedra, sintiendo después de tanto tiempo la adrenalina correr por sus venas.

 — ¿Qué esperas? ¡Párate! —Le había ordenado el blondo y a pesar de que trató de contestar, las palabras no salían de su boca. Su visión solo era ocupada por ese bello rostro enfadado.

 Apenas pudo percibir que alguien lo ayudaba a levantarse y como varias de sus compañeras amenazaban al rubio de no atreverse a ponerle de nuevo una mano encima de nuevo.

 —Váyanse todos al diablo —Había concluido el blondo para retirarse del salón escoltado por el profesor.

 Su plan había salido terriblemente mal. No solo porque no había cumplido su cometido original, sino porque había obtenido el resultado opuesto, convirtiéndose en una víctima yganando más atención sobre su persona. Con el daño colateral de poner en el centro de la diana a una persona que no conocía y someterla a un futuro escarnio público.

 Ese pensamiento lo hizo ponerse en pie y salir rumbo a la dirección.

 — ¿Dónde vas Itachi-kun? —Habían preguntado a la vez varias de esas insoportables chicas que lo seguían y, como de costumbre, no habían obtenido respuesta.

 Con determinación recorrió el largo pasillo que lo conducía hacia el despacho de Madara, hasta que sus pasos fueron frenados por uno de los profesores.

 —No puedes pasar Itachi-kun, Madara-sama está teniendo una reunión  —Le aclaró un castaño de melena por los hombros y rostro amable.

 —Iruka, tengo que hablar con mi tío. Ese chico no tiene la culpa de nada.

 —Y entonces, ¿Quién?

 —Yo —Le confesó y el otro solo meneó la cabeza.

 —Entonces no tiene sentido —Suspiró—. Sabes que él no hará nada que manche tu expediente, aunque lo merezcas —Iruka apartó la vista e Itachi supo que si soportaba esa clase de manejos era porque realmente necesitaba el empleo.

 Esa era una de las razones por las cuales ese hombre era en el único que confiaba en ese sitio. Porque a pesar de su tranquilidad y educación, jamás le mentía para quedar bien y por eso acudía a él cuando requería algún favor. Además ese hombre había cuidado de su pequeño hermano cuando él no podía hacerlo por complacer a su padre, hasta que este decidió dar la custodia de Sasuke a su hermano mayor, marcando así un cambio profundo en los cimientos de su familia.

 Iruka abandonó el puesto de mayordomo de los Uchiha para terminar su carrera y la unidad familiar se rompió por completo. Tal vez Fugaku creyó que se sacaría una carga de encima al librarse del niño, pero no previno que eso solo serviría para fragmentar su hogar, si hogar se le podía llamar a un lugar donde el padre era un déspota autoritario y la madre era una sumisa casi ausente.

 Iruka lo alejó del lugar regresándolo a clases y tuvo que esperar una hora para ver como el rubio volvía con la mirada baja y tomaba asiento.

 Desde su nuevo lugar, al fondo de la clase, pudo observar como el pelirrojo a su lado le hablaba al oído y este apenas le respondía.

 Una hora más corrió en que no pudo despegar su vista de esos largos mechones rubios y esa carita de abatimiento hasta que el timbre sonó.

 Inmediatamente se paro para salir huyendo, esquivando a cuanta persona tratara de entablar una charla con él y avanzó otra vez hacia la dirección.

 Al ingresar a la misma, se encontró con su tío que le preguntó si se encontraba bien luego del altercado e Itachi le planteó como se había dado toda la situación. Sin embargo, Madara le restó importancia aludiendo a que se había comportado como todo un Uchiha. Ellos jamás pedían por favor y el pedir perdón no estaba en el vocabulario de su estirpe. Solo suspiró y salió sabiendo que no tenía caso discutir con su pariente. Su padre, al ser el menor de dos hermanos, pensaba de la misma manera. Nadie estaba por encima de un Uchiha, pensamiento que el moreno no compartía.

 Caminó hacia el comedor (ya que al ser un colegio pupilo al estilo occidental, tenía uno).

 Tendría que tolerar a otros por un rato, por lo que en cuanto tuviera su almuerzo se iría a su habitación.

 

 

 

 

°~°~°~°~°~°~°~°

 

 

 

 

 Su paciencia estaba llegando al límite. Él no era una persona que sabía lidiar con los problemas ajenos, tan acostumbrado a la quietud y silencio que brindaba la soledad. No obstante, todo cambió cuando conoció a su compañero de cuarto.

 Podría quejarse de la actitud que estaba teniendo el chico. Si no se debiera al regaño que se llevó el blondo por salir en su defensa.

 —Deidara —Trato de emplear un tono normal—, ¿Podrías dejar de repiquetear ese lápiz contra la mesa? —Pero su compañero ni siquiera lo oyó.

 Sasori prefirió callar y dejarlo que se abstrajera todo lo que quisiera mientras la clase seguía su curso.

 Al tocar el timbre que marcaba la hora del almuerzo, volvió a hablarle.

 —Vamos al comedor y no admito excusas —Deidara sintió como tironeaban de uno de sus brazos. Y cuando reaccionó ya se encontraba en una de las mesas de ese lugar.

 —Vas a hacerlo —Ordenó el pelirrojo refiriéndose a la comida que tenía delante de él—. Desde ayer que no comes nada, ni siquiera desayunaste.

 —No tengo apetito, Sasori —Su respuesta fue escueta.

 El comedor que se había mantenido relativamente tranquilo (a excepción de los cuchicheos y miradas de frialdad lanzadas al rubio por sus compañeros de clase y algún que otro sempai). Pero todo cambió cuando la razón de sus desgracias cruzó la puerta y automáticamente fue rodeado por sus fans.

 —Lo que me faltaba —Masculló mientras veía al pelinegro tratando de dirigirse hacia el mostrador para hacer su pedido y solo pudiendo hacer pocos pasos.

 —Deidara, olvídate de eso —Le recomendó el pelirrojo con aire ausente.

 —Lo dices porque a ti no te tuvieron una hora enumerándote las reglas de este prestigioso establecimiento —Le retrucó con sarcasmo.

 —Si no te hubieras metido, seguro lo habrían hecho.

 —Hubiera preferido un "gracias por defenderme" —Deidara se enojó—. Pero supongo que es mucho pedir... —Se puso en pie para irse.

 —No quise decirlo de esa forma —Sasori trató de detenerlo.

 —Da igual. Me voy, este lugar empezó a apestar —Se alejó y pasó a un lado del grupo que rodeaba a Itachi. Este lo miró fijamente y Deidara aparto la vista con una mueca de asco. El Uchiha sonrió y sus admiradoras quedaron aún más embelesadas.

 —"Estoy hasta el copete de estos niños ricos y lame culos" —Pensaba el blondo a la vez que tenía deseos de escapar, si es posible, de esa escuela que por lo poco que había oído las horas previas había dejado de ser el sitio que lo resguardaba de los constantes reclamos de su progenitora para convertirse en su infierno personal. El empujón que lo sacó de sus conjeturas y las palabras que siguieron a continuación lo reafirmaron.

 —Pero miren a quién tenemos aquí... —Un chico de corto y ensortijado cabello oscuro lo miraba de forma altanera— La nena que se atrevió a golpear a mi primo.

 —Tenías que ser familiar de ese para ser tan imbécil —Deidara lo enfrentó.

 — ¿Qué insinúas, marica? —Avanzó dispuesto a echársele encima.

 —Lo dicho, eres tan idiota que no sabes la diferencia entre una insinuación y una afirmación —Respondió con una sonrisa falsa.

 Sabía que al tipo ser otro Uchiha llevaba las de perder en todo sentido. Sin embargo, en ese momento nada le importaba. Lo que tuviera que pasar, que pasara.

 —Akinari —Desde uno de los salones apareció Iruka—, necesito hablar contigo sobre ciertas cosas de tu documentación —El rubio solo asintió y dejó atrás a un moreno claramente a punto de estallar.

 —Ese marica me las paga...

 —Shisui, no tiene sentido —Le habló su único acompañante, un chico de gran estatura y apariencia intimidante—. Ya cavó su propia tumba al atacar a Itachi. La escuela se volverá en su contra.

 —No me importa lo que haga el resto. No lo perdonaré por haberlo lastimado —Y dicho esto se fue dando zancadas hacia su respectivo salón—. Vamos Kisame —Lo llamó a la distancia y el nombrado lo siguió pensando en la extraña fijación que tenía su amigo por su primo un año menor.

 —"Estos Uchiha son un dolor de cabeza" —Afirmó sin expresarlo. No era tonto y no quería atraer problemas sobre sí mismo como ese chico rubio.

 

 

 Ya dentro de la sala de profesores el castaño le pidió a Deidara que tomara asiento y este lo hizo.

 — ¿Qué sucede con mi documentación? —Preguntó un tanto preocupado.

 —No pasa nada —Le sonrió con calidez—, solo quería evitarte un nuevo problema —El blondo lo miró con recelo.

 — ¿Por qué lo hizo?

 —Antes que nada mi nombre es Iruka, ¿Cómo prefieres que te llame? ¿Por tu nombre o apellido? —Deidara contestó sin vacilar.

 —Por mi nombre está bien.

 —Entonces Deidara-kun, lo hice porque sé por tu expediente que perteneces a una familia de clase media y de alguna forma me sentí identificado —Admitió—. Tal vez no te interese lo que voy a contarte, pero me gustaría que me escuches —Pidió en tono amable y el chico no pudo negarse— Desde mi nacimiento, mi madre estuvo al servicio de la familia Uchiha, por lo tanto de alguna forma le debo mucho a ellos. Cuando era pequeño hacía lo que fuera por ayudarla y aprender el protocolo que se requería para estar al servicio de ellos. Al llegar a mi adolescencia, a pesar de mi juventud, me convertí en el mayordomo de la rama secundaria a la cual pertenece Fugaku-sama, el padre de Itachi y hermano menor de Madara-sama —Por un momento sus ojos fueron cubiertos por un velo de nostalgia—. Más allá del respeto que les guardo, trataré de serte sincero. Mi vida giraba en torno a servirles y no me quejaba de eso, porque me había apegado a la familia. Sobre todo a Itachi y su hermanito, Sasuke. Pero todo cambió —Meditó un poco hasta donde hablar respecto a ese asunto—. Sasuke-chan fue enviado a vivir lejos de la mansión y yo renuncié al sentirme innecesario para los otros, convirtiéndome en profesor. Esto, sumado a lo anterior, logró que Itachi-kun, que siempre se había mostrado ávido de complacer a su padre se volviera distante y frío. Es por eso que me extraña su comportamiento —Su relato fue cortado por Deidara.

 —No comprendo que tiene que ver todo eso conmigo.

 —Itachi-kun se volvió retraído. Jamás se sabía lo que estaba pensando y rara vez se dirigía a alguien si no era estrictamente necesario, aún cuando se veía rodeado de personas que clamaban su atención. Por lo tanto es realmente increíble que te hablara de ese modo, él no es así —Deidara rechistó.

 —Quizá cambió y decidió comportarse como todo un Uchiha —Acotó con ironía.

 —Lo dudo, él siempre fue diferente...

 —Da lo mismo, no le veo el sentido a esta conversación.

 —Solo intento decirte que no te guíes por la primera impresión —Iruka le suplicó—. No lo juzgues tan duramente.

 —Trataré —Dijo el rubio más para no mortificar al mayor, que porque realmente lo fuera a hacer—. El timbre está por tocar, será mejor que me vaya.

 —Gracias —Dijo el castaño y antes de salir Deidara agregó.

 —Más allá de todo esto, gracias por ayudarme —Le sonrió al castaño con verdadera sinceridad—, Iruka-sensei.

 —Ni lo digas —Este le devolvió la sonrisa.

 

 Los días que siguieron a la conversación, trató de evadir por todos los medios a Itachi, pues sabía que si volvía a buscarlo, lo encontraría y no quería decepcionar a Iruka.

 Intentó de mil maneras olvidar el relato del sensei, pero fue en vano y eso lo molestaba, pues el ver al pelinegro no sentía la rabia con la que cargaba los primeros días.

 —Maldición... —Dijo por lo bajo, ausente a la explicación de uno de sus profesores.

 — ¿Qué pasa? —Preguntó su compañero.

 —Nada —Contestó secamente.

 —Deidara, ya es suficiente —Le dijo Sasori, refiriéndose al trato distante que le aplicaba el blondo.

 —Lo que digas —Siguió por el mismo camino.

 El pelirrojo prefirió no rogar, no iba con él. Mejor dejar todo al tiempo antes de pensar en algo más.

 

 Y los días siguieron pasando... Deidara había sido aislado en su clase, cual paria y él se mantenía lejos de su amigo.

 Así llegó el fin de semana, donde Sasori había sido llamado por su abuela que pretendía dar una fiesta en su mansión y por lo tanto necesitaba de su presencia en tal evento.

 Ese sábado no tendrían clases, por lo que se había levantado muy temprano para partir hacia Suna.

 — ¿Estarás bien? —Le preguntó a un Deidara, que recostado desde la cama contigua, le daba la espalda. A pesar de ser la 6 de la mañana, sabía que estaba despierto.

 —Perderás tu avión, no te preocupes por mí —Dijo con ironía.

 Sasori suspiró.

 —Está bien —Se fue con la cabeza gacha— Por cierto, entre hoy y mañana recibirás un paquete, lo puse a tu nombre para que lo recibieras en mi lugar —Y se marchó sin más cerrando la puerta.

 —Tonto... —Susurró para luego taparse con la manta hasta la cabeza y quedarse dormido.

 La mañana había pasado aburrida, al igual que parte de la tarde sin tener alguna actividad en la cual distraerse, pero por otro lado se sentía aliviado de ser uno de los pocos en el colegio y no tener que soportar el constante desprecio de sus compañeros y algunos alumnos de grados superiores. Realmente lo tenían harto.

 Caminaba hacia el parque mientras recordaba la promesa que había hecho con Sasori a llegar a esa escuela. No había sido hace mucho tiempo y sin embargo le parecía tan distante y ridículo.

 Paso a paso avanzó hasta llegar a los límites del terreno que eran delimitados por unas altas murallas de piedra, dando una fachada tradicional y sobria a la pared que rodeaba la institución. Se detuvo al oír un ruido y se ocultó detrás de un árbol de grueso tronco que por el mismo demostraba la cantidad de años que debía de tener y que no variaba mucho de los otros que lo circundaban.

 — ¿Estás seguro de esto? —Preguntaba con temor una pequeña rubia de ojos lilas.

 —No me vengas con esas pendejadas, Shion —Le contestó un peliceleste, bastante irritado. Se veía mayor por unos años y por su forma de vestir, no parecía ser de la institución—. No tuviste miedo cuando te apareciste por el bar la otra noche. No viaje desde Konoha para tener que rogarte —Replicó con dureza— Sigues siendo una niña mimada y a mí me gustan las mujeres —La soltó y se alejó hacia una de las ramas bajas de otro árbol.

 La chica corrió y atrapó uno de sus brazos.

 —Ya te demostré que soy una mujer —El otro solo alzó una ceja—. Llévame contigo.

 —Está bien, pero no seas una carga o te dejo a tu suerte —Le aclaró  y se trepó a la rama con agilidad para luego estirar una mano hacia abajo. La rubia la sujetó y fue elevada con facilidad. El muchacho volvió a trepar a otra de las ramas superiores y repitió la operación antes de que la chica tambaleara y cayera.

 —Ahora solo camina lentamente —Y ella así lo hizo.

 La rama en la que se encontraban se extendía hasta cruzar por encima del muro y fue por ello que de un momento a otro se encontraban sobre él.

 — ¿Y ahora qué? —Preguntó la rubia mirando hacia el exterior. Sin cruzar palabra, el peliceleste se arrojó al vacío— ¡¡Mizuki!!

 — ¡Cierra la boca y salta! —Gritó la voz masculina desde el otro lado.

 — ¿Cómo? ¿Qué? —La blonda no sabía bien que preguntar.

 —Alguien me debía unos favores y me ayudó a traer estos colchones y como la zona no es transitada todo fue fácil. Ahora salta de una puta vez o me largo —Ordenó.

 La chica sabía que sería dejada, así que cerrando los ojos saltó.

 Deidara al verla desaparecer corrió hacía el muro y escuchó como la voces se alejaban.

 — ¿Qué haremos con esto? —El rubio adivinó que hablaban de los colchones.

 —Déjalos. Si los ven pensarán que se trata de basura y para cuando se den cuenta de tu ausencia ya estaremos lejos de aquí —Y no oyó nada más.

 Deidara se dirigió a su cuarto pensando en su descubrimiento, a la vez que una idea se formaba en su cabeza. Se encontraba sobre su cama cuando unos golpes en la puerta lo alertaron.

 —Adelante.

 —Permiso —Pidió uno de los tantos celadores—. Llegó esto para ti —Le extendió un paquete de gran tamaño.

 — ¿Para mí? —Lo miró extrañado y lo tomó.

 —Sí, está a tu nombre. No te preocupes ya lo escanearon en la entrada y no parece ser peligroso.

 —Bueno —Hizo una reverencia—. Muchas gracias.

 —De nada —Dijo el joven guardia para después abandonar el lugar.

 Con lo que parecía ser una caja, volvió a su cama y continuó observándola, hasta que recordó las palabras de Sasori.

 — ¡Es cierto! —Y estaba por dejarla sobre el escritorio de su compañero cuando vio un sobre pegado a un costado.

 —"Léelo Dei" —Solo decía.

 El chico despego el sobre y lo abrió.

 "Deidara sé que las cosas entre nosotros no están bien y si esto hubiera sucedido en el pasado seguramente me hubiera dado igual. Pero desde que te conocí, las cosas cambiaron. Yo cambié, aunque solo sea un poco, porque aún me cuesta mucho expresar lo que siento abiertamente.

 Quiero que sepas que agradezco que me hayas defendido y espero que te guste mi regalo...

                                              Sasori"

 A pesar de su orgullo, Deidara no pudo evitar que una sonrisa se delineara en su rostro y esta aumentó de tamaño cuando por fin tuvo frente a si el contenido de la caja: Arcilla, espátulas y utensilios varios para realizar sus tan amadas esculturas. Sus ojos brillaron cuando después de sacar todo se encontró en el fondo con otro paquete y al romper el envoltorio descubrió un maravilloso libro de arte.

 —"Gracias... —Pensó al recordar la charla con su amigo en la que creyó que el pelirrojo se aburría de oírlo hablar incesantemente su amor por el arte— ¡Muchas gracias!" —Abrazó el libro a su pecho.

 El resto de la tarde se la pasó ojeándolo con interés hasta que sintió hambre. Al llegar al comedor, le dijo a la empleada que cubría el puesto en el mostrador el fin de semana que solo quería un sándwich.

 — ¿Está seguro? Podría prepararte algo más elaborado.

 —No es necesario. Es más, ¿Podría prepararme yo mismo el sándwich?

 —Pero... —La chica dudó.

 —No me parece que te molestes por algo tan simple —Le sonrió.

 —Ok —Aceptó sonrojada y con una sonrisa la pelinegra de pelo corto lo guió hasta la cocina y mientras él se preparaba el aperitivo, conversaba con la menor. En medio de la charla el blondo recordó la idea que había surgido más temprano al ver que la morena tenía más o menos su misma edad.

 — ¿Puedo hacerte una pregunta?

 — ¡Sí! —Le contestó con efusividad.

 — ¿Vives cerca de aquí?

 —Soy de Iwa, pero tuve que mudarme a Tokio por estudio y trabajo —Deidara se asombró al ver que eran de la misma ciudad.

 —Yo también soy de Iwa...

 — ¿De verdad? —El rubio asintió.

 — ¿Puedo hacerte otra pregunta? —Ella movió la cabeza en señal afirmativa— ¿Sabes de algún lugar donde ir a divertirme?

 —Pero si sales te meterás en un lío... —Le advirtió la menor, temerosa de que ese chico que le había caído tan bien se metiera en problemas.

 —Sé cómo salir sin que lo sepan —Le guiñó un ojo.

 —Umm... Está bien. Te diré de un lugar cercano.

 

 

 —"Quién lo hubiera dicho... —Pensó Deidara frente a la entrada de ese bar— Yo en un lugar como este y sin ser obligado a venir" —Se rió al recordar como en la secundaria había rechazado varias invitaciones de sus compañeros.

 Ni el mismo entendía que lo había guiado hasta allí. Tal vez los malos tragos que había pasado los últimos días lo empujaron a liberarse de la presión que cargaba sobre sus hombros.

 Recorrió con la vista la larga fila que esperaba para ingresar. Una sensación de incomodidad se apoderó de él, sin embargo dejó ese malestar a un lado y se encaminó hacia el gran hombre que custodiaba la entrada. Se paró al ver como denegaba la entrada a un grupo de chicos. Aún así tomó valor.

 —Hola... —Saludó con un poco de recelo.

 El guardia lo miró de arriba a abajo.

 —No puedes entrar.

 —Pero...

 —Dije que no, mocoso —Y se giró para seguir con su trabajo.

 Deidara apretó los dientes para contener sus ganas de insultarlo y solo dijo.

 —Me envió Kurotsuchi-chan —Al mencionar el nombre el tipo volvió a girarse con rapidez.

 —Así que fue esa enana —Le sonrió—. Ok, pasa —Deidara le agradeció y escuchó que el mastodonte le dijo antes de entrar al local—. Pero no me hago responsable de lo que te pase ahí adentro con esa apariencia... —El blondo lo ignoró.

 No había llegado ni a la mitad de la pista principal, cuando comenzó a entender el significado de esa frase.

 —Hola, dulzura —Le susurró al oído un alto y apuesto joven de alrededor de 20 años—. Te invito unos tragos.

 Deidara se sintió incómodo con la cercanía del otro.

 —No, gracias —Y trato de seguir abriéndose paso a los empujones entre la gente cuando sintió que tiraban de su cintura.

 —Mira el lindo gatito que me encontré... —Otro tipo de apariencia mucho mayor, quizá unos 40 años, lo mantenía abrazado por la cintura— Creo que voy a comerte entero —Y trató de besarlo cuando el rubio lo empujó con fuerza.

 — ¡¿Qué hacer idiota?! Yo no gay —El hombre abrió los ojos con sorpresa y luego se carcajeó.

 —Entonces te equivocaste de lugar, hermosura —Siguió riendo.

 El chico realmente tomó conciencia de la gente que lo rodeaba y de qué pasaba a su alrededor. A simple vista nada parecía diferente a cualquier otro bar o disco, salvo porque la mayoría de las parejas eran del mismo sexo. Dos chicas coqueteando a su lado y un hombre besando a otro un poco más joven más adelante lo demostraban.

 —Kuso...

 —Pero si quieres —El hombre mayor se volvió a acercar—, yo puedo demostrarte lo divertido que es probar cosas nuevas... —Trató de lamer su oído mientras lo sujetaba.

 — ¡¡SUÉLTAME IDIOTA O VOY A MATARTE!! —Gritaba Deidara a la vez que forcejeaba. El sujeto lo retenía con fuerza y estaba seguro que no hubiera podido escapar si no fuera porque alguien más tironeó de él

 — ¡Ya lo oíste! ¡Suelta a mi novio! —Ordenó una voz profunda. El blondo se estremeció al reconocerla a pesar de la música fuerte del lugar.

 Sin saber cómo, no solo terminó en un bar gay, sino que fue salvado y se encontraba entre los brazos de Itachi Uchiha.

 Y él que creí que su día había mejorando...

 

 

 Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer este nuevo cap. y perdonen la tardanza. Aunque ya lo había aclarado que tardaría en actualizar este fic, y al haber cambiado de trabajo y con el otro fic todo se me complicó... Bueno no los quiero aburrir con mis problemas. Pasemos a los personajes nuevos que aparecieron.

 Iruka: como ya expliqué fue mayordomo de la familia de Itachi y será un protector no solo para el pelinegro sino para Dei al sentir afinidad con él.  

Shisui: uno de los hijos de Madara. Tiene un sentimiento muy fuerte de protección hacia Itachi (su primo), que quizá se transforme en algo más en el futuro.  

Kurotsuchi: en Naruto es la nieta del Tsuchikage y una de sus guardaespaldas. La haré una aliada de Dei ya que el rubio lo va a necesitar.

Bueno creo que esos son los personajes que más destacaron, en cuanto a la pareja que Dei vio huyendo, no tendrán relevancia en esta historia pero si la tienen en mi otro fic ¿Quién eres realmente? Los que leen esa historia lo entenderan.

Ahora paso a los agradecimientos:  yaoilandia, Tsutsun-chan y yaoi4ever816 Gracias por sus comentarios!

 

Hasta pronto y un beso enorme! (^u^)/


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