Todavía pensaba en él, hacia meses que lo observaba, parecía un acosador, ese chico del parque me había vuelto loco.
- Espero que estés feliz, JongDae y no hagas que me arrepienta de habértelo comprado – dijo mi padre dándome unas llaves.
- ¿Para que son? - le pregunte confundido y olvidándome de ese chico de mejillas regordetas.
- Cariño, tienes un talento innato para cocinar y solamente tienes dieciocho años, así que tu padre y yo hablamos y decidimos comprarte un restaurante – dijo mi madre acariciándome la mejilla.
- Pero... yo no estoy seguro – dije, realmente me gustaba cocinar, pero sentía que no podría hacerlo.
- Funcionará, una vez que empieces no podrás parar, ya lo verás – dijo mi padre mientras ponía su brazo sobre mis hombros.
- ¿Podemos ir a verlo? - pregunté y ellos asintieron para luego llevarme en coche al que sería mi nuevo hogar.
Al llegar ahí me encontré con un local bastante grande, hasta tenía aparcacoches incluido, realmente se notaba que mis padres tenían grandes expectativas conmigo. Al entrar vi como había quedado por dentro, era magnifico. El suelo era de color rojo y las paredes blancas y gracias a las grandes ventanas hacia que el lugar se viera más espacioso de lo que era. Las sillas y las mesas ya estaban colocadas cada una en su sitio y encima de las mesas ya estaban puestos los manteles.
- Es precioso – no pude evitar decir y vi como mis padres sonreían.
- Todavía falta lo mejor – me dijeron y me llevaron a la cocina, y solo pude pensar una cosa, me había enamorado, la cocina era hermosa y no podía evitar estar imaginándome cocinando ahí.
- Quiero intentarlo – dije mientras tocaba la encimera.
Narra Minseok
Estaba realmente aburrido, no había nada que hacer en casa y todos mis amigos estaban ocupados. Vivir solo aburría, esa es la conclusión que saque.
Suspire y me levante de la cama y fui a vestirme. Al acabar de hacerlo salí a la calle para dar un paseo.
Estaba paseando por un parque, en el cual no había nadie, como cada día. Volví a suspirar y noté como mi estomago gruñía, gracias a eso recordé que no había comido nada en todo el día y ahora mismo eran las ocho de la tarde. Así que me fui del parque para buscar algún sitio donde comer y por casualidad encontré un panfleto, en este decía que hacia unas semanas habían abierto un nuevo restaurante y por curiosidad, fui ahí, también fue porque no estaba muy lejos.
Cuando llegué vi que había bastante gente, así que eso significaba que debía tener buena comida.
- ¿Mesa para uno? - me preguntó un camarero y yo simplemente asentí y me guió hasta la mesa - ¿Que desea para beber?
- Agua, que sea fría por favor – le dije y él asintió mientras yo empezaba a mirar el menú.
- ¿Ya a decidido que quiere para comer? - me preguntó el camarero mientras me dejaba la agua en la mesa.
- Si, de primero sopa de algas acompañada de Kimchi y de segundo Japchae, por favor – dije y él asintió y se fue, solo tuve que esperar unos minutos a que me trajeran la comida y se lo agradecí al camarero, realmente me moría de hambre.
Al acabar la comida quería hablar con el cocinero, todo estaba perfecto y estaba buenísimo. Así que aproveche cuando el camarero vino para recoger los platos para preguntárselo.
- Perdona, ¿podría hablar con el cocinero? - le pregunté, me moría por saber quien podía cocinar esa comida.
- Si, ahora lo llamo - dijo y se fue, y empecé a imaginar como sería él, lo más probable era que fuera un hombre mayor con barba y con mal humor.
El camarero volvió y me dijo que lo acompañara a una sala y yo lo seguí. Dentro de aquella sala había un chico bastante joven, el cual era muy guapo, con cara de gato pero guapo.
- Hola, soy el chef Kim, Kim Jongdae – se presentó él.
- Kim Minseok – me presente yo – tengo que decirte algo, tu comida es fabulosa y esta riquísima, pero tu apariencia realmente me ha sorprendido, pensé que serías mayor, ¿cuantos años tienes?
- Gracias y tengo dieciocho años – me contestó guiñando un ojo cosa que hizo que me sonrojara.
Narra Chen
No me lo podía creer, ese chico, era él, el del parque, el chico tan solitario que solo suspiraba, el hermoso chico. Y estaba delante mío. No podía desaprovechar la oportunidad y le guiñe un ojo dándole mi mejor sonrisa y se sonrojo. Y mi corazón no podía dejar de latir rápidamente, necesitaba hacerlo mío, y lo sería.