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Desatando Deseos por Leana

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Notas del fanfic:

He vuelto por este fandom otra vez C: Y es que ya me puse al día con la segunda temporada, la que amé desde el inicio hasta el último capítulo *-* ♥

Aquí les traigo la segunda parte del fic que escribí antes, llamado “Desatando Sentimientos” el cual las invito a leer C: Aunque no es realmente necesario que lo lean antes de leer este. Sí, que los nombres sean prácticamente iguales, es a propósito xD Y como bien saben, el título se debía al lazo que unía a las distintas parejas en el avance de la historia. En este caso, usaré el mismo método, se darán cuenta pronto C:

Otra cosa, este fic se desarrolla al término de la segunda temporada de la serie. No sigo el manga, así que mi conocimiento es limitado.

Ojalá les guste y las invito a leer! :D

 

Disclaimer: estos personajes no me pertenecen, se nota, porque la serie hubiese sido yaoi ♥ Y mi fic es sin fines de lucro.-

Notas del capitulo:

Este capítulo y el que sigue, está dedicado a Dracu ♥ lo escribí por ella y para ella, que ama a esta pareja tanto como yo *-* Además, gracias a ella lo escribí, decidiendo comenzar ésta segunda parte del fic anterior.

Nena, no mentí y ahora te traigo dos capítulos, como compensación (no tengo excusa, soy la peor :C)

Espero que te guste y que la espera haya valido la pena, querida ♥

 

 

Lo quiero todo de ti

(Parte 1)

 

 

 

 

“Extrañas formas tiene el amor…

Yo amo la tuya”

Acción Poética.-

 

 

Sakurai’s POV

 

A paso lento, Aomine se dirige a su cuarto soltando un bostezo mientras lo veo dejar caer su bolso en el piso. Lo sigo avanzando por su habitación y él cierra la puerta una vez dentro. El moreno se arroja sobre la cama con pereza mientras tomo mi bolso y lo abro para sacar mi cambio de ropa.

Está bastante callado, me contó que ha ido a ver el partido entre Yosen y Seirin junto a Momoi. Nos juntamos a la salida del gimnasio para venir a su casa pero no me ha dicho nada sobre el partido en sí, ¿acaso algo lo tendrá inquieto?

— Según me enteré, Seirin jugó muy bien hoy —suelto ante el silencio permanente por parte del moreno.

— Sí, ésos dos han mejorado mucho… demasiado —dice y sé que está refiriéndose a Kagami y a Kuroko—. Realmente fue un buen juego. Aunque tendremos que ver cómo les va con…

Me quito la playera con la que fui a correr, dejándola en el suelo para después guardarla en el bolso. Ante el repentino silencio por parte de Aomine, me giro con la otra prenda entre mis manos y con los shorts aún puestos.

Los ojos azules de Aomine se clavan en mí, haciendo que trague con fuerza, cuando un largo dedo moreno se agita llamándome. Me siento como una serpiente seducida por la melodía de una flauta. Pero prácticamente finjo demencia, dándole una media sonrisa, vuelvo a mi posición para pasar los brazos por la playera limpia. Quiero ir, pero al menos podría intentar resistirme un poco, ya que sé que me llama para hacer esas cosas vergonzosas y que al final terminan gustándome, y mucho. Aprieto los labios ante ese pensamiento, cuando sorpresivamente los largos brazos de Aomine me toman de la cintura y me atraen hacia él con fuerza. Quita la tela a medio poner de un tirón y luego me insta a acostarme, dejándome bajo su cuerpo.

Sus labios recorren mi cuello, bajando para pasearse por la clavícula y finalmente llegar hasta mi pecho, que sube y baja con rapidez. La enorme mano del moreno se desliza por mi vientre duro y se detiene justo sobre el rozado pezón, el cual comienza a delinear hasta que siento como se endurece. Su boca no se queda atrás y chupa el otro botón, haciendo que suelte gemidos bastante vergonzosos.

Mi espalda se arquea levemente y el moreno alza la vista para ver mi rostro comenzar a sonrojarse, siento el calor hormiguear por mis mejillas. Su aroma es espeso, muy masculino y me embriaga mientras su saliva escurre por la piel de mi torso.

De pronto la boca de Aomine asciende de nuevo, para apoderarse de mis ya húmedos labios. Me besa lento, mordisqueando mi boca y deslizando su lengua dentro para ser frotada con la mía. Profundo, tan lentamente delicioso que siento mi propia erección presionar bajo el pantalón.

— Mn.

Aomine no me deja espacio ni para respirar. Siento su imperiosa boca arrasar con todo a su paso. Dominando y adueñándose de cada una de mis reacciones.

Entre el roce y ese delirante beso, me doy cuenta de que ambas manos están sobre mis pectorales, apretujándolos con algo de fuerza… como si fuesen pechos.

Frunzo el ceño ante aquello, siempre he sido muy consciente de las preferencias de Aomine, sobre todo de su gusto por los pechos grandes. Sí, al moreno le atraen las chicas voluptuosas, me quedó muy claro aquella vez que lo atrapamos para ir a ver el partido entre Seirin y Kirisaki. Pero yo no soy una chica y sentir que Aomine me toca como si fuera una, me hace sentir extraño, inseguro. Me toca como si algo faltara.

Suelto un jadeo alejándome de la boca del moreno, dejando un espeso hilillo de saliva uniendo nuestras bocas.

— Lo siento… yo… debo irme —me excuso jadeante, pero ante la mentira que he soltado sin darme cuenta, el nerviosismo me hace tragar duro e intento levantarme con rapidez—. Me están esperando en casa, ya sabes, prometí que cocinaría.

Siento la mirada de Aomine en mi espalda, mientras me visto sentado en el borde de la cama. Respiro profundo al amarrar los cordones de las zapatillas. Jamás le he mentido al moreno y ahora comienzo a sentirme realmente culpable, pero tampoco es como si pudiera aguantar esta situación mucho tiempo.

El aliento cálido de Aomine sobre mi espalda me hace estremecer, tan repentino que me muerdo el labio inferior cuando siento esa lengua lamer, para luego besar la piel húmeda. Me levanto para terminar de vestirme, o terminaré quedándome de todos modos. Pero antes de salir, me devuelvo para darle un casto beso en los labios y soltar un “nos vemos” para luego salir por la puerta rumbo a la calle.

Camino sin un rumbo fijo, con la mirada perdida en los cerezos que tiñen las calles de rosado. Un suspiro escapa de mis labios, realmente no sé cómo lidiar con esto, con mi inseguridad. No puedo evitar esta sensación, sobre todo cuando Aomine me toca de esa manera; es algo realmente incómodo. Claramente no soy una chica y mucho menos tendré pechos. Me llevo la mano a la frente ante aquel pensamiento tan extraño.

No me doy cuenta cuando mis pies me llevan hasta la escuela, que solo está abierta para los entrenamientos de los clubs deportivos. Entro no muy consciente de mi accionar, deteniéndome en la puerta del gimnasio, observando el lugar vacío.

— ¡Sakurai! No esperaba verte por aquí… —La voz tras de mí, hace que me gire para encontrarme con Wakamatsu, que sonríe ampliamente.

— Lo siento, yo no… quería interrumpir.

— No interrumpes nada, de hecho has llegado justo a tiempo para entrenar conmigo.

Abro la boca para protestar, pero mientras Wakamatsu me guía dentro del gimnasio, pienso que quizás lo mejor sea jugar un poco para distraerme. Practicar mi deporte favorito siempre me ayuda a pensar, ya que mi mente queda más relajada.

Recibo el pase del blondo y comienza el juego, se nota que Wakamatsu intenta no ser tan brusco conmigo, pero yo tampoco me contengo en hacer mis puntos de 3. El otro chico salta muy alto, intentando atrapar mis tiros. Y de pronto se nos ocurre practicar para mejorar aquello, sería una buena arma a usar en los partidos, con jugadores como Midorima. Detener puntos de 3.

Jadeo, boteando la pelota frente a Wakamatsu que a 40 minutos de jugar 1 a 1 se siente agitado. El sudor corre por su frente al igual que en la mía, jugar contra uno agota más que en equipo.

De pronto la puerta del gimnasio se abre llamando nuestra atención, el rubio se gira y vemos a la chica de larga cabellera rosa entrar.

— Oh, no creí que entrenarían hoy de todos modos, se suponía que debían descansar —dice la chica con una mueca, llevándose las manos a las caderas—. Ryo-chan… ¿no estabas con Aomine-kun?

Me siento repentinamente avergonzado, ¿ella sabe que hoy estaríamos juntos? Claro, ése era el plan antes de que me diera la “crisis de inseguridad”. Me llevo la pelota al rostro para ocultarlo y desvío los ojos ante la mirada interrogativa de ella.

— Agh, Momoi-chan —dice Wakamatsu, llevándose una mano al cuello para masajearlo mientras la mira algo fastidiado—. No todos le tenemos tanta paciencia a ese engreído como tú, que incluso saliste con él.

La chica frunce el ceño mientras la observo con los ojos muy abiertos ante aquella revelación.

— Eso fue hace mucho tiempo, ni siquiera tiene importancia, con Aomine-kun solo somos mejores amigos —aclara Momoi agitando una mano para restarle importancia al asunto.

Pero aquello se queda grabado en mi mente. Así que el moreno salió con la bella Momoi. Por supuesto, ella tiene un físico muy bonito, es voluptuosa y atractiva. En cambio yo, soy menudo, sin ningún atributo en especial y además… un chico.

La pelota se escapa de mis manos y se aleja dando rebotes, hasta detenerse a los pies del chico que acaba de llegar.

— Ryo —Esa voz ronca reverbera por mi cuerpo y me estremezco al encontrarme con esa mirada azul.

— Aomine-san…

— ¿No se suponía que te ibas a casa?

— Sí —suelto con la voz en un hilo, temblando por los nervios y la culpa—. Es sólo que me topé con Wakamatsu y me invitó a jugar.

Aomine frunce el ceño y mira al blondo que está parado a mi lado, su mandíbula se tensa, noto los músculos a los lados de sus mejillas sobresalir y su aura imponente emana con fuerza mientras avanza a paso lento, pero firme, hacia mí.

— Nos vamos.

Trago con fuerza, sé que el moreno está realmente enojado y no lo culpo, me acaba de atrapar en la primera mentira que he dicho en mi vida y siento que moriré de vergüenza, por ello asiento con frenesí.

— ¡Aomine-kun! —Exclama la chica golpeando un pie contra el suelo, tal cual un mohín—. Se suponía que me acompañarías a comprar.

— Que lo haga Wakamatsu —contesta Aomine con voz tensa, tomando de mi muñeca y jalándome hasta la puerta.

Caminando por la acera, el silencio es tan tenso que podría cortarse con un cuchillo. Juego con mis dedos, mirando el suelo y desviando la vista de vez en cuando hacia el moreno, que sigue con sus ojos clavados en el frente.

Pensé que quizás me reprendería, que me exigiría una explicación a la mentira, pero realmente no esperé un silencio como este. Puedo sentirlo adherirse a mi piel, con el nerviosismo apretándome la garganta y con la vergüenza tiñendo mis mejillas de rojo.

— ¿En qué piensas, Ryo?

Doy un salto, alzando la vista hacia Aomine, que camina con las manos en los bolsillos, su vista no se ha movido del frente y parece relajado. Un suspiro se escapa de mis labios. Ahora sé que Aomine no está molesto, o eso espero, y aunque planeo explicarle aquello por lo que mentí, no deseo hacerlo en este momento.

— En nada —contesto con una leve sonrisa.

Pronto llegamos a la entrada de mi casa, saco las llaves de mi bolsillo y las introduzco en la cerradura.

— ¿Quieres comer algo antes de irte?

— Sí —contesta con una leve sonrisa.

Asiento mientras entro a la casa, me quito los zapatos y escucho el sonido de la puerta al cerrarse, seguido de unas grandes manos cernirse en torno a mi cuerpo. Mi espalda choca contra la del moreno, amoldándose a la perfección. Siento su aliento tan caliente como el vapor rozar mi cuello justo bajo la oreja. Un suspiro escapa de mis labios, más como una señal de alivio, demostrando mi añoranza. Con todo el asunto del Torneo de Invierno no hemos podido estar juntos.

Me muerdo el labio inferior, alzando mis caderas casi por reflejo, buscando el roce con las de Aomine. Su dura erección se siente clara contra mi pantalón y no demora en quitar mi polerón de buzo. Siempre me hace derretir con apenas roces, con esas ásperas manos contra mi piel, buscando contacto.

Siento sus manos subir por mi playera, ambas arrastran la tela hacia arriba, pero no la quitan y eso me pone ansioso. Pero cuando siento esas palmas detenerse sobre mis pectorales frunzo el ceño, para luego sentir el apretón de ambas, estrujando esa zona…

La misma manera en la que me ha estado tocando.

— ¡No lo hagas!

Mi voz sale mucho más chillona de lo que esperé. Me sacudo entre sus brazos y Aomine no opone resistencia, me deja avanzar unos pasos lejos de él. Me siento frustrado, frustrado y herido. Realmente no puedo cumplir con sus expectativas y eso es tan triste, siento como si no fuera capaz de retenerlo a mi lado, que no seré capaz de satisfacerlo, de hacerlo feliz.

— No van a crecer, ¿sí? —Digo llevando una mano a mi rostro, tratando de detener las lágrimas que amenazan con salir—. Lo siento, yo… no soy una maldita chica.

Imagino que se largará, que quizás me dará la razón y me cortará en este preciso instante, pero esto sí que no, realmente el destino me odia.

Su risa reverbera por el lugar, haciendo eco en las paredes, dentro de mí. Abro los ojos preso de la sorpresa, las lágrimas que amenazaban con salir se han detenido mientras me giro a verlo incrédulo. Para variar, Aomine se acerca a la puerta, dándome la espalda ahora a mí.

Siento mi corazón detenerse, en el efímero instante en que es mano morena llega hasta el pomo. Aomine gira el rostro levemente, atrapándome en esas orbes azules, haciéndome tragar con fuerza, con los latidos de mi corazón taponeándome los oídos.

— Sé que no eres una chica, Ryo —dice alzando una ceja. No, esa expresión es tan sensual y presagia una burla—. No necesitas decírmelo, es estúpido. Es demasiado obvio.

Pero su mirada se oscurece, una de deseo claro y tan espeso que siento mis piernas temblar. Mi cuerpo se agita, clamando por acercarse de nuevo, por ser tocado por él.

— Tampoco necesito que crezcan —añade Aomine alzando el mentón, apuntando hacia mi pecho.

Me ruborizo con brusquedad, de pronto me siento tan estúpido que el sonrojo en mi rostro hace que me ardan las mejillas por el calor. Instintivamente me cruzo de brazos pero la sonrisa del moreno se ensancha aún más.

— Nos veremos mañana, Ryo —se despide saliendo por la puerta.

Un gemido lastimero escapa por mi garganta, caigo al suelo se rodillas, para luego dejarme caer hacia un lado, apoyándome en la pared a un costado de la entrada.

No sé con exactitud qué es lo que acaba de suceder, ¿Cómo puedo interpretar aquello? ¿Qué no le importa que yo sea un chico y que no tenga esos pechos que tanto le gustan?

Me llevo las manos al rostro sintiendo de nuevo la frustración. Él siempre me ha parecido un enigma, conocer su razón de ser es lo que más que ha atraído y descubrir esas cosas es lo que me ha enamorado. Pero en estos momentos desearía que fuera un libro abierto.

Siento vibrar mi bolsillo seguido de un sonido de burbujas, me llevo la mano para sacar el móvil y al abrirlo veo en la pantalla un sobre que se abre para dejar salir un papelito con algo escrito: un mensaje de texto.

 

De: Aomine-san.

“Pero me mentiste. No creas que lo dejaré pasar, Ryo”

 

Bien, eso sí que es fácil de interpretar. Gruño por lo bajo y guardo el celular, será mejor que me dé un baño y que descanse. También prepararme para lo que me espera por aquella mentira. Juro que no lo volveré a hacer.

 

 

Notas finales:

En serio, después de ver que atrapaban a Aomine con una revista porno, no pude resistirme a usar esa “debilidad” xD Amo a este morenazo, a pesar de lo complicado de su carácter, realmente tiene lo suyo y ha logrado ganarse mi corazón.

Ahora, pobre de Sakurai, yo no sé qué haría con un chico tan enigmático como Aomine, más bien soy al estilo Kagami: directo al punto. Por eso admiro el amor y paciencia que este castaño le tiene a su novio *-*

Veremos que sucede ahora, Aomine ha descubierto la mentira y ahora sabemos que quiere su revancha.

Dracu! De verdad espero que te guste y mil disculpas por la demora, el destino no quería que publicara pronto :C

Ahora me despido, nos leemos en el próximo capítulo.

Saludos y besos pegosos ♥


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