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Las vueltas de la vida por itami no megami

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son del gran Kishimoto Masashi. La historia sí es mía.

Notas del capitulo:

Advertencias: Ooc, mención SasuSaku, muerte de un personaje.

Esto no tiene un final feliz.

Suspira por enésima vez en lo que va del día, y lleva tan sólo diez minutos despierto, mira hacia la ventana desde la cama en medio de la habitación, hace un día espléndido, muy bonito y cálido, pero, encerrado en esas cuatro paredes el paisaje se aprecía gris y solitario.

Comprueba la hora en el reloj de la pared, que se encuentra por encima de la puerta de acceso, 8 am.

 

La hora lo golpea, como si quisiese burlarse de el, le quedan tan sólo dos horas más, sabe que su decisión es definitiva, pocas semanas antes se había plantado la posibilidad de una alternativa menos agresiva, o riesgosa. Aunque después de lo sucedido con el, no quería saber nada más. Tomó ese tratamiento sólo para poder ser libre totalmente, ya fuese vivo, o muerto. Mira fuera nuevamente, la luz del sol se cuela con delicadeza a través de las cortinas verdes que en esos momentos están abiertas, al igual que la ventana. Los recuerdos de su pasado lo asaltan repentinamente, inundando sus bellos ojos azules en lágrimas. Es consciente, de que puede no salir con vida de ésta operación.

 

6 años...

 

Se encuentra sentado en el parque, mantiene sus pequeños brazos alrededor de sus rodillas, y su rostro metido en ellas, esta con su corazón destrozado, pocas horas antes le habían informado que se mudarian de nuevo, el no quiere, es muy feliz ahi, rodeado de todos sus amigos, no puede, ni quiere tener que dejarlos atrás. Eso sólo significa estar sólo de nuevo, nueva casa, nueva escuela, ser nuevamente el bichito raro entre todos los demás.

 

Dos semanas después se encuentra al frente de la que había sido su casa hasta entonces, las lágrimas surcan su rostro acanelado, intenta acallar los sollozos que quieren salir de sus labios. Frente a él, esta su mejor amigo, un pequeño y lindo pelirrojo, se ve delicado y es más bajito que los demás niños que el conoce, al igual que su persona. No quiere llorar, el semblante de su amigo le indica que el también esta al borde de las lágrimas, y eso se nota en sus pequeños ojos ya no puede resistirlo más, corre hasta el, con los brazos abiertos, y lo envuelve en un abrazo. Causando que por la fuerza con la que se arroja ambos terminen en el suelo, con su pequeña cara morena y sonrojada en el cuello del peli-rojo, las lágrimas pronto empapan su camisa, al igual, sus hipidos le causan espasmos en su cuerpo, ya no puede contener sus sollozos, no quiere. Pronto su amigo lo sigue.

 

Se levanta bastante avergonzado, jamás lloro frente a el, era la primera vez, y en esa situación lo único que provoca es que sus mejillas se tiñan de un carmín parecido al cabello de su madre. Sonríe como puede, notando al instante que sus lágrimas han cesado, le mira a los ojos y levanta su puño.

 

Mira por última vez a la que hasta ahora, fuese su casa, ya no llora, una sonrisa nostálgica surca su rostro, el auto arranca y mira a través de la ventanilla, agita la mano animadamente y se despide con un "¡Volveremos a vernos Gaa-chan!".

 

Esta de frente a la ventana, hace un gran esfuerzo, le duele todo el cuerpo a horrores.

Esa misma mañana ha optado por no aceptar visitas, no esta preparado para despedirse definitivamente, algo le dice, que no va a salir airoso de esta.

 

Algunos golpes en la puerta llaman su atención, sin desviar la vista de la ventana da permiso. Segundos después la puerta se abre, dejando ver a su médico de cabecera. Un hombre mayor, de cabello negro y largo, lleva la típica bata de doctor, en sus ojos se notan las grandes ojeras que masmás parecen maquillaje, producto de sus desvelos, y sus pupilas rasgadas, como las de una serpiente, le miran con comprensión.

-Ya casi es hora - su voz siseante se escucha por la habitación, asiente en acuerdo, no tiene ganas de hablar. Siente su presencia a su lado, no dice nada, sólo se pone a su lado en la ventana, a mirar igual que el. Su apoyo y comprensión lo envuelven, causando que se sienta medianamente reconfortado, no quiere más.

 

8 años...

 

Corre por la calle, el viento golpea fuertemente contra su cabello dorado, las carcajadas que salen de sus labios dan a entender lo feliz y divertido que se encuentra. Detrás de el, un puñado de niños y niñas, riendo felices.

"¡Naruto ya es hora de regresar cariño-ttebane!"

El grito de su madre llega hasta donde esta, sonriendo se despide de todos sus amigos y corre hasta su casa. En la puerta una hermosa peli-roja le espera con los brazos abiertos, una vez enfrente no duda en correr hasta ella y tirarse a sus brazos, siendo alzado por esta, da un besito en la mejilla de la mujer, recibiendo a cambio muchos más en sus regordetes cachetes, justo encima de sus marquitas. Riendo entran a casa, donde los espera un rubio parecido al menor, sólo que más grande. "¡Oto-san!"

Emocionado salta de los brazos de su madre hasta los de su padre "¡Te extrañe mucho!" da un tierno beso en su frente y rodea su cuello con ambos bracitos, negándose a soltarle "¡Yo también te extrañe Minato-dattebane!" se acerca hasta ellos y los abraza, depositando un beso en los labios de su esposo, al tiempo que el devuelve el beso y el abrazo.

Hace poco más de dos meses que se hallaba de viaje debido a los negocios en la empresa que maneja, herencia de sus padres, por lo que tenía un rato sin ver a su preciada familia "Les prometo no volver a tardar tanto"

 

.

 

.

 

.

 

La lluvia cae copiosa del cielo, el aire es frío, y el ambiente lúgubre.

"-Noticias de último momento - sostiene un micrófono cerca de su boca, su cara sería mirando hacia la cámara. Al fondo, una estructura derrumbada, el fuego intenso no se deja dominar - hace unos momentos en esta tranquila calle se logró escuchar una explosión, causando - levanta la mano, en dirección a lo que queda de la casa, con los cimientos ennegrecidos por el fuego - lo que a mis espaldas se puede apreciar como una casa en ruinas, y con el fuego luchando contra los esfuerzos de lo bomberos por detenerle - se acerca a uno de los bomberos que se encuentran en el camión, llamando por refuerzos. A su alrededor, las sirenas de Policía se mezclan con los murmullos de los vecinos, al igual que con el crepitar del fuego. El ambiente comienza a caldearse una vez más, las autoridades gritan y tratan de apartar a la aglomeración de gente. Momentos después una segunda explosión se deja ver, los gritos vienen rápidamente, los escombros vuelan, y los bomberos redoblan su trabajo, tratando de que el fuego no se expanda a las casas aledañas. Las sirenas se dejan escuchar, esta vez con mayor intensidad, a lo lejos se divisan nuevas unidades de servicio público."

 

La lluvia cae del cielo, disimulando las lágrimas que caen de su sonrojado rostro infantil. Las marcas en sus mejillas en forma de bigotes tienen rastros de agua, la que sigue bajando a través de su moreno rostro.

-Es hora Naruto-ttebane -la voz triste de su made lo regresan a la realidad, así como la mano sobre su hombro. Asiente sin verla a la cara, se siente morir, una de las personas más importantes en su vida se ha alejado para siempre, y es consciente de ello.

Levanta su mano, su madre, conmovida, la toma sin decir absolutamente nada, sólo quiere asegurarse de que sigue ahí con el.

Caminan hasta estar fuera, suben al auto negro que los espera y se alejan sin decir nada más.

Tras ellos, se aprecia la piedra gris y empapada por la lluvia que reza en el centro:

 

Namikaze Minato

1968-2001

Amado padre y esposo

 

Suspira de nuevo sin poder evitarlo, el inminente recuerdo de la muerte de su padre a asaltado su mente sin poder evitarlo. Ese día se encontraba a las afueras de la ciudad de paseo con su madre, decidieron que ese fin de semana la pasarían en familia por el simple gusto de hacerlo, Minato se había retrasado debido a que tenía trabajo, asi que se decidió que en cuanto saliera, iría hasta su casa y recgería las cosas más necesarias para realizar un picnic. Pero eso jamás paso.

"Me mentiste", piensa con dolor, en su mente esta la promesa realizada "Les prometo no volver a tardar tanto".

Una lágrima se desliza por su mejilla sin poder llegar a evitarlo, rápidamente la limpia y mira al moreno que se encuenta a su lado.

-¿Puedo salir Orochimaru-sensei? -su cara demuestra todo el dolor contenido. A su lado, el médico asiente, lo aprecia como a un hijo, así que no puede negarle nada. El más que nadie sabe la condición en la que se encuentra el joven, sabe, que este podría ser su último paseo a la luz del sol.

Sale de la habitación sin ver atrás, sabe que no lo seguirá, aún es capaz de moverse por su propia cuenta, lo hace.

Camina por los tranquilos pasillos blancos, el ambiente huele a anticeptico y cloro, inunda sus fosas nasales de manera contundente, haciendo que le de una punzada en la cabeza. Se sujeta de la pared por un momento, aún así, no se detiene.

Llega hasta el elevador, su habitación esta en el decimocuarto piso del edificio de terapia intensiva, aprieta el botón y espera a que llegue hasta su posición.

Una vez dentro presiona el botón para bajar hasta el loby, las puertas se cierran y mira su reflejo en el gran espejo que cubre la pared contraria a donde se encuenta parado. Su aspecto es deplorable.

Su cabello rubio que antes brillaba como el mismo sol, ahora es opaco.

Sus ojos azules irradiaban alegría e inocencia, y ahora se encuentran opacados debido al cansancio y la enfermedad, así como la tristeza.

Su piel morena, ahora es de un tono amarillo pálido enfermizo.

 

9 años...

 

La luz del sol da de lleno en su bello rostro, haciendo que se remueva de manera incómoda en su cama, no quiere levantarse, se tapa hasta cabeza con las sabanás y se dispone a dormir nuevamente.

Bip...bip...bip...

El sonido del despertador se deja oír por la estancia, causando que el ocupante de la gran cama se levanté de un salto. Se sujeta el pecho debio al susto que ha pasado debido a la alarma, la apaga y se levanta animado. Es su primer día de escuela.

A pesar de que será el chico nuevo, otra vez, no pierde su positivismo, y su buen ánimo, pensando que podrá hacer nuevos amigos.

 

Para que mentir.

Esta aterrado, las piernas le tiemblan y se le nubla la vista debido al nerviosismo que sufre en esos momentos.

Muchos pares de ojos lo observan atentamente, a pesar de ser tan hiperactivo es bastante tímido con respecto a nuevas personas. Mantiene la mirada gacha, sus mejillas han adquirido un lindo tono rosado, y tiembla imperceptiblemente, sabe que luce patético t miedoso, salvo para un pequeño niño al fondo del salón. Mismo que se levanta ante la sorpresa de todos.

Camina parsimoniosamente, hasta que esta frente al rubio. Desde que entró algo le llamó hasta el, una vaga sensación de reconocimiento que no ha estado ahí desde hace algunos años.

-¿Te vas a quedar ahí parado dobe?

Levanta la mirada molesto, haciendo un gracioso puchero en sus rosados labios.

Frente a el, el pelinegro se ha quedado anonadado. Son los ojos más azules y profundos que ha visto en su corta vida, sus mejillas se calientan un poco, pero no desvía sus negros ojos de los contrarios.

-Eres un teme-ttebayo -la frase los saca a ambos de su ensimismamiento momentáneo.

-Uchiha Sasuke -toma su muñeca y lo dirige a la mesa que ocupa.

-Namikaze Naruto -sonríe de manera deslumbrante y lo acompaña de buena gana, se sienta a un lado del de piel blanca, y sabe, que ha hecho un buen amigo.

 

 

El ascensor ha detenido su viaje, abre sus puertas he inmediatamente sale en dirección a los jardines traseros, conforme avanza, las enfermeras, doctores y pacientes le saludan, responde con una sonrisa falsa, entonces llega hasta el pasto y se sienta bajo un gran árbol. Suspira de manera cansada, el sol da de lleno en su acanelada piel, produciendole un agradable cosquilleo en todo el cuerpo, cierra los ojos para después tumbarse, y dejar que la luz solar lo bañe por completo.

 

 

16 años...

 

Corre rápidamente, esquiva estudiantes y maestros mientras corre una carrera maratonica por no llegar tarde a su primera clase.

Llega por poco, tiene suerte, el maestro aún no entra, suspira y respira tratando de llevar aire a sus pulmones. Ojea el aula tratando de encontrar un asiento libre.Ve a su amigo pelinegro sentado como siempre hasta el fondo, sonríe y camina hasta donde esta el, pero se queda congelado en su sitio al ver una conocida cabellera pelirosa junto a el, ambos hablando amenamente.

Se desvía de su trayecto sintiendo como su corazón se estruja dolorosamente, se sienta junto a Nara Shikamaru, un varón de 17 años, pelinegro, con un par de argollas en sus orejas. Lo conoció cuando cursaba el segundo año de secundaria, he inmediatamente entablaron una buena amistad, Shikamaru era muy protector con el rubio, con lo que se ganó su confianza rápidamente. Se siente mal, pero no deja que nadie lo note, aunque a Nara no lo puede engañar, ambos saben perfectamente por que se encuentra en ese estado, por lo que lo abraza de manera cariñosa y acaricia su cabello.

Tras ellos el pelinegro fulmina con la mirada ambas figuras, pero no dice nada, sólo se centra en la chica a su lado.

 

Mareado y con fiebre, la vista se le nubla por momentos. Están en mitad de clase, lleva su mano hasta el brazo de su compañero y lo aprieta con las pocas fuerzas que le restan. Siente una mano sobre su frente, una maldición después tiene permiso para ir directo a la enfermería. Se levanta con dificultad, se tambalea un poco pero lo consigue, agradece con la mirada a su amigo y camina hasta la puerta, pero antes de poder abrirla cae al suelo de manera estrepitosa, no le duele, pero pierde la consciencia. Lo último que escucha es su nombre salir de la boca de Sasuke en un tono preocupado.

 

Bip... bip... bip...

 

El molesto sonido taladra sus tímpanos, su cuerpo está entumecido y siente algo que sale de su brazo, con pesadez abre sus orbes zafiro, un techo completamente en blanco lo recibe, emite un quejido de dolor, su cuerpo protesta ante sus intentos de apoyarse contra el nada cómodo colchón. Es entonces que se da cuenta, esta en una cama de hospital, y el pitido se emite desde el electrocardiograma. No recuerda lo sucedido, mira alrededor en busca de alguien, pero esta sólo. Las luz a través de la ventana le indica un poco la hora, es temprano por la mañana. La puerta se abre, y su madre entra.

Lo mira sorprendida, en sus manos trae un café, al parecer no ha dormido, corre hasta el y lo abraza con lágrimas en sus ojos, el café yace en el suelo.

 

Recuerda con nostalgia aquello, cuando le informaron de su enfermedad, ese día su madre lloro amargamente, y el sólo podía abrazarla fuertemente, tratando de transmitirle con ello que no pasaba nada, que el, iba a estar bien. Después de eso algunos incidentes se suscitaron, y por obvias razones ya no pudo asistir al colegio. Recibía visitas de todos sus amigos, y era feliz con ello. Suspira y trata de poner su mente en blanco.

 

 

-¿Estás seguro dobe? -la habitación se encuentra sumida en penunbras, ese día su madre a salido de viaje por algunos días, no esta solo, su mejor amigo lo acompaña, se siente seguro entre sus brazos.

La poca luz que se cuela a través del gran ventanal es suficiente para poder apreciar las dos siluetas que se encuentran sobre una mullida cama de sábanas blancas.

Se besan de manera tierna, el pelinegro ya ha logrado colar una de sus blancas manos debajo de la camisa, acaricia lentamente la tersa piel morena, mientras disfruta de su suave y cálido contacto. Se separan un momento para verse a los ojos, ambos mantienen la respiración agitada, se miran por lo que parecen unos momentos interminables, hasta que el rubio debajo asiente y vuelve a besarlo.

 

 

Abre los ojos sobresaltado, no quería recordar aquello, pero luego reflexiona. Tal vez sea el único momento para hacerlo.

A lo lejos escucha las voces de los médicos llamándolo, es hora de empezar a prepararse. Se para de su lugar de manera perezosa, sacude su bata blanca y camina de vuelta. Al entrar se topa con su cirujano, un joven de apariencia calmada, sus ojos miel le transmiten confianza, por lo que no duda en saludarle con una gran sonrisa.

-Yahiko-sensei ¿ya es hora? -pregunta desganado, no le hace mucha ilusión someterse a una cirujía más, pero ya no hay vuelta atrás.

-Así es Naruto-kun, ¿estas nervioso? -se acerca hasta el y pasa su brazo izquerdo por sobre su hombro, en gesto que pretende trasmitir apoyo y seguridad.

-Claro que no sensei, Namikaze Naruto no le teme a nada-ttebayo -hace ademanes con la mano una vez comienzan a caminar de vuelta a la habitación del rubio.

No tardan mucho en llegar hasta ahí, una vez dentro, Naruto se sienta sobre las sábanas, que ahora están arregladas. Se miran en silencio durante unos segundos, el oji-azul suspira pesadamente y desvía la mirada hasta la puerta, por donde una enfermera a entrado. No se dicen nada mientras lo preparan para entrar al quirófano, pero de alguna manera se siente seguro y comprendido.

 

 

El bip de los diversos monitores lo arrullan, permitiéndole caer de a poco en la dulce inconsciencia que proporciona la anestesia, siente las suaves caricias sobre su rostro, ambos doctores, junto con las enfermeras han aprendido a tomarle afecto al joven sobre la mesa quirúrgica, así que lo apoyan a su manera, dando todo de si para que las cosas salgan bien.

 

 

19 años

 

El día es soleado, tiene una sonrisa en su rostro, se encuentra sentado sobre una banca en el parque más cercano a su casa, espera con ansias la llegada de su mejor amigo, no ha parado de pensar en lo sucedido dos semanas atrás, cuando se había quedado sólo en su compañía, se le erizaban todos los vellos del cuerpo al rememorar cada beso y caricia, sabe que esta mal lo que pasó, teniendo en cuenta que Sasuke tiene por novia a Haruno Sakura, una joven de cabello rosa y ojos verdes, desde hace más de un año, pero ya no podía mas con aquellos sentimientos que querían desbordarse de su pecho, así que había permitido que "eso"pasara. Se ruboriza sólo de pensarlo, sacude la cabeza de forma negativa, esta decidido, hoy será el día en que le confesara sus sentimientos, seguro de que luchará por su amor de ser necesario.

Con el pasar de los minutos se pone cada vez más nervioso, el moreno tiene veinte minutos de retraso, no evita preocuparse, ya que el suele ser demasiado puntual, y su persona, pues digamos que no tanto.

Diez minutos después lo ve ingresando al parque, sonrie, y es que lo había citado el, alegando que tenía algo importante que decirle, por un momento su corazón salto dentro de su pecho, se construyó mil y un escenarios acerca de lo que diría.

Su rostro se pone serio al ver la cara de congoja que trae el pelinegro, no dice nada, tan sólo corresponde el abrazo que le da. Se le hace extraño, ya que el no es de dar muestras de cariño.

Sé separa del contacto y parpadea ante la sonrisa que se puede ver en el rostro de su amigo, su corazón brinca de felicidad por un momento, pero, algo, un brillo diferente en sus ojos desinfla sus esperanzas, y sin saber porque, siente un dolor y un vacío muy grandes en su pecho. Repentinamente, ya no siente tantas ganas de escuchar lo que tiene que decir.

-Voy a ser papá -así, sin tacto, se congela en su sitio, escucha algo romperse, voltea a todos lados buscando el origen del sonido. Pronto se da cuenta que fue su frágil corazón.

-¡Felicidades teme! -sonríe y hace ademanes bastante efusivos con ambas manos, comienza un interrogatorio con la sonrisa bailando en su cara. Entonces es que se entera, Haruno Sakura, la pelirosa tiene dos meses en estado, y no le había dicho nada por temor a su reacción, pero ahora, esta increíblemente feliz, ese, es uno de sus más grandes sueños, tener una gran familia, y ahora lo logrará.

Platican por un largo rato, hasta que el rubio se despide, alegando que tiene muchas cosas que haer, una patética excusa para poder alejarse, y soltar las lágrimas que con mucho esfuerzo ha estado reprimiendo. Entonces recuerda.

-¿Para que me citaste en primer lugar teme? -el no sabía nada hasta hace poco, por eso había llegado tarde, la Sakura le había dicho ese mismo día de su condición.

-No, por nada, es algo sin importancia -se encoge de hombros y le da la espalda, si hubiese volteado, alcanzaría a ver la cara de culpabilidad del otro. Se despide con la mano y avanza lentamente hasta su casa.

Una vez ahí, saluda a su madre con una sonrisa y se va a su cuarto con la excusa de que no se siente bien, Kushina no dice nada, dada la condición de su bebé, así que lo deja marchar, no sin antes decirle que lo despertará para la cena. Asiente, y una vez en su habitación, cierra con seguro y se desploma sobre el suelo, las lágrimas caen a raudales de sus ojos, suprime los sollozos mordiendo sus labios fuertemente, hasta el punto en el que la sangre sale de ellos. Camina hasta su cama con dificultad y se deja caer en ella, entierra su cabeza en la almohada y ya no se calla más. Desgarra su garganta debido a los sonidos agonicos que salen de ella, llora, grita y maldice, odiandose, a el, y al pelinegro, por jugar con sus sentimientos de una manera tan cruel, y, a pesar de todo, no puede odiarlo, ni evita seguir amandolo de la manera en la que lo hace. En algún punto del llanto le da algo de fiebre y cae desmayado en su propia cama.

Ahí fue cuando su enfermedad se agravó.

 

 

-El bisturí por favor -escucha las voces lejanas, no reconoce de quien es, pero ya no siente miedo -catéter -diferentes sonidos se aprecian, y se hunde en sus recuerdos nuevamente.

 

 

No podía creerlo, estaba llorando, nunca pensó que llegaría a verlo de esa manera, pero ahí estaban, el consolandolo, mientras el otro se refugiaba entre sus brazos.

Una vez se calma, le explica todo con lujo de detalles, los padres de la chica no aceptan el embarazo, y quieren mandarla a otro país, ya que creen que el, no puede hacerse cargo de ninguno de los dos. La idea es dejar que se vaya con uno de sus abuelos, y se quede haya hasta el término de su embarazo, después, terminar sus estudios, y, ella misma acerse cargo del niño, con ayuda de sus parientes. Esta desolado, no sabe que hacer, por eso ha venido a buscar consuelo con su mejor amigo.

El rubio no sabe que hacer, por una parte, se siente mal de ver a su amigo de esa manera, pero, por el otro, la parte no tan buena, se alegra de que se aleje de ella.

Suspira y toma valor, se dará el golpe final el mismo -y, ¿qué piensas hacer al respecto? -lo separa de si mismo y le da una mirada severa -¿te vas a quedar aqui, como idiota mientras se la llevan?, ¿o vas a luchar por tu familia?... -

 

"Es cierto, en ese momento ya estuve muerto en vida, pero no podía dejarlo hundirse, porque a pesar de todo, el siempre fue mi amigo"

 

 

El pelinegro se a quedado sin palabras, ahora, su amigo le recuerda quien es el, Uchiha Sasuke, ni más, ni menos, y un Uchiha jamás se acobardaba ante nada ni nadie.

-Gracias Naruto, eres el mejor amigo que pueda tener cualquiera -lo besa en la mejilla y sonríe radiante, ahora a recuperado el ánimo.

 

 

"Esa sonrisa, no tuve el valor de decirte nunca lo que sentía, y eso es algo de lo que ahora me arrepiento, pero se que serás feliz, aún si no estoy"

 

 

-Lo perdemos, carguen el desfibrilador...

 

-Si, si, ahora largo, antes de que te de un buen golpe por idiota -lo empuja, sacandolo de su cama, quiere estar sólo, pero ya no para llorar, necesita pensar.

-Te quiero -le da un beso en la mejilla y sale disparado hacía afuera, con nuevas esperanzas y ánimos.

 

 

-Despejen...

 

 

"Ahora recuerdo, ese dia ya había programado la cirujía, pero no me atreví a decirte nada, no importa, ahora es tarde, ya estoy cansado."

 

 

-Dame doscientos cincuenta...

 

 

"Fue dos semanas después de que me dijiste que serías padre, te veías muy ilusionado por la nueva perspectiva, una que yo mismo te dije, y ahora, que queda."

 

 

Unos días después de la charla es ingresado al hospital, dos días, sólo eso tiene antes de la operación, de lo único que se arrepiente es de no confesar sus sentimientos cuando pudo, pero ya no hay marcha atrás.

 

 

-Despejen...

 

 

"Te amo teme, siempre te ame, desde la primera vez que te vi."

 

 

-Por favor Naruto...

 

 

Las voces se hacen cada vez más lejanas, su último pensamiento antes de ver una luz blanca es "perdón por dejarte sola mamá".

 

 

 

A lo lejos, una figura bloquea la luz blanca. Sus ojos se inundan de lágrimas al reconocer a su padre, corre hasta el, que lo espera con los brazos abiertos, se lanza a el y hunde su cara en su rostro, respirando el aroma tan conocido, a pesar de los años pasados.

-Feliz cumpleaños Naruto -Minato le sonríe, y el llora de felicidad.

-Gracias papá...

 

 

 

 

Te amo Sasuke, siempre lo haré, se muy feliz...

 

 

 

Notas finales:

Espero no me odien, pero esto salió en un momento corta venas, y así salió la cosa. Esto había sido escrito originalmente para el cumple de nuestro rubio favorito, o cuando menos el mío. Pero me dije, esto es muy triste, así que, no.

Mmm... estaba pensando, tal vez haga un One-shot de esta misma historia, sólo que desde la perspectiva del teme amargado, quiero saber su opinión al respecto, aunque tardaré un rato en hacerlo. Otra cosa, no se nada de medicina, sí hay una enfermedad así, ni idea, sino, la acabo de inventar. Sí hay una historia parecida a esta, no he tenido el placer de leerla.

Bueno, entonces nos vemos en otro fanfic, espero con ansias sus rws, sean buenos o malos.

 

Chao~


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