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Nuestros días en California por Shizu Chan

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Notas del fanfic:

Esta historia está ambientada en los años 70, durante el marco de la guerra fría (el Imperialismo contra el Marxismo) en California, Norteamérica, y enrieda una serie de sucesos que entraman el romance, la comedia, el drama, además de varios hechos socio-políticos de esa época.

♥ ♥ ♥ ACLARACIÓN ♥ ♥ ♥

Los personajes de este Fic pertenecen a mi anterior Fanfic: Nos une la misma luna. Para quienes NO lo hayan leído, les aviso que esta obra NO tiene ninguna conexión con la otra. Es decir, pueden leer este fic sin necesidad de recurrir al anterior. Son historias independientes, yo uso nuevamente a los personajes nada más. Pueden seguirle el hilo y comprenderlo. En cambio, si les llama la atención de qué historia tenían estos personajes, pueden darse una vuelta. La página de Facebook tiene el nombre de mi anterior obra, pero también subiré fichas de los personajes e imágenes que voy editando.

 

Notas del capitulo:

¡Hola a tod@s! Espero que hayan pasado una hermosa Navidad y que tengan un próspero Año Nuevo ♥ ¡Oh, que este 2015 nos traiga muucho yaoi!

A quienes vengan de mi anterior Fic y a quienes me leen por primera vez les agradezco por tomarse su tiempo :3 Valoro mucho sus review y quien me conoce sabe que siempre les respondo y trato de ser amable y afable con ustedes ♥ Shizu ama a tod@s :3

Bien, ya he hecho esta aclaración. Estos personajes ♥ Misha y Lyod ♥ son de mi anterior Fanfic, pero esta historia es independiente de la otra. NO hace falta leer los dos fanfics para entenderlo.

Muy bien. Es mi primer especial de Navidad, así que espero que lo disfruten ♥

-Corre fic...

*-*-*-*-*-*-*-*-* 1 *-*-*-*-*-*-*-*-*

Una Navidad problemática


Fernando ladeó la cabeza, mirando a sus dueños. De a ratos sus ojitos negros escudriñaban el rostro ofendido de Misha, con el cabello rubio desordenado sobre la frente, y a los pocos segundos se volteaba a mirar a Lyod, cuyos ojos verdes estaban entornados bajo sus pobladas cejas negras.

El pobre Rottwailer no comprendía el enojo de ambos. Acostumbraba a ver a Misha revoloteando tras su novio, metiendo sus manos bajo la camisa del moreno. No obstante, desde que se habían despertado esa mañana ninguno de los dos se había mirado siquiera a los ojos.

¿Cuál era la razón para que estuvieran tan distanciados el uno con el otro justamente en vísperas de Navidad?



*-*-*-*-*-*-*-*-*
El día de Lyod Owen



Mañana del 23 de diciembre, año 1976

04:30 a.m.

"Recibimos esta mañana muy fría en toda California. Los guardiaparques ya han dado la alarma para que los camiones barran las calles de la densa capa de nieve que hay. Jovencito, muchachita, señor o señora oyente, si debe levantarse para salir a la jungla blanca a la que nos enfrentamos, la Radio California 76 le recomienda..."

Con un gruñido bajo se incorporó en la cama. Sus cabellos negros estaban despeinados y apenas podía abrir los ojos. Odiaba la radio en la mañana.

La figura de Misha aún se revolvía en el calor del edredón. Le dedicó un beso fugaz en la mejilla y se dirigió a la cocina a preparar algo de café. El baño caliente a esa hora era la sensación más deliciosa del día. Sin embargo, cuando tenía que salir al exterior y enfrentar el clima, su cuerpo volvía a enfriarse con una rapidez inimaginable. Se subió el cierre de la campera de cuero y corrió hacia la Ford roja que tanto apreciaba.

Sabía que el trabajo quedaba a varias horas de distancia, que apenas podía ver a Misha, que no le quedaba tiempo ni fuerzas para pasar más momentos con él. No obstante, no podía abandonar su empleo. De lo contrario, el pequeño rubio debería abandonar su carrera como Físico y él no iba a permitir algo así.

Al menos era reparador compartir la misma cama. Ver todas las noches esos ojos chocolatosos que se iban cerrando de a poco, mientras iba quedando dormido sobre su pecho.

07:00 a.m.

El inspector que custiodiaba la entrada de la fábrica lo saludó con un apretón de manos. Era un anciano que le recordaba mucho a su padre, Karl Owen. Tenía los mismos ojos de ratón y el poblado bigote bajo la nariz.

—Buenos días, muchacho, ¿ya tienes planes para mañana en la noche?

—Por supuesto, no se olvide—señaló su dedo índice con una sonrisa.

—Cierto que ya estás comprometido. Mándale saludos a tu chica de mi parte, hijo—le palmeó la espalda en gesto fraternal— ¡Feliz Navidad!

—Feliz Navidad, viejo.

Ingresó a la central a paso lento. Los empleados ya estaban alistándose para comenzar el día. Un sol tímido se abría paso en el cielo, entre las miles de motitas de nieve.

"Mi chica..."

01:30 p.m.

El frío no cedía y a pesar de poseer un cuerpo bastante permeable al clima ya comenzaba a molestarle. A la hora del almuerzo salió a la terraza de la fábrica, donde se reunían pocos empleados y podía comer tranquilo su ración de sopa tibia. Por las bajas temperaturas la agencia repartía platos de comida caliente para sus empleados, seguido de una taza de café.
Tenía un hambre voraz a esas horas. Comenzó a degustar la sopa con gran ahínco, a pesar de estar escasa en sal. La novata, Anne, un chica de pelo alborotado que siempre llegaba tarde, se acercó a robarle unh poco de café de su taza. Lyod se limitó a mirarla con cara de pocos amigos. Desde que llegó a la fábrica tenía la irritante manía de buscarlo a él durante los descansos.

—No pongas esa cara, Owen. Las damas tenemos la sangra fría.

—Como las víboras.

La muchacha rio animadamente. Le recordaba a Keisha, fiel amiga de él y Misha desde hacía mucho tiempo. Tenía esa simpatía chispeante.

— ¿Y qué piensan hacer tú y tu lindo capullo mañana por la noche?

El moreno la miró con una ceja en alto.

—Tener sexo.

—Oh, qué directo. Ya van juntos... —se mordió el labio intentando recordar— ¿Cuatro años?

—Sí, aproximadamente.

Le dio un largo sorbo a la sopa. Anne lo observó con cuidado, entrecerrando sus ojos castaños. También tenía un cierto parecido con su hermana Cindy.

— ¿Y cuándo piensan cortar?

—La idea es no hacerlo.

—Oh, vamos. Me estás jugando una broma. ¿Te vas a casar?

Lyod se alzó de hombros y terminó de comer su almuerzo. Se dirigió a dejar el plato en el despacho de la cocinera. La muchacha fue tras sus pasos como un perro faldero.

—Eso no te importa.

—Yo sólo comento. Aún eres joven.

Lyod se volvió a poner el delantal azul que acostumbraba a llevar en sus horas laborales. La camisa a cuadros que vestía se le arrugaba sobre el vientre con el contacto de la tela.

—No entiendo por qué la gente cree que estar en pareja es algo parecido a una condena carcelaria.

Ella rio con gozo.

—Estar con la misma persona lo es. La costumbre, ver siempre lo mismo...

—Con él siempre es algo diferente.

—Oh, vas a ponerte sentimental...

—Hablo en serio. El otro día quemó las cortinas y cuando llegué estaban los bomberos. Es una constante sorpresa—soltó un suspiro— Supongo que eso me gusta de nuestra relación. Su torpeza.

—Pensé que era el sexo.

—Sí, eso también.

—Bueno, pero la cama puede compartirse con cualquiera—ella se alzó de hombros— No creo que ninguno de los dos esté libre de antiguas historias.

A decir verdad, Lyod recordaba muy bien las constantes aventuras que Misha había tenido con... realmente no sabía con cuántos habría sido, pero tampoco le causaba curiosidad saberlo. Antes de conocerlo él también vivía en constantes relaciones furtivas donde sólo conocía el calor del cuerpo de aquellas chicas, y luego ni siquiera recordaba su nombre. Sin embargo, con Misha era distinto. Había traspasado esa barrera que el resto no pudo.

¿Eso lo volvía indefenso?

—Con más razón puedo decirte que no hay nadie que se le compare.

05:00 p.m.

Tomó su bolso y se lo cargó al hombro. Era momento de regresar a casa. Se subió el cierre de su chaqueta de cuero mientras desfilaba hacia la Ford. Varios compañeros lo saludaron al pasar. La nieve era más densa. Los camiones barrían las calles para permitirles el paso.

—Hey, guapo—se volteó al escuchar la voz de Anne. La muchacha estaba sentada en su moto anaranjada, con el caso cubriéndole los mechones de cabello rubio— Feliz Navidad.

—Feliz Navidad—alzó una mano para saludarla— Deberías pedirle a Santa que te de un par de implantes nuevos.

—Para tu envidia, son reales.

—Sí, claro.

Antes de poner la motocicleta en marcha le sacó la lengua. Su menuda figura se perdió en la blancura de las calles.

08:00 p.m.

Le sorprendió encontrar las luces del apartamento encendidas. Misha solía llegar una hora después, cuando finalizaba sus clases. Estacionó el auto y se bajó, ingresando al hall con premura. Accidentalmente se chocó contra su vecina, la señora Rose, quien vivía dos pisos más arriba que ellos.

—Oh, discúlpeme...

—No hay cuidado, joven.

La ayudó a tomar sus bolsas. Desde la cercanía le llegó el aroma a los dulces que guardaba.

—Veo que ya se está preparando para mañana.

—Tengo tres nietos—soltó una risilla sonora— Necesito muchos dulces.

Lyod esbozó una sonrisa. Recordó cuando pasaba las festividades en su casa de Kansas, junto a sus padres y los cuatrillizos. El árbol recíen sacado del bosque. Las luces titilantes. Las medias colgadas en la chimenea con sus cartas, esperando a ser leídas.

—Espero que tengan una buena noche, señora Rose.

La anciana se acomodó las faldas y se inclinó a tironear de una de sus mejillas como si fuera un niño pequeño, a pesar de medir alrededor de 1.80 y poseer unas anchas espaldas.

—Tú también, muchacho.

08:05 p.m.

El ascensor que lo llevaba hasta el tercer piso tardó en llegar. Estaba en uso. A esas horas del día su paciencia se resumía a un puñado pequeño que amenazaba con estallar. Sin embargo, se limitó a lanzar un suspiro y meter las manos en los bolsillos de la chaqueta.

08:07 p.m.

La luz se puso en verde. Las puertas corredizas se abrieron. Presionó la tecla brillante que marcaba el número 3. Con un movimiento sutil el ascensor se puso en movimiento.

08:08 p.m.

En el tercer piso estaba su vecino, el policía retirado, intentando forzar la cerradura. Tenía la costumbre de olvidar cómo se ponía correctamente la llave. A pesar de que deseaba ignorarlo, no pudo con la momentánea culpa y lo ayudó a abrir la puerta. El hombre le agradeció con una sonrisa.

08:09 p.m.

Revolvió en el fondo de sus bolsillos. No encontraba las llaves. Abrió el cierre del bolso y buscó en las profundidades algún indicio. La encontró oculta tras su delantal azul.

—Ah, conque ahi te escondías.

Dio vuelta el pestillo y dejó la puerta sobre sus goznes. No hizo falta utilizar las llaves. Estaba abierta. En una milésima de segundos, se extrañó de ver las luces encendidas.

08:10 p.m.

Se quedó tieso en la entrada, sin saber exactamente cómo reaccionar. Fue una fracción de segundos en las que el tiempo se detuvo. La barbilla de Misha se inclinaba, su boca se abría y se cerraba, se contraía despacio, dejando que alguien más lo besara. El sujeto era alto, casi tanto como él, con el cabello rojizo y una cazadora verde sobre los hombros. No tenía idea de quién era. De todas formas no le importaba quién diablos era. Estaba besando a Misha, frente a sus ojos, y ni siquiera se detuvo al verlo.

Los ojos chocolatosos de él se dilataron al percatarse de su presencia. Intentó zafarse de los brazos del intruso pero él no se lo permitía. Lyod no hizo amago de ayudarlo. Ni siquiera sabía qué decir. Siempre supuso que al ver a alguien besando de esa forma a su amante, su primer impulso sería golpearlo. Literalmente molerlo a golpes. Sin embargo, en ese instante sus manos no tenían ánimo de alzarse en contra de nadie. Se volteó para volver al ascensor.

—Lyod... Amor, por favor...

La pequeña mano de Misha lo tomó del codo. Su tono de voz era bajo y suplicante. Sintió cómo su corazón se comprimía y latía despacio.

—Suéltame.

—N-no es lo que parece... hablo en serio...

— ¡Te digo que me sueltes!

Una mano provista de mayor fuerza lo obligó a voltearse. Ahora pudo ver que los ojos del sujeto eran de un tono azulado, y tenía algunas pecas cerca de la nariz. Un aroma a menta escapaba de sus labios. Alzaba la barbilla de forma amenazante.

— ¿Tienes algún problema con que me bese con él? Si no te gusta te puedes ir—se dirigió a Misha en tono suave— No deberías dejar que un homófobico te trate de esa manera, Cherry.

Una sustancia caliente y que quemaba comenzó a crecer dentro de su pecho. Desembocó en una risa grave y apagada.

—Cherry—repitió en un tono bajo, que empezó a ascender progresivamente— ¿Conque ni siquiera te dijo que yo era su novio? Escúchame una cosa, imbécil—tomó la mano que lo presionaba por el hombro y de un golpe brusco lo obligó a mirar el suelo— Él es mío, ¿lo comprendes? ¡Mío!

—Lyod, por favor...

Los aullidos acuciados que daba el sujeto bajo sus brazos fueron sosegados por un momento por la mirada de Misha. Sus ojos marrones brillaban mucho. Parecía que fuera a quebrarse en cualquier momento. El pelirrojo intentó zafarse dándole un golpe en la rodilla, pero Lyod fue más rápido y lo tumbó al suelo de una patada en el vientre. Si no fuera porque el rubio lo tomó por la espalda para calmarlo le habría seguido golpeando.

Se escurrió como un animal asustado hasta el ascensor. El moreno se lanzó hecho una fiera pero cuando quiso atacarlo las puertas se cerraron. Comenzó a pulsar el botón, desesperado por ir en su persecución. Los dedos de Misha se enredaron sobre los suyos para detenerlo.

— ¡Basta, déjalo ir!

La puerta de su vecina de enfrente se entreabrió, y la mujer que vivía junto a sus dos hijos se asomó con alarma. Misha procuró calmarla con un movimiento de la mano y a los empujones logró meter a Lyod al apartamento.

—Por amor de Dios, espera y escúchame.

El moreno daba vueltas sobre su mismo eje, resoplando con furia. Sus ojos verdes tenían un tinte oscuro.

—Ya está, él se fue—señaló hacia fuera con los brazos, alzando el tono de voz— ¡No maté a tu lindo pelirrojo, espero que estés feliz con eso!

—Estás confundiendo las cosas.

—Al menos podrías haber tenido el tacto de decirle que estás en pareja, ¿no te parece? Para no hacerme quedar como un estúpido.

— ¡Lyod!—lo tomó por el cuello de la chaqueta, acercando su rostro a pocos centímetros de distancia— Es una confusión. Él me acompañó hasta aquí y no creí que...

—¿Que yo los iba a encontrar? Te confundiste de horario, siempre llego a las ocho—esbozó una sonrisa torva.

— ¡No! No creí que me fuera a besar, no...

Lyod con un gesto brusco lo tomó por la nuca, uniendo sus bocas en un beso impetuoso. Sentía el sabor a menta que había percibido salir de la boca del sujeto. Un rugido le nació del estómago y se expandió por todas sus venas como una sustancia ponzoñosa.

—Te parece bien dejarte besar por cualquiera.

— ¡N-no!

El tono de voz de Misha, estridente y cargado de nervios, farfullaba junto a su oido. Tenía la respiración agitada. Podía ver cómo su pecho subía y bajaba a través del suéter rayado.


—Amor...

Un punzada atacó su vientre y se extendió hasta su miembro. Ese rostro acuciado y a punto de quebrarse por las lágrimas le provocaba una excitación aberrante. Se quitó la chaqueta de una sacudida. Misha intentó retroceder varios pasos, pero no se lo permitió. Lo jaló por la cintura, pegándolo contra su cuerpo. La fricción de su calor y el sonido de sus jadeos asustados hacía que el glande de su miembro latiera cada vez con mayor fuerza.

—No.. así no...

Apenas podía coordinar los movimientos. Con pasos torpes tiró de Misha hacia el sofá, a pesar de la resistencia que el rubio imponía. Su cuerpo ya no era menudo y delgado como antes. Las espaldas que a sus quince años eran estrechas y femeninas ahora se habían vuelto gruesas, con una anchura masculina. Desembocaban en un par de caderas elásticas que se amoldaban perfectamente al arco de sus manos.

¿Si en un principio sólo se sentía atraído por la forma de su cuerpo, por qué continuaba gustándole a pesar de haber cambiado tan drásticamente?

Las pupilas de aquellos ojos chocolatosos temblaron ligeramente. Lyod profundizó el beso, inclinándose sobre su cuerpo, acorralándolo contra los cojines del sofá. Recordaba que siempre había tenido un sabor dulce en los labios. Esa esencia a flores y vainilla que le llenaba los pulmones de Misha... ¿Por qué siempre era tan vulnerable en el amor, por qué dejaba al descubierto el corazón, muy a sabiendas de que podían quebrantárselo en miles de pedazos?

Sólo imaginó por un momento que Misha podría ser diferente. Era una visión borrosa, indescifrable, como la que ve un náufrago que ha desembocado en medio del desierto, un espejismo que se formaba en la arena, y era tan real que incluso se perdía en sus fantasías.

Tenía miedo. De ser olvidado, de ser rechazado, de ser reemplazado.

Con un movimiento brusco lo obligó a voltearse. Los pantalones de jean se deslizaron por su piel dejando al descubierto el par de nalgas pálidas. Tenía suave cada centímetro de piel. Hasta el más mínimo contacto le quemaba.

¿Qué tanto me gusta de él? ¿Por qué él y no alguien más?

Se aferró a su vientre, abrazando con fuerza esas caderas estrechas, como si temiera que en cualquier momento pudiera esfumarse en el aire. Misha respiraba agitado y ya no intentaba zafarse. Se mantenía quieto y en silencio.

No importara lo mucho que lo deseara, ni lo posesivo que se mostrara, nunca sería suyo realmente.

11:23 p.m.

Podía sentir cómo respiraba de forma lenta y acompasada a sus espaldas. El rose de la sábana sobre sus brazos le recordaba que estaba allí, detrás suyo. No tenía la valentía para mirarlo a la cara. Tampoco para dirigirle la mirada. Simplemente quería oír sus sonidos suaves.

Notas finales:

Sus críticas constructivas son muy bien recibidas :)

Y aquí va una pregunta ¿que recibieron de regalo en esta Navidad? En todo caso, ¿qué les gustaría recibir?

Yo recibí un vestido, como de costumbre TwT No es lo mismo desde que tengo 16 años ¡Santa se olvida de las ancianas de 18 años! Jajaja Quiero de regalo una nueva temporada de Junjou Romántica :D Vaamos, Nakamura sensei, que no pido mucho ♥

¡Muchos saludos desde Argentina!

♥ ♥ ♥


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