Flash Back
Cada patada dolía más, los tres golpeaban mi cuerpo sin compasión. No me muevo, simplemente tape mi cara para evitar posibles golpes que me rompieran la nariz o algo por el estilo.
-¿Te siguen gustando los niños mariquita?-Decía alguien mientras me pateaba el estómago y las costillas. Lo único que puede hacer fue quejarme. Ellos repetían constantemente insultos que los niños de 10 años no deben decir. Pero yo tuve la culpa, no es normal que me gusten los niños en lugar de las niñas, toda la culpa la tengo yo.
-¿Por qué lo golpean?-Preguntó una voz que nunca había escuchado, se escuchaba molesta.-Déjenlo, o se las verán conmigo.-Los golpes dejaron de sentirse sobre mí y comencé a escuchar pasos corriendo.-Ven.-Veo una mano frente a mi cara, la tome y me levanto poco a poco.- ¿Estas bien?-Pregunto con cara de preocupación un chico de piel blanca, cabello negro y ojos bonitos.
-Creo que si.-Contesté dolido
-¿Por qué te golpeaban?-Preguntó tocando mi cara.
-No creo que te interese.-Conteste quitando su mano.
-Escuche que te llamaron mariquita.-Volvió a poner su mano sobre mi cara acariciándola lentamente.-Soy Yifan, Wu Yifan.-Se presentó.
-Huang Zitao.-Contesté
-¿Te puedo decir Tao?
-Está bien…-Conteste en un suspiro.
-A mi también me gustan los niños.-Sonrió mientras me toma de la mano.
Desde aquel momento Yifan y yo nos volvimos cercanos, todos lo días me esperaba en la entrada de la escuela y me dejaba en mi clase antes de irse a la suya, en el almuerzo siempre me compraba comida y a la salida me acompañaba hasta mi casa aunque el viviera del otro lado de la ciudad. El me recomendó entrar a clases de artes marciales para saber defenderme cuando fuera necesario. Comencé a practicar artes marciales, Kung Fu y wushu. Mi papá estaba feliz de que practicara un deporte para “hombres”. Yifan y yo comenzamos a convivir fuera de la escuela, a veces él se quedaba en mi casa o yo en la suya.
Un dia Yifan me pidió ser su novio, y aunque me pareció extraño, no dude ni un segundo en decirle que sí. Pero fue entonces cuando mi papa comenzó a dudar, el siempre había dicho que estaba feliz de que su primogénito fuera hombre, a él no le agradaban las niñas.
Yifan cada que podía me regalaba algo, desde un dulce hasta una camisa, sus padres tenían dinero pero aun así a mí me molestaba que me consintiera tanto, teníamos 10 años, no era como si nos fuéramos a casar. Mis padres no sabían que Yifan y yo éramos novios.
Ese día Yifan y yo caminábamos de regreso de la escuela como era nuestra costumbre, tomados de las manos como las parejas que salen en los dramas coreanos que veíamos de vez en cuando. Ambos nos manteníamos en silencio, pero un silencio cómodo, al menos para mí, estuvimos así hasta que llegamos frente a mi puerta.
-¿Te quedaras a comer o pido permiso para ir a tu casa?-Le pregunte como lo hacía todos los días.
-Hoy no puedo pandita, mi mama quiere ir a ver a mi abuela y la tengo que acompañar pero te prometo que mañana.
-Está bien, mañana nos vemos en la escuela.-Le di una sonrisa y me voltee lentamente mientras soltaba su mano. Sentí como el estiraba de mi mano y me obligaba a voltear de nuevo. Antes de al decir algo sentí sus labios sobre los míos. Mi primer beso, nuestro primer beso.
Sus labios eran suaves, como la seda más fina y cara del mundo. Tan solo fue un choque de labios pero para mí fue lo mejor del mundo.
-Te amo mucho Tao.-Susurro en mis labios.
-Te amo más Yifan.-Respondí de igual forma, mi cara se sentía roja, me aleje lentamente y sin dejar de verlo entre a mi casa. Cerré la puerta y me apoye en ella con una sonrisa de tonto en los labios. Pero mi sonrisa desapareció cuando vi a mi padre sosteniendo a mi mama por el cabello, ambos de pie en la ventana con las cortinas semi-abiertas.
-Entonces esa es la razón por la que ese niño venia tanto a la casa.-Gruño mi papa.
-Yo…-Me aleje de la puerta
-Todo es tu culpa, tus malditos genes son un asco.-Le grito en la cara a mi madre, jalando cada vez más su cabello.-Ni hijos bien sabes hacer, tu hijo es una basura igual que tu.-Grito y con toda la fuerza que tenía lanzo a mi madre al piso para después comenzar a patearla repetidas veces.-Eres una estúpida.
Mi cuerpo comenzó a hervir, mi madre lloraba un poco más con cada golpe que recibía.
-Ya déjala en paz, ella no tiene la culpa.-Lo empuje.
-No te vengas a hacer el hombrecito aquí Zitao, que ese papel es el que menos te queda.-Contesto y me soltó una cachetada que he hiso caer el suelo.- Hubiera preferido mil veces tener una niña que a un marica como tu.-No pude levantarme porque estaba inclinado frente a mi dándome puñetazos en la cara. Cuando se cansó de golpearme, regreso a con mi madre y siguió golpeándola hasta que se aburrió, yo no podía levantarme. El camino hasta la puerta y antes de salir se giró hacia nosotros.
-Cuando regrese, quiero que el…-me señalo.-ya sea todo un hombre.-Abrió la puerta y salió dando un portazo.
Me arrastre hasta mi madre quien lloraba con las pocas fuerzas que tenía. Me parecía un completo milagro que no nos hubiera matado a golpes.
-Mamá…-Hable entre sollozos, sabía que todo era mi culpa.-Lo siento.-me disculpe dolido
-No es tu culpa Tao, tu eres así desde que eres pequeño, pero tu padre es tan egoísta, que por solo pensar en él no se dio cuenta que tú eras diferente.-Me sonrió con tristeza.-Sabia que esto pasaría tarde o temprano, asique ayúdame a levantarme y empaquemos algunas cosas porque nos iremos de aquí antes que tu padre nos mate a los dos.- Me levante y la ayude a hacerlo.
-Pero toda tu familia está aquí.-Reproche.
-Tu eres la única familia que necesito hijo.-Respondió. Camine hasta el cuarto de mis padres-Cabe mencionar que la casa solo era de un piso- y saque un par de maletas, una para ella y otra para mí. Guardamos lo esencial, mi madre había guardado dinero en una cuenta privada y un poco más de efectivo. Salimos prácticamente corriendo de la casa, la gente en la calle nos veía raro, no sé si porque llevábamos las maltas o por los golpes en toda la cara. Tomamos un subterráneo que nos dejó cerca del aeropuerto y tomamos el primer vuelo que encontramos; Corea del sur.
Cuando llegamos a Corea mi madre se comunicó con una vieja compañera china de preparatoria y ella se ofreció a darnos hospedaje mientras conseguíamos una casa para vivir. Mi mamá comenzó a trabajar en un restaurant del que su amiga era dueña y yo comencé a ir a la escuela junto con Yixing, o Lay, el hijo de la señora.
Cuando vivía en China nunca tuve un celular o una computadora, no tenía forma de contactarme con Yifan, no me sabía la dirección de su casa para mandarle una carta, o su número de teléfono para hablar con él.
“Solo espero que no se olvide de mi”
Fin Flash Back