Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

“La Luz Que Atrae A La Oscuridad” por cr0wley r3a15

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! vuelvo con nuevo capitulo en el dia que habia acordado, espero sea de su agrado, y pues sere breve, ojala esta historia este gustando.

Y, no quiero quitar mas tiempo asi que ahora les dejos el capitulo de hoy, nos vemos abajo y gracias por leer.

-III-


 


“Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta” Por: Aristóteles.


 


 


- Soy Uchiha Sasuke.


      Me presente sin muchos ánimos a lo que sería mi nueva clase escolar, no me gustaba la gente, ni mucho menos tener que lidiar con ellas o algo relacionado con lo social, lo cual me recordaba a mi antigua institución, ya que no tenía a alguien a quien llamar amigo, solo simples conocidos, nada más.


     El profesor a cargo de la clase me indico con el dedo índice, en donde debía sentarme, así que lo hice, me dirigí hasta ahí, al llegar al sitio por poco y me resbalo con una mochila tirada en el piso de azulejo. Hice un poco de ruido, que era lo que realmente me molestaba ya que quería permanecer en estado inadvertido. Hasta desperté al que se encontraba delante de mí.


- Pero que de… - Dijo clavando su mirada, directamente a mí.


- Oh, Naruto que bueno que te nos unes – Le menciono aquel profesor con cara de aburrimiento.


- Lo siento – Se disculpó, pero sin recibir reprimendas, mientras que se rascaba la nuca, sonriente.


      Bufe por lo bajo, mientras me acomodaba en el pupitre, podía sentir las miradas obvias de las que serían mis compañeras de grupo, parecían descerebradas con tan solo hacerlo y, por si no fuera mucho, estaba sentado atrás de aquel sujeto ruidoso que me tope mientras me encargaba de sacar las maletas y, un par de cajas del coche de Itachi. Que suerte la mía de tener que haber acabado en el mismo salón que al de aquella persona. Como odiaba a los de su tipo.


.-.-.-.-.-.-.-.


 


- Dije: voy a ayudarte – Me miro con enfado, insistiendo.


- Eres estúpido – Dije haciendo muecas con enfado. A lo que él contesto con una simple risilla, pude notar que se estaba conteniendo de querer carcajearse frente a mí.


- Querrás decir: interesante ¿no? – Me sonrió y, yo simplemente lo observaba con la mirada cansada, sin importarme mucho lo que dijera.


       Además ¿Quién rayos se creía? Venia, me chocaba y, tumbaba al mismo tiempo, encima se las daba de chico “interesante” con complejo de amabilidad, de verdad ¿Quién rayos se creía? Debería de ser más cuidadoso con su entorno y fijarse por dónde camina, así no molestaría a nadie.


- Déjame ayudarte – Volvió a insistirme, aun con esa estúpida sonrisa en sus labios.- Es lo menos que puedo hacer por ti.


      Le observe de pies a cabeza atónito, ahí frente a mí se encontraba un tipo completamente desconocido, observándome con cara de: “a qué hora dirás que sí”. Maldición, que importa, si él quería ayudar, entonces lo haría pagar por haber tirado mis pertenencias.


- Has lo que quieras – Le dije inconforme, volteándome para continuar con lo que había estado haciendo, anteriormente. El me siguió de igual manera, recogiendo las demás cosas que aun persistían en el suelo.


      Estuvimos por un rato en silencio, lo cual a mí me gustaba, porque en ese momento no me apetecía tener que conversar con él, además porque no tendría nada de lo que yo podría decirle, y nada de lo que yo quisiera saber sobre él. Terminamos de sacar las cosas del coche de mi hermano, la inmobiliaria se había encargado de traer todas las cosas más grandes en la mañana, así que la casa estaba hecha un total desastre y eso, me molestaba demasiado. Y, claro que también tendría el fin de semana para arreglar todo el desorden causado por la mudanza; sin tener que estresarme. Además era tanta la causalidad de que mi estúpido hermano, no me ayudaría, lo cual era por su trabajo y, sus ansias de presentarse cuanto antes. Eso significaba mucho más trabajo para mí. Estaba haciendo lo mismo cuando empezamos a empacar.


“Que coraje” pensé.


      Suspire cansino. Baje las escaleras para continuar acomodando los muebles. Repentinamente me percaté de que el sujeto seguía en la casa, yo en cuanto deje de escucharlo pensé que se había marchado, pero fue totalmente contraria mi sorpresa al seguir viéndolo aquí.


- ¿Por qué aun sigues aquí? – le pregunte, acercándome lentamente a él, no fuera a ser un asesino en serie.- ¿Por qué no te largas ya?


- Engreído – Murmuro por lo bajo, aunque tengo un odio muy agudo; le escuche.


- Deja de atosigar y, márchate – Lo confronte, esperando que mi actitud lo hartara, para que se alejara.


- Por lo menos, agradece – Me soltó en cara, yo simplemente quería ahorcarlo con la corbata que rodeaba su cuello.


- No creo… además ¿Por qué debería hacerlo? – Le dije con fastidio, lo único que deseaba era que se fuera, era tan difícil de comprender.


- Supongo que no eres muy amistoso – Me recrimino, soltando un bufido.- Esta bien, me voy.


      Dicho eso, se enfundo su mochila en su hombro, marchándose. A decir verdad, fue un poco afable su presencia, claro que eso no lo descartaba de ser un completo desconocido, ya que ni siquiera le pregunte su nombre, mucho menos yo me presente, ¿Para qué? Si ya no lo vería de nuevo.


       .-.-.-.-.-.-.-.


 


“Tremenda burla” Pensé, mirando con aire cansino, desde atrás de su pupitre.


- Recibirás tu uniforme en tres días – Menciono aquel sujeto que se hallaba a un lado de mi.- Toma, consérvalo.


       Extendió una hoja de papel hacia mí, mirándome con desgano, para ser honesto, no sé qué lo hacía más estúpido: su cara de ¿Por qué rayos hago esto? O la de ¡Malditos deberes estudiantiles! La verdad, para mí tenía una cara de: “Debería estar durmiendo” y eso era por la manera en que bostezaba continuamente.


- Entrégalo en la directiva – Me dijo, señalándome con el dedo índice la dirección de dicha oficina.- Bueno  creo que eso es todo.                   


       Al fin, me dije para mí mismo, rogando por que no fuera a seguir hablando, ya había tenido bastante, y lo que realmente quería era irme en cuanto antes. Después de un minuto, subió su brazo izquierdo haciendo un ademan en señal de despedida, a la vez que sonreía a una joven que se le acercaba; sujetando su mano. Los vi alejarse un poco aprisa, rumbo a la salida.


      Vislumbre la hora en un pequeño reloj de pared que se encontraba en ese mismo pasillo, aún era demasiado temprano como para llegar a casa y, eso sin contar que me estuvieron dando un ligero recorrido por la escuela, aun en mi contra.


“Seguro aun no llega” Pensé.


      A decir verdad no me apetecía llegar a tiempo a casa, mucho menos el tener que soportar el estrés que conlleva una mudanza. Así que decidí ir a dar un paseo por la ciudad de Sapporo, para conocer a donde me había metido mi hermano. Luego de estar conociendo algunos lugares, me quedé asombrado, ya que a comparación de mi antigua prefectura, Sapporo se llevaba las de ganar.


       Se me vino el tiempo encima, cuando cai en la cuenta de que ya estaba oscureciendo y, decidí entonces marcharme, lo mucho que pude divagar de la ciudad fue poco, pero fue realmente bueno, para variar mi hermano había hecho algo bien. Camine rápidamente hacia la estación que encontré más cercana, de donde me encontraba.


      Espero solo durante un par de minutos a que llegara el vagón que lleva a la dirección de mi estancia, todo estaba en total silencio, solo algunas personas se encontraban esperando; al igual que yo. Escuche de pronto el ruido de los carriles, un sonido agudo y estruendoso se aproximaba, era ya cuarto para las ocho y, el tren ya se encontraba ahí, abriendo sus puertas para dejar entrar a los que lo aclamaban. Entre, quedando parado en los pasamanos, que estaba próximo a la puerta, escuche timbrar mi celular, al mismo tiempo que él.


- ¡Esperen! – Grito eufórico.- ¡Deténganse!


“¿Por qué siempre me topo con esa persona?” Me dije, a la vez que detenía la puerta por mero instinto.


      Haciendo que esté alcanzara a subir, entro casi a cuentas por la carrera que dio para poder llegar, sujetándose del pasamanos con la mano izquierda; jadeante.


- Gracias – Lo escuche decir muy bajo.- Te debo una.- Me apremio con una peculiar sonrisa.


- No lo hice por ti – Le mencione con tono cansino.


- Aun así, gracias – Me volvió a insistir.- Si llego tarde me matan.


       Seguía emitiendo palabras, el muy estúpido, ¿Qué acaso no leía en mi frente diciéndole, piérdete? En ese momento me arrepentí de haber detenido el tren. En cuanto regreso su respiración a lo debidamente normal, yo ya lo ignoraba por completo.


      Me sumergí en las melodías que emitía mi par de audífonos, susurrándome al oído sus increíbles falsetes, y no era porque fuesen música melancólica, más bien eran gritos desenfrenados que endulzaban mi alma al escucharlas adentrarse por mis oídos.


       Pasaron seis estaciones para poder llegar a mi destino; baje de inmediato. La oscura noche advertía una fresca brisa, que relajaba mis músculos, tan delicadamente. La casa quedaba a unas cuantas cuadras al sur de la estación, era increíble lo bien que recordaba cómo llegar. Además me importaba muy poco andar solo por las calles y así hubiese querido seguir ¿Por qué no lo atropello un carro al salir de la estación?


- ¡Te alcance! – Le llegue a escuchar atrás mío, ya que el sonido de la música de mis audífonos no estaba tan alto, sujeto mi hombro para atajarme.


- ¿Podrías dejar de tocarme? – Mencione con mi humor queriendo estallar por lo irritado que me encontraba, además, ¿Desde cuándo tanta confianza con mi persona? Pensé, enarcando una ceja; molesto.


- Ya va, ni que te fueras a romper – Menciono con sorna.- Solo quería darte las gracias.


        Le mire escéptico, era un completo idiota. Su simple presencia me desquiciaba la paciencia y esta, era tan minúscula como su cerebro.


- Déjame tranquilo – Musite, apartando mi vista de él. Lo único que deseaba ahora era llegar a casa, sin molestaciones en mi camino. ¿Acaso era mucho pedir?


- ¡Te acompaño! – Me indico, acomodándose a mi lado; sonriente. Esa sonrisa suya estaba pudriendo mis ojos.


        ¿Cómo puede ser tan enérgico siempre? Yo con solo fingir una sonrisa, hace que me duela el rostro de solo hacerlo.


- ¡Demonios! – Alce mi tono de voz, ya había tenido suficiente de este tipo.- ¿Qué rayos quieres? Le ataque sin previo aviso, ante mi desesperación de tenerlo cerca de mí.


- ¡Oye! Tranquilo, no es para tanto – Me dijo soltando una carcajada. Creo que todavía no comprende mi falta de tolerancia.- Vamos en la misma dirección, ¿Qué tiene de mal en irnos juntos? Yo no veo el problema.


-  Mucho, lo hay – Mencione un poco más sereno, aunque la idea de ir en platica con él, era asfixiante de por sí.


- No te hagas el creído – Me miro desafiante, aunque se le podía observar divertido con la situación.


- Bien – Le dije con cierta resignación, ya me encontraba bastante cansado como para seguir discutiendo con alguien como él; tan terco.- Pero solo limítate a caminar.


        Entonces sus grandes ojos azules, comenzaron a obtener un brillo tan sutil como indescriptible, al verlos, sentí una extraña sensación de familiaridad en ellos, pero no le di demasiada importancia. A decir verdad, toda su persona en general, era extraña, era como si todo a su alrededor cobrase vida con solo una sonrisa suya, era totalmente distinto a mí.


        El repentinamente avanzo hacia adelante, dejándome atrás, lo seguí con la mirada por unos segundos, y decidí igualmente proseguir mi camino, de repente se paró en seco, volviéndose hacia mí; sorprendiéndome.


- Seamos amigos – Le escuche decirme, casi susurrando al viento y, sonriéndole.


- Sí que eres extraño – Mencione, mis labios dibujaron una pequeña sonrisa en ella, pero lo que era sorprendente, es que fuera verdadera y no fingida, como solía hacer en infinitas ocasiones.


- Tú no te quedas atrás – Inquirió.


- Sasuke – Me incorpore a decirle, no por ser amable, sino más bien por modales.


- Lo sé – Dijo, yo le mire intrigado por breves instantes, pero solo a unos cuantos segundos recordé mi presentación en el aula.


- Naruto Namikaze, un gusto – Menciono orgulloso de su persona, ¿Cómo podría ser mi amigo? De tan solo verle me causaba caries y, los dulces no eran exactamente de mi devoción. Aunque no los comiera, no me molestaban.


        “Eso es” Pensé. Si bien no me desagradaba su presencia, tampoco me importaba si me causara apatía, solo le daría tolerancia, como a los dulces.


- ¡Date prisa y muévete! idiota – Exclame aprisa, empujándolo del hombro, haciendo amago de continuar.


- Maldito – Susurro divertido, incorporándose a mi lado, rumbo a nuestras respectivas casas.


         Caminamos durante las últimas dos cuadras, sin entablar una sola oración, lo cual yo agradecí gustoso, lo que más me fascinaba era el silencio que se perpetuaba por las noches. Al ir acortando la distancia, vislumbre el automóvil de mi hermano, anunciándome que en cuanto entrara se acabaría mi tranquilidad, no pude evitar dejar escapar una mueca de mis labios.


- Tu hermano – Su voz me saco de mis pensamientos que indagaban mi mente.


- ¿Disculpa? – Le regrese a mirar, viendo un rostro asombrado.- ¿Te pasa algo?


- ¡Papá! – Grito, corriendo en dirección a la entrada de mi casa.


        Continúe mirando su silueta alejarse frente a mis ojos, acercándose a mi hermano y a un hombre que se hallaba con él. En realidad se parecía mucho a la persona con quien venía, algo lógico, pues le escuche anunciar su parentesco familiar.


- ¡Hijo! – Dijo aquel hombre pulcro, nada comparativo con Naruto.- Que casualidad.


- ¿Qué haces aquí? – le interrogo enseguida, mientras me acercaba a ellos.


- Itachi, él es mi hijo Naruto – Lo presentó ante mi hermano, quien sonreía gustoso.


- Un gusto, aunque ya lo conocía – Sonrió, rascándose la nuca.


- Si, tienes razón – Formulo Itachi.


        Me incorpore a su lado para poder presenciar mejor la situación, sin mostrar mucho interés a su monologo de formalismo. Mi hermano dirigió su mirada acusadora en mí, por no mostrar respeto hacia alguien y, me conocía bien como para saber cuándo me interesa algo o no.


- Disculpe maestro – Le dijo, refiriéndose a mi poca cortesía.- Él es mi hermano menor, Sasuke Uchiha.


- Un placer joven Sasuke – Me saludo con porte serio.


- Lo mismo digo – Finalice.


- Sasuke, él es mi nuevo jefe – Me impacte al oírlo, no tanto por su posición, sino porque eso significaría ser un poco más respetuoso con el hijo del jefe de mi hermano. Eso ya de por si me estaba costando demasiado y, eso era de tan solo conocerle de unos días. Sentía que de alguna manera seria completamente difícil de seguir fingiendo ser “amable” con el hijo de su jefe.


- Si, comprendo – Dije con decoro, sin mostrar mi molestia.


       No obstante a mi actitud normal, en esta ocasión sería un poco inusual, ya que estaba en presencia de la autoridad de mi hermano mayor, en ese momento sentí una inquietud perturbadora, aunque no del todo fuese importante.


- Estamos en la misma clase – Dije restándole interés al asunto.


- ¡Ah sí! Tienes razón – Prosiguió el chico de orbes azules, desbordantes de alegría.- Por favor cuida de mí.


       Revolee un poco los ojos; fastidiado completamente. Esa era una típica y pésima afirmación cordial. Sin embargo, para mi beneficio, ninguno de los ahí presentes noto mi escasez de entusiasmo.


- ¿Sasuke, verdad? – Menciono el tipo que estaba a un lado de mi nuevo martirio.


- Si – Respondí sin apuro.


- Sé que es repentino, pero… - Dijo mientras clavaba su mirada fija en mi.- Llévense bien, sé que Naruto es problemático, pero espero puedan congeniar.


“Demonios” Pensé.


       A decir verdad, me molestaban mucho las personas de “ese” tipo, y lo que quiero decir con “ese” tipo, es: personas que intentan ser amistosas con todo el que se halle en su alrededor, eso es lo que lo hacer ser tan farsante; como yo.


- ¡Papá! – Dijo aquel personaje que con solo escucharlo, me surtían ganas de querer golpearlo.


- Sí, claro – Mencione cortante.


      Y, sin mucho más ánimos por seguir en esa aura fraternal que emanaban esos dos, me despedí cordialmente de ambos, enseguida me dirigí rumbo a mi habitación, dejándolos proseguir con su estúpida conversación, la cual, no me interesaba en lo más mínimo. Al llegar a la habitación, me adentre al baño para darme una buena ducha y retirar toda la suciedad que traería conmigo, el sentir el agua caer sobre mi cuerpo, era tan relajante en días estresantes; como lo había sido hoy.


      Prolongue mi baño durante veinte minutos, lo suficiente para poder sentir mis músculos relajados en su totalidad. Me envolví la parte de mis caderas con una toalla blanca, me percate como las gotas de agua que aún permanecían en mis cabellos, caían sobre mi espalda. Tome una pequeña toalla de mano y proseguí a secarlos.


      Me senté en el borde de la cama para continuar lo que me encontraba haciendo, de pronto divise a mi lado mi teléfono celular, que continuamente parpadeaba la luz de notificación de un nuevo mensaje. Lo tome, deslizando el patrón de seguridad y, en efecto, era un mensaje de texto, que decía:


« Hola, no hemos recibido ni una noticia de ti, su majestad »   


“Si será desgraciado” Pensé cabreado ante su anuncio.


      Por un momento me rehusé a no contestarle, sin embargo, me decidí por optar en darle alguna respuesta, después de todo, se había tomado las molestias de hacerlo. Seleccione su número telefónico, esperando a su contestación, después de tres timbrazos, respondió:


- Su majestad, esto no es muy propio de usted –


- Deja tus estupideces para otra ocasión, Suigetsu – Dije molesto ante su ironía.


- Ya va, cálmate no es para tanto –


- ¿Y  Bien? – Le inquirí rápido, directamente y sin rodeos.


- ¿Ya has hablado con ella? –


- No… aun no lo hago – Mencione sereno, sabía muy bien de quien hablaba.


- Ya sabes… Deberías -


- ¿Por qué debería hacerlo? – Pregunte carente de asombro.


- Su humor… es pésimo -


- No tiene nada que ver conmigo – Dije inexpresivo. Si bien, era de esperarse que esa idiota aun siguiera sumida en su propia amargura, eso a mí no me tendría que importar.


       Pero mi última actitud que torne con ella, debió haberla confundido un poco, porque también lo fue para mí. Si ni siquiera yo mismo se la razón por la cual me mostré así.


- Bueno, en realidad a mí tampoco me da mucho interés pero… es deprimente verla así -


-…- Aguarde un poco de silencio, captando en mi memoria sus palabras, ya que debía hacer algo al respecto y, eso era, porque él nunca me pediría algo si no fuese necesario.- Bien… lo tomare en cuenta.


- ¡Perfecto! Con eso el asunto quedara arreglado -


        Le escuche musitar un poco más aliviado al otro lado del parlante, después de unos minutos nos despedimos sin tantas formalidades como se suele hacer. Me colgué un pijama para dormir, ya que la noche se encontraba un poco fresca, me recosté en mi cama, apagando con anterioridad la luz, esa noche la luna se hallaba en su total resplandor, incluso su luz natural se adentraba en mi habitación, desde la ventana aun lado de mi cama.


      Me quede observando por instantes el techo color blanco, que hacia juego con el resplandor blanquecino de la luna, fue entonces que me decidí: tome mi teléfono móvil que coloque en la mesilla de a lado derecho, mire la hora en la pantalla; 11:30 pm.


      Si estaba consciente que a esa hora yo ya hubiese estado apoderándome de mi primer sueño, pero no me intereso del todo, aun no podía conciliar el sueño y eso, solo era por la culpa de Suigetsu. Localice de inmediato su número y comencé a esperar respuesta. Aunque ya era un poco tarde para estar llamando, no le vi el problema.


      Sonó cuatro veces seguidas, cuando iba a finalizar la quinta, anunciando el buzón de voz; atendió.


- ¿Hola, quien habla? -


      Por segundos titubee al querer responder, no obstante proseguí con lo que tenía en mente. Aunque claro, no estaba del todo seguro.


  - Deberías colocarte los anteojos antes de contestar – Anuncie con tono serio.


- ¿Sasuke? -


      Se podía escuchar un tanto asombrada, como si la hubiera tomado por la espalda; desprevenida y claro, literalmente así había sido.


- ¿Qué sucede? ¿Perdiste el habla? – Solté sarcástico.


- Claro que no tonto… solo -


       Se quedó callada durante unos instantes, el silencio me gustaba, pero en esta situación, no mucho, así que continúe:


- ¿Ya te encontrabas dormida? – Pregunte, intentando sonar con interés.


- Ah, si… suelo dormir temprano -


- Si, es propio en ti – Dije, con ciertos recuerdos viniéndome de repente.- Con lo que adoras dormir.


- ¡Cállate! -


       Exclamo tan impaciente como de costumbre, nos quedamos los dos en silencio durante otros inquietantes minutos, que para mí, se estaba por convertir en una molestia y, claro, eso ya era decir poco. Aun no hallaba la razón por la cual había hecho esa estúpida llamada, simplemente quería aventar e teléfono, destruirlo y dejar de seguir haciendo al tonto. Entonces ella hablo:


- Gracias Sasuke… pero la verdad, no tenías por qué llamarme, estoy bien, no es como si no te necesitara para respirar -


      A como era ella, pude imaginarme una sonrisilla escapársele de sus labios, cuando termino sus palabras improvisadas.


- Lo sé – Respondí.- Si no ya estuvieras tres metros bajo tierra.


- ¡Ya basta! No juegues conmigo -


- ¿Jugar? – Pregunte haciendo como si no entendía a lo que se refería.


- Te lo diré una vez más, Sasuke. A ver si así lo comprendes de una vez por todas.


       “Diablos” Pensé. Ahí me encontraba yo de nuevo, mostrando mi estúpida actitud, la cual, seria inmediatamente atajada.


- No soy estúpida, no tanto como lo piensas, estoy segura que solo me llamas porque Suigetsu te metió la duda en la cabeza, de lo contrario, no estarías haciéndolo… ya te había dicho antes, no me vengas con tu grata amabilidad por que no te va, si no lo comprendes de esa forma, bien lo diré: si te causo tanta repulsión como siempre, no te hagas el chico lindo conmigo, porque créeme, no lo necesito -


      En esos momentos que me había gritado con furor, hasta casi desfallecer en el camino, me di cuenta de lo idiota que me he comportado con ella, era tanta mi oscura percepción, que no lo captaba. Si bien no me agradaba del todo, tampoco la odiaba, ni siquiera su asquerosa personalidad hostigosa, que solía irritarme en más de una ocasión.


      Como era de costumbre, no refunfuñe ante su aclaratoria. Era algo que no me causaba ni la más mínima gracia, tampoco sentía molestia alguna, solo inconformidad.


- Si, tienes razón – Le dije con voz seria, proseguí.- Pero también, estas equivocada.


- ¿Disculpa? ¿Acaso no es así? Si no entro en tu cabeza, ya no me interesa, después de todo ya estas lejos, así que déjalo… olvídalo -


     Acto seguido, descolgó la llamada, dejándome un poco aturdido por su estúpida voz, que aún me retumbaba en mi tímpano. Alce mi teléfono móvil incrédulo.


¿Qué carajos? Ahora mi línea tendría una deuda más grande.


-…- Suspire cansino al recordar toda la conversación. Me quede durante un largo rato tirado sobre mi cama, en la misma posición; inerte. Por ultimo opte por continuar con lo que no había comenzado, cuando me acosté en mi cama; dormir. Hubiera preferido haberlo hecho.

Notas finales:

Y que tal les parecio? Siento que esto este tomando su tiempo, con respecto a las parejas, pero ps cada quien tenia su vida y sus "gustos" y no me gusta la idea de que PUM amor a primera vista, primero deben de pasar por un corto periodo xD...

Bueno espero les haya gustado y que ojala dejen algun Rewiens, bueno solo para saber que tal les parece. Nos vemos la proxima semana.

PD: Para los que sigan o lean mi otro FIC, lo publicare el viernes. me atrase con el =.=, bueno besos.. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).