-¡Ya llegué! -la voz del joven se dejó escuchar por toda la habitación, había sido un día duro, y lo único que le apetecia en esos momentos era tumbarse sobre la cama y dormir hasta el día siguiente.
Le pareció extraño no escuchar respuesta a su saludo, pero optó por dejarlo pasar, al menos por el momento, tal vez habían salido y en un rato regresarían. Bueno, pues el no los iba a esperar, estaba demasiado cansado.
Se dejo caer con pesadez sobre la cama que compartía con el par de hermanos, siempre dormía en medio debido a que a ambos les gustaba usarlo de osito de peluche y abrazarlo de noche, dejándolo sin posibilidad alguna de escape, total, ya estaba acostumbrado, y, jamás lo admitiría en voz alta, se sentía bien saber que lo necesitaban en todo momento.
Un suspiro escapo de sus labios al tiempo que hundía la cara en la almohada, consideraba seriamente dormirse así como estaba, vestido y sucio gracias a la tierra, pero inmediatamente lo reconsidero, no quería oler mal, por lo que con toda la flojera del mundo se levanto y arrastró los pies (literalmente) hasta el baño para preparar la tina.
Una vez hecho se desvistió sin prisa alguna y entró en ella, largando un suspiro de satisfacción, se sentía muy bien, y su adolorido cuerpo se lo agradecía infinitamente.
No supo cuanto tiempo permaneció en la misma posición, con las piernas extendidas, los brazos a cada lado y por fuera, y la cabeza echada atrás. Cuando abrió los ojos se encontró con dos pares de ojos negros que le miraron con intensidad. Sobresaltado se sentó derecho, su piel lucía como una pasa, aparentemente se había quedado dormido sin darse cuenta. Miró por la pequeña ventana, estaba aun más oscuro que cuando llegó, así que debería haber pasado bastante tiempo.
-Lo siento, creo que me quede dormido -sonrió para ambos, pero no consiguió respuesta alguna, se estremeció un poco ante las miradas tan penetrantes que le dirigían y bajó la mirada avergonzada de vuelta al agua -en un momento salgo y les preparo la cena ¿está bien? -recibió un asentimiento por parte de ambos, aunque no se movieron de sus lugares, recargados en la pared, sumiendose así en un silencio bastante incomodo -emm... necesito vestirme -silencio -¿pueden salir para que me vista por favor? -esta vez los miró directamente a los ojos, le dieron su respuesta, pero no la que esperaba, ya que está vez no se limitaron simplemente a negar en sincronía, sino que se fueron acercando lentamente hasta donde se encontraba.
-¡Ahhh!!! -un grito de terror escapó de su garganta, lastimando un poco sus cuerdas vocales. El corazón le latía con violencia en el pecho al punto de querer salir de este y el sudor empapaba la camisa y la chaqueta sobre su torso.
Miró en todas direcciones, percatandose en el acto de que aún era de noche y que estaba sobre el piso metido en su saco de dormir.
Llevó la mano derecha hasta donde estaba su corazón y estrujó fuertemente la tela, tratando de tranquilizarse un poco, mientras que la izquierda la ponía sobre sus dorados cabellos, jalandolos con desesperación, pero es que, ¡¿qué mierda había estado soñando?!
No se entendía ni el mismo, esta bien, era normal soñar con cualquiera de sus compañeros de equipo, pero no de la manera en la que el lo había hecho.
¡¿Pareja?! ¡¿En serio?!
Lo peor no era eso, no señor, lo peor de todo era que no solamente había soñado con un Sasuke, sino con dos ¡DOS!
¿Cómo era eso siquiera condenable?
Si, lo quería y apreciaba como un miembro de su familia, pero no era para tanto, ¿o sí?
No era tan tonto como todo el mundo creía, tal vez un poco despistado, pero sabía distinguir a la perfección sus sentimientos, y podía afirmar con toda la seguridad del mundo que no eran sentimientos de hermandad los que el Uchiha despertaba en su corazón desde el momento en que volvió a la aldea al termino de la guerra.
Contempló el vendaje de su mano derecha detenidamente a la luz de la fogata, recordaba con precisión cada uno de los eventos antes y después, lo que mas le marcó de todo ello fue ver la sonrisa y lágrimas del terco pelinegro, marcando así el inicio del latir desenfrenado de su corazón cada que lo tenía enfrente.
Le amaba desde lo mas profundo de su alma, ya no podía negarlo mas, y aunque desconocía si era correspondido, de una cosa estaba seguro, el lazo que compartían era irrompible.
-¿No puedes dormir dobe? -la voz de su amigo lo sacó bruscamente de sus cavilaciones, logrando que le mirase con una sonrisa que se reflejaba en sus azules ojos.
Negó un poco con la cabeza, no le apetecía mucho romper la paz tan agradable que se había instalado, regresando sus ocelos de vuelta al fuego.
Atisbo con el rabillo del ojo como se levantaba para ir hasta el, con todo y saco de dormir, se instalo junto a él y entre ambos se sumieron en un silencio cómodo.
Bueno, ya no le quedaban dudas, tal vez era momento de decirle sus sentimientos, y, quien sabe cabía la posibilidad de saberse correspondido.
Con esos pensamientos se recargó sobre el hombro de Sasuke y entrelazo ambas manos, quedándose dormido al instante.
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