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Memorias por Circe 98

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Notas del capitulo:

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, buenas madrugadas, depende de la hora en que me lean.

Primero, Yu-Gi-Oh! Es propiedad de Kazuki Takahashi, partes importantes de la trama de este fanfic son a base de su obra original pero también vuelco parte de mi imaginación a base de una teoría que creé hace mucho rato.

Segundo, contador de palabras.

Total de palabras: 2106

Tercero, espero que lo disfruten

Siempre estaremos juntos. Fue lo que un príncipe egipcio prometió al futuro Horus. Algo que Atem mismo más tarde vería como un juramento de Seth a Horus. ¿Por qué seguía empeñado en decir que su hermano era tal Dios? Era algo que ni con ayuda del tiempo mismo podía definir, tal vez era por el sencillo hecho de Yami, quien enamorado de este, ansiaba poder tener un acercamiento a Yugi de la misma manera en que Anzu trataba de tener uno con él.

Veía que Yami admiraba el texto hierático que aparecía en la pared en la que él mismo hizo aparecer aquello, hiriéndose más al grado de pensar en el tiempo invertido para ser él mismo con quienes una vez quiso. El tiempo que le tomó adivinar lo que pasaba y la razón de ser ligeramente huraño con su compañero una vez resuelto el problema de sus memorias.

Claro, haciendo mucho más énfasis en recordar el dato faltante.

Mejor dicho los datos faltantes. Ambos referentes a los días de su sufrimiento al perder el alma de Yugi. Ver cada fecha… dolía. Cada recuerdo grabado por dos en lo que era él, en ambos.

Pero más dolía saber la razón de ese sufrir. De una existencia que ya no debía estar más.

—¿Por qué dijiste eso la otra vez? —preguntó el de piel clara, sabiendo que el moreno le acompañaba en ese lugar. No era secreto que comenzara de a poco a ir solo para ver eso, rememorando cada fecha, desde el día de su liberación hasta el momento de su regreso—. Lo de ser un jodido marica muerde almohadas.

—Es lo que pensabas decir —respondió, levantándose de hombros por lo mismo—. El mito de Horus y Seth, ¿recuerdas?

—Sí —sonrió vagamente.

Aquel mito tenía distintas versiones según las traducciones y tiempos que fueran sacados. La que más le gustaba a ambos era en la que Seth invitaba a su sobrino a una comida, aceptando este gustoso del mismo. Horus y Seth terminaron en el lecho del último, teniendo relaciones anales. El dios que reencarnaría en cada rey de Egipto fue a contarle a Isis, su madre y, siguiendo las reglas de esta, sacó el semen de Seth y lo lavó en el río; luego, le dejó su propio semen a su madre, quien la pondría en la lechuga, comida favorita de su tío y la comería.

Viéndolo así, era obvio que Atem los llamara de aquella manera pues habían mordido una almohada antigua si hubieran sido Horus en algún tiempo. Incomodidad comenzó a recorrer al de piel blanca, recordando las veces en que… estar de esa manera con Yugi mientras ambos podían convivir dentro de la mente de ambos era posible no se le hacía para nada despreciable.

—Lo besaste, ¿verdad? —cuestionó Atem, logrando que Yami regresara de sus pensamientos, alarmado—. Besaste a Yugi una única vez. Lo tienes dos veces en tu memoria, la que él te dio, parte de la promesa que hicieron y la que tú creaste.

El moreno casi se rio al ver los nervios que tenía Yami, mirando la pared con tal de hacer como que no le hizo caso alguno. Si Yugi lo viera, diría que era adorable mientras que Heba no lo reconocería como el gran futuro rey que fue.

—Quizá… —respondió Yami, sin voltear a verle.


Fue el día más distinto que jamás tuvieran ambos al despertar. Largo tiempo había pasado desde la última muerte que ocurrió en palacio hacia los demás hijos del Rey, no quedaba nadie salvo ellos dos, deseando que Atón no muriera por temor a lo que Heba hiciera.

No confiaban en él, no tenía coraje alguno. Shimon quería a ambos por igual pero no paraba en decir —o pensar, como sería verdaderamente— en que el príncipe Heba no era digno de cargar la espada, al menos no a tan corta edad.

Sin embargo, no quería decir que no deseara el bienestar y la salud a niño tan enfermizo y con bastante recelo de los Dioses, quienes le castigaban de varias maneras. Siendo Atón quien le cuidara, mucho. Una protección digna de entrar en los siguientes papiros para ser colocados en la tumba de su próximo rey y que perduraran al fin de los tiempo.

Una niña muy peculiar junto a un varón había llegado desde hacía una temporada completa pero se hicieron con una verdadera amistad con Atón. Sin embargo, ambos demostraban una repulsión hacia este, muy evidente.

¿Qué se traerían entre manos aquel castaño y aquella rubia?

No quiso saberlo, tal vez lo averiguarían luego de que Atón y Heba salieran de aquel entrenamiento.


Si había algo que Heba hacía, era confiar en su hermano de manera ciega, al grado de que muchos le llamaban tonto por hacerlo. ¿Qué les importaba? No conocían de aquella manera a su hermano, nadie lo sabía, nadie había compartido tantas noches y tardes, jugando, creciendo, practicando, mejorando, hablando… en fin, hacían todo que se conocían muy bien, incluso podía vender su alma a Anubis con tal de decir que sabía lo que Atum pensaba.

Pero Atum tenía comportamientos demasiado raros desde que el niño castaño había pisado el palacio. Sí, dejaba que trabajaran juntos por la extraña necesidad de este por proteger a su hermano de cualquier peligro, por muy pequeño que este fuera; empero aquel día todo fue más raro aún. No le saludó y le obligó directamente a ir a entrenar.

Ambos buscaron una espada pero, tan pronto como Heba la tomó, recibió un ataque colérico de su hermano, asustándolo. Estaba atacándolo como atacaba a cualquiera, no un simple entrenamiento. Recordaba cuando Atón peleaba con cualquier enemigo capturado, aquellos rehenes que quedaban luego de intentos de atacar a Aknamkanon. Veía eso, lo veía atacando con fuerza animal, un deseo de acabar con esos seres.

Logró bloquear gran parte de los ataques, temiendo que le hiriera, acabando con sus energías, llevándolo al límite de su resistencia. Lo único que lograba ver en aquel ser era a un enviado de Seth o Anubis, inclusive a la mismísima bestia de Maat para llevarlo definitivamente al otro mundo, donde alguien descargaría su ira con todo gusto.

Quiero que sepas que te voy a proteger de cualquier mal que quiera hacerte daño. Ni los dioses podrán tocarte.

Heba quiso salir de allí, corriendo para dar la alarma a cualquier guardia. Quería llorar al tener a un mentiroso como hermano, a un títere. Estaba viendo lo que todos decían: era crédulo. Creyó en palabras que en ese momento no eran más que un fantasma. Un fantasma que se burlaba de él, siendo el único en recordarlo.

Lo prometo. Nada te hará daño.

Con un grito casi animal, logró deshacerse de Atón, noqueándolo momentáneamente y salió de allí, tratando de llegar a su única salida pero éste se le adelantó. El monstruo que tomó la piel de su hermano le jaló del tobillo, provocando su caída. Se dio de bruces con el suelo, rompiéndose la nariz en el acto. Pateó y se retorció todo lo que pudo, quedando con la espalda contra el suelo. Se logró levantar, a duras penas, defendiéndose con cansancio y estupidez, logrando derribar nuevamente a Atem quien, de manera diabólica se puso de pie, con la espada en mano. Detuvo los primeros intentos de clavarle la espada, con lo poco que le quedaba de fuerza, con aquella esperanza que le decía que no era lo que creía.

Gritaba rogándole que se detuviera. Le suplicaba piedad a ese ser. Qué no habrá hecho, se rebajó a suplicar como un vil criminal, cosa que no era en aquel tiempo.

Sin embargo, un dolor profundo dolor le invadió desde el pecho. Levantó la mirada, encontrándose con una sonrisa de satisfacción combinada con una mirada sacada del mismísimo Inframundo, podía catalogar la mueca como un alma que fue devorada por Maat al ser una pecadora tremenda en busca de venganza, contra él, algo que debió haber hecho en su vida pasada. Un castigo de los Dioses que su propia sangre le matara. Era una maldad satisfecha.

Las fuerzas iban abandonándole de a poco, sangre saliendo por su boca, sangre escurriendo por su nariz. El ser le soltó bruscamente, cayendo al suelo sin fuerzas. La visión iba desapareciendo, tornándose borrosa lentamente, cerrando un cuadro, para volverse negra finalmente.

Lo último que logró sentir antes dé, fue el golpe seco de su cabeza contra el piso, soltando un suspiro.


Desde que había despertado, Atón se sentía extraño, como estar en un cuerpo que no era propio del todo. Tenía las sensaciones pero no el control. Y, sin embargo, en un punto llegó solo a ver en rojo, un rojo que no podía sacarlo de un estupor. Un estupor que solo conoció cuando lidió verdaderas batallas. Como aquellas donde lidiaba con los criminales, obviamente, bajo el permiso de todos aquellos adultos que debían cuidarle. Era excitante porque significaba lo buen guerrero que podría ser, aunque debiera pensar con la cabeza fría.

Lo que le regresó a la realidad fue totalmente diferente. Usualmente, su hermano era quien le tocaba el hombro, zarandeándolo mientras le llamaba de manera suave. Lo que aquella vez le regresó a la realidad fue el grito de una niña. Esa niña, reconoció, era Mana, la rubia. Se preguntó qué lograría alterarla a tal magnitud. Estaba confundido, jamás le había pasado recién despertar todo ese estupor. Sintió algo viscoso, frío, resbalar por su rostro y cuerpo. Llevó una mano a su cuello, limpiándolo, descubriendo sangre. Temeroso de lo que encontraría, bajó la mirada hacia la espada que estaba clavada frente a él.

Heba. Heba yacía sin vida en el suelo, una espada atravesando su pecho, en el corazón. Los ojos cerrados. Con miedo se acercó a este, acunándolo entre sus brazos, sacando el arma homicida con rapidez. Giró el rostro, observando a Mana.

—¡Mana! ¡Ve por ayuda! —exclamó al borde de un ataque. ¿Qué había pasado? Lo abrazó con tanta fuerza, escondiendo su rostro en el cuello y hombro izquierdo de su hermano. Había roto su promesa de mantenerlo siempre con bien, de que nada le haría daño. De que nadie le haría daño.

La rubia se fue de aquel lugar, corriendo, gritando a todo el mundo que fuera a aquel lugar. Shimon fue el primero en escucharla, la detuvo a medio camino, tomándola de los hombros y exigiéndole que le dijera qué pasaba.


—Perdóname —susurró, permitiéndose llorar. Se aferró más a aquel cuerpo, quedando en una posición que a Yami le recordó cuando jugó contra el alma de Yugi la primera vez, diferenciándose por dónde estaba su rostro. Gruesas lágrimas escapaban de sus ojos, ya se había resignado a eso, a que nunca vería la sonrisa de Heba, a que jamás escucharía sus pláticas, a nada más, que olvidaría su rostro con el pasar del tiempo. A que se resignaría a tener que rogarle a los Dioses porque sus mensajes llegaran—. No me dejes… Por favor… Vuelve… Perdóname…

Estaba destrozado. ¿Qué había hecho?

Desde ese instante, todo pasó demasiado lento para Atón, viendo cómo Shimon entraba junto a varios médicos y con Aknamkanon justo detrás, viendo todo el alboroto. Mahad se escabulló junto a Mana, tratando de arrebatarle el cuerpo de Heba.

De allí en más, todo fue demasiado lento. Demasiado lento y doloroso.


O así lo recordaba Atem, un suceso que aún marcaba su vida. Incluso en su no-vida, siendo Yami el que vivió aquello.

Le era gracioso, de distintas maneras, había sucedido lo mismo. Por eso no quiso incluir aquellas dos fechas en donde era bastante más obvio su sufrimiento. Por eso no las anotó, porque él mismo recordaba el suceso de perder a Heba, aquella instintiva forma en que Yami acunó a su compañero fue la misma en que él lo hizo con el cadáver de su hermano, solo que variando, pues había adquirido una costumbre como la japonesa, siendo vigilado por Anzu y dos completos desconocidos. Debía ser discreto.

—Sigue doliendo —dijo Atem, al aire, observando una pared distinta, donde había japonés escrito. Hierático la vida de Yami, japonés para la de Atem. Igual, careciendo de varios datos, incluido aquel.

—No puedo comparar mi pérdida con la tuya —respondió Yami, siendo consciente del pasado de su compañero—. Las diferencias están muy marcadas.

—Desde un inicio —respondió, sin mirarle—. Pero también muy cercanas.

Ambos guardaron silencio mientras veían desaparecer aquello. Fue lo suficientemente fuerte como para quitarles a ambos las ganas de ver más. Siempre les rodeaba una fuerza lo suficientemente capaz como para quitarles a quienes más querían.

De manera definitiva, jamás estarían acompañados del alma más pura jamás vista.

Notas finales:

Juro que en mi defensa, fue por ver una imagen sumada a ¿por qué no ponemos a Heba verdaderamente como alguien importante y a la vez sin relevancia? ¡Ja! ¡Cómo no! Juro que comenzaba a ver imágenes así, en DA y Google Images de Atem y Yugi cuando me salta una donde Atem ataca a Heba (porque era moreno, por eso sé que es Heba) de manera casi asesina, violenta. Y luego otra donde Atem ve el cuerpo, sonriendo, de Heba con una espada atravesando el pecho y luego me acordé de Heba en sí y lo que es el arco de las Memorias del Faraón (el cual, técnicamente, solo abarca dos o tres días de la vida del mismo. Sí, exacto, desde su coronación hasta el momento de su muerte. En fin, este es el resultado. TODO Memorias.

Para mí, darle sentido a esas imágenes fue de lo que todo mundo sabe: Zorc Necrophades como el culpable. ¿Por qué? ¡Qué más! Basta con solo ver el anime para saber que lo quiere débil y le encanta regocijarse de su inminente victoria. Así que pensé: crea a Heba, creale un pasado junto a Atem y luego, bórralo para que el manganime tenga sentido. ¡Ja! Así que, sí, encaríñense con él porque en los próximos veré cómo demonios desarrollo lo del anime, cuando lea el manga completo (en español por favor, tengo flojera de hacer uso de mi no-muy-buen-inglés para leerlo completo (porque decide esperar a que DarkAtemNoFansub lo siga traduciendo, no importándole aunque bien podría irse directo al mundo de las memorias pero non importa) (peroconesenotanbuenusodelinglésquetienesgraciasatusañosdeestudioporpartedelaescuelapormásquefueralamismacosadurantetantotiempotetradujisteunlibroyestásponiénoleelojoavariosficsdeBlessendeyvariasautorasmásniquédecirdesilepusierasempeñoleeríasenitalianofrancésportuguésymásidiomasporquelosentiendesaunquenollevarasunaeducaciónsobreestosmismo)

En fin n-n nos leemos y perdón por tanta nota, necesitaba expresarme ^^U

Mattane!


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