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Memorias por Circe 98

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Notas del capitulo:

 

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, buenas madrugadas, depende de la hora en que me lean.

Primero, Yu-Gi-Oh! Es propiedad de Kazuki Takahashi, partes importantes de la trama de este fanfic son a base de su obra original pero también vuelco parte de mi imaginación a base de una teoría que creé hace mucho rato.

Segundo, contador de palabras.

Total de palabras: 2867

Tercero, espero que lo disfruten

Tres días después del ataque de Bakura al palacio, el cuerpo del antiguo rey Aknamkanon fue enterrado nuevamente, los Guardias eran más del doble en aquel lugar, vigilando que nadie entrara nuevamente, cuidando el cuerpo del faraón. Incluso se atrevieron a llamar a muchos más guardias, sabiendo la magnitud del pecado que cometía el ladrón.

Simultáneamente, al este del palacio en la arena de los usuarios mágicos, los sacerdotes estaban allí reunidos para contrarrestar la magia de Bakura y su Diabound, listos para fortalecer a sus monstruos y a ellos mismos.

El lugar tenía dos filas de guardias, previniendo que alguien violara la seguridad de afuera, listos para dar la vida por el faraón.

—¿Están listos? —preguntó Shimon, bastante emocionado aunque lo negara de serle encarado—. Para este duelo, los sacerdotes se dividirán en dos equipos de tres —comenzó a decir las reglas para el enfrentamiento. Atem estaba sentado en el trono que la sala disponía, preparado para ver cómo aquellos hombres y mujer se defendían y peleaban, queriendo vislumbrar finalmente su capacidad—. Cada equipo tendrá a su disposición tres lápidas de piedra.

Atem, sentado, se cruzó de brazos y se quedó escuchando. Aunque fuera vagamente porque su mente solo le llevaba a recordar al Mago de las Ilusiones de Mahad y ser mencionado para alguien que no era aprendiz de Mago.

—Cada uno puede convocar un monstruo, pueden usar lápidas selladoras del santuario o convocar a sus propios Ka.

En un equipo se encontraban Aknadin, Seto y Shada mientras que los restantes, Isis, Mahad y Kalim, estaban del otro lado, dispuestos a ganar. Aunque cada uno con una visión distinta a la del contrario, muy específico en el joven portador del Sennen Rod quien veía bastante aburrido a sus compañeros y contrincantes durante esa batalla.

—El equipo que derrote a todos los monstruos del oponente, gana —terminó de anunciar las reglas Shimon y, luego, se colocó al lado del joven faraón.

—¡Diaha! —exclamaron todos los que se enfrentarían.

Los sacerdotes Seto y Shada convocaron a sus monstruos Ka: Duos y Zerua; simultáneamente, Mahad e Isis hicieron lo mismo, convocando a su Mago de las Ilusiones y a Spiria. Kalim y Aknadin no convocaron nada, dejando las tres lápidas selladoras intactas.

El primer ataque lo lanzó Seto, atacando al equipo de Mahad quien utilizó la habilidad especial de su monstruo, la Maldición de las Ilusiones. Justo cuando iba a llegar al monstruo de Seto, el sacerdote Aknadin convocó a un monstruo de lápida, llamando al Dark Ushebit, desviando la Maldición de las Ilusiones a él, dejando libre al Duos del portador del Sennen Rod.

Isis no se quedó a la espera de que Seto destruyera a alguno de los monstruos y activó la habilidad especial de su Spiria: la Barrera del Arcoiris. Seto se sorprendió al ver el muro defensor.

Shimon compartió su pensamiento con el faraón, diciéndole que la fortaleza del equipo de Mahad aunque fueran solo dos personas, era bastante buena puesto que no permitían el avance de la fuerza bruta del equipo de Aknadin, haciendo referencia únicamente al sacerdote que quería atacarles.

Shada también activó la habilidad especial de su monstruo, borrando así la Barrera Aroiris de Spiria, al ver eso, Kalim también convocó a un monstruo de la lápida de piedra, sellando así a Zerua en una gigantesca telaraña.

Seto se rio un poco, prometiéndole devolverle el favor a Shada y a Aknadin por lo que habían hecho momentos antes por lo que atacó a ambos monstruos, causando sorpresa en el equipo contrario y en su mismo equipo, provocándole dolor a ambos hombres, primero duplicando y luego triplicando el poder de ataque del monstruo Duos. Con una mirada que daría miedo a cualquier niño y ponía nervioso a los adultos, acompañado de una sonrisa, se encargó de eliminar a todos los monstruos, provocándoles dolor a los demás, teniendo que ser parado por Shimon quien le concedió la victoria aunque algo inmerecida a su parecer.

Incluso a Atem le pareció injusto la forma en que ganó el más joven de los sacerdotes pero no lo dejó entrever al analizar perfectamente la estrategia usada.

El sacerdote Seto regañó a Mahad por la debilidad del monstruo y obligándole a reforzar el Ba para darle mayor fuerza a su Ka, Kalim le preguntó qué sentido tenía usar ese tipo de estrategia a lo que solo bufó y le restó importancia absoluta al tema de sacrificar a unos aliados con tal de ganar.

—Sacerdote Seto —le llamó Atem. El joven le preguntó la razón de ser llamado sin faltarle el respeto aunque bastante molesto. El rey sonreía compasivo y tranquilo, sacando un poco de quicio al sacerdote—, una estrategia de batalla que se basa en la fuerza a veces revela una debilidad imprevista.

El sacerdote de ojos azules gruñó ante lo dicho. ¿Qué significaba eso? Su estrategia era perfecta. El rostro del faraón abandonó la sonrisa y se puso bastante serio, revelando la inconformidad a través de sus no-muy-expresivos ojos.

—El verdadero poder no significa herir a tus amigos.

—¿Entonces qué es realmente el poder? —preguntó, modulando el tono de su voz para no revelar lo molesto que estaba—. Sonará presuntuoso de mi parte pero agradecería una instrucción del Gran Faraón —continuó, ya mostrando cada vez su enojo por los ojos—. ¿Sería posible para usted aceptar un Diaha aquí y ahora?

Shimon se adelantó para negar el combate, alegando que estaba cometiendo un insulto al rey, pero Atem se levantó del trono, aceptando el desafío, sorprendiendo a su visir al verle tomar un lugar para tener un diaha. El joven castaño sonrió, dispuesto a hacerle frente al poder de los Dioses con tal de tener una idea de qué tan fuertes serían y qué tanto necesitaría buscar para ganarles. Sin embargo, Atem le negó la oportunidad, alegando que no los usaría y que una sola piedra le funcionaría.

Seto se preparó para una verdadera batalla, cualquier monstruo dentro de las lápidas le encantaría para ver a qué se refería su rey. Le informó lo necesario para derrotar a su monstruo pero Atem se negó rotundamente, demostraría que no los necesitaba para hacerle entender o, al menos, enseñar que no todo era fuerza bruta.

Shimon estaba nervioso por lo que su joven faraón estaba haciendo. El joven de ojos azules convocó a su monstruo Duos mientras Atem llamaba a Kuriboh, ganándose todas las miradas incrédulas por lo pequeño que era el monstruo, enojando más al sacerdote del Sennen Rod al creer que se estaba burlando de él.

Sin embargo, lo único que hizo fue destruir la lápida de piedra, creyendo que ganaría de inmediato al negar la convocación de esa cosa. La sonrisa de satisfacción en su rostro le hizo entender a Atem lo que pensaba y le negó la victoria al momento de ver que en cada fragmento de la lápida aparecía el monstruo. El faraón llevó una de sus manos a la cadera, colocándola allí y poniendo la expresión más parecida a la superioridad y de victoria. Todo el palacio sabía que el joven rarísimas veces demostraba sus emociones, mayormente se inclinaba a la seriedad o desprecio, las cuales conocían perfectamente.

—Este Ka tiene un poder especial, cuando la lápida es destruida, se multiplica —Mahad notó que podría ser la primera vez en que Atem se regodeaba de una victoria, eso lo aseguraría a ciegas porque nunca le vio sonreír de aquella manera—. ¡Si atacas sin pensar, pierdes! —aseguró.

Los Kuriboh salieron de los fragmentos de la lápida y comenzaron a pegarse en Duos, iniciando por su espada, evitando que atacara.

—¡Mira! —la sonrisa en aquel rostro no desaparecía. Shimon podía decir que era un nuevo récord que sonriera porque desde niño era tan… frío y carente de emociones que le sorprendía verdaderamente que tan profundo podía llegar a ser y, a la vez, que tan fácil debiera ser el ver sus emociones—. Esto es lo que quiero decir con el poder.

El Duos de Seto fue destruido ante los ojos impresionados de los presentes. Incluso un monstruo tan insignificante podía causar tanto daño. Seto estaba molesto mientras que Atem sonreía en victoria.

Abandonó el lugar, dejando a un muy furioso sacerdote Seto y a los demás sorprendidos por su capacidad de usar monstruos tan débiles y derrotar a uno más del quíntuple de fuerte que esos.

¿Qué escondería el joven faraón?


Atem regresó al palacio, buscando su habitación. ¿Qué había sido eso? Más allá de la demostración que el castaño de ojos azules había pedido, fue una demostración de sus sentimientos.

Incluía que lo que le había puesto en aquel estado era la derrota del Mago de las Ilusiones de Mahad, recordando a una voz que le decía que desearía tener un Ka parecido al de él. Pero quién. ¿A quién le pertenecía aquella voz?

¿Por qué era tan insistente que la reconociera? ¿Era de alguien que trataba de dejarle un mensaje?

Tenía tantas preguntas pero no las iba a decir a nadie. No, no eran importantes, lo más importante era velar por la seguridad de Egipto. Eso era lo que debía llevarse su atención. Nada más, nada menos. Con Bakura suelto, ahora debía tener la cabeza fría, nada debía distraerle. Si una simple demostración de un sacerdote de actitud bastante conflictiva le molestaba y distraía de lo que debía hacer, ¿qué futuro le esperaba a Egipto? Ninguno.

Hermano… El silencio es tu mejor aliado, reconócelo porque usarás al silencio de hoy en adelante, estarás unido a él…


—¡Mago Silencioso ataca los puntos de vida directamente! —el oponente de Yugi intentó usar al monstruo del Rey de los Duelistas en contra pero este se negó. Yugi solo le sonrió a su monstruo quien le regresó una seria mirada en la cual el de cabello extravagante encontraba cierto calor y cariño, como si una hermana mayor fuera o un futuro yo que dejaba de ser débil y se mostraba fuerte, como debiera pasarle.

—El efecto de Kuriboh se activa en cuanto me atacas, lo descarto a y así niego el ataque —Yugi tenía a la Barrera Santa, Fuerza del Espejo boca abajo en el campo pero no quería arriesgarse a perder a su mejor monstruo, no podía hacérselo a quien se volvería como un protector. Solo debía aguantar un ataque… pero curiosamente, el oponente terminó su turno, dejando al Garnecia Elefantis en el campo sin atacar.

El Mago Silencioso regresó a su campo una vez terminado el efecto de Cambio de Corazón, acompañando al Espadachín quien descansaba en su mano. Lo convocó, seguro de que nada en la mano y campo del oponente lo negaría y luego activó Salto de Tiempo, causando que su recién convocado monstruo saltara del nivel 0 al nivel 3 con 2500 puntos de ataque.

Los atacantes del Silencio estaban reunidos.

—Utilizo al Espadachín para destruir a tu Garnecia Elefantis y con el Mago Silencioso acabo con tus puntos de vida —ambos monstruos atacaron, dejando los puntos de vida en 0.

Ambos monstruos solo aguardaron a que la proyección terminara, desapareciendo. El adolescente miró a su contrincante quien parecía algo frustrado por su derrota. Había pasado demasiado tiempo creando una estrategia que derrotaría aquel inútil deck del silencio pero se había equivocado al desafiar al duelista silencioso.

Jonouichi había visto el duelo, acompañado de Marik. Ambos rubios aún no podían estar realmente juntos por lo pasado durante el evento de Ciudad Batallas pero estaban decidiendo olvidarlo y empezar de nuevo. Los dos vieron lo que creyeron ver: al mismísimo faraón parado detrás del joven, animándole con su calma imperturbable.

El rubio cenizo creía que lo había visto puesto que realmente no sabía mucho del joven faraón mientras que Jonouichi estaba seguro de que allí estaba. Tan seguro como que durante un año y medio estuvo nuevamente vivo mientras compartía el cuerpo con su mejor amigo.

Desde hacía un tiempo considerable, había descubierto que Yugi usaba ese cartucho regalado por Anzu a Atem pero lo escondía.

Sin embargo, aquel día decidió mostrarlo por primera vez, causando sorpresa y conmoción entre todos sus amigos, incluido él mismo. ¿Qué tanto habría superado ya la partida del faraón si nombre que realmente se llamaba Atem? Recordaba que esos primeros días y meses, no deseaba nada con los duelos pero algo le hizo cambiar de idea aunque no había compartido la razón de aquel cambio. Solo se alegraba realmente de ver qué tanto creció desde que se conocieron hasta ese punto. Deseaba que alguien pudiera mostrárselo en algún montón de fotografías acompañadas de una pequeña leyenda.

Yugi se acercó a su oponente, colocándole su mano derecha sobre el hombro, sonriéndole con cierto cariño.

—Oye, me metiste en un enorme aprieto, de no haber tenido a Kuriboh en mano, me habrías ganado usando a mi propio monstruo —le dijo, tendiéndole la misma mano que tocó su hombro para ayudarle a levantarse. El duelista titubeó un momento en tomarla pero finalmente lo hizo—. Puedes ganarme algún día, tu deck te responde con fuerza.

El duelista le dio curiosidad el cartucho que cargaba, brillando con fuerza unos jeroglíficos extraños. Sin embargo, no pudo preguntar cuando notó al duelista silencioso irse con sus amigos, demostrando que también podía llegar a ser algo infantil. Una imagen que chocaba mucho contra sus adversarios es que el joven Moto era tan normal que nadie repararía en él en una calle tan concurrida por más extravagante que fuera aquel cabello, no se imponía como Kaiba o Pegasus. Sus oponentes debían admitir que era muy distinto cuando dueleaba a cuando era un estudiante más.

¿Qué provocaba ese cambio?


Yugi llegó a su casa, saludó a su mamá y entró a su habitación. Realmente pudo superar la partida pero no quería decir que la melancolía de verle de nuevo no le llegara. No importaba que fuera de día o de noche, soleado o lluvioso, un calor terrible o un frío que no le dejara pararse de la comodidad de su cama. Podía llegar en cualquier momento.

El segundo deseo que había pedido al aire, como si Atem le escuchara era el verle de nuevo. Un deseo tan hueco que, estaba seguro, no sería escuchado. No sería cumplido porque ya era imposible pero al día siguiente y al acabar la clases, Kaiba le había lanzado una memoria USB, diciéndole que solo era basura saturando su memoria.

Aunque, realmente, era la forma de cumplirle ese deseo. Le dio tremenda curiosidad descubrirlo que fue a su hogar lo más rápido posible, acompañado única y exclusivamente de Jonouichi quien también estaba sorprendido y curioso. Los demás estaban con unas actividades extracurriculares que no pudieron ir.

Lo conectó a la computadora, viendo más de un archivo.

Abrió el primero, notando que eran los de los Death-T, el duelo de los Monstruos Encapsulados contra Mokuba. Luego, el Duelo de Monstruos contra Seto Kaiba. Y eran solo eso, grabaciones de los duelos que había tenido su otro yo con numerosos contrincantes. No pudo contener la cantidad de emociones que le golpearon y lloró y rio y gritó.

Hizo tantas cosas que terminó rendido, siendo abrazado por Jonouichi para calmarle. Era la segunda vez que un deseo suyo se cumplía: estaba viendo a su otro yo aunque fuera en una grabación. Podía escuchar nuevamente esa voz llena y saturada de confianza, tan parecida y tan distinta a la propia. Podía notar las diferencias que había entre ambos más notoriamente muy a pesar del estirón que diera en los últimos meses, madurando bastante sus facciones.

El rubio se había dado cuenta desde hacía algún tiempo que entre su amigo y el otro Yugi había existido algo pero no lo definía. Seguía adjudicando todo ese dolor a que sentía como si le hubieran arrancado la mitad de su alma, habían unido ambas para volverse una sola persona y, ahora, la soledad le mataba de a poco. Era demasiado fácil encontrar por allí que se superara y pasara la hoja pero ¿aplicaba en el caso de Yugi?

No, no aplicaba porque era tan distinto perder a alguien ajeno a un mismo cuerpo que a alguien que sí pertenecía. Sino ¿por qué habría reaccionado de esa manera Atem cuando perdió el alma de Yugi? Aquella capa de confianza había sido destruida.

Destrozada, pisoteada, maltratada. Había dejado entrever qué tan desconfiado era, las dudas que tenía, todo. Y si eso pasaba con él que solo fue durante un periodo relativamente corto, con Yugi debía ser peor.

Cuando el joven duelista se quedó dormido, lo cargó y recostó en su cama, una vez hecha aquella acción, mandó a apagar la computadora y salió de la habitación, quedándose con la mamá de Yugi quien, extrañamente, le adoraba como a un hijo más, dejándole incluso que le llamara madre.

De aquello hacía demasiado tiempo, con eso había comenzado a superar de a poco, aceptando a pasos lentos que Atem estaba mejor donde estaba en aquellos momentos y que se halo fantasmal que sintió permanecería para siempre en su memoria, como el más firme recuerdo junto a esos vídeos.

Solo necesitaba verlo en una de esas capturas que hizo, anunciándole que había ganado el torneo y se fue de la habitación, yendo a ayudar a su familia.

Notas finales:

¿Saben algo? La influencia de haber puesto y unido a The Name of the Falcon y luego poner GX está cobrándose seriamente. ¡Pero no importa! Me interesa más terminar este fic! Tengo que terminar uno por mi mero capricho de hacerlo! ¡Es desesperante ver que en total tienes más de 15 fics y no has terminado más que 3 long-fic y varios one-shot o two-shot. ¡Me lo propuse y debo cumplir!

¿Qué más? ¡Me encantaría saber qué piensan del duelo! xD lo tomé como base de uno que tuve en un Power of Chaos jaja xDDDD me salvé teniendo a Kuriboh en mi mano de un ataque pero el condenado casi me ataca con otro monstruo (más poderoso de 2400 puntos de ataque, cabe decir) pero no lo hizo, razón: ¡No tengo ni una maldita idea de por qué! ¡Solo me salvé y gané el duelo! XDDD Pero, ignorando mis experiencias nulas en un verdadero duelo, me gustaría saber qué les pareció ese último cacho porque, como dije, son nulas mis experiencias jugando xDDD

Bueno, ¿que más? ¡Ah, sí! Que este capítulo iba a estar alrededor de las 2 de la tarde (hora México) pero por un maldito juego del destino no se cumplió! Porque el maldito internet se largó ;n; tenía que hablar con alguien importante para mí y bum! que no, no hablas y te ato a la televisión o a escribir hasta que se te caigan los dedos del dolor por pelearte con las letras que no quieren salir (justo como ahora, ando media torpe al escribir porque pongo o no consonantes o vocales donde no van).

Bueno, ya fue demasiada nota, nos leemos!


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