Frente a él había una lápida de piedra. …l cargaba el cuerpo de Kisara. Ella estaba muerta por el ataque de su supuesto padre. Se dijo a sí mismo que él no era digno de cargar con la luz que salvaría al mundo y mucho menos de regresarle el verdadero esplendor, todo por su culpa desde el momento en que nació.
Se sinceró consigo mismo, diciendo que, desde el momento en que la vio, más allá del poder que poseía, deseó encerrarla en su corazón. Siempre supo que estaba consumido por la oscuridad y que ella lo sacaría a flote de una manera, sintió algo por ella y su eterno agradecimiento… La quería a ella por esa historia no contada jamás que pudo pasar de no existir todo el peligro que los rodeaba.
Señor Seto escuchó. La miró impresionado, había sido su voz. Déjeme protegerlo con la luz de mi espíritu.
El castaño se dobló en tristeza. La había visto y quiso intentar algo con ella.
Aknadin arrastró los pies hasta él y le ordenó que fuera el rey, pues ese era su destino, convertirse en rey matando al otro faraón. …l se negó, estoicamente. Nunca sería el faraón. Aknadin entonces se quitó la máscara, revelando lo carcomido de su rostro, la carencia de un iris y el portar el Sennen Eye.
Sabiendo perfectamente la reacción de aquel sacerdote, tuvo que sacrificar parte de su existencia, regresando la otra a Zork. Se fusionó con su hijo, pidiéndole usar su odio contra el faraón, desapareció del lugar, dividiéndose. Una parte suya regresando a Zork, la otra internándose para encerrar el alma de Seto, la parte de luz y dejar la oscura.
Atem apareció, corriendo, herido, exhausto. Hassan había mandado al faraón junto a Mahad, diciéndole lo necesario que era el castaño. Este accedió a irse pero no quitaba el hecho de estar tan muerto como estaba. Si sobrevivía a eso…
Lo llamó, estando en palacio.
Llegó hasta cierto punto, encontrándose con el sujeto que llamaba frente a una lápida con un extraño dragón dibujado en él. El castaño se burló del joven, diciéndole las tragedias que ya habían pasado. Al acabar, la voz de Aknadin se combinó a la de él, haciendo mucho énfasis en ser el responsable de terminar todo.
Fue retado con tal de obtener la corona y título de rey. Todos conocían la leyenda sobre el rey capaz de llamar a un Dios, la recordó, haciendo mucho hincapié a que él mismo tenía uno: el Dragón Blanco.
Atem no pudo pensar mucho sobre el significado de aquellas palabras puesto que el sacerdote poseído juró vencerle.
Dentro, en el alma de Seto, el castaño estaba arrodillado, imposibilitado por Aknadin quien sonreía, narrándole cómo encerró el alma de aquella mujer en la piedra además de que vería cumplido su deseo: el ver a su único hijo como el faraón.
Extendiendo sus brazos y lanzando el grito para una pelea, llamó al dragón, escuchando los sermones de Atem. El gobernante se cubrió del aire provocado por la cantidad de Heka soltado por el dragón, sabiendo que era muy poderoso. Llamó entonces al Mago de las Ilusiones, a Mahad quien no tardó en aparecer un poco más recuperado.
El mago supo que a Atem no le quedaba mucho Ba, no podría convocar a los Dioses, los necesitaría más tarde pero él mismo se cuestionó qué tan poderoso era ya que aquel monstruo era digno de enfrentarse a los Dioses mismos, a él no le quedaba mucho Heka.
Seto ordenó al dragón atacar al mismo tiempo en que Mahad lo hacía, disparándole a la lápida de piedra. El único en desaparecer fue el mago, destruido de manera directa, provocándole mucho más dolor del que ya poseía. La risa del sacerdote poseído se escuchó, acusándolo de ser débil.
Dentro, el tío de Atem reía sin control, jurando que su siguiente ataque iría cargado de todo el odio de años y le aniquilaría de una vez por todas.
El joven rey se dobló en dolo. Le habló a Seto quien pareció responder.
—Incluso si me derrotas jamás serás un verdadero rey mientras seas gobernado por la oscuridad —le dijo. El sacerdote respondió interrogante a lo dicho, confundido—. ¡Toma mi luz! ¡Mátame si tienes que pero tómala! Y pregúntate… ¿Qué tipo de rey eres? En la prisión de tu alma, ¿brillas con orgullo?
Aknadin, seguro por su existencia, le respondió que moriría sin importar lo dicho. Ordenó al Dragón Blanco a atacar, a matar al faraón pero este comenzó a desaparecer, causando la cólera en el anciano.
El dragón regresó a la lápida de piedra mientras Kisara aparecía dentro del alma del sacerdote, diciéndole que no debía ser consumido por la oscuridad, logrando sacarlo. En cambio, cuando Akadin trató de alcanzarlos, el temible dragón apareció, lanzándole el ataque mortal, borrándolo para siempre del castaño.
Hice un deseo al Sennen Eye. Hacer a mi hijo faraón…
El cuerpo de Aknadin desapareció en la nada mientras el de Seto cayó de rodillas, logrando regresarle el control al único dueño del mismo. Este se preguntó dónde estaba y recordó todo de inmediato, sabiendo la decisión de su padre a morir y de haber sido salvado por Kisara. Atem se le acercó y tendió su mano, preguntándole si podía levantarse a lo que el castaño respondió afirmativamente.
Nuevamente el lugar tembló, logrando sacarlos de su conversación. Hassan apareció en el cielo, indicándole a ambos que era hora de regresar a la pelea. Con su fuerza llevó a ambos regreso al campo de batalla donde había demasiadas bajas por parte de los guardias y el demonio seguía intacto.
Tan pronto llegaron, el guardián se dispuso a pelear, sabiendo ya que el faraón estaba demasiado débil y que necesitaba recuperarse solo un poco. Shimon se le acercó, pidiéndole el permiso para usar el artículo de Shada. Este asintió, permitiéndoselo.
Entonces fue cuando el visir se retiró lo que le cubría el rostro, pensando en que protegería a su rey. Utilizando la llave convocó a su monstro Ka: Exodia.
La bestia apareció detrás de todos ellos. Mana estaba peleando sola, con su limitado poder debido a ser nueva en ello, necesitaba más práctica. Los guardias sobrevivientes se alegraron de la aparición de aquella bestia, recordando la épica pelea donde derrotó a 1000 soldados en una sola noche.
—¡Exodia el prohibido! —llamó Shimon, mirando con ira al demonio frente a él—. ¡Quema a nuestros enemigos con el fuego de tu rabia!
El Demonio del Palacio lanzó un ataque contra la guardia de la muerte, eliminando a todos sin posibilidad de regresar. Luego, una vez asegurado que nadie había bajado la guardia, atacó a Zork. Utilizó todo su poder contra el Dios de la Oscuridad.
Sin embargo, a este no le hizo ni cosquillas, asegurado la visión de su verdadero poder.
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