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Memorias por Circe 98

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Notas del capitulo:

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, buenas madrugadas, depende de la hora en que me lean.

Primero, Yu-Gi-Oh! Es propiedad de Kazuki Takahashi, partes importantes de la trama de este fanfic son a base de su obra original pero también vuelco parte de mi imaginación a base de una teoría que creé hace mucho rato.

Segundo, contador de palabras.

Total de palabras: 1457

Tercero, espero que lo disfruten

Algunas de sus hermanas mucho más mayores fueron ofrecidas a distintos príncipes con tal de mantener las relaciones estables entre los reinos. Muchas de ellas hacía años dejaron de ser unas niñas, el vestido blanco de lino lo decía. Yami lo admitiría, cualquiera se hubiera muerto de tener a esas mujeres como esposas o pertenecientes al harén —para aquellos que podían mantenerlo—.

Sin embargo, las más jóvenes iban muriendo poco a poco por una enfermedad que ningún médico pudo determinar. No solo eso, también sus hermanos cayeron enfermos y la Gran Esposa Real. Toda la familia.

Aknamkanon salió de eso, superó la enfermedad demostrando cuán fuerte era el vínculo de él con los dioses. También Atem lo demostró, demostró que sería un sucesor fuerte. Varios más lo hicieron en poco tiempo pero Heba seguía peleando, pareciera que iba a perder por lo que muchos alegaron que no habría futuro para el joven príncipe.

Atem había tenido prohibido totalmente el acercarse a su hermano, todo con tal de evitar que volviera a caer en caso de que el mal en este fuera peor que el de los demás pero no hacía caso por más obligado que estuviera. Su hermano valía mucho.

—Hola —saludó nuevamente al entrar por el balcón. Hacía un rato aquel niño había entrado con el único propósito de acompañar a Heba pero fue descubierto y llevado lejos de él.

El niño le regresó el saludo, sentándose. Atem se quedó cerca de él, desesperado de ver que no mejoraba y que solo empeoraba. Estaba preguntándose porque no habrían acabado con él antes, para evitarle tanto sufrir, como a sus hermanas mayores, las que no desposaron.

—Atón —susurró el joven. Negó con la cabeza—. Creo que te queda mejor Atum.

—¿Por qué Atum? —preguntó, tratando de sonar algo animado. Lográndolo para cualquier ente que no le conociera como su hermano lo hacía. Sin embargo, este solo sonrió y se encogió de hombros.

—No sé realmente pero siento que Atum te queda más que el de los rayos de nuestro dios padre —Yami vio que su viejo yo sufría muchísimo más de lo que él mismo pudo sufrir con la pérdida de Yugi. Porque una cosa era clara: nada se compararía a la muerte. Perdió y creyó haberlo hecho por mucho tiempo a su mejor amigo pero… muy diferente era lo que Atem sufrió.

Heba se abrazó a su hermano con mucha duda. ¿Le rechazaría por el mal que algún dios enojado le enviaba? ¿Seth quería venganza contra él? ¿Algún otro dios estaría molesto de su existencia?

—Quiero… prometer que siempre estaremos juntos —dijo con cierta dificultad—. Quiero prometerte que no te voy a abandonar nunca y que cuando sea nuestro juicio, estaré esperándote.

Atem se congeló en aquel lugar. Miró a su hermano. Tocar ese tema era demasiado para él, estando rodeado de tantas muertes. No deseaba eso.

Lo prometo.


-.-


Yami decidió salir por cuenta propia de aquel lugar al tener el recuerdo de Yugi cuando habló con Marik. Esa pequeña promesa de ayudarle incluso a costa de su felicidad… se sentía muy culpable por haber cambiado tan abruptamente de idea y no ver qué tanto le costaba todo…

—¿Feliz con ver ese recuerdo? —preguntó Atem, de brazos cruzados. Yami tragó saliva.

—No la recordaba tan sencilla —dijo. Aquello enfureció al egipcio.

—¡Sencilla para ti, idiota! —exclamó en profundo rencor contra el de piel blanca—. ¡Tú qué vas a saber! ¡Nunca prometiste ni te prometieron nada al borde de la muerte de esa persona! ¡Mi hermano ya había aceptado que Seth lo iba a matar! —estaban en los pasillos que Yami conocía muy bien al igual que Atem, debido al acceso que tenía a los recuerdos de su compañero. Lo estrelló contra una de las paredes, cargándolo de la ropa—. ¡Heba estuvo moribundo por semanas de tu forma de medir el tiempo! ¡Heba había aceptado la muerte al ver que mi madre, hermanas y hermanos morían por lo mismo!

Yami se soltó, con gracia. Sí, era sencilla si no veías el concepto. Como la de Yugi hacia su persona. Promesas sencillas pero que calaron muy hondo en sus personas y recuerdos. Tanto así que incluso en aquellos momentos, donde las promesas ya no debían significar nada, la culpa seguía comiéndoles la consciencia.

—Tú y yo sabemos que ningún dios tuvo que ver en lo que le pasó —declaró el de piel clara. El moreno solo le vio, crispado—. Sabes tan bien como yo que lo que pasó fue gracias a Zorc, lo sabes muy bien porque los artículos del milenio ya estaban en casa y todo empeoró cuando Mahad adquirió la sortija. Recuérdalo bien.

Yami entró a su habitación, también furioso con Atem. Sí, era su culpa por mencionar una cosa delicada como lo era la sencillez y poca profundidad a una promesa dada hacía tres mil años pero era el momento lo que lo provocaba.

Ya no era el laberinto que conoció. Ahora se parecía al cuarto de Yugi porque eso era lo que deseaba, la sencillez que marcaba a este. La diferencia radicaba en que todo estaba vacío salvo la ventana del techo. Aquella en la que dejaba perder su vista cuando se sentía mal pero no quería decirle a su compañero. Los ánimos que le daba eran lo mejor que podía sacar y los atesoraba realmente.

Por eso quiero usar mi fuerza para luchar junto a ti aunque no sea de mucha ayuda.

Se dispuso a mirar hacia la ventana. Él podía manejar la hora del día que fuera en ella por lo que decidió empeñarse en que fuera de noche, como aquella antes de que robaran los artículos del milenio que tenía. Donde aquel ladrón huyó con ellos antes de ser atrapado por Bakura…

No digas eso compañero. Mientras estés aquí siempre sentiré tus ánimos.

Sonrió rememorando esas palabras. Yugi siempre se decía débil, carente de coraje, carente de todo como para hacer a algún amigo. Y él siempre pensó que no era así. Moto Yugi era lo suficientemente capaz de hacer amigos, el problema era que nadie le quería de esa manera, creyendo que era un inútil.

Le repitieron hasta que se lo creyó y le molestaron tanto que… nunca diría cuánto le hería saber y creer eso. Saberlo él mismo era una cosa pero que alguien más lo dijera era otra. Claro, él siendo su alter ego no podía hacer más que negarle esas palabras siempre, decirle lo útil y necesario que le era aunque… muy en el fondo jamás lo creyó por la dependencia que comenzó a desarrollar poco después de enterarse de su existencia, del cambio de cuerpos propio que realizaban uno con otro. Ahora el identificaba una de esas sonrisas dadas a sus amigos y a él mismo. Falsas y verdaderas, a cualquiera.

—Si algún dios en los que yo creí o en el que Yugi creyó me escucha —susurró, viendo hacia la ventana. Podría considerarse hereje para los tiempos en que se supone nació y demás pero, viendo la realidad, ya no creía verdaderamente en ninguno—, quisiera volver a ser parte de su vida muy pronto.

Metió las manos en los bolsillos del pantalón y se quedó viendo hacia la ventana, sumido totalmente en aquellos recuerdos que hizo desde el momento en que despertó, pensando en tantas cosas. Viendo tantas cosas, sintiendo tantas cosas.

Iba a negarlo incluso a sí mismo. El cariño que le tenía a Yugi hacía meses pasó de ser algo que una sencilla hermandad pero no podía aceptarlo. Amar a su compañero le era relajante, revitalizante, le decía que era humano pero con tan arraigado pensamiento de la época en la que nació verdaderamente, no podía aceptarlo.

Atem a pesar de todo, adquirió su yo libre de ataduras y él conservó lo inculcado… Se había decidido a declarársele aquella noche, luego de recuperar sus memorias pero… recordar que estaba penado por los Dioses cualquier acto de carácter homoerótico de él hacia un hombre cualquiera… le hizo detenerse… además, añadía de que Yugi era Heba, hermano en aquel tiempo tan lejano.1

Atem no tomaba esos sentimientos por tener los propios primero pero él, libre de cualquier atadura posible, no lo hacía. ¿Quién diría que aquel faraón sin nombre, el faraón olvidado por la historia sería gay? Rio como si diera un ladrido. Ahora comprendía muy bien porque él nunca se sintió verdaderamente atraído por Anzu… y allí entraba su… indecisión sobre declarársele o no. Sabía que aquellos sentimientos hacia la castaña no eran suyos, eran de él mientras que sus verdaderos sentimientos eran para ese otro yo que tuvo pero siempre llamó compañero.

Suspiró totalmente rendido, ¿cuánto faltaría para que ya no existiera más? ¿Qué todo acabara?

Notas finales:

1 Aquí hago mención a muchas cosas que anduve leyendo entre ayer jueves y hoy viernes. Bueno, los egipcios entre los hombres se consideraba "bien" al homosexual mientras no hubiera penetración anal y el faraón no tuviera nada que ver allí, en una relación homoerótica. Entre la nobleza se permitía pero no al rey. ¿Qué más? Hay un mito bastante interesante entre Horus y Seth. Me fascinó aunque todavía hay cosas que no entiendo. Por mi parte, yo digo que la humillación es la penetración anal porque, entonces, se toma de que el penetrado o el que tiene el semen es una mujer y se les tenía cierta forma para llamarlos. Bueno, aquí termino, para no hacer más largo esto.

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