-¿ha llorado otra vez?
¿Cómo es que siempre parecía saber todo lo que pasaba con él y a su alrededor?
Incluso cuando a veces tenía dudas sobre ella y como lo trataba la seguía considerando, su amiga.
-el solo está pasando por momentos difíciles, como todos.
-el niño bonito, es tan débil ¡pobre criatura! Si tan solo pudiésemos hacer algo.- ella no parecía preocupado, pero…
Sacudiendo un poco la cabeza, Hasel empezó a tener jaqueca otra vez.
Necesito concentrarme.
- Yo deseo saber cómo ayudarle, y pues tu siempre me has aconsejado bien.
- El pequeño Dris, hace tanto que no le veo, seguro se ha convertido en un delicioso joven, la sangre pura y la belleza van unidas después de todo.
Nunca le gusto como se escuchaba el nombre de Dris en sus labios.
- ¿Te duele algo, querido?
Últimamente sus jaquecas lo torturaban con más asedio.
¿Por qué?
- Estoy bien.- mintió
- Oh, mi niño no me engañas, es que quieres evitar mi preocupación ¿no es así?, siempre tan considerado.
- Estoy bien, no te preocupes.
No le gustaba mostrase débil ante ella algo le decía que eso podría ser peligroso.
- Pero, una duda me está consumiendo.
- Duda, sin duda me encantaría ser capaz de evitar tal desventura, pero querido, tú sabes ¿verdad? Solo puedo responder a cambo de un bien, y cada uno más caro que el anterior, solo el primero es gratis por decirlo de alguna manera.
- ¿Qué-
- Tu cariño, sabes mejor que nadie cual sería el precio.
- Yo…
- Me he esforzado, en demostrarle a mi señor que puede confiar en mis palabras.- dijo removiéndose en su esquina, sentada en el frio suelo.
Eso no era tan cierto… ¿o sí?
- Hay cosas que no me puedes contar.
- Por el precio razonable daré las respuestas, pero ha de preguntar bien y escoger sus palabras.
Por supuesto que debía hacerlo recordaba, no sin pesar aquella vez en la que trajo a Dris a casa y luego en sigilo caminaron hasta el sótano, el escucho como los sirvientes se acercaban y se quedó atrás, mientras Dris bajaba solo, para cuando el bajo vio como este insultaba a la que en ese entonces creía su hermana, el por supuesto había defendido a quien estaba siendo atacado, dijo palabras muy crueles hacia Dris, tiempo después se enteraría de la verdad, su meuseim.
Con ello el gran arrepentimiento lo abofeteo, desde luego Dris no había vuelto a poner un solo pie en su casa.
El primer mes ni siquiera le dirigió la palabra, aunque más que molesto parecía temerle.
¿Por qué le teme tanto?
- Yo- se interrumpió cuan sintió a su celular vibrar en su bolsillo, en cuanto vio de quien se trataba su dolor de cabeza desapareció inmediatamente. Y también sintió un poco de tranquilidad de ser interrumpido había venido completamente decidido aceptar la propuesta, pero simplemente no se sentía correcto- debo retirarme, es algo urgente.
- Claro, adelante sus asuntos lo deben estar esperando, no se detenga por mí- a pesar de estas palabras no la sentía tranquila, si no irritada.
Subió por las escaleras rápidamente, dejando al monstruo en el oscuro sótano.
- Un niño terco, terco pero que me hará ver la luz, y no solo a mi sino a todos.
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-Estúpido, estúpido, estúpido, estúpido, estúpido mil veces
Giraba con desesperación una y otra vez, Sarim debe haberlo descartado como objeto de interés por completo, no es que estuviera seguro, pero de que llamaba en algo su atención, la hacía.
¡DIABLOS! apuesto que ahora mismo era un completo indeseable, ¿Qué podría hacer para que lo reconsiderara como un buen macho, el tenia buen linaje y sus padres miraban con buenos ojos a Sarim,
¿Quién no?
Era tan bello, siempre sonriente y pues además era no delos mejores junto con Dris en combate, recordaba haber sido noqueado por él, en los dos sentidos.
Una sonrisa se deslizo por sus labios, un día memorable, el día en el que sus sentimiento gritaron, ¡Hey, tienes que hacerlo tu novio!, de eso ya eran dos años, y pues no había ningún avance.
El primer año había estado muy confundido entre Sarim y Dris, ambos eran lo que cualquiera desearía como compañero, así que le había sido muy complicado decidirse.
Luego de un año en el cual estaba ido la mayoría del tiempo, era muy tarde Sarim parecía ser demasiado alegre siempre sonriéndole a todos, siendo amable usando ropa un poco reveladora, claro que jamás llegando a lo vulgar, pero aun así el cambio no le agrada tanto, excepto cuando sus afectos eran dirigidos a su persona.
¿Talvez pudiera llevarle alguna flor? que supiera no le desagradaba cuidarlas, así que sería como darle algo vivo en referencia a aquello que podría nacer entre ellos.
¿Muy cursi?
Probablemente, entonces recurriría a su última esperanza, Dris, ¿Quién más sino?
Aunque ¿no era exactamente el ser cercano a Dris lo que lo había metido en el basurero?
¿Sabría Sarim que no era la primera vez?, el temor sinceramente lo atormentaba, no que se hubiera acotado con Dris pero, sin duda algunos podrían creer eso, y es que pues el parecía ser demasiado popular, y habían rumores, que no habían y esperaba realmente que nunca llegaran a Hasel.
Las memorias de un perdida muy grande lo acogieron fuertemente e hicieron temblar su cuerpo, muy a su pesar el dolor de la muerte de su hermano aun le dolía y mucho.
Era tan peculiar que Dris fuera capaz quitar el pesar del alma con tan solo un toque o una caricia, él había caído en una especie de adicción por alrededor de tres meses.
Un corazón cálido, la impresión de un alma que solo desea el amor.
Eso lo enamoro de Dris, y eso mismo le hizo rendirse a el, porque el quería el amor de otro, su amor ese que nació en la niñez no podía vencer tal obstáculo.
Lo quería proteger y por momentos darle unos puñetazos a su amigo.
Movió su pie nerviosamente, ahora mismo necesitaba una caricia suya, renuncio a tal consuelo solo para serle fiel a su amado, no le gustaba andarse con zonceras no más, amaba a Sarim con dolor, con respirar, con agobio, por eso mismo no podía caer en la desesperación por deshacer el dolor no quería tener más secretos que evitar revelarle en el futuro.
¿Qué hacer?
Eso era lo uncico que quería saber.
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Me gusta cuando feien (*1) me canta, me gusta cuando su voz suena como un ave en el cielo, también me gusta mucho, mucho cuando me abraza, es cálido, y me siento muy, muy querido.
En el jardín hay un nomo ese nomo, es mi amigo salta de aquí y para allá, con saltitos graciosos como un resortito, muy brincosito bajo la claridad de la luz del lago.
Hoy por fin, por fin, por fin voy a llevar el traje gris feien dice, que me vere muy bello y elegante, y que entonces todos estarán muy orgullosos y que cuando la laeis (*2) caiga, todos se darán cuenta de lo rojos que son mis ojos, entonces feien no se sentirá triste y mi Simrea (*3) nos dejará vivir con ellos, todos juntos en la casa grande.
Quiero que el tiempo pase rápido.
Solo seis meses.
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No quería correr riesgos, necesitaba que Hasel permaneciera alejado lo más posible de sus padres, si de alguna manera se enteraban del incidente en el hospital, lo esperaban solo caras decepcionadas.
- Si el viene, yo me voy.
- Tengo que hablar con el.
- No puede esperar hasta mañana?, en una hora no se va a tranquilizar.
- Tiene que ser hoy.
- Lo eliges a el entonces.
- Pídele a Sren que te lleve a casa, aún debe estar abajo, seguro que si selo pides intentaría llevarte a la Atlántida, aunque este hundida.
- No es gracioso.- Sarim hizo una mueca muy graciosa que casi le hace reír, como siempre.
- no me gusta.
- ¿Qué tiene? , es muy apuesto.
- No se, es muy ¿deprimente? A veces.
- Bueno ha tenido sus problemas, pero ese no es el problema sino el hecho de que no es Dren.
- déjalo, no lo pienso reconsiderar, y deja de tratar de enredarme con tus ex amantes.-por un momento pensó recriminarle sus duras palabras, más se contuvo al ver arrepentimiento en los ojos de su hermano.-ya está aquí.
- Lo tengo bajo control tu solo has que no vea a Sren, sino esto empeorara.
- Hasel, y tu…
- ¿Qué?
- Nada.