- Cómo puedes ver me encuentro muy bien.- dijo mientras se giraba, para que pudiera corroborarlo.
- Eso veo. –se acercó lentamente y lo abrazo por detrás, colocando la cabeza en su hombro- solo quiero que estés bien, solo eso.
- Lo sé.
- Siempre me ha gustado el color rojo de las cortinas, es tan elegante y a la vez vivaz, como tus ojos cuando reflejan la luz del lago que nos ilumina en nuestra vida bajo tierra.- Por un momento quiso alejarse
Del ardor quemante que sentía cada vez que su piel se tocaba, todo por las menen, pero ese amor tan ciego que sentía lo hizo soportar.
“Te he amado por tanto tiempo,
Y hoy aun te amo,
Cada cicatriz
Me recuerda
Que no estamos hechos,
Para estar juntos
¿Cómo olvidar?
Fuiste el primero que me vio
Como era,
Pero ahora no me conoces
No sabes lo que sufro, por ti.”
- Hasel, quiero que me prometas algo, ¿podrías?
- Tu solo pídemelo.-esto dolería, más las cartas estaban echadas si no funcionaba entonces tendría que huir, ya no podía con esto.
- Aléjate de ella.
Muy dentro en su corazón, esperaba que dijera que lo haría y no lo lastimara.
- No puedo.
- Entonces, no vuelvas nunca más, nunca te atrevas a poner un pie dentro de mi casa.-siempre supo su respuesta, solo necesitaba que le rompiera el corazón,… una vez más.
- No me hagas esto.- lo sintió susurrar y aferrarse a su cuerpo, como si cuando se fueran a separar se rompería, como si el mundo fuese a terminar.
Pero para Hasel no se trataba de eso en absoluto, estaba molesto, con una ira que lo enloquecía, para él no existía el mundo sin Dris, pero eso a Dris no parecía importarle.
¿Dónde quedo el Dris, de ese día cuando se había hecho esas largas trenzas en la parte delantera de la cabeza, todos lo veían extrañados, y un tanto miedosos, ya que se veía salvaje y agresivo, el tan solo le había sonreído y dicho que le encantaban, las adoraba?
Ni dudar que había vuelto a casa y había convertido todos sus cabellos en negras y delgadas, trenzas.
- ¿Me abandonaras, entonces?
- Tu eres el que está equivocado, no yo.
- Ella no es mala, ella nunca te haría daño ni nadie, ha estado en el sótano por años y jamás ha herido a alguien, es como una hermana para mí.
- ¿y por qué la ocultas, entonces?, si ella es tan inofensiva y no hay error en tu proceder, ¿por qué jamás la has sacado de su escondite? ¡Tú no sabes lo repugnantes que son! ¡son monstruos!
- No lo son, solo quieren vivir, como nosotros, como cualquier especie en el mundo. Ella es mi única familia ahora, tú sabes que he perdido a todos.
- Me tienes a mí, a Dren, incluso a Sarim aunque quiera descuartizarte la mayor parte del tiempo. Solo que no lo quieres ver, no puedes hacerlo, ella te ha embrujado.
- No importa cuánto discutamos esto, tu nunca entenderás, han estado relegadas al obscuro vacío por años y nadie ha siquiera pensado en ellas, en el dolor de ser tratados como si llevaran la peste con ellas ¿Dris, no lo entiendes?
- Tú no entiendes, Hasel.
La piel le quemo cuando este le beso en la mejilla, y solo espero que no dejara marca, si Hasel supiese lo que ocurría cada vez que le tocaba entonces ese monstruo también lo sabría y ese sería su fin, el fin de todos.
- No puedo permitirme perder más mí tiempo, en algún momento nuestros caminos se iban a separar de todas maneras, y ha llegado, nuestra suerte no es permanecer unidos.
- ¿Qué harás? ¿Me olvidaras, e ignoraras a cada momento que nos encontremos, me denunciaras y la condenaras a ella al ostracismo, y tal vez incluso la muerte?
- Si tengo que hacerlo lo hare, por mi raza, por mi linaje, por la sangre que corre en mí, y el orgullo de llevarla, no hay posibilidad de mancha tu que has pecado, al mancharnos a todos, a los que en su seno te han criado ¡mereces la vergüenza!
- Hablas como tu padre. Me duele lo que dices, y cuanto odio hay en ti, siempre te creí puro y de nobles, actos. No es lo que yo buscaba, no eres quien creí.- con esto retiro sus manos, y estas cayeron a su costado mientras temblaban- tu estas equivocado- su cabeza dolía, como jamás lo hizo antes, pero no se compara al dolor en su corazón.
- Vete.
Sin mirar atrás Dris avanzo hasta la puerta camino, pero se sentía flotar, como entumecido.
“Duele cuando te traicionan,
Duele más cuando siempre supiste el final,
Cuando sabe que tú te condujiste a ese camino,
Que tú te engañaste.
Y que el único a quien culpar… eres tú.”
- No eres más bienvenido en mi casa, ni en mi vida- dijo y a pesar de lo mucho que trato de evitarlo su voz se partió.
- No volveré porque no te reconozco.
Era tan estúpido.
Te amo Hasel, no sabes cuánto. Ni cuanto duele.