Capítulo tres. Mark.
¿Por qué Jinyoung tiene un rostro delicado?
Suspiro mirando fuera del salón, tiene razón Jackson, mis intenciones no son quemarme y no hablo literalmente, sino quemarme al pensar en Jinyoung, o Junior, todo el tiempo. Pero ¿qué más puedo hacer yo si mi casillero está al lado del suyo y tengo que encontrarme con él todas las mañanas?
A pesar de que han sido quince veces las que lo he visto, el pronunciar un “buenos días” está de más. Sobre todo porque cuando me animo a hacerlo siempre llega Jackson sacándome del lugar y no tengo más opción que seguirlo.
—¿Hiciste el trabajo?
—¿Eh? —Jackson me saca de mis pensamientos y volteo a verle dubitativo—Ah, cierto, el trabajo. Sí, lo hice, pero no pude imprimirlo, pensaba hacerlo en la papelería que hay abajo—señalo.
Él se ofrece a ir, pero al final lo convenzo de ir yo; odio estar en ese salón, ahora entiendo porqué Jinyoung pidió un cambio, y no creo que haya sido porque todos se la pasan hablando de sexo. Él se cambió porque hablan del sexo que tienen con él.
Cuando Jackson me dijo que Jinyoung es una puta en toda la extensión de la palabra, no creía que la palabra iba a ser tan larga como para que abarcara sexo duro, parafilias, sadomasoquismo, etc., y estoy de acuerdo en que es una palabra tan corta de cuatro letras la que tiene demasiado peso en ella.
Río negando.
Otra vez: ¿qué podría importarme todo eso?, ¿por qué me interesa tanto que hablen todos sobre las noches que han compartido con Jinyoung?, ¿por qué me molesta que todos hayan tenido el derecho de tocar su cuerpo?
Seguro es porque el primer día Jackson me dijo que Jinyoung me odiaba. O me odia. Y ni siquiera puedo saber el por qué de eso.
Eso no tiene sentido.
—Aquí está—dejo el trabajo guardado en perfectas condiciones en el escritorio del profesor y él asiente sin verme. Pone un punto de asistencia y tarea en uno de los recuadros que hay después de mi nombre; lo mismo hace con Jackson.
Volteo a mi asiento, aquél que es al lado del chino y veo a Jinyoung hablando con él, frunzo el ceño en confusión con aquello; pensé que esos dos se llevaban mal. Me acerco tranquilamente ignorando los susurros y comentarios dirigidos hacia el pelinegro.
—Te odio—Jinyoung susurra, pero lo suficientemente fuerte como para que Jackson y yo terminemos por escucharlo; el chino observa con una sonrisa cómo el pelinegro se da media vuelta y camina con paso acelerado hacia la puerta, con sus manos convertidas en puños a cada lado de su cuerpo. Aunque no creo que haya analizado en demasía a Jinyoung como yo lo he hecho.
—Parece que hoy no está de humor—le digo sentándome en mi lugar.
—Nunca lo está cuando se trata de mí, ya estoy acostumbrado—pasa sus brazos atrás de su cabeza y sube los pies a la mesa.
—¿Qué pasó ahora?
—Yo entré a su vida, eso fue lo que pasó—dice divertido y decide dejar de lado el tema. —Oye, ¿quieres hacerme un favor?
—¿Y a qué viene esto?
—Somos amigos, y los amigos se hacen favores—sólo soy capaz de reír ante sus palabras.
¿Amigos? ¿Desde cuándo?
—Claro.
Ya recuerdo cómo es que llegué al último salón del edificio que utilizan menos, arriesgándome por Jackson, terminando por ver a Jinyoung y dejándome insultar por éste, recordando sus palabras y sintiendo la culpa como si fuese yo el que hizo aquello que lo enfurece.
—¿Disculpa? ¿Y tú qué haces aquí? —me había preguntado con sus manos posadas en su cintura en una pose vanidosa, a su derecha estaba uno de sus amigos, el más alto, creo que su nombre es Yugyeom.
—Jackson me pidió que le hiciera un favor… y estoy aquí—y después de eso sólo escuché los gritos de Jinyoung por todo el salón.
No tiene humor para ver a nadie.
—No sé qué hizo pero…—él me interrumpe tomándome del cuello de mi camisa y acercándome a él; no me sorprendo.
—¡Claro que no sabes nada, acabas de llegar a esta estúpida escuela! —siento su respiración en mi rostro, estoy tan cerca de sus labios y no sé cómo es que hacen para tentarme de esa manera cegadora que no me importa más lo que esté diciendo de Jackson.
—Disculpa… ¿p-pero qué hizo él? —a fin puedo preguntarle cuando regreso a ese espacio en el que sigue arrugando lo alto de mi camisa; él sólo sonríe de lado y me suelta.
—Decirle a los de primer año que soy...
Esta vez sí cruzaste la línea, Jackson.
Y aunque sé que los problemas de ambos no me incumben en lo absoluto, y más si no quiero meterme problemas, es imposible que cree los míos propios; pensando en si es buena idea o no ir con Myungsoo y pedirle la dirección de Jinyoung, porque estoy casi seguro de que Jackson me la negará.
Como si no supiera que te gusta.
O más que eso. Pero ese es un punto muy aparte.
Las razones por las que hizo lo que hizo están tan ambiguas, y Jinyoung se dio cuenta de que jamás se las iba a aclarar el chino, aún así… ¿por qué le sigue insistiendo?
Eso no debería de importarme más una vez que me sitúo frente a la puerta de su departamento, y dudo en si tocar o no, porque es seguro que Jinyoung no se espere el que yo esté aquí afuera para hablar con él, lo suficiente dispuesto a devolverle el favor de acercarme en demasía a su rostro y hacer que su respiración se corte de un momento a otro, pero no aproximarme a hacer algo más; sólo para que sienta que pierde la razón por alguien y que ese alguien sea por mí; quiero que se sienta diferente cuando escuche el timbre y que la costumbre de esperar a que alguien se interne a su cama no sea esa ocasión por la que tiembla de nerviosismo.
Quiero que sufra de los mismos latidos frenéticos que dio mi corazón al sentirlo tan cerca sabiendo que de lejos es mejor.
—¿Tú… a-aquí? —y sé que lo estoy haciendo bien una vez que tartamudea y sonríe nervioso sin saber si dejarme pasar o dejarme afuera en espera de algo mejor, aunque sé que no hay nada mejor que ver a Jinyoung sin camisa; y aunque es por poco tiempo, hay un gran escándalo en mi cabeza.
—Sé que soy la última persona que querías ver, bueno, después de Jackson—levanto los hombros despreocupado y él sigue ahí, tentando mi vista. Puedo ver algunas marcas rojizas en su cuello que van descendiendo hasta perderse en su estómago.
—¿Qué necesitas?
—Hablar contigo—levanto mi cartera mostrándole que puedo pagar lo que sea que quiera cobrarme.
Una vez que me deja pasar, me acomodo en uno de los sillones y él trae un vaso de agua.
—¿Dinero y una plática? No suena muy lógico…—pasan unos cuantos segundos cuando decide volver a hablar—¡Ah! Ya entiendo. Es tu primera vez aquí y… Pregunta: ¿Arriba o abajo?—no entiendo qué trata de decirme y él lo nota por mi mirada confusa—, ¿activo o pasivo? —sigo sin comprender muy bien—¡¿Es en serio?! ¿Dominante o recesivo? Tuan, no jodas que no sa…
—Entiendo de lo que hablas—le informo—Que ni siquiera sé porqué preguntas—sonrío de lado no muy convencido de lo que estoy diciendo, pero de eso, estoy seguro que Jinyoung no tiene idea.
—Oye, me han tocado cosas muy extrañas, que sólo pregunto por cortesía—se acerca un poco más y yo también lo hago, su sonrisa es el resultado de miles ensayos por las mañanas, lo más seguro, pero es lo que menos me importa ahora, porque siento como si sólo me sonriera a mí y el que practicara tanto no hubiera sido por nadie más que sólo por mí.
—¿Cortesía? —enarco una ceja y me apega más a su cuerpo—¿No crees que yo puedo ser el—se sienta en mis piernas, y pasa sus manos detrás de mi cuello acercándose cada segundo un poco más a mi rostro, con su respiración uniéndose con la mía, él sabe cómo hacerme pensar que sus labios serán lo mejor que probaré estando vivo—dominante?
—Piénsalo bien, dinero y una charla, ¿no podemos simplemente pasarla bien? —¿Tierno y sensual a la vez? No pensé que Jinyoung lo sería de tal manera. Juega con mi cabellos peinándome y yo me pierdo en esos dos orbes café que posee. Ahora entiendo porqué Myungsoo se la pasa aquí casi toda la semana.
Sin embargo, recuerdo a lo que en un principio vine. Y no es mucho trabajo para mí cambiar el tono de voz.
—Jinyoung, sólo quiero hablar contigo.
Sus manos paran en seco y abre un poco la boca, el que le llamara por su verdadero nombre no estaba en sus planes. Y puedo jurar que tiene una distinta mirada, porque la anterior era fugaz pero penetrante, y ésta tiene un brillo especial, distinto y armónico.
No, lo estoy imaginando.
—Está bien, señor curioso…
—Mi nombre es Mark—sé que lo sabe por esa pequeña sonrisa que disfraza en una sarcástica.
—Lo que sea. Te daré una sola oportunidad, puedes preguntarme una cosa. Aprovecha ahora, ya que quieres saber tanto de mí.
Ni siquiera me la pienso bien, sólo hay algo que me ronda por la cabeza.
—¿Por qué todos te dicen Junior?
Él ríe negando con la cabeza para bajarse de encima mío y acomodarse mejor en el sillón.
—Comprobado, los extranjeros sí que son tontos.
—Jinyoung…
Le llamo de nuevo. Y él borra su sonrisa. Pero el brillo en sus ojos no se desvanece.
Mierda.
Lo he imaginado otra vez.