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Una vida diferente. por MiruRubi

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Notas del fanfic:

¡Hola!

Este es mi primer fanfic en esta página. Y estoy súper emocionada por ello. *-* Espero que os guste, mi idea es que este fanfic sea bastante largo, por lo tanto los capítulos serán algo lentos, lo siento pero siempre suelo escribir así, no me gusta acelerar las cosas. xD

* Los personajes obviamente no me pertenecen, le pertenecen a la maravillosa JKRowling. Si me perteneciesen, todo sería amor y arcoiris. (?)

Notas del capitulo:

¡Hola!

Os presento mi primer fanfic en esta página. ¡Espero que sea de vuestro agrado!

* NOTA: La historia se situa al principio del sexto libro/ sexta película. Algunas detalles se mantienen, otros los he cambiado para darle emoción o porque creía que encajaban más en la historia.

Draco se levantó desanimado, aunque bueno, últimamente se despertaba así. A pesar de eso, hoy se fijó más al darse cuenta del día que era.

Solo quedaba un día para que empezará un nuevo curso en Hogwarts.

Escuchó a su madre hablar delante de la puerta de su cuarto con alguien, así que antes de que entraran, se levantó lo más rápido que pudo, cogió la ropa que tenía preparada y se dirigió al baño. Lo único que veía bueno de la fortuna de sus padres desde hace varias semanas era el hecho de que tenía un baño privado para él solo, ya que le habían desplazado de habitación.

Puso el cerrojo nada más entrar y se apoyó contra la puerta. Suspiró mientras se miraba al espejo desde aquella posición. Había adelgazado y sus ojos grises ya no tenían ninguna emoción, ni siquiera ese brillo travieso y burlón que siempre había llevado consigo. Ahora solo eran dos esferas grises que estaban apagadas. Además, debajo de ellas tenía unas considerables ojeras.

Comenzó a vestirse en silencio, ignorando los gritos de su madre. Tenía ganas de desaparecer. No quería volver a Hogwarts ni quedarse en su mansión. Sencillamente quería dormir y no despertarse nunca más. Se odiaba y sobre todo, odiaba al Draco Malfoy del pasado, que solo soñaba con ser igual que su padre y servir al mismo amo que él servía.

Ahora que era casi adulto se daba cuenta que no quería nada de eso. Y no podía echarse marcha atrás, para su desgracia.

Acabó de vestirse y arreglarse un poco su cabello cuando escuchó un hechizo y vio como la puerta del baño se abría.

-          ¡Draco Malfoy! ¿Por qué no me escuchas cuando te llamo? ¡Qué sea la última vez!

-          Sí, madre.

Salió del baño, pasando al lado de Narcisa, y se sentó en su cama. Su madre cambió rápidamente a una expresión preocupada. Se acercó lentamente a él, pero Draco le apartó.

-          ¿Cuándo salimos?

-          Ahora mismo acabo de preparar un traslador. Ya sabes que no soporto aparecerme.

-          Lo sé. – contestó cabizbajo.

Narcisa le llevó hasta el jardín delantero de la mansión, donde estaba Snape esperándolos junto al traslador. Draco evitó mirarle a los ojos. Ya no podía verle igual. No podía mirar igual a nadie cercano, ahora que se daba cuenta de los pocos escrúpulos que tenían. De la gente a la cual habían matado. Gente inocente. Draco sería muchas cosas, pero no un asesino.

-          Oh, Severus, ¿vienes con nosotros?

-          No, yo me apareceré directamente en el lugar de reunión. – respondió Snape sin apartar los ojos del muchacho.

-          ¿Reunión? – preguntó Draco con un eje de preocupación.

-          Sí, cielo, te lo explicaré cuando lleguemos. – contestó su madre, ignorando la expresión de su rostro.

Madre e hijo pusieron un dedo en el traslador y esperaron. Draco comenzaba a sudar. ¿Una reunión? ¿Por qué? ¿Por qué su madre no le había dicho nada? ¿Qué estaba pasando? Durante un instante, antes de que aquel objeto encantado se pusiera en marcha, miró los ojos del que en su tiempo fue su profesor favorito.

Y no le gustó nada lo que vio.

 

 

Draco y su madre acabaron de comprar las cosas necesarias en el Callejón Diagon en un tiempo récord y en silencio. Por mucho que el joven le había preguntado sobre la reunión, su madre no dijo nada de nada, directamente le cambiaba de tema, cosa que le irritó.

De repente, su madre le cogió del brazo y le dijo que ya era hora. Draco, ya cansado, le siguió en silencio. Pasaban por delante de las tiendas y durante un instante, el joven de ojos grises creyó haber visto a Harry Potter en una de ellas, mirándole. Tragó saliva y lo ignoró. Seguramente serían imaginaciones suyas.

Narcisa solo agarraba fuertemente el brazo de su hijo mientras lo arrastraba fuera del Callejón Diagon a la zona que cualquier mago honesto evitaba pisar: el Callejón Knockturn.

-          ¿Por qué estamos aquí? Solo venimos cuando padre está…

-          Calla, Draco. Entra. –le contestó rotundamente Narcisa, haciéndole bajar las escaleras por las que tantas veces había pasado junto con su marido para comprar las cosas oscuras que él adoraba. Evitó un sollozo que estaba a punto de salir.

Al bajar las escaleras y pasar por debajo de un pequeño puente sin agua, llegaron a la tienda Borgin & Burkes. Narcisa llamó a la puerta, a lo que se escuchó una voz rasposa del otro lado. Ella solo dijo una palabra, tan bajito que apenas Draco la escuchó, pero aún así el señor del otro lado lo había oído perfectamente porque estaba abriendo la puerta.

-          Buenos días, hermanita. Habéis llegado pronto. ¡Estoy tan emocionada! – gritó Bellatrix, apartando al mortígafo que les abrió y estrechando a Draco entre sus delgados brazos- Yo sé que no nos fallarás, Draquito. Es tu momento de gloria, mi pequeño. –susurró en la oreja de Draco de manera lasciva y siniestra, acto seguido comenzó a reír.

-          Madre… ¿de qué…?

-          Narcisa, Draco, por aquí.

Ahora había aparecido Severus Snape, quien no apartaba sus ojos del rubio. Este último ya se encontraba más pálido de lo normal. No entendía que estaba ocurriendo. ¿Qué se supone que no tenía que fallar? Entonces cayó en la cuenta. Seguro que era su primera misión. Tendría que matar a alguien. Comenzó a temblar de autentico pánico. Era un cobarde. Siempre lo sería. En vez de aceptar su destino de siervo del señor del mal, como siempre le dijeron de pequeño, estaba tan aterrorizado que solo quería huir. Como envidiaba a Potter.

Su nombre pasó vagamente por su mente y sintió tristeza, pero a la vez odio. Tal vez, si Harry habría accedido a ser su amigo, nada de esto estaría pasando. Habría huido de casa e incluso habría sido capaz de pasar las vacaciones en la casa de los pobretones. Todo con tal de no estar aquí.

Cuando volvió a levantar la vista, se fijó que todos estaban rodeándole. Le miraban fijamente, unos con sonrisas burlonas, otros con desprecio. Ninguna mirada era amistosa o compasiva, ni siquiera la de su madre.

-          Draco, tenemos tu primera misión. –anunció Bellatrix llena de emoción- escucha atentamente, si fallas, adiós familia Malfoy. – esto último lo dijo con sorna, provocando la risa de todos los presentes, menos, claro de está, de Draco, Narcisa y Snape.

Y después de eso, escuchó la horrible misión que tenía que realizar durante su sexto curso de Hogwarts.

Mientras, intentando observar o escuchar lo que pasaba junto con sus amigos fuera de la tienda, Harry Potter ya comenzó a sospechar que Draco era un mortífago. Le descubriría ante todos y tendría que bien hablar o ir directo a Azkaban. Lo tenía más que claro.

Ay, Harry, si supieras que Draco incluso preferiría el beso de un dementor antes que seguir siendo lo que es…

Notas finales:

Me haría mucha ilusión que me dejarías reviews para saber que os parece, si os gusta o si teneis alguna critica constructiva que me ayude a mejorar para escribir mejor. ^^

Muchos besos. <3


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