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Los lugares de mi corazón (novela gay, homoerotica) por patyunam

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CAPÍTULO 3: EL LUGAR EN LA FAMILIA

Alice era una mujer bastante frívola llena de inseguridades producidas por el trato tan distante de sus padres, los cuales intentaban llenar sus culpas con objetos materiales que de ninguna manera llenaban el vacío en el interior de ella. Desde adolescente le fue negada una única cosa que deseaba fervientemente y eso era el amor de Christian. Desde la primera vez que lo vio, quiso poseerlo como se compra un muñeco para tener en un aparador. Años después, pensó que su sueño se hacía realidad al volverse novia de él, pero para su infortunio nunca pudo poseer aquel cuerpo y mente, que siempre parecían tan distantes. Fue así que aquella noche pensó en una forma de cumplir su tan ansiado deseo.

— Hola Alice, pero qué disgusto volver a verte. ¿Por qué no te alejas y nos dejas en paz?

— Perdonen por interrumpir, creo que le preguntaré a los señores Johnson qué les parece el nuevo novio de su hijo.

– Adelante, puedes decir lo que te venga en gana, a mis padres nunca les ha importado los chismes que inventas, simplemente basta que diga que estás loca. 

– Eres un marica repulsivo.

Alice se marchaba sin decir otra palabra, pero dejaba la duda en Christian acerca del problema que sería si sus padres supieran que estaba besándose con un hombre en su propia casa, más aún que anhelaba ser tocado en formas que antes jamás imaginó.

– ¿Podemos continuar donde nos quedamos? – preguntó Alex con un guiño travieso.

– Disculpa, pero mejor cuando volvamos a Nueva York, porque no tengo idea de lo que mis padres pensarán sobre esto.

– Comprendo perfectamente, siento traerte tantos problemas.

– No te preocupes, esa mujer no tiene pruebas, nadie le cree pues es una chismosa. Además debo reconocer que eres muy buen besador.

– ¿Tú lo crees? Me sorprende que me digas eso, ya que me parece que tú lo haces mucho mejor que yo.

– Yo nunca había besado un hombre y creo que es más ardiente, sentí algo que nunca había sentido.

– ¿Qué fue?

– No lo sé.

Permanecieron un rato a la luz de la luna, en aquel enorme pórtico donde la música se escuchaba un poco distante; hasta que decidieron volver adentro pues temían que los rumores de Alice llegarán a oídos de sus padres y lo comprobarán al verlos en ese lugar. Afortunadamente para ellos la fiesta no fue tan larga como Alex estaba acostumbrado, pues prácticamente las fiestas universitarias eran hasta el amanecer, rendidos de tanto bailar, cada uno fue a su habitación.

La mañana de ese domingo, llena de luz y calidez que los inundaba de una alegría de libertad; a pesar de que Alex estaba algo preocupado por su gato koi,   se encontró seguro que dos días con su amiga Sandy no le harían ningún mal a su querido amigo. En ese día tan luminoso, anhelaban divertirse juntos, por lo que decidieron ir a la playa privada de su casa. Llegaron a un lugar con una construcción pequeña que tenía un sanitario, dos vestidores individuales con regadera y además de un pequeño refrigerador, el cual había sido preparado previamente con algunas bebidas y aperitivos en la mañana por el mayordomo. También estaban unos guardarropa para colocar sus pertenencias y finalmente los artículos playeros en un pequeño almacén; entre ellos estaban sombrillas, tablas de surf, pelotas, flotadores, junto con otras cosas.       

En el pequeño vestidor Alex se sentía algo inseguro, ya que se había traído un traje de baño algo pequeño por los costados, mostrando sus musculosas piernas, realzando sus glúteos, en un hermoso color negro brillante,  exponiendo su hermosa piel bronceada. Le atemorizaba creer que pudiera no ser aceptado o que no le agradara su anatomía, a pesar de ser un hombre realmente atractivo y que jamás en todas sus citas se sintió intimidado, ahora todas sus defensas parecían caer rendidas por un tipo de emoción extraña que lo envolvía. Definitivamente era su primera vez sintiendo algo tan especial.

El hermoso y esbelto cuerpo de Chris modelaba un ajustado atuendo para nadar color azul marino con una franja en amarillo florescente que remarcaba sus partes íntimas sin caer en la vulgaridad, mientras que atrás la vista tampoco parecía arruinar el traje de baño. Nada mal para ser precisos, pues también sus glúteos estaban a la vista siendo detallados a la perfección con la delgada tela que iniciaba en las caderas bajando hasta mitad de muslos.

Cuando salieron por fin cubriéndose con una  toalla parecían algo avergonzados, pero sin lugar a dudas ansiosos de comprobar que la belleza del cuerpo masculino a su lado sería sorprendente. Caminaron más cerca del mar con un bloqueador y sombrillas para sol y una mini hielera; posteriormente cuando encontraron un buen lugar extendieron las toallas y se sentaron a la ligera sombra de los parasoles. De nuevo Alex encontró una manera de seducir los sentidos de Chris, anhelaba ser tocado de una u otra forma:

—¿Oye Chris podrías untarme bloqueador en la espalda?

Sin darle importancia, se aproximó hacia él mientras se recostó exponiéndose de forma sumisa; de un instante a otro sintió las ardientes manos recorriendo poco a poco su espalda imaginando la forma en la que sería sodomizado, sus fantasías estallaban sin que pudiera evitarlo, hasta que se percató de la dureza en su traje de baño, fue cuando intentó distraer sus pensamientos para no ser avergonzado. Mientras tanto para Chris aunque al principio había sido algo sin importancia,  la forma en la que se movía el cuerpo al que frotaba el bloqueador resultó algo extraña, sin darse cuenta empezó a admirar cada parte, la definición en cada músculo; entonces los recuerdos de sus sueños húmedos con ese hombre lo perturbaron como deseos inhibidos que se acumulaban. Sin embargo era extraño que en sus sueños él era quien recibía las caricias y en la realidad el las estaba dando, como si de alguna manera el mantener el control sobre la situación lo excitara todavía más de lo normal. Se agachó hasta el oído de Alex para decirle:

— Eres tan sexy Alex.

En ese momento aprovecho para girar su cuerpo y besarlo. Chris sin notarlo se subió sobre él y recorrió su cuerpo con besos, desde la boca hasta el cuello produciendo tiernos gemidos en el cuerpo bajo él; momentos después sintió la dureza en el traje de baño y le atemorizó lo que estaba haciendo, se detuvo y respiró aceleradamente. Le dirigió una mira llena de temor puesto que cada minuto que pasaban haciendo eso, sus deseos por entregar la pasión de su ser, lo corroían desde el interior, sin  pensarlo dos veces se levantó velozmente y corrió hasta el agua entrando de tajo.

Alex quien estaba disfrutando las caricias quedó asombrado ante una conducta tan extraña, mirarlo correr como un niño que escapa de un castigo, era algo que no entendía; ambos eran adultos, estaban disfrutando de los besos recibidos y no implicaba algo malo. En este punto era cuando se preguntaba si el chico con el que estaba era realmente gay o solamente estaba jugando con él. No obstante recordar los besos dulces, lo llevaba a confiar pero ahora pensaba preguntarle en algún momento sobre su extraña actitud; aunque no sería ese día, pues esperaba evitar una charla incómoda que arruinará la diversión. Tomó el bloqueador y se untó las partes faltantes para llegar hasta donde su nuevo amigo que nadaba apresuradamente y le hizo señas mostrando la botella:

—Hey, Chris olvidaste ponerte bloqueador.

Salió sonriendo tímidamente escuchando lo que le sugería.

—¿Puedo ponértelo yo?

—No te preocupes yo puedo sólo.

Sujeto la botella y se frotó con la sustancia que no se adhería a su piel por el agua que resbalaba, a causa de su húmeda piel. Definitivamente Chris perdía el control totalmente de sus pensamientos y de la coherencia en las cosas que hacía. Alex simplemente disfrutaba turbar de tal manera a ese hombre tan diferente a los que conoció en toda su vida.

Ignorando el problema de su acompañante, ese día transcurrió en medio de olas, tablas de surf y miradas coquetas de ambos. Llegando a la mansión de nuevo tomaron una ducha y cenaron junto con la familia de Chris que los esperaba a la misma hora en la que cenaban todos los días, al menos desde que Chris tenía memoria. Luego de eso empacaron sus pertenencias y regresaron en el helicóptero que los trasladaría al aeropuerto. Una vez en el jet privado, Alex no pudo más y preguntó su enorme duda:

— Chris hace tiempo quiero preguntarte esto: Tú me gustas, pero dime ¿yo te gusto? Tengo la sensación de que no te agrado por ser un hombre.

La pregunta directa le quitaba las defensas en la cabeza y respondió tartamudeando:

— Sí… Si me gustas, lo que pasa es que … en realidad nunca he probado estar con un hombre, pero me encantaría saber si es real.

Su declaración tan inocente lo enterneció, puesto que su futuro novio era un hombre sin ninguna experiencia sexual homosexual, por ende lo hacía mentalmente virgen, sin saber que lo era realmente en todo aspecto. Decidió ir lento y demostrar control de sus deseos para no ahuyentarlo; no obstante lo suyo nunca fue contener su fogosidad, ni ir paso a paso, pero lo haría con tal de iniciar algo que le parecía maravilloso. Sería su primera vez en una relación casta que esperaba pronto se convirtiera en un noviazgo real, de modo que dejara de contener sus deseos y ardor pasional. Llegando a Nueva York ambos se separaron, pero cada uno en su apartamento no dejaban de mandar mensajes a través del celular, parecían haber empezado una amistad cargada de nuevas emociones; no obstante anhelaban poder verse el mayor tiempo posible; cosa que era imposible para Christian, puesto que su horario estaba saturado por el momento. Desde ese instante acordaron presentarse a la hora de la comida de Alex, en el pequeño lugar que los había reunido y así lo hicieron platicando cosas simples sobre sus días. Ambos afianzaban una relación nueva en medio de pláticas y algunas caricias prohibidas por debajo de la mesa. Con unos besos a escondidas en el baño, pues Chris era algo tímido para hacerlo en público, se deleitaban; sin embargo una cita real no podría ser, hasta la última entrega de trabajos finales y su graduación, la cual consistía en la tesis que estaba sujeta a revisión por el tutor, para darle fecha de examen profesional.

Pasaron algunas semanas y finalmente todo el sufrimiento estaba terminando para Christian,  las entregas finales estaban completas, las calificaciones impecables como siempre, el servicio social con prácticas concluido y su examen profesional sería en un mes exactamente; solo faltaban los arreglos de su padre para la contratación en la CIA.

Decidieron celebrar el término de su carrera con una cena romántica, el viernes de esa semana y así comenzar una serie de planes en los que visitarían distintos sitios. Esa noche cada uno llegó al lugar por su propia cuenta y por supuesto Alex, el cual era sumamente romántico, llevaba un ramo con flores creyendo intercambiarlas con las que esperaba de ese hombre que cautivaba su corazón. De igual forma era anhelada la formalización de su relación para ser finalmente novios.

Alex preguntó en la entrada por su anhelado hombre y le indicaron que se encontraba en la mesa reservada para ellos. Christian llevaba algunos minutos esperando, cuando por fin vio llegar a esa persona que le atraía con un ramo de flores en la mano y sintió la vergüenza recorrer todo su cuerpo, a razón de que no pensó buena idea regalar flores a una persona de su mismo género; sin embargo el percibió dentro de sí, una tierna emoción de tener ese detalle tan tierno. Nunca le habían regalado algo de ese estilo, ninguna persona; era su primer ramo de flores, las cuales tomó entre sus manos sonrojándose bastante e intentando por todos los medios ocultar sus emociones y mantenerlas bajo control. No obstante todos sus esfuerzos fueron en balde pues su mirada e incluso el hecho de que oliera las flores lo delató por completo, puesto que posteriormente acarició suavemente las rosas con los dedos, mientras se perdía entre pensamientos que burbujeaban saliendo, hasta que fue detenido su idilio por Alex:

— ¿Y mis flores?

— Yo… bueno… es que no te compré nada, pero enseguida pediré unas.

— No es necesario Chris, debe ser un gesto espontáneo, así ya es predecible, en otra ocasión especial mejor.

— Por supuesto siempre me gusta corresponder a gestos tan amables.

— Relájate no estés tan nervioso, no es nuestra primera cita, además te conozco ya bastante de estas semanas, no tienes que hablar tan rígido, ¿Somos amigos no?

El chico rubio respiró profundamente e intentó vaciar sus ideas revueltas para dejar de hablar como robot y comportarse como todas las veces que charlaron en aquel pequeño restaurante. Sin notarlo el tiempo volaba en medio de la libertad para permanecer juntos sin un límite de tiempo, las miradas sugerentes exigían un tipo de atenciones que ambos cuerpos anhelantes deseaban conocer uno del otro. Ligeros toques en las manos, sonrojos, las sonrisas sinceras y los gestos de chupar e incluso morderse los labios prendían la llama del amor, pero un amor oculto, un amor no reconocido y lleno de dudas, sin embargo cargado de deseo. Terminaron de cenar para urgentemente retirarse y poder tocarse con confianza, ya que Christian había acordado con él ser discretos y no hacer nada en público mientras se adaptaba a esa situación:

— ¿Alex te molesta si pedimos la cuenta?

— Por supuesto que no, yo también quiero irme. 

Pidieron la cuenta al mesero y enseguida la tomó Chris pero Alex lo detuvo:

— Yo invito ya que es la celebración de tu graduación.

— La siguiente va por mi entonces.

— Me parece bien.

Los minutos pasaban lentamente mientras sus corazones latían esperando al mesero regresar para recoger la cuenta y de ahí hasta recibir su cambio. Cuando por fin salieron, Chris no pudo evitar tomar la mano de Alex entre la suya atrayéndolo en un beso, pues tanta espera minaba sus defensas. En un instante sus bocas se unían en la tranquilidad que les producía la sensación de los deliciosos labios de su acompañante, como si estuvieran sólo ellos en el mundo con la tenue luz que irradiaba la luna llena que iluminaba el paisaje, a pesar de las luces de la ciudad que los rodeaban. El calor y la pasión se liberaban dentro de la tibieza de las lenguas uniéndose desesperadamente; a Alex le fascinaba succionar un poco para saborear plácidamente el sabor de su amante, le permitía entrar a su boca mientras acariciaba lentamente y gozaba el beso, adoraba acceder a ser dominado, pues de un instante a otro fue tomado por la cintura apretando su cuerpo hacia él, su respiración se perdía en medio de suspiros contenidos a la mitad del beso.    

Lo que ellos no sabían mientras se besaban fuera del restaurante, es que esas últimas semanas, Christian había sido seguido por un detective privado que fue contratado por la caprichosa Alice, para obtener pruebas fehacientes de la relación homosexual que sostenía con Alex. De modo que este hombre llevaba semanas de intentos frustrados, sin conseguir alguna foto de besos entre ellos, sólo los veía como amigos normales charlando a la hora de la comida de Alex; esto pasaba desde unas semanas atrás. Sin rendirse puesto que le pagaban bien, continuó en la vigilancia, hasta ese día que obtuvo todas las pruebas necesarias que Alice requería, se retiró una vez teniendo bastantes fotos y llamó inmediatamente:

— ¿Hola?

— Señorita Williams tengo las pruebas que requería ¿podemos reunirnos para que me de mi último pago?

— Por supuesto, mañana mismo pasaré a su oficina.

Entre tanto, los nuevos amantes se separaron de aquel beso y Alex preguntó sin dudar:

— ¿Te gustaría venir a mi departamento a beber una copa para seguir celebrando?

—Claro, ¿por qué  no? Vamos.

Llegando a la casa de Alex los besos volvieron en cuanto cerraron la puerta, pero en esta ocasión Chris se empezó a sentir algo intimidado por encontrarse en el departamento a solas, seguramente no habría nada que pudiera frenar su propia libido que crecía en sus pantalones conforme era arrastrado hasta el sillón. Una vez ahí, Alex lo empujó y sentado como estaba se montó sobre la creciente erección de sus pantalones. Los gemidos de Chris no se hacían esperar, los roses eran muy fuertes sobre su miembro, tanto que al sentir que bajaba su cierre respiró aliviado. Con fuerza sujetaba la espalda de Alex invadido de placer, aparentemente su pareja parecía conocer todos los trucos para llevarlo al orgasmo, puesto que inmediatamente al desabrochar su camisa ya estaba chupeteando sus pezones extasiándolo, sintió una mano bajar hasta su eje y entrar bajo sus calzoncillos:

— Ahhh Chris creo que …

— Aahhh…Espera Alex… detente….aaahh.

Regresó a la cordura cuando pensó en que estaba siendo dominado y el miedo a ser penetrado lo devolvió a la realidad. Con sus manos temblando soltó la espalda de su compañero poniéndolas en sus hombros y empujándolo un poco  para decir:

— No Alex… por favor para… es que yo…

— Pero si estas duro.            

— Es que yo nunca y preferiría que esperáramos un poco más.

Respiró hondo y se levantó expresando:

— Creo que voy a la cocina por algo para beber, mientras tu refréscate un poco en el baño. Es esa puerta de la izquierda.

— Gracias Alex.

Algo molesto en la cocina, su erección descendía mientras tomaba un bote de helado y lo ponía contra la dureza de sus pantalones. Su molestia le evitaba pensamientos pervertidos, por lo cual tomó un par de cervezas para llevarlas a la sala, cuando fue interrumpido por el hambriento gato que se restregaba contra sus piernas en señal de afecto.

—Tienes hambre Koi, ven aquí. — Dijo llenando el traste del gato con sus croquetas.

Una vez alimentando al gato salió para encontrar a Chris en la puerta:

— Alex … yo lo siento, es que dame un poco más de tiempo… Creo que debo irme.

— Chris no te preocupes, entiendo que debe ser extraño estar con un hombre. Dime algo ¿de verdad quieres salir conmigo?  Me refiero en algo más que amigos. Estos días hemos pasado un excelente tiempo, pero creo que tú no quieres lo mismo que yo.

El momento para finalizar eso que todavía no comenzaba formalmente, estaba servido en bandeja de plata para Christian; sin embargo no era como todas las anteriores veces con las chicas que había salido, un rompimiento no era lo que en verdad deseaba, aunque una parte de él deseaba huir y no mirar atrás como siempre. El chico rubio anhelaba fervientemente seguir conviviendo con ese hombre tan apasionado que se estaba ganando su corazón, que lo flechaba cada día tal cual el primero que lo vio. Conocerlo esas semanas como amigos había sido increíble, sus intereses no eran tan comunes, pero parecía que de alguna forma estar con él, era tremendamente satisfactorio. Pensar en dejarlo hacía que su orgullo sucumbiera ante esa emoción que lo invadía de soledad, de abandono y de pérdida, por lo cual dijo:

— No es verdad… yo creo que… me gustas. Nunca he salido con hombres, pero desde que te conocí pareces ser tan distinto a cualquier cosa que he conocido, solo necesito tiempo para acostumbrarme. Me da algo de vergüenza que todos nos vean tomarnos las manos o besarnos, pero lo intentaré, de todas formas que les incumbe, no obstante respecto al sexo quisiera que en eso si fueras paciente, es algo que no quiero hacer… todavía.

Las palabras llenaban de esperanza a aquel corazón tan virgen en el amor; asimismo por alguna razón ese hombre promiscuo que ansiaba acostarse prematuramente con todas sus citas, ahora le parecía una buena idea esperar para conseguir esa parte tan especial de ese hombre que lo llenaba de una calidez que nunca conoció.

— Esperaré lo que tú necesites, pero ¿podemos besarnos verdad?

— Claro… En ese caso creo que me voy, ha sido suficiente por hoy. ¿Vendrías mañana al cine?

— Si… ¿A qué hora te veo?

— Yo creo que te veo a las tres de la tarde y comemos algo antes de la película.

— Me parece muy bien, ¿Dónde te veo?

— Pasaré por ti aquí.

La mañana siguiente el detective recibía la visita de Alice Williams, entregándole un sobre con las fotos y un informe detallado sobre las horas de su labor; todo de forma oral y escrita también en el sobre. Muy contenta, saldó su cuenta y se dirigió a Houston  inmediatamente, a casa de los Johnson. Una vez ahí, antes de tocar el timbre, comenzó con su actuación lastimera. Deshecha en llanto con los ojos rojos y lágrimas saliendo profusamente, el mayordomo Charles le abrió la puerta:

— Señorita Williams, se siente bien, pase por favor, en seguida les hablo a los señores.

—Gracias Charles…

En medio de pañuelos la pasaban al salón y la madre de Chris, Carol Johnson   preguntó de inmediato sobre el problema de Alice:

— ¿Qué ocurre querida?

— Es Chris… — Respondió llorando escandalosamente.

— ¿Algo le pasa a Chris? 

— No precisamente… es que… — Dijo en medio de sollozos a medias.

El padre de Chris, Taylor Johnson también preguntó con algo de angustia:

—Vamos niña debes decirnos, no nos dejes así.

Sacó el sobre de su bolso y se lo entregó al padre mientras decía:

— La noche de la fiesta de su cumpleaños lo encontré besando a un hombre en la entrada, pero pensé que quizá estaba experimentando… Por lo cual contraté a alguien para asegurarme que estuviera en el buen camino. Ya saben que yo lo amo con todo mi corazón, sin embargo él está saliendo con un hombre. Debemos impedirlo.

Enojado el señor Taylor tomó entre sus manos el sobre y lo abrió presurosamente hasta que la evidencia decía más que mil palabras. Su propio hijo aparentemente disfrutaba el estar besando a un hombre, parecían fundirse en el abrazo. Sintió tanta repulsión, que su estómago produjo acido, fue tanto que las náuseas se acumulaban haciendo que tocara su boca y su otra mano en forma de puño temblaba excesivamente. Mientras la señora Carol lloraba abrazada a Alice a causa de su gran vergüenza.

— No llore señora, yo haría lo que fuera para traer al buen camino a Chris, díganme que hacer, estoy dispuesta a todo con tal de ayudarlo, hacerme su novia o si lo quieren cualquier cosa.

El señor Taylor finalmente respiró hondo y dijo:

— Debemos hacer algo inmediatamente, su graduación es en un mes y no permitiré que un hijo mío este en malos pasos. Cancelaré sus cuentas, suspenderé esa oferta de trabajo para buscarle una en esta ciudad. Creo que lo mejor sería obligarlo a salir contigo y a vivir aquí.

— Aún mejor, si así lo quieren me casaré con él.

— De ninguna forma el aceptará. — Dijo Carol.

— Entonces tendrá que ser su idea. — Respondió Alice.

Los padres de Christian estaban tan profundamente avergonzados de que todo el mundo supiera que su hijo salía con un hombre, pero jamás le dirían nada, conocían perfectamente el carácter fuerte de su hijo, por lo cual debían actuar de una manera inteligente para no perderlo y al mismo tiempo alejarlo de las malas compañías. La ayuda de Alice llegaba de forma inesperada pero perfecta para acabar con el problema de raíz.

En Nueva York mientras daban las tres de la tarde, un par de inquietos chicos se vestían emocionados. Cuando al fin la hora anhelada llegaba, puntualmente arribaba tocando la puerta Chris, de esa forma salieron a comer entusiasmados,  para posteriormente como un par de adolescentes caminar de la mano rumbo al cine en medio de sonrojos de ambos chicos, pues nunca habían disfrutado de un romance tan tierno. Sus manos sudaban y como un par de enamorados, no podían mirarse a la cara hasta que ingresaron a la sala de cine, en medio de una oscuridad que los hacía sentirse llenos de confianza para besarse y mirarse el uno al otro. La segunda cita real de sus vidas transcurrió entre apasionados besos y un par de abrazos en medio de la gente que salía de aquella sala de cine. Cada cual regresó a su casa suspirando y con una sonrisa de oreja a oreja.

Desafortunadamente para Chris al llegar a la fraternidad lo esperaba una figura masculina sentada en la sala… su padre:

— ¿Qué haces aquí padre?

— Necesitamos hablar, vamos a un lugar más privado.

Salieron a caminar por el campus y finalmente Chris rompió el hielo:

— Dime padre, ¿Cuál es el problema?

— Uno de mis amigos llegó hace una semana y me dijo un rumor que yo no creí, que tú tienes una relación homosexual. Sabes que está en juego el nombre de nuestra familia, por lo cual yo no te creí capaz, sin embargo contrate un investigador para que te siguiera y ayer tomó estas detestables imágenes. Eres tú y ese chico que llevaste a nuestra casa diciendo que era tu amigo ¿Cómo pudiste hijo? Me has decepcionado. Tu madre y yo no podemos permitir esta atrocidad, por ello decidimos una cosa. Si deseas seguir viviendo bajo nuestras atenciones deberás acatar nuestras reglas, de lo contrario eres libre para seguir tu camino, pero no recibirás ninguna ayuda, ni económica, ni apoyo moral.

— Pero padre… que no quieres que sea feliz, este hombre me hace sentir algo que nunca creí posible, creo que…

Una bofetada resonaba a lo largo del silencioso campus nocturno, la indignación en ambos era tal que la ira invadía sus mentes, la contestación que acabo con este silencio partió del hombre mayor:

— No te atrevas a decir esas cosas tan desagradables, qué no sabes que tu madre y yo estamos sufriendo terriblemente por tu culpa. No comprendes que hacer esas cosas representa que no eres un hombre real, serás por siempre el hazmerreír de toda la gente ¿y por qué? Por un simple capricho que no te durará nada. Ahora muchos de mis amigos están hablando a mis espaldas… Si quieres enorgullecerme deberás mudarte a Houston y casarte con una mujer; no me interesa si finges estar casado, sólo hazlo. Pagaré los gastos de tu nueva casa y te conseguiré un empleo por allá. De no ser así olvídate de que tienes padres.

— Como te atreves a intentar controlar mi vida, ni de broma te obedeceré.

— Tienes una semana para decidir, espero que sepas lo que te conviene. Aguardaremos por tu llamada. Mientras tanto te dejé algo de dinero en tu cuenta para que sobre vivas estas semanas, tú sabrás como te administras.  Una cosa más, te advierto que no te será tan fácil encontrar un empleo, les pediré que no te contraten al menos no en la CIA, sabes que puedo hacerlo, así que piénsalo bien.

Las duras palabras de su padre lo dejaban totalmente frío, el rechazo era algo que jamás había experimentado, nunca conoció algo así, siempre se sintió aceptado y amado, incluso muchas veces idolatrado. Ahora debía decidir si su futuro sería controlado por él mismo o por sus padres; en su cabeza las razones para ser libre se veían mermadas por la comodidad de tener a sus padres ayudando con las cosas que requería. Si resolvía quedarse en Nueva York, debía encontrar trabajo por sí mismo y no sería en un puesto alto, sino que habría que competir por un lugar de una jerarquía mucho menor, quizá en un empleo mal pagado. Al contrario, si se casaba con cualquier mujer, sería vivir una vida vacía, para mantener la cabeza agachada a todo lo que sus padres dictaran.

Esa noche no lograba dormir, ni tampoco deseaba leer los mensajes que llegaban a su celular una y otra vez, alertando que seguramente Alex anhelaba saber de él como todas las noches anteriores. No tenía ganas de nada, simplemente pensaba que en pocas semanas iba a ser su examen profesional y no podría ser posible quedarse en la fraternidad mucho tiempo, debía buscar un empleo o una esposa.

Alex estaba algo preocupado de que no recibía mensajes a su celular de Chris, ya que después de su encantadora cita parecía todo ir sumamente bien; sin embargo algo le causaba preocupación, sintió que las cosas estaban saliendo mal. Al siguiente día marcó  a su celular y no recibió contestación, por lo cual marcó una segunda vez y en vez de escuchar su voz recibió un mensaje que decía:

Lo siento Alex me siento algo indispuesto, necesito unos días para pensar en unas cosas, hablaré contigo lo antes posible.

Después de ese mensaje Alex se sintió algo triste, no tenía idea de que cosa estaba sucediendo, pero decidió confiar y esperar a recibir su llamada. Sin embargo no se comunicaba ni lo veía en el restaurant, por ello al finalizar esa semana sin saber de él, resolvió que  al salir del trabajo iría directamente a su casa, aunque no esperaba lo que ocurriría.

El día después del encuentro con su padre, Christian se encontraba en una profunda depresión, no bastaba saber que no tenía a su familia de su lado, sino que de alguna forma lo que decía su papá era verdad y los sentimientos en su corazón resultarían algo vergonzoso y mal visto ante los demás. Debía negarlos, creía que si lo hacía desaparecerían y podría cumplir con su deber ante la sociedad que lo acusaría de no lograrlo.  No obstante todos sus intentos por negar aquello, lo convertían en un ser débil, indefenso, sumido en sus pensamientos y en llanto; pero no cualquier tipo de llanto era uno sin lágrimas en su rostro, el cual no cesaba. Permanecer en ese estado preocupaba a sus compañeros de fraternidad, pero todas las veces que tocaban a su puerta:

— ¿Chris te encuentras bien? Estamos algo preocupados por ti, te dejamos algo de comer sal por favor.

— Estoy bien… solo necesito estar  sólo… déjenme descansar.

El tercer día, alguien que no esperaba tocaba a la puerta de su habitación. Era Alice con lágrimas en los ojos y diciendo en forma lastimera:

— Chris por favor necesito tu ayuda, tus compañeros me dijeron  que estás aquí.  

— Largo Alice, seguramente tú tuviste algo que ver con lo que dijo mi padre.

—  ¿De qué hablas? Yo venía a pedirte un lugar para quedarme, me corrieron de mi casa…

Chris se levantó, abrió la puerta, la miró con los ojos hinchados y un par de maletas, para preguntarle.

— ¿Es enserio? No es otro de tus cuentos.

— No Chris, desearía que fuera una mentira. 

Le dio un pequeño sobre y al abrirlo dentro venía una invitación:

Tenemos el gusto de invitarlo a nuestro enlace matrimonial

James y Alice

Entonces ella continuó:

— Me querían obligar a casarme, pero cuando llegaron las invitaciones les dije que no podría proseguir con eso. No pueden atarme a un hombre que no amo. Entonces mi padre dijo que era necesario, puesto que era de una buena familia y yo estoy haciéndome vieja sin tener pretendientes. Fue cuando le dije que no me casaría, que prefería vivir en la calle… Mi padre es un maldito, dijo que tomara mis cosas y me fuera hasta que cambiara de opinión. Ayúdame, no tengo a quién recurrir.

Las falsas palabras de Alice conmovían el frágil espíritu de Chris, la forma en la que se identificaba con la situación de ella le permitía tener una total empatía hacia su problema, no podía dejarla en la calle. Decidió dejarla quedarse en su habitación pidiendo permiso y discreción a sus compañeros que de inmediato lo apoyaron. En instantes, ella parecía como que estaba feliz y por otros era un mar de llanto; a pesar de todo él le contó su situación esperando empatía.

— Entonces me dieron a elegir vivir por mi cuenta o regresar a Houston casado.

— Tú tienes tan fáciles las cosas, acabas de terminar tu carrera y seguramente tendrás  muchas chicas con las cuales casarte; recuerda que yo apenas voy a la mitad de la carrera de diseño de modas y no tengo pretendientes. Nadie querría contratarme sin el apoyo de mi padre, solo que el tuyo me ayudara.

Una idea surcaba su cabeza, ahora creía que si fingía un matrimonio con Alice, sus padres lo perdonarían y además quizá a ella de igual forma, ya que el pertenecía a una familia bastante adinerada también.

— ¿Alice y si nos casamos en el juzgado? Podemos fingir que somos esposos y en Houston, vivimos en la misma casa pero cada quien por su lado. Así quizá tu padre te perdone, o mi papá te ayudará a encontrar empleo.

— ¿Harías eso por mí? Pensé que me odiabas… Gracias, no sabes lo agradecida que estoy. — Expresaba Alice con algunas lagrimitas surcando su rostro.

Ella lo abrazó y lloró en su hombro, hasta que se separó de él y le dio un beso en la boca que lo hacía sentir mal consigo mismo; no obstante debía aceptar que sería su pantalla para seguir teniendo tranquilidad y seguridad. Sin embargo no permitiría que ella le quitara lo último de su libertad, eso era entregar su virginidad a quien él quisiera.

El viernes por la noche llegaba Alex a visitarlo, con una mirada algo preocupada:

— Me tenías tan angustiado, que bueno que te encuentras bien. Dime que te ha pasado. — Inmediatamente interrumpiéndolo le dijo:

— Podemos hablar afuera.

— Por supuesto vamos.

Se sentaron en una de las bancas que se encontraban en el camino al campus y Chris fue el primero en hablar:

—Alex, creo que debemos terminar esto… Mis padres lo saben… Me amenazaron con quitarme todo, hasta las oportunidades laborales en la CIA. Yo lo siento… es que no tengo donde vivir, con un sueldo  de un empleo común jamás podría pagar un departamento. Además no podría volver a verlos jamás.

Alex deseaba externar su ira, la rabia de salir con alguien tan cobarde que teme luchar por su libertad, pero en vez de eso lo dominaban los sentimientos de amargura y desolación. Fue cuando en medio de lágrimas le contó su dolorosa historia:

— No dejes que te hagan eso, a mí me ocurrió algo similar. Cuando estaba por terminar la carrera mi padre pregunto sobre mi futuro y el por qué no tenía una novia. Fue cuando decidí salir del closet, lo cual fue una terrible idea, me despreció, me golpeo varias veces hasta que mi madre se le fue encima con mi hermano y hermana. No comprendía como alguien que debía protegerme, podía ser tan cruel conmigo. Al soltarme salió de la casa y me ayudaron a curar mis heridas; mi adorada madre me protegió junto con mis hermanos. Una vez regresó mi padre hablaron con él y se me permitió seguir viviendo ahí, pero mi madre les pidió de favor a mi tíos que viven aquí, si podían ayudarme a encontrar un empleo, de modo que cuando me gradué vine a vivir aquí… Mi padre sigue sin hablarme, lo escuche decir esa madrugada que podría quedarme pero que dejaba de ser su hijo, nunca más volvería a dirigirme una palabra, para él había muerto.

— Lo siento Alex, no puedo, ellos me aceptarán si me caso y me mudo a Houston con mi esposa.

No quería dejarlo ir de esa forma, sabía que podría ayudarlo dándole asilo en su departamento mientras encontraba empleo. A pesar de ser un niño mimado, un cobarde que no quería madurar y dejar a sus padres, aun así no le podía permitir que se fuera:

— No lo hagas, por favor inténtalo, yo te apoyo, vive conmigo hasta que encuentres trabajo, no tenemos que ser pareja, simplemente te apoyaré como amigo.

Por alguna razón se daba cuenta que no podría sentir esas sensaciones con nadie más, ya lo había intentado tantas veces sin poder tener por lo menos la mitad de aquellas emociones que lo envolvían al lado de Chris; no obstante esta persona le rompía su corazón.

— No puedo, yo simplemente no puedo hacerlo… adiós. Espero que podamos ser amigos. Me casaré en una semana, así que preferiría que ya no fueras a mi ceremonia de graduación. Adiós Alex.

Diciendo eso se retiró dando la espalda y caminando sin voltear atrás. Ambos sentían sus corazones destrozados, aunque no era una relación y no tenían ningún compromiso, parecía toda una vida juntos. Alex se dejó caer al piso entre sollozos, no podía creer que le rompían su corazón, comenzó a golpear el suelo con los puños gritando:

— ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Soy tan tonto, nunca debí dejar que alguien entrara en mi cabeza, siempre voy a ser rechazado.

Christian escuchaba a lo lejos los gritos de Alex mientras caminaba sin detenerse, anhelaba regresar y consolarlo pero no podía corresponder a los sentimientos de esa persona, ya que estaba por vender su destino. Su vida volvería a sus manos una vez que consiguiera independencia económica que pagara los lujos a los que estaba acostumbrado; sin embargo mientras debía acatar las órdenes de sus progenitores. Quizá en el futuro podría buscarlo de nuevo, entre tanto sus sentimientos deberían pasar a segundo plano.

Alex estaba totalmente devastado, esa noche al llegar a su departamento, se tiró en su cama. Ni si quiera el tierno amor de su pequeño felino al que abrazaba y llenaba de lágrimas, calmaba su corazón. Le llamó a su amigo Brandon y mientras lloraba en el celular, unos minutos después ya tenía tocando a la puerta a sus tres amigos del trabajo. Les contó sus problemas…

— No te pongas así amigo, ya habrá alguien más. — Dijo Brandon.

— Por supuesto hay muchos peces en el mar. — reafirmó Sandy.

— Él tenía algo único… lo que más me molesta es que sé que esto pudo llegar lejos y simplemente su temor lo impide.

— ¿Tu lo amas Alex? — Preguntó Valerie.

— No lo sé… simplemente nunca sentí algo así, yo creí que él era esa persona… 

Escuchando su confesión a medias, comprendían que Alex había perdido no un simple romance, era que se estaba enamorando o que ya lo estaba. Esa noche sus buenos amigos se quedaron para hacerle compañía y alegrarlo un poco, compraron comida rápida y cervezas para cenar con él; no obstante ni todo el alcohol del mundo lo haría olvidar. Tan deprimido lo notaron que se quedó Brandon en su departamento a hacerle compañía y la mañana siguiente lo forzó a salir con él a desayunar fuera, para luego lo acompañara a cambiarse de ropa y posteriormente se reunieron con las chicas. Más tarde asistieron al teatro y demás cosas que se les ocurrieron. Todo el fin de semana lo mantuvieron ocupado, pero aun así notaban de vacío de su corazón. De modo que esa semana Brandon fue el que tocaba a su puerta para obligarlo a asistir al gimnasio. A pesar de los esfuerzos de sus amigos, los pocos momentos de soledad que le dejaban las lágrimas aparecían externando su dolor.

Christian a razón de su forma de ser tan controladora, no se había permitido llorar, todo su sufrimiento lo cargaba y lo ensombrecía; cosa que le causaba una profunda depresión. Perdía las ganas de hacer cualquier cosa, se la vivía acostado sin moverse, tal y como había hecho desde que sus padres lo obligaban a casarse o romperían lazos con él. Ahora que Alice estaba con él no le permitía hacer eso de quedarse sin hacer nada, ella lo forzaba a hablar, lo forzaba a salir.  Sin embargo desde el día que lo vio regresar de hablar con Alex parecía que algo dentro de él había muerto y ella lo notaba, ya no estaba ese brillo que adoraba, su actitud era complaciente como si fuera un robot que hacía las cosas sin entusiasmo; todo desde comer, ducharse, e incluso no hablaba recostándose en su cama mirando el techo. Alice estaba realmente sorprendida, pues su apariencia no fue tan sombría cuando planeaban casarse, hasta que volvió de romper con Alex desde ahí todo lucía tan diferente. Al llegar de romper lazos con Alex le dijo inmediatamente:

— Alice quiero que les llames a mis padres y les avises que nos casaremos para que sepan que cumpliré, yo simplemente no quiero hablar con ellos. Diles la fecha y que no será una cosa grande, ni es motivo de celebración. También coméntale a tu padre para ver si se disculpará contigo por tratarte tan mal.

— Por supuesto, yo me encargaré de todo, solo debemos hacernos los prenupciales, lo demás será asistir al juzgado el día de nuestra boda.

La semana de Chris resulto una de las semanas más largas en toda su vida, los segundos parecían horas, no dejaba de pensar en la terrible expresión de Alex y su triste historia familiar; miraba con frecuencia su celular esperando recibir algún mensaje que tranquilizara su cabeza, pero no recibió ninguno. Asimismo escuchar la voz chillona de Alice era una tortura, la mandaba a comprar comida, o a donde fuera posible para mantenerla alejada de él, ya que ella quería tocarlo, acariciarlo, abrazarlo e incluso le robaba besos; cosa que le resultaba realmente repulsiva, de cierta forma la detestaba aunque a sus ojos ella era su salvadora. Jamás le prometió nada, no sería su esposo real, solo en papel, no obstante ella le daba a entender que no desistiría de intentar que funcionaran como pareja.

El sábado por la mañana del día de su boda, Chris sentía entumecidas las piernas, todo su ser parecía resistirse a la idea de vender su alma. Mientras más se acercaba la boda el miedo lo invadía, ahora miraba  el celular como esperando ser rescatado. Habían llegado ambos al juzgado y los padres de Chris los esperaban para ser los testigos de la boda, ahora solo faltaba que los llamaran para entrar con el juez. Sentado junto a Alice esperando ser recibido a una de las salas del juzgado donde se celebraban las bodas, comenzó a repetir una y otra vez dentro de sí mismo:

“Alex por favor haz algo, ayúdame a salir de esto, creo que te necesito”

La cosa más sorprendente es que mientras repetía esa frase como un mantra, le llegó un mensaje de Alex:

En estos momentos sé que quizá ya debes estar casado, toda esta semana pensé que debería presentarme al juzgado y suplicarte para que no te casaras; aunque creo que tu decisión, a pesar de que me duele en el alma es la mejor. Siempre he pensado que si no le hubiera dicho a mi padre que era gay, podríamos seguir siendo amigos, él fue un buen amigo que me cubría de los regaños de mamá cuando me escapaba y no llegaba a casa. Desde ese terrible momento lamenté profundamente haberlo perdido, que bueno que tú puedas hacer las cosas de una mejor manera, te deseo lo mejor.

Hay una última cosa importante que debo decirte, nunca sentí tanto afecto por alguien como lo hice por ti, creo que me enamore de ti, fue tan hermoso mientras duró que atesoraré los momentos que viví a tu lado. Si algún día cambias de parecer búscame, quisiera saber hasta dónde podemos llegar juntos.

Te deseo lo mejor …

 Alex.

Al principio sintió algo apoderarse de su razón, las cosas comenzaron a girar a su alrededor, sintió nauseas, intentaba soportar las profundas ganas de llorar, pero no pudo más con la presión dentro, la cual estalló cuando los nombraron para entrar:

— Ahora pasen Christian Johnson y Alice Williams.

Se levantó con unas lágrimas rodando por su cara y todo finalmente estalló:

— Lo siento Alice, no puedo hacerlo, te ayudaré de otra forma, simplemente no puedo hacerlo. Papá, Mamá no quise decepcionarlos, pero es mi vida y no puedo vivirla como ustedes quieren. Deseo intentarlo, necesito ver que tengo con Alex, es una persona maravillosa, no podría dejarlo, sé que funcionará, haré que funcione. Espero que me acepte, ya que estoy dispuesto a suplicar por su perdón. Adiós…

Una vez dicho eso salió corriendo, tomó un taxi hasta el departamento de Alex y al tocar a su puerta se percató de que no había nadie, entonces marcó el celular pero no le recibió la llamada…       

Notas finales:

Ahora si prometo actualizar pronto, de hecho ya tengo una parte de lo que viene, que puedo decir... si lo esperaban la primera vez de ellos será en el próximo episodio 


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