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Shadowhunters por Circe 98

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Notas del fanfic:

Wow, hace mucho que no publico por acá. Este proyecto era específicamente para FF.net pero me dije "¿por qué no?" y he decidido publicarlo aqui.

Es una base. Véase, tiene muy pocas cosas referentes al material original. Cazadores de Sombras de Cassandra Clare iniciado en 2007 con Ciudad de Hueso y terminado en 2014 con Ciudad del Fuego Celestial. Claro, eso la saga principal porque las crónicas continúan este año.

En fin. Como iba diciendo, no tiene gran cosa de esa saga, salvo el mundo y algunas escenas que yo misma recree. Pero a grandes rasgos, está realmente alejada. Nada que ver uno con otro.

Notas del capitulo:

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, buenas madrugadas. Depende de la hora en que me lean.

Esto no es un fic taaaaan largo (o eso quiero creer). 

Quiero decir que traigo una enorme resaca literaria por eso, créanme que es terriblemente adictivo que lo terminé casi en 2 días en general. Lo amé, con locura. Deberían leerse la saga, es bastante genial y se comprendería un poco más. Aquellos que lo leyeran ya, ¿un PM para hablar de lo que gustó y no gustó de la saga? Porque tengo muchas cosas que desprecié sin ofender a los fans del Clace.

En fin, mucha charla.

Yugi miró el apartamento delante de él. Estaba demasiado nervioso. ¿Qué se suponía que debía decir? Todo lo que pensaba le resultaba estúpido hasta cierto punto. ¿Por qué regresar a ese lugar? Nada tenía sentido.

Estuvo a punto de abandonar el departamento cuando la puerta se abrió, dejando ver al dueño en un estado bastante… peculiar. Ahogó su respiración con tal de no soltar ningún jadeo de sorpresa, tampoco mostrar todo el interés que poseía.

Apartó la mirada, peleando contra su cuerpo con tal de no ponerse colorado.

—¿Qué quieres? —preguntó el otro, con un tono bastante amable.

Yugi se obligó a verle a los ojos, encontrando un par de ojos muy parecidos a los propios, en cuanto al color, quería aclarar. Jugó con sus dedos llenos de cicatrices de antiguas peleas, aquel hombre le había curado de la última, cuando los médicos lo habían dado por muerto debido a la mordida e infección por demonio.

—Yo… quería darte las gracias —respondió. El otro se cruzó de brazos, arqueando una ceja en curiosidad—. Tú… salvaste mi vida antes… Quisiera saber si hay… si hay algo que pueda hacer por ti…

—Me gustaría que pasaras y hablamos de eso, no deberías estar aquí, afuera me refiero —le guiñó el ojo, causando más nerviosismo en el joven. Este asintió apenado mientras el otro le permitía pasar. Con timidez se sentó en el sofá, al borde del mismo, listo para moverse en caso de que no fuera aceptado y quedarse de pie.

El dueño del lugar lo vio, no parecía cómodo en sí mismo. Como si su piel le fuera extraña y deseara estar en la de alguien más.

—Deberías calmarte, no haré que demonios ni nada aparezca para comerte —dijo, acercándose a este. Eso pareció ponerle más tenso—. Tranquilo, no pasará nada. Juro que me mantendré alejado si así te sientes mejor.

Yugi asintió lento, como no deseando eso. Miró hacia abajo, su suéter azul le cubría perfectamente cada una de sus Marcas, no debería haberlas ocultado en primer lugar, no se avergonzaba de ellas porque hacían que él fuera él, lo que por nacimiento era pero… ahí estaba el problema, no había usado su poca magia para ocultarse por lo que, un chico de poco más de dieciséis con apariencia de unos diez, sería alarmante para los humanos.

—¿Deseas algo? —preguntó, moviendo las manos—. ¿Un vaso de agua? ¿Café?

—Café está bien —dijo el muchacho con rapidez.

El dueño del lugar apareció dos vasos de café, causando dudas en el joven. ¿Qué significaba eso? ¿Lo había robado? Al parecer, a este no le importó y solo le tendió uno, bebiendo un poco del propio. Apareció una silla, sentándose para poder saber un poco más del joven.

—¿Y?

—Yo… bueno, gracias por salvarme la vida aunque no recuerde mucho… creo que entiendes mi falta de memoria —trató de decir—. Bueno... también vine por lo del otro día…

Eso interesó al brujo, sonriendo de lado. Recordaba haberlo invitado antes, cuando se había colado a su fiesta dada por una estúpida razón, solo por el querer darla. Sus amigos se habían creído mucho cuando dio el halago, logrando confundirlo. Había sido a ese muchacho que ocultaba todas sus Marcas en ese viejo, descosido y sucio suéter. Debía regalarle ropa.

—¿Por lo de la cita? —preguntó con curiosidad, logrando su objetivo. Ponerle un rubor en sus mejillas. Este asintió, despacio—. ¿Por qué a un Hijo de nephilim le interesaría salir con un Hijo de Lilith?

—Me agradas —respondió con simplicidad, apretando sus manos contra el pantalón, retorciéndolo con sus largos dedos. Le había costado decirlo—. ¿Cómo puedo llamarte?

—Yami —respondió el brujo, acercándose a paso lento hasta colocarse a su lado, de pie—. Puedes llamarme así.

Yugi asintió lento, dudando. Eso le era extraño, no había tratado con nadie que no fueran sus amigos y familia, claro, descontando a los demonios. Esos seres que no se tratan, simplemente se combaten hasta lograr que regresen al Infierno.

—Bien, Yami —respondió Yugi, levantándose con rapidez, apenas había tocado el café que le habían invitado—. Debo regresar a casa —respondió. Se movió con una rapidez inhumana hasta llegar a la puerta—. Gracias nuevamente por salvarme la vida…

No terminó, vio al brujo muy cerca de él, muy pegado a su cuerpo. Podía oler el sándalo impregnado en la piel contraria, además de estar demasiado atraído por esos ojos del mismo color que los propios pero diferentes, jóvenes y ancianos a la vez, había vivido por mucho tiempo. No era desconocido para él, los brujos tendían a vivir mucho tiempo. Inmortales.

Demonios, pensó el joven nephilim. Trató de empujarlo un poco, para respirar con calma, para evadir todo pensamiento extraño que había comenzado a tener desde que despertara, entre la inconsciencia y consciencia, un beso robado.

—Deberías ser sincero contigo mismo —dijo, acercando ambas bocas. Sentían el aliento del otro combinarse. Había química, como había pasado en aquella fiesta pasada, donde se había colado. No pasaba mucho tiempo desde esa fiesta, la razón de que entrara fue obra de sus amigos. Ni ellos sabían sobre su gusto particular en cuanto a pareja—. Ser tú mismo, no tener más miedo.

—No sé de qué hablas —respondió. Inhaló con fuerza, tratando de apartarlo con ligereza. Abrió la boca para continuar con sus excusas pero no habló, no pudo cuando el hombre delante de él lo besó. Los huesos de Yugi, reforzados naturalmente debido a su condición de nephilim, temblaron, volviéndose mantequilla. Si no fuera por esos brazos que le sujetaban por la cadera, habría caído irremediablemente al suelo, llevándose a Yami con él.

Cerró los ojos, correspondiendo ese beso. El brujo le pegó lo más posible a su cuerpo, jalándole de las cintas del cinturón, sintiendo esas manos acariciarle los brazos. Yugi parecía disfrutarlo cada vez más, dejándose llevar. Metió las manos debajo de la camisa del brujo, logrando que se tensara en sorpresa. Poco después, Yami se relajó.

El nephilim sintió cómo él le abandonaba la boca para sentir sus labios en la garganta, en ese punto donde él creía que se conectaba con sus piernas, eran gelatinas y estuvo por sentir que esos brazos no iban a aguantarle y caerían irremediablemente. Sin embargo, Yami le abandonó con los ojos brillando al igual que los labios.

—Deberías ser tú mismo —volvió a decir. Yugi tragó con fuerza—. No que andes como esos homosexuales que andan de plumas y lentejuelas pero deberías aceptar quién eres. Ser gay no es malo.

—Yo…

—Por ahora —el brujo se acercó apoyó contra la pared, moviendo sus manos para que unas chispas rojas salieran de sus manos, abriendo la puerta de su departamento. Una sonrisa de oreja a oreja estaba en su cara—. Deberías regresar al instituto.

—¿Puedo volver? —preguntó, todavía sintiéndose embobado por esa experta boca. No le molestaría repetirlo nuevamente—. ¿Una cita tal vez?

Eso logró congelar a ambos. ¿El mortal había dicho eso? Con rapidez cubrió la boca, sintiendo la cara arder con rapidez en pena. Debería ser distinto, sentir cierto tipo de rechazo hacia el brujo que tenía delante, ser como otros de su especie, tal vez un poco de empatía pero… ¿eso?

Yami vio lo adorable que era ese niño. Tendría los dieciocho años, recordaba cuando todavía estaba en el vientre de la madre de este, poco le importaba, la apariencia era la de un niño. Era muy distinto. Sabía que pelearía con todo en caso de ser necesario, tenía la sangre nephilim, era llamado por la batalla contra demonios. Pero en lo personal…

—El viernes por la noche, cerca de las siete —respondió, con una sonrisa.

Yugi asintió, bastante avergonzado todavía. Avanzó a paso lento, dirigiéndose hasta la puerta. Dio unos cuantos pasos antes de regresar y estamparle otro beso a Yami, quien se sorprendió de eso. No lo creía capaz.

—El viernes, más te vale no tratar de huir —susurró como una amenaza. Luego, se fue corriendo, dejando a un confundido Yami, quien rio con ternura. Cerró lentamente la puerta, dirigiéndose hasta su mini—bar. Tomó una botella al azar de las que tenía y se sirvió un poco.


Yugi corría con todo lo que sus piernas le dejaban, sintiendo la lluvia pegarle en el rostro. Sonreía como idiota, poco le importaba la fuerza con la que el agua le pegaba. Estaba contento. ¡Tenía su primera cita! ¡Con tremendo personaje!

Se detuvo de inmediato, pálido. No había pensado seriamente cuando le propuso salir, el viernes por la tarde, casi noche. Debía buscar una forma en que Jonouichi, Honda y Anzu se entretuvieran, lo vigilaban mucho desde que se recuperarse de la picadura de demonio. Con muchísima dificultad había salido del instituto para escaparse y agradecerle al Gran Brujo su ayuda.

Mordió su labio inferior, saboreándolo todavía. ¿Era posible volverse adicto a ese tipo de contacto? Estaba emocionado, su cabeza daba vueltas, mareado. Buscó un refugio temporal donde pasar el tiempo hasta aclararse. Pensaba con rapidez las distintas excusas para no tener que memorizar tres de ellas, necesitaba una convincente a Anzu debido a que Jonouichi y Honda eran bastante tontos de alguna manera, fáciles de engañar. Hasta ese momento, logró esconder su sexualidad incluso de ellos, nadie sabía de su gusto hacia los hombres. Yami era el único hasta ese momento. Alzó la mirada, bastante preocupado.

Entrenaría con los tres un rato ese día, luego encontraría algo con tal de escabullirse.

Tragó con fuerza, regresando su carrera hasta llegar a su hogar, entrando en él de manera brusca, empapado. Su ropa chorreaba agua, dejando un charco enorme en el suelo donde estaba parado. Llevó sus manos a las rodillas, tratando de recuperar el aliento. Oyó pasos y alguien que se detenía justo enfrente, toalla limpia en mano.

—Pudiste quedarte allá hasta que pasara la lluvia —recibió como saludo. Yugi levantó la mirada, algo cansado de eso. Frunció el ceño, si se quedaba, algo más hubiera pasado y no pisaría el lugar hasta el día siguiente. Porque intuía que si así había sido su primer beso y detenido solo por una fuerza mayor, no quería saber cómo sería si se hubiera quedado.

—No realmente —respondió con lentitud, recibiendo de Honda una toalla, colocándosela para que absorbiera algo de lo que tenía. Todos avanzaron con rapidez hasta la habitación de Yugi donde este se encerró, quitándose la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Sintió la cara arder cuando vio el chupetón que quedó en su cuello por la mordida de Yami, rogando porque no fuera notado.

Tomó un bóxer, pantalón de algodón color negro y una camisa manga larga color azul con capucha. Abrió la puerta con su ropa mojada en mano, encontrándose con Anzu quien parecía expectante. Levantó ambas cejas, interrogando con esa acción sus deseos de saber qué quería escuchar. La castaña puso los ojos en blanco, un poco cansada de la actitud de su amigo.

—Deberías decirle que te gusta —respondió con sencillez, provocando que las cejas llegaran hasta el nacimiento de su cabello—. Al brujo, quiero decir.

—No entiendo –respondió rápidamente. Avanzó, pasando al lado de ella, dirigiéndose hasta el lugar donde pondría a lavar su ropa. Anzu le siguió el paso, colocándose a su lado. Odiaba las largas piernas que ella poseía contra su menudo cuerpo. Muy bajo, muy pequeño pero muy letal contra demonios.

Las cicatrices alrededor de su cuerpo como un rosario eran la evidencia. El que Yami tuviera que ir era otra, daría todo con tal de proteger y pelear.

—Sabes a qué me refiero —refutó ella, gruñendo un poco—. Sé sobre tu preferencia, los vi cuando estabas más consciente, fue por accidente —agregó con rapidez, notando la extrema palidez que adquiría el joven Moto—. No lo recuerdas.

Yugi negó rápidamente con la cabeza, mareándose por haber hecho eso. Entró al cuarto de lavado y programó las máquinas con su ropa. Salió de allí, escuchando a la castaña, evitando darle la cara. Solo oía las palabras que pronunciaba. Supo que a Yami le gustaba. Eso explicaba el beso de la tarde, además de la cita para el viernes.

Torció la cara, bastante desanimado. Su expresión era similar a la neutralidad. Le encantaba haberse enterado de eso pero no le alegraba mucho el saber que un mundo de cosas habían pasado mientras estaba muriéndose. Odiaba esa palabra y todos preferían evitar el tema. Era un nephilim, un cazador de sombras, ese era su trabajo: morir peleando contra demonios. Al menos estaba seguro que nada podría lastimarle en un tiempo, las cosas estaban tranquilas por esos días, no era necesario tener todo el tiempo su ropa negra sobre la piel, mostrando gran parte de sus Marcas con orgullo mientras estas le ayudaban.

Finalmente Yugi se llegó a cansar de Anzu. Le pidió lo más amable que podía que se detuviera y se alejara un poco, se sentía asfixiado con mucha fuerza por el interrogatorio que estaba teniendo. Le desagradaba en muy buena parte. Su sexualidad era suya, no le debía nada a nadie. Ella entendió en parte, no evitando que se sintiera dolida. Podía equivocarse, no sería la primera vez en que lo hiciera.

El joven entró a su habitación y cerró su cuarto, tirándose en la cama. Estiró los brazos, pensando en qué haría. Tantas cosas en su cabeza que nada podía serle claro. Anzu era la más difícil, no quería decirle que sentía un enorme gusto por los hombres, menos por el brujo, era la más recta y posiblemente, a pesar de sus buenas intenciones, demasiado pegada a las reglas. Lo delataría en cualquier momento de ser necesario.

Miró sus brazos, llenos de Marcas. No a la literal pero sí estaban rodeados de ellas. Muchas Marcas, la más importante en su mano, la Marca de Visión. La primera que recibió y recibiría nunca. Todos ellos la poseían. Anzu, Jonouichi y Honda.

—Yami —susurró. Era el primer hombre que le gustaba aunque, sabía, la edad del brujo era enorme, enorme, demasiado enorme como para tratar de atinarle. Nunca se arrepentiría de ser lo que era: un cazador, pero a veces se preguntaba cómo sería la vida de una manera distinta, tan distinta como lo era la del brujo o la de los humanos, esos seres que nada tenían que ver con el mundo de las sombras, ignorantes en todo sentido del mismo.

Negó con la cabeza, ya sabiendo la respuesta. Sí, podría tener el cuerpo que tenía en ese momento por un entrenamiento propio, uno que solo él quisiera tomar y no por obligación pero… sería aburrido. Demasiado aburrido.

Pensó en la Ley, la estaba quebrando. Sonrió con gusto, ya la había quebrado. En primer lugar, estaba completamente prohibido que existieran nephilims homosexuales debido a la tasa de mortalidad que poseían, demonios, hadas, vampiros, nephilims que iban separándose del camino del ángel por haber sido asesinado por sus enemigos o haber sido influenciados por los submundos. El otro era la prohibición total de amar a estos seres.

Notas finales:

Bien, aquel que le quiera saber, tengo los 10 libros (Orígenes, Crónicas de Bane y Cazadores de Sombras). Me basaré en ese mundo, el que Cassie creó pero quiero darle mi toque, con esta pareja que me encanta muchísimo: Malec. La amo, es mi OTP de los libros, muy por encima de cualquier pareja hetero de cualquier otra saga. ¡Así de fuerte me ha pegado! Los amo a esos dos, me recuerdan a un par de personas.

Continuando, no lo habré puesto arriba pero creo que es obvio tanto por el nombre como por la trama en sí: Separado de cualquier otro fic que haya hecho antes y, esta vez, juro que mejor desarrollado porque no tengo realmente mucha referencia de la pareja que me gusta, salvo del último libro y creo que no puede contar como pareja porque habían terminado (MEGA SPOILER!). Umm ¿qué más? Oh, cierto.

Pues, no sabría, si les gusta la idea, un comentario me animaría bastante. Tengo pensados varios capítulos pero creo que sean independientes cada uno del otro tomando esta idea aunque serán, obviamente, continuación directa de este capítulo. Realmente ando pensando mucho y hablando mucho. Más notas que fic, por lo que parece.

¡Nos leemos!


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