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Love-30 por Kitty Pasta

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Notas del capitulo:

Supongo que no fui la única en sufrir un mini infarto al tratar de entrar a la página en estos días y ver que estaba inhabilitada; bien, pensé, no tengo respaldo de todos los capítulos y fanfics así que sí se cuelga para siempre, la siguiente que se cuelga soy yo de un árbol porque pierdo mucho material... por suerte acá estamos, y tenemos otro día para vivir y disfrutar del yaoi! Aún así es la segunda vez en poco tiempo que hay dificultades en la página, por lo que considero seriamente mudarme a Wattpad; de ser así por supuesto serán avisadas, para que puedan continuar leyendo esta o la historia con la que se hayan enganchado sin problemas. Realmente odiaría tener que dejar amoryaoi, con todo y defectos fue la primera página en la que desembarqué cuando aún era una fujoshi joven e inocente, y significa mucho para mí. Pero lamentablemente, ya no le puedo tener la misma confianza de antes, y lo más probable es que en estos días saque mi cuenta en Wattpad y empiece a mudar fanfics. De todas formas no se preocupen, si amoryaoi sigue en pie subiré mis fanfics en ambas páginas, y Wattpad será una especie de "respaldo"; si amoryaoi desapareciera ya saben que allá me pueden encontrar.

Dicho este pequeño discurso, las dejo con el momento culminante de esta historia... 

-¿Pero puedes creer tanta mala suerte? ¿Qué le costaba a la lluvia esperar media hora más para caer? Ahora el partido se suspenderá quien sabe hasta cuándo. Nos quedaremos con la intriga de saber quién gana- se quejó Roxy como un niño chiquito en la cafetería de la Universidad, que había permanecido abierta hasta esas horas a causa de la gran cantidad de visitantes llegados para presenciar el partido. Roger, a quien había sido dirigida la pregunta, se encogió de hombros despreocupado y le aconsejó que no se lo tomara tan a pecho.

 

-Ya conoces muy bien cuál es el protocolo para estas situaciones. Primero tienen que esperar a que llegue el informe del servicio meteorológico diciendo si la tormenta se alejó de la zona, y si es así proceder al secado de la cancha. Si el mal clima se prolonga y el informe es negativo, el partido se aplazará hasta mañana. No hay más que hacer que esperar.

 

-Sí, ya sé, pero es molesto igual- persistió Roxy con terquedad.

 

-Hombre, ¿Por qué no te vas a dar una vuelta por ahí si estás tan aburrido?- sugirió Roger en un intento por librarse de su pesimismo.- A lo mejor te encuentras alguna chica linda que te lleve la corriente. Ahora por favor, déjame terminar de comer tranquilo.

 

-Está bien, ya entendí. Me voy.- Y agregó:- iré a ver a Allen ya que estoy. Me dijeron que había bajado al hall a comer con Lior: tal vez a ellos no les importe oír mis quejas.

 

Uniendo la acción a la palabra se retiró de la cafetería y fue en busca de los dos muchachos, pero se topó con Lior en ese mismo pasillo, quien miraba con aire pensativo por una ventana. Al verlo el joven pelinegro adoptó una postura más compuesta y lo saludó con cortesía, aunque sin las familiaridades que Roger tenía para con Allen. Evidentemente, Lior era un muchacho muy serio.

 

-¿Cómo le va, señor Roxy? ¿Conociendo la escuela?

 

-En realidad, matando el tiempo. La espera me puso algo impaciente y Roger me echó de la mesa por molesto, así que ahora voy a vagar por ahí.- El comentario suscitó una sonrisa en el rostro de Lior, que se aflojó y le señaló a la distancia, a la zona de las canchas.

 

-¿Sabe dónde está Allen ahora? Pues allá, en el vestuario, comiendo solo porque nos dijo a todos que le resultaría más fácil guardar calma si nadie lo acompañaba. Está igual de impaciente que usted porque se reanude el partido para poder por fin sacárselo de encima, así que prefirió esperar solo.

 

-Bueno, lo entiendo. Estar en medio del calor de un partido y que se suspenda de repente es muy desmotivador, especialmente si es la final de un torneo.

 

-Esa parte yo la entiendo, pero ¿por qué tenía que ser en el vestuario? Está alejado de todo y con la lluvia debe resultar bastante perturbador estar ahí, solo…

 

-Tal vez- dijo Roxy despacio, sentándose bajo la ventana con los ojos cerrados y una semi sonrisa en los labios- no deseaba cruzarse con alguien en particular. ¿No te parece?

 

-Eh… supongo que puede ser. Pero yo no sé nada al respecto.

 

“Que mal que mientes”, pensó Roxy divertido. “Apostaría cualquier cosa a que tú mismo le sugeriste que se quede allá para no cruzarse con Roger. ¡Si salta a la vista que no lo quieres para nada!”

 

-¿Y usted, cuando tiempo piensa esperar por aquí? Lo digo porque como no hay manera de saber hasta cuándo durará la lluvia, tal vez se sentiría más cómodo si regresa al hotel…

 

“Sí, claro. Ahora te interesa mi comodidad”.

 

-Pues esperaré hasta que haya un comunicado oficial, por supuesto. No he llegado tan lejos con este proyecto para perderme un encuentro tan importante, así que me verás por aquí un buen rato todavía. ¿Mi presencia te incomoda?

 

-¡Oh, por supuesto que no, señor Roxy, como se le ocurre!- se apresuró a negar Lior.- Para nada. Es más, si lo desea, yo me quedo a hacerle compañía así no se siente aburrido. Creo que en este momento, los dos estorbamos a nuestros amigos.

 

-Sí, puede ser- suspiró Roxy. Lo cierto era que no importaba si el pelinegro decía la verdad o no, allí estaba pasando algo entre Roger y Allen que ninguno de los involucrados quería decir en voz alta para no darle un carácter definitivo. ¿Por qué si no Roger había seguido con la vista al rubio cuando entró a la cafetería fugazmente a buscar una bandeja de comida, y por qué el propio Ali prefería la soledad del vestuario a la calidez del edificio, donde estaban todos sus amigos? Pero no podía meterse porque no era asunto suyo y, más que nada, porque no sabía que catástrofe podía desencadenarse si ponía en evidencia algo que cambiaría la vida de su amigo para siempre. Forzosamente debía esperar a que Roger tomara la iniciativa y confesara lo que sentía, cuando el peso de semejante secreto se le hiciera demasiado a él solo y le pidiera ayuda. Miró al joven que tenía al lado de reojo y sospechó que él también había llegado a la verdad observando el comportamiento de Kanda y de Roger, y que por eso pretendía acaparar la presencia del rubiecito. Seguramente estaba celoso y preocupado de que le robaran a Ali.

 

-Oye, Lior- preguntó de repente.- ¿Pudiste comer algo con todo este movimiento?

 

-No… no en realidad.

 

-Entonces ven, volvamos a la cafetería. Te invito un sándwich. Ya que a los dos nos apartaron por molestos, al menos juntémonos nosotros para comer. ¿Quieres?

 

-¿Por qué no? De acuerdo, acepto. Tendremos tiempo de sobra hasta que se reanude el partido.

 

-Si es que se- corrigió Roxy parándose y sacudiéndose el trasero por si tenía polvo adherido.- Podría llover por horas y horas teniendo en cuenta los días que lleva preparándose la tormenta.

 

(…)

 

La lluvia era muy relajante, pero solo cuando se estaba a resguardo en la propia casa, calentito y cómodo en el sofá o durmiendo a pleno en la cama. En aquel contexto, sabiendo que debía salir en cualquier momento a terminar de jugar el partido más crucial de su vida, era lo más desesperante que podía existir. Daban ganas de salir a jugar incluso bajo el aguacero con tal de que todo terminara pronto.

 

Comenzó a arrepentirse de haberle pedido a Lior que lo dejara solo porque, al no tener más que a su propia mente por compañía, ésta se dio a la tarea de evocar la imagen de Roger en las situaciones más románticas que pudiera imaginarse. Angustiado, reconoció que una de sus mayores (y más trilladas) fantasías era que el guapo moreno lo abrazara por detrás mientras una tormenta se descargaba en el exterior, porque de esa manera nadie podría interrumpirlos. Si cerraba los ojos casi podía verlo allí, sonriéndole y rodeándolo por la cintura, acariciando su rostro para luego besarlo hasta dejarlo sin aliento. ¡Cuán feliz sería si ese tierno sueño pudiera volverse realidad! Se dio cuenta que estaba acalorado en ciertas partes del cuerpo y se puso de pie de un salto, avergonzado, iniciando una nerviosa caminata en círculos por todo el vestuario para tratar de enfriarse. Al final se le pasó y volvió a tomar asiento en el suelo, un tanto deprimido por haber tenido que machacar sus propias fantasías pero repitiéndose que era por su propio bien. Roger nunca sería suyo, nunca lo miraría como hombre, nunca le susurraría al oído palabras sensuales para encenderlo y despertar su deseo, y si estaba esperando ese milagro moriría esperando.

 

-Tal vez deba llamar a Lior- se dijo a sí mismo mientras revolvía apáticamente los trocitos de salchicha en su plato. Pero si hacía eso, ¿no sería algo egoísta? Lior no era una marioneta que él pudiera manejar y usar a su antojo. No podía pedirle que volviera bajo una lluvia torrencial cuando quince minutos antes le había pedido que lo dejara solo. Así que una vez más se resignó a seguir esperando allí completamente aislado del resto y terminó su cena ya tibia, no porque tuviera hambre sino para hacer algo. Después guardó todo, bandeja, cubiertos y vaso en una bolsa hermética a fin de devolverla más tarde a la cafetería, en donde tendría que haber comido en realidad si no fuera porque deseaba tener a Roger cerca. Lo había visto sentado a la mesa con Roxy y Romina, y lo había visto hacerle señas para que se les uniera. Pero no tuvo valor. No podía arriesgarse.

 

(…)

 

-Está poniéndose muy feo- observó Roger después de una atronadora salva de truenos y relámpagos.- ¿Allen estará bien ahí en el vestuario, solo?

 

-¿Qué no estaba en el hall?- preguntó Romina mientras daba cuentas de una ensalada de frutas.

 

-No. Roxy me envió un mensaje y me lo contó, y a él se lo dijo Lior. Parece que Ali quería estar a solas, pero el vestuario del club de tenis está muy lejos de aquí y no es el mejor lugar para quedarse durante un temporal. Está demasiado expuesto… además empezará a hacer frío allí, por eso me preocupa.

 

-Bueno, hermano, Ali es grande y sabe lo que hace. Lo más probable es que vuelva en cualquier momento ya que no parece que vaya a despejarse, y no tiene sentido esperar eternamente.

 

-Sí, supongo que tienes razón.- Pero al tiempo que decía eso su preocupación aumentaba o más bien, sus ganas de tomar un paraguas e ir a buscarlo aumentaban. ¿Por qué lo había ignorado cuando se cruzaron hacia un rato y él lo invitara a sentarse a su lado? Con eso solo le quedaba más en claro que el menor tenía un problema con él y no quería decírselo, lo cual le dolía y lo llevaba a querer un encuentro a solas en el cual pudiera sacarse las dudas. Sin mencionar que a cada segundo que pasaba se le hacía más difícil acallar el hecho de que estaba enamorado, y cualquier cosa podía actuar de detonante en cualquier momento para que se le fuera la lengua y le contara a todo el mundo. El rechazo del rubio podía ser uno de esos detonantes.

 

-Un mensaje de Roxy- dijo al sentir la vibración de su celular en el bolsillo.- ¡Mira nomás! Un contacto de la organización le ha avisado que el partido se suspenderá hasta mañana al mediodía por el mal tiempo; lo anunciarán dentro de cinco minutos por los altavoces.

 

-¿Así que el al final no lo continuarán hoy?- se lamentó Romina.- Es una pena, Ali se estaba recuperando… quería verlo ganar.

 

-Pues lo verás ganar mañana, si logra mantener la motivación que tenía hasta hace un rato. Al fin y al cabo solo quedaba un set por jugar.- Una sonrisa repentina le iluminó el rostro, aunque logró disimularla.- Creo que ahora sí habrá que ir a buscarlo, para avisarle y llevarlo a casa. No sería amable dejarlo regresar solo, ¿no te parece?

 

-Ah, pues sí- reconoció ella.- Entonces iré a decirle a Roxy…

 

-¡No! No hace falta. Déjalo que termine de comer tranquilo, luego cuando estemos en el auto le dices.- Aquella endeble excusa era, por supuesto, para que Lior no se percatara de sus planes de llevarse a Ali; ya había visto que Roxy y el pelinegro compartían una mesa (bien alejada de la de ellos, por cierto) y lo último que deseaba era tenerlo en el medio, porque estaba convencido que intentaría llevarse a su amigo primero si se enteraba. Lior era muy entrometido en lo referente a Allen y eso lo fastidiaba, por no decir que lo ponía descaradamente celoso. Si aquello sería una guerra por ver quién era más cercano a Ali, él daría pelea.

 

Asomarse ya a la puerta de entrada del colegio fue una aventura, puesto que el viento azotaba al agua en todas las direcciones y eso hacía sumamente incómoda la tarea de otear a la distancia en busca del chico, ni que decir ya avanzar. Luego al comprobar que Allen no regresaba vino la tarea de enfundarse todo lo posible en la campera con capucha que había llevado para ese propósito, y por último sacar el paraguas de su bolso para echarse a andar bajo tan aciago clima. Sin embargo, no le importó tiritar de frío y salpicarse por todos lados, ni mucho menos: no le importó porque Allen estaba allí fuera solo y lleno de tristeza y lo necesitaba, y siendo así no había incomodidad que pudiera desanimarlo.

 

“Allen”, pensó con intensidad sin reprimir. “Espérame”.

 

En efecto en la zona de las canchas, al hallarse tan alejada del edificio principal del colegio, la  tormenta se veía más feroz y él se preguntó cómo era posible que hasta hacia una hora hubieran estado ahí sentados presenciando un partido. Con un nuevo escalofrío se apresuró a andar los últimos metros para no hacer esperar ni un minuto más al rubiecito: entonces, sin previo aviso, un relámpago monstruoso atravesó el cielo iluminándolo de punta a punta lo cual no podía significar sino una cosa.

 

-Mierda- exclamó sobresaltado al oír el atronador rayo que sucedió al relámpago y que no pudo dejar de oír al tener las manos ocupadas. Era indudable que había sido atraído por el pararrayos de la escuela y por eso había sonado tan cercano, lo cual era muy perturbador y dejaba a cualquiera con la piel de gallina. Dio un respingo.- ¡Ali!

 

Entró como una tromba al vestuario y arrojó su paraguas de inmediato, buscando al chico con la mirada y reconociendo su bolso y algunos de sus objetos personales desperdigados por el suelo. Se dio cuenta que temblaba un poco.- ¡Allen! ¿Dónde estás?

 

-¿Roger?- siguió la voz hasta el baño (1*) y vio al menor saliendo de uno de los cubículos con el rostro blanco, posiblemente paralizado por el miedo, y enseguida se le acercó y lo abrazó sin preguntarle siquiera si podría hacerlo. Lo enlazó por la cintura y lo apretó contra su pecho sin pararse a pensar que la situación no daba para tanto, y que iba a quedar como un desubicado, tan solo invadido por la necesidad acuciante de sentirlo tan cerca como fuera posible.

 

-Menos mal que estás bien, pequeño- le dijo a media voz, acariciando disimuladamente su cabeza y oliendo su delicioso perfume a vainilla.- Menos mal.

 

-¿Roger…?- repitió Ali, desconcertado.- ¿Qué sucede? ¿Por qué…?

 

-No deberías haberte quedado solo aquí con una tormenta tan terrible fuera, Allen- lo reprendió con preocupación- es peligroso, por eso vine a buscarte. Además- agregó- han suspendido el partido hasta mañana así que no tiene sentido que continúes esperando. Volvamos a casa…

 

-No- se negó el rubiecito, temblando.- Gracias, pero puedo volver solo. Traje un paraguas.

 

-No me refiero a eso, sino que te llevaré a tu casa con el auto- explicó, separándose un poco para verlo a los ojos y sorprendiéndose de encontrar en ellos una mirada esquiva. De nuevo sintió aquella invisible barrera alzándose entre ellos y su corazón se detuvo por el temor, incapaz de comprender que había hecho para ofenderlo y pidiendo con todas sus fuerzas que se lo explicara pronto para no caer en la desesperación. No podía ni tolerar la idea de que Allen lo apartara de sí por algún error o desliz suyo.

 

-De todas maneras no hace falta, gracias. Si Lior sigue en la escuela él puede llevarme…

 

-¿Por qué?- preguntó interrumpiéndolo con un tomo de rabia que no reconoció como propio.- ¿Por qué vas a pedírselo a Lior si yo estoy aquí?

 

-Pues por nada en particular- balbuceó el menor cada vez más desconcertado con la actitud de Roger, y ahora sí intentando salirse del abrazo antes que se sintiera demasiado cómodo.- Además seguro que tú querrás volver enseguida al hotel en vez de perder tiempo conmigo, así que…

 

-Allen- lo encaró el moreno con firmeza- deja de ponerme excusas. ¿Se puede saber por qué me has estado esquivando desde ayer?- Ignoró la expresión de sorpresa del joven y continuó:- si estás molesto conmigo por algo, por favor dímelo ya en vez de tenerme en vilo cada vez que trato de acercarme a ti. Ya estoy grande para esta clase de juegos.

 

-¡Yo no estoy jugando!- exclamó Allen repentinamente enojado y librándose de un tirón de los brazos que lo sostenían con esa ternura que tanto le gustaba.- Solo te estoy diciendo como son las cosas. Tú eres demasiado importante como para estar detrás de mí todo el tiempo, así que te libro de esa obligación y me voy con mi amigo a casa. Y no te estoy evitando- añadió sin convencimiento, hecho que Roger notó y por el cual se sintió todavía más herido.

 

-No digas tonterías, Ali, por favor. ¿Cuándo he insinuado yo que sea una carga o una molestia pasar tiempo contigo? Al contrario, es un placer. Por eso me duele ver ahora como me mientes y te escapas de mí como si te hubiera hecho algo.

 

-Ya te he dicho que no…

 

-¿En qué te he fallado, Ali?- preguntó suplicante, olvidándose de mostrar compostura.- Dímelo, sea lo que sea y yo procuraré compensarte. No quiero verte triste como te vi ayer y menos si es por culpa mía, porque no lograrás quitarme de la cabeza que he sido yo el que se equivocó aunque no sepa en qué.

 

-No seas soberbio. El mundo no gira alrededor tuyo y no tengo por qué contarte mis problemas privados- contestó con una frialdad que estaba muy lejos de sentir, pero que era necesaria si quería que Roger se hartase de él y lo dejase solo. Le destrozaba el corazón tener que hacerse odiar por su gran amor, ¿pero qué otra cosa podía hacer para retornar a la normalidad?

 

-Gracias de nuevo por avisarme, pero yo me voy. Y tú… harías muy bien en regresar al hotel a descansar. No hace falta que te preocupes por mí.

 

-Ali…- a Roger se le nublaron los ojos y comprendió que estaba por llorar frente al rubio, lo cual hubiera sido una muestra definitiva de su interés por él pero a la vez un signo imperdonable de debilidad: por lo tanto, se secó los ojos y en vez de llorar volvió a acercársele y lo encerró contra la pared, usando su cuerpo y sus brazos para bloquearle el paso y obligarlo a que lo mirara a los ojos. Allen en efecto alzó la vista ofendido (supuestamente ofendido, pero por dentro excitado e ilusionado como nunca en la vida), y lo increpó.

 

-¿Qué crees que haces, Roger? ¡Déjame pasar!

 

-No. Si no me dices la verdad de lo que te pasa no te dejo ir.

 

-¿Te has vuelto loco? ¿Cómo te atreves a tratarme así? ¡Apártate o te…!

 

-Hasta antes de ayer éramos buenos amigos y me comprometí a ser además un buen maestro para ti, ayudándote a entrenar para llegar al ranking como sueñas. Nos llevábamos bien, y tú me confesaste que me has admirado desde los diez años. Entonces, ¡no me quieras hacer creer que no te pasa nada conmigo cuando dos días después huyes de mi presencia como si fuera el diablo! Merezco una explicación, y hasta que no me la des no voy a despegarme de ti.

 

Allen no supo que contestar puesto que el mayor tenía razón, y no había nada tan difícil como darle la razón a otro. Sabía que si no le daba una explicación satisfactoria no se quedaría tranquilo y continuaría preguntándole, llevando su autocontrol y resistencia al límite, pero no se le ocurría nada para decirle que resultara creíble. Además, como si hiciera falta aclararlo, en el fondo le encantaba que Roger se lo hubiera tomado tan a pecho: eso sin duda tenía que significar que le importaba al moreno, y que su amistad le resultaba algo muy precioso como para perderla. Era realmente sensual tenerlo sobre sí con ese aire tan masculino y casi salvaje envolviéndolo por todos lados, encendiendo su imaginación y su cuerpo como si fuera una hoguera; era lo máximo que tendría de él y por eso mismo le resultaba un sacrificio enorme rechazarlo y huir. “Si yo pudiera arrojarme sobre ti ahora, sabes como lo haría”, pensó esquivándole la mirada para que no viera su apetito.

 

-Estoy esperando una respuesta- insistió Roger con los nervios estrujándolo como a una bolita de papel; sin que su voluntad interviniera había comenzado a excitarse al tener a Allen tan cerca y en esa posición, arrinconado contra la pared y con aquella expresión sufrida en su rostro. No es que quisiera verlo triste, por supuesto, pero de esa forma le daban muchas más ganas de consolarlo. “Dame una sola señal, mi amor, y te juro que te lleno de besos hasta que no pueda más”.

 

-Ya te dije que no pasa nada… ¿Por qué insistes? Déjame en paz…

 

-No.

 

-Bueno, ¿y qué vas a hacer? ¿Tenerme aquí encerrado toda la noche hasta que te diga lo que quieres oír?- se mofó sin esperar una respuesta realmente. Pero Roger, picado en su orgullo y herido por su indiferencia, lo cercó todavía más y lo miró con fijeza a los ojos.

 

-Lo haré si es necesario. No me pongas a prueba.

 

“¿Pero qué pasa con él?”, se preguntó Allen asustado al ver el fuego con que lo miraba su ídolo, un brillo apasionado que en nada se asemejaba a su expresión bondadosa habitual. Ahora lo tenía tan encima suya que podía sentir su torso y sus piernas apoyándolo, creándole un infierno de deseo en la piel y venciendo su resistencia mental. Su cuerpo se aflojó y dejó de ofrecer resistencia al agarre con que lo sostenía, abandonándose por completo a la sensación del cuerpo de Roger rozándolo en toda su extensión: cerró los ojos y se dejó dominar por el goce que le provocaba esa cercanía, como hacía rato que se moría por hacer. “Adelante, hazme lo que quieras”, pensó en el cenit de su anhelo, sin percatarse de lo que su rostro caliente estaba generando en Roger. El moreno no podía creer lo que veía pero tampoco podía negarlo, y era que “su” tierno discípulo, ese dulce muchacho que le había robado el corazón, estaba ahora completamente rojo y en actitud sumisa, casi como si esperara que lo avanzara. Estupefacto, observó cómo sus labios temblaban y sus mejillas se ponían cada vez más coloradas a medida que él lo tocaba, mostrando un nerviosismo que solo podía explicarse de una manera. Sin atreverse a creérselo del todo, esperanzado, extendió un brazo para agarrarlo por la cintura: si Allen reaccionaba con enojo y lo apartaba de un golpe, sería una respuesta. Si lo dejaba continuar era otra. Fue por eso que un enorme e indescriptible júbilo se apoderó de él cuando no encontró resistencia y su mano se deslizó fácilmente por la cintura del rubiecito, mientras con la otra lo sujetaba por los hombros para asegurarlo lo más posible. Aquello hacía rato que había pasado de ser una escena dudosa a una escena obvia, de modo que si Ali lo dejaba hacer solo podía significar algo… ¡solo podía significar una cosa! No había otra explicación al hecho de que hubiera abandonado su actitud hostil y en cambio le permitiera agarrarlo con esa confianza, tocándolo como si fueran más que simples amigos y acercándole el rostro tanto que cada uno pudiera sentir el aliento del otro.

 

-Allen- susurró- no seas obstinado, y dime de una vez que es lo que sientes…

 

-Roger, basta por favor- le suplicó sin animarse a abrir los ojos y temblando como nunca en la vida.- No sigas. No me hagas sufrir, te lo suplico…

 

-Lo último que quiero es que sufras, Ali, créeme.- Le acarició el cabello con lenta ternura, conteniéndose a duras penas.- Todo lo contrario. Mi único deseo es verte feliz, y ese secreto que guardas no te permitirá serlo, por eso… mírame a los ojos, pequeño, y dime la verdad. Te aseguro que no me voy a ofender y tú te sentirás mucho más aliviado si me lo cuentas.

 

-Roger…- muerto de vergüenza abrió los ojos y se encontró con la mirada del mayor devorándolo, con una sonrisa que no podía ser sino de amor, y sin darse cuenta se echó a llorar: no como un niño, sino como un adulto, las lágrimas comenzaron a caer silenciosas por su rostro porque al fin su sueño había sido cumplido, el de que el hombre a quien amaba lo tomara entre sus brazos y le suplicara una respuesta. ¿Sería cierto? ¿Habría rogado tanto al destino que le enviara aquella oportunidad que el destino se la había enviado al fin? No podía confundirse; por todos los cielos, eso no podía ser solo producto de su imaginación, ¡no podía ser falso!

 

-No llores, Ali. Vamos, no hay por qué llorar, ¿o sí? Tranquilo…

 

-Es que te reirás de mí si te lo digo- confesó llorando aún, logrando con eso que Roger le prestara su total atención. Habían llegado a la parte vital de todo aquel confuso episodio y, si no actuaba con corrección absoluta, podría alejar al chico de sí para siempre. Una sola palabra o movimiento fuera de lugar y Allen podía arrepentirse de lo que estaba por confesarle, y si eso sucedía no le alcanzaría la vida para arrepentirse de haber metido la pata.

 

-Jamás me reiría de ti, Ali, como se te ocurre. Adelante- animó, sin dejar de sonreírle.- Dime lo que sea que te esté atormentando y yo te comprenderé. Te lo prometo.

 

-Bueno…- hizo un esfuerzo por tranquilizarse y hablar con claridad, aunque no sabía si daría resultado y llegaría a pronunciar una frase completa. Estaba demasiado nervioso.- Se trata de mí… supongo que todo es mi culpa, por dejarme atrapar por mis propios sueños, pero ya no sé como remediarlo; he intentado casi todo para convencerme que es una locura y aún así no logré nada. Solo…

 

-¿Solo qué?- lo ayudó Roger con gentileza.

 

-Solo… sentirme más… contigo…- angustiado se dio cuenta que de su boca no salían más que palabras inconexas inentendibles, y de la vergüenza que le dio se negó a seguir explicando. Roger no se dio por vencido y lo tomó por el mentón para alzarle la carita y transmitirle la seguridad que le faltaba, haciendo entre ellos una poderosa conexión visual que no daba lugar a ninguna clase de error. El rostro de Allen se ruborizó tanto que temió que se desvaneciera, por lo que lo exhortó a terminar de hablar y a ser sincero.

 

-No tengas miedo, Ali. ¿No te das cuenta que yo también…?

 

-¿Tú… también?

 

-Quiero oírlo de tus labios. Necesito que me digas que sientes, necesito que me digas que no me odias y que no he hecho algo que te causara daño. Allen, te lo ruego, no me tengas más en esta espera que siento que se me saldrá el corazón. Habla.

 

-No te odio- susurró con timidez- nada más lejos de eso. Lo que pasa es que tengo miedo… porque yo me… me…- tragó saliva y comenzó a mirarlo de reojo para ver si había cambiado de postura, pero como solo volvió a ver el mismo rostro amable y comprensivo se animó por fin a concluir la oración.- Yo me enamoré… de ti… ¡ wahhh, no me mires!- gritó de repente tapándose la cara con un brazo y sollozando angustiado.- ¡No sabes cuan culpable me siento por esto, pero no lo pude evitar, no pude, te lo juro! Pregúntale a Lior si no me crees, que he tratado de sacarte de mi cabeza y no puedo porque… ¡porque no, porque me gustas mucho! Y cada vez que te me acercas… me dan tantas ganas de…

 

-¿De hacer esto?- interrumpió Roger al tiempo que unía sus labios con los de Allen, por fin: eran tibios y dulces y apenas los sintió quiso más, por lo que terminó de perder el recato y lo abrazó con todas sus fuerzas por el cuello y por la cintura, mientras profundizaba el beso. Todas y cada una de sus dudas quedaron anuladas en el instante en que su lengua encontró a la de Allen y la rozó, dándole un potente y delicioso escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza y lo indujo a buscar todavía más de ese placer. Y aunque el rubiecito había quedado paralizado en un primer momento, al cabo de un rato cobró vida y le retribuyó el beso a su manera; tímidamente lo enlazó por el cuello con ambas manos para afirmarse mejor y abrió la boca para que sus lenguas se enredaran con más facilidad, cosa que Roger agradeció. Excitado, lo apoyó contra la pared y devoró su boca de a pequeños mordiscos suaves intercalados con lujuriosas lamidas, arrancando un prolongado gemido de su garganta que le erizó por completo la piel. Por fin soltó sus labios (hinchados y húmedos de tanto besarlos y por eso mismo más apetecibles), y le habló con todo el amor que era capaz de expresar con palabras, que a pesar de todo no parecía ser suficiente.

 

-Yo también llevo días muriendo de ganas de comerte la boca, Allen, mi amor… ¡pero pensaba que serías  el que me odiaría si lo intentaba!- Resplandeciente ahora que por fin se había quitado la máscara, le sonrió y le acomodó el cabello para poderlo verlo a los ojos.- Cuanto me alegro que mis pronósticos hallan fallado, sabes.

 

-No lo entiendo- balbuceó Allen confundido, con el corazón latiéndole violentamente a causa de la adrenalina.- ¿Por qué querrías tú besarme? ¿Qué tengo yo… para que te guste?

 

-Oh, Ali. Lo tienes todo. Eres tierno, simple e inocente, como un pequeño ángel rubio. Eres tan hermoso que no he podido apartarte de mis pensamientos ni un segundo desde que te conocí…

 

-Roger, ¿te gusto de verdad?- preguntó con tanta ilusión que casi no le cabía en el cuerpo. El mayor compuso la sonrisa más seductora de la que fue capaz y le contestó, sin tapujos:

 

-¿Qué tal si te lo demuestro con otro beso? ¿Te gustaría?

 

-Ah… ¿lo harías? En ese caso, por favor… bésame de nuevo…

 

Su lánguida mirada lo dijo todo y Roger no se hizo de rogar: lo tomó por las mejillas con ambas manos y comenzó a acariciárselas, para…

Notas finales:

Lo lamento, lo lamento! Sé que quedó cortado justo en la mejor parte... pero no me maten por favor, que si no no puedo subir el resto! >.< Ahora que Roger se desató quiero ver quien lo para... preparénse para ver el nacimiento de un gran seme!

En cuanto a las aclaraciones, creo que es solo una:

(1*): Los vestuarios del club de tenis comprenden de tres partes, conectadas entre sí: el vestuario (donde están los lockers, los bancos, un mueble conteniendo materiales de tenis y esas cosas), el baño (donde están -obviamente- los lavatorios, los cubículos de inodoros y los orinales) y las duchas, donde los jugadores (hace falta aclararlo?) se duchan después de un partido. Estas dos últimas secciones están separadas apenas por una puerta corrediza.

(Realmente no creo que hiciera falta aclararlo, pero lo tenía en la mente y quería ponerlo igual XD)

Bueno, ahora me despido diciéndoles que en la tercera parte de este capítulo sucederán cosas... jujuju, y que cosas, ya se imaginarán... no me odien demasiado mientras esperan ;)


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