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Love-30 por Kitty Pasta

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Notas del capitulo:

Allen sigue avanzando en el torneo para asombro y alegría de muchos; incluso llega a conocer en persona a Isela Conte, el ídolo nacional por excelencia...

13 de Septiembre. Magalia Open. Día 4. (jueves)

El siguiente partido de Allen era contra el norteamericano John Isner, a las dos de la tarde en el Kendra Seren Stadium, llamado así en honor a la Diosa Fantasma (1*). Allen no estaba ni de lejos tan nervioso como en su primer partido pero, aún así, le dolió un poco que Roger no pudiera ir a verlo jugar esa vez, por tener otras obligaciones. Roxy trató de consolarlo por eso mientras iban camino del estadio, en una camioneta de alquiler que conducía él mismo, aludiendo a su propio caso y como no estaba con Lior tanto como quería.

-Piensa que son dos semanas muy intensas para todos los que estamos involucrados en el torneo, especialmente para los jugadores, claro. Y sumado al hecho de que ustedes no quieren que los vean juntos en público, no te queda más remedio que aguantarte estar lejos de Roger durante el día. ¡Como yo! Quisiera estar holgazaneando en el hotel con Lior ahora, comiéndomelo a besos como anoche…

-Ahórrame los detalles, por favor- ironizó Allen tapando una sonrisita.

-… pero no tengo mucho tiempo libre ahora que represento a más personas- siguió como si no hubiera habido interrupción.- Hay que estar yendo y viniendo, arreglando horarios de práctica y de entrevistas, sin mencionar la agenda completa de Roger… bueno, eso es cosa de Romina por suerte, pero ya me entiendes, no siempre podemos pasarla tan bien como quisiéramos. Y eso que yo ya estoy retirado…

-Roger estará ocupado aún después del retiro- se lamentó el rubio.- Siempre lo están llamando para campañas publicitarias, eventos amistosos, fiestas de beneficencia, y no sé cuantas cosas más. Yo me alegro por él, no digo que no, pero…

-Allen, en serio, no te preocupes, ya te llegará a ti también el momento de ser el centro de atención. Cuando eso pase estarán nivelados y no te dolerá tanto no ver seguido a Roger.

-Algo que tendrá que pasar de todos modos, ¿no? Está bien, no me quejo. Nunca soñé siquiera que esto se volvería realidad, así que un par de inconvenientes no van a deprimirme.- Suspiró, como tratando de convencerse a sí mismo.- Roger me quiere y yo a él, así que estaremos bien. Solo necesitamos tiempo para acostumbrarnos. Mejor dicho, yo necesito acostumbrarme. Me enamoré de una celebridad, así que supongo que siempre tendré que compartirlo con el mundo.

-No seas muy melodramático, Ali, en serio. Dentro de poco verás que no es tan terrible como parece. Roger te eligió, y la fama no va a cambiar eso.

(…)

Roger, siempre tan profesional y bien dispuesto para las preguntas de los reporteros, aquella vez estaba impaciente y un poco malhumorado, aunque trataba de disimular: en parte porque sabía que el periodista no tenía la culpa, y en gran parte porque Romina no dejaba de vigilarlo con ojo de halcón desde su asiento y no quería contrariarla.

Hacía al menos media hora que había empezado el partido de Allen, y el no poder verlo en persona lo irritaba. Sabía que era ilógico, pero lo irritaba igual. ¿Realmente necesitaba dar todas esas entrevistas, acudir a tantas citas cuando sus únicas ocupaciones serias debieran ser jugar al tenis y apoyar a Ali? Pero como no tenía manera de expresarlo sin parecer caprichoso se guardó todos esos pensamientos y cumplió con sus deberes, como debía ser. Después de terminar aquella nota tenía un pequeño descanso antes de la siguiente, un reportaje en vivo para la ESPN, y en vez de aprovechar para relajarse a solas en su habitación se quedó tercamente en la sala mirando el partido de Allen por la tele, que ya iba por el segundo set. Orgulloso con el buen desempeño de su novio (había ganado el primer set por 6-3), Roger apenas notaba a su hermana, a los guardias, y a la gente del canal que estaba instalando cámaras y luces por todas partes. Fue necesario que Romina lo sacudiera con un gesto de enojo para devolverlo a la realidad.

-¡Despierta! Deja eso y prepárate, que ya llegó Hudson. Está subiendo.

-¿Quién…?

-¡Nicholas Hudson, tonto!- insistió su hermana de mal humor.- El periodista que viene de ESPN  para hacerte una nota. ¿Es que no recuerdas nada?

-Claro que sí, oye, no hace falta que seas tan agresiva- se defendió Roger.- Solo estaba viendo el partido de mi… de Allen. ¡Si sabes que quería verlo! Este raid de notas fue idea tuya así que deja de presionarme. Yo tendría que estar en el estadio ahora.

Ambos voltearon a ver la pantalla una vez más antes de apagar la tele, y vieron al rubio anotando un impresionante ace con el cual el marcador del segundo set quedó 2-1. Romina vio la mirada apasionada de su hermano puesta en alguien que no estaba allí y eso mitigó su enojo, porque comprendía. Estaba enamorado, y era todo demasiado reciente. ¿Cómo pedirle entonces que no se distrajera? Suspiró y le hizo una seña.

-Está bien, si quieres ver un poco más del partido ve a tu cuarto. Aquí tardaremos un poco en tener todo listo, así que… ve. No digas nada.

-Gracias, hermana. Sonrió Roger abrazándola.- Aprovecharé para ponerme un poco lindo. ¿Crees que Ali verá esta entrevista más tarde?

-Él te ve en persona todos los días, Roger. No hace falta que te preocupes tanto.

(…)

Cuando comenzó el tercer set, casi dos horas después de haber empezado el partido, Allen ya se sentía tranquilo. Sabía que era un error confiarse antes de tiempo, pero era difícil no dejarse llevar por la alegría cuando iba ganando por 6-3 y 6-4 a un jugador profesional, un norteamericano que para más datos era alto como una torre. Sentía en el alma que el partido ya era suyo y no le falló la corazonada: cuarenta minutos después, tras un agotador tie-break que tuvo a todo el mundo en vilo, ganó el tercer set por 7-6 con una diferencia mínima de puntos. El alivio hizo que cayera de rodillas al piso unos segundos antes de poder pararse para darle la mano a Isner, como indicaban las reglas, y luego se dio el gusto de saludar con los brazos en alto a todos los presentes, como había visto hacer a Roger en incontables ocasiones.

-Ese es nuestro Allen- dijo Lior mientras aplaudía orgulloso a su amigo. A su lado Roxy asintió y le pasó un brazo por los hombros con sincera dicha, sin dobles intenciones, feliz por su nuevo estudiante.

-De verdad tiene madera de ganador, Li. Él podría llegar a la final con Roger. ¡Oh, cuando se entere que ganó! Se pondrá más contento que el propio Ali.

-Eso te pondría en un dilema, ¿no crees? No sabrías a quien alentar.

-Pero mi fama de entrenador subiría hasta las nubes- contestó el irlandés con una sonrisa pícara.

-Allen, ¡felicitaciones! Tu segunda victoria en el Abierto, dinos, ¿cómo te sientes? ¿Te esperabas esto, esperabas tantos aplausos de parte de la gente?- preguntó Noah Simmons a un sonriente rubio.

-Esperaba el mejor resultado, por supuesto, pero me preparé mentalmente por si perdía, porque había muchas probabilidades de que eso pasara. Tengo muy en claro quien soy en este torneo y no me creo falsas expectativas. Tan solo lo haré lo mejor que pueda.

-¿Quieres dedicarle tu victoria a alguien?

Allen hizo una pausa, sabiendo que lo que iba a decir sonaría un poco cursi, pero lo dijo igual. Era lo que sentía.

-Pues se lo dedico a los que creen que puedo hacerlo, porque es gracias a ellos que puedo hacerlo. Ehm… mis padres no pudieron venir pero sé que lo están mirando por la tele, se lo dedico a ellos y les agradezco que pagaran las clases de tenis cuando era niño.- Risas del público, ese sonido sin duda lo emocionó y ayudó a soltarse.- A Roxy y Lior que están ahí, y, bueno, a Roger Henders.- Rogó porque no se le notara por fuera el rubor que sentía por dentro.- Es gracias a él que empecé a jugar al tenis en primer lugar. Es mi inspiración, y seguro la de muchísimas otras personas.- Sonrió una última vez.- Gracias a todos ellos.

-Y gracias a ti por tu tiempo- finalizó Noah dándole la mano con entusiasmo.

-Estuviste genial- lo felicitó Roxy más tarde, cuando ya iban de salida.- La forma de hablar que tienes es tan sincera, que es imposible que no le caigas bien a la gente.

-Es lo que me sale- dijo el rubio con modestia.- Si tuviera que actuar de un modo diferente, tal vez más maduro o más orgulloso, no sabría como hacerlo.

-Ni se te ocurra cambiar, por dios. Así como eres estás perfecto, la medida justa de talento, humildad y carisma que necesita un futuro ídolo de masas.

-Gracias. Oye, ¿y Lior? ¿No estaba contigo recién?

-Dijo que tenía unas cosas que hacer antes de regresar, así que volveremos solos.

Allen asintió distraídamente y lo siguió hasta el estacionamiento privado del estadio en donde, sin previo aviso, se les cruzó una persona que ninguno había esperado ver allí. De hecho, el rubio se quedó de piedra cuando el famoso Isela Conte los saludó desde el auto junto al suyo. Era (lo sabía) la extraña sensación de ver en persona a alguien que hasta entonces solo había visto en la tele o las revistas. Le devolvió el saludo con un gesto quedo y una sonrisa tonta que Roxy no entendió, hasta que recordó que para Allen y los otros Isela era un héroe nacional, el salvador de la selección de tenis en la Copa Davis. Entonces sonrió él también al joven que se les había acercado como si fueran viejos amigos, con la evidente intención de charlar.

-¡Hola! Eres… Allen Kanda, ¿no? Acabo de ver tu partido, y déjame decirte que fue maravilloso.

-Ah… ¿sí? ¿Lo crees?- preguntó Allen con la voz tomada, nervioso, y sin saber que decirle a su interlocutor. Roxy lo salvó interviniendo.

-Un gusto, señor Conte. Nosotros vimos su partido debut y también quedamos muy emocionados.

-Es un honor que el Asesino de Leyendas sepa quien soy- agradeció Isela con modestia.- La verdad es (y perdonen si esto los incomoda de alguna forma) que quería hablarles y me quedé por aquí a propósito, con la esperanza de encontrarlos, ¡y miren que casualidad! Teníamos los autos uno junto a otro.

-¡No, que va a ser incómodo!- intervino Allen sonriendo más que nunca y reaccionando por fin, adelantándose y tendiéndole la mano al jugador estrella de la selección.- Es un placer para mí que hayas visto mi partido… ¡no lo puedo creer en realidad! Nunca lo hubiera imaginado.

-Bueno, como todo el mundo quería ver de primera mano al Meteoro Rubio, el novato revelación del torneo- comentó Isela ladeando un poco la cabeza.- No sé si te das cuenta, pero… ¡en la comunidad tenística no se habla de otra cosa que no sea de ti! Tu nombre está en boca de todos y tu rostro aparece en cada revista y blog de deportes. Pronto me harás sombra- bromeó, aunque Allen, que no conocía su estilo de humor, se lo tomó en serio y puso cara de preocupación. Isela lo notó y tuvo un momento de extraña relajación, de lucidez, para aclarar cosas que hasta entonces no tenía claras. Con aplomo colocó una mano sobre el brazo de Allen y dijo, con su sonrisa más encantadora:

-¡No pongas esa cara, que no lo dije con mala intención! Está bien si te vuelves famoso, ¿qué más quiero yo como profesional que ver surgir talentos nuevos? Cuantos más seamos mejor le irá a la AMT. Y eso es algo genial, ¿no crees?

-Sí… sí, claro- asintió el rubio más distendido.- Pero la estrella aquí eres tú.

-Jeje… ¿en serio? Muchas gracias… y estate atento, seguro que dentro de nada te llaman para hacer alguna campaña o algo así. Estaré esperando para verlo.

-En fin, ha sido un gusto, señor Conte, pero no queremos quitarle más tiempo- se disculpó Roxy- nos retiramos...

-¡Oh!- exclamó Isela con cierto aire teatral, algo que parecía ser característica suya por excelencia.- Había pensado en invitarlo a ambos a tomar un café… ¿qué me dicen? A menos que tengan su agenda muy ocupada, ¿por qué no se toman un rato libre? Vamos, será divertido.

-Es que realmente…- en ese momento le sonó el celular y debió disculparse, retirándose un poco para hablar con libertad mientras Allen se quedaba con Isela; al rubio le parecía increíble que de nuevo un famoso jugador al que admiraba se le acercara para mostrarle su apoyo, como si fuera lo más natural del mundo y él no fuera un tenista amateur. Isela era la personificación de la cordialidad y la simpatía, y se hizo cargo de la conversación sin reparar en el hecho de que parecía aturdido, o mejor dicho, lo hizo para cubrir su aturdimiento y evitarle vergüenzas, cosa que él agradeció en silencio y lo hizo respetarlo más.

-Entonces, ¿qué me dices? ¿No quieres venir a tomar un café así descansas un poco? Seguro que te viene bien y te levanta el ánimo. Después de un partido siempre viene bien sentarse a beber algo.

-Sí, tienes razón, me encantaría, pero no sé si tendremos tiempo. Roxy es muy cuidadoso con eso y no…

-¡Oh, no pasará nada! Podemos ir a algún sitio tranquilo, a algún café pequeño tal vez. Nos disfrazamos un poco con gorras y lentes y ya está. Nadie se fijará en nosotros.

Allen lo consideró pero antes que pudiera decir algo volvió Roxy, con el celular en la mano y cara larga. El irlandés fue educado pero firme.

-Le agradecemos la invitación, señor Conte, pero en verdad tenemos que irnos. Sería un placer encontrarnos otro día, si le conviene.

-Claro, claro. No quiero causarles molestias tampoco- capituló Isela al ver que no los convencería.- Solo quiero felicitar a Allen una vez más. Me gustó su partido, y si puedo veré los otros. Porque estoy seguro que avanzará sin parar hasta la final.

Allen agradeció una vez más y se subió al auto de Roxy, con una sonrisa en los labios que no podía borrar. El mayor lo vio y soltó un suspiro.

“Creo que tendremos problemas” pensó.

(…)

-Quiero proponer un brindis: por la impresionante victoria que tuvo Allen hoy, y que lo acerca un poco más a cumplir su sueño- dijo Roger esa noche copa en mano, en la cena privada que había organizado en el hotel.

-¡Salud!- corearon todos a su alrededor. Allen, orgulloso, se levantó y miró a su novio a los ojos.

-Gracias por lo de impresionante, Roger. Trataré de seguir haciéndolo bien hasta la final, lo prometo.

Como venía siendo habitual en los últimos días, se habían reunido en el comedor privado del piso 22 para cenar. Con el agregado de que esa vez también participaban en la reunión los padres de Roger, que pudieron así comprobar de primera mano lo profundo que Roger quería a su nueva pareja. El irlandés abrazó brevemente a Ali después del brindis, lo besó en la mejilla, y le sirvió una copa de vino con gran delicadeza, pensando que todo era poco para agasajarlo aquella noche. Pero Allen se veía y estaba muy feliz, de eso no cabía duda. No paró de analizar los partidos del día (el suyo incluido) con Lior y Ryan, o de conversar amablemente con sus padres, o de consultarle cosas a Roxy. También, una vez que la cena hubo terminado y todos se retiraron a sus habitaciones, lo besó apasionadamente y lo arrastró al cuarto que ahora era de ambos, con toda la intención de tener un rato intenso. Eso le agradó. Hasta el momento no habían hecho nada realmente fuerte, así que su cuerpo estaba más que preparado y ansioso para la ocasión. Después de todo, un hombre tenía necesidades.

-Nunca te había visto así- le susurró ya dentro de las sábanas, cuando el rubio volvió a besarlo con todas sus fuerzas. Allen suspiró y se dejó caer sobre el pecho de Roger, permitiendo que el mayor lo estrechara contra sí. El contacto era cálido y hermoso, y le proporcionó la seguridad que necesitaba en un momento como ese.

-Es porque nunca había estado tan nervioso- fue la respuesta de Allen, que procuró abrazarse a él tanto como fuera posible.- Estoy muy cargado de emociones y por algún lado tenía que aflojar… no sé si me entiendes.

-Te entiendo mejor de lo que crees- susurró mientras llevaba sus manos a la cintura de Ali, quien gimió un poco.- Y si te gusta, puedo ayudarte a que te relajes.

A Allen le gustaba, no cabía duda. Mientras se aventuraba a acariciarlo en lugares cada vez más privados no oyó ni una sola protesta, lo que interpretó como luz verde para seguir… pero, por desgracia para él, no tardó en darse cuenta que la respiración de Allen era más lenta y que su cuerpo reposaba tibio y quieto junto al suyo. Con una media sonrisa de resignación se apartó un poco y acomodó sus ropas y las del rubio, pensando que debería haber previsto antes aquel resultado. De hecho, considerando lo ajetreado de su día, era raro que no hubiera caído rendido antes. ¿Quién no estaría muerto de cansancio a esas alturas? El partido, su pase a tercera ronda y también ese encuentro con Isela Conte que le comentara Roxy por teléfono… le dio un beso en la mejilla y luego apagó la luz, decidiendo que era mejor dejarlo dormir a intentar despertarlo para continuar sus juegos. Porque para eso ya tendrían tiempo de sobra, pero para recuperase después de un día agotador Allen solo tenía esa noche.

(…)

Nuevamente, a la mañana siguiente los diarios y portales de noticias estaban inundados de notas sobre los partidos del Magalia Open, sobre todo del de Allen. La bien ganada fama del joven no hacía si no subir a cada momento, lo cual era motivo de orgullo para más gente de la que él creía. Los padres de Roger, por ejemplo, se sintieron extrañamente complacidos al ver cuanta admiración despertaba el rubio que ahora era su yerno. Los tenistas más jóvenes, que aún iban a la escuela, se sentían inspirados por su ejemplo, y aunque él nunca lo supiera en muchos sitios ya comenzaban a imitarlo, como él había imitado de pequeño a Roger. Inclusive los demás profesionales magalianos que pertenecían al ranking parecían haberse tomado a bien su repentina popularidad, aunque eso significara verse eclipsados. Isela Conte, de hecho, había dado una entrevista a un blog en donde aseguraba que no le importaba si era desplazado por Allen como número uno del país. Al leer aquello Roger alzó una ceja y siguió leyendo con el ceño fruncido, pues Conte no había escatimado en elogios para con el rubio.

-Cuanto entusiasmo- murmuró. Al ver volver a Allen del baño con el cabello mojado, le sonrió y le hizo una seña para que se le acercara. Allen lo hizo gustoso, abrazándolo en la cama y dejándose caer junto a él.

-No sabes lo mucho que necesitaba esa ducha. ¡Ahora me siento más fresco que nunca!

-Que bien, mi amor. Aprovecha para descansar un poco más, si quieres. Te hará falta.

-Creo que lo haré. Me quedaré un ratito más.

-Sí. Oye, por cierto… ¿ayer en algún momento te cruzaste con Isela Conte?

-¿Eh? ¿A qué viene esa pregunta?

-Por la forma en que habló de ti, suena como si te conociera- contestó mostrándole la nota del blog y dándole tiempo a que la leyera. Para su sorpresa, el rubio sonrió un poco.

-Sí, nos cruzamos ayer después de mi partido. Yo iba de salida con Roxy y él tenía el auto junto al nuestro. ¿No te parece una coincidencia enorme?

-Ya lo creo… ¿y hablaron de muchas cosas o solo se saludaron?

-De hecho nos invitó a tomar algo, pero Roxy dijo que no teníamos tiempo así que no fuimos. Después de eso nos despedimos cordialmente y eso fue todo.

-Ah… ahhh…

-¿Mh? ¿Qué sucede, Roger?

-No, nada… y, cuéntame más, ¿qué te pareció él en persona? Sé que tú, Lior y los demás lo admiran mucho, así que supongo que fue algo importante.

-¡La verdad es que fue increíble! Isela es muy simpático y bien educado, y no hizo sino elogiar mi juego todo el tiempo. Me tomó tan de sorpresa que no supe que decirle, temí quedar como un tonto, pero él me hizo sentir cómodo como si fuéramos amigos de toda la vida. Eso ayudó mucho, si te soy sincero. No me hubiera gustado meter la pata frente a uno de mis ídolos.- De repente cayó en la cuenta que Roger no sonreía, y aunque no sabía por qué se sintió instintivamente responsable.- ¿Por qué me miras así? ¿Dije algo malo?

-¡En lo absoluto, mi amor! Me siento feliz por ti de que hayas conocido a un jugador que representa a tu país. Y si te elogió tanto mejor, porque significa que otros profesionales aparte de mí reconocen tu talento. ¿Qué más quiero yo que verte admirado por todos?

-Bueno, sí… sí, claro.

-Querido… ven aquí un momento- pidió, para luego tomarlo por las mejillas y besarlo. El cuerpo de Allen sobre el suyo y el contacto de sus bocas fue lo bastante reconfortante, pero en cuanto el rubio se levantó para cambiarse Roger se quedó pensando y maldiciendo por dentro. ¿Por qué su mente lo hacía pensar en cosas raras? Ya una vez había tenido un ataque de celos por Allen, pero aquella vez había tenido más sentido: ver a Ali y Lior tan abrazados le molestó y lo hizo darse cuenta de sus sentimientos, además él sabía que los chicos eran amigos íntimos. En esas circunstancias podía entender el haber sentido celos. Pero, ¿estar celoso de Isela Conte porque había alabado a su novio después del partido? Eso era estúpido e infantil. Incluso si habían conversado a solas, no tenía el menor motivo para estar celoso. Respiró hondo.

“Solo me pone incómodo porque yo no puedo mostrar todo lo que siento como él”, se dijo. Si su relación no fuera un secreto, podría alabar a Ali igual que Conte o más. Entonces, no tendría por qué estar celoso de que un extraño joven y apuesto invitara a su novio a tomar algo, o le dijera a un blog que sería un placer conocerlo más a fondo. En cualquier caso, miró la cama con las sábanas revueltas y sonrió de nuevo.

“Allen puede admirar a muchas personas, pero está enamorado de mí. Realmente no tengo de que preocuparme. Nada va a interponerse entre nosotros, nada ni nadie”.

Notas finales:

(1*): Kendra Seren, alias la Diosa Fantasma, es una jugadora ficticia de tenis, famosa por su velocidad y reflejos. No está basada en ningún personaje real, es más bien como la idealización que se ve en algunos animés deportivos cuando las habilidades del personaje sobrepasan la realidad. En este caso Kendra era tan veloz que sus movimientos eran casi invisibles, como si de un fantasma se tratara.

Bueno, creo que por más maduro que sea Roger, eso no lo libra de sentir celos de vez en cuando, ¿no? Su novio es demasiado lindo y no solo de apariencia. Tal vez las cosas se descontrolen un poco en los siguientes capítulos. Tal vez. 

Preguntas y dudas pueden hacerlas acá o en mi FB, Kitty Pasta Historias BL. 

 

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