Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Love-30 por Kitty Pasta

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Mientras espero a terminar de escribir las actualizaciones de mis otros fics, subo capítulos de este que ya está terminado, que trucazo no? ;)

Cuando Allen salió a la pista, su contrincante ya estaba allí practicando unos golpes simples contra la pared: Dewey Lang Liu, que de él se trataba, al verlo cesó su práctica y se acercó a estrecharle la mano, como un competidor bien educado. Allen correspondió con igual cortesía y luego se acercó con Lior a su banco para sacar una de sus raquetas, mientras con los ojos buscaba disimuladamente por las tribunas la presencia mágica de Roger. Para su desilusión, no vio a su ídolo ni tampoco a ninguno de los suyos, como Roxy y Romina. No pudo ocultar una mueca de desencanto, que incitó a Lior a darle un codazo.

-¡Ey! ¿No vas a salir a la pista?- le susurró señalándola.- El otro se ve muy concentrado. No debes iniciar ya así, con la cabeza en las nubes.

-Lo siento, lo siento- se disculpó volviendo a la realidad y poniéndose una vincha amarilla de Nike para contener su cabello (por lo demás atado en un rodete).- Quería ver si había venido, pero me parece que no… bueno. No importa. Saldré igual.

-Claro que saldrás igual- reconvino Lior con firmeza.- Tienes el talento y todo el apoyo que necesitas aquí.- Suavizó un poco su tono y le dio una palmada juguetona en el trasero.- Ahora ve allí y barre la pista con Lang Liu. Hazlo por toda la Academia.

 Allen rió un poco y se acercó a la pista a hacer su propia práctica, durante uno o dos minutos. Tuvo así tiempo de comprobar la presencia de algunos periodistas, en una tribuna especial, junto a un par de miembros de la AMT que presenciaban escrupulosamente todos los partidos del Torneo Universitario. De hecho, los árbitros eran elegidos por la Asociación. ¿Acaso allí habría tenido que sentarse Roger Henders, si hubiera ido? Sacudió la cabeza; no era lo más propicio antes de un partido distraerse, de modo que relegó al irlandés a un lugar recóndito de su mente y volvió toda su atención a la pelotita flúo que zigzagueaba velozmente al compás de su raqueta. Los murmullos fueron bajando en intensidad hasta detenerse por completo, señal de que el tiempo de práctica había terminado y que era hora de comenzar el partido.

-Por la Winter University, Dewey Lang Liu- anunció el árbitro con sobriedad profesional.- Por la Academia Rin, Allen Kanda.- Unos segundos después, tras el sorteo, finalizó:- al servicio, Kanda. Comiencen.

“Bien… hora de concentrarse. Tranquilo”, pensó con agudeza mientras picaba la pelota. Respiró hondo, la arrojó hacia arriba y golpeó con fuerza. Ésta rebotó contra la red y salió disparada afuera de la cancha.

-¡Out!- la voz del juez del árbitro lo sacudió un instante antes que reaccionara y sacara de nuevo, esta vez con mejor puntería. Sin embargo, tras un peloteo corto Dewey logró hacerle un revés cruzado en sus propias narices y marcar su primer punto, antes siquiera que él pudiera darse cuenta. Sacudió la cabeza con enfado por su torpeza y volvió a sacar, sumergiéndose en el game. Ganó. Mientras cambiaban de lado de la pista se preguntó por qué diablos había cometido un error de novato ni bien empezado el encuentro, si el saque veloz era una de sus especialidades. Quizás fueron simples nervios, y si ese era el caso se le pasaría tras jugar un rato, pero tenía un mal presentimiento.

-¡Ace! ¡40-0!- Y tras diez segundos:- ¡Game, Lang Liu!

-Allen, ¿Qué te pasa?- le susurró Lior cuando se acercó al banco a beber agua, la mirada fría y las manos ligeramente temblorosas.- Tú no juegas así; no debiste dejarle ganar ese game…

-No lo digas como si lo hubiera hecho a propósito- se defendió Allen.

-Pareciera que sí, por como devolviste. ¡Eres mejor que eso!

El mayor se quedó sin tiempo para decir más, pero observó atentamente a su amigo y supo que no andaba bien para nada. Conocía de largo tiempo su habilidad y estaba seguro que alguien como Dewey no debiera causarle grandes dificultades, pero sin embargo las pruebas saltaban a la vista. Allen no lograba concentrarse, sus golpes carecían de fuerza y su puntería no estaba al cien por ciento. Era como si de pronto le hubieran robado toda la habilidad.

-Game: Lang Liu. 2-1 para la Universidad Winter.

 Allen tuvo el breve impulso de arrojar su raqueta al piso con un estallido, pero se contuvo; lo último que quería era que lo amonestaran por conducta antideportiva, o que su entrenador y sus amigos se decepcionaran por lo rápido que perdía el control sobre sus actos. Un 2-1 era algo que podía remontarse fácilmente si se tenía la habilidad necesaria. Él la tenía. Pero, desgraciadamente, todo lo que tenía de habilidoso lo tenía de sentimental: y no podía negarse a sí mismo que el no ver allí a Roger era la razón de su despiste en la cancha, porque en verdad había llegado a ilusionarse con la idea de que su ídolo lo viera jugar. Solo de pensar que podía levantar la vista y toparse con esos atractivos ojos oscuros, y aquella sonrisa benevolente que lo enloquecía, animándolo, se le subían las pulsaciones y un poco sutil color rojo se le subía a las mejillas y lo desbordaba de energía, que trasladado a su juego se convertía en un tenis preciso y elegante de profesional. Había soñado, esa noche y muchas otras, con deslumbrar a Roger con su talento. Pero parecía que no podría cumplir ese sueño esta vez.

-¡Out! Game: Lang Liu. 3-1 para la Universidad Winter.

 -Mierda- masculló el rubio con verdadera impotencia ante aquel resultado. Se desplomó sobre el banco, transpirando y resoplando, y se aprestó a escuchar lo que sabía era una merecida reprimenda de su amigo, quien parecía haberse mimetizado con el entrenador.

-Allen Kanda, ¿quieres que te de una cachetada, a ver si con eso recuerdas como se juega?

 -No le hables así, Lior- intervino Mary Paula vacilante.

 -No lo consientas. Le hablo así porque sé que puede jugar mejor, y no voy a tolerar que arruine esta oportunidad por una distracción tonta.- Y al decir esto lo taladró aún más con la mirada.- ¿Te duele que Roger no esté aquí, verdad?

 -Pues sí- aceptó Allen con el tono despechado de una heroína trágica.- Lo quería aquí más que nada en el mundo. ¿Cómo crees que me siento…?

 Lior se acercó tanto que sus rostros quedaron casi pegados, y le dio un sorpresivo beso en la mejilla, todo lo opuesto a la cachetada que esperaba el menor.- Idiota- le dijo con una media sonrisa- si pierdes aquí menos oportunidades tendrás de verlo en el Abierto de Magalia y quizá jugar con él. ¿No era eso lo que en verdad querías?

-Sí… por supuesto.

 -Entonces olvídate de que no está aquí ahora y juega como tú sabes- dijo en tono de orden, pero cariñosamente- que Dewey no es tan bueno como cree y puedes vencerlo.

Algo mejor por el apoyo de su amigo, Allen regresó al juego más animado, pensando que era cierto: aunque Roger no presenciara ese partido habría otros en el futuro, si ponía la mente en el lugar que debía y ganaba el encuentro. No servía de nada que mirara a cada rato las tribunas porque Roger no estaba allí, así que cuando hubo absorbido esa idea pudo recuperar su ritmo y aprovechar el servicio que le tocó para achicar la diferencia a 3-2. La moral de su equipo subió. Envalentonado por su éxito, Allen estudió los movimientos de su rival hasta descubrir un hueco y cuando lo hizo no dudó en enviar allí sus devoluciones, logrando un muy prometedor 15-40. Los aplausos fueron muy sonados.

-¡Game: Kanda! Tres iguales- anunció el árbitro.

(…)

La enfermería de la Universidad Rin estaba ubicada en la planta baja del edificio principal, y contaba con los servicios de un doctor y tres enfermeras, todos ellos graduados de la Facultad de Magalia. En esos momentos el único paciente era Roger Henders, quien como Roxy sospechara había sufrido una baja de presión. Tras examinarlo, el médico le había recomendado recostarse unos minutos en la cama, tiempo que Roger lamentó desperdiciar y más aún cuando hubieron pasado quince minutos. Cierto que el mareo persistía un poco y que su amigo le había llevado un paquete de golosinas saladas para reponerse, pero prefería ir a las pistas de tenis a quedarse allí acostado como un enfermo por una debilidad momentánea a causa del calor.

-Exageran, Roxy- acusó el moreno a su amigo- tú y el doctor exageran.

 -Las precauciones nunca son suficientes- reprendió éste con aire filosófico- ¿o qué prefieres? ¿Salir allí y que te desmayes en medio de un set?

-Pero si yo no soy el que juega…

-No, eres el invitado famoso que llamará la atención de todos y le robará el protagonismo a los jugadores si se desmaya durante el juego- retrucó Roxy.- Haz caso y espera. Por lo menos hasta que te termines esas papitas, ¿sí? Luego te prometo que vamos.

-¿Al menos Romina te está contando cómo van las cosas, no?

 -Acaba de enviarme un texto- confirmó, con expresión dubitativa. Roger lo notó.

 -¿Qué pasa, Roxy?

 -Es extraño. Según Romina, va ganando Lang Liu por 3-1, pero yo tenía entendido que Allen Kanda era el favorito. Dice ella que el chico (Kanda) está como distraído, que hay cometido varios errores inexplicables y que se lo ve mal en general.

 -¿Quizá se ha paralizado?- sugirió Roger.- Muchos jugadores se paralizan en los peores momentos por el miedo a perder.

 -Si ese es el caso sería una pena- enfatizó Roxy, parándose repentinamente y empezando una caminata nerviosa de un lado al otro del cuarto.- Mi intuición me decía que era de los buenos y yo tenía muchas esperanzas en él. Espero que pueda recuperarse.

 -Una razón más para apurarse con esto- cerró Roger comiendo la última papita y arrojando el envoltorio vacío a un cesto de basura- debemos ir a esa pista y ver si Allen Kanda merece su fama o no, y si es que está nervioso tal vez nuestra presencia le sirva como apoyo moral. Sin mencionar que vinimos precisamente a ver estos partidos y hasta ahora solo hemos visto fragmentos. No se puede analizar bien a un jugador con unos pedacitos, ¿o no?

 -De acuerdo, tienes razón. Hablemos con el doctor y luego nos vamos.

 Por cierto que el médico le dio a Roger unas recomendaciones muy útiles para que se cuidara y evitara otra descompensación, pero por lo demás le aseguró que no era nada para preocuparse y lo dejó salir de la enfermería. Roger se cubrió bien la cabeza con una gorra y los ojos con lentes ahumados y pensó que no había sido más que una molesta consecuencia del calor, por lo que olvidó su preocupación de rato antes y volcó su atención a lo que estaba por hacer, ya que al igual que Roxy evaluaría el nivel de los jugadores novatos. Si bien era Roxy quien tenía la principal responsabilidad, pues suyo era el Club de Tenis Tamar adonde quería ingresar nuevos jugadores, él era su socio y mejor amigo, y su opinión era de gran ayuda al ser el jugador número uno del mundo. En realidad, aunque no estaba contratado como tal, muchos alumnos del Tamar lo consideraban profesor adjunto a quien podían confiarle sus dudas y pedirle consejo. A él le divertía esa situación. Como sabía que la vida útil de un tenista no era eterna, a veces pensaba que lo más gratificante cuando se retirara sería transmitir su experiencia a la nueva generación enseñando como profesor en el Club. Y por tal motivo (ahora lo comprendía mejor) Roxy le había insistido para que viajaran juntos. Lo necesitaba para que emitiera su veredicto sobre el nivel de aquellos muchachos.

 Al ir acercándose a las pistas se hicieron más patentes las voces de una entusiasta muchedumbre que aclamaban a los jugadores, y el interés de ambos irlandeses se acrecentó. Como medida extra de seguridad se deslizaron muy silenciosamente hacia las gradas, junto a Romina, en un rincón bien alejado de la tribuna especial en que los miembros de la AMT se habían instalado, para no llamar la atención y así disponer de más privacidad. La idea había sido de Roxy, quien adujo que la mejor manera de pasar desapercibidos sería mezclarse entre la multitud. Ni bien se sentaron Romina les echó una ojeada y preguntó en voz baja:

 -¿Cómo estás, Roger? ¿No hay problema?

 -No, todo está bien. El calor me mareó un poco pero no es nada. ¿Y aquí?- Por primera vez miró a ambos jugadores.- ¿Cómo les va a ellos?- Seguido a eso miró el tablero y parpadeó.- ¿3-2 y 15-30 en el game de ahora? Vaya. ¿No que Kanda estaba muy distraído como para repuntar? ¿Qué pasó?

 -Ya ves, como tú dices a veces no hay que darse por vencido- fue la respuesta de Romina.- Después de ir 3-1 estuvo hablando con su equipo y no sé que le habrán dicho, pero mejoró un montón: ganó el quinto game solo con el servicio y va ganando este por lo desconcentrado que dejó a su rival. Creo que Lang Liu no esperaba un cambio semejante, y eso le ha equivalido a perder la ventaja. Apuesto a que será break point para Allen- finalizó con una sonrisa de conocedora.- Roxy tenía razón.

 -Ajá.- Ambos hombres volvieron la atención partido, y Roger en particular se olvidó de sus compañeros para centrar su atención en Allen Kanda. “Es muy joven”, fue lo primero que pensó al contemplar de cerca al rubio, cuando este se acercó para cambiar su raqueta. Allen era bajito para sus 20 años, con apenas 1,71 m, y su contextura general era delgada. Tenía un brillante cabello rubio claro convenientemente recogido para que no le molestara al jugar, y su piel ostentaba un saludable bronceado natural sin imperfecciones. Roger lo miró con atención al momento de devolver el saque de Dewey, y no encontró fallas en sus movimientos: por propia experiencia sabía que devolver el saque del rival era algo difícil si el tiro venía con fuerza, pero Allen logró hacerlo con fluida elegancia y al cabo de unos segundos había logrado el punto, colocándose 3-3 en el marcador. Los vítores provenientes de su izquierda le indicaron que estaban en la tribuna de la Academia Rin.

 -¡Que increíble!- oyó que exclamaba Roxy a su lado, con entusiasmo, al tiempo que aplaudía.- Ese servicio iba con la potencia de una bala y aún así logró devolverlo. ¡Allen Kanda no es ningún improvisado! Luce como un chiquillo, pero juega como un ganador. Me gusta.

 -A mí también- concordó Roger con aprobación, extrañamente absorto en la figura rubia que ahora ocupaba el extremo opuesto del court. Dewey Lang Liu, si bien bueno, ya no le mereció más que un segundo plano. Allen era un tenista excelente, sólido, con movimientos elegantes y certeros que le recordaban el estilo original de Shanna (al pensar en aquella comparación se sonrojó un poco), acentuados por el hecho de ser un hombre. Con el correr de los minutos, su admiración se acrecentó. Vestido con una camisa amarilla, con su pelo rubio y su rapidez al correr, Allen semejaba una luz centelleante que rebotaba de un lado a otro de la pista. Era digno de participar en el Magalia Open.

 -3-4 para la Academia Rin. Cambio de pista.

 (…)

 -¡Muy bien, muy bien!- felicitó Lior sin contener su euforia, cuando Allen se acercó al banco a beber agua.- ¿Viste que si querías podías? ¿No te lo dije?

 -Sí, me lo dijiste, ¡no hace falta que te excites tanto! Estoy bien. He recuperado mi ritmo y creo que podré ganarle.

 En efecto Allen se sentía mucho mejor de ánimo, y eso le ayudó a divertirse mientras ganaba puntos. Recordaba haberle oído decir a Roger Henders en alguna entrevista que lo importante en la práctica de cualquier deporte era divertirse, además de ganar, porque si no el deporte en cuestión pasaba a ser un negocio más como cualquier otro. El concordaba con esa opinión. Había que jugar al tenis porque se lo amaba por sí mismo, y no solo por el dinero que reportaba. Así que si bien anhelaba ganar para estar un paso más cerca del Abierto, no olvidó en ningún momento que se trataba del deporte que adoraba jugar desde los diez años.

Ganó los dos siguientes games y por ende el set, pero aquello logró acicatear el orgullo herido de Dewey y el partido volvió a ponerse parejo: el de Winter se negaba a ser barrido de la pista y quedar como un perdedor. Roger y Roxy dejaron de intercambiar opiniones a media voz y continuaron observando en silencio, también ellos con el interés renovado, y reconociendo que después de todo no era lo más prudente cuchichear en un encuentro cuando se quería pasar desapercibido. La tribuna estaba llenad de fanáticos del tenis que podrían reconocerlo en un tris; lo mejor sería continuar en perfil bajo y estar callados.

 Pero a Roger le resultó difícil después de veinte minutos, no expresarse: Allen seguía jugando divinamente pero se hallaba en apuros, gracias a la recuperación de Dewey, y tenía ganas (unas súbitas y extrañas ganas) de alentarlo y quizá darle algún consejo, tal y como hacía con los chicos del Tamar Tennis Club. Observó entre otras cosas que su saque tendía a orientarse hacia el centro de la pista, posiblemente con la intención de buscar un ace, pero tal maniobra daba como resultado más outs que otra cosa. No podía reprocharle al rubio que buscara el modo más seguro de ganar puntos, y los aces por cierto que eran los golpes más útiles, pero él sabía bien que era peligroso confiarse a ellos cuando se tenía el servicio: los aces errados se convertían en outs o en faltas diversas, y con ello se perdía la ventaja del saque. Siempre era más fácil ganar un game cuando se tenía el saque, ¿verdad? Pero quizá en ese momento Allen no lo veía así. Quizá solo deseaba liquidar rápido el partido.

 “Piensa, chico”, se dijo mentalmente con el rostro tenso. “Piensa otra estrategia porque perderás el servicio y eso no es bueno”.

-¿Qué te pasa?- preguntó Romina al ver, de reojo, la tensión que mostraba su hermano. Roger no le contestó; estaba demasiado concentrado en el espacio vacío a la izquierda de Dewey.

“¡Apúntale allí, apunta!”, exclamó mentalmente con todas sus fuerzas. Y, ya fuera que creyera en la telepatía o no, Allen apuntó a la izquierda de su contrincante con un saque veloz que le valió un punto seguro: 15-40. Los aplausos se renovaron y él se sumó de forma espontánea al clamor de la gente. El siguiente punto también fue para Allen con lo que el marcador quedó 1-2 en el segundo set a favor de Rin, dándole ya la impresión a todos que el partido estaba sentenciado. Allen era imparable.

-Ese chico es dinamita- expresó Roxy con regocijo. Romina estuvo de acuerdo.

-Y es muy guapo también. ¿Qué? No se rían. Es la verdad.

-En tenis no interesa si eres lindo o feo, sino si eres bueno con la raqueta o no- puntualizó Roxy divertido.- Pero te concedo que es un joven elegante.

-Bah. Cuando tú elogias a María (1*) nadie te dice nada, y eso que Serena (2*) es mejor- se defendió Romina sin hacer caso de la sonrisa cómplice de Roger.

-Ya déjense de pelear, ustedes dos. Vean el partido.

 Roxy tenía razón, por supuesto. El aspecto físico no importaba en un deporte, aunque algunos tontos sugirieran que el tenis en particular era el deporte de la “gente linda”. Había que tener fuerza, rapidez, resistencia y reflejos. Por eso, el que Allen fuera atractivo además de talentoso no era más que una afortunada coincidencia de su nacimiento.

-¡Agh!- gritó Dewey un rato más tarde, completamente frustrado, cuando ya iban 1-3. El partido se le había ido de las manos hacía rato y tenía la incómoda impresión de que su rival estaba varios pasos adelante suyo, creando una pared que le impedía alcanzar la victoria. Como muchos otros jugadores amateurs en una situación así perdió el control. Comenzó a enviar bolas con una potencia desmedida que solo lograron desviarse y caer muy lejos de la pista, para alegría de los alumnos de Rin y desesperación suya. Aún así no estaba del todo enfadado como para cometer una tontería adrede, por lo que cuando vio que la pelota iba directo a la cara de Allen se horrorizó, lo mismo que el público.

-¡Lo siento, lo siento!- se disculpó Dewey alarmado y en medio de un torrente de abucheos de la tribuna de Rin. Allen había desviado la pelota pero más con el brazo que con la raqueta, y eso le causaba un molesto dolor; sabía que podía hincharse y no quería ver para no sufrir una impresión que lo desconcentrarse. Pero tampoco podía negar la realidad: el entrenador Ramsay hizo parar el partido para examinarlo, lo que le dio una horrenda sensación de deja vú con el último partido de Lior y como había terminado abruptamente. En efecto su antebrazo se veía enrojecido por el impacto, causando caras de preocupación en el equipo.

-¿Te duele mucho, Allen?- inquirió el entrenador.

 -No, mucho no, solo un poco. Vamos, no ha sido nada- agregó, tratando de sonar convincente.- Apenas un roce. Debo volver al partido.

 -Aguarda un momento; Mary, trae el spray refrigerante- ordenó a la manager del equipo. Mary Paula se lo alcanzó enseguida y el mayor dijo:- el cielo sabe que quiero que ganes, más faltando tan poco. No haré que te retires, pero tampoco quiero ver que sufras si comienza a dolerte más. Trata de no arriesgarte con jugadas espectaculares que impliquen mayor gasto de energía, y mantén tu nivel de juego en algo que puedas dominar. Total que ya lo tienes ganado.

-Yo nunca doy un partido por ganado hasta que no gano- puntualizó Allen, con aire profesional.- Pero entiendo la necesidad de bajar un poco el ritmo. Esa condenada pelota me dio duro. Si me canso el brazo no tengo otro para jugar, como Ryoma (3*).

-Ey, Roxy- preguntó Roger a su amigo, con la vista fija en el equipo de Rin. ¿Crees que Allen podrá jugar lo que queda de partido?

-Seguro- afirmó el rubio cenizo.- Es muy bueno. No dejará que un pequeño accidente como éste le arrebate la victoria teniéndola tan cerca.

 -Pero ha de dolerle un golpe así- insistió Roger.

 -Tal y como le duele a un jugador cuando se cae sin querer y se lastima una pierna, o un brazo- razonó Roxy, mirando ahora a su amigo con curiosidad.- ¿Por qué te preocupa tanto?

-No lo sé- contestó, y era la pura verdad; no sabía por qué le preocupaba por demás la suerte de Allen.

Notas finales:

Típico del shojo, tu amor imposible no se presenta a tu gran día y eso te deprime... ah, re que esto no es un shojo XD 

Hoy hay pocas aclaraciones:

(1*): María Sharapova, actual número nueve de la WTA (Women´s Tennis Asociation, o Asociación Femenina de Tenis).

(2*): Serena Williams, actual número uno de la WTA y campeona indiscutida de los últimos tiempos.

(3*): Ryoma Echizen, protagonista del manga Prince of Tennis. Ryoma es un prodigio del tenis de solo doce años de edad, y aunque es zurdo puede usar ambos brazos para jugar al tenis (lo que supongo que lo convierte en ambidiestro). 

Si quieren preguntar algo no se corten y escriban comentarios! No saben lo duro que es pasar por el temido bloqueo de escritor, a lo mejor unas opiniones me ayudan ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).