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Love-30 por Kitty Pasta

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Notas del capitulo:

A veces desearía ser una X-Men y tener el superpoder de escribir a la velocidad de la luz... luego recuerdo que de todas maneras soy floja y se me pasa XD 

Este capítulo está bien tranquilito, pero quizás encuentren pistas de lo que pasará en los siguientes. Disfrutenlo :) 

Allen se despertó dos horas antes de lo acostumbrado, pues no había logrado conciliar el sueño y le resultaba imposible quedarse en cama. La razón, obviamente, era Roger. Desde la tarde anterior no podía pensar en otra cosa que no fuera en él y en el hecho de que tal vez lo viera ese día en el entrenamiento: con esa posibilidad en puerta era imposible dormir, de modo que se dedicó a ordenar su departamento hasta que fue la hora de ir a clases. Entonces su corazón comenzó a galopar otra vez, mientras pensaba si le sería posible concentrarse en algo. ¿Acaso no llevaba años diciéndose que si obtenía tan siquiera una foto o un autógrafo de Roger Henders sería feliz y podría por fin estar tranquilo? Entonces, ¿Cómo no volverse loco si en lugar de un autógrafo el atractivo moreno le ofrecía su amistad? La noche anterior había recibido llamados de todos sus amigos y compañeros del club para felicitarlo por su victoria, y para preguntarle si eran ciertos los rumores de que Roger y su entrenador habían ido a verlo para sumarlo a su equipo. Comenzó a comprender recién allí la inmensidad de lo sucedido y que de a partir de ese día su vida cambiaría, total y radicalmente, puesto que ya nunca más sería un ignoto jugador del montón tratando de alcanzar la gloria: ahora sería Allen Kanda, el novato revelación que había recibido la bendición del número uno del mundo y que parecía camino a convertirse en una estrella del tenis.

 

-Buenos días- saludó correctamente al entrar a su salón, donde ya había un nutrido grupo de estudiantes hablando entre ellos. Por cierto que al entrar él todos voltearon a verlo, y no tardó en distinguir en el centro a Diana. Diana de Nazaria era la capitana del equipo femenino de tenis de la Academia Rin, y la novia de su propio capitán Sonomi. Actualmente oficiaba de consejera de ambos equipos ya que estaba recuperándose de un esguince en el pie derecho, y sentía un singular aprecio por Allen. Lo instó con un gesto amable de la mano a que se uniera al grupo.

 

-Ven, Ali, no seas tímido- animó, guiñando un ojo.- Lior y Mary aún no han llegado. El profesor tampoco, pero me parece que no vendrá directamente.

 

-¿Ah, sí? No sería bueno, no habría venido tan temprano si sabía eso- se quejó el rubio- el profesor Ayala falta demasiado.

 

-Bueno, pero igual podemos aprovechar el tiempo. Cuenta- pidió, exultante.- ¿Cómo es?

 

-¿Cómo es… qué?

 

-¡Anda! ¡Como es Roger Henders!- exclamó Diana con los ojos en blanco.- Me contó Atsushi que le dijo Mary Paula que él te fue a ver ayer en los vestuarios, después del partido. ¿Es cierto?

 

-Bueno… sí- admitió, poniéndose colorado. Las chicas a su alrededor sonrieron extasiadas.

 

-¿Y cómo es él? ¿Qué te dijo? ¡Qué increíble suerte tuviste, Ali!

 

-Fue a saludarme y a felicitarme por haber ganado- explicó con orgullo mal disimulado, sin saber hasta dónde podía vanagloriarse del encuentro. Tal vez fuera mejor no alardear, pero por otra parte deseaba que se supiera que el mismísimo Roger Henders había ido a buscarlo.- Hablamos un poco sobre tenis y sobre el futuro, y eso. Luego bajamos todos juntos al estacionamiento y nos despedimos como amigos.- Obedeciendo a un impulso, sacó su celular y le mostró al grupo la foto que tenía con el ídolo, con una sonrisa radiante que demostraba su felicidad.- Me dejó tomar esto como recuerdo y prometió ir a verme jugar mañana. Fue muy amable.

 

Mientras sus amigos silbaban impresionados y lo felicitaban de nuevo, Lior entró al aula. Parecía agotado y macilento, como si no hubiera dormido en toda la noche, y Allen se le acercó enseguida para ver que le sucedía, olvidándose por un instante de Roger. Su amigo estaba primero.

 

-¿Qué sucede, Lior? Te ves pálido. ¿Te sientes mal?

 

-Un poco- admitió el pelinegro, abanicándose con una revista.- Creo que me he mareado con el calor.- Me gustaría no haber venido ahora… no tengo ánimo para estudiar.

 

-Bueno, vámonos si quieres- ofreció Allen con naturalidad.- Diana dice que el profesor seguro no llega, así que no nos perderemos la clase. Te acompañaré a la enfermería: descansas un rato, si te sientes mejor vamos al club, y si no te llevo a casa y luego me regreso.

 

-Gracias, Allen- aceptó Lior mirándolo con cariño.

 

Los dos jóvenes se dirigieron a la enfermería con paso lento y perezoso, previendo ya que aquel iba a ser un día muy sofocante. Desde luego ese no iba a ser motivo para detener los entrenamientos (que comenzarían después del almuerzo), por lo que Allen ya iba bien provisto de todo su equipo y mentalizado con el hecho de que transpiraría hasta la extenuación. No importaba, por supuesto: el que no se esforzaba no tenía derecho a un lugar entre todos los profesionales del Abierto de Magalia, al que aspiraba llegar. ¿Y si Roger llegaba a aparecer por la tarde? En ese caso, correría a darse una ducha y cambiarse de ropa, para estar presentable y no pasar vergüenza. En ese aspecto envidiaba a su ídolo, que podía estar jugando cuatro horas sin sudar ni una gota. Él no poseía ese don, pero por suerte poseía otros mejores.

 

(…)

 

-Juro que moriré de calor. No sé como haces para no transpirar- se quejó Roxy a su amigo, en la mesa del desayuno ubicada en su suite.

 

-Yo tampoco lo sé. Pero es muy conveniente, ¿verdad?

 

Eran ya las nueve y media de la mañana y la temperatura era digna del verano más caluroso, lo que no era precisamente cómodo para los visitantes. Mucho menos al pensar en la agenda del día, que incluía un buen surtido de obligaciones sociales que los tendrían de aquí para allá sin descanso durante toda la tarde. Y, por supuesto, impostergables por algo tan fútil como el calor.

 

-A las doce en punto almorzaremos en el restaurante Le Blu con el presidente de la AMT- recordó Roxy- y por la noche está la cena de beneficencia para la fundación White Angels (1*). También tienes dos entrevistas para televisión agendadas… y el entrenamiento en las canchas del hotel. Será un día duro.

 

-Hay otra cosa- recordó Roger con tranquilidad.

 

-¿Ah? ¡Ah, sí! Hablar con Ramsay de la Academia Rin para ver el entrenamiento de los chicos.

 

-Sí. Tenía ganas de ir, aunque sea por un rato.

 

-No creas que yo no tengo ganas, pero la verdad… como que subestimé el tiempo. No calculé bien lo que nos tomaría ir de un lugar a otro, para prepararnos y eso, de modo que no sé si podremos ir a la…

 

-Podremos- interrumpió Roger de buen humor.- Antes de salir pediré a Kenny que llame y averigüe si Allen y Lior están en el club, y si es así seguramente hallaremos un momento para verlos. Hay que tener voluntad nada más.

 

-¿Te cayó bien Allen, no?- observó Roxy sonriendo.- Lo noté desde que te vi salir de ese vestuario ayer con él y te veías tan satisfecho. ¿Quieres apadrinarlo?

 

-Es un chico muy simpático y muy buen tenista- respondió Roger de forma evasiva, distraído con su taza de café.- Es difícil que no caiga bien a alguien.

 

-Sí, pero tú pareces singularmente interesado.

 

-¿Y por qué no? Cuando hablamos, noté que él me admiraba pero no me adulaba. ¿Sabes lo raro que es eso?- preguntó el moreno con repentina excitación.- Cuando la gente cree que puedo influir para bien en sus vidas, de inmediato me tratan distinto; me halagan por demás, tratan de ganarse mi confianza, como si yo fuese una especie de Dios al que hay que tener contento. Y eso no me gusta, Allen por el contrario me pareció transparente y sincero. Me admira como jugador y como figura de referencia, pero no me…

 

-Okey, okey, ya entendí. No te pongas mal- se disculpó Roxy, consciente de la extraña y melancólica personalidad oculta de su amigo. Él sabía mejor que nadie que, para Roger, el ser amable y considerado con la gente era un modo de sentirse uno más, y de no terminar aislado como le sucedía a tantos otros famosos. Roger era tímido y quería a sus fans con sinceridad, pero a veces lo perturbaban las muestras excesivas de admiración, pues no se consideraba a sí mismo como un ser superior solo por saber jugar al tenis. Roxy supuso que la diferencia en Allen residía en que el muchacho no era solo un fan, sino también un jugador con aspiraciones profesionales: al compartir con Roger el amor que les inspiraba el tenis, lograban tener mucho más en común como para llevarse bien.

 

El día resultó ser tan agotador como Roxy había pronosticado. No solo por la agenda cargada de compromisos que tenían, sino también por el creciente calor que los abrasaba a todos por igual en aquellos días irregulares: según sabían, era el invierno más caluroso en muchos años para Magalia. De todas formas le hicieron frente con una sonrisa y se pusieron en marcha, acompañados de Romina, Kenny y varios personajes de su comitiva que se encargarían de su seguridad durante todo el viaje. Claro que entre el desayuno y el almuerzo en Le Blu Roger se dio tiempo para ejercitarse en el gimnasio del hotel, pero después, no hubo más ratos libres para nada que no fuera cambiarse y salir al siguiente lugar.

 

El presidente de la AMT, Conrad Woods, se mostró sumamente amable y les ofreció una atractiva reunión informal, junto a otros doce invitados. La conversación incluyó diversos tópicos además del tenis que tuvieron como finalidad entretenerlo, puesto que era su primera visita al país, de modo que al finalizar la comida todavía no tenían la sensación de agobio. Más tarde, a las 14:00 hs, se presentaron en la Universidad de Ram para ver el tercer partido de cuartos de final entre Blake y Anderson. Fue un partido largo y sin la fineza del de Allen y Dewey, por lo que alrededor de una hora y media después, abandonaron la tribuna acuciados por la necesidad de regresar al hotel para prepararse para la entrevista. Era uno de los presentadores de TV más famosos y su equipo, Bloom Connelly del programa Court Stars (2*), en donde se expondría una buena reseña de su llegada y expectativas por el próximo torneo. Inmediatamente después de eso tenía otra nota, esa para una revista deportiva, luego de la cual seguía el último partido de cuartos de final, Larson VS Mayer, a las diecisiete horas en el court de la Universidad de Chelsea. Para esos momentos, Roger ya tenía un tic  en el ojo y comenzó a protestar ante su hermana, quien era la responsable de cargarlo con tantas citas, y con Roxy, quien había sido el de la idea original y le había asegurado que solo era para ver partidos.

 

-Hombre, los pocos días en que no estoy de torneo me gusta usarlos para descansar- protestó con cierta ironía- esto es un raid de trabajo que no entiendo.

 

-Si lo dices por los periodistas, ¿Qué más podía hacer?- se defendió Romina, encogiéndose de hombros.- El tenis comienza a ser muy popular en Magalia y tú eres una superestrella en su primera visita aquí: era lógico que todos quisieran entrevistarte y hacerte conocer, de modo que no pude negarme. La publicidad es buena, la gente te ama, además, y merecen tener aunque sea un poquito de tu magia. ¿No crees?

 

-Está bien- capituló el moreno.- Pero la próxima vez procura no agendarme tanto en un solo día. Tengo que usar ese tiempo para entrenarme para el Abierto.

 

-De acuerdo, lo siento. Lo recordaré para otra ocasión.

 

-Entonces, ¿vamos yendo para la Universidad?- inquirió Roxy a su amigo.

 

-Ve tú. Yo pediré a uno de los guardias que me lleve a la Academia Rin.

 

-¡Oh! ¿Así que piensas ir a ver al chico después de todo?- preguntó Roxy sorprendido.

 

-Dado que ya lo tienes en la mira y tú tienes que ver el partido de Larson y Mayer también, lo mejor es que nos dividamos- explicó Roger con lógica.- Hablé con su entrenador y no tiene inconveniente en que pase a observarlos, tal vez incluso jugar un poco con ellos. Y tendré tiempo suficiente para prepararme para esa cena de gala- agregó al ver la expresión de Romina.

 

-Yo te creo, pero por las dudas te acompañaré- dijo la joven con aire serio.- Debo cerciorarme que no te distraigas demasiado hablando con esos chicos.

 

-¿Más bien no querrás cerciorarte de que Allen esté ahí?- ironizó Roxy. El comentario hizo reír a ambos hombres y los distendió un poco, poniéndolos de mejor humor.

 

-Jaja, ahora se creen comediantes. Voy por mi bolso y salimos, ¿sí? Dejen de decir pavadas, mientras.

 

Al salir, en la puerta del hotel hallaron a un numeroso grupito de fanáticos de Roger que deseaban su autógrafo: amable como siempre el moreno firmó fotografías suyas y también remeras, pero lo hizo de forma mecánica, mientras su mente estaba bien lejos de allí. La verdad era que quería presenciar cuando antes el entrenamiento de aquel joven tan talentoso y que tanto le llamara la atención, por motivos más allá de la lógica. ¿Allen le recordaba un poco a sí mismo, cuando joven? No realmente; a los veinte años él era un manojo de electricidad andante y su juego era destructivo y poco respetuoso, mientras que Allen era sereno y su fuerza venía de su elegancia al moverse. ¿Entonces qué? Regresó a la realidad al sentir como Romina le tironeaba disimuladamente de la correa del raquetero, y entonces entró al auto.

 

-Tus fanáticos nos consumen diez minutos cada vez que los cruzamos. ¡Qué cosa de nunca acabar!

 

-No digas eso, hermana. Sería muy desagradecido de mi parte no corresponder a su cariño cuando me apoyan de un modo tan espontáneo.

 

-Bueno, sí. Pero de todas formas, el tiempo no nos sobra.

 

Eso, por supuesto, era relativo. Cuando llegaron a la Universidad Rin apenas pasaban de las cinco, y el lugar se prestaba perfecto para un entrenamiento, lo que le dejaría varias horas libres hasta la cena. Recorrieron el ya familiar camino hasta los courts cruzándose de vez en cuando con alumnos de otros clubes, y por fin avistaron el magnífico complejo de canchas que eran el orgullo de la escuela. Romina se acercó a preguntar a un joven por el entrenador Ramsay, en tanto Roger miró con ojo de halcón (3*) a cada pista hasta descubrir a Allen; el rubio se hallaba junto a su amigo Lior disputando un partido de dobles, y en los escasos segundos que lo vio comprobó que se desenvolvían muy bien como pareja.

 

-Muchas gracias- oyó de pronto decir a su hermana. Y luego:- vamos, Roger. El señor Ramsay está en su oficina con el capitán del equipo. Debes ir a hablar con él.

 

-Sí, está bien. Vamos.

 

Al ponerse en movimiento atrajeron la atención de unas cuantas personas, que a su vez cuchichearon con otros compañeros emocionados hasta que por fin todos lo habían visto; observó con regocijo el momento en que uno de los rivales de Allen y Lior se detuvo y les dijo algo, y luego ambos jóvenes voltearon para mirarlo. Aún a la distancia, supo que Allen estaba sonriendo ruborizado, probablemente contento de verlo allí tal y como prometiera el día anterior. Volvió a saludarlo agitando la mano y luego siguió a su hermana hacia el interior de la escuela (donde por suerte estaba más fresco que en el exterior), en busca de la oficina del entrenador del club de tenis. Volvió a experimentar la sensación de recordar sus días en la universidad, su creciente fama en el club de tenis, su decisión de dedicarse por entero a su carrera deportiva… decisión de la que nunca se había arrepentido, ¿verdad? Sin embargo, al tener frente a sí a un joven al que iba a proponerle exactamente lo mismo que le habían propuesto a él era algo distinto; era una gran responsabilidad pedirle a alguien que se jugara todo su futuro así de pronto, sin previo aviso. Pero confiaba en Allen y en que tomaría la decisión correcta por sí mismo, sin dejarse influenciar por la opinión de nadie.

 

William Ramsay se mostró feliz en grado sumo de verlos allí, lo cual no era de extrañar: sabía igual que todo el mundo que Roger apoyaba a Allen, y el valor de ese apoyo era incalculable en relación a la publicidad que traería a la Academia Rin. Por eso, ni Roger ni Romina se mostraron sorprendidos cuando el entrenador los conminó amablemente a bajar de nuevo a los courts y unirse a la práctica, si así lo deseaban.

 

-Están ustedes en su casa- les aseguró- los acompañaré y les presentaré a mis muchachos… aunque según he oído, a Allen y a Lior ya los conocen, ¿no es así?

 

-Y a Mary Paula- agregó Roger con presteza.- Tuvimos la suerte de conocerlos ayer.

 

-Bien. Bajemos y conocerán al resto.

 

(…)

 

-Él cumplió con su promesa, Lior. ¡Vino a verme entrenar! No lo creo…

 

-Pero hombre, ¡cálmate!- exclamó Lior, sin una pizca de paciencia; por mucho que quisiera a su amigo, había veces que su fanatismo le resultaba demasiado.- No te pongas así que vas a parecer uno de esos fanáticos acosadores dementes. Actúa normal, ¿sí?

 

-¡Lior, que malo!- reprochó el rubio.- No me portaré como un tonto delante de Roger, ¿Qué te crees? Pero no me quites el placer de regocijarme ahora que estoy solo porque voy a verlo.

 

-Solo- bufó.- Gracias por la parte que me toca.

 

-Ay, Lior, no te pongas celoso- reconvino Allen medio en broma, medio en serio.- Sabes a lo que me refiero. ¿Si Djokovic (4*) apareciera ahora por esa puerta de los courts, no te pondrías igual que yo ahora? Entonces no te enfades, por favor.

 

El pelinegro no se comprometió con ninguna respuesta y se alejó para beber agua, dejando a su amigo intranquilo y picando la pelota contra el suelo mientras echaba frecuentes miradas en dirección a la escuela. Roger debía estar por aparecer, y hasta que eso no pasara no podría retomar la práctica: después de todo, no era el único emocionado por esa visita y varios de sus compañeros habían abandonado también el entrenamiento. Charlaban entre ellos con optimismo impregnando el lugar de una atmósfera mucho más juvenil que lo que correspondía a un grupo de universitarios semi profesionales. Hasta que, por fin, el augusto visitante llegó precedido de su hermana y del entrenador Ramsay, quien los miró con desaprobación.

 

-Los creía adultos ya como para no interrumpir sus deberes cuando yo no estoy, ¿saben? ¡Vamos! Ahora van a dar unas vueltas a las pistas como castigo. Todo el mundo a correr. ¡Sin discusión! Excepto tú, Allen- dijo a su alumno.- Tú acércate.

 

El rubio se acercó con presteza y procurando no mostrar su nerviosismo, aunque al estar frente a Roger se ruborizó un poco, y más cuando él lo saludó con un beso en la mejilla. Era demasiado, y a la vez tenía que fingir que era algo común.- Hola- dijo con simpleza, incapaz de hilvanar una frase más elaborada.- Que suerte que al fin hayas podido venir.

 

-Sí, tenía muchas ganas. Roxy habría venido también, pero decidimos que era mejor separarnos y que él fuera a ver el último partido de cuartos de final. ¡Y bien!- exclamó de pronto con una sonrisa, rodeando a Allen por los hombros en un gesto amistoso.- El entrenador Ramsay me ha dicho que podría practicar aquí y ver como lo hacen ustedes. ¿Me enseñarás?

 

-¡Por supuesto! Será un honor… ¿te parece que primero recorramos las instalaciones?

 

Fue una agradable sorpresa descubrir que podía hablar con Roger con tanta naturalidad como si se tratara de un amigo, así que al poco rato Allen descartó los nervios y pasó directamente a sentirse en las nubes. Su ídolo era un hombre para nada creído de sí, que hablaba sin tapujos de sus asuntos y que a su vez se interesaba en las historias que le contaba de la universidad y de su vida; Roger le daba una vez más sobrados motivos para admirarlo como persona, además de cómo tenista. Tenía un cálido sentido del humor y era muy amable, y hablaba con mucho respeto de los jugadores amateurs que (como él) se esforzaban al máximo para alcanzar sus metas. Otro podría haber descartado de plano la posibilidad de que un novato ascendiera en el Abierto de Magalia: Roger opinaba en cambio que nunca debía subestimarse a nadie por principiante que fuera, porque todos habían empezado del mismo modo y luego ascendido. Lo que contaba, decía, no era ganar un partido tras otro de forma automática, sino cuanto esfuerzo se ponía en cada uno de ellos y que se aprendía de cada resultado.

 

-Recuerda eso cuando estés en la cima del ranking, Allen- concluyó el moreno mientras se sentaban en una banca para contemplar las diversas prácticas a su alrededor. Allen asintió y se sentó a su lado, pleno de orgullo y formulando una sugerencia al mayor:

 

-Ahora que has visto todo, ¿jugarás un set conmigo? Quizá es mucho pedir… pero con nadie podré aprender más que contigo, y quiero mejorar, quiero mejorar tanto como pueda para justificar tu fe en mí. ¿Sí?

 

-Claro que sí- afirmó Roger de buen talante.- Toma una raqueta y vamos al court.

 

-¡Oh, muchas gracias, te lo agradezco tanto! Sólo déjame avisarle a Lior. Jugábamos juntos cuando llegaste y debo pedirle que lo pospongamos un rato. Ya vengo.

 

Roger se entretuvo buscando una raqueta en su bolso, pero aún así vio por el rabillo del ojo como Lior marchaba en dirección contraria a su amigo tras que hablaran un instante, por lo que dedujo que no estaba contento con la interrupción. ¿Por qué sería, exactamente? Luego recordó lo que sabía: que Lior, en su último partido, había sufrido una fuerte lesión en la muñeca y por lo tanto debió retirarse del torneo. Sabiendo eso, imaginó que el muchacho en la actualidad solo podía jugar un poco por vez, en el club, bajo la supervisión de un numeroso grupo de personas que podrían ayudarlo al instante en caso de necesidad; sumando dos más dos concluyó que para el pelinegro, su presencia era una molestia que le arrebataba la posibilidad de entrenarse con su mejor amigo y compañero de dobles. Pero antes de que reflexionara más sobre el asunto, Allen regresó, contento como siempre y sin rastros de haber tenido ninguna discusión.

 

-Podemos tomar la pista A, y el capitán Sonomi será el árbitro- anunció, abriendo su propio bolso en busca de una raqueta.- ¡Ay, madre, espero no hacer un papelón!

 

-No te preocupes, lo harás bien, si sabes jugar. A propósito…

 

-¿Sí? ¿Qué pasa?

 

-No quisiera ser indiscreto- empezó, incapaz de ser directo debido a que no era hombre propenso a los chismes.- ¿Es mi impresión… o tu amigo Lior está un poquito enfadado?

 

Allen volteó a mirarlo, un poco sorprendido por la pregunta, y luego agitó las manos de forma poco comprometida.- No es exactamente eso, sabes.

 

-Bueno, ¿y qué es, entonces?

 

-Es que Lior está muy celoso de ti- admitió Allen con inocencia, sin comprender el doble sentido de sus palabras.- Pero no hagas caso, yo me encargaré de él luego. ¿Vamos?

 

-Sí, vamos- aceptó Roger, con un ligero desasosiego y preguntándose qué diablos pasaba allí.

 

A medida que avanzaban en el juego, personas a su alrededor comenzaron a arracimarse tras las alambradas para verlo y comentar emocionados, previendo ya que aquel se convertiría en un partido épico para el club de tenis de Rin. Roger Henders jugaba contra Allen de igual a igual, y más de uno se moría de envidia por la suerte del rubio al tener como adversario a semejante leyenda, al campeón invicto e ídolo indiscutido. A Allen no le temblaban las piernas ni nada por el estilo, pero su felicidad y nerviosismo se demostraban con los apabullantes latidos de su corazón, que parecía querer escapársele del pecho cada vez que alzaba la vista y veía al guapo moreno sacando o devolviendo la pelota.

 

-5-1 para Roger- anunció Sonomi desde la silla del árbitro. El ambiente se había caldeado y el público se había multiplicado como por arte de magia, relegando el entrenamiento del equipo a un total segundo plano. Lior parecía muy melancólico.

 

-¿Qué te pasa?- le preguntó Mary Paula con el ceño fruncido.- Cualquiera que te vea con esa cara diría que estás a disgusto.

 

-No, no es eso. Pero Allen está muy feliz por la visita de Roger, ¿no?

 

-¿Y eso que tiene que ver?

 

-Por ahora nada. Pero no me gustaría que después tuviera que sufrir- respondió enigmáticamente.

 

Pero Allen no era el único que se sentía a gusto. Roger, que como era usual no había transpirado ni una gota, sonreía como un chico y lanzaba frecuentes miradas de admiración al rubio, quien había demostrado una prodigiosa habilidad a lo largo de esos seis games. Su propia experiencia le ayudó a confirmar que el que tenía delante era un prodigio del tenis, con todas sus letras. Si bien no había podido ganar más que un game, su destreza lo había puesto en apuros en varias oportunidades, y su elegancia y rapidez en nada había disminuido por los reveses del encuentro. Cualquier otro muchacho se habría amedrentado ante rival tan extraordinario y perdido la concentración; pero no Allen, y por eso lo admiró más que antes. Supo entonces de forma definitiva que brindaría a Allen Kanda todo el apoyo posible en su carrera, y que no descansaría hasta verlo en el Top Ten de la ATP (5*). Incluso, admitió con serenidad, evocó la imagen de un Allen reemplazándolo como número uno del mundo. Claro que en el medio habría duros rivales: pero que la tierra lo tragara si no confiaba en que el rubio tenía potencial para vencerlos a todos.

 

-Juego, set y partido para Roger- exclamó Sonomi poco después, provocando una marea de aplausos de la muchedumbre que los rodeaba. Allen, para nada triste por haber perdido, se acercó a la red para estrecharle la mano al mayor y afirmarle su gratitud.

 

-Ha sido el partido más emocionante de mi vida. Muchísimas gracias, Roger.

 

-No, gracias a ti, Allen. Me divertí mucho. ¡Hacía cuanto que no la pasaba tan bien!

 

Ambos rieron y se retiraron de la pista ovacionados por el resto del club, que al punto retomó su actividad instigados por el entrenador Ramsay. En tanto, ellos se sentaron a un costado a beber agua y mojarse el rostro, acalorados a pesar de la hora y contentos de poder tomarse un descanso para poder charlar tranquilos.

 

-¿Ahora volverás al hotel, no?- inquirió el menor educadamente, mientras iba guardando sus toallas y muñequeras usadas. Roger asintió.

 

-Así es. A las nueve tengo programada una cena de beneficencia que se realizará en el Hilton… y debo prepararme para llegar a tiempo y presentable, sino Romina me mata.- Volvieron a reír y luego el mayor agregó:- ¿Y tú? ¿Qué harás ahora?

 

-Me temo que mi vida social no es tan interesante como la tuya; supongo que volveré a mi departamento, cenaré algo y terminaré un trabajo que me falta para la clase de literatura occidental, que debo entregar el jueves. ¡En fin! Y si no me iré a dormir temprano porque quiero estar bien lúcido mañana para el partido. Fuera de eso, no tengo nada que hacer.

 

-Mmh. Yo mañana tengo práctica en el Asuka Valley, y una invitación de Gisela Ana (6*) para conocer La Gardenia, lugar al que Romina muere por ir… pero te aseguro que a las ocho estaré puntual en la Escuela Jermaine para ver tu partido contra Morgan. Te deseo mucha suerte.

 

-Gracias- aceptó el rubio, dichoso.

 

-Y, déjame ver… si ganas mañana, y sé que lo harás, ¿Cuándo se juega la final?

 

-El viernes mismo- informó Allen, sintiendo de pronto la adrenalina de la situación.

 

-Eso te dejará unos nueve días para prepararte para el Abierto- calculó Roger con rapidez- no es mucho tiempo, sobre todo para ser tu primera vez, pero con mi ayuda te prometo que podrás ponerte a punto. No son tanto los partidos los que me preocupan, sino el impacto que será para ti estar en el centro de atención de todo el mundo. Y pasará, será mejor que te prepares para ello.

 

-¡Oh, por Dios, ahora sí me das miedo!- soltó Allen, tiritando.

 

-Es inevitable que así sea, ya que te convertirás en el primer novato en participar de un Grand Slam (7*) y eso despertará la curiosidad tanto de la prensa como del público, sin mencionar a los otros tenistas que participarán. ¡Pero dime! ¿Confías en mí?

 

-Por supuesto.

 

-Entonces no tengas miedo. Bajo mi protección y la de Roxy saldrás airoso de todo.

 

-Pero, Roger, te olvidas de algo- señaló Allen con un inesperado brillo en los ojos.- Si entro al Abierto de Magalia, seré tu rival. No podrás apoyarme activamente si empiezo a avanzar de ronda.

 

Solo entonces Roger recordó el cálculo de Roxy sobre que debería jugar contra el ganador del Torneo Universitario si éste lograba llegar a la final del Abierto. Le sonrió a Allen y aseguró:- De nuevo, no te preocupes. Si nos toca jugar juntos en algún momento, te aseguro que aún así estaré alentando por ti en mi corazón.

Notas finales:

Aclaraciones:

 

(1*): White Angels es una fundación benéfica que, irónicamente, solo hice aparecer en la historia futurista Beloved Enemy. No doy más datos porque me duele un huevo acordarme lo que me costó escribirla solo para no recibir ni un comentario… u__u

(2*): Court Stars es una parodia al programa Court Central, emitido por ESPN y que trata, obviamente, sobre asuntos del tenis.

(3*): “Roger miró con ojo de halcón”; referencia al Hawk-Eye (ojo de halcón en inglés), sistema informático usado en tenis y otros deportes para seguir la trayectoria de la pelota cuando una jugada fue dudosa. Por asociación, alguien con vista de halcón es alguien que tiene la vista muy aguda.

(4*): Novak Djokovic, tenista profesional y actual número uno del mundo del ranking ATP.

(5*): ATP, por si alguien se lo pregunta, son las siglas de Asociacion de Tenistas Profesionales, entidad creada en 1972 y renovada en 2009 bajo el nombre de ATP World Tour. Esta asociación nuclea los principales torneos de tenis a nivel mundial.

(6*): Gisela Ana es una parodia de Gisela Dulko, ex tenista argentina, con quien comparte diversas características físicas y profesionales. Aparece mejor en el siguiente capítulo.

(7*): La expresión Grand Slam proviene del juego de bridge, pero está aplicada a muchos deportes; en tenis fue usada por primera vez en 1933, y hace referencia a los cuatro principales torneos de tenis: Australian Open, Roland Garros, Wimbledon y US Open. Ganar cualquiera de esos torneos equivale a ganar un Grand Slam. 

 

Y ahora solo a esperar... porque no hace falta ser genio para saber que algo va a pasar entre ellos, no? No necesariamente lo que uno creería, pero algo. Se los dejo de tarea ;) 


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