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Love-30 por Kitty Pasta

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Notas del capitulo:

Cómo actuarían ustedes si de repente se sintieran atraídas por alguien de su mismo sexo estando ya en pareja? Confundidas lo mínimo; no es de extrañar que Roger no sepa que hacer con su vida ahora que descubrió en él sentimientos ocultos. 

-Definitivamente tu hermano está raro, querida Romina. Desde que volvimos de Jermaine está con esa cara de zombi, como si no escuchara o le importara tres pitos lo que le decimos. Y encima llegamos aquí y se encierra en la suite pidiendo que no lo molesten ni le pasen llamadas o mensajes. ¿Y crees que como hombre adulto se ha dignado a dar una explicación? Pues no. El señor pretende que le adivinemos el pensamiento. ¿Qué le digo yo a Shanna si vuelve a llamar? Fue una vergüenza que lo hiciera hace un rato y él no quisiera atenderla, sea cual sea el problema que tenga. ¡Es su novia, por favor! Quien mejor que ella para hablar si tiene algo que lo esté preocupando.

 

-¿Y no tienes ninguna pista de que pudo haberle pasado?- inquirió Romina, con el ceño fruncido ante aquella historia. Roxy negó con la cabeza.

 

-No. Como te dije, nos separamos para buscar a Allen unos cinco minutos, y cuando volví a verlo ya estaba así de raro. Entonces aparecieron Allen y Lior, y Roger se portó con ellos perfectamente normal e invitó a Allen a cenar. Hablamos un rato y nos despedimos de lo más bien, Allen dijo que quería regresar primero a su departamento para cambiarse de ropa, y ya cuando nos volvíamos Roger se puso otra vez pensativo y con ese aire deprimido que tú notaste. Pero él lo niega todo y yo no soy adivino, así que…

 

-Si dijiste que los chicos estaban cerca de donde estaba Roger- reflexionó Romina con dificultad- ¿no podría haberlos oído decir algo desagradable? No sé… no se me ocurre otra cosa.

 

-Me parece difícil, sobre todo teniendo en cuenta que Allen lo adora y no admitiría una palabra en contra suya- bromeó Roxy para aligerar la tensión que los envolvía desde que volvieran de la calle.

 

-¿Estará bien para cuando llegue Allen…? Porque ya no debe tardar.

 

-¡Pues espero que sí! Ese pobre chico no se merece un desaire semejante sin una buena excusa que lo justifique.- En ese momento sonó el teléfono interno y Roxy atendió la llamada. Le hizo una seña a Romina para que se acercara y le susurró:- Allen está abajo.- Y agregó tras cortar la comunicación, ya en tono normal:- Mira, bajaré yo a atenderlo y lo llevaré a tomar una copa al bar primero. Tú mientras tanto trata de ver si tu hermano está en condiciones, y si no lo está sacúdelo hasta que reaccione, por favor. Cenaremos en el salón comedor de la suite, como él sabe, para que Allen no se sienta presionado por la gente, de modo que si no se presenta quedará realmente grosero. Díselo.

 

Romina golpeó suavemente a la puerta de su hermano, y le preocupó que no le contestara ni para que entrara ni para que se fuera. Entró despacio, de todas formas, y lo vio sentado en un amplio sofá con aire abatido y distante, como si su mente estuviera a miles de kilómetros de distancia.

 

-Roger- lo llamó, vacilando. Al instante el moreno reaccionó y volvió sus ojos a ella, adoptando una postura más firme y borrando todo rastro de angustia de su cara.

 

-¿Sí? ¿Qué pasa?

 

-Pues que Allen ya llegó, y Roxy bajó a recibirlo- respondió la joven sentándose a su lado y mirándolo escrutadoramente.- Dijo Rox que no es bueno que te quedes aquí encerrado y menos porque cenarán en la suite, y si no te presentas será como ofender a Allen.

 

-¿De modo que ya está aquí? Ah… en ese caso…

 

-Roger, ¿se puede saber qué te pasa?- inquirió Romina meneando la cabeza.- Y no me vengas con que no pasa nada. Tú nunca eres así, nunca te deprimes, y llegas ahora y pones esa cara de tristeza que es tan dura… no me gusta verte así.

 

-Romina, yo te pido por favor, y que esto quede entre nosotros- subrayó Roger con voz sin matices- si me siento mal pero ni yo sé por qué, y me tomará un tiempo aclarar mis ideas, así que no hagan un escándalo de esto tú y Roxy. Quédense tranquilos que yo voy a estar bien, no me pasa nada grave ni nada que no tenga solución.- Respiró hondo.- Han debido ir al bar antes de la cena, ¿no? Me cambiaré entonces y me reuniré con ellos allí.

 

Hizo un gesto a su hermana para pedirle que lo dejara solo, ostensiblemente para cambiarse, pero en realidad con la imperiosa necesidad de no tener testigos que advirtieran su cambio. Porque, a su propia alma, no podía mentirle, algo en él se había quebrado y eso era la confianza en la solidez de su mundo, perfecto hasta unas horas antes y lleno de grietas hechas de dudas ahora. De alguna forma extraña e inconcebible había experimentado el primer arranque de celos de su vida, y por una persona que no era Shanna. ¿Cómo podía haberle pasado? ¿Con qué cara se supone que miraría ahora a Allen, que había sido el objeto de esos celos? De solo recordarlo los colores se le subieron y su rostro adquirió un vergonzoso tono escarlata. ¡Él no podía estar celoso de un muchachito, era imposible! Y era imposible por una docena de razones, que fue enumerando mentalmente mientras se vestía con algo más apropiado para una cena.

 

“En primer lugar yo estoy de novio, y lo que es más comprometido; en segundo lugar Allen es un hombre, y a mi jamás me han interesado los hombres… es diez años más joven que yo, lo conozco hace solo tres días, y si aún así hubiera una remota posibilidad de que me gustase no lo habría descubierto en tan poco tiempo, ¡por Dios! Ni que fuera una colegiala para enamorarme a primera vista o para creer siquiera que eso puede pasar”.

 

Después de eso se tomó un minuto para respirar hondo y mirarse al espejo, juntando fuerzas para bajar y enfrentarse al rubio. Al fin y al cabo, era mejor así: si podía mirarlo cara a cara sin que se le moviera un pelo, comprobaría que lo de esa tarde no había sido más que un error o un espejismo producto del cansancio, y todo volvería a la normalidad. Sí, eso sería perfecto. Tan solo tenía que bajar al bar del hotel, saludar a Allen, apoyar la propuesta de Roxy y poner lo mejor de sí para que el chico aceptara y regresara a Irlanda con ellos al finalizar el Abierto. ¿Verdad que no era tan difícil? Sonrió. Si pensaba las cosas con lógica y no se dejaba aturdir por una confusión pasajera, no tenía porque preocuparse ni hacer pasar un mal rato a sus seres queridos.

 

El Miyama Hotel contaba con numerosos restaurantes y bares en sus instalaciones, por lo que antes de estar recorriéndolos uno por un uno mandó un mensaje de texto a Roxy para averiguar su ubicación exacta y dirigirse directamente allí. Su amigo había tenido el buen tino de elegir un bar discreto y oscuro, muy tranquilo, en que sería difícil que los reconocieran y que tenía el ambiente propicio para conversar. Se llamaba Silencio Elegante.

 

Tras otear un poco entre las mesas localizó la alta silueta de su amigo en el extremo más alejado de la puerta, y hacia allí se dirigió parpadeando por la escasa luz. A poco de sentarse él también sus oídos captaron la tintineante risa de Allen y su corazón sufrió un nuevo vuelco, anulando cualquier esperanza de que todo hubiera sido una confusión. Allí estaba el rubio con un trago en la mano, vestido con una linda camisa negra y el cabello recogido en una coleta, y el tan solo verlo de ese buen humor lo enterneció de una manera insoportable y le comprimió el estómago a la hora de saludarlo. Era demasiado.

 

-Qué bueno que estés aquí, Allen- dijo con la voz quebrada.

 

-Al contrario… yo les agradezco la invitación. Me siento en verdad muy halagado de que me incluyan en su agenda a pesar de todo. Sé que están muy ocupados.

 

-Venga, Roger, siéntate- instó Roxy alegremente.- Pongámonos cómodos.

 

Roger vaciló un segundo antes de tomar asiento al lado de Roxy, con la culpa haciendo estragos en su mente: culpa por desear sentarse junto a Ali, para así poder sentir mejor el rico aroma a vainilla que emanaba de su pelo, y culpa por estar arruinando lo que prometía ser una buena amistad a causa de unas equivocadas ideas suyas. ¿Por qué tenía que sucederle algo así? ¿Qué había hecho para merecer ese castigo?  Lo peor de todo era que no podía compartir sus angustias con nadie, ya que era en extremo vergonzoso admitir que estaba confundido con un chico. Pero por otro lado no veía como iba a encontrar una solución que le permitiera estar frente a Allen sin perder la cabeza, como no fuera dejar de verlo; pero eso era imposible dadas las circunstancias. Le había prometido su ayuda y lo había ilusionado con fabulosas historias sobre la cima del tenis, y tenía que cumplir su palabra como el hombre que era. No podía simplemente abandonarlo porque de repente había empezado a verlo lindo, tierno e inocente…

 

-¿… cenaremos aquí?- oyó preguntar de pronto a Allen.

 

-No exactamente. Para evitar que el público nos reconozca (sí, a los tres) ordené que se nos sirviera un banquete en el salón comedor de la suite que ocupamos. ¿Te gusta la idea?

 

-¡Oh, sí, es perfecto!- asintió Allen con fervor.- Yo todavía no estoy preparado para estar en el centro de atención. Prefiero los sitios tranquilos.

 

-Bueno, nosotros vamos a cuidarte hasta donde podamos. ¿No es cierto, Roger? ¿Nh? ¿Roger?

 

-Sí, desde luego- asintió el moreno, pillado distraído.

 

-Bien. Subiremos en diez minutos, lo que nos da tiempo a conversar sobre un asunto que, tal vez, ya imaginas. ¿No?

 

-Un poco- admitió el rubiecito mirando en las profundidades ámbar de su copa.- Pero prefiero que lo digas tú para no parecer presuntuoso o arrogante.

 

Roxy le sonrió, satisfecho con la respuesta.- Tranquilo, que ninguno de los dos te considera arrogante ni mucho menos. Y si presumieras un poquito no te culparía, porque te lo has ganado.

 

Como sabes, aparte de ser el entrenador de Roger soy dueño del Club de Tenis Tamar, que está en Dublin. Me enorgullece decir que gracias a mi aporte la juventud irlandesa tiene un buen lugar donde aprender sobre el tenis, y cuento con una gran cantidad de alumnos que van desde niños pequeños hasta hombres mayores. Para mí, el tenis lo es todo, y me hace muy feliz descubrir nuevos talentos que sumar a mi club.- Hizo una pausa para beber y continuó:- naturalmente no todos mis estudiantes tienen madera de campeones: es imposible que eso pase en ningún lugar con inscripciones abiertas. Aún así actualmente tengo un buen porcentaje de candidatos a convertirse en profesionales, de aquí a un par de años como máximo, y también un par de posibles futuros profesores en vista.

 

-Te felicito, Roxy- dijo Ali con admiración.

 

-La cuestión es que decidí venir a Magalia antes del Abierto para ver los partidos del Torneo Universitario, ya que fui informado del gran avance que ha experimentado el tenis en este país: y me alegra decir que la información que recibí fue correcta. Tú y los otros muchachos que vimos jugar de cuartos de final para adelante son asombrosos, algunos más que otros, lo que me lleva a concluir que el viaje valió la pena (además de porque Roger participará, por supuesto).

 

-Rox, no le des tantas vueltas que matarás a Allen de impaciencia- señaló Roger guiñándole un ojo al aludido. Le encantó recibir como respuesta un leve sonrojo, visible aún en la oscuridad del bar. Un segundo después recordó que se suponía debía evitar esas situaciones dudosas.

 

-De acuerdo, tienes razón. Discúlpame si te he hecho esperar, Allen. La pregunta del millón es esta: ¿te gustaría formar parte de mi club, una vez que haya finalizado el Torneo Universitario? Ganes o pierdas el viernes, yo te quiero en el Tamar. Sé que puedes llegar a ser un profesional de renombre y quiero entrenarte para eso, cuanto antes mejor. ¿Qué dices?

 

Allen debió esforzarse para ocultar una lágrima, pues sinceramente era la mejor oferta que le habían hecho o podrían hacerle en toda su vida. Aún así los mayores lo notaron y lo interpretaron correctamente, permaneciendo en silencio por respeto y desde luego sin intervenir, ya que eso lo habría dejado en evidencia y a nadie le gustaba tal cosa. En efecto, un rato después Allen pudo alzar la vista con el rostro sereno y listo para dar una respuesta, o al menos, parte de ella.

 

-Gracias una vez más por depositar tu confianza en mí, Roxy. Me llena de alegría saber qué me quieres para tu club… y ciertamente es mi sueño llegar a profesional.- Respiró hondo.- Te diría que acepto ahora mismo si no fuera porque me has tomado por sorpresa, a pesar de mis sospechas, y quisiera… bueno, quisiera pensarlo un poco. La verdad es que se trata de una decisión importante y por eso mismo difícil.

 

-Esperaba una respuesta así, de modo que no te preocupes- tranquilizó Roxy acabando su bebida.- Sabía que no podrías darme un sí rotundo enseguida así que no tengo problema en que lo pienses, todo el tiempo que quieras.

 

-¿De verdad está bien?

 

-¡Claro que sí! Tenemos bastante tiempo hasta que finalice el Abierto, ¿o no? Entonces no hay ningún problema. Piénsalo, consulta con tus padres o con quien necesites, y cuando estés bien seguro dame tu respuesta definitiva. Sin presiones. Mientras tanto- añadió consultando su reloj- podemos subir y tener la cena que te he prometido. ¿Te parece?

 

Los tres salieron del bar en silencio para no llamar mucho la atención, pero en el ascensor iban solos y pudieron aflojarse lo suficiente como para retomar la charla; al menos, Roxy y Allen lo hicieron. Roger se quedó pensativo y melancólico y no participó gran cosa de los comentarios que hacían los otros sobre la final del viernes. No podía por el simple hecho de que su mente estaba ocupada con otra cosa, luchando contra el poderoso impulso de acariciar el brillante cabello del rubio que tenía desde que entrara al bar. ¿Por qué de repente se le hacía tan insoportablemente atractivo? Lo observó de reojo con todo el disimulo que pudo, mordiéndose el labio para evitar un suspiro. Allen ciertamente era lindo, o quizás más que eso; era hermoso, con rasgos suaves y femeninos y una personalidad muy dulce, y un cuerpo delgado perfecto para abrazar. Comprendía el que su hermana hubiera sido impactada por él, pero Romina era mujer y su admiración caía dentro de la lógica. Él, Roger Henders, era un hombre heterosexual con una novia perfecta a la cual pensaba convertir en su esposa, de modo que era una locura el que sus ojos lo vieran de la misma forma que una chica lo haría. Allen no podía gustarle. Tenía que quitarse eso de la cabeza tan pronto como fuera posible o acabaría lamentándolo.

 

-Roger, has estado muy callado desde hace un rato. ¿Te pasa algo?

 

-¿Mh? No, en lo absoluto… perdóname si me he distraído pensando en cosas. De a partir de ahora seré un buen anfitrión, te lo prometo.

 

El salón comedor privado de la suite de Roxy era absurdamente lujoso y grande, al estilo del mejor de los palacios franceses (1*).  Roger creyó que Allen se deslumbraría enseguida de entrar y se llevó una grata sorpresa al comprobar que no era así, pues apreciaba la sencillez por sobre todas las cosas y le confirmaba que el muchacho tenía muy buen juicio.

 

-Yo soy de esta ciudad así que en este hotel no he estado, pero si me he hospedado en hoteles Miyama de otros lugares y son todos igual de hermosos- explicó cuando le preguntaron que le parecía el ambiente del piso.- Mi papá es amigo del señor Hiro así que siempre fuimos bien recibidos en sus hoteles.

 

-Anda, no lo sabía. ¿Y te gusta?

 

-Bueno, a cualquiera le gustaría pasar unos días en una suite de lujo, ¿verdad? Hay que ser honestos. Pero al final de cuentas es en mi departamento en donde me siento más cómodo- explicó Allen con total honestidad, orgulloso de mostrar que el dinero de su familia no lo había vuelto vanidoso. Le encantó recibir como premio una sonrisa aprobadora de Roger.

 

-A mí me pasa igual, ¿sabes? He viajado por todo el mundo durante más de una década, pero nunca me siento mejor que cuando regreso a mi casa. Al fin y al cabo allí está mi familia, y eso es lo más importante…

 

-Es una ironía que “vivas” en Dublin pero en realidad pases nueve de los doce meses del año viajando- acotó Romina sin mala intención- es casi como si no estuvieras.

 

-Es que mientras siga compitiendo será así- se disculpó el moreno, pensando en el fondo que su hermana tenía razón.- Ya llegará el día en que pueda asentarme para siempre.

 

-Cuando estés retirado y casado, probablemente- terció Roxy, causándole como una sensación de vacío en el estómago. La tan sola mención de su boda le recordó con más intensidad la presencia de Allen y por unos segundos se sintió horriblemente al descubierto, casi desnudo; luego cayó en la cuenta de que todo era producto de su mente aturdida y se relajó un poco, pero no lo suficiente como para dejar de sentirse mal consigo mismo.  ¿A que iba a llegar admirando a Allen en secreto? Pero segundo tras segundo se le hacía patente que no alcanzaba con su pobre fuerza de voluntad: los ojos se le iban solos tras el bonito rubio y si Shanna surgía en la conversación hacía oídos sordos para no tener que explayarse sobre el tema, por si aquello entristecía al menor. “¿Y por qué Allen se sentiría triste al recordar que tengo una prometida?”, se dijo amargamente a sí mismo. “Él solo me admira como jugador. Soy yo el que ha confundido las cosas y lo ve como hombre. Soy un idiota…”

 

-Está delicioso- elogió Allen al magnífico plato principal preparado por orden de Roxy (filetes de ternera en salsa agridulce).- Una verdadera cena.

 

-Y espera a probar el postre- agregó Roxy con placer infantil, pues era un gran amante de los dulces.- Es un Beatemp Cake (2*) típico de Magalia que ordené en honor a ti, mi invitado. ¡Oh! Dime que te gusta el Beatemp y no metí la pata al pedirlo…

 

-Gustar, me gusta- dijo Allen despacio y sonriendo.- Pero me temo que no es producto típico de Magalia sino de Oozu (3*).

 

-¡Ah, diablos! Perdona por el error, Ali- se disculpó el manager mortificado.- Quería agasajarte pero veo que no investigué lo suficiente.

 

-No importa, tampoco es un error grave- contemporizó el chico de buen ánimo.- Y de todas formas me gusta el Beatemp, así que lo disfrutaré.

 

Además de disfrutar el rico pastel del postre, Allen disfrutó (y en mayor grado) de la compañía del ídolo que ahora era su amigo, Roger. En varias oportunidades se quedó viéndolo en secreto con aire extasiado, todavía sin poder creer que hubiera entrado en su círculo íntimo y por tanto podía acercarse a él las veces que quisiera. ¡Por Dios, era tan guapo! Más atractivo que el mejor de los modelos. Tenía esa sonrisa tan seductora que lo hacía temblar por dentro y esos ojos que no podía dejar de mirar por mucho que lo intentara, y sin que se diera cuenta en su interior los sentimientos de admiración que había albergado por diez años hacia el moreno cambiaron. De pronto ya no le alcanzó la admiración; y es que desde su casa, desde la portada de una revista o desde la pantalla de televisión no tenía manera de solazarse con el Roger Henders de carne y hueso, el hombre detrás del famoso que reía, escuchaba sus historias y lo apoyaba desinteresadamente. Roger era todavía más perfecto de lo que había imaginado.

 

-Allen, ahora eres tú el distraído- observó Roger más tarde, mientras bebían café y comían Beatemp en la sala de estar. El rubio bajó de las nubes a tiempo y se disculpó por eso.

 

-Perdón. Es que… ha sido un día muy largo para mí… y estoy un poco cansado. Solo eso.

 

-Oh, es verdad- exclamó Roxy interviniendo- ha sido una descortesía de mi parte el olvidarlo. En cuanto tú lo dispongas avísame y le diré a uno de los guardias que te lleve a casa.

 

-No, por favor, no quisiera abusar…

 

-Pavadas. Un buen anfitrión debe serlo hasta el final. Además los autos que alquilamos por si acaso son comunes y no llamarán la atención al salir, por si hubiera algún reportero dando vueltas. Podrás irte sin que te vean si eso te deja más tranquilo.

 

-En ese caso, muchísimas gracias- recapituló Allen, volviéndose hacia el manager con una expresión de gratitud muy simple y a la vez muy tierna. A Roger no le gustó que Roxy se quedara con ese aire tan ufano por causa de Ali, y chasqueó la lengua en señal de irritación.

 

Al final era casi la medianoche cuando Allen se despidió de ellos para volver a su departamento, ya francamente muerto de sueño. Roger, que también estaba cansado pero a la vez no quería que terminara la noche, decidió acompañarlo hasta la playa de estacionamiento del hotel en donde guardaban los autos alquilados para que no se sintiera incómodo ante el chofer. Al menos, esa fue la excusa que puso a los demás.

 

“Definitivamente es un chico lindo”, pensó con un suspiro mental destinado a aplacar sus ánimos, muy alterados después de horas junto al rubio. Lejos de recapacitar, a cada minuto se le hacía más difícil dejar de pensar en él como en una personita adorable y transparente a la cual tenía muchas ganas de abrazar, para horror de su costado más serio. Y es que ni siquiera en sus mejores momentos con Shanna se había sentido así de predispuesto al romance, y eso que su noviazgo siempre le había parecido pleno y satisfactorio. Y en realidad lo había sido, pensó con justicia. En los dos años que llevaban juntos nunca habían tenido problemas de ningún tipo; ni discusiones ni peleas, ni malos entendidos ni desacuerdos, ni tampoco inconvenientes en su vida sexual como le ocurría a otras parejas que se veían poco. Shanna era además hermosa e inteligente y compartía su amor por el tenis. Tenía todo para ser su compañera ideal, la que había elegido para compartir el resto de su vida. ¿Entonces por qué, por qué diablos de repente sentía esa atracción irresistible hacia Allen Kanda? ¿Por qué esa fresca inocencia que emanaba le generaban ganas de protegerlo, y por qué al verlo con Lior había sentido una oleada de celos tan profunda y corrosiva?

 

-Bueno, Roger. Ha sido una cena maravillosa y la pasé muy bien…

 

-Me alegra oír eso, tú te merecías un buen festejo- interrumpió con dulzura.

 

-Ahora te aviso por las dudas que mañana no iré a clases, porque quiero aprovechar la mañana para descansar- explicó ocultando un bostezo.- Por suerte los profesores se lo han tomado a bien y me permiten faltar para entrenarme, e incluso me han eximido de hacer los exámenes del segundo trimestre porque saben que mi meta está en ganar el torneo.- Se permitió una risita irónica.- Claro que es así porque saben que si gano será una excelente propaganda para la Universidad, pero de todos modos es bueno.

 

-Me imagino- concordó Roger divertido.

 

-En fin, creo que eso es todo. Buenas noches, Roger. Gracias por acompañarme.

 

-Buenas noches, Ali.

 

Era tan difícil darle un beso en la mejilla y no sentir aletear el corazón, que por un instante contempló la posibilidad de correr la cara y besar sus labios “por accidente”. Pero no se atrevió a tanto. Roger se quedó allí parado con impotencia hasta mucho después que el auto se hubiese ido, por el simple hecho de que si se movía saldría por su propio auto y perseguiría a Allen hasta donde sea. Le costó un largo rato de dolor serenarse y volver a su suite.

Notas finales:

Lo hubieras besado ahí!! Nah, a quien engaño... todavía no era el momento apropiado. Antes de besar a Allen cierto moreno tiene que arreglar el balurdo que se le armó en la cabeza. Pobrecito, cualquiera estaría confundido en su situación. 

Unas pocas aclaraciones: 

(1*): Hiro Miyama, el dueño del hotel en que se alojan Roger y los demás, es mitad francés por parte de madre; por lo tanto, y teniendo en cuenta su enorme fortuna y buen gusto, es natural que sus hoteles luzcan como palacios de la aristocracia francesa.

(2*): Beatemp es una unión de las palabras “bear” (oso) y “temptation” (tentación), lo que significaría “tentación de osos”. Básicamente, la beatemp cake es una torta de miel.

(3*): Oozu es un estado vecino a Magalia. 

Eso es todo por ahora, amigas! Vayan cruzando apuestas a ver cuando Roger se anima a tirarle los perros al rubio... o viceversa. Es muy difícil resistirse a un galán como ése ;) 


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