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Love-30 por Kitty Pasta

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Notas del capitulo:

Qué puedo decir? Perdón por la tardanza en actualizar... tal vez me confié demasiado con esta historia porque está muy avanzada, mientras que otros fanfics apenas escribo subo y me quedo sin material... en fin! Para compensarlas subiré otro capítulo mañana, o a más tardar el viernes. Voy a revivir como el ave fénix :) 

Sin embargo, su serenidad solo duró hasta el momento en que se quitó la ropa y se metió en la cama, tan agotado como era posible. Una vez que se halló a solas con su mente, rodeado por la oscuridad de la noche, le fue imposible no recordar todos y cada uno de los momentos del día en que había deseado a Allen, y su angustia se desbordó a través de él en forma de lágrimas, desesperadas y abiertas lágrimas de miedo por lo que le estaba pasando. Si no podía deshacerse de esos sentimientos indignos su futuro estaría arruinado, todo por lo que había trabajado en la vida para llegar a ser feliz desaparecería y nadie, absolutamente nadie dejaría de decir que no había sido más que culpa suya lo cual no sería sino la verdad. Como hombre adulto debía ser capaz de hallar una solución que conviniera a todos, pues era obvio que lo que estaba pasándole terminaría afectando a los demás si no lo corregía a tiempo. Él no debía lastimar a Shanna, ni a Allen. Ninguno de los dos tenía que saber ni sospechar nunca de su caótica indecisión mental. Pero mientras tanto, pensó golpeando la almohada, no podía evitar que en sus sueños se colara la imagen del rubio: era todo tan real que se despertó de golpe a la madrugada, sudando y jadeando, tras haber “visto” como el menor lo enlazaba igual que había hecho con Lior esa tarde y luego lo besaba sin disimulo. Después de eso, el rubor de sus mejillas tardó un buen rato en desaparecer.

 

Por tal razón no fue de extrañar que, a la hora del desayuno, su rostro no luciera tan compuesto como siempre y Roxy y Romina lo miraran de forma subrepticia sin animarse a preguntar realmente que le pasaba. Es que si de algo estaban seguros era que a Roger le pasaba algo, pero como sospechaban que era demasiado personal no se atrevían a preguntárselo en la cara por si le resultaba demasiado penoso. Tal vez hubiera discutido con Shanna, pensó Romina, aunque no era probable porque sabía de sobra lo bien que se llevaban esos dos. Y nunca los había visto pelearse. ¿Pero por qué no quiso atenderla la noche anterior cuando ella llamó, entonces?

 

-Oye- se animó por fin a preguntar Roxy.- ¿Pudiste dormir anoche?

 

-¿Qué? ¿Por qué preguntas?

 

-Pues… porque pareces cansado… no te ves como todas las mañanas.

 

-Ah. En realidad no es nada, sabes. Es que con tantas ocupaciones diarias y tanto por hacer anoche me quedé despierto hasta tarde, pero fue solo una noche; no es que esté insomne o algo por el estilo.

 

-Okey, si tú lo dices. ¿Me pasas esa bandeja de croissants?

 

Era imposible no sentirse más avergonzado aún al darse cuenta que ni su amigo ni su hermana le creían: su preocupación estaba a la vista como si su cuerpo fuera transparente, y nadie en su sano juicio creería que era por una simple noche mala. Ellos sospechaban, seguro.

 

Para acallar los sonidos de su conciencia culpable, después del desayuno decidió ejercitarse a fondo en el gimnasio del hotel, superando por bastante el tiempo diario que dedicaba a los ejercicios con aparatos; y para rematarla, salió a trotar junto a las canchas de tenis usando anteojos oscuros, puesto que el tener que concentrarse en que no lo reconocieran demasiado lo ayudaría a no tener que pensar en “eso”. Por suerte (o por desgracia) aquel día no tenía agendado ningún compromiso, ni nada que lo distrajera de sus propios asuntos. Esa feroz lucha interna le duró alrededor de dos horas, luego de lo cual regresó a la suite más cansado que antes y con la pesimista impresión de que no había servido para nada. Porque, ni bien entró, se topo con Roxy hablando por teléfono con el entrenador Ramsay, y era para eso que más temía.

 

-Sí, señor Ramsay, para eso lo llamo. Sí, Roger quiere ir esta tarde a entrenar a la Academia Rin… ¿hablará usted con el director?  ¡Magnífico! Sí, es lo más conveniente para todos, como se imaginará… por supuesto… de acuerdo, envíele mis saludos. Y dígale a Allen cuando lo vea que me gustaría hablar con él un poco. Muy bien, nos vemos a la tarde, señor Ramsay. Adiós.

 

-Oye… ¿Cómo sabes que yo quiero…?

 

-¿Y qué es lo que hablamos ayer, Roger?- interpeló Roxy sorprendido, mirándolo a los ojos para saber si se trataba de una broma.- Recuerda que estuviste de acuerdo en acudir a la universidad Rin cuando necesitaras entrenar, y dado que hoy te pasaste un buen rato en el gimnasio supuse que estabas de ánimo justamente para prácticas. ¿Me equivoco?

 

-No, desde luego que no- aceptó el moreno con fingida tranquilidad, pero pasándose las manos por el pelo a cada rato para que no se le notara como temblaban.

 

-Y mientras tú te echas unos partidos, yo hablaré con Allen sobre la final. Y sobre otras cosas, si me da el tiempo. Que chico más simpático, ¿verdad?

 

-¿Y recién ahora te das cuenta?

 

-No, pero solo hasta anoche me di cuenta que me gustaría tenerlo de amigo personal, como tú o como Romina. ¡Es que si ella tenía razón! Es como un muñeco.

 

-¡Roxy, por Dios!- exclamó Roger escandalizado, y con la temeraria punzada de celos bregando por manifestarse ante el atrevimiento de su entrenador.

 

-¿Qué? Tengo ojos… y los ojos están para usarlos. Si te digo que Allen es un lindo chico es porque es la verdad, aunque nunca me hayan interesado esas cosas. No hace falta que pongas esa cara de horror.- Sonrió, dejándose caer sobre un sofá.- Claro que nunca se sabe cuándo será la primera vez, y nunca hay que decir nunca.

 

-Roxy, por favor, te lo pido, no digas pavadas- cortó Roger, sin poder ocultar del todo su enojo.- Allen es un buen tenista y es joven, no vayas a perder los papeles por un capricho y a asustarlo con eso. Déjalo en paz.

 

-Okey, okey… que carácter tienes hoy-murmuró el rubio cenizo sin  mirarlo.

 

-Me voy a dar una ducha. Dile a Kenny que no me pase ninguna llamada.

 

-Está bien. Yo en un rato iré a recoger a Larson para almorzar y hablar de la propuesta, así que nos vemos en la tarde…

 

Roger asintió y se marchó a su habitación con el ceño fruncido, detalle que fue notado por Roxy en un segundo. Un instante después, Romina se materializó a su lado y se sirvió una gaseosa de limón del mini bar sin mirarlo. Se sentó junto a él, bebió su gaseosa y recién allí le preguntó, aún sin verlo a la cara:

 

-¿Y? ¿Pudiste sacar algo en concreto?

 

-Tal vez. Pero me temo que de ser así, es mucho más complicado de lo que creíamos, sabes.

 

-Roger está sufriendo, yo lo sé. No me gusta verlo así.

 

-Tampoco a mí me gusta, por eso se me ocurrió fingir esa actuación de recién. Lo que no me imaginaba es que daría resultado tan pronto…

 

(…)

 

Aquella tarde Allen fue recibido como un héroe en el Club.

 

Su llegada a la final del Torneo Universitario no solo lo beneficiaba a él, al darle la oportunidad de entrar en un Grand Slam, sino que repercutía con bien para todos al poner a la Academia en la primera plana de la escena tenística nacional. Sus compañeros se emocionaban ante la casi masiva llegada de visitantes provenientes de distintos clubes y asociaciones del país, porque eso podía significar jugosos pases y chances de llegar a profesionales, y las chicas disfrutaban de la presencia de fotógrafos y periodistas que cubrían los partidos y habían decidido interesarse en el desempeño de Allen. El rubio, tomado por sorpresa en la puerta de la universidad, debió responder unas preguntas para dos muchachos de una revista de tenis online y además debió acceder a unas fotos, puesto que no sabía cómo decir que no aunque le diera vergüenza. Por otra parte (para qué negarlo) era un orgullo personal muy grande el que su nombre al fin estuviera siendo reconocido: ¿Por qué iba a rechazarlo cuando podía disfrutar de ello, habiéndoselo ganado justamente? Sonrió por anticipado al pensar en lo que diría Roger cuando se enterara y leyera el artículo. Después entró a las canchas del equipo y fue recibido con gran euforia por todos, excepto por Lior, que fue más prudente y lo saludó con un discreto beso en la comisura de los labios (para regocijo de las chicas presentes).

 

-Hola, dormilón. ¿Mucha farra anoche?

 

-No como tú crees, Li. Fue una cena muy linda y elegante, pero no fue una farra.

 

-Claro, claro, por supuesto. Es gente muy seria. Y dime, así como por curiosidad… ¿no hablaron de ningún asunto, además de celebrar tu victoria?

 

-¿Cómo lo sabes?- preguntó el menor con autentico asombro. Lior sonrió y le revolvió el cabello, sin saber si debía alegrarse o preocuparse.

 

-Pues se me hizo muy obvio, no sé por qué. Tal vez sea porque Roxy Charden se la pasó diciendo a todo el mundo que quería ver el Torneo Universitario para conocer jugadores nuevos… ¿Qué crees?

 

-De acuerdo, tienes razón- aceptó Allen sentándose y haciéndole una seña para que se sentara a su lado.- De eso mismo es de lo que quería hablarme Roxy. De mi futuro en el tenis.

 

-Ya veo.

 

-A él no le importa, por así decirlo, que yo gane o pierda mañana; porque ya ha tomado la decisión de llevarme con él a Irlanda cuando acabe el Abierto de Magalia.- Se sonrojó un poco al decir aquello por considerarlo una vanidad, pero continuó para que Lior comprendiera.- Me lo propuso con mucha seriedad, sabes, y es el tipo de oportunidad que solo se tiene una vez en la vida. Roxy quiere que me una al Club de Tenis Tamar para entrenarme de modo profesional y que pueda entrar al ranking enseguida, en menos de un año si es posible. Sinceramente es algo que asusta, todo pasó muy rápido, pero…

 

-¿Es tu sueño, verdad?

 

-Sí- admitió el rubio sin saber para donde mirar, puesto que imaginaba que la noticia era demasiado fuerte para su amigo.- Quiero ser profesional, Lior, ya lo sabes, y quiero estar cerca de Roger Henders para aprender todo lo que pueda de él.

 

-¿Por qué no admites que ese es el verdadero motivo?- soltó Lior antes que tuviera tiempo para pensarlo. La cara de Allen se tornó del color del granate y eso lo aplacó un poco, pero no lo suficiente. Todo estaba pasando como había previsto y le daba tanta rabia que no era capaz de callarse ni siquiera para no preocupar a su compañero.- Lo que tú quieres es pasar a ser parte del grupo de Henders, como un admirador privilegiado.

 

-No digas esas cosas, Lior, no es verdad- se defendió Allen avergonzado.- Yo no soy como cualquier fan de Roger, que busca una foto o un autógrafo para poder presumir y punto. Le tengo un respeto inmenso por ser el mejor jugador de todos los tiempos, ¿Cómo no iba a querer aprender de él y ser su amigo?

 

-¿Su amigo? Allen… no me mientas que te conozco mejor que tú a ti mismo.

 

-No sé a qué te refieres.- Inició una retirada rápida pero Lior lo detuvo, inflexible.

 

-Claro que lo sabes. A ti ese tipo te gusta.- Allí Allen se puso tan rojo que por un momento temió desmayarse.- ¿Cómo pretendías ocultármelo a mí, por Dios, que te conozco de toda la vida? Ese hombre a ti te gusta y no precisamente de forma platónica.

 

-¡Te equivocas! Es… solo es de un modo inocente, por supuesto… puramente platónico… ¿Cómo iba a gustarme a mí Roger? Por favor…

 

-Era, de un modo inocente, hasta que lo conociste- corrigió Lior con tristeza.- Que lo admiraras e incluso fantasearas con él es de lo más normal, ¿Quién no lo ha hecho alguna vez con algún famoso?  Era de esperarse, y no tiene nada de malo. Porque uno sabe que lo más probable es que nunca ocurra en la realidad y que todo quede en la mente. E incluso si llegas a conocer a tu ídolo solo obtendrás de él su autógrafo, como mucho.- Apartó la vista de Allen para darse fuerzas a continuar.- Pero para ti todo fue distinto, ¿verdad? No solo pudiste conocer a Roger y tener una foto suya en el móvil, sino que él te trata con cordialidad y se proclama como tu amigo. Eso fue lo que te hizo cambiar.

 

-¡Lior, ya basta!- exclamó atormentado el menor, horrorizado de que su mayor secreto hubiera sido dicho en voz alta (aunque nadie los estuviera escuchando).

 

-Lo siento, Ali, pero no puedo. ¿No te das cuenta? Te estás ilusionando con Roger y en base a eso quieres irte a Irlanda, abandonarnos, y no puedo permitirlo. Eres mi mejor amigo y voy a protegerte hasta de ti mismo si es necesario.

 

-¿Por qué estás siendo cruel?- sollozó Allen y poniéndose de pie para huir.- No hago daño a nadie con esto. Tú no…

 

-Cruel sería si dejo que continúes sabiendo que no tendrás un final feliz- se plantó Lior agarrándolo de la mano para pararle los temblores.- El hecho de que Henders sea amistoso contigo no significa que te vea de esa manera y lo sabes, por eso no quiero que te montes una película. ¿O qué crees que cambiará porque lo sigas a su país? Él se casará con su novia y armará su familia, y tú continuarás siendo su discípulo. ¿Piensas que voy a dejar que te arruines la vida por tan poca cosa?

 

Allen no dijo más nada pero sus ojos continuaron vertiendo lágrimas, por lo que Lior volvió a estrecharlo para darle un poco de sosiego. Lo cierto es que no había sido su intención decirle todo eso de golpe y de ese modo tan autoritario, pero se le había escapado de las manos: ¿y cómo no, si el rubio planeaba hacer justo lo que él temía? Si un milagro ocurriese y Roger correspondiera el amor de Allen, él no tendría mayores objeciones y lo dejaría irse a Irlanda, si con eso lograba obtener la felicidad. Pero como eso no iba a pasar, ni por todo el oro del mundo permitiría que Ali cediera a un impulso que luego lamentaría toda su vida. Oportunidades en el tenis, de ser necesario, volvería a tener tarde o temprano, porque le sobrara talento; pero un corazón roto no se le compondría por mucho que pasaran los años.

 

-Ven, vamos al vestuario así te lavas la cara. No llores más, que no es para ti.

 

En el fondo sabía que todo lo dicho por Lior era cierto, pero no por eso dolía menos. De pronto se sentía ridículo por haber incubado esperanzas de que Roger lo quisiera, como si fuera una mujer que podía competir con Shanna y no el mocoso que realmente era. ¡Qué estúpido, por Dios! No, si Lior había hecho bien en sacudirlo para que despertara a la realidad. La propuesta de Roxy aún le resultaba tentadora, pero no la aceptaría solo en base a lo cerca que pudiera estar de Roger. Lo pensaría con total cuidado de a partir de ese día, y si decidía que no era capaz de soportar la presencia del moreno sin derretirse, la rechazaría. Le dolería en el alma hacerlo, era verdad, ¿pero cuanto peor sería si se enamoraba de Roger del todo y luego tenía que ver de cerca como llevaba a Shanna al altar? No podría soportarlo. Cuando sucediera, sería mejor estar lo más lejos posible o estar completamente seguro que ya no le afectaba.

 

(…)

 

Camino a la universidad Roger fue leyendo en su tablet diferentes artículos que trataban sobre Allen, en diferentes portales de noticias, con un orgullo muy personal que no fue capaz de explicar a los demás. En courtstars.com calculaban ya hasta que ronda del Abierto de Magalia llegaría, y en espntenis.com lo llamaban “Meteoro Amarillo”, en alusión a su gran velocidad y a su cabello rubio. Se preguntó si el joven ya los habría leído, y en ese caso si le habría gustado verse ya tomado en cuenta como posible campeón. Había alusiones a Larson también, claro está, que hacían hincapié en su gran fuerza y en su voluminoso físico, pero en su mayoría eran notas dedicadas a Allen. Un ligero rubor mental lo azotó cuando vio en la página de amtofficialsite.com una foto del día anterior, en la que él aparecía junto al rubio felicitándolo; al poder ver la situación así “de afuera” le pareció que Ali se veía perfecto a su lado, y un suspiro escapó de sus labios. ¡Qué bonito salía en las fotos! Sin proponérselo recordó la sensación de tenerlo entre sus brazos y se acaloró aún más, cerrando los ojos por instinto. Claro que sus abrazos habían sido breves y puramente amistosos… pero de todas maneras, como seguramente era lo único que obtendría de él…

 

-Ey, Roger. ¿Qué estás leyendo?

 

-Eh? Ah, pues, miraba un poco los portales deportivos, a ver que se comenta sobre el partido de ayer y el de mañana.

 

-¿Muchas notas sobre Allen, no?

 

-Pues sí, sí…- maldita sea, ¿Por qué no podía controlar el tono de su voz? Roxy, sin embargo, no comentó nada y lo dejó seguir en lo suyo. Él lo agradeció mentalmente para no correr el riesgo de delatarse, pero lo cierto era que su entrenador sospechaba más que nunca de la causa de sus cambios de ánimo. Si bien parecía fantástico e improbable, todo estaba apuntando allí. Quizá Roger no se había dado cuenta o no quería aceptarlo todavía… de pronto le pareció una suerte el que Larson no hubiera podido aceptar la invitación a almorzar y tuviera que verlo a la tarde. Deseaba ver a Roger interactuando con Allen.

 

Se apearon del auto en la entrada del colegio un rato más tarde, en medio de un denso silencio que envolvía todo el lugar. El cielo tenía un extraño color luminoso que enceguecía la vista, y ante la ausencia de viento el calor parecía magnificarse a cada paso. Roger opinó que, si no llovía esa misma noche, se convertiría en un gran problema al día siguiente.

 

-Piensa lo que pasaría si se largara en plena final- comentó a Roxy.- Sería un trastorno terrible, ya que no sobra el tiempo hasta que inicie el Abierto.

 

-Mh… supongo…

 

Ya resultó muy natural dirigirse a las canchas como si fueran parte del grupo, unos estudiantes más, y no los profesionales que eran. Esta vez el moreno no tuvo que esforzarse en localizar a Allen ya que éste estaba saliendo del court principal, y por lo tanto se cruzaron enseguida con sendas miradas sobresaltadas. Él se repuso enseguida; le preocupaba bastante el que Roxy o su hermana dieran en el blanco con sus sospechas, así que se tragó la emoción que le provocaba ver al joven, sudando en su uniforme del club y con el rostro y cabello mojados. Era increíblemente atractivo para ser un chico… ¿Por qué eso le provocaba tanta agitación?

 

-Buenas tardes, Ali… ¿entrenando?

 

-¡Ah! ¡Buenas tardes, Roxy! Roger- agregó en un murmullo poco claro, a causa de los nervios.- He jugado un partido completo contra el capitán y estoy exhausto. Iba a darme una ducha ahora.

 

-Oh, está bien. No te interrumpimos. Roger, nosotros vamos a preguntarle a Sonomi que pista podemos usar. Romina, ¿y tú…?

 

-Por mí ni se preocupen. Iré a jugar con las chicas al club de tenis femenino.

 

-Bien, todos contentos entonces. ¡Vamos!

 

Era extraño, pero sin la presencia de Allen allí no se sentía tan cómodo: era como si ante los demás jugadores sus 30 años fueran mucho más pesados que lo que en realidad eran, y eso lo hiciera sentir fuera de lugar. Con el rubio, en cambio, era todo mucho más relajado y divertido, quizá porque estaban formando una buena amistad. Instintivamente miró hacia los vestuarios, con la tentación rondando su cabeza. La voz de Roxy logró despabilarlo, aunque no del todo.

 

-¡Roger! ¡Muévete de una vez, hombre, que vinimos a entrenar!

 

-Ya sé, ya sé, no me grites. Ahí voy.

 

Su concentración había disminuido un poco pero aún así logró ganar seis games seguidos y luego el resto en forma alternativa, de modo que al terminar Roxy no tenía nada que reprocharle. Recién allí se dio cuenta de lo pesado que estaba el aire y de que Allen no había vuelto del vestuario, lo cual le pareció muy extraño. Ducharse en medio de un entrenamiento no llevaba más de diez minutos, y desde su posición tendría que haberlo visto pasar si el muchacho hubiera abandonado el club. ¿Entonces por qué no salía?  Tal vez no se sintiera bien con todo aquel calor. Instintivamente se puso en marcha tras ponerle una excusa cualquiera a Roxy, preocupado y olvidándose de su propio cansancio.

 

“Un momento… ¿y si Lior está otra vez con él?”, pensó al llegar a la puerta de los vestuarios, congelándose en el acto. ¿Pero que hacía ahí persiguiendo al menor como si fuera una madre sobreprotectora? O peor aún, un novio sobreprotector. Sacudió la cabeza con vehemencia y se giró dispuesto a regresar al court, como debía ser, cuando oyó un leve sollozo proveniente del vestuario. Al afinar un poco el oído supo sin duda que se trataba de Allen, y por milésima vez en el día cambió de opinión sobre la marcha: no podía irse y abandonarlo en medio de su tristeza, de modo que entró al vestuario con paso firme.

 

-¿Ali?- preguntó despacio, para no sorprenderlo. Estaba acuclillado junto a los casilleros con el rostro fijo en el piso, tan tenso que sintió que no debía moverse con brusquedad para no asustarlo.- Ali- repitió con dulzura.- ¿Qué te sucede, pequeño?

 

-Ay, Roger, por favor, no me mires- pidió el rubio avergonzado al percatarse de la presencia de su ídolo, parándose y poniéndose de espaldas para que no viera sus ojos enrojecidos.- No quiero que me veas así, por favor, déjame solo.

 

-Pero estás llorando- objetó el moreno- no puedo dejarte así.

 

-Sí, sí puedes. Por favor, vete…

 

-No- se negó Roger con más seguridad, acercándose y perdiendo poco a poco la inseguridad que lo embargaba.- No voy a abandonar a un amigo en un mal momento aunque sea él mismo quien me lo pida. Déjame ayudarte, Ali. Cualquier problema que tengas puedes contármelo, y si está en mi mano ayudarte así lo haré…

 

Allen no pudo negarse y por eso permitió que el moreno se sentara al lado suyo, con esa aura protectora tan fuerte que era la causa de sus lágrimas. ¿Cómo iba a decirle que si estaba triste era porque lo quería más que como a un amigo? Moría por un beso suyo y por estar en su corazón, y el saber que era algo imposible le quemaba el cuerpo cada vez que lo veía. Y si en un momento de debilidad como ese decía algo comprometedor, sería mucho peor que perderlo todo, su amistad y su apoyo: estaba atrapado entre dos decisiones una más dolorosa que la otra. Roger, ignorante de esa debacle mental, solo pensaba en consolarlo y en hacerlo sonreír de nuevo, sin por eso cometer una indiscreción que lo ofendiera. ¿No era una ocasión propicia para abrazarlo…? Sea lo que fuere lo que le pasaba, necesitaba a alguien en quien apoyarse. Decidió arriesgarse por su bien.

 

-Ali, si quieres llorar sobre mí, hazlo. No estás solo; no precisas aislarte para llorar.

 

Ante el titubeo del rubio tomó él la iniciativa y lo rodeó por los hombros con un brazo, acercándolo hacia sí: pudo sentir como se derrumbaba y se dejaba caer sobre él con el alma rota, lo cual le destrozó el corazón porque ya lo amaba. “¿Amor?”, pensó con susto durante un instante. ¿No se suponía que su amor era Shanna, su hermosa novia rusa con quien iba a casarse?

 

Sí, se suponía. Pero lo cierto era que no podía ignorar el apabullante deseo de llenar de mimos a Allen, de tocarlo, besarlo y abrazarlo.  Se suponía que no debía sentir eso por un joven pero lo sentía, se suponía que no debía generar situaciones dudosas pero ahí estaba generándolas a gusto, sin la menor intención de irse. El menor tenía la piel muy suave; olía a juventud y a jabón de miel, y no logró sofrenar el impulso de rodearlo con el otro brazo y estrecharlo con toda fuerza, olvidándose de lo que podía pasar si alguien entraba y los veía así de juntos. Percibió que Allen temblaba un poco y comprendió que lo había tomado por sorpresa, lo cual lo hizo recapacitar: si iba a actuar siguiendo sus impulsos, al menos debía dar una explicación por ellos. El chico se hallaba muy frágil emocionalmente y merecía ser tratado con consideración.

 

-¿Por qué haces esto, Roger?- preguntó en un susurro Ali, afligido.

 

-Porque no quiero verte triste, por eso. Eres mi amigo y te aprecio demasiado como para hacerme a un lado cuando en cambio puedo apoyarte. ¿Me entiendes?- inquirió con toda la dulzura que fue capaz de expresar sin ponerse en evidencia.- Si quieres contarme por qué lloras te escucharé. Si no quieres de todas maneras estaré a tu lado.

 

-No puedo- se disculpó horrorizado por dentro- no puedo contarte. Me da mucha vergüenza…

 

-¿Por qué? ¿Acaso es algo… muy personal?

 

-Sí…

 

-Está bien, no te aflijas. No te haré más preguntas. Descansa.

 

Aún sabiendo que no tenía sentido ilusionarse, Allen se dejó contener por su ídolo. Lo adoraba; hubiera sido imposible resistirse a las atenciones que le brindaba incluso poniendo todo su esfuerzo, y la verdad es que no quería esforzarse. ¿Por qué iba a desear romper ese delicioso contacto que le llenaba el cuerpo de calor y que había anhelado toda la vida? Era un sueño verse abrazado por Roger de ese modo: y como con cualquier otro bello sueño, no deseaba despertar. Lloró por eso mismo porque no podía ser honesto con el hombre que se preocupaba por él, y porque no podía alzar el rostro y ofrecerle los labios como se moría por hacer. No podía, porque el romance de la situación solo estaba en su mente.

 

“Quiero que me bese”, pensó con amargura y dolor. “Bésame, por favor Roger, bésame, te lo suplico…”

 

“Por Dios, si tú supieras las ganas que tengo de besarte”, pensó el moreno a su vez mientras le corría el cabello de la cara con una expresión de impotencia que lo ensombrecía. Allen estaba sufriendo, y no importaba cual fuera la causa, él no podía ignorarlo y nada más quedarse tan tranquilo. Quería despojarlo de todas sus penas y alegrarlo a besos, como su corazón le indicaba, y quería hacerlo enseguida. Ya no podía pensar en Shanna, ni en su carrera, ni en nada, solo en esos preciosos ojos azules enrojecidos por el llanto y en ese cuerpo delgado y juvenil que temblaba bajo sus brazos. “Te quiero, Ali, te quiero, no llores más por favor, aquí me tienes. No llores”, se repetía una y otra vez a sí mismo. ¡Si tan solo pudiera decírselo en voz alta y con eso borrarle todas las lágrimas del rostro!

 

-Deben preguntarse adonde fuimos- dijo un rato después Allen, con la voz muy tomada y lo bastante sereno como para hablar. Roger, que había estado evadiendo ese hecho desde hacía un rato, suspiró y reconoció que el momento “mágico” entre ellos había terminado.

 

-Supongo que tienes razón. ¿Quieres volver?

 

-Sí. Ya estoy mejor, así que no tiene sentido seguir aquí abusando de tu paciencia.

 

-No digas eso. Lo hago con mucho gusto.

 

-Igual.- El rubio se separó un poco de Roger y se limpió el rostro húmedo con el dorso de la mano, realmente más calmado pero a la vez más triste.- Te agradezco mucho que hayas estado aquí conmigo hoy, pero no volverá a repetirse, te lo prometo. Tengo muchas cosas de que ocuparme como para perder el tiempo llorando en un rincón.

 

A desgano el moreno se levantó del piso y ayudó a levantarse a su discípulo, quien se alejó en dirección a lo lavatorios para mojarse la cara. El menor se sentía agotado y vacío a pesar del hermoso momento compartido recién con Roger, y evitó verlo a los ojos porque de hacerlo no sabía cómo podía reaccionar. Tal vez se le arrojara encima y le rogara un beso, o algo peor. Debía evitar que la tentación lo arrastrara a cometer otras imprudencias.

 

-¿Crees que podrás regresar al entrenamiento? Me gustaría que jugáramos otra vez…

 

-Lo siento, Roger, no puedo. No me siento tan bien como para estar con gente.- Vaciló mientras se acercaba a su casillero.- Me parece que le pediré a Lior que me lleve a casa.

 

Fue oír eso y sentir de nuevo como si lo acuchillaran con dagas oxidadas, más una patada en la entrepierna: así de fuertes eran los celos que le daba saber que Lior acompañaría al rubio a su casa y él no. Porque estaba seguro que a Lior si le contaría la razón de su pena y que éste aprovecharía para hacerse más indispensable, y podía imaginarse fácilmente en que terminaría todo eso. No podía soportar la idea de que otro hombre cuidara de Allen: aunque todo estuviera en su mente, consideraba al rubio como cosa suya. Ali era su niño, él lo quería y no permitiría que nadie se lo arrebatase. Y, por primera vez, no le asustó reconocer que estaba enamorándose de un muchachito. Era simplemente algo que tenía que pasar.

Notas finales:

Celos? Qué celos? Yo no vi ninguno :v 

Creo que este capítulo expresa que, si no nos animamos a decir lo que sentimos, podemos estar perdiendo una buena oportunidad sin saberlo... 

Nos vemos en unos días en el siguiente episodio, atentas que esto se está descontrolando XD 


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