Hoseok logró envolver sus pensamientos en la mente de aquel chico, así como más tarde lograría que el cuerpo ajeno envolviera el propio. En su mente los hechos se sucedían en cámara lenta: él y ese atractivo desconocido abandonaban juntos aquel bar para adentrarse al hotel más cercano y acababan en la cama, las piernas del chico en su cintura, los muslos siendo acariciados por sus manos, ambas bocas unidas en una guerra erótica por ver quién aguantaba más sin gemir en aquel beso. Hoseok ganó.
Incluso si retrocedió y volvió a empezar un segundo round en la misma noche, sentir los dedos del rubio trazando una línea invisible sobre su espalda nada más logró hacerlo recordar la forma en la que Yoongi solía acariciarlo, y eso no era bueno. Habían pasado meses desde la última vez que había visto al mayor, y aunque Hoseok se había acostado con más personas de las que podía recordar, era consciente de que estaba privando a su corazón de caricias porque nadie podía tocarlo como Yoongi. Sí, podría acostarse con cien personas más, pero ninguna de ellas jamás igualaría a Min Yoongi ni lo haría sentir de la misma forma. Por eso cuando el rubio le habló de amor, Hoseok huyó tan rápido como pudo; después de Yoongi ya no quería mantener al amor cerca nunca más.
Había intentando por todos los medios entender la decisión de Yoongi, de verdad, pero no lo logró. Yoongi era como el invierno y pensó que alejándose protegería a Hoseok, sin embargo fue todo lo contrario, y ahora Hoseok se encontraba tan perdido sin los ojos oscuros de Min Yoongi mirándolo con adoración que no sabía qué otra cosa hacer... Cuando lo intentaron fueron como un incendio sin humo, intenso como una llamarada capaz de destruirlo todo, y así había sido: Hoseok había quedado destruido luego de perder al pálido muchacho. Era como si de repente hubiera perdido toda su fortuna y hubiese quedado en la quiebra, y lo peor era que comenzaba a volverse adicto a esa clase de ruina en la que buscaba calor, sin éxito, en otro par de brazos. El problema era que incluso en momentos como ese, en el que estaba besando a aquel chico pelirrojo que le quitaba el aliento, sentía que se ahogaba porque al cerrar los ojos seguía viendo al fantasma de Min Yoongi frente a él. Una vez más se vio obligado a huir porque el pelirrojo hablaba de sentimientos y Hoseok ya no lograba mantener al amor cerca. Me alegra haberte conocido, pero no te aferres mí. Hoseok ya no buscaba tiempos felices ni fuegos artificiales, tampoco quería volver al pasado o pedir otra oportunidad, lo único que buscaba era un antídoto que se llevara el invierno lejos de su cuerpo.
"La distancia hace crecer el cariño", le había dicho una vez alguien más fuerte que él, pero Hoseok nunca entendió el verdadero significado de aquella frase hasta que no se volvió a encontrar cara a cara con Min Yoongi, casi un año más tarde luego de su ruptura. Apenas lo vio supo que podrían pasar miles de años pero él seguiría queriendo a aquel chico triste y solitario tanto o más que el primer día, y eso era un problema, porque evidentemente Hoseok no lograba mantener al amor cerca. ¿Qué podía hacer ahora?
La mayor parte de la noche era más bien una mancha borrosa en su mente. No recordaba cómo habían pasado de la conversación incómoda y casual sobre sus respectivas vidas, a estar en la casa del mayor deshaciéndose de las prendas del contrario, acariciándose con desesperación, besándose como si la vida se les fuera en ello. Pronto se encontró susurrándole promesas de amor al oído, sin saber que con sus palabras Yoongi sentía que todo el frío del mundo desaparecía para siempre. Hundió el rostro en su cuello deteniendo las embestidas por un momento y aspiró profundamente, llenándose del aroma limpio a talco y gel de Yoongi, sintiéndose a salvo, en casa. De aquí soy, pensaron al mismo tiempo y sin saberlo. Lo único que deseaba Hoseok era volver a tener al mayor en su vida y por todos los medios lo intentaría, porque aunque Hoseok ya no mantenía al amor cerca, por Min Yoongi podía hacer siempre una excepción.