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Recuerda por Circe 98

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Notas del capitulo:

Yu-Gi-Oh! es propiedad de Kazuki Takahashi.

La siguiente semana, Yugi se quedó en blanco. Por más que intentaba concentrarse en alguna otra cosa, no dejaba de soñar en aquel extraño sueño que había tenido sobre un tiempo donde su otro yo estaba todavía. Creía firmemente en que no era nada salvo un producto de su imaginación, pero lo que le hacía dudar era, en esencia, la misma por la que antes negara un hecho que sus monstruos constantemente hicieran alusión.

¿Su otro yo le había dicho que lo quería de la manera en que él se sentía hacia él? De haber creído aquello tiempo atrás, cuando nada era concreto, habría dicho que no. Él no era un iluso, por ello, lo desechó a desvaríos de su cuerpo debido a las malas noches que llevaba teniendo después de la derrota de Zork. Con aquel otro sueño, donde viera la misma escena desde una perspectiva distinta... Las cosas obtenían un punto diferente.

Confiaba un poco debido a la visión del pasado que había tenido, donde Atem estaba queriendo ir con su hermano mientras este moría. Día y noche, mientras no lo escoltaran fuera al ser descubierto. Yugi estaba demasiado confundido. Claro, su corazón no paraba de latir por esa presencia como en un momento llegó a creer antes de retomarlo. Jonouichi Katsuya tenía la culpa en ello, por haberlo hecho acordarse de ese sentimiento que creyera perdido para siempre.

—¡Yugi! —llamó Jonouichi, sacándolo de su transe. El chico de cabello extravagante miró a su amigo, quien mostraba una cara consternada por lo profundo que estaban sus pensamientos—. Esta es la primera vez en que me quedo pensando sobre si es bueno dejar que veas las películas porno que te presté.

—¿Ah? —preguntó Yugi, no comprendiendo el rumbo de los pensamientos del rubio. Luego, al comprender la referencia, se lanzó a atacarlo. Su movimiento se vio detenido por un brazo, Jonouichi era más grande, más fuerte que él, ¿qué creía al atacarlo de esa manera? Solo un chico avergonzado de las bromas de su mejor amigo referentes al sexo gay con un ente que ya no estaba presente.

Claro, a Yugi no le quitaban las ganas de tener sexo gay, pero no iba a hablar exactamente de eso con el pervertido de su amigo.

Con el brazo del más alto entre los dos sobre el cuello, el de cabello extravagante quedó reducido a nada en su intento de ataque. El rubio soltó una risa de suficiencia al ver cómo quedó reducido el rey de los duelistas, en un muchacho que intentaba soltarse de su agarre para atacarlo por un comentario.

—¡Jonouichi! —chilló Yugi, buscando una salida a tan terrible enredo. Nunca había tenido tantas ganas de propinarle un buen golpe.

—¡Yugi! ¡Jonouichi! —llamó Honda, sacando a los dos amigos de su pelea previa para mirar al castaño. El rubio dejó libre al más bajo, dejando que Hiroto Honda se incorporara a sus actividades de aquel día.

Ninguno de los dos estaba muy seguro sobre si debían o no contarle la verdad a los demás, comenzando por él. En la búsqueda del príncipe sin nombre, hermano menor de Atem, ¿cómo lo resolverían cinco de ellos? Yugi, como el más interesado por haber estado muy influenciado a la magia del rompecabezas del milenio; Jonouichi, por ser el más cercano de sus amigos después de Atem; Rishid, Ishizu y Marik, por haber sido los cuida-tumbas de Atem, aquellos que poseían las piedras con la historia importante del faraón sin nombre escritas en ellas.

¿Serían Honda, Bakura, Otogi o Anzu capaces de ayudarles en algo que ni ellos mismos estaban seguros de buscar? Los sueños que Yugi tenía no los quería compartir con nadie, por temor a ser catalogado a un chico más loco de lo que debía ser ya el estar hablando con monstruos invisibles al ojo humano, o haber estado poseído por un espíritu ajeno. Además, la lengua no le fue un inconveniente mientras soñaba, otro dato para quitarle de encima esa credibilidad que pudiera tener.

Buscaba al Príncipe cuyo nombre significó Juego.

Tampoco se sentía listo para decirle a sus amigos y familia sobre su sexualidad. Era un tema tabú, porque sus amigos solo le preguntarían sobre la seguridad de sus palabras. ¿Cómo estaba seguro que quería a Atem con lo poco que habían vivido? Ignorando por decisión unánime con el espíritu de mantenerlos alejados de la intimidad que compartían, después de comprender lo estrictas que eran las reglas en Japón.

Luego, existía que, al decirlo, ninguno le iba a creer. Habían estado enlazados el uno con el otro de una manera incomprensible para el resto del mundo. Un lazo que ni el tiempo era capaz de romper o modificar ya que a Yugi le hacía falta esa mitad que nunca supo que necesitaba. Por ello, sería muy difícil hacerles entender varios asuntos.

Olvidando esos temas, decidió convivir el tiempo posible con Honda, Bakura y Otogi, quienes fueran de visita por quinta vez en el mes, desde la graduación, las visitas de todos comenzaron a bajar radicalmente al estar ocupados con la universidad y alguna cosilla extra que cada quien decidiera hacer.

-.-

Sol y Luna, dijo el Espadachín Silencioso a Yugi mientras sus amigos seguían en aquel mismo lugar. Aquello le llamó la atención, al notar cómo distintos monstruos iban apareciendo tras decir esas simples palabras.

El Rey Atem era una luna para su hermano, dijo el Mago Silencioso, con sus cabellos blancos moviéndose por su movimiento.

El Príncipe sin nombre era el sol para su hermano, dijo el Espadachín de Flama.

El Rey Atem era la guerra, respondió el Comandante, ataviado con sus ropas de guerra. La canana recorriéndole su torso junto a su bozal y el arma que cargaba.

El Príncipe sin nombre era la paz, continuó el Mago de la Fe.

El Rey Atem era un desastre, prosiguió el Guardia Celta, con su porte sin modificar.

El Príncipe sin nombre era el bienestar, habló Gaia, desmontándose de su caballo por primera vez.

El Rey Atem era total dolor, continuó la Maga Oscura.

El Príncipe sin nombre era la felicidad, habló el Caballero Rey.

El Príncipe sin nombre era la salvación de Egipto y del Rey Atem, habló el Caballero Reina, colocándose al lado del Caballero Rey.

El Rey Atem era la destrucción de Egipto y del Príncipe sin nombre, corearon todos.

-.-

Yugi se quedó en blanco largo rato después de escuchar esas palabras por sus monstruos. Intentó analizarlas una a una conforme pasaban los minutos. No obstante, las voces de sus amigos comenzaron a hacerse eco en su mente, sacándolo de sus pensamientos para obligarse a ir hasta donde lo necesitaban. Parpadeó, viendo los rostros borrosos de Bakura y de un niño con un cabello similar al de él y Atem, levantó las manos a los ojos, cubriéndolos de la intensa luz que le daba directo a ellos.

Saliendo de su letargo, escuchó la preocupación de todos sus amigos llamándole con insistencia. Movió la cabeza, levantándose con lentitud hasta sentir las manos de los demás sobre sus hombros y brazos. Jonouichi le miró con un tono que no supo identificar.

—¿Qué es eso de un Príncipe sin nombre, Yugi? —preguntó Otogi, calmo, en la espera de una respuesta.

La alarma saltó en todo el cuerpo del duelista. ¿No habían sido sus monstruos quienes dijeran esas palabras? Talló sus sienes, confundido y exhausto por cada misión y aventura en la que se metiera por ser Yugi Moto, la encarnación del Faraón Atem. De un Rey de Egipto.

Con un suspiro, miró a los demás en la habitación que esperaban una respuesta ante sus palabras dichas, recordara haberlas soltado o no.

—Es el hermano menor de mi otro yo —respondió. Rascó su nunca, totalmente avergonzado por la forma en que tuviera que revelarles la verdad—. Hace tiempo que... tengo la misión de encontrar su nombre.

Aquella situación le recordó al Death-T por alguna razón, después del momento en que creyera que Honda estaba muerto por su culpa, por el reto de Kaiba hacia su persona y los problemas en los metió a sus queridos amigos por ello. Se sentía como si volviera a entregar a su otro yo de nueva cuenta, solo que sin Anzu presente y con un Jonouichi consciente de lo que pasaba. Bakura, Honda y Otogi le miraron fijamente por sus palabras.

—Él tuvo un hermano que muró mucho tiempo antes de que Zork y mi otro yo se enfrentaran por primera vez. Es un príncipe, por tener la sangre del faraón en sus venas, pero su existencia fue casi borrada de la existencia después de que Zork lo mató, varios años antes de la coronación de mi otro yo.

Sumergiéndose en aquella sinceridad que lo caracterizaba, les narró los eventos pasados, como si él hubiera estado allí, del mismo modo en que sus monstruos se lo dijeran tiempo atrás. La culpa le golpeaba con fuerza, recordándole en cada palabra a los eventos del Death-T. Sabía la cronología de eventos, la historia a grandes rasgos de aquel príncipe olvidado por la historia, pero ¿no pasaba así con casi todos los faraones que iban encontrando? ¿Quién sabría a ciencia exacta la historia de un faraón?

La respuesta era obvia: nadie, pero él mismo necesitaba recuperar la historia profunda del niño perdido a quien Atem amó como a su igual, además de ser ese centro de paz que un ser con las manos llenas de sangre tenía.

Una vez que terminó de contar todas y cada una de sus pistas, aguardó. Aguardó a que alguno hiciera comentario sobre sus secretos, por la falta de confianza o lo primero que viniera a la mente. Lo que fuera con tal de sacarlo de aquel martirio que se convertía la espera de una respuesta. Cada uno de ellos parecía analizar las palabras, incluso Jonouichi, quien comprendiera con más interés al Príncipe sin nombre.

De pronto, sonó el teléfono, capturando la atención de Yugi quien, renuente, se levantó para contestar la llamada.

—¿Hola? —susurró.

—¡Yugi! —recibió la efusiva respuesta de Marik, quien le sacó de sus pensamientos negativos—. ¿Cómo te ha ido en tu búsqueda desde que hablamos?

—No tan bien —respondió con sinceridad. No había más datos salvo aquellos sueños raros donde no quería saber nada más de ellos—. Nada nuevo que saber.

—Por acá encontramos papiros antiguos —respondió, bastante alegre—. Desde que tu abuelo sacó la caja con el rompecabezas del milenio, la tumba de Atem ha sido un poco más fácil de resolver —soltó, con un tono de voz alegre—, solo un poco —añadió después de la pausa que él mismo agregara—. En fin, encontramos una segunda cámara, estaba por debajo de donde está el cuerpo momificado del faraón.

El cuerpo momificado.

Ahogó su respiración. Era verdad, el espíritu había estado junto a él, por el encierro que tuvo tras no poder derrotar a Zork, pero el cuerpo había sido llevado para su momificación, el ritual funerario que los egipcios tenían por el tremendo miedo que tenían a que, por más mínimo que fuera, el cuerpo se descompusiera y se le negara el acceso o estancia en la Otra Vida.

—Hay una momia —continuó Marik, sacándolo de su terrible pensamiento—, es la momia de un niño. Hay un montón de jeroglíficos en las paredes que todavía van a ser estudiados, también los papiros que te mencioné en unas cuántas vasijas atípicas de los ritos funerarios. Quizá encuentre su nombre aquí, Yugi. Es lo más probable. Sin embargo, Ishizu quiere saber más sobre él, ¿por qué estás tan interesado y cómo lograste hacer que diéramos con una cámara oculta que nunca nos percatamos antes?

Yugi apretó el auricular, pensando en su respuesta.

—Solo... es la ayuda de alguien más quien me está guiando hacia allá. Ese niño tiene nombre y creo que mi guía quiere que lo sepa. Tal vez ese príncipe esté pasando lo mismo que mi otro yo, solo que sin poder manifestarse como él lo hizo.

—Ok —dijo Marik, pensando en alguna otra cosa—. Yugi, cualquier cosa que los monstruos te digan, llámanos de inmediato. Cuando sea el momento en que todo esto sea analizado, te llamaremos para informarte de cualquier cosa.

El duelista tomó una gran bocanada de aire.

—Quisiera ir a ver la cámara donde está.

 

Notas finales:

Primero, una pequeña aclaración sobre el comentario de Jonouichi. En el manga, Jonouichi le presta a Yugi unas películas de ese tipo. No estoy segura si en el primer anime pasa, pero en el manga sí y es parte del canon al cual me aferro. No lo mantengo, claro, porque, Dios, ¿cómo puedo ser fiel a sus personalidades si las situaciones que están pasando son muy distintas?, pero a grandes rasgos, es lo que está pasando. Vivieron el manga con algunas cosas del anime, s

¿Qué les pareció? Ya terminé este fic.

¡Sí! Está terminado~

Créanme, va a doler el final, no sé por qué presiento un montón de lágrimas (por lo que me han dicho e.e no se fíen que hice de un final tan amargo)

¿Algún comentario?

¡Nos leemos!


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