Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recuerda por Circe 98

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Yu-Gi-Oh! es propiedad de Kazuki Takahashi

El joven miró el desastre de su habitación. Hizo una mueca de disgusto. No tenía mucho tiempo para arreglar el desorden que causó por su desesperación de encontrar una ropa que combinara. A él no le gustaba mucho vestir de esa manera, pero quería intentar algo distinto.

Consistía en una camisa negra —la cual, cabía resaltar, usaba con bastante frecuencia desde que conoció a su cita—, un pantalón negro y zapatos del mismo color. En los pestillos del pantalón, había un cinturón y, cruzando sobre su cadera, otro más, ambos de color azul. En su brazo izquierdo tenía bandas en color azul, además de pulsos en dorado sobre la muñeca del mismo brazo mientras que, del lado derecho, una muñequera dorada hacía juego en su vestimenta. En su cuello tenía un collar por el que muchos le criticarían a la hora de enfrentarse a algo, por ser una desventaja.

Al muchacho no le importaba eso, solo quería verse bien para su cita. Se quedó viendo su apariencia, era algo tan inusual en él. No engañaría a nadie, pero todavía tenía la duda de cómo logró obtener toda esa ropa.

En un rápido y eficaz momento, arregló todo, dejando su ropa doblada sobre la cama, lista para guardarla cuando volviera de su cita. Se miró otro momento al espejo, notando que algo no terminaba de gustarle en su apariencia. Con algo de renuencia, se acercó a su escritorio, donde tomó otros pulsos, pero en color plata y se los puso en la muñeca derecha, además de una muñequera en su muñeca izquierda del mismo color grisáceo que los anteriores.

No se sentía del todo confiado ante esa vestimenta, pero valía la pena.

Se despidió de sus padres, quienes comprendieron muy bien su situación. Al menos, pudo respirar en alivio, aceptarían su orientación sin decir palabra alguna. Agradecido, fue hasta el centro de Kusatsu, donde un onsen de pies estaba ubicado cerca. Allí es donde se encontraría con él.

La característica que más lo definía era una confianza plena. Una casi inusual dentro de la sumisión japonesa a la que fue sometido, pero allí estaba. Confiado en sus palabras y actos, menos con él. Lo vio de perfil, buscándolo con la mirada, y es donde se regañó a sí mismo por haber tardado tanto tiempo en arreglarse. Traía una camisa debajo de la blanca de manga corta, un pantalón de mezclilla y unos zapatos color durazno. Cargaba muñequeras en ambos brazos de color negro con detalles en metal.

—Lamento tanto haber llegado tarde —se disculpó en cuanto lo vio. Hizo una inclinación con su cuerpo, demostrando lo arrepentido que estaba.

—No llevo mucho tiempo esperando —respondió, con una sonrisa. Al verlo, algo más se alborotó en su interior. Iba contra las normas de Japón el estar de esa manera, pero no le interesó en absoluto cuando decidieron iniciar la relación.

Su compañero señaló las aguas termales que se encontraban a pocos metros de distancia de ellos.

—¿Quieres ir a verlas? —preguntó. Respondió afirmativamente, con una tranquilidad casi atípica de él.

Lado a lado, caminaron hasta bajar y ver el agua cayendo y ser distribuida de manera eficiente a todos los onsen de Kusatsu. El joven proveniente de aquel lugar sintió la mano del otro rodearle la cintura, en un gesto claramente romántico. Con la cara avergonzada, respondió el gesto.

Conocía el verdadero lugar de procedencia de su compañero. Del distrito de Sibuya, en Tokio. Claro que conocía los onsen, pero no aquel que era el centro turístico del lugar donde vivía él. El agua verde esmeralda era única e inigualable mientras caía por las rocas.

Solo ellos dos en su pequeño mundo privado, sin molestar o alarmar a los más viejos con su demostración pública de afecto. No había daño verdadero en un pequeño abrazo como el que se daban mientras veían la caída del agua caliente.

—¿Serás mi guía? —preguntó el chico de Shibuya, con una sonrisa en su cara.

—Por supuesto.

Ambos partieron de ese lugar precioso por todo el pueblo, yendo a pequeñas tiendas repartidas por la zona. Varias captaron la atención del originario de Tokio, mientras que el nativo de Kusatsu solo podía preguntarse la forma en que le demostraría en verdad sus sentimientos. Justo cuando pasaban por una pequeña tienda que contenía unas cuántas cartas de varios juegos, su visitante se quedó mirando una en específico.

Se trataba de una carta con una niña vestida de blanco y azul, con su cabello largo oculto por una gorra y enormes ojos azules. Entre sus manos traía un bastón. La atención de ambos se quedó en los dos monstruos que yacían allí, lado a lado. Sus atributos de luz y sus nombres, parecidos. Solo había una gran diferencia y era el tipo de monstruo.

El Mago Silencioso y el Espadachín Silencioso.

—¿Eres duelista? —preguntó con total curiosidad, sacándolo de su ensoñación.

—No soy muy bueno, recién comencé este año a armar mi deck —respondió, sacando de su bolsillo las pocas cartas que tenía.

El nativo de los dos entró a la tienda, desconcertando un poco a su compañero. Este le siguió, viendo cómo aparecían los dos monstruos que habían visto afuera y este se los compraba. El señor, un señor bastante grande, agradeció por su compra, instándoles a seguir practicando el juego que empezaba a volverse algo más complejo día a día. En específico, recordarles que la expansión donde salieron esos monstruos empezaban a dejar de ser creadas.

—¡No tenías que comprarlas! —exclamó a modo de reproche una vez que salieron del local—. ¡Me habría sido más fácil comprarlas en casa!

Solo sonrió.

—Por esta urgencia de conocernos cara a cara, tú te hiciste un viaje de cuatro horas desde Shibuya hasta aquí, mi pequeña ciudad.

El rojo subió por el cuello de su compañero, mostrando lo avergonzado que estaba por las acciones de su pareja. Aquello causó cierto nivel de emoción en el nativo, tomándole de la mano. El otro solo entrelazó los dedos, no estando en verdad molesto con su acto de comprarle esas cartas.

Ambos caminaron de esa manera hasta llegar a la casa del nativo, donde se separaron de su agarre. Allí, los padres de él estuvieron muy animados. Varias veces lograron hacer que el color se le subiera a la cara, a ambos, por los comentarios referentes a lo que habían hecho y lo que harían. Sin embargo, ya poco después de la cena, se les permitió ir a la habitación de este. Su visitante podría quedarse hasta el mediodía del día siguiente, por lo extenso que era el viaje desde su distrito.

El extranjero sacó sus cartas, pensando en nuevas estrategias con las dos nuevas cartas que obtuvo ese día, mientras su pareja lo miraba.

—Hace rato me preguntaste sobre ser duelista —empezó, capturando la atención del otro—. ¿Puedo saber a qué se debe?

—Porque estoy aspirando a serlo —soltó, señalándole el deck que estaba sobre el escritorio—. Me gustaría batir el record del viejo rey de los duelos. Yugi Moto.

Acercándose un poco, su pareja le dio un beso corto en la mejilla.

—Tienes mi apoyo total.

Notas finales:

Muy bien, seré sincera con ustedes: planeaba liberarlo el día de mi cumpleaños pero me dije que era muy cruel así que aquí lo tienen. La verdad, he de ser alguien distinto, me gustaría poder enfocarme a un romance normalito, véase, que ellos no tengan nada que ver con magia antigua, poderes místicos, juego de cartas que decidirá el futuro del mundo mientras puede modificar a gusto el pasado... No me refiero a que ellos tengan una relación heterosexual -en ese caso sí que soy muy celosa... digamos que tiene que cumplir con un estándar de calidad semejante al que leo con Katsura Sunoichi (mi única referencia)-.

En fin, algún día, tengo planeado algo con un proyecto como este o la idea en sí misma de esto. Lo planee pero jamás será llevado acabo por mi puño y ¿teclas? Por ahora, lo digo por muchísimas cosas, además de tener una idea más atractiva en mi cabeza que combina un poquito a Atem y su versión como Yami Yugi.

Sí, digamos que ando mal de la cabeza (¡no me quejo!).

En otro tanto, ¿qué les pareció? A veces me decía "debiste liberarlo cuando tuviste la oportunidad (cuando acabé el fic)" otras me decía "ya ni lo subas" mientras por otro lado, solo pensaba en compartirlo, pasara el tiempo que pasara. La historia no será modificada con esto, tampoco es "necesario" en el sentido más estricto de la palabra, hasta puede ser pasado por alto ya que, para mí, el final es el que he expuesto antes, cuando Yugi y Atem se reúnen en el Inframundo como Heba y Atem y tienen la oportunidad de estar juntos. Esto, en sí, es como lo que ahora Kazuki está tratando de demostrar: pueden tener sus vidas normales.

Mientras que solo me enfoqué en ellos dos, Jonouichi, Anzu y Honda tienen sus vidas, nunca olvidarán al muchacho con un "Otro yo" pero siguieron y se mantuvieron alejados de todo el misticismo. Pueden tener vidas alejadas de todo esto, de allí mi obstinación a compartirlo.

Pasando por esto, ¿qué les pareció?

¿Algún comentario?

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).