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Recuerda por Circe 98

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Notas del capitulo:

Yu-Gi-Oh! Es propiedad de Kazuki Takahashi, yo solo hago invenciones raras mías de las teorías que me vienen a la cabeza y luego no parecen tener futuro.

 

El rubio se quedó en su casa el día siguiente, acompañando al joven Moto en sus deberes de la tienda. Le ayudaba a ordenar las cosas, con tal de permitirle a su amigo más tiempo. Sin embargo, el más bajo de los dos sabía que él ansiaba preguntarle una cosa. Algo referente a Atem.


Yugi intuía que era todo referente a sus sentimientos por su otro yo. Era extraño notar la curiosidad que sentía su amigo, en lugar del rechazo, incluso del desprecio por haber preferido a un hombre sobre Anzu, sabiendo que estuvo tras sus faldas por mucho tiempo.


¿Cómo podía ver bien el estar tan alborotado por un ente que jamás había existido? Si lo pensaba bien, la exótica piel morena era lo que más le volvía loco. También lo poco que podía recordar el olor que lo rodeaba, cubierto de sudor y sangre. Apartó esos pensamientos, ya sabiendo que no le llevarían por un buen camino.


—Deja de pensar en el otro Yugi —dijo Jonouichi, tomando un tono malicioso—. Aunque te alborote tanto, contrólate un poco.


El rojo acudió a las mejillas del antiguo poseedor del Rompecabezas del Milenio. Giró, regañando a su amigo quien comenzara a carcajearse por su reacción. Ahora sí, no podía negar más que se había sentido de esa manera. El decir no a sus sentimientos fue la manera más fácil de escapar del dolor que le causaba pensar en él.


Su amigo no le iba a permitir apartarse de ese rumbo.


—¿Mantienes algo de él? —preguntó el rubio. Yugi asintió.


—Tengo sus cartas —dijo, recordando la caja dorada que siempre estuviera en su escritorio durante la noche—, la caja dorada donde estaba el rompecabezas, el USB que Kaiba me dio para verlo duelear y... el cartucho que Anzu le diera con su nombre escrito en él.


El rubio hizo una exclamación de sorpresa, considerando la cantidad bastante amplia de cosas que poseía de un ente que no vivía. Que lo hizo, tres mil años en el pasado, no significaba que en el presente de ambos lo hiciera de verdad.


—Siempre tuve curiosidad sobre... la relación que mantuvieron. Cuando nos dimos cuenta de su existencia y el cómo evolucionó su relación como para que tú pudieras saber su estado de ánimo.


Yugi dio una sonrisa agridulce, recordando claramente el tiempo pasado.


—Sí, bueno. Desde lo de Bakura que nos volvió parte de su RPG y el Reino de Duelistas de Pegasus no hubo mucha comunicación. Él no era bueno con las palabras, odiaba que le cuestionara. No supe mucho de él en esos días. Sin embargo, logré hacerme un hueco en su forma de ver la vida o la no vida, como era su estado. Hablaba mucho de ustedes, de la escuela, el mundo, de mi familia. Él hablaba para hacer que yo retomara el curso de lo que me había preguntado al inicio y, lo negara o no, yo sabía que me prestaba atención. Es solo que mi otro yo no era muy fácil de interpretar. Creí que debía tenerle miedo, al menos los primeros días, luego de ver cómo de distinto era contra el Bakura Oscuro, decidí no hacerlo de lado y hacerme su amigo.


»Fue después del torneo en el Reino de los Duelistas que comencé a acercarme un poco más, luego de lo de Otogi y que yo diera mi vida por él, fue que se abrió más. No sabía quién era, de dónde venía, por qué estuvo encerrado en el rompecabezas. Fue duro para él. Más aceptar que nunca podría ser alguien y molesto por tener que tomar mi identidad para ser alguien cuando tomaba un lugar en este plano. Nadie podía verlo cuando yo era yo y nadie me veía cuando él era yo. Mi otro yo era extraño ya que mantenía una manía de olvidarse que era humano, creyéndose invencible, pero en la noche, cuando nadie más podía juzgarme por parecer un loco al ver a la nada o juzgarlo a él, por tener su personalidad de esa manera, comenzó a abrirse más de lo que pude pensar. Era... intranquilo. Tenía problemas consigo mismo. Era alguien que estaba en una crisis de identidad. Quería dejar en claro que no era yo, pero se sentía mal de una manera el ignorarme. Cuando no podía calmar esa intranquilidad proveniente del laberinto que era su mente, me despertaba y hablábamos toda la noche. Él se culpó un tiempo por quitarme mis horas de sueño, yo nunca lo hice. Esos días solo hablábamos y hablábamos de distintas teorías...


»Fue incómodo durante las primeras seis semanas, luego se volvió tan normal como hablar con ustedes. Mi otro yo solo era... él mismo a mi lado. Distante y cercano, en peligro y a salvo. Seguro de sí mismo e inseguro de sus actos. Con lo del Leviatán, se complicaron las cosas ya que no me dejaba muy en claro lo que pasaba, me dejó ver lo que ocurriera durante nuestra separación por un error. Sentí lo que el sentía, vi las cosas que él vio. Es un ser más complejo de lo que dejaba ver. Mi otro yo... solo necesitaba compañía para sanarse mentalmente luego de un largo encierro.


Jonouichi se quedó mirando cada reacción de su amigo. Sus ojos adquirían un tinte de añoranza, familiaridad y cariño ante los recuerdos que narraba de manera vaga. Habían ocurrido tantas cosas desde que armó el Rompecabezas del Milenio en su habitación tras ser extorsionado por Ushio.


El rubio no paraba de ver que su amigo seguía de esa misma manera. Tan atraído por un hombre, un adolescente más bien. Uno que estaba muerto. Uno que, diablos, por la edad que tenía, era muy extraño y anormal, pero tan bien si se trataba de ellos dos. Solo de ellos dos, por ser los únicos en todo el círculo de gente que Jonouichi conociera, de ser capaz de sacrificarse el uno por el otro de una manera tan desinteresada. Velar por el bienestar del otro. Hacer hasta lo imposible por regresar al lado del que habían perdido.


Era más grande que ellos mismos. Una esencia oculta. La forma sobreprotectora de Yugi hacia Atem, la forma en que el otro Yugi se comportaba al lado de su vehículo del mundo moderno. Un complemento mismo. Luego de superar el tiempo donde la incomodidad era absoluta, parecía que solo había llegado a tomarse un curso de acontecimientos previamente establecidos.


—¿Cuándo te diste cuenta de que sentías algo por el otro Yugi?


El joven Moto comenzó a pensar en la respuesta, siendo llevado por una vuelta de todos esos días lado a lado.


—Creo —declaró, demostrando lo inseguro que estaba ante sus propias palabras— que fue en Ciudad Batallas. Cuando Marik hizo su aparición, con Pandora. Recuerdo que ese día, después de hablar con Marik, me puse a pensar en lo que significaría hacer lo que teníamos que hacer. De no ayudarlo, significaría tenerlo a mi lado para siempre, pero me sentí mal por pensar esa posibilidad, la de dejar a mi otro yo en este mundo. Más por... una promesa que me hizo días antes de todo Ciudad Batallas.


Yugi soltó un suspiro largo, sacando todos los sentimientos negativos que cargaba. A veces era él mismo, otras... era el ser que quedó después de la separación. No era alguien fuerte, solo un cobarde. Alguien que solo podía añorar cosas, no alguien dispuesto a entregar todo de sí mismo por alguien ajeno a él.


—Lo del Leviatán —recordó Jonouichi, sacando de sus pensamientos a Yugi—. Me enfurecí con él y le pegué.


Yugi soltó una risa ahogada.


—Sí, lo vi cuando regresé. Cuando estuvimos en la isla antes de ser encontrados. Él pensó hasta el último momento en que hablé con él que se lo merecía. En especial después de recuperar sus recuerdos. No sé qué haya pasado en verdad durante esos días oscuros para él, pero se decía constantemente que merecía el golpe por haber perdido mi alma.


Jonouichi notó la enorme preocupación del joven Moto, quien seguía tratando de descubrir las razones de todas las acciones del antiguo espíritu. ¿Cómo podía un ser humano cualquiera ayudarlo? Nadie, por más cercana que fuera la muerte, podía ayudar debido al tremendo lazo que los unía.


Noches enteras por año y medio hablando. Días enteros donde también conversaran en sus momentos libres, ajenos a los ojos de los demás.


De pronto, su amigo se puso algo tenso, mirando directamente hacia atrás de él. El rubio se giró, no encontrando nada. Yugi se relajó poco después, soltando un suspiro de alivio. Luego, se giró para ver con vergüenza a Jonouichi, quien seguía sin comprender nada.


—El Espadachín de Flama dice que deberíamos concentrarnos en encontrar la identidad del príncipe que pudo salvar a un reino entero. No le gusta mucho que se mencionen temas como mi caso.


—Viejo, un día te van a tachar de loco —soltó Jonouichi, cerrando la tienda por ese día. Era de tarde, casi nadie iba por esas horas, además de tener serios temas de conversación, como lo era aquel. Un príncipe muerto, oculto incluso para los mismos egipcios, incapaces de recordarlo gracias a una magia antigua—. ¿Desde cuándo sucede que los ves?


—Unas semanas después de que mi otro yo se fue.


Oh, eso tenía sentido.


-.-


El único inconveniente que Jonouichi presentaba ante la habilidad sobrenatural de Yugi era, en esencia, la misma que le metió en aquel embrollo desde un primer lugar. Su amigo era el único capaz de ver a los monstruos de duelo que aparecían y desaparecían a su antojo, haciendo lo que les plazca alrededor de ellos sin ser notados por casi todo el mundo.


—El Mago Silencioso dice que está dispuesta a escuchar cualquier palabra que tengas por decir respecto a la identidad del príncipe —dijo Yugi, sentándose en la silla que había en su habitación. Toda limpia, sin rastro de polvo y sin la presencia de la caja que contuviera las antiguas reliquias que pertenecieran a alguien más—. No importa qué tan descabellada sea tu teoría, lo aceptarán tal cual la digas.


Jonouichi parpadeó, tomando lugar sobre la cama de su amigo, sentado en la orilla con tal de poder moverse en un movimiento rápido. El rubio necesitaba verdaderas clases de inmunidad respecto a esa actitud de Yugi. ¿Enfrentarse a demonios creados de la maldad pura en un duelo que costaría su vida? No tenía problema alguno. ¿Aceptar la doble identidad de su amigo y saber que no era doble personalidad? En seguida.


¿Aceptar sin reticencia alguna que su amigo viera a los monstruos de duelo sin tener ellos que venir del otro mundo que Dartz estuviera por eliminar? No lo estaba logrando.


Yugi se quedó esperando, mirando hacia la nada, con toda su atención posible. Luego, giró la cabeza para mirarle. Con pesar, comenzó a narrarle las palabras de la historia del niño. Del niño príncipe, lo que fue capaz de hacer después de muerto y el sacrificio que hizo después de ello, el quedarse lado a lado de Atem en su tumba.


Jonouichi escuchó cada palabra, atento para analizarlo. Podía notar que se sentía demasiado incómodo por el hecho de sentirse observado por un ser humano que podría tacharle de loco. El rubio no lo haría, no después de todo lo que vivieran en compañía de su amigo.


Cuando terminó, el silencio se adueñó de la habitación. Moto y sus monstruos estaban a la espera, poder saber qué diría el rubio.


Jonouichi armaba en su mente todo lo que había dicho. Relacionó sus apariciones en los momentos críticos de la vida de Atem con las de Yugi, encontrando una enorme semejanza. Vio en su mente el momento en que el Otro Yugi anunciara, llorando que quien fue llevado había sido su compañero. El alivio que notó en ambos cuando se encontraran mutuamente. Todos sus pensamientos le llevaron a la conclusión de una relación más profunda e inexplorada de Yugi y Atem.


—Amigo, ¿en serio? —dijo en tono dramático, sacando de onda a Yugi—. ¿Vamos a volver a pasar el calvario de un espíritu sin nombre y sin posibilidad de saber su propio nombre?


—¿Jonouichi? —preguntó, demostrando toda la confusión que tenía. El rubio se llevó su brazo a los ojos, fingiendo un llanto.


Luego, lo retiró, sonriendo de manera tranquila. Su rostro demostraba total comprensión a las palabras de su mejor amigo, aunque no diría sus sospechas hasta no tenerlas bien cimentadas como para lanzar su primer teorías.


Levantó su pulgar.


—¡Descuida, viejo! —exclamó, frente a un sorprendido Yugi que no terminaba de comprender las reacciones de su mejor amigo—. Si pudimos resolver lo de Atem, esto será pan comido. Yo, Jonouichi Katsuya, me aseguraré que así sea.


Con una sonrisa, Yugi asintió.

Notas finales:

¡NUNCA me hagan caso! Dije que en Memorias solo habría 10 capítulos, perfecto, me lancé 38+Prólogo+Epílogo+Historia extra.


Dije que aquí llegaría a los 10 con la resolución. MENTIRA MENTE MÍA. Estoy ya estructurando el capítulo 8, cosa que me está costando un poquito porque me duele la cabeza, pero no he llegado a cómo Yugi obtendrá sus memorias de príncipe egipcio. 


Decidido. ¡NUNCA volveré a decir cuántos capítulos serán al final! Solo miento en ello y hago más o hago menos.


Saliendo de mis historias locas, ¿qué les parece Jonouichi? ¡Me es un extraño todavía! Pero intento hacerlo lo más parecido posible a su personalidad del manganime. Por ahora, ¿algún comentario?


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