Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Imposible pero es verdad (Fanfic de koi suru boukun) por patyunam

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPÍTULO 2: UN NUEVO INICIO

 

Llegando a casa de Matsuda…

—Sou-kun que gusto verte, tenía tanto tiempo que no nos visitabas. Kana-chan  no debe tardar en llegar del trabajo, le dará tanto gusto de verte. ¿Dime como están tú y Morinaga-san?

—Todo bien tía, las extrañaba, tanto que me quedaré un par de días.

—Por supuesto, sabes que esta es tu casa.

 

PDV MORINAGA

Cuando salió del consultorio parecía algo perturbado, pero no debe ser nada. Luego lloriqueó un poco y lucía tan nostálgico. Se comportaba tan anormal que incluso en la mesa con sus extrañas preguntas, me dejaba perplejo. Seguramente todos estos cambios se debían a que su cuerpo es el de una mujer; aunque verlo partir unos días con su tía me intrigaba demasiado.

Me sentía algo extraño esa noche que se había marchado, por alguna razón nuestra unión parecía perfeccionarse, cosa que me molestaba puesto que cuando fuimos dos hombres no ocurrió de esta forma. Preparé la cena para mí y no tenía ganas de limpiar la mesa de la cocina, solo deseaba descansar para no pensar en él.

Algunos días pasaron y a pesar de que salía a platicar con Hiroto lo extrañaba tanto, ciertamente había dejado de importarme que fuera mujer, yo requería su compañía. Me pregunto ¿Cuántos días estará en casa de su tía? Anhelaba llamarlo, sobre todo después de soñar con él y sus tiernos besos, pero seguramente se molestará por interrumpirlo y convendría olvidar estos pensamientos inusuales. Muchas ocasiones que imaginaba su compañía, me molestaba el hecho de que cuando estamos juntos siento esta confusión y no puedo evitar desearlo. Esa vez en el baño acabé penetrándolo  y disfrutando algo que no debería. Unos días más me harán dejar de pensar en ella como si fuera él.

Cinco días pasaron y algo me quemaba por dentro, sin poder evitarlo entré a su habitación y me recosté en la cama para percibir su dulce aroma. Algunas lágrimas salían de mis ojos, no quería estar más tiempo alejado de él, de ella, lo necesito tanto aunque sea una mujer; inclusive tengo ganas de… No me importa, creo que llamaré a su celular para saber qué día vuelve.

Al pararme recordé que no había limpiado a conciencia la mesa de la cocina, solo había levantado algunas cosas, quizá hacer eso me haría olvidarme de todo. Cuando movi el envase de la pimienta, justo detrás observé una hoja de papel doblada por la mitad con unas letras grandes que decían  “MORINAGA”.

Lo agarré lleno de una completa preocupación, mi corazón se aceleraba atemorizado de lo que diría, ya que sempai nunca había hecho algo así. Todas las cosas me las había dicho directamente. La hoja era una carta, la cual leí nerviosamente:

Para Morinaga:

Nunca he intentado molestarte, siempre di por hecho tu compañía y de verdad deseaba que estuviéramos juntos, por eso te pedí quedarte conmigo; cosa que has cumplido todos estos años, los cuales han sido los mejores en toda mi vida. Creo que es mi deber decirte algo que jamás pude reconocer a razón de todos los prejuicios de mi corazón. Más ahora que tú me has aceptado a pesar de todo, debo decírtelo. Es posible que todos estos años estuve de alguna forma enamorado de ti, seguramente este hermoso sentimiento me ayudará a ser un mejor padre para el bebé que crece dentro de mí. Estoy embarazado, sin embargo no necesitas hacer nada, ni sentirte responsable de ninguna cosa, es culpa mía yo te drogue aquella vez y tú no me guardaste ningún resentimiento, cosa por la que estoy agradecido. Sé que no quieres tener hijos, por ello yo  puedo hacerlo sólo, tengo los recursos para vivir tranquilamente. No te preocupes por nada, estaremos bien, te dejo libre para que seas feliz al lado de alguien que cumpla tus expectativas.

Cuando consiga un nuevo apartamento iré por mis cosas en un horario donde no tengas que verme, para no causarte más molestias. Recuerda que no necesito tu lástima yo haré las cosas bien.

Adiós para siempre Tatsumi Souichi.

¿Sempai va a tener un bebe mío, me ama y me abandona? No lo podía creer, no recuerdo haber dicho que no quería hijos, además si me lo hubiera contado por supuesto que… ¡Mi bebé! ¿Nuestro bebé? Él me quiere, ¡Me ama! Estaba impactado, consternado, triste y también feliz. ¡Voy a ser padre! Necesito hacer que vuelva. Era algo tarde y salí sin importarme la hora a la casa de su tía. Corrí hasta llegar ahí y toque a la puerta.

— ¡Morinaga-san! Me asustaste, es algo tarde y tú tocas la puerta de una manera algo desesperada. ¿Te sientes bien?

—Lo siento Kana-chan, ¿Esta sempai?

—Claro pasa, está en su habitación, sube no te preocupes. Alégralo un poco ha estado algo deprimido.

Sin querer estar más tiempo en la puerta, caminé hasta su habitación. No quise hacer una escena en el pasillo, por lo cual abrí la puerta y entré  sin anunciarme. Lo miré sentado en su escritorio estudiando, y solo le dije:

—¿Cómo pudiste? Debiste decirlo, yo… no podría dejarte. No me importa que seas una chica, sé que reacciono a todo tu ser porque eres especial. ¡Te necesito!

Se levantó de la silla, y mirando al suelo me dijo:

—¿Qué demonios haces aquí? ¿No te molestaba acaso verme? ¿No decías que no quieres ser padre?

—Te fuiste sin despedirte, sin decirme a  la cara esas cosas que escribiste.

— ¡Maldición! No quería causarte desagradables sentimientos además de los que ya he causado. Probablemente en este estado necesitaré que tú hagas algo que no te gusta hacer. Por eso decidí ya no verte de nuevo.

Sin esperar más me tiré al piso y  suplique por su perdón.

— Discúlpame, no quise decir eso, es sólo que como éramos dos hombres no pensé que esto pudiera pasar, pero ahora que ocurrió…

Me levanté hincado y lo abracé por la cintura poniendo mi rostro pegado a su abdomen, para decir:

— No podría vivir sin ustedes, son todo lo que quiero. ¿Pensabas que al desaparecer de mi vida yo lo aceptaría? Pensabas que… no sentiría nada. Regresa conmigo sempai, no es lástima, te quiero conmigo. Los quiero a los dos a mi lado. Por favor…  por favor… dime que sí.

 

Sentí sobre mi cabeza su mano acariciando mi cabello.

—¿Estás seguro? Si es por dinero, o porque creas que no puedo hacerlo solo, sabes que aquí me apoyarán si lo requiero, pero insisto que tengo todo lo necesario, incluso ya está previsto el lugar donde viviremos.

Me levanté del suelo para verlo a la cara y exprese:

—No es eso… es que yo, quiero verlo crecer, quiero conocerlo.

—Si es por esa razón, no te preocupes puedes visitarnos.

—No digas eso, sabes que lo intento sempai, por todos esos años juntos me quedaré contigo, porque necesito estar a tu lado, ya lo sabes.

—Eso era antes cuando deseabas mi cuerpo, ahora te causo repulsión.

—Es totalmente diferente, podemos ser amigos y cuidar al bebé.

—No es diferente, me hiciste cambiar a tu antojo. Ahora yo tengo esos deseos extraños y mientras este cerca de ti eso no va  cambiar. Te dejo ser libre, no es indispensable que estés conmigo para que veas a nuestro hijo.

—No lo entiendes sempai, la razón por la que hago todo esto es porque eres muy importante para mí. Pondré todo de mi parte para que funcione. ¿Vendrás?

Sobre mi boca se unieron sus tiernos labios llenos de sentimiento, con la sensación del agua salada que percibí en su rostro. Deje la confusión de lado y devolví el beso encontrando las emociones que todo el tiempo él me origina. Su lengua entró lentamente, cosa que no resistí más juntándola con la mía en medio de sonidos placenteros. A pesar de estar en casa de su tía puse el seguro a la puerta, volví donde él me miraba atento y desabotoné su camisa. Posteriormente retiré las  vendas que tapaban sus senos, se quejó un poco de incomodidad cuando lo hacía:

— ¿Te duelen?

— Desde hace algunos días están sensibles, inflamados y duelen con las vendas. El médico me dijo que…

Sin esperar más explicaciones puse mi boca en ellos para demostrar que no me importaban sus cambios, mordí ligeramente sus pezones como siempre lo hacía, cosa que lo hizo gemir:

—mmmmnn. No debemos hacer esto aquí, vamos a casa.

—Es algo tarde, no puedo arriesgarlos. Muerde esta tela y todo estará bien, nadie escuchará.

Lo recosté en la cama para demostrarle mi entrega, pero antes me quité toda la ropa, y ante tal acto cerró los ojos. Bajé entre besos por su abdomen pensando en el pequeño bebé al que crece dentro, por alguna razón desconocida creo que adoro a esa pequeña parte de nosotros. Sin más, desabroché sus pantalones, aunque entendí que él no ha regresado a la normalidad acepté ese hecho y se los  deslicé con su ropa interior hasta dejarlo desnudo.  Aunque observé cosas que no son iguales, dentro de mí comprendí que no me molesta del todo, puesto que estoy totalmente duro y listo para ir dentro de él. Retirando la camisa que apretaba en su boca para impedirle hacer sonidos, regresé a probar el dulce néctar de sus labios, cerrando mis ojos fuertemente concentrándome en la sensación tan intensa de sentir su piel contra la mía, con ese aroma sobrecogedor. Fue cuando me preguntó:

— ¿Lo haces como obligación? No tienes que forzarte a tocarme.

— No se trata de eso.

— ¿Entonces por qué cierras los ojos para no verme? Seguramente es porque te quito las ganas. ¿Verdad?

— Creo que es porque disfruto mucho hacerlo contigo. Lo deseo, ¿no sientes la dureza de mi pene que está por entrar en  ti?                                         

— Eres tan sucio diciendo esas cosas, sabes que no me agrada que las digas.

— Sin lugar  a dudas eres tú, por lo menos en el interior nada ha cambiado. Sólo que gracias a que no eres tú completamente, seremos capaces de recibir esa bendición.         

— ¿De verdad quieres tener un bebé con alguien como yo?  

— Por supuesto, sabes que te seguiría hasta el infierno; aunque esto será una cosa maravillosa. Desde que supe que era gay nunca pensé en niños, hasta que me pediste quedarme a tu lado llegue a pensar que sería encantador poder cuidar un bebé nuestro, cosa que resultaba absurda, pero que ahora es algo real.

Cubrí su boca de nuevo para que no hiciera sonidos, mientras inserté un dedo en su vagina para prepáralo, cosa que no era necesaria, puesto que además de que él es una mujer, percibí que se encontraba demasiado húmedo y listo para que yo entrara. Al tiempo que me acomodé introduciéndome lentamente, sentí que su cuerpo se estremecía mientras yo me adentré, verlo tan deseoso me obligó a ir más rápido, sin embargo al llegar al fondo, el calor que rodea su cuerpo aumentó rápidamente y la viscosidad era agradable, tanto que comencé con las embestidas, algunos gemidos escapaban de su boca. Resultaba tan extraño sentir esta nueva excitación  con este cuerpo tan ajeno a mis gustos y expectativas, sin embargo su aroma, su tacto sobre mi piel resultaba el mismo, tan sensual, tan lleno de él, aparentemente en mi cabeza con la expectativa del amor que no ha sido confesado. En estos momentos envuelto en sus brazos me conformaba con su confesión escrita, decía que sospechaba estar enamorado de mí; gracias a esto fervientemente tengo la creencia que nuestro bebé fue concebido en el amor y a través de esta pasión que poseo, sé que puedo hacer llegar a ambos mi afecto.

Impulsaba mis caderas contra su cuerpo en espera de su orgasmo, estremeciéndome la sensación tan cálida. Procuraba moverme rápido, a tal grado que me era difícil contenerme, me desesperaba que no sentía la cercanía de su culminación, debía detenerme o acabaría mucho antes. Me levanté un poco y con una mano froté la parte más sensitiva que ahora era diferente, notando un cambio en su mirada, sus pupilas se dilataron llenas de deseo. Decidí reanudar las envestidas y comenzó a contraerse apretando rítmicamente hasta que la forma de apretarme se volvió tan firme y caliente que supe que se estaba viniendo en medio de una pequeñas lágrimas que caían de sus ojos, llenas de ese profundo sentimiento que nos une. Al saberlo, dejé de contenerme  y las sensaciones se volvieron profundas, el latido de mi corazón se aceleró sobremanera invadiendo todo mi cuerpo en un cosquilleo agradable  y liberé mi esencia dentro de él en medio de sus espasmos, en los cuales sujetaba mi espalda acercándome hacia él en un abrazo. Le quité la camisa de la boca y lo abracé para seguir en el idilio que nos rodeaba:

— ¿Crees que el bebé le moleste esto que hicimos sempai?

—No seas tonto Morinaga, que no sabes que están en un lugar diferente, lo único que ocurre es que percibe mis emociones y siente la dopamina que produzco cuando nosotros...

— ¿Cómo sabes esas cosas?

— ¿Qué preguntas son esas? Estudiando por supuesto, si supieras las cosas horribles que me esperan con este embarazo.

— ¿Y estas dispuesto a pasar eso por nuestro bebé?

— No digas tonterías, es una nueva vida indefensa  y frágil a la que protegeré con todo mi esfuerzo por el resto de mis días. ¿Por qué seguimos hablando? Deberías vestirte inmediatamente antes que nos descubran haciendo esto.

Me vestí inmediatamente, coloqué la colchoneta en el piso y  me recosté mirándolo desde ahí. Se sonrojó de inmediato y se dio la vuelta.

— sempai…

— ¿Qué quieres?

— ¿Por qué no me lo dijiste cuando te lo dijo el doctor?

— Lo pregunte indirectamente y dijiste que no querías niños.

— Lo lamento yo no me esperaba que pasara.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano, como todas las mañanas lo ayudé a sostener su cabello mientras vomitaba en el sanitario. Matsuda estaba algo preocupada pues cuando salimos me dijo:

— Llevo días diciéndole que vaya al médico pero no ha querido ir. Deberías obligarlo Morinaga-san, tú eres el único al que siempre escucha.

— No tengo nada tía, sólo es una simple anemia que me causa esta gastritis.

— No se preocupe Matsuda-san, hoy mismo lo llevaré y se pondrá bien.

— Eres un tonto Morinaga. — Dijo refunfuñando Souichi, caminando a la cocina.

Una vez desayunamos nos retiramos a nuestra casa y sentí algo distinto en él, parece que necesita ser protegido, ya no es aquel tipo orgulloso lleno de esa aura maligna cada que yo tengo algún gesto de cortesía; ya que ahora me permite cargar sus maletas, y se percibe en todo su ser una extraña alegría inusual, la cual hace latir mi corazón.

PDV SEMPAI

Algunos días han pasado desde que volví al departamento, sin embargo las cosas no habían cambiado completamente, a pesar de que había aceptado que de alguna forma él me atrae, siento que no es posible amarlo como el espera de mí, cosa que aparentemente compartimos ahora. Ni un solo beso había sido dado desde que nos habíamos reconciliado en mi habitación aquella vez. Sin embargo, él adoraba la idea de ser padres, procuraba mirar por mi bienestar. Me ayudó a construir unas hombreras que taparan mis senos que no podía vendar más por el dolor que me causaba, parecían una especie de faja que se sujetaba por el frente sosteniendo sin lastimarme y aparentando ser pectorales.

Me había dado cuenta que con el embarazo mi deseo sexual había aumentado exponencialmente, pero mi orgullo me impedía decirle  al tonto de Morinaga lo que yo necesitaba, por más que intentaba calmar estos instintos seguía sin conseguir liberarme por mí mismo. Exploraba por dentro y por fuera, sin embargo parecía que mi cuerpo tenía una conexión distinta a la que antes experimentaba como hombre, puesto que las zonas por todas partes me causaban mucho placer aunque sin conseguir la tan ansiada liberación. Debía hacer algo para que tuviéramos un encuentro, entonces recordé que Morinaga intentaba abusar de mí haciéndome beber alcohol, pero en este estado no puedo alcoholizarme, no obstante en aquel bar sirven unas alitas picantes increíbles, con papas fritas y un aderezo que me muero por probar. Gracias a mis reflexiones sobre la comida, pude notar que existe un pretexto perfecto para llevarlo a ese lugar, por lo que esa tarde decidí ponerlo en práctica:

— Morinaga iré por unas alitas picantes y vendrás conmigo.

— Está bien vamos.

Una vez en el lugar, pedí tres  órdenes de alitas y mientras las freían Morinaga pidió una cerveza, cuando finalmente las trajeron él comió algunas acompañadas de más alcohol. Procuraba comer despacio para no sobrecargar mi estómago e intentar que él bebiera lo más posible mientras yo estaba ahí. Una vez que  comencé a notar su ligera embriaguez, supe que mi meta estaba muy cerca de completarse, pero en ese instante su teléfono sonó:

— ¿hola?... ¿Masaki?... que gusto saludarte… ya sabes que no puedo hacer eso… las circunstancias son diferentes y nosotros…

No podía seguir escuchando más, con todas mis fuerzas le solté un puñetazo a la cara antes de que terminara la frase y salí del restaurante lo más pronto posible. Caminaba por las calles apresuradamente mientras el idiota corría detrás de mí.

— ¡SEMPAI!— Gritaba a todo pulmón, por lo que corrí para no ser alcanzado hasta que en uno de los callejones una de sus manos me sujetó:

—Te prometí no volver a verlo y lo he cumplido, no hay nada de malo con que me hable por telé… mmmmnnn.

Sus palabras parecían tan sinceras y yo estaba tan necesitado que lo besé en aquel callejón. Lo empujé contra la pared y de pronto su alcoholizado cuerpo reaccionó rápidamente poniendo erecto su miembro.

— Estamos en la calle, deberíamos ir al departamento. — Dijo Morinaga.

— Antes no te hubieras rehusado… es porque detestas mi cuerpo ¿verdad?

Sin responder abrió mi camisa, libero mis hombreras y tocó uno de mis senos suavemente con su boca. Me derretía entre sus brazos, estaba tan sensible que hacía que la cálida humedad resbalara entre mis piernas, esa sensación era realmente extraña como las mañanas después de que él se venía dentro de mí. Abrió mis pantalones, metió una mano y tocó deteniéndose como arrepintiéndose de hacerlo, hasta que me quité los nervios y en medio de mi deseo froté su entrepierna con la mano, cosa que lo prendió de inmediato pues atacó mi boca con besos y su mirada ardiente que me quemaba:

— Tócalo… por favor… demuestra que tú también puedes aceptarme. — Dijo con voz ronca en mi oído.

En la oscuridad de ese callejón solitario, deslicé el cierre de su pantalón y mi mano temblaba mientras sentía una especie de molestia al tocarlo. Él era un hombre, como podía yo tocarlo de esa manera, debía ser asqueroso, sin embargo no lo era. Una vez lo tomé con la mano y lo froté lentamente, lamió detrás de mí oreja en medio de sus respiraciones aceleradas que me excitaban bastante al escucharlas. Devolvió la mano que sacó de mis pantalones y tocó mi humedad moviendo sus dedos por varios lugares sensibles llevándome casi al éxtasis hasta que de pronto él se corrió en mi mano.

— Lo siento no podía detenerme más y tú no puedes venirte solo así ¿Necesitas que vaya dentro verdad?

— Ya sabes que decirlo así es desagradable, vamos date prisa hay que llegar a casa.

Mientras él caminaba extraño yo lo apresuraba pues ansiaba un orgasmo, me sentía sucio y me enfadaba lo que me había hecho hacerle, aunque eso él me lo hacía cuando fui un hombre sin rechistar, por lo cual no debía disgustarme pues debía corresponder.

El siguiente día por la tarde, cuando regresaba del laboratorio se comportó bastante extraño, alguien le llamó a su celular mientras preparaba la cena e inmediatamente terminando de prepararla se marchó sin cenar conmigo. Dijo que era su amigo el cantinero pero me preocupaba que fuera otra vez el tipo ese Masaki. No obstante debía dejarlo marcharse puesto que no tengo ningún compromiso con él, ni es que desee tenerlo, porque ninguno tenía intenciones de compartir algo más que esta nueva vida que vendría en algunos meses. Esperaba que llegara temprano a casa pues explicó que su amigo tenía algo importante que decirle; a pesar de ello un par de horas después, sentí el cansancio por todo el cuerpo, cosa que era normal desde unas semanas atrás por el embarazo, por lo cual me fui a dormir.

Entrada la madrugada, el ruido de la puerta me despertó y al mirar el reloj vi que decía las dos de la mañana, por esa causa me preocupaba mucho pensar que Morinaga pudiera estar viendo a otra persona, ¿Pero por qué me preocupa? ¿Será que quiero que sea solo mío? Pensar en que esa persona dulce que me entregaba todo a pesar de mis insultos y rechazos desde hacía años atrás, ahora pudiera estar buscando compartir sus sentimientos con otro hombre, puesto que yo ya no soy uno, rompía mi corazón. Además que me producía un asco espantoso pensar que tuviera intimidad con otra persona.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

Por la mañana sentí que la luz que entraba por la ventaba me molestaba mucho, estaba algo cansado por no dormir dando vueltas a mis pensamientos una y otra vez. Al llegar a la cocina él se comportaba raro, no me dirigía la mirada, parecía molesto y triste, aparentemente algo ocurrió; por lo que  tuve un mal presentimiento sobre ello. Ahora que soy una mujer y estoy con un hombre gay ¿Qué tal sí encuentra una pareja que le de lo que yo nunca quise? Promesas vacías se volverían sus palabras, ¿Qué sería de nuestros sueños y esperanzas? ¿Qué ocurriría con nosotros dos? Llegue a creer en él e incluso soñé que ambos cuidaríamos al pequeño.

No importa, sé que yo mismo podré hacerlo. Dentro de mí estoy seguro que si todas sus palabras son falsedades, una parte de mí no se repondrá del todo. Las conjeturas apresuradas parecían venir de los nervios que me ocasionan las hormonas, razón para calmarme y no dejarme llevar por esas cosas absurdas. Entonces lo saludé:

— Buenos días Morinaga ¿Qué cosa importante te dijo tu amigo?

Sin dirigirme la mirada contestó con voz pensativa:

— …Nada en especial, tiene problemas y quiere que hoy vaya también a ayudarle en el bar.

— ¿Podrías quedarte hoy? Es que me siento extraño ¿Qué tal si estas en el bar y me desmayo? — Mi respuesta había salido sin pensar.

— Si te sientes un poco mal llama y yo llegaré de inmediato. Tengo que ir,  disculpa. Nos vemos en la noche, te haré la cena y me iré no te preocupes.

Al escuchar su respuesta tan fría, me di cuenta ahora que soy mujer, él no hace todo por estar conmigo. Pero no lo necesito, no lo necesitamos, puede hacer lo que le venga en gana, no me importa.

— No importa, creo que me las puedo arreglar sólo, no necesito tu lástima. — Respondí para saciar mi orgullo herido.

— No lo tomes así, son cosas importantes que tengo que hacer. Me tengo que ir, es bastante tarde.

Partió de inmediato sin voltear a verme, ahora con este malestar en mi corazón y también el dolor de cabeza por no dormir, permanecer despierto en el laboratorio parecía todo un reto, no podía beber café pues los estimulantes son malos para mi bebé. Estaba en comiendo en la cafetería cuando de pronto me encontraba viendo a Morinaga en el bar gay besándose amorosamente con un tipo, la indignación recorrió mi cuerpo y sólo puede gritarle:

—  ¡MORINAGA! …¿Por qué haces esto? Creí que te quedarías conmigo para cuidar a nuestro bebé.

Se aproximó a mí y me dio unas sacudidas en el hombro, las lágrimas recorrían mi cara cuando.

—Tatsumi sempai… disculpe.

Me sacudía el hombro uno de mis asistentes y seguía en la cafetería. Aparentemente me había dormido y soñaba esas cosas tan absurdas ya que Morinaga no haría una cosa así, o eso esperaba.

Esa tarde llegué muerto de cansancio y me quedé profundamente dormido en el sofá; unas horas después desperté y era bastante tarde, por lo cual moría de hambre, así que fui a la cocina y encontré la cena hecha. Entonces recordé ese sentimiento de intranquilidad que me producía el no saber lo que Morinaga hace a  la una de la madrugada en un bar gay. Me dispuse a cenar por el bien de mi pequeño puesto que le hace mucho mal que no coma nada.

Mientras devoraba los alimentos él llegó, sentí una gran tristeza pensar las cosas sucias que estaría haciendo con alguien más, que simplemente no le dirigí la mirada.

— ¿Qué haces despierto sempai? Deberías estar durmiendo, es malo que te desveles para nuestro bebé.

— ¡Qué rayos te importa! Llegas a la hora que quieres y te atreves a decirme algo sobre mis horas de dormir.

— Lo siento sempai, de verdad es que Hiroto tiene problemas y debo ayudarlo. Mañana también debo estar ahí, no creas que eso me gusta, estoy obligado a estar ahí.

— Si estás obligado deberías quedarte.

— Ya te dije que no puedo, de verdad disculpa, mejor voy a dormir, ya sabes que mañana trabajo.

Sin explicarme nada, el maldito idiota se fue a dormir, ahora más que nunca me preocupaba toda esta situación, por lo cual mañana lo seguiré a ese bar para asegurarme que las cosas son como él dice. 

Una vez que me levanté, la intranquilidad me daba mucha más acidez en el estómago, las náuseas eran terribles. Las lágrimas salían de mis ojos mientras vomitaba, pero solo es un pretexto que uso, pues realmente quiero llorar para sacar la frustración, no puedo exigirle nada puesto que no podemos ser nada. A pesar de ello quiero verlo, no puedo con esta angustia de pensar que se acuesta con otra persona al mismo tiempo que lo hace conmigo. Necesito saber realmente si está besando a alguien más, si toca otra piel. Es preciso juzgar si las antiguas palabras de amor se perdieron en el viento.

Notas finales:

Quedo atenta a sus comentarios


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).