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Ni en otra vida podrías negarlo. por patyunam

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Notas del capitulo:

Saludos, ya se que esperan las continuaciones de lo demás, pero con ánimo de no extenderme con más historias estoy por terminar esta, de manera que les dejo el segundo episodio.

 

Capítulo 2: Ni tu deseo sexual podrías negarlo.

Ninguna cosa puede ser más mágica que el primer beso, aunque ambos chicos que conocían lo que era dar besos a mujeres sin tener alguna emoción más allá de amistad, cuando percibieron aquella calidez por primera vez en el interior de su corazón, al tiempo que los delicados labios de su pareja se movieron con ternura, fue completamente distinto. El temblar de los cuerpos y la pasión rodeando con deseo, puesto que las endorfinas del enamoramiento se irrigaron por primera vez. También por culpa de los cuerpos vírgenes ante este tipo de sustancias que simplemente posibilitaron de una manera expedita el calor en la entrepierna de ambos hombres sujetos, prácticamente amarrados en medio de un abrazo que procuraba unirlos y disfrutar esa tranquilidad luego de tantos días de extrañarse.

Además de las feromonas y un sinfín de hormonas que secretaron esos ardientes cuerpos, los unía algo mucho más importante, un constante ciclo de compañía mutua sobrellevada de una manera armoniosa y agradable. Por otra parte esto no significaba que no sintieran deseo sexual, pero por el momento ambos se rehusaron a aceptar algo sobre las reacciones de sus cuerpos, de manera que en cuanto el miembro de Morinaga despertó de manera tan repentina y sintió la sangre fluir a esa zona, el miedo lo invadió, detuvo el beso para frenar de golpe aquel calor que cosquilleó desde ese lugar. Por su parte Souichi ignoró completamente las respuestas de su cuerpo, se dejó llevar por las emociones que envolvieron cada parte suya.

— Si soy gay sempai, no sólo me ha gustado eres tan asombroso con la lengua que quiero volver a… mmmmmnnn. — Expresó Morinaga volviendo a unir sus bocas.

Nuevamente sujetos en los cálidos brazos uno del otro, se sumergieron en la placiente sensación que los llenó completamente con un gesto sonrojado.

Despegando sus labios bajaron la mirada, no podrían creer que algo tan distinto a los estándares de la naturaleza pudiera sentirse tan agradable en la boca. El sabor de la saliva de su buen amigo, el toque de la piel de sus manos en el rostro y cada poro transpiró enamoramiento tierno. Nunca se imaginaron envueltos en algo tan espectacular que pudiera llevarlos a perderse en otro ser humano.

Souichi por su parte no quería averiguar los alcances de esta nueva situación, prefirió ignorar las cosas y retirarse cobardemente a su habitación diciendo:

— Estoy algo cansado, ayer bebí demasiado y necesito dormir.

Tetsuhiro no quería detenerlo, el saber que su sempai era capaz de hacerlo fantasear y no terminar de aceptar que el deseo de su cabeza era tomar a ese hombre en brazos por el resto de su vida lo confundió, sin embargo no pudo detener el impulso de querer alargar el encuentro, anhelaba poder recordar el vínculo que los había hecho increíbles amigos:

— Sempai… quería saber si te gustaría acompañarme a cenar. — Expresó Morinaga casi gritando en sus adentros que su amigo se rehusara para evitar su incomodidad.

— ¿Qué preparaste?

— Sopa miso, arroz y camarones fritos.

Tatsumi no pudo evitar aceptar con tan buen cocinero, de manera que se adentró en el departamento puesto que ambos no habían pasado de la puerta.

Suspirando con ansiedad se sentaron sin poder hablar, las palabras no salieron durante la cena. Las miradas no se cruzaron ni por accidente, hasta que de pronto los palillos de Morinaga chocaron con los de Souichi al tomar el mismo camarón frito del recipiente:

— Lo siento sempai. — Expresó Morinaga observando aquellos ojos miel y las mejillas ruborizadas de su amigo.

— ¡Ya deja de verme así! ¡No lo soporto! ¡Me incomodas! — Recriminó Tatsumi.

— ¡Así cómo sempai! ¡No he hecho nada! Nada más mírate tú, tienes la cara roja y me pones de nervios.

Las respiraciones aceleradas se hicieron notorias, Souichi colocó sus manos en su rostro para percibir el calor que se agrupo de prisa cuando la frase lo puso en evidencia. Morinaga no supo que hacer luego de decir aquellas palabras, pues el momento se tornó todavía más incómodo.

— Creo que me tengo que ir Morinaga. — Dijo terminantemente Souichi.

— Adelante sempai, disculpa por retenerte, creo que esto no va a funcionar.

Souichi salió sin detenerse, esas palabras de alguna manera, lo perturbaron:

"¡Qué no va a funcionar!" Pensó con molestia, entro a su casa y al cerrar la puerta del solitario departamento, miró a la pared que lo conectaba con él. Nuevamente las palabras "No va a funcionar" resonaron en el eco del silencio. Sus manos fueron a sus labios que recordaron aquella sensación excitante y ardiente.

Se sentó a pensar algunos minutos sobre las palabras de Natsuki y las del chico de cabello azul, por lo que simplemente no quiso dejarlo ir, ¿sino funcionaba y no pudiera volver a dirigirse a él de la manera tan cómoda que antes tenían? ¿Podría quedarse solo volviéndose extraños? Cubrió su rostro con ambas manos pensando si de verdad estaba dispuesto a que funcionara, ya que él no era gay. Notó de inmediato que su kohai es una persona retraída, llena de dudas y luego de ser rechazado en el primer beso que le dio, comprendió que él se apartaría si lo dejaba. Se levantó gritando:

— ¡No es posible! ¡Maldita sea! ¡De verdad tengo que hacerlo todo yo!

Dio algunas vueltas por el apartamento, pretendió tomar un cigarrillo pero recordó que a él no le gustaba verlo fumar, por lo que tembló entre sus dedos y lo rompió arrojándolo a la basura. Se aproximó a la puerta y justo al abrirla su kohai parado frente a él retrocedió dando un par de pasos de espacio personal entre ambos.

— Morinaga en realidad no… bueno es que yo quiero que sigas siendo mi amigo, no me gusta esta sensación extraña que pasa, ¿podemos olvidar lo que ocurrió?

— Tiene razón sempai, hay muchas cosas que necesito comprender antes de volvernos novios.

— ¡Novios! ¡Estás loco!

— Cuando me dijo que me quería ¿no fue porque nos volvimos novios?

— ¡No! ¡De ninguna manera! ¡No soy gay!

— Creo que no comprendí entonces. Además usted fue quien me besó y hoy hubo otros besos, ¡muchos! Siento malentender sempai, usted intentó ayudarme y por ello descubrí que me gustan los hombres. No se preocupe, cuando llegue el momento encontraré alguien que quiera estar conmigo, jamás lo obligaría a algo así. Creo que me voy a casa.

— ¡No de nuevo! — Expresó Tatsumi metiendo a jalones a su ayudante al departamento para decirle: — No soy gay pero me gusta tu compañía.

— Si sempai, también me gusta la suya pero si no es gay, yo necesito marcar límites, quiero saber que se siente una relación con un chico, si de verdad soy gay. No estoy listo para un noviazgo, sin embargo quería ir paso a paso, mas contigo que eres mi superior, digo con usted sempai. Mejor me voy…

— ¿No sabes si eres gay y me exiges que yo lo sea? ¡Eres tan injusto!

— Al menos yo no lo niego, no necesito más confusión en mi vida, yo no sé lo que quiero y si tú vas a rechazarme pues prefiero buscar a otra persona que quiera crecer conmigo.

— No te rechazo en ningún momento dije que no quisiera, solo no soy gay pero esto que hacemos me hace sentir tranquilo.

— Eso quiere decir que los besos de hace un momento ¿te parece bien hacer algo así aunque usted no sea gay?

— Quien dijo que tenemos que catalogarnos para poder estar juntos.

— Me parece aún mejor ¿entonces puedo investigar contigo sobre mis preferencias?

Souichi asintió nervioso, luego caminó alejándose de Tetsuhiro, sin embargo dentro de su propio departamento cómo podría escapar; de manera que fue seguido al interior del lugar muy cerca por su asistente.

— ¿Por qué vienes detrás de mí?

— Es que quiero un beso, creo que me encantan tus labios sempai.

— No todo el tiempo … mmmmmmnn. — Expresó Souichi siendo besado por él.

De nuevo la vorágine de emociones se regaron en los chicos. Con una sonrisa traviesa Morinaga observó a su amigo con el que descubriría los alcances de sus deseos, pero fue interrumpido:

— No vamos a hacer esto a cada rato, no podemos ir en la calle ni mucho menos en el trabajo besándonos, preferiría mantener esto sólo entre nosotros.

— Por supuesto sempai, opino lo mismo, nadie debe saber, mucho menos mi familia o van a tratarme como aquella vez que desearía olvidar. Bueno y a todo esto ¿quién te dijo que me mudaría?

— Fue la odiosa de Natsuki, me engaño para que te dijera todo eso.

— Me alegro, ella es una excelente persona, no puedo creer que te empujara a hacer esto siendo que ella te adora. ¿No estaba triste? Estoy algo preocupado por ella, he intentado llamarla desde hace dos semanas y no me ha recibido ninguna. ¿Puedes explicarme qué ocurrió?

— Es que ella hace dos semanas terminó conmigo porque dijo que yo no la amo y que... y que … estoy enamorado de otra persona.

— ¿De modo que me amas?

— ¡Quién dijo que fueras tú! Arrogante y presumido kohai.

— Entiendo, no me amas sólo me quieres, de todas formas me hace feliz saberlo. Tú me gustas y también te quiero, siento lo mismo por ti, por primera vez anhelo besar y ser besado por alguien. Soy feliz de tener tanto que dar a otra persona, algo de verdad sentido aquí en mi pecho. Aunque tengo miedo.

— Es hora que me digas. ¿Por qué tienes tanto miedo de tu familia? Si yo fuera tú no dejaría que me mandaran a casarme con alguien.

— ¿De verdad? ¿Entonces por qué te ibas a casar con Natsuki? Recuerda que ella me contó que tu madre fue quien hizo la propuesta de matrimonio. Tengo algunas dudas ¿Tú la amas? ¿Te gusta? Es que me siento extraño. Ella terminó contigo porque supuso que tu tenías sentimientos por mí ¿pero y por ella? ¿Qué sientes por ella? Te veías muy triste y distante cuando terminaron, no se… ¿si me llego a enamorar de ti me abandonarás por ella sí regresa?

El chico rubio agachó la mirada, no tenía idea de cómo ordenar los pensamientos, no podría evadir la verdadera razón de que un hombre podía mover su mundo en vez de una chica. El sonrojo se hizo notorio en su rostro entonces respondió:

— Es que con ella nunca sentí algo especial. Nunca me causó algún deseo, ni sus besos... ¡No me hagas decirlo! Tú debes saber. Natsuki es como una hermana y tú… eres algo distinto.

— Ella me agrada, creo que deberíamos hablarle. Tengo que agradecerle y tenemos que cuidar de ella, debe estar sola y deprimida.

— Tienes razón, hoy no parecía muy animada. Además tengo que matarla lentamente por burlarse de mí.

— Yo creo que si no lo hubiera hecho estaríamos separados y justo ahora soy tan feliz de estar contigo para juntos conocer estas cosas tan nuevas. Vamos a verla mañana y salgamos como todos los fines de semana.

Tatsumi suspiró pesadamente pensando en lo complicada que se había transformado su propia vida, ahora con una relación distinta con su kohai que no era noviazgo pero si algo mucho más fuerte que una amistad y una ex prometida metiche como su madre que no quería ver triste.

— Tienes razón Morinaga.

— Entonces me voy a casa para dormir y nos vemos en la mañana.

— No tienes que portarte así, es temprano y podemos quedarnos a charlar, después de todo somos amigos. Además tengo algunas cervezas en el refrigerador.

De esa forma un temeroso kohai se quedó invitado a beber un poco y unir sus labios a los de su superior un par de veces hasta conseguir tanta excitación que se despidieron en la entrada deseosos.

En la mañana muy temprano, Souichi tomó una ducha e impecable tocó a la puerta de su kohai para desayunar juntos. Tetsuhiro lo esperaba emocionado preparando los almuerzos y el desayuno. Lo recibió ignorando el hecho de que deseaba besarlo un poco, sintió algo de temor que su superior pudiera cambiar de parecer respecto a su nuevo tipo de relación. Se ayudaron con la preparación de los almuerzos y los leves roses accidentales de sus cuerpos, los hicieron sentir nervios y emoción.

Ignoraron todo tipo de cosas referentes al día anterior, no mencionaron ningún hecho ni cosa que los avergonzara y en cambio hablaron de lo que les apasionaba también, el trabajo.

Poco más de una hora después, marcharon a casa de Natsuki con planes de visitar lugares de interés en Nagoya, la ciudad natal de Souichi y la misma en la que ella decidió radicar, para visitar a los Tatsumi.

Llegaron finalmente para encontrarla hecha una facha, incluso no les quiso abrir la puerta hasta que Souichi gritó:

— ¡Abre ahora! ¡Que me la debes!

En ese instante la puerta se abrió con cautela. Desde el interior la diminuta chica de cabello negro los observó con sus ojos tristes en pijama. Con suma curiosidad se percató que venían los dos chicos juntos.

— ¡Qué hacen aquí! ¡No deberían estar disfrutando su tiempo juntos!

— ¿Nos dejarías pasar? Te traemos algo de almorzar, pero por lo que se ve será tu desayuno. — Replicó Morinaga fijándose en el atuendo de la chica.

— ¿No podrían volver en unos veinte minutos cuando me dé una ducha? — Expresó casi cerrando la puerta en la nariz de Souichi, sin embargo él metió un pie impidiendo que cerrara. Recriminándole:

— No podemos, es ahora o nos largamos.

— Además te esperaremos a que te arregles, no te preocupes, no te juzgaremos. — Complementó Tetsuhiro para aliviar la tensión.

— Como digan, sólo no se fijen en el desorden. ¿De verdad no preferirían ir a divertirse por ahí juntos y olvidarse de mí?

— ¡Ya ve a arreglarte! Mientras te esperamos en la sala.

Natsuki sin responder caminó rumbo al baño, mientras los chicos pasaron. Souichi no notó nada distinto, en realidad no le preocupaba el aseo del departamento suyo o de alguien más. Tetsuhiro era otra historia distinta, él se percató del desorden y con curiosidad preguntó discretamente a su amigo si siempre se había visto así el lugar, ya que suponía que Natsuki es una chica detallista:

— Bueno ayer estaba así, pero normalmente esta todo ordenado, debe tener cosas más importantes que hacer. — Respondió ante la duda Tatsumi.

— Yo creo que está deprimida. Vamos a limpiar un poco mientras ella se arregla.

Los dos chicos fueron a la cocina buscando bolsas de basura y encontraron en los cajones la caja con muchas de ellas, recogieron una infinidad de recipientes de comida rápida entre envolturas de chocolates y demás cosas. Arreglaron la mesa y en la cocina lavaron los platos y trastos en equipo hasta que Natsuki apareció.

— No tenían que molestarse, me siento muy apenada. Yo pretendía limpiar hoy, disculpen.

— Descuida, no es nada. Sólo levantamos un poco de basura y casi terminamos con los trastes. ¿Verdad sempai?

— Natsuki ¡Por qué demonios no te ocupas de tus deberes! — Regañó Souichi.

— No puedes decir nada, tanto Natsuki como yo te hemos ayudado. — Refutó Tetsuhiro.

— Bueno Morinaga ¿dijiste que trajeron comida? Con gusto la pongo en la mesa mientras terminan. — Preguntó Natsuki hambrienta.

— Si está en la sala, adelante. — Explicó Tetsuhiro.

Natsuki suspiró mientras sacó de los envases la comida colocándola en platos y recipientes. Se preguntó qué hacían ese par en su casa tan temprano. Una angustia se generó en su pecho de imaginarlos regodearse delante de ella en ademanes cariñosos y palabras tiernas. Sin duda no podría soportar verlos besarse, le dolería ver que su chico rubio se notara amoroso y encantado con algo que nunca hizo con ella. Respiró profundo mirando al par sentarse a la mesa, no obstante su estómago rugió por el ayuno, de manera que comenzaron a comer.

Morinaga fue el primero en hablar mientras los alimentos iban a la boca de la chica, pues ellos no tenían casi hambre:

— Souichi me lo contó. Lo siento mucho, no tengo ninguna forma para pagarte por ocasionarte tanto dolor. Me sentí preocupado cuando no respondiste mis llamadas ni mensajes, pero comprendo, nunca quise que todo resultara a así. No entendí que él y yo… bueno gracias por ser tan comprensiva.

— Es cierto ¡Cómo te atreviste a burlarte de mí! Morinaga nunca te llamó a decirte que se mudaba.

— Lo siento Sou-kun, digo Tatsumi-san. Sólo quería ayudarte y por lo que veo ustedes ¿son novios?

— ¡Claro que no! Y no me digas Tatsumi que es algo tonto luego de tantos años de conocernos. — Respondió Souichi al instante sonrojándose.

— Gracias Natsuki, no le hagas caso a sempai. Sin ti jamás podríamos hablarnos todavía. Además estamos aquí para decirte que queremos seguir siendo tus amigos. Sólo si tú quieres seguir viéndonos. De hecho te he extrañado y seguro también sempai.

— ¿Entonces que pasó con ustedes ayer?

— Esos asuntos no te conciernen. — Respondió molesto Souichi.

— Se comprensivo sempai, ella te ayudó… nos ayudó… Lo que sucede es que yo estaba listo para cenar cuando sempai tocó a la puerta hecho una fiera, me gritó cosas como que me quería y no me dejaría ir. Luego le confesé que también lo quiero y si te preocupa, nosotros no somos novios o algo parecido, él no podría remplazarte tan pronto. Pero de verdad gracias a ti pudimos arreglar nuestros problemas, yo no tenía el valor de buscarlo.

Souichi no quiso hablar, simplemente se limitó a escuchar las cosas distinguiendo las lágrimas en los ojos de la chica. Tetsuhiro se aproximó hasta ella y le dio un sincero abrazo que la tranquilizó. Le hizo una sutil seña con los ojos para forzarlo a abrazarlos, a lo que el rubio negó con agitando su rostro. La mirada chantajista lo hizo levantarse y abrazarlos a los dos más forzado que por voluntad. Nunca comprendió como su asistente podía obligarlo de maneras extrañas y astutas a hacer cualquier cosa que él quisiera.

De esa forma los tres se hicieron compañía, salieron a pasear con Natsuki la cual se sujetó en medio de ellos de sus manos. Al final de día luego de sentirse muy bien de tener a sus dos amigos cerca, la chica de inmediato percibió su depresión marcharse, no había perdido a su novio, de hecho Souichi nunca fue en realidad un buen novio. Durmió tantas veces a su lado sin si quiera darle un beso, que en realidad debió aceptarlo tiempo atrás, pero el miedo de quedarse sola se lo impidió, no obstante ahora se percató que no lo estaba.

Tener dos buenos amigos en vez de uno fue gratificante, le causó un poco de curiosidad cómo se verían dándose un beso ese par de hombres tan atractivos, pero en ningún momento se acercaron el uno al otro con ese tipo de intenciones. Por supuesto que notó las miradas traviesas, más viniendo de Morinaga que parecía derretirse de emoción con algún gesto de Souichi simple, como tocarlo por "accidente". Porque su antiguo prometido cambió totalmente luego de conocer a ese chico de cabello azul, con tanta tranquilidad en sus ojos y el contacto que solía molestarle con otras personas dejó de serle repulsivo; mejor dicho, viniendo de su asistente fue algo que lo hizo sonrojar. Con un poco de envidia pensó que quizás esperaba un día que un chico se sonrojara de sentir el toque de su mano.

Respecto a Morinaga y su sempai, resultó mucho más simple y sin tanto estrés el pasar el día al lado de ella que los mantenía de cierta forma separados y lejos de pensamientos extraños como volver a besarse, tan sólo disfrutaron la compañía mutua que les pareció gratificante. A pesar de todo, tantas veces sus ojos se encontraron anhelantes de probar la boca del otro, procurando ignorar ese tipo de sensaciones, mucho más por ir acompañados.

El día terminó cuando dejaron a Natsuki en su departamento y partieron nuevamente a su casa en Tokio. El silencio incómodo volvió, se miraron un par de veces en el carro del tren y las manos muy próximas parecían moverse por sí solas a tocarse levemente mirando a todas partes no ser descubiertos por alguna mirada acusadora.

En una de las estaciones más concurridas, un tumulto de gente los aplastó uno contra el otro. Sus rostros quedaron recíprocamente en el hombro del otro. Percibieron los aromas venir del cuerpo temeroso de su amigo, las respiraciones nerviosas y los ojos que procuraron mirar en todas direcciones evadiendo que el calor que emanaba del otro, además del contacto tan íntimo los estaba poniendo un poco excitados. La provocación que surgió al hacer contacto con la vista se volvió inherente a responder con reciprocidad, los labios mojados en un gesto nervioso pero cargado de sensualidad los invitó a olvidarse del tumulto de personas que los rodeaban. Las manos de Morinaga rodeaban desde arriba a Souichi y las del chico rubio desde abajo quedaron prisioneras a sus costados.

Ambos cerraron los ojos para besarse, pues el momento arrebatador los consumió en fuego, hasta que de pronto anunciaron el arribo a la estación y muchas de las personas salieron devolviendo el espacio vital entre ellos que simplemente se separaron girando su cuerpo en otra dirección.

Una vez en casa, las ansias locas de besarse parecían morir en boca de los dos. Tatsumi prácticamente quería sentir el avance de Morinaga como las anteriores veces; desafortunadamente sin que este hiciera nada. Incluso en la despedida puerta con puerta, ninguno parecía dispuesto a ceder hasta que el chico rubio no resistió y quiso recriminar:

— Todo el día no has… dijiste que querías averiguar, pero tu bueno… y yo pensaba que… ¡Olvídalo!

— ¿Usted quiere un beso sempai?

— ¡Nunca dije algo así! Yo solo lo hacía para ayudarte. Me voy a descansar…

— Porque yo si quiero. ¿En mi departamento o el suyo?

Souichi se detuvo en seco al escuchar aquella confesión y deseos que él mismo tenía. Tetsuhiro abrió la puerta de su casa y con la mano indicó que pasara primero. Sin resistirse sempai camino hasta el pórtico en donde al cerrar pudieron finalmente besarse con ternura. Tantas horas sin probar los labios uno de otro que el beso duró bastantes agotadores y excitantes minutos.

— Bueno sempai, mañana hay que levantarse temprano y si gusta puede quedarse.

Una inocente invitación que había sonado como otra cosa lo hizo responder de inmediato:

— ¡Eres un pervertido! Nunca dijiste que íbamos a hacer algo así, además somos hombres y eso no es posible ¿o sí?

— Sempai calma, nunca dije eso. Se supone que somos amigos y antes solía quedarse, nunca en mi cama o yo en la suya. Si quiere hacer algo así tendrá que esperar mucho tiempo, ya que es una cosa para lo que en definitiva no estoy listo.

— Yo no te insinué eso… Creo que me voy a casa.

— Que descanses sempai. ¿Me das un beso antes de irte para soñar contigo?

El cuerpo de Souichi se crispo con nervios al escuchar una frase melosa, pero recobró sentido una vez que fue tomado en brazos con cariño. Ninguno entendía todavía por qué ese acto tan simple les traía tantas sensaciones agradables. Por lo que ambos chicos marcharon a sus camas mirando directamente en dirección donde seguramente está esa persona especial que cambia radicalmente el camino de sus destinos. Los ojos de ambos chicos se cerraron con un suspiro audible en el que volaron con la imaginación a nuevamente recordar cosas ocurridas durante su día hasta perderse en el mundo de los sueños.

Comprender un levantamiento arrebatado de sentimientos nuevos que sentía prohibidos en su cabeza, resultó complejo a la hora de charlar con su psicólogo Masato ese lunes por la tarde. Aunque mucho más complejo fue tener a su sempai esperando por él en la sala de espera fuera del consultorio. No tenía idea en qué momento se auto invitó Souichi, sin embargo recordó la manera sencilla de decirle:

"Tu sesión dura una hora así que puedo esperar para irnos luego por las compras de la semana".

Sin poder negarse Morinaga nerviosamente accedió, ya que para él un avance muy rápido era volver a hacer las cosas simples pero recordando que son una pareja. Mucho más se tornó la incomodidad en la sesión de tener que explicarle al hombre que procuraba ayudarlo que no sólo le gustaba un hombre, sino que tenía algunos días dándose algunos besos que se sentían magníficos, más que cualquier otra cosa.

— Muy bien Morinaga ¿cómo te has sentido estos días que no nos hemos visto?

— Yo … pues… genial Masato sensei.

— Desde que entraste te noto algo nervioso, ¿algo ocurrió que necesites expresar?

Las palabras "Souichi" murieron en su boca una vez que intentó pronunciarlas, quería gritarlo: "salgo con un chico". Pero su cabeza le impidió expresarlo. Nuevamente Masato insistió:

— ¿Qué hiciste el fin de semana?

— Yo pues… resulta que salí con…

En ese instante un grito salió de fuera del consultorio fuerte y claro. La voz de Souichi en la sala de espera:

— ¡Señora por favor haga callar a ese mocoso que me irrita!

Fuera del consultorio el grito se debía a que un berrinchudo niño molestaba a su madre exigiendo marcharse de inmediato, más allá de callarlo aquella señora prefería ignorarlo con el celular riendo de comentarios que sus amigas le hacían por medio de redes sociales. Procuraba distraerse de darle un poco de atención que al pequeño que comenzó a hacer tremendo berrinche; gritando varias veces y pataleando. La paciencia de Souichi se agotó gritando aquella frase que fue la más tranquila que pudo articular luego de todas las cosas que había pensado.

El psicólogo no tuvo más remedio que salir puesto que no iba a permitir que desestabilizaran el ambiente tranquilo de su consultorio. Ni el suyo o de los demás compañeros que laboraban en ese edificio que comparte con dentistas y médicos.

Morinaga avergonzado asomó la cabeza mientras vio al señor Masato caminar donde yacen sentadas las personas en la sala de espera. En un gesto de fastidio, Souichi se alejó lo más lejos que pudo de aquellas personas. En la distancia miró a Morinaga mientras el psicólogo le dijo:

— No puede alzar la voz de esa forma en estas instalaciones ¿A qué consultorio viene?

— Yo no vengo a ninguno, sólo espero que salga Morinaga de su consulta.

— Ya veo. Morinaga es mi paciente y le suplico que intente tener compostura mientras él sale de la consulta.

Con un gesto de desagrado volteó los ojos arriba demostrando su irritación y continuó mirando su celular para distraerse. El señor Masato por otra parte quedó fascinado de saber que su paciente que teme ser gay trajo al chico del que estaba enamorado. No dijo nada al ver la actitud arrogante y neurótica de la pareja de Morinaga pero lo miró discretamente con curiosidad.

Volvió todo nuevamente al silencio con Masato viendo claramente a su paciente regresar a prisa a sentarse al sofá de su consultorio.

— Muy bien Morinaga creo que tienes muchas cosas que platicarme. ¿Por qué no comienzas con lo que ocurrió con tu sempai que está afuera sentado?

Luego de muchos nervios y tartamudeos logró exponer todo lo que los últimos días aconteció con ellos. No tenía forma de decir qué tanto adora sus besos y lo dulce que le saben en su boca; aunque el señor Masato comprendió el alcance de aquellas emociones que salieron libremente describiendo en palabras temblorosas la manera en la que impacta su vida aquel tirando de la recepción. También advirtió que el chico en la sala de espera, a pesar de no aceptar que entre ellos hay algo más que amistad, es mucho más libre en su forma de ser, puesto que él inició esa nueva etapa en su relación.

Con agrado sonrió escuchando las aventuras de los tres y descubrió que la chica fue un catalizador en la que ambos hombres se excusan para ignorar sus deseos nacientes. Una vez que permitió a su paciente hablar y hablar con entusiasmo comenzó lo interesante, charlar sobre sus sentimientos respecto al chico que aguarda fuera. La confusión en Morinaga sobre ser gay desapareció ya que aceptó de manera simple el hecho de querer al chico y de gustarle. Como la mejor medicina, esa nueva relación sin nombre podría facilitarle el abrir su corazón y amar, olvidando lo que tanto le repitieron es algo malo de sentir por alguien de su propio género.

Con el pasar de las consultas el señor Masato un poco preocupado por el chico algo neurótico y violento sugirió un par de sesiones a su lado cosa que no pudo conseguir Morinaga ya que Souichi se rehusó a ver a su "loquero".

El tiempo se volvió agua entre sempai y kohai, todo el día juntos sin aburrirse o cansarse del otro. Aprendiendo que los besos son algo especial que sin importar el paso de los días que se hicieron semanas y meses, les producían un placer que conforme el tiempo se acumuló de deseos que se tornaron demasiado simples para expresar los nuevos anhelos de sus cuerpos. Los fines de semana que podrían ser peligrosos para hacer algo más que besarse, afortunadamente tenían a una chica entrometida que los hacía volverse un par de amigos frente a ella.

Con forme pasaron las semanas Natsuki también comenzó a abrir su corazón a una nueva relación, un chico un tanto más joven que ella estudiante de la universidad la acosaba un poco luego de encontrarla llorando en un parque, días después que terminara su relación con Souichi. Sin embargo no le había dado importancia hasta que algún tiempo después comenzó a toparse con él frecuentemente en el centro comercial, en cafeterías, al salir del trabajo. Fue que luego de varias invitaciones y múltiples rechazos, ella decidió tener una cita con Tadokoro. La química entre ella y aquel joven se volvió perfecta, a tal grado que les pidió a sus bueno amigos no visitarla los fines de semana para poder pasarlos en compañía de su nuevo novio. Nunca disfrutó algo tan hermoso como una relación con alguien que estaba loco por ella, de la misma forma ella se sentía inmensamente feliz conviviendo con él.

El día en que Natsuki les comentó a su par de amigos en el teléfono que le permitieran salir con un chico en vez de ir a visitarlos a Tokio, Morinaga se alegró muchísimo, sin embargo Tatsumi se portó algo sobre protector expresando:

— Si ese tipo de atreve a lastimarte no dudes en avisarnos e iremos a matarlo lentamente.

Para Natsuki fue un acto que sólo un hermano mayor haría por ella, sintió unas lágrimas caer por su rostro al responderle a sus buenos amigos que eran su única familia:

— ¡Gracias chicos! No dudaré en hablarles. ¡Los quiero mucho!

Con el paso a una nueva fase sin Natsuki para usarla de pretexto, ambos temían seguir con lo que secundaba a las caricias, no podían decir nada a su pareja, puesto que ya lo eran sin haberlo expresado correctamente. En los sillones de sus departamentos cada que conversaban a solas los besos se desataban junto con las manos traviesas de Morinaga que recorrían el torso de su sempai como si pudieran desnudarlo sin realmente hacerlo. Tantas veces se imaginó metiendo su mano para sentir esa dureza que se pegaba a su cuerpo al hacer caricias con Souichi sobre él en el sillón de forma atrevida.

Por su parte sempai no podía evitar imaginar desde hacía semanas el que ese chico lo llevara a la cama y tocara de esa misma forma aunque sin ninguna prenda puesta. Su miembro reaccionaba justo antes de dormir con una dureza que no desaparecía ni tratando de ignorarla. Tantas veces se imaginó los labios sonrosados succionar la cabeza de su pene hasta correrse en esa boca. Las fantasías se volvieron tan reales que no tenía idea cuanto resistiría sin lanzarse a desnudarlo. Al principio intentó negar aquellos deseos, pero se rindió luego de tener una infinidad de sueños eróticos en los que se veía con su hermoso asistente desnudo sobre él frotando su eje y el suyo juntos hasta tener un orgasmo. Desde ahí que no podía dejar de pensar en ello, sin saber en realidad la forma en la que ellos podrían unirse.

Supuso que quizá al usar su trasero para sustituirlo por una vagina podría ser anti natural y seguramente doloroso, a razón de que una vez intentó meter dos dedos sin lubricación para comprobarlo, sin agradarle para nada esa sensación. De manera que supuso que frotarse con el cuerpo de su amante podría ser la gratificación buscada o quizá las caricias con la boca podrían llevarlo al éxtasis esperado.

Por su parte Tetsuhiro sentía exactamente lo mismo que su sempai, pero el temor a volverse totalmente gay le impedían pensar que fuera buena idea llegar más lejos. Además que recordó algunas cosas que le había explicado el amigo de su padre en una de las sesiones sobre operaciones en desgarres del recto por ser homosexual; le aterrorizaban definitivamente como para negar su sexualidad a piedra y lodo. Su cuerpo pedía una respuesta ante las continuas erecciones en las que procuraba evadir la lujuria que invadía cada poro. Conforme se volvió común a todos los días el tocar con excitación a su pareja, al retornar a su habitación llegó siempre sudando emocionado a masturbarse imaginando las mismas cosas que Souichi, con la diferencia que sentía culpabilidad luego de ello, con una profunda insatisfacción que mermaba la necesidad de entregarse a ese afecto que cada vez le exigía su cuerpo con mayor ahínco.

Moringa avanzó en las sesiones respecto a disfrutar de su relación con sempai, a tal grado que comenzó a decirle por su nombre, mucho más cuando ambos envueltos en besos y caricias se regodeaban de placer. Terminó por aceptar que las cosas deberían hacerse formales y mientras tenían una "cita", ya que ninguno mencionó que así fuera, simplemente salieron a comer fuera y ver una obra en uno de los teatros de Tokio, decidió que quería poder tener un noviazgo.

Toda la velada se encontró pensando cómo decirlo, sus manos sudorosas se restregaron una contra la otra en la cena. Lo miró un par de veces mientras soltó una que otra carcajada en el teatro y finalmente caminando en una solitaria calle se detuvo mirando a todas partes y sujetó sus manos antes de que alguien pasara y preguntó:

— Souichi… luego de este tiempo…

— Qué haces Morinaga suéltame de inmediato, alguien puede venir. — Recriminó sempai intentando liberarse.

— Este par de meses… resulta que… Quiero que seas sólo mío y que no te fijes en nadie más.

— ¡Qué estupideces dices! ¡Fijarme en alguien más!

Un par de personas caminaron cerca de ellos y de inmediato se soltaron sonrojados. Souichi se adelantó y al pasar por un callejón al lado de una tienda Tetsuhiro lo jaló abrazándolo justo a la oscuridad de ese lugar para decir en su oído con muchos nervios:

— ¿Te gustaría ser mi novio?

Entre balbuceos tímidos Tatsumi no podía responder hasta que fue besado lentamente. Morinaga sonrió con tanta placidez que una respuesta salió de los labios de su sempai sin evitarlo, en la voz más baja que solamente el hombre a su lado escuchó:

— Si…

Nuevamente se dejaron llevar con los besos, hasta escuchar el murmullo de personas que pasaron muy cerca obligándolos a marchar a casa a continuar demostrando su afecto. Ninguno de ellos podía creer que ahora un compromiso los unía, transformando su relación en una cosa todavía más extraña.

Una pertenencia se creó para forjar algo más íntimo. La única persona en saberlo fue Natsuki con una llamada primero de Tetsuhiro que emocionado le dijo:

— ¡Le pedí que sea mi novio y dijo que si!

Algunos minutos más tarde otra llamada ahora de Souichi se escuchó:

— Natsuki, no sé en qué momento ocurrió pero Morinaga…

— Si Sou-kun, él me habló y me comentó que son novios oficialmente. ¡Muchas felicidades! Ya era hora, tengo tres semanas con Tadokoro de novios y ustedes apenas.

Natsuki se encontró sorprendida de saber que sus amigos apenas formalizaron su relación, sin embargo nunca les dijo nada que resultara invasivo, sobre todo por conocer a Souichi que se crispaba cada que ella con curiosidad preguntó sobre los besos o ¿qué sentían de distinto al estar con un chico?

Ahora escuchar de boca de ambos las buenas nuevas le causó alegría, se preguntó si ellos tenían sexo, ya que gustaba de leer novelas románticas y entre ellas leyó alguna vez homoerotismo. Pero decidió guardarse sus propias conjeturas.

El nuevo vínculo de noviazgo aparentemente no cambió nada entre ellos, sin embargo en el chico rubio las dudas lo asaltaron, ya que a pesar de que durante toda su vida miró como modelo a seguir una relación de pareja heterosexual, en referencia a la de sus propios padres. Le parecía raro tener un chico como su novio, no obstante lo que más empezaba a molestarle es el hecho de que quería avanzar más y llegar lejos en tocar al chico que tanto amaba sin reconocerlo todavía. Esperando que su kohai decidiera finalmente progresar un poco más en todo y llevar sus manos hábiles que suelen recorrer su anatomía sobre la ropa, ahora a sujetar su miembro que cada día se pone erecto por culpa suya.

Los nervios se le pusieron de punta al juntar su cuerpo todos los días acariciando y siendo acariciado, incluso percibió dolor en los testículos luego de sobrepasar el límite de precalentamientos sin pasar a la liberación. Decidió forzarlo un poco luego de darle vueltas los días anteriores, pues con naturalidad pensó "Es mi novio y tengo derecho a tocarlo".

Sempai aguardó con paciencia al fin de semana, además le tomó mucho tiempo pensar en darse el suficiente valor para todo ello. Días atrás a punto de meter una mano dentro de los pantalones de su asistente fue tumbado al sofá perdiéndose en el dominante afecto que percibió, aunado al miedo de imaginar cómo sería tocar un pene distinto al suyo.

El viernes llegó por fin, de manera que pidió a su kohai quedarse en casa a mirar una película y beber algunas cervezas. Algo un poco inusual ya que acostumbraban salir a muchos lugares los viernes después del trabajo. Vestidos en trajes llegaron con comida comprada, las bebidas y botanas. Ninguno pretendió cambiarse de ropa y arribaron al departamento de Morinaga que por ser el más hacendoso, les resultó propicio ensuciar su lugar. Sentados en el piso bajo el sofá cenaron, y el alcohol usado como valentía liquida por Souichi, le permitió iniciar el encuentro.

La resistencia al momento de abordar a su kohai y reclinarlo contra la parte baja del sofá se tornó seductora, agitó su cadera masturbando su propio miembro contra el de su pareja, a pesar de no retirar sus pantalones sintió la gloria de realizar algo tan atrevido. Su juicio se marchó luego de llegar a un punto sin retorno, apresando a Tetsuhiro en besos invasivos que le impidieron moverse, bajó sus manos con velocidad a desabrochar los pantalones que afortunadamente ya no tenían el cinturón puesto. Su asistente se atemorizó al sentirse acorralado por aquellos embates de lujuria, intentó apartarlo pero en ese instante las manos de su sempai sujetaron su hombría y en ese segundo no pudo más contra su cordura. El alcohol y tantos juegos previos, en conjunción con su represión que no le había permitido liberarse como requería, lo hicieron jadear en el oído de Souichi que continuó con destreza moviendo la mano. De inmediato Tatsumi pretendió sacar su propio miembro a moverlos juntos pero su kohai se quejó:

— No… hagas eso sempai…

— ¿Por qué no? Te gusta… — Movió más aprisa la mano percibiendo el cuerpo de su kohai acelerarse en su respiración y la compresión de sus ojos.

— ¡ah!... !no!… ¡suéltame! … aaaaggghhh.

Tetsuhiro tuvo un orgasmo con muy poca estimulación, empujó a Souichi y corrió a su habitación dejándolo totalmente confundido y enojado.

Con semen de su compañero en la mano se sintió extraño, como si lo que hizo fuera una cosa mala. El rechazo lo hizo quedarse inmóvil en el suelo, en espera a que regresara su kohai a explicar su conducta. Los minutos pasaron haciéndolo sentir cada vez más triste, su cabeza no caía en cuenta de la mirada de ¿molestia? O quizás ¿Temor? En los ojos verdes de su novio.

El alcohol que aletargaba sus sentidos contuvo su respuesta, hasta pararse trabajosamente y caminar contrariado hasta la puerta de la habitación:

— ¿Morinaga? Oye, abre la puerta.

— Sempai ve a tu casa, déjame solo.

— ¡Que rayos te ocurre! ¡Abre ahora para que hablemos!

— No quiero… Esto está mal.

— ¡Como quieras!

Souichi salió hecho una furia a su departamento, no comprendió ni un poco aquella reacción de horror ante algo que acontecía en la privacidad. Mucho más a él que le parecía raro tenía ganas de llegar más lejos que su pareja.

El intentar romper las barreras con Tetsuhiro y ser rechazado tan tajantemente le dolió demasiado, incluso quiso hablarlo luego de lo ocurrido, cosa que le pareció una súplica y él no era de esos que suplican por algo, mucho menos puesto que le habló a una puerta cerrada.

Su orgullo herido y el enojo lo hicieron ir a la cama pensando en que no buscaría al imbécil de su novio en un tiempo, pero al recostarse pensando una y otra vez en el problema no pudo conciliar el sueño. Tomó el teléfono y llamó a la única persona con la que podía hablar sobre algo así.

— ¿Hola Sou-kun? ¿Ocurre algo malo?

— ¡Morinaga es un idiota!

— ¿Podríamos hablarlo por la mañana?

— ¿Estabas dormida?

— Por qué no vienes en la mañana y le diré a Tadokoro que lo veré más tarde u otro día.

— ¡No te preocupes! Ya no importa, mejor ve a dormir.

— No te hagas la víctima que son las tres de la mañana y me estás hablando. Dime que pasó entonces. Te escucho.

— Olvídalo son cosas personales que no tengo que decirle a una chiquilla como tú.

— Mira Souichi, tengo sueño, me siento cansada porque esta semana tuvimos auditoría y no he dormido bien, pero quiero saber qué pasó con Tetsu ¿Acaso tendrá que ver con alguna otra persona?

— No Natsuki, no es alguien más. ¡Simplemente lo odio por ser tan tonto!

— ¿Su familia volvió para las citas de matrimonio?

— ¡No es eso!

— ¡Entonces maldita sea! ¿Qué es?

— El y yo … bueno es que…

Luego de algunos minutos de silencio Natsuki expresó molesta:

— Mañana si quieres yo voy a Tokio y lo hablamos, ¡pero por favor déjame dormir!

— No es necesario yo iré a Nagoya, no quiero estar aquí para encontrarlo. Llegaré temprano así que más te vale esperarme despierta.

Sin responder Natsuki colgó y Souichi procuró relajarse hasta dormir muy poco.

Muy temprano se levantó partiendo directamente a Nagoya en donde fue recibido por una contrariada chica. La expresión de Souichi de angustia preocupó a su amiga que lo hizo pasar y lo invitó a comer en su departamento.

— ¿Entonces qué pasó?

— Él y yo… ¡Es que es un tarado!

Natsuki de antemano supo que aquello que molestaba a su amigo debería ser algo muy personal. Sin embargo no podría hacerlo hablar tan fácilmente sin ella adivinarlo antes.

— ¿Esto tiene que ver con que son novios?

— Es que él… no le gusta.

— ¿No le gustas tú?

Los ojos de su querido amigo se llenaron de lágrimas de impotencia, puesto que recordó el rechazo y nuevamente la sensación de vacío en su corazón.

— Si… me rechazó… — Expresó Souichi en su oído mientras ella lo sujetó entre sus brazos.

— No es verdad Sou-kun, Tetsu está loco por ti. El problema son sus padres, recuerda que lo tenían o tienen muy controlado. Yo creo que deberías hablarlo con él.

— No quiso hablar, se encerró en su habitación. ¡De ninguna forma voy a hablarle a una puerta!

— Ten paciencia, comprende que para él es difícil. Si de verdad lo quieres debes intentarlo.

— Él se cierra, yo soy un imbécil por tratar de hablarle.

— Lo entiendo amigo, yo creo que debes ponerle las cosas en claro. Te rechazó y a ti eso te hace sentir mal, entonces debes decírselo, además de poner en claro lo que tú quieres. Si él te hará infeliz no merece tus lágrimas.

— ¡Quién está llorando!

— Vamos a comer y te relajas un poco… Sólo cuando hables con él, no seas impulsivo.

La inquietud en el corazón del tirano fue mucha, sin embargo en Tokio Morinaga tampoco la pasó muy bien. Luego de sentirse tocado por el chico que tanto adoraba, una molestia recorrió sus pensamientos, se sintió sucio y confundido. Más que otra cosa adoró esa situación tan intensa, pero su conciencia lo castigaba repitiéndole lo repulsivo que eso resulta. Al escuchar el portazo que dio su novio al salir del departamento llamó inmediatamente a su psicólogo para concertar una cita urgente, ya que las sesiones ultimamente se habían espaciado a una vez a la semana. De manera que su angustia sería tratada en el consultorio nuevamente un sábado por la mañana con Masato Ryu.

En aquel consultorio el señor Masato vio ingresar a un muy angustiado paciente, de igual forma que la primera vez que lo conoció. Hecho un manojo de nervios lo observó sudar y respirar agitadamente, mientras las palabras salieron de su boca para tranquilizarlo:

— Morinaga relájate y explica cuál es la razón de tu intranquilidad. Recuerda que si lo hablas le quitas poder a los pensamientos que te torturan.

— Es algo muy personal, que no sé cómo empezar a contarlo.

— Todo iba muy bien entre ustedes ¿no es así? Lo que me digas no es tan grave, además que sabes que lo que cuentes en esta sesión es secreto.

Con un enorme suspiro Morinaga dijo:

— Estábamos en mi casa besándonos y él fue más lejos, me tocó de una forma lasciva y mi cuerpo respondió. No es que no se sintiera bien, pero después de eso me sentí sucio, me asustó y me horrorizo pensar a dónde nos llevará todo eso. No sé si usted lo sabe pero me explicaron que por tener sexo anal se lastima el recto e incluso deben operar a los chicos.

— Un segundo Morinaga, cálmate, seguro esas cosas te las dijo tu anterior psicólogo ¿no? ¿Recuerdas lo que te he repetido muchas veces? Todo eso que él te dijo fue para asustarte e impedirte ser libre. Yo no soy gay como ya sabes, sin embargo he tenido varios pacientes que sí lo son y jamás he escuchado que ellos se quejen de cosas así. Mi esposa es médica y tampoco me ha dicho que sea algo frecuente ese tipo de operaciones en chicos gays. Además no es malo estimular esas partes, siempre y cuando lo hagan con protección, relajados y con lubricante. No soy un experto en el tema por lo que te recomiendo que al lado de tu pareja consulten información sobre ello.

— Pero tengo miedo ¿Qué tal si me lastima o me duele mucho?

— No te estreses por eso, esa "zona" es bastante flexible y no creo que les ocurra nada si lo hacen con tranquilidad. Recuerda que si lo amas el sexo es parte de una relación. Seguramente él piensa lo mismo y quiere experimentar unirse a ti de esa forma personal y especial.

La discusión continuó un poco más, serenando al estresado chico de cabello azul que salió del consultorio avergonzado de tratar de esa forma tan cruel a su pareja. Tenía miedo de todo como siempre, pero entendió que requería hablar con él y buscar una solución a su problema. Al llegar no lo encontró en su departamento, o tenía miedo de que no quisiera abrir la puerta, de manera que volvió a casa a preparar un sinfín de platillos que sabía de hecho adoraba su sempai. Se disculparía de la única forma en que sabía conquistarlo: por el estómago.

Un par de horas más tarde intentó nuevamente, sin recibir respuesta ante sus súplicas, puesto que Souichi no se encontraba en la ciudad. Un amargo llanto salió de Tetsuhiro de imaginar los escenarios fatalistas en los que su sempai lo abandonaría por ser cerrado, de pronto como caído del cielo, el timbre se escuchó como eco en la soledad de su apartamento. Voló a la puerta abriendo y sujetándose con arrepentimiento a las piernas de su sempai de forma suplicante expresando:

— Sempai, lo siento. De verdad lo siento. Discúlpame.

— Morinaga levántate y deja de avergonzarnos en la puerta. Mejor entremos a tu casa.

Ingresando al lugar, en forma de ruego se colocó en el suelo el kohai lastimero. ¿Cómo podría enojarse Tatsumi con ese chico tan afligido? No obstante le dijo:

— Ya levántate que tenemos que hablar fuerte y claro.

Sin poder mirarlo a la cara caminaron juntos hasta la sala y se sentaron en el sofá. Souichi comenzó regañando:

— ¡Cómo rayos te atreviste a dejarme así ayer!

— Lo siento, de verdad es que tenía miedo.

— ¡Maldita sea! Miedo, miedo, siempre tienes miedo. ¿No sabes enfrentar tus jodidos temores? Eres un adulto, no somos dos niños que deben ir con sus padres a protegerse. Ya me cansé de esto, ¡sabes qué! Seré honesto contigo. Yo también he tenido miedo, porque no soy gay y me molesta que estas cosas que hemos hecho han sido… estúpidamente buenas. Yo nunca quise llegar lejos, aunque no hago otra cosa que pensar en ello y si tú no quieres creo que debemos dejar esto. ¡Estúpido Morinaga, me pides que sea tu novio y me sales con esas cosas!

— Si quiero sempai, Masato sensei me dijo que no tengo que temer si nos informamos adecuadamente. ¿Puede hacerlo conmigo sempai?

— ¡No me empieces a hablar de usted! Siento que me rechazas cuando lo haces. En el trabajo está bien, pero aquí no lo soporto.

— Si sempai, digo Souichi, quiero que investiguemos juntos en internet cómo hacerlo. ¿Tú quieres?

El sonrojo de Tatsumi recorrió cada parte de su rostro, casi podía morirse por acceder a una propuesta tan vergonzosa, entonces respondió:

— Cómo quieras... ¿Eso será justo ahora?

— No, porque tengo mucha comida y debemos comer algo ¿Quieres?

La noche cayó sobre ellos, que con algo de pena fueron a su computadora a revisar los resultados de la búsqueda. Ninguno podía esperar a ver qué cosas podrían decirles sobre llegar más lejos en lo que tanto los tenía fantaseando.

Al colocar las palabras precisas en el buscador de internet, leyeron el primer artículo que hablaba de sexo gay paso a paso. Lo primero que vieron fue:

"Conocer las partes erógenas como principal parte de iniciar un buen coito."

Morinaga sonrió ante la frase leída y miró los ojos miel expresando:

— Ya conozco casi todas tus zonas erógenas.

— Mejor cállate y sigue leyendo, no tienes que narrarlo, yo también se leer y te recuerdo que no eres el único.

Leyeron muchas menciones de conocer y acariciar las partes del cuerpo de la pareja desde los testículos, pezones, cuello y descubrir que cada cual es más sensible en áreas distintas.

Una vez pasaron a la parte de la felación, no pudieron ni decir nada ante las imágenes atrevidas en las cabezas de ambos. Algo que aguardaban con entusiasmo mucho más Souichi que Tetsuhiro pues de alguna forma esa caricia privada en su imaginación lo hacía correrse a prisa mientras se masturbaba en la soledad de su habitación.

Al bajar más por el artículo, leyeron sobre la necesidad de dilatar el ano antes de penetrar, por lo que requerían mucha saliva o lubricante, además de realizar annilingus como una forma de deleitar a su pareja, sin olvidar mencionar la debida higiene antes de hacer cualquier cosa que pudiera ser incómoda de no hacerlo.

Finalmente leer que no es tan distinto el sexo heterosexual que el de dos chicos, los tranquilizó un poco, aunque mirar tantas imágenes de posiciones sexuales los puso un poco intranquilos. Hacer todas esas cosas a su pareja sería todo un reto a seguir por ambos, sin significar que quisieran detener todo. El primero en decir algo fue Tetsuhiro.

— Souichi, yo preferiría que no llegáramos a penetración todavía. Si tú quieres podemos probar lo demás. Pero ten paciencia que me da miedo, no me presiones mucho.

Quien iba a decir que el tirano sería el que presionaría a un horrorizado Morinaga a tener prácticas sexuales. Sin lugar a dudas las cosas se calentaron luego de esa última frase que con bastante pena por parte de Souichi se lanzó a un beso que alzó aquella erección que ansiaba ser liberada por las manos de su kohai. No podía esperar más el chico rubio luego de meses y más meses de excitarse en manos de su querido amigo, con abstinencia en las que su sangre parecía hervir. No permitiría que su novio le impidiera eso que pensó tantas veces ya, de manera que jamás hubiera sido atrevido de no ser por recibir una y otra vez el continuo bombardeo de sensualidad sin alivio.

La computadora fue ignorada luego de eso. El explorar sus cuerpos semidesnudos como el primer paso a avanzar fue la idea en la cabeza de ambos. Cerraron la tapa de la computadora. Con las palabras de Souichi:

— Creo que iré a darme una ducha, me siento algo sucio luego de todo el día.

— Yo también lo haré sempai, ¿te esperaré aquí o voy a tu casa cuando me bañe?

— Yo vendré, no escaparás o no te lo voy a perdonar. Más te vale que abras la puerta cuando yo toque.

— No iré a ninguna parte, lo prometo. Aquí estaré.

Souichi en la regadera no tenía idea que lavarse primero, sintió algo de temor de sentirse desnudo frente a alguien pero en verdad ya era demasiada la espera luego de meses de tocarse. Pasó el jabón escrupulosamente incluso resbaló un dedo en la cavidad que quizá sería explorada, enjuagó todo y secó su cuerpo poniéndose su pijama con una toalla sobre sus hombros para que su cabello no mojara su espalda. Dio algunas vueltas antes de decidirse a salir y marchar con Morinaga.

Entre tanto Tetsuhiro no se encontró muy seguro de lo que sucedería, pero convencido de que el amor que fluye por todo su ser le permitiría entregarse por completo, aunque con reservas a todavía no permitir que le metieran algo en esa zona tan delicada, pues no podía olvidarse de esas cosas tan gráficas de las operaciones.

En el momento que miró su cuerpo desnudo en el espejo tembló de imaginarse sin la protección que le proporciona la ropa. Como si algo tan simple pudiera mantenerlo fuera de peligro se colocó su pijama, pensó en retractarse, sin embargo recordó las palabras del psicólogo sobre que el sexo es la forma en la que dos personas se demuestran su afecto. Respiró profundo y escuchó los leves golpeteos de su novio, al cual le abrió:

— Pasa por favor.

Dejó sus zapatos en la entrada y caminó frente a Morinaga que se detuvo. Tatsumi sujetó su mano y lo jaló con suavidad expresando:

— ¿No tienes al menos curiosidad? … Yo he tenido suficiente de lo mismo. ¿Vendrás o quieres que me marche?

— ¡Eso suena a chantaje sempai! Sólo tengo miedo.

— Si es chantaje. Estoy harto de estancarnos en eso. No lo repetiré, creo que mejor me voy.

— Detente, ya te dije si quiero aunque tenga miedo.

Sin haber soltado su mano caminaron hasta la habitación, en la que la potente luz que iluminaba todo fue cambiada por una pequeña lámpara sobre la cómoda. Tetsuhiro le colocó una tela para atenuar un poco más la luminosidad y se sentó en la cama al lado de su pareja.

— ¿Y ahora qué sempai? ¿Con qué quieres empezar?

 

Notas finales:

 

Esperaban el lemon, temo decirles que viene en el siguiente, afortunadamente para todas ya está listo en mi computadora, pero he notado que les aburre que no deje las historias en partes emocionantes,a veces no les interesa leer porque dejo todo concluido. Por lo que vamos a darles emoción y el siguiente es tan candente que sentirán que entran en la intimidad de nuestros chicos. El titulo será "Ni delante de tu familia podrías negarlo". Si recibo por lo menos 5 comentarios pidiendo con urgencia la continuación la subo mañana.

¿Les gustó aunque sea un poco?


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