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Ni en otra vida podrías negarlo. por patyunam

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Notas del capitulo:

Por si alguien le gustó aquí les dejo el final

Parte 3 Ni frente a tu familia puedes negarlo.

La emoción y timidez en un par de hombres que vírgenes esperan con afán esa primera vez de compartir algo extraordinario o fuera de lo común con otra persona llegó finalmente para una pareja dispareja. Morinaga envuelto en pena y deseoso de tocar un poco al chico de sus sueños, preguntó sentado en su propia cama, en espera de instrucciones por su sempai el más audaz hasta el momento:

— ¿Y ahora qué sempai? ¿Con qué quieres empezar?

— Yo … la ropa.  — Respondió en voz muy baja sin ser escuchado.

— ¿Qué dices? — La pregunta acrecentó tanto los nervios que gritó:

— ¡Te digo que te desnudes! — Tapó su boca con ambas manos al decirlo y agachó la cabeza.

— Quisiera unos besos antes de eso sempai, ¿puedes?

Souichi se encontró bastante rígido en la zona entre sus piernas, mucho más por el hecho de que el día anterior no quiso tocarse por el rechazo que sufrió.  Se aproximó suspirando y unieron sus labios como siempre, olvidando las cosas que los estresaban.

Las manos temblorosas del chico rubio desabrocharon uno por uno los botones de la camisa de su inexperto amante, al tiempo que le permitió seguir en los jugueteos con la lengua en su boca. Una vez que descubrió aquél pecho, acarició con ambas manos bajando lentamente apreciando cada borde con suavidad, topándose con los erectos pezones que al pasar friccionando se pusieron todavía más duros al contacto.

Tetsuhiro sintió algo de temor pero ansiaba demostrar su afecto, no podría dejar que su amado fuera el único en darle placer; ya que desde el instante en que lo tuvo cerca, la dureza que sobresalía de sus ropas lo instaba a darle atenciones. Repitió varias veces en su cabeza que no es algo malo amar a ese hombre tan dulce, e imágenes de momentos tiernos y fogosos lo invitaron a dejarse llevar.

Como por arte de magia se aferró a la pasión en la que volcó a su sempai debajo suyo y besó el cuello como otras veces. Reclinó su cuerpo hasta recostarse contra él percibiendo nuevamente el levantamiento tan firme en los pantalones de su compañero. De pronto una súplica en los murmullos de deseo:

— Por favor tócame, ya no lo soporto. Me duele.

La ternura de sus palabras desesperadas nublaron los juicios tan limitantes de su cabeza. Sin pensarlo bajó la mano hasta meterla en el interior de los calzoncillos y percibió la humedad en ellos. El acabose de su cordura lo hizo desvestir apresuradamente a Souichi que se quedó estático contemplando al chico con una mirada fiera y lasciva. Arrancó los pantalones junto con la ropa interior  con la erección que saltó luego de desnudarlo. En ese instante el temor volvió, un hombre desnudo inmóvil en su cama esperando por él.

Sin sentir a Morinaga retornar a su lado abrió los ojos para verlo parado justo frente a la cama. La calentura de su pasión fue demasiada que no permitiría escapar a su compañero, se levantó de un golpe y también le retiró los pantalones poniéndolos en igualdad.

— ¿No piensas escapar verdad? Te necesito Tetsuhiro, no me importa si eres un hombre.     

Se avergonzó de sus palabras pero conmovieron al asustado novio que tenía, el cual regresó a su boca para contestar al separarse:

— No me iré, también quiero descubrir esto contigo.

Unas manos con delicadeza acariciaron el torso desnudo de Morinaga retirando la camisa del pijama lanzándola al suelo, de inmediato la suya también fue mandada muy lejos y con las lenguas entrelazadas se sentaron en la cama. En un instante Tetsuhiro sujetó el pene que se movía ansioso entre su mano frotándolo con asertividad.  Los quejidos sensuales de Souichi resonaron a todo lo que podía, no hizo más que sujetarse de los hombros de Tetsuhiro resistiendo para no terminar de inmediato. No alcanzaría aguantar mucho luego de ser besado de esa forma tan arrebatadora.

— ¡Oh Sempai! Quiero que me toques como ayer, también te necesito.

Detuvo los movimientos hasta mirar la saliva que se derramaba de la boca de su pareja. Las pupilas dilatadas en un gesto de éxtasis y ansiedad. Las manos de sus hombros bajaron a tocar a su kohai con tal de que siguiera con lo que le hacía. En respuesta el respingo en el cuerpo de su amante le excitó mucho más, junto con el gesto de placer que el contacto de la mano que se volvió a mover de arriba a abajo sobre su endurecido eje, el cual comenzó a sacar pre semen expectante ante lo que vendría.

Tetsuhiro olvidó todo, su propio nombre, las doctrinas represoras e incluso el mundo entero. Lo único que permitió fluir por cada parte de su corazón fue ese hombre derretido de amor y placer entre sus brazos. No lo veía puesto que cerró sus ojos sumido en la pasión, pero la mano que se movía alrededor de su eje lo trastornó, la lengua en su boca que se detenía espaciadamente para dejarlos respirar y por supuesto la forma en la que él temblaba de placer.

No tardaron mucho sentir el aumento maravilloso del cosquilleo que partió desde su parte baja hasta subir a su cabeza. Cuando ambos creían que no podría ponerse más intenso, dejaron el beso para gemir en el hombro del otro acelerando los movimientos en las manos que agitaban los miembros como si tratase del suyo propio.

— Sempai… ¡ah! … ¡ah!

— Mori... nnnnnnngggg…

Con unos quejidos sensuales la culminación los hizo palpitar envueltos en los sentimientos que aumentaron con el abrazo en el que se recargaron uno sobre el otro sin tener el valor para mirarse. Las respiraciones agitadas resonaron una con la otra con las emociones liberándose. Aun en medio de quejidos Tetsuhiro expresó:

— Sempai … te quiero tanto.

Souichi no pensó mucho, sólo se sonrojó y en voz muy baja al oído de Morinaga respondió:

— Me vuelves loco, no sé cómo, ni sé por qué pero yo también te quiero.   

Al separarse totalmente cubiertos de sus semillas combinadas Tetsuhiro tomó algunos pañuelos para limpiarse, pensó pasarlas por el cuerpo de su sempai pero se detuvo y le entregó algunos para que lo hiciera él mismo.

A pesar de un sinfín de feromonas y endorfinas del orgasmo, volvieron a la realidad, se sintieron desnudos frente al otro, de manera que Souichi al instante se levantó a vestirse un poco aletargado por su reciente culminación. Agarró del piso sus ropas y se cubrió saliendo a vestirse en el pasillo, pero antes de salir se despidió de él:

— Nos vemos mañana.

Ambos temieron todavía por lo que secunda a eso que sucedió, sin embargo esas encantadoras emociones, mezclaron sus propias esencias, ya que ahora Souichi no pudo dejar de recordar cada parte de su kohai, al igual que el chico en la habitación no hizo más que sorprenderse de lo que ocurrió al compartir su intimidad.

En esa ocasión no pudo sentir culpa alguna de dejarse arrastrar por el gran placer con esa persona especial. Morinaga se recostó en su cama sonriendo y mirando dentro de sí el rostro de su amado, sus gestos junto con todas las nuevas sensaciones que le hicieron irresistible el correrse. Agradeció que él se marchara para evitarse la vergüenza de seguir desnudos uno frente al otro, puesto que no estaban acostumbrados a tenerse de esa forma.

La mañana siguiente Tatsumi sintió intranquilidad de marchar a buscar a su novio, luego de tenerlo de esa forma tan privada y más aún mostrarse ante él completamente expuesto sin ataduras ni moral, lo hizo recapacitar antes de tocar la puerta de al lado. No obstante, esta vez Morinaga no permitió que sus caretas impuestas mermaran aquello que no pensó perder sin importarle lo que cualquiera pudiera pensar, de manera que llevó los ingredientes a la casa de su mejor amigo para preparar ahí el desayuno.

Un gesto tan libre permitió que ambos olvidaran la timidez y sonrientes regresaron a  la rutina normal, pero no quedarían las cosas en ese nivel,  a razón de que al pasar un par de días sin recibir las caricias lascivas no dudaron en querer descubrir más sobre ello.

Esta vez Tetsuhiro en la noche, en medio de uno de los tantos besos en el sofá de la sala de su tirano, se dejó llevar pensando en probar más de lo que leyeron aquella vez. Sus propias preocupaciones se desvanecieron en el dulce aroma del cabello recién lavado y largo que adoró cada día desde conocerlo. Por supuesto como ya había leído mucho más sobre el sexo gay, tenía cada vez más preguntas que esperaron encontrar respuesta en el cuerpo montado sobre él.

Con turbación lo había mirado desvestirse frente a él retirando la ropa de su parte baja y subiendo sobre su regazo besando y lamiendo, pues los días de espera a recibir las nuevas caricias se hicieron eternos. Tener durante todo el día a esa persona que enloquece sus sentidos, transformó cada segundo en algo complejo.   

Le pareció casi hipnótico mirarlo desde abajo mientras sus caderas bajaron con lentitud a recargarse sobre su regazo. No concibió jamás en su cabeza conocer al hombre tan apasionado que vivía dentro del tirano. 

Juntaron sus erecciones masturbándolas hasta correrse, pero esta vez no se quedaría ahí, sino que caminaron juntos a la habitación a continuar explorando sus cuerpos sin estar al límite, de manera que se volvió tranquilo todo esta segunda vez.

Con las luces apagadas una tenue luminosidad de las lámparas foráneas iluminó con discreción las formas masculinas. La timidez se olvidó un poco y por primera vez Souichi bajó lentamente recorriendo la anatomía de su pareja con besos, recibiendo gemidos al tocar cerca del miembro que conformé recibió la boca en los alrededores se alzó nuevamente.   Una traviesa lengua pasó por el glande de Morinaga con curiosidad por el sabor que se secaba en la punta y en realidad no le molestó el probar aquello.

De inmediato subió a besarlo, negando para sí mismo haber realizado alguna cosa, pero su amante trastornado invirtió lo papeles, por lo que subió a realizar eso que le pareció tan delectable. Introdujo de golpe el miembro de Souichi en su garganta y parecía convulsionarse ante esa boca, prácticamente rogó para que esas avasalladoras oleadas de placer cesaran y a la vez para que duraran por siempre.

Las pulsaciones del miembro liberando toda su esencia en la boca de Morinaga no detuvieron la idea de probar la boca de su amante compartiendo ese líquido espeso que guardó sobre su lengua, tragando una pequeña parte con tal de no hacerlo muy incómodo.

Mientras la respiración de su sempai se normalizaba, Morinaga unió sus labios entregando lentamente con movimientos sensuales de su lengua el semen que no rechisto en degustar junto con los apasionados movimientos de la boca que  se lo otorgó con deseo, afecto y lujuria.

El ligeramente picante sabor prendió mucho más a Morinaga, que usando la mano de su amado la movió sobre su eje, cosa que Souichi continuó correspondiendo las atenciones anteriores hasta hacerlo correrse. Luego de ello el aire frío cayó sobre sus cuerpos, ya que a razón de la calidez de la intensidad de sus actividades no habían sentido.

— Tengo frío sempai, ¿puedo meterme bajo las cobijas?

Sin responder, con dificultad se movieron hasta quedar tapados y sin querer notarlo se abrazaron hasta dormirse.

Por la mañana el calor de Souichi acurrucado al lado de Tetsuhiro lo hizo sentir complacido, sin embargo abrió los ojos mirando el hermoso cabello rubio caer sobre su cuerpo, junto con el rostro tranquilo y relajado causando emociones encontradas. La principal lo apenó, de manera que salió a prisa de la cama, rumbo a su propio departamento.  

Ninguno podía negarlo más, descubrir cada parte de la anatomía de su pareja con besos se volvió parte de su rutina, a pesar de que no todos los días hacían cosas de ese tipo pues se resistieron a dejarse llevar. La vergüenza se fue esfumando lentamente conforme los encuentros se volvieron frecuentes, ahora las erecciones jamás quedaban si atención y descubrir el placer del otro conmovía sus corazones.

Para Souichi todo estaba muy bien de esa manera, tenía orgasmos al lado de su pareja y no había más fantasías que ser mimado de esa forma tan sensual. En los pensamientos del chico rubio las otras cosas que leyeron sobre acariciar la próstata deberían ser simplemente similares y por tanto no importaban. Sin embargo para Tetsuhiro todo se tornó distinto; ya que luego de sentirse tan libre realizando tantas cosas con un chico, tenía cada vez más curiosidad si meter un par de dedos o su miembro le darían mucho más placer a ambos. A pesar de que todavía  un poco de recelo se gestó en su cabeza, la seguridad de indagar mucho más sobre el punto “G” masculino fue algo que probaría con su sempai.

Comenzó a planear una velada a su lado y directamente en el desayuno le comentó:

— Sempai, el día sábado quiero que tengamos una cita y luego hagamos el amor.

A Souichi le resultó rara esa forma de referirse a lo que hacían, pues masturbarse el uno al otro no era precisamente hacer el amor, de manera que respondió:

— Tú y tus frases melosas. No tienes que avisarme, simplemente hacer lo que siempre.

— No sempai, me refiero a que estoy listo para lo que sigue, quiero ir dentro de ti.

— Quien dijo algo sobre hacer algo así. No me vengas a cambiar nada, que así están bien las cosas.

— Tú fuiste quien me obligó a avanzar, así que ahora yo quiero ir más lejos. Quiero entregarte mi virginidad y voy a tomar la tuya, además recuerda que los artículos decían que la penetración es algo más placentero que lo que hacemos. Tengo ganas de tocar tu punto G y hacerte venir así.

— ¡Que barbaridades dices! ¡Quieres meterme esa enorme cosa en mi pequeña cavidad!   ¡Ni de broma!

Tetsuhiro se sintió halagado de escuchar un cumplido de ese estilo pero no se daría por vencido.

— Tú me obligaste al primer paso, así que me lo debes.

— ¡No y NO! ¡Absolutamente no!

— Si te vas a poner en ese plan entonces tampoco quiero seguir haciendo nada contigo. Me voy a mi casa y nos vemos en el trabajo señor Tatsumi.

Un histérico Souichi azotó un plato en el suelo confundido y molesto por aquella discusión, sin embargo algo más grande los esperaba. 

El día se tornó nublado en partes de Japón, una tormenta tropical traía nubes con lluvia durante esos días a muchos lugares. En Nagoya, Natsuki acompañada de su amado novio corrían intentando llegar al centro comercial para resguardarse del chubasco. Los truenos la ponían nerviosa y se sujetó temerosa, de la cálida mano de Tadokoro con ternura para aliviar su tensión. De inmediato al llegar a las afueras del lugar, algo que nadie fue capaz de prever fue que esa pareja se  topara con la señora Hana Tatsumi, que impaciente esperaba por su esposo Soujin para ayudarla con las compras. Sin ser notada en la multitud de personas esperando por taxis o carros, Hana miró a  Natsuki del brazo cariñosa con aquel chico, ya que ella vivía bastante cerca de la familia de su antiguo prometido.

La enorme preocupación creció en su pecho, no podía ir y soltar una noticia tan terrible a todo el mundo, pensó una y otra vez que quizá sería algún pariente de Natsuki, recordando que aquella chica es huérfana.

Al primero en expresarle su preocupación fue a Soujin su esposo, el cual también procuró justificar las acciones de la chica. Luego de discutirlo largo rato llegaron a la conclusión que deberían hablar en persona con su hijo sobre su relación y la forma en la que debe cuidarla.

 Esa misma noche llamaron al irritado Souichi que no hacía más que refunfuñar, a causa de que su asistente se comportó serio y lo llamó todo el día de la forma más impersonal que pudo. Se alejó cada que lo tuvo cerca e incluso se marchó a comer por su cuenta.

— ¿Qué quieres madre? — Respondió molesto.

— El sábado te quiero ver en casa a primera hora.

— ¿Eso como para qué?

— ¿Simplemente una madre no puede querer ver a su hijo? Además tiene ya varios meses que no vienes. ¿Sólo piensas venir en mi funeral?

— Ya no hagas dramas madre. No sé si pueda, tengo mucho trabajo.

— Es que te has olvidado de nosotros, todos te extrañamos tanto. Además quiero que vengas pues me gustaría hablar sobre tu boda.

— ¿Cuál boda?

— Tu boda con Natsuki por supuesto y quiero que la traigas. Hay cosas que debemos hablar los cuatro.

Souichi por un momento olvidó que su familia no tenía idea del rompimiento, de manera que no le quedó más remedio que aceptar su invitación para explicar los pormenores en persona. Aunque no llevaría a su ex novia a algo así, porque prefería ahorrarle el problema de explicar tantas cosas.

— Esta bien madre, el sábado nos vemos.

Más que nunca no tenía idea como explicar el rompimiento sin mencionar que un tipo pretendía penetrarlo. Porque de hecho no dejaba de pensar en “eso” que su novio le había propuesto. En su cabeza preguntas como “¿Por qué tengo que ser yo el que debe ser invadido?” Y “¿No podría ser él?”  Llegaron para irritarlo más, por no tener la compañía a la que se había acostumbrado.

Los momentos de soledad le desagradaron, quería relajarse pero en su cabeza muchas cosas dieron vuelta impidiéndole descansar apropiadamente. No pensó en disculparse, ni acceder a realizar un acto tan perverso, pues no salió de su cabeza el para qué  cambiar algo que ya funcionaba bien.

Suspiró esa noche extrañando a su kohai de no tenerlo ese largo y lluvioso día como su novio. Pensó que quizás podrían al reconciliarse quedarse juntos en la misma cama, pues el aroma de una de sus camisas en el cesto de la ropa sucia lo hizo levantarla a olerla, imaginando ese seductor cuerpo tocándolo como siempre.

Se recostó a dormir temprano sin esa charla amena y sin los deliciosos labios que probó tantas veces, resignándose a estar solo un tiempo hasta que se le saliera a Tetsuhiro  esa idea absurda.

Morinaga por su parte pretendió ser firme y resistirse ante ese hombre de cabello rubio que tenía preso su corazón. No iba a rendirse, mucho menos después de ser prácticamente obligado a entregar parte de su intimidad. La siguiente parte le tocaría a su novio para rendirse y entregarse. No claudicaría hasta conseguir su propósito.

Con esos pensamientos se recostó a descansar imaginando a su tirano gritón y malhumorado entre sus brazos, puesto que sabía que con cada desplante suyo se pondría cada vez más irritado.

La mañana siguiente un sinfín de errores de Souichi los pusieron a trabajar extra, se caían las muestras de sus manos, no combinó las sustancias adecuadamente, entre otras cosas; causando fracasos en cada parte. Culpo cada que pudo a su inocente kohai que se defendió a capa y espada, recibiendo algunos coscorrones y gritos.  De esa manera un nuevo día separados, sin intensiones de reconciliación transcurrió paulatinamente.

Pero Morinaga no perdía la esperanza de escucharlo pedirle disculpas y por supuesto ceder ante sus demandas, razón por la cual compró algunos condones, lubricante de sabor fresa y los guardó fantaseando con hacerlo completamente suyo.

Ese viernes todo parecía pesado, cansancio en ambos, fastidio y arrepentimiento de Tetsuhiro. Luego de cuatro días sin los besos y el calor de Souichi estaba dispuesto a disculparse y arrepentirse de la petición. Aguardó lo más que pudo a que tal vez recibiera una grata sorpresa, sin obtenerla y al final del día antes de marcharse a casa se rindió y lo detuvo:

— Sempai… yo.

— ¿Qué quieres Morinaga? Ya me voy.

— No te vayas Souichi, yo quiero disculparme. ¿Vendrías a cenar a mi casa? Podemos hacer lo que siempre, bebemos un poco y luego nos divertimos.

— ¿Entonces no vas a intentar nada?

— No sempai, me portaré bien.

La soledad no le sentaba bien a ninguno, tan desesperados por el contacto se sujetaron con fuerza en el laboratorio a besarse. La voz de alguien en la entrada los separó y simplemente se horrorizaron disculpándose para escapar a responder cualquier duda, ante los ojos atónitos de un hombre un poco mayor que ellos. Si algo dijera ese compañero negarían rotundamente cualquier insinuación.

Una vez en casa con mucho alcohol y comida se sentaron a relajarse. Mientras más bebieron, más se pusieron amorosos olvidando el pleito de toda la semana. Justo para partir a la habitación de Morinaga, una llamada persistente en el celular de Tatsumi lo hizo responder sentado en la cama con un amante alcoholizado que lo tocó seductoramente apretando el bulto en sus pantalones.

Conteniendo un gemido respondió:

— ¿Qué quieres mamá?

— Te escuchas raro hijo. Sólo te llamo para recordarte que te espero mañana temprano o iremos a tu casa.

— Si madre ahí estaré.

Expresó con preocupación ignorando a su kohai que sugerentemente desabrochaba sus pantalones. Tapó la bocina y lo miró amenazadoramente antes de que tocara su miembro, diciendo en voz baja:

— Espera Tetsuhiro.

Fue soltado y continuó escuchando a Hana:

— No olvides traer a Natsuki, ella también debe escuchar lo que tenemos que decir.

— ¿Y si no puede ir?

— Souichi te digo que la necesito también, porque es tu novia y estás cosas se hablan así. Promete que traerás a tu pareja.

Volteó el rostro mirando al chico de cabello azul profundamente dormido por tanto beber y respondió:

 — De acuerdo madre, voy a llevar a mi pareja. Nos vemos mañana.

Colgó al instante pensando llevar al chico que acompañaba cada día de su vida de una manera agradable, del cual jamás pasaría por su cabeza el separarse. Ya era hora de presentarle a su familia, aunque sin decirles precisamente el tipo de relación que llevan.

Muy temprano marchó a ducharse, luego despertó a Tetsuhiro para mandarlo a empacar algunas prendas pues el fin de semana lo pasarían en la casa Tatsumi.

De esa manera partieron un poco después de desayunar. Con emoción Morinaga a pesar de saber que no lo presentaría como su novio oficial, le agrado que conocería a toda su familia, de hecho lo puso bastante feliz. Tampoco Tetsuhiro pensó que fuera buena idea decir alguna cosa que los ligara como homosexuales, a razón de sus miedos que no desaparecían todavía.

Al cabo de un par de horas arribaron en la casa Tatsumi y la primera en abrir con sensiblería fue su madre Hana que sujetó con fuerza a su hijo mayor que siempre vería como un pequeño niño.

Sin embargo miró al lado de él un joven de cabello azul, más alto que su hijo y se sorprendió de no ver a Natsuki.

— Y bien Sou-kun… ¿Dónde está Natsuki? ¿Y quién es este joven?

Morinaga con emoción sujetó las manos de la señora Hana y agacho la cabeza respondiendo:

—  Mi nombre es Morinaga Tetsuhiro y es un gusto conocerla.

Ante un gesto tan educado y afectivo, la señora Hana se presentó con una sonrisa encantadora:

— El gusto es mío, soy Tatsumi Hana, la madre de Souichi. Pasen por favor. Morinaga  te dejo con la familia mientras yo hablare con este cabeza dura. — Dijo jalando a Souichi a la cocina.

Tetsuhiro se presentó con toda la familia sonriendo y siendo extremadamente cortés. Pero en la cocina Hana comenzó con el sermón:

— Hijo te dije que necesitaba hablar con ella y contigo sobre su boda.

— Lo entiendo madre, por eso he venido. Nuestro compromiso terminó.

— Mi pobre bebé, ¡entonces te diste cuenta! Hace unos días la vi con un chico. Seguro que fue porque no le hacías caso. No puedes dejar sola a una chica tan linda como ella.

— No madre, en realidad tiene bastante tiempo que se acabó. Y no me molesta, seguimos siendo buenos amigos.

La señora Tatsumi miró en los ojos miel de su primogénito tranquilidad y ningún tipo de depresión o tristeza, entonces respondió respetando sus deseos:

— Que puedo decir, si no te molesta a ti, entonces a mí tampoco. Mejor vamos con todos.

Un Morinaga muy entretenido hablando de su sempai fue interrumpido con un golpe en la cabeza.

— ¡Morinaga que rayos les estás contando a todos!

La familia reía  a carcajadas mientras Tetsuhiro intentó tranquilizarlo:

— No era nada malo, solo la anécdota cuando en la comida del cumpleaños de jefe te pidieron decir un chiste y contaste el chiste infantil de tu hermanita.

— Sí, precisamente te dije no contar nada ¡y te pones a decir esas tonterías!

— Calma chicos mejor vamos a la mesa que Hana debe tener todo listo para la comida. Ustedes dos suban su equipaje a la antigua habitación de Sou-kun, para que se acomoden. Espero que no les moleste compartir, ya que no tenemos más lugar. — Expresó Soujin señalando a Tetsuhiro y Souichi.

Durante la comida, Hana que es muy perceptiva, de inmediato notó la química entre ellos. Las bromas, las miradas tiernas y los cambios en la actitud de su hijo que parecía más accesible y feliz. Por un instante los sueños que tenía sembrados en su cabeza de tener como nuera a Natsuki y quizá un nieto se hundieron. Se molestó un poco pero decidió confrontar a su hijo, no podía terminar de aceptar que dejara ir una relación de más de dos años y de pronto decidir que es gay. Además nunca presentó a Morinaga como su novio, por lo que le quedaron muchas dudas.

Con una familia platicadora como los Tatsumi, la velada se alargó bastante y a altas horas de la noche marcharon cada uno a sus habitaciones, con la promesa de al día siguiente salir todos juntos.

Una vez listos para descansar, Souichi y Tetsuhiro se recostaron juntos en la cama un poco pequeña, de pronto se miraron intentando relajarse, aunque la pasión en los ojos de los dos hizo estragos en su razón. Con ansias de amor la locura se apoderó de sus mentes y  un simple beso los hizo olvidarse el lugar donde estaban:

 — Souichi te necesito. Te extrañé toda la semana y ayer disculpa por quedarme dormido. ¿Podemos?

— ¡Cómo crees! Nos van a escuchar. — Respondió bajando la voz.

Tetsuhiro en su celular puso algo de música e intentó nuevamente:

— He estado tan triste sin ti. Vamos a tocarnos sólo un poco.

La cordura de Souichi se perdió en aquella mirada dulce que no hizo más que incitarlo a recordar que tenía casi una semana sin un orgasmo, ya que el enojo lo hizo evadir sus necesidades.

Subió un poco el volumen de aquella música tranquila y se fundieron en besos. Con ansiedad Tetsuhiro desabrochó el pijama de su sempai para bajar hasta retirarle la parte inferior de su ropa y mostrar ante él la anatomía que lo seducía.

No podía olvidarse de esa necesidad de unirse a él, a pesar de arrepentirse con tal de recuperar a su amado, todavía pensó en que quizá si llevara al límite a su pareja podría dejarlo probar cosas nuevas. En su maleta tenía una botella de lubricante y subió a decirle al oído:

— Compré algo para divertirnos, ya regreso.

Souichi se quedó aguardando hasta verlo volver con la botella, por lo que preguntó:

— ¿Qué es eso? No me digas que sigues con la misma idea.

— No sempai, es lubricante de sabor, quiero que resbale más y te voy a lamer.

Engañado permitió que le pusiera un poco frotando su miembro, a pesar de quejarse por el frío en la sustancia. Souichi en boca de su kohai se derritió y apretó las cobijas envuelto en sumo placer. Tetsuhiro esperando poder tenderle una trampa de inmediato abrió sus piernas y las reclinó hacia arriba continuando agitando con una de sus manos el miembro ansioso. Bajó por los testículos con la boca lentamente lamiendo cada vez más abajo hasta llegar a realizarle la caricia más privada que nunca le permitió.

Tatsumi se encontraba tan inmerso en el placer que no se quejó y permitió que lamiera esa parte. Morinaga por su parte con la lengua comenzó a dilatarlo lentamente hasta que el miembro en su mano se sacudió denotando la cercanía de su orgasmo, se detuvo un poco apretando la punta de aquel para contenerlo y continuó. Teniendo a su hombre totalmente sumiso, dejó de realizar todo y subió a besar sus labios. Los quejidos contenidos se detuvieron y el chico rubio preguntó:

— ¿Por qué te detienes? Ya estaba cerca.

— ¿Souichi me dejarías intentarlo? Sólo te meteré un dedo, te prometo que si no te gusta o te duele no volveré a pedirlo. Sino ya sabes que voy a molestarte cada que pueda.

La fiebre pasional lo tenía totalmente absorto en culminar y las palabras de “no volver a pedirlo”, lo terminaron de convencer y finalmente respondió:

— Esta bien, pero si me duele voy a golpearte y serás mi esclavo, vas a cocinar lo que yo quiera.

— Si sempai.

De inmediato colocó lubricante en dos de sus dedos calentando la sustancia. Volvió a abrir las piernas de su amante y con su lengua procuró relajarlo hasta introducir un dedo con sumo cuidado, sin dejar de atender el miembro duro que pedía la liberación. Para su sorpresa entró con facilidad, de manera que usando las técnicas para encontrar la próstata movió arriba el dedo hasta notar la sacudida en el cuerpo sometido a sus caricias.

— ¿Te gusta ahí sempai?

Presionó levemente introduciendo dos dedos para frotar en círculos subiendo la vista. De inmediato observó a Souichi mordiendo la almohada y con ambas manos apretándola, por lo cual supo que tendría un orgasmo si no lo retenía. La mano sobre el miembro retuvo su orgasmo y sintió punzar el propio de tener esa vista tan deleitable de su sempai.

La presión en la próstata de Souichi se acrecentó, al mismo tiempo continuó los movimientos en los dedos para dilatar más, incluso metió tres sin que percibiera algún cambio o dolor en su pareja. El propio placer de Tetsuhiro comenzó a socavar su cordura, le urgía ir dentro de su amante y sentirlo por primera vez, pero ya había esperado demasiado y no quería arruinar todo su esfuerzo para relajarlo. Al abrir sus tres dedos en el interior con facilidad supo que podría penetrarlo sin causarle dolor.

Aunque el detalle importante era que suplicara por su orgasmo, entonces decidió tocarlo con la boca y seguir acariciando su interior con los dedos. Comprobó el  sabor extraño antes de que se corriera, las pulsaciones en sus dedos y comprimió una vez más la punta para evitarle el orgasmo.

— ¡Qué rayos haces! ¡Déjame correrme! — Regañó en voz baja Souichi.

— Sempai por favor quiero ir dentro de ti, si esto no te ha dolido prometo que no te dolerá lo que sigue. Permíteme entregarte mi virginidad.

Totalmente consumido por el deseo respondió:

— ¡Date prisa!

Con suma lentitud se recargó sobre él con sus piernas reclinadas, su pene se introdujo lentamente siendo succionado de una forma placentera de tal forma que le fue complicado contener la urgencia por meterse completamente. Percibió con terrible lentitud como el interior de su amado lo aceptó conforme la presión se relajó, permitiendo ir más y más dentro. El gesto excitado en Souichi no ayudaba a Tetsuhiro a resistir sus emociones, de manera que besó los labios comprimidos en la lujuria, no parecía sentir dolor, sin embargo preguntó:

— ¿Te duele?

— ¡Demonios ya muévete más que estoy al límite!    

 La silenciosa noche no pudo apagar los sonidos de placer leves, en medio de la suave música que sonó para que nadie pudiera escuchar la entrega de esa pasión sentida y que por primera vez surgió apoderándose de la razón de aquellos jóvenes. Algunos murmullos placenteros por parte de ambos escaparon y resonaron con suavidad. 

El amor brilló en la oscuridad, el profundo sentimiento se unió por primera vez de un corazón al otro, como si aquellas almas se pertenecieran una a la otra para compartirse, para entregarse sin reservas, sin ataduras ni problemas. De inmediato los ojos verdes reflejaron la profunda pasión de su corazón compartida, no podía hablar ni decirlo, no obstante ambos lo sabían.

Con los movimientos lentos de la cadera de Morinaga no hacían ruido, ni los besos silenciosos que acallaron los gemidos del placer forzado desde el punto especial en el interior de Souichi. Simplemente murmullos de respiraciones aceleradas cubiertos con la suave música. En un instante la penetración se hizo profunda y con espasmos de placer sintieron el aumento de esa inmensa fogosidad en un arranque de delirio y frenesí, hasta sujetarse a la realidad por medio de esa persona que compartía el enorme vínculo de amor.

Mientras el goce disminuyó con los espaciados movimientos de ambos, justo al oído la frase que no podía esperar a ser expresada:

— Te amo Souichi.

Souichi quería corresponder, sin embargo algo se lo impidió, lo tomó por sorpresa el hecho de decir algo tan particular “¿En realidad era amor aquello?” pensó sujetando con fuerza la espalda de su amante devolviendo en caricias lo que no podía ser expresado. Tetsuhiro se separó de su oído para mirarlo, necesitaba saberse correspondido, a lo que recibió un beso en respuesta. Salió de su interior con lentitud y el líquido que dejó en la profundidad de su sempai escurrió al tiempo que fue saliendo, se recostó a su lado y tomó algunas pañuelos limpiando un poco el desastre que hizo con Souichi, el cual agotado por recibirlo en su interior se durmió.

Muy temprano por la mañana Kanako golpeó a la puerta y gritó con entusiasmo:

— ¡Hermano! Vamos a ver a la tía Matsuda. ¡Levántate!

Afortunadamente para los chicos la puerta tenía el seguro que el precavido kohai colocó antes de hacer algo. Abrieron los ojos abrazados y se sonrojaron separándose, cada uno se movió de inmediato a ponerse las prendas faltantes para poder marchar a arreglarse.

La incomodidad en la espalda baja de Souichi fue muy notoria, lo miró con recelo sin decir nada levantándose con dificultad, no iba a negar que disfrutó demasiado el tenerlo en su interior, por lo que esa consecuencia no le pareció tan negativa. Aunque ni de broma admitiría algo tan vergonzoso delante del chico abochornado de cabellos azules.

Morinaga como buen cocinero decidió ayudar  a Hana con el desayuno, pero la cosa más interesante para ella fue mirar a su propio hijo auxiliar a su kohai en esas labores. Lo puso a picar y mover alimentos, cosa que la hizo tener mucha más curiosidad.

Durante el desayuno en la mesa, las preguntas indagadoras de Hana comenzaron, con la finalidad de descubrir que tan unidos son su hijo y el chico de cabello azul. Para su gran asombro, entendió que ambos pasan casi todo el día juntos.  Sin dudarlo más, al terminar el desayuno separó a Souichi y preguntó discretamente:

— ¿Sou-kun ese chico es tu pareja?

Se sonrojó al instante respondiendo a la defensiva:

— ¡Claro que no!

— ¿De verdad? Sabes que a mí no me molesta quien sea tu pareja siempre y cuando seas feliz.

— Ya te dije que no madre y no me molestes más.

Se apartó y escapó con discreción dejando a Hana pensativa, no permitiría que su hijo escapara sin revelar un secreto de ese tamaño.

La inocencia y la dulzura de su yerno Morinaga seguro sería un arma para obtener una confesión, de manera que cuando todos ingresaron a la casa de su hermana Matsuda se quedó atrás con Morinaga y Souichi que venían charlando de trabajo. Con naturalidad sonrió amorosa y delante de Souichi sujetó de una mano a Morinaga diciendo:

— Mi hijo me lo ha dicho esta mañana. Bienvenido a nuestra familia Morinaga Tetsuhiro. Me da gusto que tenga un novio tan apuesto e inteligente.

Lo abrazó ante el atónito Souichi que no espero escuchar:

 — Gracias señora Tatsumi. ¿Souichi por qué no me dijiste que le contaste? — Expresó cuando Hana lo libero de sus brazos.

— ¡Acabas de hacerlo tú imbécil!

— Vamos hijo, creías que podrías negarlo por siempre. No lo regañes, creo que hacen buena pareja. Nunca te vi tan feliz, ni tan amoroso. De verdad que has cambiado. A pesar de que lo ocultaban, esos toques de sus manos y el lenguaje corporal me dice que ustedes están satisfechos en su relación. Al parecer están enamorados.

— ¿Quién dijo algo sobre amor? Sólo somos amigos madre.

— Es cierto señora Hana, es unilateral, no se preocupe, su hijo no tiene nada que ver.

Las palabras “yo lo amo pero él a mí no” se atoraron en los pensamientos de Morinaga.

— ¿No le has dicho que lo amas y él a ti sí? No ves que lo lastimas, mira que tener a alguien tan tierno y rechazarlo frente a tu madre ¡debería darte vergüenza! — Miró a Morinaga y le dijo: — Si él no te ama igual que tú, no debes dejar que juegue con tus sentimientos. Es mi hijo pero las cosas especiales que vienen de nuestro corazón deben ser dichas y si no puede decírtelo es que no te merece.

— ¡Madre ya basta! — Gritó pensando en que la noche anterior tuvo algo muy especial con ese hombre tan dulce. En su pecho le dolieron las palabras de su madre.

— Entonces dilo ahora ¿tu amas a este chico Sou-kun?

— ¡Si maldita sea! ¡Lo amo con cada parte mía! — Respondió Souichi con el rubor subirse hasta un tono rojo por toda su cara. De inmediato tenía a Tetsuhiro sujetando sus manos y escucharon la voz de Hana nuevamente:

— ¿Y tú Morinaga lo amas?

A lo cual respondió emocionado:

— Quizás me falte el aire, la consciencia y mis sentidos, pero vivo por tenerlo cada día en mis pensamientos y en mi corazón. Es tan grande esto que siento que quiero vivir cada día a su lado.

— Entonces vamos a decirle a todos. Quiero que sepan las buenas nuevas.

Tanto Souichi como Tetsuhiro no pensaron en decirlo, pero con esa madre tan insistente no tenían opción.

Ingresaron a  la casa sin que ninguno dijera nada. La madre de Souichi pensó esperar a que alguno lo comentara. Aguardó mientras prepararon la comida pensando en decirlo con sutileza o delatarlos directamente. Decidió luego de pensarlo mucho en hacerlo simple. Esperó a que todos comieran con tranquilidad  de modo que al advertir que terminaban Hana pidió la palabra:

— Hay algo que tienes que decirle a todos y quiero que lo digas, ¿o prefieres que yo lo haga por ti? ¿O tal vez Morinaga quiera hacerlo?

— ¡Madre eres imposible! Escuchen todos Morinaga y yo… — Las palabras se atoraron en su cabeza sin poder reaccionar mientras su hermanita, hermanito y padre lo observaron intrigados.

Tetsuhiro advirtiendo la vergüenza en su amado sujetó su mano con valor y completó:

— Estamos juntos… Señor Soujin le pido una disculpa y si le incomoda mi presencia me marcharé de inmediato.

— No entiendo bien. ¿Por qué me molestaría la presencia de Morinaga? — Preguntó intrigado Soujin.

— Mi amor, los chicos tratan de decir que son una pareja y que se aman. — Respondió Hana sonriendo.

Los demás quedaron en silencio mientras Soujin dijo nuevamente:

— Si se aman no veo porqué enojarme. Sólo es algo extraño, ¿ambos son dos hombres no? ¿Estás seguro Sou-kun? Recuerda que en una relación de dos chicos no pueden tener familia.

Morinaga bajó la cabeza y esperó por la respuesta de su pareja:

— Eso no me importa padre, me gusta la compañía de este fastidioso tipo.

— Si es así felicidades.  No tengo impedimentos, de hecho es bastante agradable tu novio y parece que estás feliz ¿verdad?

— ¿Por qué todo el mundo dice cosas tan melosas?

— Si señor, soy tan feliz con él. No puedo creer que sean una familia tan abierta, no podría ser más dichoso. Agradezco de todo corazón el recibimiento que me han dado ustedes.

La orgullosa madre abrazo a su hijo, del que jamás podría decepcionarse, al contrario, le pareció valeroso y además descubrió que el corazón de su hijo podía entregar un amor puro y sin condiciones. Sin olvidar que siempre creyó en que le sería difícil enamorarse a su hijo puesto que le recordó a sí misma. Hana  antes de conocer  a su esposo Soujin se imaginó estando sola, sin embargo se enamoró y lo amaría por el resto de sus días, aunque aparte de que correspondió sus sentimientos le dio el regalo tan maravilloso que son sus tres hijos.

Los comentarios de toda la familia fueron en felicitaciones, ninguno cuestionó los motivos o circunstancias que los unieron. Lo que sí ocurrió fueron las clásicas preguntas sobre ¿Cómo se conocieron? ¿Cuándo se enamoraron? Entre otras que fueron evadidas sabiamente por Morinaga.

Esa tarde se habló de su relación y ambos padres quedaron satisfechos de conocer a su futuro yerno, pues no dudaron un instante que ese chico se robó el corazón de su hijo como nadie jamás logró hacerlo. Los exhortaron a acompañarlos el siguiente fin de semana, cosa que no confirmaron, porque la presión familiar preferían evadirla lo más que pudieran.

Esa noche partieron en medio de abrazos cálidos de todos, hasta Tokio para descansar. En el camino Tetsuhiro no pudo evitar suspirar y expresar con alegría:

— Tu familia es encantadora. Me recibieron con todo ese afecto, sin recriminar nada. Extraño a mamá y quisiera decirle lo nuestro pero…

— ¿Pero qué? ¿Ya piensas decirme qué es eso que te atormenta sobre ellos?

 En el vagón del tren vacío, Morinaga se sinceró contando su triste historia:

Años atrás su propia madre lo descubrió en el jardín recibiendo un beso del mejor amigo de su hermano Kunihiro. Le horrorizó tanto, que avergonzada decidió que ese problema era culpa suya por abandonar a sus hijos para trabajar.

El pequeño Tetsuhiro jamás olvidaría esas palabras que le fueron dichas por sus padres para socavar su autoestima: “Me avergüenzas” “No deberías haber nacido” “Me das asco” “Si continúas con esas conductas desagradables deberías largarte” “No puedo creer que mi propio hijo haga esas cosas tan repugnantes” “Pones en indecencia a toda la familia” “Los homosexuales son una abominación”.

Ese mismo día más tarde se disculparon con él pero su madre en conjunción con su padre, decidieron que la señora Moringa dejaría su empleo y vigilaría a Tetsuhiro con tal de guiarlo al buen camino. Al mismo tiempo buscaron ayuda profesional de lo que ellos creyeron un buen psicólogo que convenciera a su hijo de que esos deseos por personas de su mismo género eran totalmente equivocados. Sin olvidar las horribles cosas que estuvieron diciendo por años sobre lo desagradable que son homosexuales. Todo eso acabó por enajenarlo de sus deseos, de su verdadero ser que quedó mermado y oculto debajo del temor y vergüenza que finalmente su nueva relación le ayudaría a desaparecer poco a poco.

Souichi al escuchar aquella triste historia no opuso resistencia a sus impulsos, de manera que abrazó al chico con esas incipientes lágrimas en sus bellos ojos verdes, que vidriosos de contar aquello, resplandecieron nuevamente por divisarse a través de la mirada miel que con un afecto incondicional lo amó sin decirlo en un vagón de tren.

Con el paso de los días las cosas se hicieron más románticas luego de entregar su propio cuerpo. Souichi se transformó en más accesible ante la forma sensual de llevarlo a liberar su ataduras. No se imaginó que esas caricias en una parte tan íntima de su anatomía consiguieran encantarlo, pero mucho más el hecho de abrirse totalmente ante el amor, en forma de pasión que le entregó el hombre de su vida.

Recostados en la cama de Tetsuhiro, exhaustos luego de tener momentos placientes, un sonido interrumpió el letargo en el que ambos cuerpos comenzaban a padecer sumidos en la serotonina.

— ¿Si? — respondió Tetsuhiro adormilado.

— ¡Esa es la forma en la que le hablas a tu madre!

— Lo siento mamá ¿Qué necesitas?

— Luego de que nos mostraste la foto con tu novia, tiene más de seis meses que no nos hablas. Necesitamos conocerla y que formalices todo.

Sin poder mentir, recordó que tiempo atrás usó una foto con Natsuki para engañar a sus padres, aunque una cosa muy diferente era ser cuestionado en el teléfono tan directamente.

— Ya no somos novios mamá, lo intenté pero no funcionó. He seguido buscando una buena chica.

— Me lo imaginé hijo. Justo por eso te hablo. Tu padre te ha conseguido una cita con la hija de uno de sus socios de la firma. No puedes fallar, ella es tímida, hermosa y además también quiere casarse pronto.

— Pero mamá, me gustaría elegir con quien casarme.

— Claro hijo, para eso debes salir con ella y decidirlo. Te mando la ubicación del restaurante donde la verás el jueves por la noche.

— ¡Pero mamá!

— No hay pero que valga. Iras o personalmente te acompañaré como chaperona. Sabes que puedo hacerlo.

— Si mamá, como tú digas…

Resignado accedió a la cita, no obstante el problema que pasó por su cabeza fue explicar a su novio durmiente la petición de su madre. Algo que sin duda no le gustaría.

De madrugada se levantó nervioso, sintiendo culpa al arrastrar aquellos problemas tan sentidos de su corazón. Las palabras fuertes e hirientes de su madre y padre retornaron esa mañana fría a debilitar su estado de ánimo. Miró entre las pesadas cobijas a su adorado hombre de cabello rubio y un poco de vergüenza cubrió sus pensamientos ¿de verdad pertenecía a un chico? ¿Aquellas cosas maravillosas de disfrutar esa relación podrían estar mal? ¿En verdad la naturaleza lo hizo para procrear con una mujer?

Ignoró aquellas dudas, salió de aquella cama para reflexionar y evadir la realidad con quehaceres. No se enfrentaría a su pareja hasta no entender por qué tenía que seguir las indicaciones de su madre. La mujer que en un principio se mostró desentendida de cuidarlo, luego de descubrir ese desliz con Masaki, optó por intentar comprenderlo para sanarlo. Horas de charla entre ellos lo hizo unido a su madre, pero no sólo fue un dominio temido, sino con ternura procuró entregar los preceptos que sembrarían una verdad falsa. El gran afecto de ella lo obligaría a sentir mucha más culpa de la normal ¿Podría fallarle a esa mujer que lo defendió en la escuela de abusones? Aquella mujer que lo cuidó en las horas de enfermedad, o de diversión acompañándolo a todos lados en vez de dejarlo permanecer solitario como había sido. Esa mujer que de ser una madre distante se convirtió en una buena amiga y guía durante sus años de adolescencia.

Un leve sufrimiento en su pecho lo consternó. La gran decepción que sería de ella al ser el hijo malagradecido que no puede darle la más pequeña alegría a una grandiosa madre como lo había sido ella. Porque a pesar de que salió de Tokio jamás dejó de pensar en complacerla, incluso ese trabajo era el gran orgullo para su madre, ya que ser contratado en una empresa multinacional, recién egresado de la universidad fue un privilegio aplaudido por todos los miembros de su familia.

Sin embargo, la única cosa que jamás podría negar es aquella tremenda felicidad de su corazón, que por haber negado por años su realidad lo sumergió en aquella tremenda oscuridad, de la cual el tiránico sempai logró sacarlo por medio de ese inmenso amor, un amor rudo, pero a final de cuentas ilimitado.

De inmediato supo que no está en su cabeza mentir a los demás, tendría que decirle a su familia aquellas palabras que lo castigarían nuevamente y quizá le quitarían el amor de su madre, pero por el momento se centró en el primer problema, aquella cita con una mujer importante para su familia. Hija de uno de los socios de la firma de abogados de su padre.

El aseo de su departamento terminó de realizarlo en poco tiempo, de modo que se siguió con el de su novio, al terminar se duchó y comenzó con los almuerzos mientras un agotado Souichi se levantó de la cama, con el cabello sobre la cara, una mano sobre su espalda baja adolorida y pesados pasos hasta el sanitario para sentir escurrir un líquido viscoso, que le causó bastante ira gritando como todas la mañanas luego de tener esa incomodidad:

— ¡Morinaga! ¡Otra vez te corriste dentro de mi miserable!

Desde la cocina ignoró el grito y continuó  con su labor puesto que ya sabía que siempre se queja de la misma cosa, pero en el momento que lo siente tener un orgasmo todas las veces lo ha sujetado entre sus brazos con fuerza sin dejarlo salir.

Abrió con pesadez la regadera y de pronto observó con detenimiento el brillo increíble en los azulejos del baño, la taza y el lavamanos impecables. Al inicio no prestó atención pero pensó que quizás por la noche no lo había notado. Se duchó y salió con una toalla caminando por el departamento:

— Morinaga puedes ir por la ropa a mi departamento, olvidé traer mis cosas.

— No te preocupes sempai. El traje está en mi armario y las demás cosas sobre la silla del escritorio.

Se encogió de hombros y en esta ocasión una sensación extraña provino de la mirada que le dirigió Tetsuhiro, no obstante se vistió aguardando por su desayuno. Pensó que todas esas atenciones podrían deberse a su forma tan salvaje de poseerlo la noche anterior.

En la mesa, la fabulosa comida fue ingerida por Souichi con celeridad  mientras que Tetsuhiro con apatía y la mirada perdida comió lentamente. Sin que el apetito del chico rubio quedara saciado se percató de la actitud tan sombría de su kohai. Con un camarón a medio comer en su boca expresó con hastío:

— Bien ¿Qué te sucede?

Lo miró sonriendo con falsedad y respondió:

— No es nada sempai, al rato te digo, tu termina de comer que tenemos que ir a trabajar.

Jamás le gustó presionar a una persona para decirle algo, de manera que suspiró prosiguiendo con sus alimentos.

Transcurrieron algunos minutos en los que Souichi recordó recoger sus materiales para trabajar. Salió a su departamento por su laptop y demás papeles importantes cuando al entrar se pasmó de ver las cosas demasiado aseadas. Su habitación reluciente, los pisos pulidos, la cama tendida e incluso abrió los cajones para ver todo doblado y los trajes con camisas planchadas en el ropero. No podía creerlo que también su cocina y baño totalmente brillantes. Entonces supo al instante que su pareja le oculta algo importante. Tomó sus cosas y retornó a la casa de su amigo. Caminó la cocina, con él aseado los trastos del desayuno y preguntó:

— ¿Qué tienes? Sé que algo te ocurre y debe ser grande para ponerte así. Ahora veo porque sentía frío durante la madrugada. ¿No estabas en la cama verdad? Ya dime que ocurre.

Secó sus manos que enjuagaron un trasto y lo miró con los ojos angustiados, respondiendo:

— No es importante sempai, son cosas que tengo que hacer. No quiero molestarte con esos asuntos sin importancia.

De inmediato Tatsumi escuchó esa voz tan preocupada que lo consternó, no cedería ante esa respuesta absurda. Recordó las veces que su madre lo obligó a decir las cosas y utilizó la misma presión:

— ¿No soy tu pareja para que me cuentes esas cosas? Creí que me tenías confianza, pero veo que no te importan mis sentimientos.

— No Souichi, disculpa, son cosas que me tienen un poco preocupado.

— ¡Entonces dime ahora!

— Mi madre llamó, quiere que tenga una cita de matrimonio con una chica.

— ¿Eso es todo? Seguro te negaste ¿no?

— Quisiera, pero ella es la hija de uno de los socios de la firma de papá, tengo que asistir.

— ¡Vas a tener una cita para ver si te casas con una mujer! ¡Cómo te atreves! ¡No te interesan mis sentimientos! ¡Me forzaste a ser tu amante y ahora te atreves a botarme!

— Cálmate sempai.

— Quieres que me calme y.

En un abrazo el llanto de Tetsuhiro se escuchó en su hombro y lloró con amargura entre sus brazos que lo acogieron olvidando sus regaños.

— No me voy a separar de ti… yo te amo Souichi… es sólo que …  ella va a  dejar de quererme, me lo dijo hace tanto tiempo. Que una madre no puede querer a una aberración de la naturaleza como son los homosexuales.

No pudo responder, pensar en que una madre pueda ser tan cruel le dolió. Se sintió agradecido de Hana sea su madre. Una persona comprensiva que no sólo lo quería sino que lo obligó a expresar sus emociones. Silenciosamente apoyó a su kohai, la persona más tierna que conocía, relajándose entre sus brazos. Acarició su cabello azulado con delicadeza haciendo suspirar al chico que dejó de sollozar y se despegó un poco para sentir un pequeño beso en sus labios que le quitó un poco esa mirada de tristeza a Morinaga.

Los días corrieron como siempre pero el pasar de los mismos causó estragos en Souichi que se sintió molesto. El sentido de pertenencia que nace con una relación tan estable y a la vez tan confortable como la de ellos lo llevó a fundir su yo con el de su pareja, de tal forma que saber que algo suyo sería compartido lo irritó sobremanera. Los celos carcomieron su tranquilidad, lo imaginó casado en un altar al lado de una chica sin rostro en un sueño que lo atormentó.

El problema no fue sólo eso, el hecho de tener una cita con una chica los hizo sentirse tan inseguros que se distanciaron un poco, no como buenos amigos o compañeros, sino como una pareja libre. La sexualidad se apocó con el rechazo ante una intrusa imaginaria que Morinaga prometió rechazar por supuesto.

El día jueves por la mañana un intranquilo Souichi y su gran enfado lo hizo no querer dirigir una sola mirada a su novio, si bien durante esos días procuró alejarse un poco, se arrepintió tarde sin poder tenerlo entre sus brazos, ya que amenazó de no querer más allá de besos hasta que Tetsuhiro resolviera sus asuntos. El desayuno al igual que los anteriores días fue silencioso y las caras largas con suspiros acallados los hicieron marchar al trabajo con pesar.

Justo al salir del empleo por la tarde caminaron en un silencio que Tetsuhiro rompió:

— Sempai te prometo que aclararé todo, no olvides que la única persona que puede hacerme feliz eres tú. ¿Confías en mi verdad?

— Yo confío en ti, pero eres un tonto amable que tratas a  todos como amigos y me molesta. No quiero que esa mujer crea que tú tienes intensiones de casarte.

Al llegar a sus casas los nervios no dejaron a ninguno tranquilo. Souichi marchó a su departamento aguardando en la puerta para escucharlo salir y seguirlo. No permitiría que nadie le arrebatara a ese chico, lo seguiría a donde fuera con tal de ver que todo marchara como tenía previsto. No tardó ni quince minutos y escuchó la puerta de su novio cerrarse. Abrió con cuidado y miró discretamente.

Lo siguió a distancia prudente sin que Tetsuhiro advirtiera su presencia, llegó al restaurante y preguntó por una mesa para uno. Afortunadamente le dieron una mesa de una cancelación y se sentó a beber vino, no deseaba comer, sentía el ácido revolver su estómago con el alcohol, pero prosiguió bebiendo. Al fondo de lugar no quitó la vista de la pareja que hacían su chico de cabello azul con una mujer en ropas recatadas pero ataviada muy seductoramente, con una sonrisa boba, según el alcoholizado sempai que refunfuñó en voz baja sus conjeturas:

— Maldita zorra con sonrisa boba.

Pidió una nueva botella de vino a lo que un mesero procuró disuadirlo, sin embargo un billete con una excelente propina lo hizo cambiar de opinión y trajo la botella. Desde la distancia, no podía escuchar nada pero si los vio comer y a  ella tocar la mano de Morinaga que él retiró al instante y le sonrió, causando una ira que contuvo con más alcohol.

La cosa muy distinta a la imaginada por Souichi fue la que aconteció en la mesa con Tetsuhiro, ya que él procuró cenar con ella para amablemente rechazarla y dar muchas  justificaciones sobre  sus puntos incompatibles. La chica de su cita lo observó con buenos ojos, un excelente trabajo bien pagado, un atractivo hombre amable y sonriente, pero bastante callado que hizo algunas preguntas que la confundieron, no sintió ninguna cosa que llamara su atención con respecto a su plática. A pesar de todo siguió encantada de él, más aún cuando sus palabras lo sonrojaron y denotaron lo que ella supuso fue timidez de su acompañante:

— Eres muy atractivo Tetsuhiro, creo que podemos hacer buena pareja. Me gusta que seas tímido y no como todos los demás hombres, unos completos seductores barbajanes.

Morinaga sonrió y agarró valor para rechazarla de notar en una mesa lejana a su sempai ebrio que bebía trago tras trago sin detenerse. La preocupación por él lo hizo mandar a volar las apariencias.

— Disculpe señorita Hasegawa, creo que confunde mi comportamiento, la realidad es que la encuentro algo aburrida, sólo que no quise ser grosero. Nuestros intereses son distintos, no pretendo casarme por ahora, ni tampoco quiero una esposa. Me disculpo con usted si le di algún motivo para creer que tengo interés. Por favor, somos dos adultos que pueden buscar una pareja por sí solos sin que nuestros padres decidan.

El agua del vaso de la chica fue arrojado al rostro de Morinaga que se secó con la servilleta y vio salir a la mujer furiosa. Caminó con cautela hasta la mesa en donde un ebrio Souichi recargó su cabeza contra la mesa comenzando a dormirse justo ahí:

— Apuesto caballero, ¿me puedo sentar a su lado?

Movió de lado la cara pesadamente respondiendo al tipo atrevido que le dijo aquello:

— ¿A quién le dices a…

Observó  de inmediato a su kohai sonriente sin poder levantarse volviendo a decir:

— Mejor vuelve con tu cita yo estoy aquí bebiendo tranquilo.

— Oh sempai, vamos a casa, la mujer se fue y el hombre de mi verdadera cita está muy ebrio para quedarse un rato conmigo.

Tetsuhiro pagó la cuenta y cargó a su novio hasta un taxi que los meseros le pidieron. Llegando a casa lo subió sobre su hombro caminando con él hasta sus departamentos y al entrar lo llevó directo al sanitario a vomitar el exceso de alcohol que lo hizo sentir terriblemente.

Mientras el pobre Souichi devolvió el contenido de su estómago, su pareja lo sostuvo con paciencia. Aguardó a que lavara sus dientes y nuevamente lo cargó un poco hasta la cama, en dónde lo ayudó a desvestirse, de manera que se quedó con sus calzoncillos y una camiseta suya. Se recostaron abrazados fue cuando escuchó de un más sereno sempai:

— ¿Qué pasó con la mujer?

— Le dije que no era mi tipo y se marchó, no sin antes arrojarme el agua de su vaso.

— Te lo mereces.

 — Es cierto, yo tengo un novio y estoy enamorado. No volveré a hacer algo así, te prometo que no habrá más citas.

El chico alcoholizado besó los labios y se sujetó con fuerza de su kohai. La ternura de su sempai inseguro, hizo a Morinaga actuar y entregarle con placer su confort, hasta tenerlo rendido de amor, con cada parte totalmente satisfecha. Nunca se imaginó que podría ponerlo tan mal por tener una cita inocente, no se sabía tan amado hasta comprobarlo en cada beso y las lágrimas de Souichi que al escuchar un “te amo” se estremeció sin poder contenerse en un llanto con su sentimiento de pesar aliviado.

La resaca al día siguiente de Souichi, fue apocada por el amoroso Tetsuhiro que se desvivió por mimarlo, todo por sentirse tan afortunado de tenerlo como su pareja.

Por la tarde la llamada temida llegó, aun en el trabajo Morinaga quería escapar a contestar cerca de Tatsumi, pero fue detenido y tuvo que hacerlo frente a él.

— Hola mamá.

— Como te atreviste a ser tan grosero con ella, su padre está muy molesto y nos ha reclamado a todos que eres un maleducado. Tu padre quería que te disculparas con la familia Hasegawa en persona por los percances, pero lo convencí de que tú tenías a la chica perfecta en la mira y por eso te portaste así.

— Lo siento mucho mamá, nunca he querido causarles molestias, con gusto iré a disculparme.

— No es necesario hijo, sólo quiero que seas feliz y encuentres a esa mujer especial. Más te vale que sea pronto, mientras ya hablamos con la casamentera y comenzarás a salir con algunas chicas.

— Como usted diga madre.

Terminó la llamada y miró contrariado a Souichi. Entonces le dijo con un gesto adusto:

— Mañana iré a Fukuoka y hablaré con mi familia, no quiero más citas de matrimonio. Les contaré sobre ti.

— Yo iré contigo.

— No sempai, prefiero hacer esto por mí mismo.

— De ninguna forma, yo estoy aquí para apoyarte, además quiero conocerlos.

— Creo que esto no será agradable y prefiero no hacerte pasar ese mal rato.

— Voy a ir contigo y es mi última palabra.

Tetsuhiro sonrió cariñoso y unió levemente sus labios a los de su amado novio, sonrió y asintió emocionado.

A pesar de los nervios se sintió profundamente apoyado por su pareja, tenía que decirlo, por lo menos a su madre que merecía saber la verdad aunque lo rechazara.

En el avión la mano amorosa de Souichi pasó sobre la suya con discreción y se sonrieron con ansiedad, no tardaron mucho en arribar en la ciudad para dirigirse hasta su antigua casa. De antemano supo que sus padres se encontrarían juntos por ser sábado por la tarde y con angustia pensó una y otra vez que podría decir que no sonara tan malo. Aunque todos los caminos que imaginó llegaron a recibir las frases que antaño le dijeron, el gran problema que supuso le aguarda es explicar que no es un simple beso, sino una relación de noviazgo con un hombre.

Frente a la puerta de aquella casa, los recuerdos de su infancia lo devolvieron a su timidez y con arrepentimiento le dijo a Souichi:

— ¿Si mejor venimos mañana?

Asió la mano temblorosa de Morinaga y respondió:

— ¿Qué cambiará mañana? Levanta la frente que sales conmigo no con cualquier idiota. Además yo estoy aquí y te prometo que nada te pasará.

Se soltaron y pulsó el timbre. Con el ceño fruncido su madre abrió la puerta, los ojos vidriosos de Tetsuhiro se descompusieron y ella lo sujetó entre sus brazos diciendo:

— Hay hijo, siempre me has dado problemas, pero pasa, tiene tanto que no te veo que te he extrañado. Creo que te olvidaste de tu madre, ya no me llamas, ni me visitas. Disculpa no noté a este chico que te acompaña.

— Es mi sempai del trabajo. — Respondió Tetsuhiro señalando a Souichi.

— Tatsumi Souichi mucho gusto de conocerla señora Morinaga.

Con seriedad respondió al saludo y los hizo pasar hasta la sala.

— Mamá tengo cosas importantes que decirles a ti a y papá. ¿Dónde está él?

Miró al suelo con contrariedad y sin dirigirle la mirada respondió:

— Tiene un par de meses que estamos separados. Pero no importa, creo que las cosas ya no funcionaban. Lo más importante que me dio, son Kunihiro y tú.

Tetsuhiro sintió un nudo en el estómago, sin embargo no podría contener más sus nervios y decidió decir las cosas antes de arrepentirse. Se tiró al suelo sobre sus rodillas en la forma más suplicante que pudo, con el asombro de su madre que no esperó una conducta tan extraña. Sus palabras resonaron la habitación:

— Madre, no tengo derecho a decirme su hijo, pero he venido hasta aquí a pedir su perdón. Este hombre que ve a mi lado es mi pareja, y no me arrepiento porque yo lo amo.

— ¡Que dices! Como te atreves a traer a este desconocido a nuestra casa, a presentarlo como esa abominación que son. Lo siento Tetsuhiro, sabes que esa conducta es insana. No puedes hablar de amor, ya que eso sólo existe para las parejas heterosexuales.

La voz de Souichi se alzó de inmediato y a su lado se colocó en la misma posición que Tetsuhiro suplicante:

— Señora Morinaga, entiendo que jamás debí enamorarme de su hijo. Nunca quise ser gay y no lo soy. Simplemente usted hizo un trabajo asombroso con él. Creo que lo sabe, él es un hombre de bien, es listo, educado y amoroso. Sé que no soy lo que mi madre esperaba de mí, ni usted espero eso de él. Comprendo que no puedo darle nada que una mujer podría, pero estoy dispuesto a acompañarlo con mi eterno amor. No me disculpo porque no me arrepiento, es algo que jamás dudaré y si usted es capaz de comprenderlo sabrá que no hay nadie mejor para él que yo.

— Levántense, no puedo creer que vengan a mi propia casa a decirme esas cosas. No pensé que dejarte ir a Tokio fuera malo, es culpa mía no debí permitir que te fueras, sino ya estarías casado con una buena mujer.

Con premura se levantaron, ninguno quiso mirarla luego de escuchar su desprecio. A pesar de todo, Tetsuhiro antes de marcharse le dijo unas últimas palabras a su atormentada madre:

— Mamá… señora, usted no es la culpable. Es algo que está dentro de mí y me disculpo por no cumplir sus expectativas. Le prometo que no le traeré más vergüenza a su familia, ni a su nombre. No tiene que saber más de esta abominación que seguramente preferiría no haber traído a este mundo. Sólo quiero que sepa que gracias a usted he tenido la fortuna de nacer para conocer este hombre que hace feliz cada día de mi vida, por lo que le estaré eternamente agradecido. Si un día necesita algo de mí no dude en pedírmelo que aquí estaré.

Entrelazó los dedos con la mano de su pareja y se dieron la vuelta sin mirar atrás caminando rumbo a la salida.

— ¡No te vayas hijo! Y no me digas señora, nunca me llames así, yo soy tu madre y eso jamás cambiará. Aquella vez que te dijimos esas cosas horribles, estaba enojada y tu padre también, pero te aseguro que no me arrepiento un solo día de que nacieras. ¡Cómo puedes dudarlo! Si desde que supe que vendrías te esperé con alegría. Eres tan valiente y este hombre que elegiste creo que te ha dado un brillo especial, nunca te vi ser feliz. Yo quería verte formar una familia para que pudieras sentir lo mismo que yo al tenerte, pero creo que has elegido tu camino y te vez satisfecho.

Corrió a los brazos de su madre gritando con emoción:

— ¡Mamá! ¡Mamita! De verdad perdóname por nacer así.

— Mi pequeño Tetsuhiro, no te disculpes más, perdóname tú por no saber guiarte. Pero veo que lo has hecho bien y supiste encontrar el amor, algo que nunca tuve con tu padre. Me alegro por ti.

La madre de Tetsuhiro caminó hasta Souichi que no se movió atónito por la escena, se agachó frente a él y dijo:

— Bienvenido a la familia. Le advierto que debe tratar bien a Tetsuhiro o no dudaré en buscarle una esposa.

Con la sorpresa respondió:

— Si señora, gracias.

Esa tarde la pasaron en compañía de la madre de Tetsuhiro, el cual gustoso habló interminables horas de su querido sempai que lo acompañó a quedarse en habitaciones separadas en la casa Morinaga y al siguiente día partieron juntos prometiendo volver seguido a visitar a la solitaria mujer que terminó acogiendo a Souichi como otro hijo e incluso conociendo a la familia Tatsumi. Respecto a su padre prefirieron omitirle la información, manejando a Tetsuhiro como un soltero empedernido.

El amor de Souichi y Tetsuhiro jamás pudo extinguirse, floreció más allá de todo lo imaginado y así continuó por el resto de sus vidas.   

FIN 

Notas finales:

Que tal no lloraron a mi lado cuando la mamá de tetsuhiro lo aceptó. Creo que las circunstancias la orillaron a darse cuenta que ese chico es la familia que necesita. Pues su esposo la dejó, su otro hijo casado y el cuidar a su pequeño Tetsuhiro tuvo que apreciarlo. Espero saber que les pareció, sus comentarios me animan a escribir. Gracias


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