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La apariencia es lo de menos (Fanfic koi suru boukun) por patyunam

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Notas del capitulo:

¡Hola! Ya saben, yo como siempre un poco atrasada en acabar pero antes de que el día 2 de diciembre termine, tenía que venir con la dedicatoria de mi amiga Rita Tatiana, una linda chica que me ha hecho feliz con sus comentarios a lo que escribo. De manera que espero hacerte sentir especial en tu día dedicándote esta historia corta pero que tendrá un poco de mi corazón. Siento mucho no haber terminado pero prometo en la madrugada subirte la continuación. ¡Te deseo estés pasando un cumpleaños increíble!

Los personajes pertenecen a Hinako Takanaga, yo solo les cambio la forma y el lugar jejejeje.

 

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La apariencia es lo de menos.

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Toda su vida creció distinto a los demás, apartado, lejano y un poco solitario. Morinaga Tetsuhiro desde muy pequeño, desarrollo un gusto peculiar por pastelillos, chocolates y tantas cosas dulces que le calmaban la ansiedad de estar solo durante horas en su casa. Como hijo único con unos padres que rayaban en ser desobligados, pues lo dejaban totalmente solo desde que cumplió seis años, aprendió que la mejor compañía que podía tener era la suya propia. Además de aprender a disfrutar los pequeños placeres de la vida como la comida.

Con un afán culinario en los ratos de soledad, comenzó a poner manos a la obra en la elaboración de distintos platillos que primero serían totalmente dulces y poco a poco su labor se tornó más especializada en todo tipo de comida. Sus padres al notar sus habilidades y esa forma suya de ser tan detallista, se aprovecharon para volverlo prácticamente la sirvienta pues se comenzó a encargar de hacer las compras, limpiar y cocinar.

Así creció el tierno y amable Tetsuhiro, con un corazón todavía más dulce que los postres que preparaba. Desafortunadamente la vida es difícil para quienes más luchan por formar parte de un grupo pues con muchos kilos de sobrepeso en una sociedad en la que ser delgado es algo fundamental en las relaciones sociales, no encontró jamás un lugar en el cual sentirse estimado. Sus mismos padres lo trataron siempre con menosprecio procurando hacerle evidente su problema con comentarios ofensivos de los que procuró reír pretendiendo no sentirse lastimado.

En la escuela secundaria y preparatoria se acostumbró a estar apartado de los demás para evitar burlas y preguntas incómodas. Cada vez que el mundo se tornó amargo y desabrido en el exterior, lo compensó con mucha dulzura a la hora de la comida, de manera que su peso se incrementó conforme los años pasaron.

A pesar de ser alto, con los hombros encorvados hacia delante por su timidez, lo mantuvieron como una persona que los demás ignoraron y cuando alguna vez alguien se interesó genuinamente en su amistad, se sintió un poco incómodo pensando que quizás podría ser una treta para lastimarlo; ya que todas sus anteriores experiencias con chicos de su edad resultaron en un fiasco tras otro. Todos esos problemas le enseñaron a ser desconfiado y preferir volverse amigo de los profesores.

El ser solitario no le fue tan malo pues sus notas reflejaban ser un estudiante sobresaliente, lo malo de ello es que por la misma razón se aprovecharon de su buena voluntad y su corazón de oro para robarle tareas o forzarlo a entregar a abusivos las respuestas en los exámenes.

Con el paso de los años aprendió que lo principal para sobrevivir en la escuela es ser desconfiado y alejarse de los demás es alejarse de los problemas. El paso del tiempo lo llevó a salir de casa pues pretendió alejarse de su ciudad natal pretendiendo comenzar de nuevo en un lugar distante.

Solía creer que al llegar a la universidad en Nagoya, sus dificultades terminarían, sin embargo estaba muy equivocado, pues luego de unos meses de tranquilidad, accidentalmente tropezó y su pastelito que estaba comiendo fue a dar directamente a la camisa de uno de los tipos más fanfarrones. Por aquella razón, desde ese día comenzó a ser agredido constantemente durante las clases y fuera de ellas. Aquél tipo fanfarrón como si fuera un adolescente le metió el pie mientras lo vio pasar, le dio empujones, goma de marcar en su asiento y sin olvidar los insultos. Todo con tal de reírse de él al lado de su grupo de amigos igualmente desagradables pero populares en la escuela.

Luego de dos semanas de intentar ignorar al bravucón, el acabose de su cordura terminó cuando le arrojó a la cara un vaso repleto con refresco con hielos, mientras caminaba rumbo a una de las clases. Esa vez se sintió muy molesto pues no sólo fue el refresco sino que los hielos lo golpearon como duras piedras su rostro.

El enojo de inmediato lo hizo decir algo de lo que se arrepentiría:

— ¡Que te pasa imbécil!

Aquel bravucón, llevaba semanas esperando por una mínima respuesta y provocación, con tal de justificarse para darle una paliza. Morinaga se horrorizó al instante dando algunos pasos hacia atrás pero tarde para él, el enorme tipo de su misma estatura, cabello negro y cuerpo más que atlético, atestó un puño contra su abdomen, doblándolo al suelo sin aire. Una vez ahí, lo sujetó del cabello y preguntó con aire pedante:

— ¿Quién es el imbécil? Las cosas desagradables como tú no deberían salir a la vista sin advertencias. Creo que deberías ponerte una bolsa de papel que te tape por completo. Aunque no creo que puedas encontrar algo a tu tamaño.

De inmediato una voz se alzó frente a ellos:

— ¡Qué demonios crees que haces! Déjalo ir.

Un atractivo hombre de cabello largo, ojos miel y anteojos redondos, Tatsumi Souichi había retado al tipo sin dudarlo. Mirar como un grupo de bravucones se burlaban de un chico le pareció repulsivo y con aire protector pensó detener aquella paliza.

El bravucón envalentonado por el grupo de amigos que lo acompañaba respondió:

— No te metas en lo que no te importa cuatro ojos, o vas a tomar su lugar.

— ¿Tu y cuantos más?

Al instante en que preguntó, los tipos que se hallaban sentados en una banca cerca, se levantaron a defenderlo, por lo cual sin temer ni un poco, respondió con arrogancia:

— Ya veo que son un grupo de cobardes que necesitan acompañarse. No me preocupa. Vamos a ver si tu grupo de nenas pueden entre los tres conmigo.

En ese momento uno de ellos se abalanzó a Souichi y con una patada de inmediato lo dejó fuera de combate. El tipo que tenía a Morinaga lo soltó y de inmediato pretendió atestar un golpe en el perfecto rostro de Souichi que evadió con habilidad y con una llave lo tiró al suelo dejándolo fuera de combate. Los otros dos tipos prefirieron marcharse a continuar con aquella desventaja.

El humillado Tetsuhiro no daba cabida a lo que sus ojos vieron, un hermoso hombre lo defendió. De inmediato ante sus ojos destelló con una brillante luz como un ángel que descendió del cielo para protegerlo. Su cabello rubio radiante como el sol se liberó en medio de la pelea dejando ante sus ojos los artísticos movimientos de las hebras durante los veloces movimientos.

Embobado por primera vez, su corazón emocionado se apresuró en golpeteos que nublaron totalmente sus pensamientos, sin advertir la voz de Souichi que al deshacerse de los tipos fue a ayudarlo a levantarse, preguntando intrigado por la mirada del chico de cabellos azules:

— ¿Estás bien? ¿Te golpearon muy fuerte la cabeza verdad?

Como por arte de magia, aquella voz lo hizo reaccionar y respondió sujetando la mano de su salvador.

— Estoy bien. Muchas gracias por ayudarme.

— Qué bueno, entonces me voy.

Caminó como si nada hubiera ocurrido, mientras detrás de él, Tetsuhiro no daba cabida a lo que sus pensamientos le dictaron. Por primera vez en toda su existencia sus mejillas se sonrojaron y sintió que su cuerpo se llenó de las endorfinas que únicamente experimento con sus deliciosos postres. No pensó dejar escapar a ese príncipe encantador y en esa medida corrió tras él hasta alcanzarlo y preguntar:

— Tengo que agradecerte por tu ayuda, mi nombre es Morinaga Tetsuhiro y soy un buen cocinero, me gustaría invitarte a almorzar conmigo. Tengo suficiente comida ¿me acompañas a la hora del almuerzo?

— Disculpa tengo que llegar al laboratorio, el profesor asistente Miyoshi me espera. No tienes que agradecer, ve a tus clases.

Morinaga comprendió el rechazo, se secó el rostro con algunos pañuelos desechables pero al verlo alejarse rumbo al edificio, dudó de su cordura al seguirlo nuevamente e intentarlo otra vez:

— Espere un minuto Tatsumi sempai.

— ¡Ahora qué quieres!

— ¿Hay alguna cosa que pueda hacer para recompensarlo por su ayuda?

— Sólo márchate a realizar tus cosas y déjame en paz.

Como accidente causal, el profesor Fukushima, jefe de la carrera de agricultura los miró charlando y recordó que Tatsumi necesitaba un ayudante pues no se daban abasto esas semanas con el trabajo en el laboratorio. Justo antes de que Morinaga se marchara, llegó a interrumpirlos pues tenía planeado preguntarle a Morinaga si deseaba volverse un investigador asistente en el laboratorio.

— ¡Tatsumi- kun, Morinaga-kun! Aguarden un segundo. Veo que ya se conocen, así que esto será más simple. Miyoshi y tú se han estado atrasando en los resultados, y he pensado incluirles más ayuda. Morinaga es el mejor estudiante que tengo a pesar de que acaba de entrar a la carrera, es autodidacta y parece tener dominado el tema que están investigando. Quiero ver qué tan lejos puede llegar con un pequeño impulso. Dime Morinaga ¿Te gustaría entrar como asistente de Tatsumi-kun? Él también es un aprendiz pero ya va en su segundo año de la licenciatura y probablemente tiene una carrera prometedora en este campo de investigación.

Tetsuhiro no lo pensó, de inmediato respondió con entusiasmo:

— Por supuesto Fukushima sensei, yo estoy a su disposición.

— ¡Un segundo! Yo no necesito un asistente, seguramente tendré que ser su niñera. — Refutó enojado Souichi.

— No es así Tatsumi-kun, él es muy inteligente y ha estado buscando unirse a alguna actividad extracurricular. Es un estudiante becado y hasta el momento lleva un promedio insuperable. — Completó con entusiasmo Fukushima.

— Tatsumi sempai, debería darme una oportunidad y le prometo que si soy un lastre dimitiré en cuanto usted me lo diga. — Suplicó Morinaga sonriente.

— Bueno, si lo ponen en esos términos creo que me resulta conveniente.

— Entonces los dejo para que se pongan de acuerdo. — Luego de decir eso, se marchó el Profesor Fukushima a continuar con sus actividades.

— Sígueme, vamos al laboratorio. Necesito una copia de tu horario de clases.

Morinaga sacó una copia de su horario, pues en su mochila llevaba muchas cosas, ya que solía ser muy precavido:

— Aquí tiene sempai, tenía una copia extra.

Ante tal gesto Souichi no tuvo más que aceptar que tenía un excelente prospecto para asistente. Una vez en el laboratorio…

— Profesor Miyoshi le presento a ¿Cómo dijiste que te llamas?

— Soy Morinaga Tetsuhiro.

— Bueno este chico será mi ayudante, lo acaba de asignar el profesor Fukushima pues dijo que necesitamos avanzar más rápido.

Morinaga se sintió emocionado de tener cerca a ese hermoso hombre que podría protegerlo de aquellos tipos fastidiosos, además de que por primera vez en su vida los rosas del amor florecieron en su interior admirando el hermoso exterior del chico que conquistó su corazón. Los suspiros resonaron mientras corrió hasta su clase.

Desde ese día se volvió el asistente de Tatsumi y por la tarde luego de sus clases, fervientemente siguió sus instrucciones en cada paso, comenzando a aprender la manera de trabajar a su lado, no tuvo oportunidad de intentar platicar con él durante todo el tiempo que duró la práctica, fue regañado varias veces por sus errores con la pesada mano dura de su sempai.

Al cabo de un rato, Miyoshi detuvo las cosas para darles un descanso pues las horas sin alimento eran malas para concentrarse. Marcharon los tres a la cafetería mientras Morinaga sacó de su mochila un enorme almuerzo medio comido. También unas donas de chocolate y compró un refresco de fresa.

Souichi compró un café junto con una ensalada de pollo y de pronto comenzó a ver comer a su nuevo kohai, prácticamente resplandecía cada que un alimento entró a su boca. Sin darse cuenta el delicioso sabor de sus platillos lo hacía degustarlo con un rostro de placer que intrigó a su sempai. Mientras más lo vio comer percibiendo aquellos increíbles aromas de su comida, su estómago rugió de inmediato, haciendo que Morinaga volteara a mirarlo. Con una gentil sonrisa usó sus palillos para tomar un camarón frito y lo ofreció:

— ¿Sempai no gusta probar un poco?

Souichi miró el camarón justo frente a él con ánimo de comerlo directo de los palillos de su kohai por el suculento olor, sin embargo recobró el sentido y respondió con molestia.

— Soy capaz de usar mis propios palillos.

Al meter aquella comida en su boca, de inmediato se enamoró de la sazón tan impresionante del chico, por lo que comenzó a comer de su almuerzo hasta que ambos terminaron la comida de Tetsuhiro. Con un poco de vergüenza le acercó de su ensalada diciendo:

— Es culpa tuya, no pretendí terminarme tu comida.

— Descuide sempai, una vez llegue a casa prepararé más. Me gustaría invitarlo a cenar en mi casa, porque además hay muchas cosas que quiero preguntar sobre nuestra labor.

— No puedo.

— No hay problema sempai.

El trabajo continuó luego del descanso para comer. Miyoshi que los había acompañado sentado frente a ellos, le molestó que Tatsumi compartiera la comida de su kohai, notó cierta química entre sus asistentes, además de los ojos tiernos de Morinaga que miraron afanosamente al hombre que pretendía hacer suyo. De manera que intentó abusar de su autoridad y presionarlo durante las prácticas con tal de que renunciara.

Souichi en un principio aceptó los regaños de Miyoshi hacia su kohai, no obstante al siguiente día comenzó a ayudarlo él mismo para que hiciera las cosas bien, a razón de que comenzó a sobrepasarse con las peticiones específicas y casi hace llorar a Morinaga cuando por accidente combinó una sustancia por error. Cosa que molestó todavía más a Miyoshi, pues durante la hora del descanso, Morinaga sacó un almuerzo extra para su sempai y lo comieron juntos en la cafetería.

— Gracias por ayudarme hoy sempai, pensé que tendría que irme pues al parecer soy demasiado torpe para ayudarlo.

— No suelo decir estas cosas, pero creo que tienes talento, sin embargo todavía eres bastante inepto, aunque no debes dimitir sino esforzarte más.

Las palabras de aliento de su sempai lo conmovieron, con más ánimo decidió continuar aquella tarde. A pesar de su entereza, por accidente soltó un matraz y fue el pretexto perfecto para despedirlo de Miyoshi:

— Morinaga lo siento mucho pero luego de esto, creo que no eres lo suficientemente hábil para asistirnos, será mejor que te retires.

Souichi sintió simpatía por el chico de cabellos azules que agachó la cabeza y dio media vuelta a recoger sus cosas, de manera que lo defendió:

— Fue un error Miyoshi sensei, además usted también los ha tirado. No creo que deba irse si apenas está aprendiendo y tiene dos días con nosotros.

Un molesto Miyoshi sonrió falsamente y respiró profundo pensando en una estrategia para correrlo de una vez, sin que Tatsumi interviniera.

— Creo que tienes razón Tatsumi, sin embargo Morinaga quiero que leas esto para mañana, de lo contrario no te voy a dejar permanecer con nosotros. Te voy a hacer un examen de las normas de seguridad en el laboratorio.

— Es un abuso, el manual es muy grande para leerlo en una noche, ni a mí me hizo leerlo. — Refutó Souichi.

— Tienes razón Tatsumi, ambos tendrán examen mañana.

— Esto se lo comentaré al profesor Fukushima, él me dirá si es correcto hacernos un examen de las normas de un día para otro. — Refutó con inteligencia Souichi, aunque Miyoshi no se daría por vencido por lo que respondió:

— Es cierto, tienen dos días para el examen.

— Pero Miyoshi sensei.

— No hay pero que valga Tatsumi, será mejor que estudies o también te irás.

Pensó en hacerle preguntas fáciles a Tatsumi con tal de que aprobara y a Morinaga las más complejas y difíciles de todas para poder correrlo, de esa manera evitar que siguieran volviéndose amigos. Desde el arribo del chico de cabello azul advirtió el cambio en su asistente Tatsumi. Le molestaba cada que el chico de ojos verdes recibía explicaciones para trabajar directamente de los labios de Souichi, cada que llegaba a ayudarlo, pero verlos comer y charlar fue el acabose, ya que a Miyoshi le gustaba bastante, por lo que no permitiría que alguien se entrometiera.

Esa noche antes de salir del lugar, les entregó el manual de seguridad y los instó a sacarle copias para que cada cual estudiara por su cuenta, no obstante no contó con que camino a la copiadora Morinaga tuviera una idea:

— Sempai no sería mejor si estudiamos juntos, no creo poder comprender todo y usted que tiene experiencia puede ayudarme. También le cocinaré lo que usted quiera con tal de que me ayude. ¿Por favor sería posible?

— Lo siento asistente, tengo a mis hermanos en casa que no puedo dejar sola.

— Soy Morinaga Tetsuhiro, Tatsumi sempai. Gracias por su ayuda de todas formas, voy a esforzarme por acreditar el examen.

El rostro triste que hizo Morinaga conmovió de inmediato a su sempai, de igual forma por olvidarse de su nombre. Entonces le dijo:

— Pero puedes venir, a mi hermana seguro le agradará que alguien le ayude con la cocina.

— ¿De verdad?

— Te digo que sí, tonto. No me hagas enfadar.

Partieron juntos a la casa Tatsumi, en la cual Kanako quedó sorprendida de conocer por primera vez a un amigo de su hermano, mucho más por la premura, puesto que Morinaga le contó que apenas tenían dos días de conocerse. Quedó maravillada con la forma tan profesional de cocinar de su invitado, alguien tan diestro en la cocina parecía caído del cielo.

Una vez en la mesa su hermano Tomoe bajó y se llevó la comida a su habitación pues al siguiente día tenía que entregar un trabajo, por lo que se encontraba estudiando.

Kanako se sintió bastante animada de tener a su invitado, a tal grado que no pudo evitar pedirle lecciones de cocina:

— ¿Morinaga-san podría enseñarme a cocinar como usted?

— Kanako no molestes a Morinaga, él tiene cosas más importantes en su cabeza que enseñar a una chiquilla como tú.

— Al contrario sempai, me resultaría muy grato ayudarla, puesto que vivo solo y no tengo amigos, ni familia por aquí.

— Tu asistente es tan agradable hermano y tú tampoco tienes otros amigos. ¿Por qué no nos acompañas a la cena todos los días y así me enseñas lo que sabes?

Souichi se incomodó de ver la insistencia de su hermanita, entonces respondió con seriedad:

— Kanako no te metas en lo que no te importa, no sabes que los adultos prefieren no ser molestados.

— No sería una molestia, además me sé muchos platillos que seguro le agradarán a ambos.

Al escuchar aquello, Souichi pensó que no era mala idea continuar probando la exquisita comida de su kohai, además de que su hermana aprendiera a cocinar mejor, ya que solía quemar frecuentemente las cosas o salarlas.

— ¡Como quieran!

La charla se volvió personal con los alimentos en las bocas y de pronto hablaron de sus familias. Nunca se imaginaron conocer a una persona tan solitaria como lo era Morinaga. Después de eso comenzaron a estudiar las normas del laboratorio juntos, hasta que algo tarde invitaron a pasar la noche en la casa Tatsumi, al kohai que entusiasmado accedió.

Por la mañana muy temprano, como agradecimiento luego de una ducha, Tetsuhiro les preparó una gama de platillos dulces y otros salados que comieron impactados por las habilidades del chico. Más tarde fue a cambiar sus ropas a su departamento y marchó a clases. En las horas del laboratorio, Miyoshi notó todavía más la confianza de aquellos y se molestó de verlos irse a comer en el exterior, no pudo hacer nada puesto que no tenía derecho a exigir que lo acompañasen a comer.

Juntos al caer la noche, se marcharon a la casa Tatsumi a estudiar nuevamente con tal de acreditar la prueba.

El problema llegó al día siguiente. El día del examen Morinaga no llegó a la hora de siempre, lo esperaron quince minutos y Miyoshi le entregó su hoja de preguntas a Tatsumi que por alguna razón tuvo un mal presentimiento.

— Creo que esto lo dice todo Tatsumi, Morinaga está fuera del laboratorio. — Sonrió triunfante Miyoshi.

— Disculpe Miyoshi sensei, algo malo debió ocurrirle. Ha estudiado mucho para rendirse sin hacer la prueba. Voy a buscarlo.

Esa tarde justo antes de marchar al examen, los compañeros que fueron humillados por Tatsumi habían tomado a la fuerza a Morinaga e iban a exponerlo atado y desnudo en uno de los baños de la escuela. Entre golpes lo llevaron y por la fuerza hicieron girones sus prendas mientras él gritó asustado.

Sus sollozos hicieron eco en el edificio que se quedó prácticamente vacío, puesto que en las tardes no había clases sino sólo se quedaban aquellos que estudiaban en las bibliotecas o en los laboratorios. Supuso que aguardaría por el personal de limpieza a ser rescatado, aunque se preguntó cuánto tiempo permanecería en el lugar.

Souichi con el horario de Morinaga en la mano, llegó al último salón de sus clases, encontrando vacío el lugar. Resignado caminó rumbo a la biblioteca pero por error se siguió hasta al fondo del pasillo, justo ahí miró una mochila en el suelo, una chamarra y un par de pantalones. De inmediato reconoció la mochila de su kohai, asustado levantó las cosas y caminó por ahí hasta escuchar los sollozos de Morinaga muy cerca. Entró al lugar mirándolo denudo con su camiseta rota en un rincón del lugar.

Sintió tristeza e indignación, por lo que lo desató y fue abrazado de inmediato por él como un cachorro lastimado que ha recibido la piedad de una persona. Devolvió el gesto y contuvo las lágrimas de rabia. ¿Cómo alguien podía ser tan cruel para humillar a otro ser humano de esa forma?

— Fueron esos chicos otra vez ¿verdad?

Morinaga no quería hablar, se sentía derrotado, frágil e indefenso. Temblaba como una hoja en los suaves brazos de Tatsumi que no dejaba de pensar en una forma de vengarlo.

Cuando fue liberado de los brazos de Morinaga, le entregó sus prendas que había dejado cerca de la puerta de entrada al desamarrarlo y le dijo con fiereza mientras lo miró vestirse:

— Esto no se va a quedar así, vamos a proceder legalmente, el decano sabrá de eso y la van a pagar.

— No sempai, no quiero problemas, ellos van a desquitarse si yo intento algo.

— ¡Eres un imbécil cobarde!

— Tiene razón sempai, ya no quiero problemas, creo que mejor me cambiaré de escuela, apenas llevo un semestre en esta. Volveré a casa, ahí me decían cosas pero jamás me habían humillado así.

— ¡No te atrevas a renunciar! ¿Toda tu vida vas a vivir con miedo?

Las lágrimas de Tetsuhiro salieron descontroladas.

— No quiero que me lastimen. Usted no sabe lo que es ser como yo. Las personas son crueles, prefiero estar a salvo que seguir aquí cerca de esos chicos.

— ¡Maldita sea cobarde! Los van a expulsar si metemos la denuncia, no tengas miedo. Además yo te voy a cuidar y urgentemente necesitas lecciones de defensa personal.

El peso de las palabras se desvaneció entre la realidad de Morinaga, el cual respondió con ironía y tristeza:

— ¿Me va a cuidar? Y qué tal cuando esté en sus clases y estos tipos me tengan a su merced, cuando vaya a mi casa y me sigan. Usted no puede estar conmigo todo el tiempo.

Souichi era un tipo aparentemente frío, sin embargo jamás iba a permitir que una persona tan indefensa fuera lastimada y mucho menos por su culpa, ya que recordó haber intervenido aquella vez. Pensó en que de cierta forma tenía razón su kohai, por lo que preguntó:

— ¿Llevas todas tus clases con esos tipos?

— No sempai, ellos pertenecen a otra carrera pero compartimos algunas.

Sacó la hoja de papel arrugada en su bolsillo del horario de Morinaga y se la mostró con tal de saber cuáles compartía. Descubrió que podía tomarlas con él pues sólo una de ellas se empalmaba con las suyas y la que se empalmaba era la de su amigo, el profesor Fukushima.

— Está decidido, voy a ir contigo a esas clases y te voy a recoger de las otras. Tus horas libres vas a tomar conmigo mis clases. Además vas a venir a vivir a mi casa hasta que este asunto se termine y aprendas a defenderte.

— No tiene que hacerlo sempai, yo prefiero irme de aquí. No quiero verlos otra vez.

— Te digo que así va a ser, ¿o toda tu vida vas a vivir escondido? ¿No tienes orgullo? ¿Vas a dejarlos sin recibir su merecido? Te aseguro que personas como ellos van a lastimar a otros. Si no los detienes ahora, por tu culpa otros van a padecer lo que tú o podría ser mucho peor, gente así a veces no se mide y ha habido casos asesinatos imprudenciales. — Expresó exagerando un poco Souichi.

— ¿De verdad cree que pueda aprender a defenderme? ¿No me va a pasar nada más?

— ¡Te lo repito! Voy a cuidar de ti y no se hable más de esto.

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Notas finales:

Nos vemos al rato en el final pues va a la mitad o poco menos.


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