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Maravillosas Heridas [Omegaverse] Un Cuento de Maravillas #4 por soreto

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Abandonar lo que se quiere, negar aquello que alguna vez se quiso conservar con adoración; son actos, que solo se pueden hacer como grandes sacrificios, como actos del más puro amor cuando se realizan por alguien.


Soportar el desprecio y el ser culpado por su Alfa, fue algo que Hye soporto por el bien de Suni, el no quería que su hijo estuviera sin una madre, aun si esta no le profesaba afecto; tardo poco tiempo en darse cuenta, que ese era un razonamiento erróneo;


Así fue, que decidió abandonar lo que sentía por Shin, él amaba a su hijo por sobre su felicidad. La separación fue extremadamente dura para Hye, quien incluso se veía sumido en una depresión, incapaz de mostrar aquella alegría que le caracterizaba.


Le aterraba el entender que su creencia de la bondad absoluta en otros, eran meros sueños infantiles.


El pedir por su Alfa en sus celos, solo le hacía darse cuenta de cuanto aun deseaba la presencia de aquella persona. Pero el ver a Suni actuar con más libertad, le hizo darse cuenta que aquello era lo correcto; que volvería a dejar todo por su hijo.


Aun si su cuerpo, pedía con agonía en aquellos momentos donde su piel ardía por los deseos naturales; el no cedería, el estaría ahí para Suni.


Su hijo le demostraba que, el ser feliz, o el poder mostrarse entero ante las dificultades, no dependían de nadie más;


la fortaleza que se poseía dependía de ti.


Suni tenía un carácter tenaza, la presencia de un Alfa en su vida no era algo necesario. El joven logro sus metas sin tener a alguien que cuidara de él.


El Omega menor de la casa, logro graduarse de una carrera universitaria, algo que pocos bajo ese segundo género lograban por las limitaciones sociales. Hye no podía estar más orgulloso de su hijo, sonriendo como ya no recordaba que podía hacerlo al ver como se preparaba el joven para su graduación.


—Suni, ten más cuidado con tu ropa—le decía su padre, al arreglarle la corbata torcida, y el saco desaliñado.


El joven solo le abrazo al ver como la el carácter alegre de su padre volvía, mostrándole aquella sonrisa genuina, algo que creía que solo vería en los recuerdos más felices de infancia.


Nadie podría predecir, que años después, Suni; un Omega definido como infértil, como alguien imperfecto; serio marcado, y aún más inesperado, que se embarazaría por un encuentro casual en una noche.


Hye no dijo nada cuando el doctor les dio la noticia; solo tomo la mano de su hijo, y permitió que llorase después de la visita de Shin. Todo el amor que Hye tenía, se lo dio a Suni, su dulzura, como suaves canciones que usaba cuando el joven era un bebe, acompañaron al Omega menor.


A Hye no le importaba que pasaría, y tampoco se preocupaba que dirían otros. Si él podía estar con su hijo, ayudándole siempre que lo necesitara; le parecía suficiente.


—Bueno, supongo que tendré que pensar en algún nombre para mi nieto—le dijo suave a su hijo, después de que dejara de llorar y sacara todo lo que guardo desde su infancia— Creo que tendré que recordar como tejer— bromeo Hye, pasando su mano por los cabellos del joven, quien reía con voz ronca con su el Omega mayor.


Hye no podía quitarse de la cabeza, el dejarle claro a Shin sus prioridades; tomando un valor que no sabía que tenía, marco un número que creyó nunca usaría;


—No sé si quieres verme en un futuro— le dijo el Omega, temblando al sostener el teléfono— Es algo que ya no me importa, pero no permitiré que hagas infeliz a Suni— declaro Hye, con voz fría, y lágrimas en los ojos.


— ¡Que tonterías dices Hye!— grito colérica la mujer al otro lado del teléfono, sintiéndose ofendida por recibir órdenes de quien, aun consideraba su Omega.


Las pequeñas manos del hombre, se aferraron al teléfono; tapando la bocina respiro hondo para no ceder a su dolor—; Ya no soy nada tuyo—susurro mordiéndose el labio, pequeñas lagrimas silenciosas cayendo en sus manos que tenía en puño— ¡No puedes juzgarme a mí!—grito Hye— ¡Ni a Suni!— suspiro tranquilizándose, escuchando la respiración agitada de Shin, que se enfurecía aún más con cada palabra—. Si te interesa mi hijo algún día, solo así aceptare que te nos acerques.


— ¡Hye- ¡


El Omega colgó interrumpiendo los reclamos de Shin, ya no podía escuchar más; si ya no le amaba, si lo que hubo entre ellos murió; aun así, le dolía como si pequeñas astillas en su pecho; al final, lo que hubo entre ellos, quedaría como una memoria lejana, pero dulce.


El recuerdo de lo que fue una familia.

Notas finales:

capítulo cortito, pero que explica lo que paso entre ellos, los veo la otra semana :)


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