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ICING [ JJBek] [Omegaverse] por soreto

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El uso de supresores; los bloqueadores de esencia; y las rutinas extenuantes de entrenamientos se volvieron parte de su rutina; sus padres a pesar de aceptar su decisión, intentaron disuadir al joven, en parte por lo demandante que podían ser los supresores en su organismo, finalmente, llegaron a un acuerdo: Jean solo usaría medicamentos, o cualquier forma de inhibir su naturaleza Omega en competencia.


—Tengo que hacerlo Mamá, Papá,— les explico tranquilo el joven, con sus ojos claros fijos, afectuosos en sus padres—. No puedo dejar al público sin mi rutina— justificó como lo más normal, sonriente.


Jean, a pesar de que disfrutaba el cariño de sus seguidores, y ser vitoreado por el público; también tenían sus inseguridades, como sentirse expuesto en la pista; con las expectativas de todos, como las propias, y las miradas inclementes, a veces altivas de los Alfas que lo rodeaban.


Gano el podio en varias ocasiones como junior, aun si antes de salir a la pista sintiera su estómago revolverse; sus miedos quedaban a un lado, esa sonrisa radiante que le caracterizaba, la soltura en sus movimientos se convertía en su presente.


Sus padres le abrazaban, él se dirigía al centro de la pista, saludando con ánimo al público, demostrándoles que él era digno de estar ahí, que podía ser mejor de lo que otros podían ser.


Él era el rey.


Dar por olvidado lo que le hacía Omega le ponía triste en ocasiones, no le gustaba negar lo que era, y no es que se sintiera nostálgico de tener aquella protección que tenían otros Omegas; sino de tener fingir que sus logros no podían ser de uno.


¿Qué sabia de los Alfas?


Jean no tenía conocidos bajo esa clase, más que su hermano pequeño, quien era un niño dulce, contrario a lo que escucho de sus allegados. Para muchos, un Alfa era lo mejor, la cúspide de los más destacables atributos, siendo en adición dominantes, con derecho sobre el Omega que eligieran.


Poco le tomo darse cuenta que tipo de lugar tenían los Omegas en la sociedad, que deberes se les confería; que limitaciones tenían. Un Omega era alguien destinado a un rol familiar, débiles, emocionales y poco voluntariosos. Jean no mostraba su furia, intentaba usar esas emociones en sus rutinas, aun si quisiera anunciar al mundo lo que personas como Yuuri Katsuki hicieron, como él podían hacer y harían.


Decenas de sus conocidos, incluso amigos cercanos, le dejaron claro que lo que Jean-Jacques Leroy hacía, lo riesgos que tomaban no eran para él.


—No importa si se enojan— le dijo una vez su hermano menor Avery, a un Jean que cruzaba los quince años—, yo les diré lo bien que patinas, así no te podrán decir nada.


—Bueno, eso es obvio— comento el mayor, poniéndose sus patines para una competencia local—. Se perderían un gran espectáculo, después de todo— se paró con la espalda recta, y la mirada en alto—: ¡It's JJ style! — Exclamo, con una peculiar pose con sus dedos; ocurriéndosele por querer animar al pequeño Alfa.


El pequeño le imito emocionado, corriendo a acompañar a sus padres, en compañía de su hermana Rosalie para ver el programa de su hermano, que portaba con gracia un traje de colores rojos y blancos. Con la atención en su persona, ignoro lo intimidantes que podían ser los Alfas, e hizo aquella peculiar pose que lo mostro a Avery, una que le caracterizaría sin duda, tornándose en su sello.


Jean era consciente de lo desgastante que podían ser los supresores en el organismo; por lo cual, si podía, los dejaba y esperaba su celo sin interrupción. Aquellos días, cada tres meses, eran extraños; donde el mismo parecía un mero espectador de su cuerpo, sorprendiéndole los deseos que eran inherentes a ese período.


Lo único que no tenía mayor complicación, eran los bloqueadores de esencia, los cuales eran jabones y aceites, en su mayoría naturales.


Muchas pistas y espacios en los que Jean intento practicar, le fueron cerradas las puertas, rechazado decenas de veces, hasta que los padres de Isabella le dejaron uso libre de una pequeña pista que tenían. El lugar era sencillo, no tan amplio o equipado como otros, donde un patinador profesional buscaría formarse.


Ahí fue donde conoció a Otabek Altin.


Con diecisiete años, Jean vio a un joven irritado, un tanto furioso, cayendo al intentar lo que parecía un quad Salchow; al Omega le llamo la atención, que fuera de la ira, el joven de cabellos castaños mostrara casi nula expresión.


—Veo que tienes problemas— Se acercó Jean, al otro lado de la pista donde estaba el joven kazajo, que desvió la mirada.


Otabek guardo silencio, levantándose y examinando al otro patinador, que le superaba ligeramente en estatura. La mirada del castaño hizo estremecer a Jean, que con su sensible olfato se dio cuenta de algo que le hizo vacilar en seguir cerca del otro: era un Alfa.


—Si lo necesitas— comenzó el Omega, manteniendo su desbordante confianza y disimulando sus dudas—, puedo enseñarte.


El Alfa, que era un año menor, rechazó su oferta y agradeció con un movimiento de cabeza. Otabek volvió a caer, o terminar en triples algunos de sus intentos al no tomar suficiente impulso; Jean no veía extraordinario talento, o dotes especiales en el otro; pero, el kazajo era tenaz, nunca abandonando, además de tener un carácter férreo.


—Deberías considerar mi ayuda—Volvió a intentar Jean—. Conozco todos los saltos.


Así fue que paso toda la tarde enfrascado con el Alfa, enseñándole con paciencia y minucia el salto que desafiaba a Otabek, como muchas otras cosas.


—¿Entonces tu entrenador te aconsejo probar a practicar fuera de tu país?— pregunto Jean, escuchando al menor.


—Era difícil entrenar en mi país— contesto escueto el Alfa, que seguía las indicaciones del otro para intentar nuevamente el quad Salchow.


—Bueno, hay otras pistas con más patinadores que pueden ayudarte— Recomendó, asintiendo satisfecho con los preparativos de Otabek antes volver a probar aquel movimiento que le resultaba tan complicado.


—Ya he estado en otras; demasiada gente— respondió, algo incómodo por rememorar los comentarios despectivos al no ser talentoso, aun siendo un Alfa. El joven ya tenía un mes en Canadá.


Otabek volvió a iniciar, tambaleando al intentar clavar el salto, aunque no cayendo como en otras ocasiones. Jean sonrió con los avances del kazajo, se acercó a donde estaba jadeando cansado el castaño.


—Te falta un poco de altura en el salto, quizá dejar que la inercia te ayude a clavarlo—opinó—. Volveré a hacerlo para que puedas intentar otra vez— Palmeo la espalda del Alfa, que le miro algo molesto por la confianza de Jean.


Otabek nunca lo diría a nadie, pero los movimientos de Jean eran precisos, sorprendentes, y sin importar su magnitud, conservaban una particular belleza, siempre con gracia innata.


Ambos vieron aquello que les hacía especiales, y dejaron una huella en el otro; una marca indemne al olvido, sin importar cunto tiempo transcurrió antes de volverse a encontrar.


—He visto tus rutinas; tus saltos son admirables— dijo Otabek con una pequeña sonrisa, cuando le estaba agradeciendo a Jean su ayuda; respiro hondo, y volvió a concentrarse para realizar el quad Salchow.


La fuerza interna de Otabek se reflejó en sus fieros movimientos, únicos, desafiantes y cautivadores; Jean perdió sus palabras cuando el kazajo lo vio, sonriendo por la expresión de genuina sorpresa del otro, que aplaudió un par de veces al ver que el Alfa logro su objetivo.


—Te enseñe yo— Jean esperó a que el castaño se acercara a el—, tenías que lograrlo.


Se despidieron, bajo la casi imperceptible escarcha de esa gélida noche de un árbol, Otabek no volvió al día siguiente.


A Jean le pareció algo nostálgico cuando practico aquel salto después, recordando aquella tarde que consumió las horas sin que ninguno de los dos se diera cuenta. Cuando regreso a su casa, sus padres estaban preocupado por lo tarde que era.


La mente de Jean estuvo dispersa días después, con una sonrisa diferente a la altanera que siempre le acompañaba; su expresión era dulce, casi de añoranza.


El quad Salchow se convirtió en su salto favorito.

Notas finales:

Acorde a información oficial, JJ si le enseñó el quad Salchow a Otabek :).


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