Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El camino de las leyendas por Kaiku_kun

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Incluso en su hábitat natural, los Morpeko eran particularmente difíciles de encontrar. Roxy fue con esa mentalidad cuando cruzaron el puente (mientras Gloria admiraba las vistas del final del Área Salvaje) y se adentraron en las colinas cubiertas de hierba.


Y sí, lo que fue encontrar a congéneres de su compañera, pues no mucho. En su lugar, un montón de entrenadores se medían con reclutas del Team Yell.


—Vaya, como que está algo superpoblado.


—¡Les dije que se quedaran en el pueblo! —renegó Roxy. Se acercó al primero de los reclutas y, después de la obvia sorpresa de verla allí, les dijo—: ¡¿Se os ha ido la perola?! ¡¡Ni Arceus encontraría un solo Pokémon con tanto combate!!


—¡Lo sentimos! —se disculpó uno.


—Empezamos buscando, pero los entrenadores empezaron a desafiarnos, y…


Roxy renegó a buena voz, deteniendo ella solita casi todos los combates que se estaban llevando a cabo. Los presentes tardaron un buen rato en darse cuenta de que la persona que acompañaba a la líder del Team Yell era la nueva campeona de Galar. Los combates cesaron de golpe. Algunos buscaron combatir contra ella y otros (especialmente los más jóvenes del Team Yell) querían un autógrafo. Roxy se puso una mano en la cara.


—Ya os daré yo los autógrafos. ¿Podéis largaros ya? —les pidió, bastante irritada.


Los pobres del Team Yell bajaron la cabeza y volvieron a paso reposado hacia Crampón.


—Lo siento, no estoy aquí para combatir —explicó Gloria, sin reparo ni apuro—. Roxy ha perdido a su Pokémon y le estamos buscando. Es mejor no armar follón.


Los entrenadores quedaron decepcionados… y empezaron a combatir entre ellos, ignorando completamente la necesidad de Roxy. Ésta suspiró y empezó a caminar para rodear una de las colinas.


—Qué majos los del Team Yell, ayudándote a buscar a Morpeko.


—Son el mejor apoyo que tengo además de mi hermano —dijo, mirando al frente, con cierto brillo en los ojos. Gloria sonrió—. ¿Qué? Es verdad. Son buena gente, pero siempre se pasan de rosca pensando que me hacen algún bien.


—Como cerrar Pueblo Crampón para que ganaras.


—Sí. —Y puso los ojos en blanco.


—¡Qué dulce, tía! Ojalá tuviera un club de fans tan dedicado.


Roxy no contestó a eso. «Dulce» era una forma curiosa de identificar a un habitante de Pueblo Crampón, en especial si se trataba de una banda de gamberros. Pero sí, supuso que para el resto de Galar sería uno de los adjetivos adecuados.


Quizás debería hacer algo más para que se calmaran.


—Tenemos que hacernos una foto —le dijo, girándose hacia Gloria—. Quiero que esos pesaos vean que voy con la campeona de Galar para que no salgan a hacer el tonto de nuevo.


—¡¡CLARO!!


—Pero no grites, joder, que me dejas sorda. No hay para tanto.


—Uy, perdón. Es que es muy bonito de tu parte.


—Anda, toma mi móvil, haz tú la foto —bufó.


Gloria encendió la cámara, lo puso todo lo lejos de ambas que pudo estirando su brazo y tomó la foto sin esperar mucho a que Roxy se colocara bien. La foto que salió fue bastante graciosa: Gloria parecía que se estuviera riendo de un chiste graciosísimo y Roxy estaba ligeramente escondida, excepto por su cara de póquer habitual y su mano, que hacía el símbolo de la victoria.


—¡Es genial!


—Casi no me has dado tiempo —se quejó ella. Luego bajó mucho su volumen—. Podría haber intentado sonreír…


—Bah, ¡las mejores fotos salen improvisando! Aunque es genial que intentes sonreír para ellos.


Roxy no contestó. Era tímida para las fotos, pero otra cosa muy distinta era la vergüenza que recordaba haber sentido cuando Gloria la pilló intentando entrenar una sonrisa que reflejara de verdad sus sentimientos hacia sus fans. No estaba preparada para hablar de ello, pero Gloria soltaba bombas sin pensárselo, como si no fuera nada importante.


—Voy a enviarla —dijo, concentrándose en la foto de nuevo—. Estoy… con… la campeona… Dejad… de tocar… los huevos… a los pobres… Pokémon salvajes… Y ya está.


Gloria se tronchó de la risa mientras ella recitaba y Roxy no pudo evitar contagiarse un poquillo de la risa tonta.


—Anda, vamos. Tenemos mucho que recorrer.


Sin embargo, se podrían haber tirado todo el día gastando bromas o jugando con Sobble (que despertó de una buena siestecita poco después de la foto) y nada hubiera pasado. Roxy buscaba en cada rincón que diera protección posible, subía por las colinas oteando el horizonte, en especial hacia las montañas de la ruta 8, y hasta pidió a sus otros compañeros de viaje que la ayudaran a buscar. Nada de nada.


Empezaba a amenazar noche invernal cuando montaron su campamento en la base de una colina, un lugar cubierto de hierba, con algunas rocas, libre de viento.


—Jo, nos hemos tirado todo el día y nada —se quejó Gloria, mientras le decía a su Cinderace que prendiera un pequeño fuego.


—Bueno, no esperaba encontrarla así, por las buenas —repuso Roxy, paciente, sentándose en el suelo—. Si Morpeko quiere esconderse, nadie la encontrará. Aún conserva su instinto de cuando vivía en la calle.


—Oh, no sabía que fuera un Pokémon callejero… Pensaba que la habías capturado por aquí.


—Es una larga historia.


Cuando a Roxy se le iba un poco la lengua sobre cosas de las que no tenía ganas de hablar, siempre soltaba esa frase. Normalmente en Crampón se lo respetaban. Además, su cara de póquer podría transformarse rápidamente en una de iracunda si insistían.


Sin embargo, Gloria estaba hecha de otra pasta.


—¿Y cómo la capturaste?


Roxy la miró por encima de las llamas, por un segundo, evaluando si estrangularla o achicharrarle la cabeza en la fogata.


—Nos salvamos mutuamente en mi pueblo.


—¿Y esa es toda la historia? Jo, qué aburrido.


Roxy bufó, mientras preparaba la comida para sus Pokémon. Para Scrafty había preparado bollos vegetales más digestivos. Estaba teniendo dolores de estómago.


—¿Por qué crees que se ha escapado? —preguntó Gloria, mientras dejaba a un Sobble dormidito enroscado delante del fuego.


—No lo sé —confesó Roxy, después de dudar un instante. No tenía ganas de hablar de ello, pero Gloria era muy insistente.


—Es difícil ayudarte, ¿eh? —refunfuñó—. Bueno, cuando lo sepas, me lo dices.


Cenaron en silencio. Roxy miraba lejos del fuego, a las estrellas. Se preguntaba dónde estaría Morpeko, y qué haría cuando la encontrara. ¿Regañarla? ¿Abrazarla? ¿Pegarle gritos hasta que se quedara sorda? Además, no entendía por qué se había marchado. ¿Se habría descontrolado su modo hambriento? Prácticamente no había salido de él durante sus últimos días en Crampón. Con frecuencia la mejor opción era devolverla a su Ball.


—Bueno, ¿qué te ha parecido mi cena? —preguntó Gloria, que hacía estiramientos de pereza para que le entrar sueño.


—¡Oh! —No podía decir que había estado embobada todo el tiempo mientras comía—. Ha estado bien.


—¿Me cocinarás algo un día de estos?


—Claro. Soy la que se encarga de la comida en mi casa, seguro que te gusta.


—¡¡Ya lo estoy saboreando!!


—Que no grites, que tu Sobble ya duerme…


«Exasperante» era un buen adjetivo para Gloria. Se preguntaba si en algún momento bajaba el ritmo o si simplemente se ponía en pausa como un videojuego para dormir y al día siguiente estaba tal cual. Pronto lo descubriría.


—Mañana registraremos la siguiente ruta todo lo que podamos. Será mejor que vayamos a dormir, va a ser un día largo. Buenas noches.


A lo que se refiere a despedidas y «hasta luegos», Roxy no era muy hábil, así que decidió despacharse rápido hacia su tienda, antes de que Gloria pudiera responder. Dejó que sus Pokémon durmieran al lado del fuego, porque normalmente no podía dejarlos sueltos por su casa. Serían una buena alerta por si pasaba algo durante la noche.


No soñó nada. Sólo se despertó la mañana siguiente por la nueva luz solar. Le fastidiaba no poder soñar en algo, aunque no fuera bueno. Los sueños podían darle pistas sobre Morpeko.


Sacó su cabeza por la abertura de su tienda, espiando en el exterior. Había silencio, y del fuego ya solo quedaban los rescoldos. Sus Pokémon la saludaron. La tienda de Gloria seguía cerrada.


Salió intentando hacer el mínimo ruido posible para alejarse un poco del campamento. Sus necesidades vitales no tenían que ser objeto de las desmesuradas exclamaciones de nadie.


Cuando volvió, ya en paz con su cuerpo, se sentó a comer algo delante de los rescoldos, y dejó que su mirada vagara entre las piedras y las cenizas que conformaban los restos de la fogata. Frunció el ceño cuando se fijó en una de las piedras, que estaba bastante agujereada, y obviamente ennegrecida por el fuego.


—Qué extraño…


—¿Qué es extraño?


—¡Ah!


Roxy soltó la piedra del susto, pegando un señor bote. La cabeza de Gloria asomaba como un champiñón de su tienda, no revelando nada más más allá de su cuello.


—¡Perdona! ¿Qué has encontrado?


—Esta piedra… —dijo, tomándola de nuevo y enseñándosela. Pero se cortó antes de seguir. Gloria se hundió en su tienda de nuevo y Roxy vio como toda ella se tambaleaba mientras su rival se vestía a toda prisa. Salió con la boina en la mano y la camisa y el jersey algo descolocados—. Eh…


—¿La piedra? —Roxy la sostenía en alto, ensuciándose con las cenizas—. ¡Es una Estrella Deseo!


—Es lo que pensaba pero…


—Sí, tiene un aspecto extraño. Faltan todos los cristales de Eternatus.


—Es como si se hubiera agotado.


—No sabía que se agotaran.


Quizás Nerio le había transmitido alguna dote artística sin querer: a Roxy le pareció una extraña metáfora de lo que le estaba pasando. Esos pasados días se había estado viendo como una Estrella Deseo apagada. Había sido poderosa, fuerte, pero se estaba desvaneciendo. Se estaba quedando sin aquello por lo que había estado motivada tantos años. Al final acabaría por ser arrinconada. ¿Cómo salir de aquella situación?


Después de que Sobble le echara un chorro de agua a la piedra mágica que alguna vez fuera parte de Eternatus, la secó y la guardó en su mochila.


—¿Por qué quedártela? No sirve.


—No he oído nunca que una Estrella Deseo perdiera su energía de esta forma. Nuestros cristales para el fenómeno Dynamax no se agotan. Y, según lo que dijo Rose, Eternatus absorbía su energía de forma ilimitada. Esta, sin embargo, ni siquiera conserva sus cristales, sólo ha quedado la roca.


—Es cierto, es bastante raro… Oh, ¡ya entiendo! Vas a traérsela a Sonia para que la estudie.


—Es posible. No lo he pensado aún.


Aunque Roxy tenía que reconocer que no había caído en las profesoras Pokémon de la región. Ella pensaba guardarse aquella roca de recordatorio. Quizás descubriera algo por su cuenta. ¿Qué podría hacer que se agotara?


Levantaron campamento en cuanto Gloria y su equipo acabaron de desayunar. Sobble se puso con toda la comodidad del mundo en la cabeza de su nueva entrenadora. Roxy, aunque no sabía cómo expresarlo en el vocabulario tan peculiar de Crampón, lo encontraba más que adorable. Gloria era muy atenta con el recién llegado.


—¿No te han dicho nada de la foto? —le dijo, cuando la pilló de lleno mirándola.


—Ah… —dijo, algo ruborizada, recordando la selfie. Sacó el móvil. No lo había mirado hasta entonces. Cuando lo hizo…—. ¡Joder!


—A ver… Hala, te llueven comentarios por todas partes —dijo, como si fuera más curioso que otra cosa—. Eres toda una estrella mediática.


La mayoría eran de colegas de Crampón que admiraban a la extraña pareja y sus más que dispares caras, además de decirle a Roxy que la apoyaban. Algunos rivales que se habían encontrado por el camino también comentaban que querían revanchas y cosas así.


—Suerte que tenía que ser un mensaje de tranquilidad. Maldita sea…


Un comentario de Morris, uno de los líderes de Pueblo Auriga, llamó la atención de Roxy: había visto a Morpeko enrabiada atacar a destajo a otros Pokémon al final de la ruta 7, dirigiéndose al norte, la mañana anterior.


—Está cerca entonces —musitó Roxy, muy seria. Gloria no dijo nada, sólo miró a su amiga/rival con cierta preocupación—. Ya voy a por ti, compañera.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).