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74. Tuyo por Siempre (08) por dayanstyle

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—¿No saldrás a cazar víctimas? —Kyu Jong le preguntó a Jung Min que se estiraba y bostezaba, feliz de haber conseguido dormir un día completo. Después de pasar la mañana con Hwe Seung, había temido que no pudiera dormir durante todo el día. Su hambre estaba de vuelta, quemando su garganta.

—No cazo a nadie. —Jung Min olfateó, ofendido—. Yo tengo un montón de voluntarios dispuestos a alimentarme.

—Susceptible. —Kyu Jong empujó el hombro de Jung Min—. Todo lo que estoy diciendo es que eres un vampiro y los vampiros beben sangre. Preferiría que no cenaras de mi familia. —Jung Min nunca había tenido a nadie tan tranquilo alrededor de él antes. Incluso sus humanos compañeros de cama habían usado la precaución cuando estaban con  él.

Kyu Jong tenía razón. Necesitaba una nueva infusión de sangre y no iba a utilizar a la familia de Kyu Jong para reponer lo que había perdido. Poniéndose de pie, miró sus pantalones de algodón de ejercicio. Kyu Jong se los había dado, diciéndole que pertenecieron a su padre, junto con la camisa que llevaba puesta. Pero sabía que no podía salir a la calle sin zapatos o una chaqueta.

Como si hubiera leído su mente, Kyu Jong levantó un dedo.

—Mamá fue a la tienda de abarrotes con Hwe Seung. Te traeré un par de zapatillas de mi padre y una chaqueta.

Su pareja se estaba tomando todo esto demasiado bien. Jung Min comenzó a preguntarse sobre la cordura de Kyu Jong. El shifter encontró un vampiro en el bosque y lo arrastró hasta su casa, lo alimentó, y ahora lo vestía para que saliera a alimentarse de otras personas.

 

¿Qué estaba mal con esa imagen?

 

Jung Min no estaba seguro de sí debería estar inquieto o agradecido.

Kyu Jong regresó y señaló con la cabeza los zapatos en las manos. —Espero que te queden estos. A pesar de que te ves del mismo tamaño que mi padre tenía, parece que eres un poco más grande.

Los tenis deportivos estaban en condiciones estupendas, azul y negro y... Jung Min nunca había usado tenis en su vida. Examinó los zapatos antes de ponérselos. Movió los dedos de los pies y se preguntó cómo alguien podría... oh, se sentían bien. Se puso de pie y caminó alrededor de la habitación, rebotando sobre sus talones y sonriendo ante el empeine  acolchado.

—¿Por qué tengo la sensación de que nunca has usado zapatillas tenis? —Kyu Jong preguntó mientras dejaba la chaqueta en la cama.

—Porque no las he usado. —Pero le gustaron.

 

—¿Qué clase de infancia tuviste? —Kyu Jong preguntó con escepticismo—. No puedo creer que nunca hayas usado tenis.

Jung Min agarró la chaqueta y se la puso. El ajuste era perfecto. —¿Qué edad crees que tengo? —Se subió la cremallera del frente y miró hacia la puerta del dormitorio. Ahora que estaba listo para salir a la calle, dudó.

—No lo sé. Te ves como si estuvieras en tus treintas. — Kyu Jong se frotó la barbilla—. Pero ya que eres un vampiro, podría estar equivocado.

 

—Tengo novecientos veinticinco años de edad, Kyu Jong. —Jung Min jaló las mangas. Aunque no era el material que normalmente llevaba, el padre de Kyu Jong había tenido muy buen gusto. El cuero era real y olía muy bien. Pasó la mano por el brazo, deseando tener uno de sus trajes cortados a mano en estos momentos. Una manicura y un corte de cabello no le dolerían.

—No sé si sufres de alucinaciones o dices la verdad — dijo Kyu Jong—. Voy a ir por el delirio hasta que mi cerebro pueda aceptar esa respuesta.

Jung Min quería inclinarse y besar a Kyu Jong, para probar esos lindos labios y sentir al shifter contra su cuerpo. Pero no confiaba en su hambre. Hasta ahora había sido capaz de controlar el fuego volcánico en la garganta, pero no lo haría por mucho más tiempo. Tenía que alimentarse primero, y luego se ocuparía de su pareja.

En la forma más placentera.

 

Kyu Jong abrió la puerta y su hermano estaba allí de pie, con un balón de baloncesto bajo el brazo. —El muerto está despierto. —Sus ojos se deslizaron hacia Kyu Jong—. Pero sigo pensando que deberías vacunarte. Y al menos desinfectar el baño.

—No haga caso de Hwe Seung —Kyu Jong gruñó mientras conducía a Jung Min a la planta baja. Cuando estaban en el patio trasero, Kyu Jong se giró hacia Jung Min—. Ahora, no deberás regresar hasta las dos de la mañana. De esa forma mi mamá no sabrá que estás aquí. —Dio una palmada en el brazo de Jung Min con su puño—. Buena suerte.

Quizás él realmente había muerto y todo esto era una bizarra realidad alterna. Eso explicaría la aceptación de Kyu Jong y los infernales muñecos de Hwe Seung. Jung Min nunca había estado en su vida en este tipo de situación.

 

Las cosas simplemente parecían fuera de la realidad.

Metiendo las manos en los bolsillos, paseó por la calle. Una minivan azul pasó de largo. Él miraba los hogares, mientras caminaba, preguntándose cómo alguien podía vivir en una vida tranquila y mundana. Carros estaban en sus entradas, las luces brillaban en varias ventanas de las casas. Unos perros ladraban, pero aparte de eso, esta área estaba completamente tranquila.

«¿Cómo infiernos se supone que voy a encontrar a alguien para alimentarme cuando todo el mundo está en el interior, terminando por la noche?»

Una minivan azul pasó a Jung Min —la misma que le había pasado cuando dejó a Kyu Jong. Nadie vivía hasta la edad de Jung Min sin hacer enemigos, pero difícilmente sus enemigos manejarían una minivan. Aun así, mantuvo su guardia en alto.

Cuando la camioneta pasó una tercera vez, se detuvo.

—Hey, amigo.

 

Jung Min miró al conductor que le había llamado.

 

El hombre tenía el cabello castaño y corto, una cara llena y, cuando Jung Min inhaló, conjeturó que el hombre era un humano.

—Tú... uh... ¿vives por aquí? —el chico preguntó mientras lentamente conducía el vehículo—. No te he visto por aquí antes.

Jung Min siguió caminando.

 

El hombre se señaló a sí mismo y luego a los otros ocupantes de la camioneta. —Somos la vigilancia del barrio. Es nuestro trabajo asegurarnos de que nuestra colonia se mantenga segura.

 

Jung Min puso los ojos en blanco. Si este tipo era la seguridad del barrio, estaban en problemas. Se detuvo y se giró. —Simplemente estoy dando un paseo. —Jung Min miró a través de las ventanas, y vio otras tres caras. Dos en la parte posterior, una en el asiento del pasajero.

Todos ellos eran hombres adultos, uno de unos treinta años, pero los otros tres parecían estar en sus cuarenta y tantos años.

Quizás que estos hombres se detuvieran no era una mala cosa.

Su hambre alzó su cabeza y Jung Min se encontró caminando hacia los caballeros. El conductor se echó hacia atrás, con los ojos parpadeantes arriba y abajo de la calle y mirando a Jung Min.

—Wow, ¿qué estás haciendo, amigo? No hay necesidad de que vengas aquí. —El conductor presionó el botón para cerrar la ventana, pero Jung Min puso la mano sobre el marco.

—¿Caballeros, les molestaría darme una vuelta? —Miró profundamente a los ojos del conductor, obligando al hombre a decir que sí. Si bebía de los cuatro hombres, podría saciar su gran sed y estar como nuevo. Él no tenía intención de matar a ninguno de ellos, pero la necesidad de alimentarse era abrumadora.

—Sí, claro. Sube —dijo el conductor.

 

—Vick, ¿qué estás haciendo? —el hombre en el asiento del copiloto preguntó al conductor mientras sonreía con inquietud a Jung Min—. ¿Desde cuándo le damos paseos a extraños?

 

Jung Min miró a los ojos al pasajero, alcanzando profundamente la mente del hombre mientras miraba con interés los ojos marrones del hombre.

—Sube —dijo el pasajero con un gesto de la mano y una feliz sonrisa en su rostro—. ¿A dónde quieres ir?

La puerta lateral se abrió y Jung Min les dio una mirada a los dos hombres en la parte de atrás.

Ambos lo miraban con recelo, cuando entró. El que estaba en el lado más lejano dio un pequeño saludo con la regordeta mano antes de mirar al conductor. La camioneta se movió cuando Jung Min entró.

—Entonces, ¿a dónde, amigo? —Vick, el conductor, preguntó.

Jung Min necesitaba un lugar privado. —¿Tienes un gran supermercado en esta área? —Haría que Vick fuera detrás del edificio donde, sin duda, estaría oscuro y podría alimentarse de los cuatro.

—¿Quieres ir de compras? —el flaco sentado a su lado le preguntó.

Jung Min asintió y Vick comenzó a conducir.

 

—Él es Si Woo, el que está sentada a tu lado —dijo Vick—. Y Bob el chico gordito al otro lado de Lester.

El acompañante le sonrió, aún bajo la influencia de Jung Min.

—Soy Hal.

 

Jung Min se giró hacia Lester primero, obligándolo a relajarse y no hacer un escándalo. Luego se inclinó un poco hacia adelante e hizo lo mismo con Bob.

 

Los cuatro hombres se veían como si fueran a dar  un feliz paseo por la noche, grandes idiotas sonrisas en su cara.

 

—¿Bebes? —Lester preguntó mientras sacaba una botella de alcohol del interior de su chaqueta.

—¡No se supone que tomes! —Hal regañó al hombre—. Este es nuestro turno. ¡No vamos a beber en nuestro turno!

 

Lester deslizó la botella al regazo de Jung Min.   —¿Qué? Sólo estoy tratando de ser amable.

 

—Yo no —dijo Bob mientras miraba a Jung Min y rápidamente dirigió su vista al frente—. Él es grande y aterrador —añadió con un susurro—. ¿Y si se decide a matarnos a todos? Yo soy el único sin una puerta para escapar.

—Eh, no es tan grande —dijo Vick desde el asiento del conductor—. He luchado con hombres más grandes en la escuela secundaria.

—¿Con quién? —Bob preguntó mientras su voz comenzó a subir—. Porque tú y yo fuimos a la misma escuela secundaria y yo no recuerdo que nadie fuera tan grande.

Siwoo se sentó al lado de Jung Min, sin comprender por qué le sonreía y le daba a Jung Min un pequeño guiño tomando un trago de la botella en su regazo. ¿En qué infiernos se había metido?

—No —dijo Vick—. Shelly era de su tamaño.

 

Los humanos se rieron y Jung Min no tenía idea de qué era tan gracioso.

—Me tienes allí —Hal acordó—. Ella era una amazona.

 

—¡Hey! —Bob gritó desde el asiento trasero—. ¡Deja de hablar de mi esposa! ¿Acaso  Bob  simplemente  no  se  reía  de  la  broma segundos antes? A Jung Min le estaba dando una migraña. Él sólo quería comer y salir corriendo de la camioneta. Siwoo golpeó con la rodilla la pierna de Jung Min, señalando la botella una vez más.

Jung Min agarró la botella de alcohol y se la devolvió al hombre flaco. —No, gracias.

—Ves. —Hal le sonrió a Jung Min—. Tiene más sentido que tú, Siwoo..

—Es sólo vodka —Siwoo argumentó—. Un tipo de tu tamaño podría beber la botella entera y no emborracharse.

Bob se quedó mirando a Jung Min como si fuera un ciervo encandilado por los faros. Sus ojos de color marrón oscuro se llenaron de temor —lo que Jung Min no entendía. Se había metido en la mente de Bob. El hombre debería de estar sonriéndole, no viéndose como si quisiera saltar de una ventana para escapar. Jung Min miró fijo a los ojos a Bob, una vez más, más profundo, empujando la idea de que el humano no tenía que temerle, que iba a sentarse allí y permitir que él hiciera lo que quisiera.

Bob rápidamente desvió la mirada. Jung Min se sentó allí perplejo.

—Hey —dijo Vick desde el asiento del conductor, ganando la atención de Jung Min.

—Si vives por aquí, ¿quieres unirte a nuestra vigilancia de Barrio? —El hombre parecía esperanzador.

«No, ni aunque me estuviera quemando en la hoguera y unirme a esos hombres fuera mi única opción de ganar mi libertad»Jung Min se estremeció ante la idea de montar con estos hombres en una base regular. Joder, había sido parte del Ultionem. ¿Cómo había terminado en esta camioneta llena de hombres que querían ser de seguridad?

 

—Quizás incluso puedas ayudar a derrotar a Tiny — declaró Hal.

—¿Qué soy yo, hígado picado? —preguntó Vick.

 —Vamos —dijo Siwoo. Sólo somos nosotros cuatro. — Siwoo miró a Jung Min y luego deslizó la botella de nuevo al regazo de Jung Min—. Todos sabemos que Tiny podría patear nuestros traseros.

«¿Tiny?»

 

Hal se giró en su asiento y miró directamente a Jung Min.

—Tiny trabaja en el taller Hugo. Rompe todas las reglas.

 —Tiny es el matón del barrio —Bob murmuró y miró a Jung Min, y luego rápidamente desvió la mirada.

—Oh. Mi. Dios. —Siwoo r agarró la rodilla de Jung Min mientras sus ojos se abrían más—. ¿Qué pasa si este tipo aquí vence a Tiny? ¡Yo pagaría por ver eso! Jung Min  apartó la   mano  de  Siwoo  de su  rodilla. — ¿Estamos cerca del supermercado? —preguntó Jung Min. Tenía que salir como del infierno de este extraño universo alterno. Era como andar en una camioneta llena de delincuentes juveniles.

—A dos cuadras, amigo —declaró Vick desde el asiento delantero—. Y sólo porque me agradas, vamos a esperar hasta que hayas terminado las compras y te llevaremos de regreso a casa.

Jung Min apenas detuvo sus palmas de frotar su rostro.

 

Los hombres continuaron su conversación acerca de cómo les gustaría ver a Jung Min vencer al impotente de Tiny. Jung Min comenzó a extrañar la tranquilidad que solía ser    su vida.  Las  cosas  no  habían   sido  fáciles   al  manejar  un aquelarre, pero había sido mejor que esto.

 

—Podrías golpear con tu puño la cabeza de Tiny y dejar al hombre inconsciente —dijo Bob antes de rizar sus labios y alejar la mirada.

—Podrías colgar al hombre por sus genitales y utilizar a Tiny como un saco de boxeo —Siwoo sugirió.

Esto. No. Podía. Estar. Sucediendo.

 

Vick entró en el estacionamiento de la tienda de comestibles y Jung Min empujó la sugerencia en su mente de que condujera todo el camino hasta la parte de atrás, estacionándose en la zona más oscura.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —Bob se acercó más a la ventana, viendo a Jung Min como si fuera a ponerse una máscara y robar la tienda.

Jung Min se acercó y puso su mano sobre la frente del hombre, jalando a Bob más cerca. —Me ofreces tu  muñeca —dijo en voz baja y seductora.

 

—Dale al chico tu muñeca —Lester declaró en un tono feliz—. Deja de tenerle tanto miedo a la vida. Sé valiente por una vez.

Bob obedeció y Jung Min bebió de cada hombre hasta que su tejido ya no se sentía como si se estuviera destruyendo.

Hal incluso le dio una pequeña risita. —Eso hace cosquillas.

Mientras Jung Min bebía de cada uno, se asomó en sus recuerdos y pronto descubrió que no debió de haberlo hecho. Vick era el líder de este grupo y pretendía ser duro. Pero,  en  realidad,  su  vida  realmente  apestaba.   Estaba casado y sospechaba que su esposa le era infiel. El hombre se sentía atrapado y sin salida, y por eso había formado este pequeño grupo.

Hal era un purista de las reglas. Había crecido en un hogar estricto, su madre y su padre lo disciplinaban físicamente si sacaba un dedo del pie de la raya. Hal tenía miedo de romper las reglas por temor a la inadecuada sensación de ser un fracaso para sus padres que perseguía sus sueños. Él también estaba casado, y el chico sentía que su esposa se estaba cansando de la forma en que se mantenía en el camino recto, nunca balanceándose hacia la izquierda o derecha.

Siwoo seguía cualquier sugerencia. Era un verdadero seguidor. Se había criado solo con su padre, y quería encajar tanto que se arriesgaba a ir a prisión, o incluso a morir por tener la aprobación. No estaba casado, pero aún vivía con su padre. Se había unido a este grupo sólo para poder tener algunos amigos.

Bob era el más extraño de todas. Él era del tipo que corría gritando que el cielo se estaba cayendo. El hombre tenía miedo de su propia sombra y tenía que ser convencido para hacer cualquier cosa remotamente descabellada.

Él se mostraba cauto hasta el punto de que casi no podía tomar una decisión, siempre se quedaba atrás para ver lo que sucedía antes de unirse a lo que estaba pasando. Se incorporó a este grupo con la esperanza de superar sus miedos. Pero su mayor temor era su esposa. Ella realmente era una amazona y tiranizaba a Bob, caminando sobre él como si fuera una alfombra de bienvenida. Su único verdadero deseo era tener las bolas para enfrentarla. Bob la amaba, pero estaba cansado de ser tratado como menos que un hombre.

 

Joder, estos hombres eran casos tristes. Jung Min se sentó de nuevo, mirándolos cuando terminó de alimentarse. Estaba medio tentado a integrar pensamientos en sus mentes, hacer a Bob valiente, que Siwoo se sintiera seguro, darle a Hal las agallas para romper algunas reglas, y mostrarle a Vick que había una vida más allá de una esposa infiel.

Pero vaciló. No le gustaba meterse en la vida de las personas. Conquistar los temores y sentimientos de insuficiencias tenían que venir de adentro. ¿Cómo podría ese triunfo ser satisfactorio?

No, no iba a interferir en sus vidas. Él había traído a estos hombres para alimentarse, y no para volverse su mentor.

—Llévame al vecindario. —Jung Min dio un golpecito en el hombro de Vick y el conductor asintió. El viaje fue tranquilo, ya que cada hombre miraba hacia adelante. Cuando llegaron frente a la casa de Kyu Jong, Jung Min salió de la camioneta de Vick y agitó una mano.

Cada hombre parpadeó.

 

Vick hizo una pausa y luego preguntó: —¿Vives aquí, amigo?

Era como si todo el trayecto nunca hubiera sucedido. Jung Min señaló por encima su hombro. —No hay necesidad de preocuparse, caballeros. Soy huésped de los Kim. —Se dio la vuelta y se dirigió por el camino, dejando a los cuatro hombres para que siguieran sus vidas miserables.

  

—Wow. —Kyu Jong miró a Jung Min de arriba a abajo—. Te ves tan diferente. No mataste a nadie, ¿verdad? —Jung Min aún estaba un poco pálido, pero se veía saludable y su piel  casi brillaba. Su hermoso cabello oscuro estaba en sedosas ondas hasta sus hombros y su rostro ya no se veía demacrado. El vampiro estaba de pie, con su delgado cuerpo en toda su gran estatura.

—Me alimenté de la vigilancia del barrio —dijo Jung Min sentándose en la cama de Kyu Jong, estirando su cuerpo.

Kyu Jong ladeó la cabeza hacia un lado. —¿Qué hiciste?

 

Jung Min se quitó los zapatos, girándose sobre su costado antes de que palmeara el espacio junto a él. —Ven, podemos hablar mientras te complazco.

Kyu Jong vio la gran carpa en la parte delantera de los pantalones de correr de Jung Min. El pene del hombre estaba duro y el material estaba rebotando ligeramente. —¿Quieres hacer qué?

Jung Min se sentó. —¿Qué te pasa esta noche?

 

—Nada —contestó rápidamente Kyu Jong.

 

Inclinando la cabeza, Jung Min frunció el ceño ante Kyu Jong, y luego una traviesa sonrisa sensual apareció en el rostro del hombre. —Ah, ya veo. Eres virgen.

—¡No lo soy! —Kyu Jong dio otro paso atrás—. Tengo que ir a ayudar a mi mamá con los comestibles. Cuando regrese me podrás decir cómo entraste sin que ella te viera.

Jung Min estuvo fuera de la cama y tomó a Kyu Jong de la cintura en un abrir y cerrar de ojos. Jaló a Kyu Jong más cerca, casi levantándolo. —No te preocupes, mi shifter. Voy a ser amable y te mostraré el arte del verdadero placer.

Kyu Jong empujó el pecho de Jung Min. —Enfríate, Casanova. —No le gustaba este Jung Min. La línea sonaba cursi como algo que el vampiro había utilizado en cientos de chicos. Kyu Jong no quería ser otra muesca en el poste de la cama del  hombre.

 

Se sentía muy atraído a Jung Min, por supuesto. Cualquier hombre que no fuera ciego podría ver lo impresionante que era el vampiro. Pero esa apariencia no lo era todo. Por lo que sabía, Jung Min era un real bastardo.

¿Cuánto realmente sabía de este tipo?

 

Jung Min agachó la cabeza a la oreja de Kyu Jong y le susurró: —¿No quieres sentir mi lengua recorriendo todo tu  cuerpo? ¿No quieres saber cómo se siente mi boca chupando tu pene hasta el fondo de la garganta? Dime, Kyu Jong, ¿no te complace mi mano? —Jung Min respaldaba sus palabras acariciando la entrepierna de Kyu Jong y frotando sus gruesos dedos a lo largo de su…

—Detente. —Kyu Jong lo empujó de nuevo—. Sólo detente.—Se salió de los brazos de Jung Min, dando un paso hacia atrás sólo para poder respirar—. No quiero escuchar todas esas palabras dulces. Quiero al verdadero Jung Min.

—Así soy verdaderamente yo —Jung Min afirmo en un tono menos que amable.

—Entonces no lo quiero. —Kyu Jong puso la mano en la puerta del dormitorio—. Quiero a alguien que pueda reírse conmigo, Jung Min. ¿Qué tan difícil sería que no actuaras como el hombre de mundo que quiere quitarle la virginidad al pequeño shifter? —Kyu Jong cerró los labios, al darse cuenta que sin fijarse había confirmado la sospecha, de Jung Min.

Sin dejar que Jung Min respondiera, Kyu Jong abrió la puerta de la habitación y la cerró detrás de él, corriendo a las escaleras para ayudar a guardar las cosas y poner un montón de espacio entre él y el señor manoseador.

—¿Por qué te ves tan nervioso? —su mamá le preguntó mientras guardaba algunas cajas en la despensa. Ella se movió al lado de Kyu Jong, colocando el dorso de la mano en su frente—. No tienes fiebre.

Kyu Jong sabía lo    que  realmente    quería    decir. “Normalmente estas caliente, pero no te sientes más caliente”. —Desde que se convirtió en un lobo, la temperatura corporal de Kyu Jong se mantuvo en treinta y siete y medio grados. La mitad del tiempo quería caminar por la casa desnudo porque estaba ardiendo en su interior.

—Estoy bien. —Se apartó de la mano y vació unas cuantas bolsas mientras Hwe Seung hacía todo lo posible para llevar el galón de leche al refrigerador. Él no estaba teniendo mucha suerte. Cada vez que trataba de levantar el recipiente de plástico se le caía al suelo.

—¿Dónde está Hwe Seung? —Kyu Jong preguntó mientras levantaba a Hwe Seung con el galón de leche para que pudiera colocarlo en el estante.

—Alrededor de la casa en alguna parte —dijo su madre.

Después de haber dejado sobre sus pies a su hermanito, Kyu Jong se apresuró a tomar algo más para meter en el refrigerador. Con una sonrisa, Hwe Seung se giró y saltó de nuevo a los brazos de Kyu Jong, entonces le preguntó: —¿El vampiro aún está escondido en tu habitación?

 

Continuara...

 


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