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74. Tuyo por Siempre (08) por dayanstyle

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Kyu Jong señaló sus ojos y luego r qué todos hacían señales con la mano? Kyu Jong podría haber murmurado y Jung Min lo hubiera oído bien. Jung Min sacudió la cabeza con fastidio, pero Kyu Jong debió pensar que Jung Min decía que no entendía.

—Yo te cubro —Kyu Jong susurró en voz alta. Con Kyu Jong atrás, Vick y sus compañeros se movieron rápidamente a la ventana del sótano, los cinco hombres amontonándose alrededor de Jung Min cuando iluminó el cuarto oscuro.

—Santa. Mierda —dijo Vick.

 

La luz iluminó un conjunto de ataúdes escondido en el rincón más alejado de la habitación. Había también tres congeladores con candados, espadas, ballestas, estantes con blanqueador y una antigua mesa de exploración, y tantas otras cosas que hicieron que Jung Min creyera que la familia era culpable de asesinato.

—Oh, Dios. —A juzgar por la expresión de la cara de Bob, el hombre estaba listo para desmayarse—. Ellos son asesinos en serie.

—No sabes eso —Hal argumentó—. Ellos sólo pueden estar almacenando esas cosas...

—¿En serio? —Vick argumentó—. ¿Almacenando para qué? ¿Una venta de garaje? ¿Cuántas personas tienen ataúdes en su sótano?

Jung Min no iba a responder a eso. Conocía a bastantes vampiros que optaban por dormir en ataúdes en lugar de camas regulares. Aunque  no  mantenían  sus ataúdes a  la intemperie como éstos estaban. Aun así, si los vigilantes no hubieran informado haber visto a la familia durante el día, Jung Min sospecharía que eran vampiros.

Entonces, ¿por qué tienen ataúdes en sus sótanos? Había cazadores de vampiros, pero Jung Min dudaba mucho que vivieran en los suburbios y mantuvieran un suministro de ataúdes en su sótano. Eso era demasiado rebuscado.

Jung Min no tenía una explicación plausible, pero no iba a adivinar. Era demasiado viejo y demasiado inteligente para eso. Tenía que haber una forma fácil de tener respuestas. Los humanos no almacenan ataúdes en sus sótanos.

Siwoo sacó su celular y comenzó a tomar fotos. Jung Min agarró el teléfono del hombre un poco demasiado tarde. La luz en la ventana por encima de sus cabezas se encendió.

Los cinco hombres se agacharon, manteniéndose cerca del suelo mientras corrían alrededor de la casa. Kyu Jong detrás de ellos, Jung Min agarró la mano de su pareja y fue a la calle. Jung Min no necesitaba una maldita camioneta para llevarlo más allá de cinco casas.

—¿Qué has visto? —Kyu Jong preguntó cuando entraron en su camino de entrada.

—Nada que pueda ser usado como prueba concreta de que estas personas son asesinos. —Jung Min maldijo cuando la camioneta llegó a la entrada del camino de la casa, los cuatro hombres salieron. Las mejillas de Lester estaban sonrojadas, sus ojos brillantes de emoción. Vick tenía una mirada de triunfo en su rostro.

—¡Te lo dije! —gritó mientras rebotaba en sus talones—. Sabía que ellos eran culpables.

 

—No  sabes  eso  —Hal  argumentó—.  ¿Has visto   un cuerpo?

 Kyu Jong giró hacia Jung Min. —¿Qué en la tierra se encontraba en ese sótano?

—¡Ataúdes! —Bob aún estaba pálido, con los ojos enormes—. Congeladores con candados, herramientas para enterrar a las personas, productos químicos para limpiar la sangre, y una mesa de tortura. No puedo ser parte de esto. — Señaló a Vick—. ¡Vas a hacer que nos arresten o asesinen! — El hombre se dio la vuelta y comenzó a caminar por la calle.

—Tiene razón —dijo Hal—. Esto es una locura.

 

—Estoy de acuerdo —dijo Jung Min. No quería que los humanos regresaran allí e hicieran que los mataran. No es que le importara, pero no podía aprobar lo que estaban haciendo con la conciencia tranquila. Ahora, por otro lado, él regresaría y revisaría las cosas. Jung Min podría mezclarse con las sombras y hacerse invisible a simple vista. Si los humanos en esa casa eran realmente asesinos, entonces llamaría a las autoridades locales y les informaría.

Eso sería lo más profundo que se involucraría. Tenía otra cosas de que preocuparse, como si el Ultionem le iba a dar caza por no proteger a su aquelarre. Ahora eso era una amenaza real.

—¿Qué quiere decir con que estás de acuerdo? —Vick parecía dispuesto a discutir, apoyando las manos sobre sus caderas—. Viste lo que tenían en ese sótano. ¿Qué persona en su sano juicio almacena cosas como esas?

—Deja de ver cosas que podrían no estar allí —sostuvo Hal—. Sólo porque quieres que sean culpables de matar a su hijo, no significa que lo sean.

 

Vick señaló con su dedo a Hal. —¡No puedes  decirme que no hay algo raro en esa familia, Hal!

 —¿Por qué son raros? —Hal replicó—. ¿Porque el padre trabaja con un extraño horario y la mamá no es parte de la sociedad de padres y maestros?

Mientras los dos discutían, Jung Min miró a Kyu Jong y luego señaló con la cabeza hacia la puerta lateral. Los dos retrocedieron hasta que estuvieron dentro de la casa, dejando a los tres hombres de pie en el camino de la entrada de Kyu Jong.

Incluso aunque su salida de esa noche había sido una pérdida de tiempo, la adrenalina de Jung Min corría por sus venas y tenía hambre. No de sangre, sino de Kyu Jong. El problema era que Kyu Jong no quería que él lo tratara como cualquier otra jodida. Pero en eso Kyu Jong estaba equivocado. Él no veía a Kyu Jong de esa manera. Su pareja no era un jovencito que hubiera levantado para un buen rato y una alimentación.

Tomando la mano de Kyu Jong, Jung Min lo condujo arriba. Él sabía que la mamá de Kyu Jong no quería que durmieran en la misma habitación, pero Jung Min necesitaba sentir a su pareja a su lado, que el hombre encajara perfectamente en la curva de su cuerpo. Sin embargo Jin Hee aún no le había dado otra habitación, por lo que Jung Min pasaría la noche con Kyu Jong.

Una vez que colocó la manta sobre la ventana, Jung Min se acomodó detrás de su pareja. Kyu Jong estaba tenso, con la espalda rígida cuando Jung Min curvó un brazo sobre su cadera.

 

—Nunca me dijiste cómo terminaste en el bosque —dijo Kyu Jong.

 

—Es una historia que te contaré algún día, pero no esta noche. —Jung Min aún no podía decirle a su pareja. El dolor era demasiado crudo, los gritos seguían repitiéndose en su mente.

—Voy a tener que esperar —dijo Kyu Jong.

 

Jung Min jaló a su pareja más cerca, la espalda de Kyu Jong en su pecho, el culo de su pareja metido en su ingle. Su pene se endureció. Kyu Jong se quedó allí, sin decir una palabra cuando la mano de Jung Min recorrió su cadera.

—¿Crees que la familia es culpable? —Jung Min pasó la mano por debajo de la camisa de Kyu Jong, sintiendo la piel de su pareja caliente. Su abdomen era plano, sin tono ni ondulación de los músculos. Era justo como a Jung Min le gustaban los hombres. Rodeó con la punta de su dedo alrededor del ombligo de Kyu Jong y luego metió la mano dentro de los pantalones del pijama de Kyu Jong, curvando los dedos alrededor del pene de su pareja.

—Jung Min…

 

Sin decir una palabra, Jung Min comenzó a acariciar a Kyu Jong, sintiendo el pene de su pareja endurecerse en su mano. Jung Min quería rodar al hombre sobre su estómago y tomarlo con tanta urgencia que el impulso era demasiado fuerte para resistir.

Pero se resistió.

 

La excitación de su pareja llenó el aire mientras Jung Min apretó los labios en el cuello de Kyu Jong, besando su suave piel. El delicado aroma de la sangre del shifter llenó la nariz de Jung Min, haciendo que la boca se le hiciera agua mientras su mano continuaba bombeando hacia arriba y hacia abajo. La espalda de Kyu Jong se arqueó mientras pequeños sonidos llegaban a los oídos de Jung Min. Conocía el sonido de placer y Kyu Jong  estaba  inundado  en  eso.  Las  caderas  de  Kyu Jong  se sacudieron y su culo se apretó, su pene fue empujado  más profundamente a la mano de Jung Min.

 

—Sólo entrégate a mí. —Jung Min apretó con más fuerza, haciendo que Kyu Jong soltara un grito ahogado. Su culo... Dios, su culo era tan firme en contra de la erección de Jung Min. Jung Min sacudió sus caderas hacia delante, dejando que su cubierto pene rozara el culo de Kyu Jong. El vampiro nunca se había contenido tanto en su vida.

Kyu Jong se estremeció y luego se llevó la mano a la boca mientras gritaba. La mano de Jung Min se llenó con la semilla de su pareja, el líquido se derramaba por un lado de sus dedos. Jung Min empujó la parte delantera de sus pantalones de correr hacia abajo, bajando también la parte de atrás de los pantalones de Kyu Jong, y comenzó a acariciar su endurecido pene hasta que gritó su liberación y su esperma golpeó las pálidas nalgas de Kyu Jong.

El cuarto se quedó en silencio. Nada más que la jadeante respiración se oía. El sonido del tic-tac del reloj llenó sus oídos antes de que Jung Min se levantara y fuera al cuarto de baño donde se lavó y luego tomó una toalla para Kyu Jong.

Su pareja aún estaba acostado en la misma posición. Cuando Jung Min se movió para limpiar a su pareja, vio que Kyu Jong estaba profundamente dormido. Estudió al shifter por un largo momento y supo que lo que le había dicho a Jin Hee era correcto.

Jung Min ya se estaba enamorando del pequeño hombre.

 

 

Kyu Jong tomó su abrigo del respaldo de la silla y un plátano del tazón antes de salir corriendo hacia la puerta. Necesitaba el dinero. Así que cuando le llamaron del trabajo para pedir que fuera, Kyu Jong fue, incluso si era su día libre.

 

Desafortunadamente, después de la llamada telefónica, se había quedado dormido de nuevo y ahora estaba llegando tarde. Kyu Jong corrió por la calle y llegó a la esquina justo a tiempo para tomar el autobús. Lo que no daría por tener un carro. Pero ese era un lujo que no podía permitirse.

Después de dos millones de paradas, un desvío, y un hombre vagabundo que se sentó a su lado que olía a basura podrida, Kyu Jong finalmente llegó. Esperó a que el autobús pasara, antes de cruzar la calle.

Mr. Chicken estaba lleno a toda su capacidad. El comedor estaba lleno y había fila de clientes esperando sus pedidos. Kyu Jong ni siquiera tuvo la oportunidad de tomar aliento antes de que su jefe lo pusiera en la caja registradora.

Mientras trabajaba, Kyu Jong pensaba en lo que Jung Min le había hecho anoche. En pocas palabras, fue  increíble. Mucho mejor que su mano. Él había estado manteniendo a raya a Jung Min porque no había querido ser otra muesca en el poste de la cama del hombre, pero infiernos, después de lo que vivió anoche, estaba reconsiderando toda la cosa de “llegar a conocerse mejor”.

Jung Min le hizo sentir cosas que nunca había sentido antes. El hombre era encantador, guapo y hacía que se sintiera vivo. Quizás estar acoplado con el hombre no sería tan malo. Él se había divertido cuando habían ido a la casa del vecino. Aparte de arrastrar un cadáver a casa, Kyu Jong nunca había hecho nada tan arriesgado antes.

Kyu Jong siempre había caminado por el camino recto, siempre preocupado por cómo sus acciones afectarían a su familia. Se sentía bien romper esas restricciones una vez  y tener un poco de diversión. Estar con Jung Min nunca sería aburrido.

 

—Pues mira quién es.

 

Kyu Jong puso los ojos en blanco cuando vio a Drew . El chico había sido un idiota en la escuela secundaria y parecía que la edad adulta no había cambiado nada. Aún tenía esa sonrisa en su rostro, y aún tenía dos o tres amigos que se entretenían con su estúpida conducta.

Iba a ser uno de esos días.

 

—¿Puedo tomar tu orden? —Kyu Jong le preguntó. No estaba de humor para la mierda de Drew, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. A menos que quisiera perder su trabajo, tenía que sonreír educadamente.

Pero podía estar allí e imaginar golpear la cabeza de Drew contra el mostrador. Kyu Jong sonrió ante la idea.

—Miren —dijo Drew a los chicos de pie detrás de él—. Esto es lo que sucede cuando tienes bajas calificaciones en la escuela secundaria. Terminas siendo un perdedor.

Apretando los dientes, Kyu Jong se obligó a no decir algo que hiciera que lo despidieran. Él no iba a explicar que no podía ir a la universidad porque tenía que quedarse en casa y cuidar de su familia. Aunque el gobierno le enviaba a su madre un cheque una vez al mes por la muerte de su padre, aun así era difícil llegar a fin de mes. Kyu Jong no iba a dejar a su familia luchando durante cuatro años.

Además, la enfermedad de Hwe Seung había impedido que incluso pudiera ir a una universidad local. Las cosas habían llegado a estar demasiado abrumadoras en casa y, como el hombre de la casa, Kyu Jong se quedó para ayudar a cuidar a su hermanito.

 

Drew no sabía nada de luchar por la vida. El tipo había sido capitán del equipo de fútbol, había sido dueño de un carro deportivo completamente nuevo a los dieciséis años, y había sido alimentado con una cuchara de plata toda su vida. El hombre era un arrogante bastardo.

—¿Puedo tomar tu orden? —Kyu Jong preguntó con la mandíbula apretada.

—¿Cómo está tu padre? —Drew preguntó antes de girarse y sonreírle a sus amigos.

Kyu Jong podía sentir las lágrimas ardientes brotando de sus ojos, pero él se negó a dejarlas caer.

—He oído que murió masturbando a otro soldado.

 

Kyu Jong se abalanzó sobre el mostrador, las uñas crecieron y un profundo gruñido salió de su pecho. Él hizo todo lo posible para llegar a Drew, pero alguien tomó a Kyu Jong por detrás, apartándolo del insensible imbécil.

 

—¿Qué infiernos está pasando? —preguntó el jefe  de Kyu Jong.

 

—¡El trabajador es un maldito psicópata! —Drew gritó— . ¡Quiero que lo despidas!

 

El señor Simmons empujó a Kyu Jong hacia su oficina. — Espérame adentro.

El cuerpo de Kyu Jong zumbaba con rabia. No quería esperar en la oficina del señor Simmons. Kyu Jong quería volver y terminar lo que había comenzado. Drew necesitaba unos cuantos golpes. Infierno,  necesitaba ser golpeado.

Tan pronto como Kyu Jong estaba en la oficina de su jefe, cerró la puerta tras de sí. Tomando una respiración profunda, trató de calmar su ira. Su lobo blanco estaba tratando de liberarse, tratando de atacar a Drew. Pero Kyu Jong no podía dejarlo.

 

—Cálmate, muchacho —susurró Kyu Jong—. Drew es un pedazo de mierda y no merece que le des ni la hora del día. —Se sentó frente al escritorio de su jefe, preocupado de cómo su familia se las arreglaría si era despedido.

«¿Cómo jodidos te despiden en tu día libre?» Kyu Jong frotó las palmas de las manos en los ojos mientras gemía suavemente. Si el señor Simmons lo despedía, no estaba seguro de lo que iba a hacer. No era como si los trabajos fueran fáciles de encontrar en estos días. Su madre le diría que todo iba a estar bien, pero él no quería ir a casa y darle la noticia a ella. Ella tenía suficientes preocupaciones sobre sus hombros.

Se abrió la puerta y luego el señor Simmons apareció a la vista. Kyu Jong no dijo una palabra, esperando que cayera el hacha.

—¿Qué ha pasado ahí afuera? —El señor Simmons se sentó en el borde de su escritorio, cruzando las manos sobre el regazo.

—Perdí el control —admitió Kyu Jong—. Él estaba hablando mal de mi padre.

El señor Simmons dio una sacudida lenta a la cabeza. Esto no iba a ser bueno. Kyu Jong no debió dejar que sus emociones tomaran lo mejor de él. No debería haber permitido que Drew le amargar la vida.

—Lo siento, Kyu Jong. Pero no puedo tenerte tratando de luchar contra los clientes. Voy a tener que dejarte ir.

A pesar de que Kyu Jong sabía que iba a venir, su corazón aún se oprimió ante las palabras del señor Simmons. — Entiendo.

 

Pero no lo entendía. Kyu Jong no entendía cómo los chicos como Drew podían ir por la vida arruinando las cosas para otras personas. No podía entender cómo alguien como Drew era capaz de seguir viviendo su vida de lujo mientras hacía que la gente que luchaba perdiera su trabajo.

Kyu Jong esperaba que algún día la comadreja tuviera lo que se merecía. Lástima que él no estaría para ver a Drew recibir su merecido. Poniéndose de pie, salió de la oficina. No había vestidores en donde guardar sus pertenencias. Lavaría su uniforme y lo regresaría para tener su último cheque de pago.

Lo curioso era que cuando Kyu Jong salió de Mr. Chicken, él no se sentía como si fuera el fin del mundo. Se sentía casi... libre.

El shock inicial estuvo allí, pero ahora que estaba fuera y tomaba una bocanada de aire fresco, se sentía libre.

Sin trabajo, pero libre.

 

 

Jung Min estaba inquieto. No estaba acostumbrado a estar sentado toda la noche sin hacer nada. Después de que Kyu Jong y su familia se fueron a dormir, Jung Min vagó por los pasillos y por el barrio. Estaba acostumbrado a gobernar todo un aquelarre, manteniéndose ocupado, ir a fiestas o divertirse con sus invitados en su cama. Eso último no lo extrañaba, ahora tenía a Kyu Jong, pero la vida mundana le estaba matando.

Tenía que encontrar algún tipo de propósito, algo que pudiera hacer para ocupar su tiempo. Si no fuera por el hecho de que el Ultionem lo estuviera buscando, iría a ver a Jaehyo. Ahora mismo, se conformaría con una conversación telefónica con el maldito chico.

 

Jung Min miró hacia el reloj de la pared y gimió. Eran sólo las seis de la tarde. Tenía una noche completa por delante. Pero por suerte, estaba oscuro. Quizás podría sacar un poco de dinero del banco e ir de compras. ¿Quién no se animaba con un buen traje? Él sabía que el material no sería a lo que estaba acostumbrado, pero estaba ansioso por ponerse un maldito traje.

Dios, se estaba volviendo loco.

 

—¿Qué pasa? —Kyu Jong preguntó cuando entró en el dormitorio—. Te ves como un animal enjaulado.

—Me siento como uno. —Jung Min pasó la mano por la parte posterior de su cuello—. Sólo tengo que salir.

—Entonces sal. —Kyu Jong se dejó caer en su cama—. Tu noche tiene que ir mejor que mi día.

—¿Qué quieres decir? —A pesar de que Jung Min estaba listo para salir, él no iba a salir cuando su pareja se veía deprimido—. ¿Qué te sucedió?

Escuchó cómo Kyu Jong le contó lo que había ocurrido en el trabajo y cómo había estado buscando empleo hasta hace una hora. Jung Min quería encontrar a ese Drew y rasgarle la maldita garganta. Pero Kyu Jong no le diría dónde vivía el chico.

—Así que, voy a buscar empleo mañana. —Kyu Jong se acercó a la ventana y retiró la manta. Jung Min vio cómo su pareja se quedó perdido mirando el cielo nocturno. Pensándolo bien, quizás Jung Min iría al banco, pero en lugar de ir de compras, él podría ayudar aquí.

Pero darle dinero a Kyu Jong probablemente no sería fácil. La gente tenía un terco orgullo y su pareja se ofendería si él trataba de darle una maleta de dinero. Jin Hee no parecía  ser una buena elección. Ella era una mujer fuerte que probablemente le daría un sermón sobre hacer las cosas por su cuenta.

Pero no le gustaba ver a su pareja batallando. No cuando él era asquerosamente rico. Jung Min nunca había usado sus finanzas para algo más que su propio beneficio. Los miembros de su aquelarre estaban bien y nunca le habían pedido ayuda.

—¿Quieres salir conmigo? —Jung Min le preguntó mientras agarraba los zapatos tenis que Kyu Jong le había dado.

—¿Salir? —preguntó Kyu Jong—. Claro, ¿por qué no? Estaba pensando en quedarme sentado en mi habitación y sentir lástima de mí mismo, pero eso puede esperar. —Kyu Jong tomó su abrigo—. Prefiero pasar el rato con un hombre muerto.

Jung Min empezó a decir algo acerca de Kyu Jong refiriéndose a él como muerto, pero vio la sonrisa en la cara de su pareja y la burla en sus ojos. ¿Cómo iba a enojarse cuando Kyu Jong parecía gratamente satisfecho?

—Vamos, lobo. —Jung Min abrió la ventana, agarró a Kyu Jong, y voló a través de la noche hasta que llegó a su banco. No tenía ninguna identificación en él, pero no la necesitaba. No cuando había tratado con la misma persona todo el tiempo que había tenido esta cuenta. Si Milo le daba algún problema, entraría en la mente del hombre y lo persuadiría.

—¿Este es tu banco? —Kyu Jong preguntó mientras sus ojos se abrieron. Se dio la vuelta en círculo y miró a su alrededor como si estuviera viendo algo mágico—. ¿O estamos aquí para robar el lugar?

—¿Te acordaste de traer tu pasamontañas? — preguntó Jung Min, manteniendo su rostro tan serio como pudo.

 

—¿En serio?  —Kyu Jong lo miraba con la boca abierta y luego se echó a reír cuando captó la broma—. No, lo dejé en el cesto de lavado junto a mi arma y la bolsa de lona. La próxima vez adviérteme y recordaré traerlo.

Jung Min se rio ante la referencia de Bonnie y Clyde. Era la primera vez que se había reído en mucho tiempo. Se sentía bien y le hizo sentirse mucho mejor. Su corazón era más ligero mientras permanecía de pie en la acera con su pareja, disfrutando de este momento.

Kyu Jong sonrió. —Deberías reír más a menudo. Una sonrisa te hace ver diez veces más guapo.

Jung Min pasó los nudillos por la mejilla de Kyu Jong y sintió el amor que llenaba su corazón. Él sabía en ese momento que no había nada que no haría por Kyu Jong. —Gracias.

Señalando con la mano la puerta, Kyu Jong le dijo: —Vamos a hacer este trabajo del banco de una vez. A mi madre le dará un ataque si llego tarde para la cena.

Abriendo la puerta, Jung Min entró, la sensación de familiaridad lo golpeó con fuerza. Todo se veía igual, como si él no hubiera sido arrancado de su vida. Las personas que caminaban alrededor no tenían ni idea de cómo Jung Min le había fallado a su aquelarre. Ellos no tenían la menor idea de que ya no tenía una casa que llamar como propia. Ellos seguían con sus vidas, ajenos a lo que se había perdido.

¿Por qué deberían saber? ¿Por qué les importaría? No era justo, pero Jung Min nunca había sido una persona que se lamentara de sus circunstancias. Siempre encontraba una solución y avanzaba. Pero avanzar ahora era mucho más difícil.

—Hey. —Kyu Jong tocó el brazo de Jung Min—. Tierra a Jung Min.

 

La  música  sonó  suavemente  en  el  fondo.  No lo suficiente para molestar a nadie, solo para añadir ambiente a las paredes doradas y cromadas y suelos de reluciente mármol. Este no era un banco común donde cualquiera podía abrir una cuenta. Jung Min había elegido este lugar hace décadas cuando recién habían abierto, con la promesa de un tipo diferente y más discreto servicio.

Abrían hasta más tarde que la mayoría de los bancos, beneficiando a una gran cantidad de clientes no humanos. Había otra cosa acerca de este banco, paranormales venían aquí, trabajaban aquí, y manejaban todas las cuentas.

Unas pocas personas lo miraban fijo, por lo que Jung Min se sintió incómodo. Usaba unos jeans que Kyu Jong le había dado, unos zapatos tenis y una camiseta roja —cosas que no habría usado ni muerto hace unos días— y no terminaba de acostumbrarse a usar eso.

—¿Señor Park? —Milo dijo con un poco de duda mientras se acercaba a Jung Min y Kyu Jong—. ¿Es usted de verdad?

Jung Min le tendió la mano al tembloroso Milo. —Sí, y tengo que hacer un retiro.

—Por supuesto, señor. —Milo llevó a Jung Min hacia su oficina—. Podemos hablar aquí.

Kyu Jong jaló la parte posterior de la camisa de Jung Min, mirando a su alrededor con nerviosismo. —Huele raro aquí.

Jung Min se inclinó, susurrando: —Eso es porque cada persona que ves no es humana.

Kyu Jong jadeó mientras sus ojos vagaban por cada persona que pasaba a su lado, de forma encubierta los olía. Un hombre se acercaba a Kyu Jong, pero Jung Min le dio una mirada y el chico siguió moviéndose.

 

Milo se sentó detrás de su escritorio. A juzgar por sus ojos parpadeantes y las manos temblorosas, el shifter zorro se sentía un poco nervioso. —Escuché que estabas muerto.

Jung Min se sentó en la silla junto al escritorio y miró directamente los ojos ámbar de Milo. —Lo estoy. No me has visto aquí y no te acordarás de nada una vez que me haya ido.

Kyu Jong miró a Jung Min con una mirada de asombro, pero Jung Min mantuvo sus ojos enfocados en Milo. —Ahora, tengo que hacer un retiro.

Milo asintió y le dio a Jung Min los formularios para llenar. Una vez que hubo terminado, Milo salió de la oficina para ir por el dinero de Jung Min.

—Eso es algo de las cosas raras que puedes hacer con tus ojos. —Kyu Jong miró a Jung Min y Jung Min pudo ver la acusación en el rostro de su pareja, incluso antes de que Kyu Jong terminara lo que estaba diciendo—. No has hecho ningún truco mental en mí, ¿verdad?

—No.

 

—¿Jung Min? —Kyu Jong cruzó los brazos sobre su pecho, dando golpecitos con el pie en el suelo de mármol.

—No hice un lío con tu mente, Kyu Jong —dijo Jung Min mientras se sentaba—. Ni siquiera estoy seguro de que funcione con Milo. Algo extraño me sucedió después de que mi casa se quemó.

—¿Extraño, cómo?

 

—Usé mi poder de sugestión en los cuatro hombres de la vigilancia, pero aun así se acordaron de mi. No estoy seguro de si el incidente que me dejó en el bosque causó algunos daños, pero... —Se encogió de hombros y se giró para ver por la gran ventana de cristal de colores.

 

—¿Crees  que  algo  hizo  cortocircuitado? —preguntó

Kyu Jong—. ¿Tu cerebro de alguna manera quedó en mal estado?

 

Jung Min no estaba seguro, pero él no llamaría a un médico para averiguar. Él sólo esperaría para ver.

 

Continuara...

 

 


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