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74. Tuyo por Siempre (08) por dayanstyle

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Park Jung Min se sentía como si se hubiera quemado en la hoguera. Era la única descripción que se le ocurría para explicar lo mucho que su cuerpo estaba herido. Apenas podía pensar con claridad con un hambre tan poderosa, tan abrumadora que le desgarraba la garganta, que le rogaba que drenara al joven lobo delante de él.

Pero no podía.

 

Por un lado, Jung Min nunca tomaría una vida inocente. Y dos, Kyu Jong era su pareja. No estaba seguro de por qué el shifter no había dicho nada, pero incluso con el fuego rugiendo dentro de sus venas, él podía sentir la conexión.

Jung Min sacudió la cabeza, tratando de detener el fuerte zumbido que desgarraba su mente. Sus pensamientos habían estado revueltos desde que despertó en el bosque. Lo poco que había tomado de Kyu Jong no había sido suficiente y temía tomar demasiado de su pareja si no encontraba otra fuente para alimentarse. El hombre en el bosque habría sido perfecto, si no hubiera sido un rebelde. Jung Min sabía que no debía tomar la sangre de ningún rebelde.

Kyu Jong se estremeció bajo las manos de Jung Min.

«Simplemente toma algo, nada más»Tenía que detener el zumbido en la cabeza, el dolor por comer recorría su columna. Abriendo su boca, raspó las puntas de sus colmillos sobre el cuello de Kyu Jong antes de hundirlos en la caliente carne. El hambre levantó la cabeza, arrastrándose sobre su cuerpo como una neblina negra con mil tentáculos que se clavaban en sus terminaciones nerviosas.

 

—Tienes que… —Kyu Jong murmuró mientras sus manos se apretaban contra el pecho de Jung Min—. Esto es justo, por qué no-oh, maldición. —Kyu Jong se relajó contra la pared, dócil mientras Jung Min sostenía sus costados, jalándolo más cerca. Jung Min levantó una mano, agarrando el largo cabello  de Kyu Jong, inclinando la cabeza hacia un lado mientras bebía.

—Está bien. —El shifter empujó el pecho de  Jung Min—.Eso es suficiente.

 

Jung Min tomó un poco más antes de que obligara a la niebla negra a liberarlo, que dejara de presionar para que tomara hasta la última gota. En los más de novecientos años, que tenía de resistir tentaciones, luchó contra el impulso y sacó sus colmillos. Su lengua bailaba sobre la vena de Kyu Jong, lamiendo las gotas mientras la herida comenzaba a sanar.

Pero aún tenía hambre.

 

La cabeza de Kyu Jong golpeó contra la pared mientras comenzó a caer. Jung Min levantó al pequeño hombre y lo llevó a la cama y lo acomodó antes de tomar asiento a un lado. — Me has salvado la vida, joven lobo.

Kyu Jong levantó su puño en el aire antes de elevar su pulgar. —Me alegro de que pude dar mi vida por la tuya — dijo con sarcasmo antes de que su brazo cayera. Jung Min sabía que Kyu Jong necesitaba nutrientes después de dar tanta sangre.

Miró a su alrededor para ver que estaba en la casa de un humano. Su aroma estaba en todas partes. Lo qué planteaba la cuestión, ¿por qué un shifter lobo estaba viviendo con humanos? La habitación de Kyu Jong estaba decorada con rayas verticales, de color azul marino y blanco, una mezcla de colores hermosos. Había trofeos en un estante alto por encima de la mesa. Se puso de pie y los examinó para ver que su pareja se había destacado en la pista.

Por supuesto que sí.

 

Junto a los trofeos, había fotos de él y el chico  joven que había estado en la puerta de Kyu Jong, amenazando con decir que Jung Min estaba aquí. Estaban en una especie de zonas de acampada, sonrientes, ya que posaban para la foto. Jung Min pasó un dedo por la cara sonriente de Kyu Jong.

Sus ojos se posaron en los libros apilados sobre la mesa, un poco más en el suelo, y había un gran librero integrado en la pared con varios títulos. Parecía que a Kyu Jong le gustaba leer acerca de los lobos. Había libros sobre los hábitats naturales y de cría, e incluso algunos en el lado místico de los hombres lobo.

El hombre estaba en busca de su identidad. Jung Min no tenía ni idea de dónde estaba, pero donde quiera que fuera, había una escasez de no humanos.

Inclinando la cabeza hacia un lado, escuchó la casa. Quería ir abajo y conseguir algo de comida para Kyu Jong, pero no quería correr el riesgo de que algún humano lo viera. Él estaría en apuros para explicar por qué estaba allí, y no quería borrar los recuerdos de la familia de Kyu Jong.

Cuando no oyó nada, abrió la puerta de la habitación y salió al pasillo. Voló por las escaleras y luego echó un vistazo alrededor de la casa. Era muy moderna, decorada de forma modesta. Jung Min nunca había visitado un hogar humano antes. Nunca había habido necesidad.

Normalmente, un vampiro tenía que pedir permiso para entrar en un hogar humano, pero dado que Kyu Jong vivía aquí, no hubo problema. Pero cuando entró en la  cocina, vio cómo era realmente una casa en los suburbios. Había dibujos en el refrigerador, así como un tablero que se había convertido en un calendario, con varias cosas escritas en determinados días.

 

Curioso,  exploró  la  cocina.  Este  lugar     parecía... hogareño. Pensó en su aquelarre, y un gran dolor, incluso más grande que su hambre lo envolvió. Apoyó la mano sobre el centro de la isla mientras cerraba los ojos, al ver el terror en los ojos de los miembros del aquelarre antes de que fueran brutalmente asesinados.

«Yo les fallé. Permití que fueran asesinados. No pude evitarlo»Aún no estaba seguro de cómo había sobrevivido. Jung Min recordó tratar de ayudar a alguien, ya que sangraba en sus brazos, y luego todo fue un borrón.

«Nada».

 

Su siguiente recuerdo fue despertar en el bosque con tanta hambre que no podía pensar, no podía respirar, no podía razonar. Entonces había sentido la tentación de vaciar a Kyu Jong, pero su humanidad, su honor lo había detenido. Él le había dicho a Kyu Jong que lo sentía verdaderamente, porque había tenido toda la intención de alimentar esa sed hasta que desapareciera, pero estaba agradecido de no haberlo hecho.

Abrió el refrigerador y vio un recipiente transparente. A pesar de que nunca necesitaba comer comida humana, él era muy consciente de lo que eran las cosas. El contenedor tenía espaguetis. Lo sacó del refrigerador y lo llevó arriba.

Kyu Jong seguía acostado sobre la cama, pero sus ojos estaban abiertos. Jung Min se quedó inmóvil, viendo lo hermoso que eran los ojos de su pareja. Eran gris marrón, bonitos en su hermoso rostro.

El contraste con el cabello rubio brillante del hombre era simplemente impresionante. Kyu Jong era delgado y pálido, perfecto.

 

—Te  he  traído  algo  de  comida.  —Jung Min  dejó    el contenedor junto a Kyu Jong en la cama—. Siéntate para que puedas comer.

Kyu Jong miró el contenedor. —Por favor, dime que calentaste eso.

Jung Min miró el contenedor, perdido. —¿Calentarlo?

 

Kyu Jong gimió y puso un brazo sobre los ojos. —Gracias por intentarlo.

Sin decir una palabra más, Jung Min sacó a Kyu Jong de la cama y lanzó al hombre por encima del hombro, agarrando también el recipiente. Bajó los escalones y cayó de pie en la cocina. —Muéstrame de lo que estás hablando.

Dejó a Kyu Jong en una de las sillas alrededor de la isla y luego echó un vistazo a la cocina, el contenedor aún en la mano.

—¿Realmente no tienes ni idea? —Kyu Jong apoyó la cabeza en el mostrador frente a él—. Estoy muy jodido. —Se levantó, se tambaleó un poco, y luego agarró el recipiente de la mano de Jung Min.

Jung Min observaba. Su pareja tomó un plato del armario, vertió algo de comida en el plato, y luego lo metió en un horno de microondas.

Cuando la comida terminó de calentarse, Kyu Jong agarró un tenedor del cajón. Jung Min levantó a Kyu Jong en sus brazos y llevó a su pareja arriba.

—Normalmente probablemente protestaría porque me llevaras de esta manera, pero en este momento me siento como una mierda. —Kyu Jong apoyó la cabeza contra el pecho de Jung Min y la sensación era muy acogedora. Jung Min había tenido siempre afinidad por pequeños, hombres rubios, pero eran por lo general humanos. Nunca había estado con un shifter antes.

 

Dejó a Kyu Jong en la cama. —Come.

 

El shifter lobo no discutió. Jung Min lo miró casi con clínica fascinación. La forma en que Kyu Jong masticada, la forma en que su lengua tomaba la salsa de un lado de la boca, y la forma en que hacía girar los fideos en todo el tenedor antes de llevar el siguiente bocado a la boca. Toda la escena era como un baile bien orquestado y Kyu Jong el cantante de ópera, abría su boca por cada bocado, ampliamente y con hambre.

—No me mires comer —Kyu Jong se quejó—. Me hace consciente de eso.

Pero no detuvo al hombre de llevar el siguiente bocado a la boca.

«¿Por qué estoy fascinado por la forma en que come?»

 

Jung Min miró su ropa y se estremeció. Necesitaba una larga ducha de agua caliente y algo para cambiarse. No iba a hacer un viaje a Savile Row en ningún momento pronto. Su atuendo habitual consistía en el mejor traje, hechos a la medida a partir del mejor material. Amaba verse bien. Pero en este momento, se veía como si viviera en una caja de cartón, pidiendo limosna.

Se quitó sus maltratados mocasines italianos y la chaqueta.

—¿Qué estás haciendo? —Kyu Jong preguntó mientras dejaba a un lado el plato vacío.

—Tengo que lavarme y quemar esta ropa. —Jung Min se aflojó la corbata, quitándose la seda de color rojo de su cuello.

Kyu Jong lo miró, perplejo. —Eres muy grande para cualquiera de mi ropa. Pero podría servirte la de mi papá.

Jung Min vio tristeza en los ojos de Kyu Jong ante la mención de su padre. Él extendió la mano e inclinó la cabeza de su pareja. —¿Qué le sucedió a tu papá?

Kyu Jong se encogió de hombros. —Él estaba en el ejército. Hubo una explosión y fue asesinado.

 

Inclinándose más cerca, Jung Min inhaló el olor de Kyu Jong. Su pareja era puro lobo. No había sangre humana mezclada Sospechaba que su pareja fue adoptado por esta familia. No había otra explicación. —Lamento escuchar eso, joven lobo.

Kyu Jong inclinó la cabeza hacia un lado. —Eres la única persona que sabe de mí —dijo—. Quiero decir, que soy capaz de cambiar a lobo.

—Dime. Si estás tan apartado de los otros no-humanos, ¿cómo sabías que era un vampiro? —preguntó Jung Min.

 —No lo sabía. Pensé que eras un cadáver. Pero cuando despertaste y hundiste tus colmillos en mí, lo descubrí.

—¿Y aun así me ayudaste? —Sólo eso hablaba el carácter de Kyu Jong.

También le decía a Jung Min que Kyu Jong era demasiado confiado. Él había visto lo peor que el mundo tenía para ofrecer. ¿Y si hubiera sido un rebelde el acostado en el bosque en vez de él? El pensamiento envió un escalofrío por su columna vertebral.

El joven tenía mucho que aprender.

 

—Tenemos que cubrir mi ventana. —Kyu Jong trató de levantarse de la cama y casi cae al suelo. Jung Min lo atrapó y lo acostó—. Está bien, quizás no. Hay una gran manta en el estante superior y tengo algo de cinta adhesiva en mi escritorio.

—¿Por qué me estás ayudando? —preguntó Jung Min. Él no se merecía esa bondad. Debería de estar ardiendo en las llamas del infierno por no haber salvado su aquelarre. Una vez más su pecho se tensó. Pensó en Jaehyo y el impulso de llamar a su amigo era fuerte, pero ¿qué le diría? ¿Y si el príncipe lo culpaba por las muertes? Jung Min había sido el líder del aquelarre del Norte. Doscientos vampiros habían vivido bajo su techo.

Y ahora estaban todos muertos.

 

Nunca más quería la responsabilidad de cuidar a otra persona.

Y sin embargo, aquí estaba con Kyu Jong. Una vida. Podía manejar una.

 

Cuando Jung Min se dio la vuelta, sintió que alguien lo observaba. Abrió los ojos y vio a un pequeño humano mirándolo con grandes ojos azules y el cabello corto. El niño llevaba un suéter rojo brillante con alas en la espalda. Sostenía un pequeño cartón de jugo de naranja en la mano.

El niño miraba a Jung Min con interés, como si estuviera en exhibición en el zoológico. La cabeza del niño se inclinaba como un pajarillo curioso antes de que al final dijera: —Hola.

 

Jung Min era muy consciente de su tamaño y  andrajoso aspecto. Sus pies colgaban de la cama de Kyu Jong, pero por suerte la ducha que había tomado la noche anterior había lavado su aspecto de vagabundo. Incluso se había afeitado la larga barba que había crecido en su rostro como un parche de malezas sin atención. Pero había dejado señales en el cuarto de baño de que había estado allí.

¿El niño gritaría en cualquier momento que un extraño estaba en la cama de su hermano? Su cara era pequeña, angelical, sus ojos no se apartaban de Jung Min.

—Hola —respondió Jung Min.

 

Como si viera extraños en la cama de Kyu Jong todo el tiempo, el pequeño niño humano corrió hacia él. —Soy Hwe Seung. ¿Quién eres?

—Jung Min. ¿Dónde está Kyu Jong? —Jung Min se dio cuenta de que su pareja no estaba con él en la cama. Ni siquiera estaba en la habitación. La luz del sol estaba radiante por debajo de la puerta del dormitorio y ahora sabía lo que lo despertó. Tenía que ser el sol que se había filtrado a la habitación, cuando esta pequeña persona abrió la puerta del dormitorio. Jung Min estaba agradecido de que el niño hubiera cerrado la puerta detrás de él.

Hwe Seung sacó la pajita de su boca y sonrió. —Tenía que ir a trabajar. ¿Necesitas ser alimentado?

La pregunta asombró a Jung Min. ¿Qué sabía el niño acerca de...? A Jung Min se le ocurrió que Hwe Seung se estaba refiriendo a alimentación humana.

El alivio recorrió todo el camino hasta los huesos de Jung Min. El niño no podría tener más de cuatro años humanos. Sólo la idea de que le ofreciera una vena lo perturbaba. — No, gracias.

 

—¡Hwe Seung!

 

Los ojos del niño se abrieron como platos. —Esa es mamá. Me tengo que ir. —Corrió hacia la puerta y luego se giró en el último segundo—. No te preocupes. No voy a decirle que estás aquí.

Hwe Seung estuvo fuera de la habitación tan rápido como había entrado. La luz del sol había aparecido y desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Jung Min se cubrió y trató de volver a dormir, pero podía escuchar cada sonido en la casa. Alguien estaba jugando al baloncesto. Algo metálico resonaba abajo. Una puerta de carro se cerraba afuera. Un perro ladraba desde algún lugar de la calle.

Jung Min se cubrió con las mantas hasta arriba de la cabeza, pero no le sirvió de nada.

Oyó la puerta abrirse, una vez más, pero mantuvo la manta sobre la cabeza para protegerse de la luz del sol.

—Ten.

 

Mirando por encima del borde de la manta, se aseguró de que la puerta se hubiera cerrado antes de ver lo que Hwe Seung le estaba entregando.

El muchacho tenía un cuenco en la mano. Jung Min se sentó para mirar dentro y vio un pancake a medio comer y un trozo masticado de tocino. —No me comí todo mi desayuno. Te guardé un poco.

Muy conmovido, Jung Min tomó el cuenco y lo dejó sobre la mesita de noche antes de levantarse de la cama y sentarse en un lado. Él pequeño niño lo miraba como un gigante mientras se subía a la cama junto a él, balanceando las piernas hacia atrás y adelante. —¿No me tienes   miedo, verdad pequeño?

 

Hwe Seung arrugó la nariz y luego negó con la cabeza. — No, eres del mismo tamaño que mi papá. Él era un gran oso de peluche. ¿Y tú?

«No lo creo»Jung Min había sido un temido líder de un aquelarre y aunque era muy paciente con sus miembros y apasionado con sus amantes, ser amable y suave nunca había estado en su composición genética. Uno no podía ser indulgente cuando se dirige un aquelarre. Esa cualidad habría conseguido que muriera hace siglos. —Para ti, sí.

Jung Min se sorprendió cuando Hwe Seung maniobró hasta situarse en la cama, jalando el labio superior de Jung Min.   — ¿Cómo es que tienes los dientes afilados?

 

—Soy un vampiro —respondió honestamente. Nunca había tratado con un niño humano antes, pero Jung Min sentía que no se les mentía a los niños. Los del aquelarre… Sintió la pérdida tan profundamente que casi se desmoronó bajo la mano del niño. Le tomó un momento recuperar la compostura antes de preguntar—: ¿Eso te asusta?

Hwe Seung dio unas palmaditas en la mejilla de Jung Min con su pequeña mano de una manera que le decía que  le divertía el gigante sentado a su lado. —No, Kyu Jong tiene dientes afilados —contestó y luego bajó la voz mientras miraba a la puerta—. Él los oculta. Pero es mi hermano, así que no me asusta. Eres su amigo, por lo que tampoco me asustas. Kyu Jong no tiene amigos. —Sonrió—. ¿Quieres ver mis muñecos?

 

Jung Min nunca había conocido a una familia tan amable antes.

 

La apertura y la amistad de Hwe Seung era algo nuevo para él.

 

Jung Min levantó la mano y vaciló un segundo antes   de cepillar el corto cabello de Hwe Seung. —Tan corto. ¿Dónde está tu hermoso cabello, Hwe Seung?

En el aquelarre de Jung Min, incluso los chicos llevaban el cabello largo hasta que tenían edad suficiente para decidir si querían cortárselo. A Hwe Seung no se le veía bien el cabello tan corto.

Las cejas de Hwe Seung se unieron mientras acariciaba la mejilla de Jung Min. —Estaba enfermo y se me cayó. Pero ahora estoy mejor y está creciendo de nuevo. ¿Quieres conocer a Flint y Martin?

—¿Quiénes son? —Esta tenía que ser una de las conversaciones más extrañas que Jung Min hubiera tenido.

Hwe Seung puso sus ojos azules en blanco. —¿No has estado escuchando? Son mis dragones. —Saltó de la cama y agarró la mano de Jung Min, haciendo todo lo posible para jalarlo para que se pusiera de pie—. Vamos, quiero mostrarte.

—No puedo. —Jung Min jalo suavemente la mano. Hwe Seung se detuvo. —¿Porque mi madre puede verte?

Jung Min no estaba realmente preocupado por  eso. Podía simplemente limpiar la mente de la mujer —a pesar de que no quería— y quitar de la mente el recuerdo de que él estaba allí. Era ese resplandor brillante bajo la puerta lo que verdaderamente le aterrorizaba. —No puedo entrar en el sol.

Hwe Seung se tocó la barbilla en concentración y las cejas de color marrón oscuro se alzaron. —¡Puedo traértelos!

Jung Min prácticamente voló detrás de la puerta cuando Hwe Seung abrió y salió corriendo. Oyó sus pasos corriendo y después Hwe Seung estuvo de regreso, cerrando la puerta antes de que se fuera de nuevo.

 

Jung Min no iba a sobrevivir a esto.

 

Su vida tenía que realmente ir cuesta abajo cuando un niño de cuatro años estaba dispuesto a compartir sus juguetes con él.

Jung Min debió haberse ido anoche en vez de quedarse. Esta vida de pesadilla suburbana no era para él. Esto era demasiado... normal. ¿Qué sabía él de los niños pequeños y que las cosas se calentaban en un horno de microondas para su pareja?

La idea de Kyu Jong hizo que se detuviera. Sabía por qué se había quedado. No sólo había encontrado a su pareja, sino que Kyu Jong estaba confundido acerca de quién era. No podía levantarse e irse. No estaba seguro de lo que iba a hacer si se quedaba, pero le parecía una mejor opción que abandonar a su pareja.

Jung Min aún estaba apoyado contra la pared cuando se abrió la puerta y asomó la cabeza Hwe Seung. Corrió a la habitación y cerró la puerta, le mostró a Jung Min dos dragones de plástico. —Éste es Flint. Es un dragón vampiro, así que pensé que te gustaría jugar con él. El mío es Martin y es un lobo. Me recuerda a Kyu Jong.

Jung Min miraba el juguete como si fuera el anticristo. —Lo siento, Hwe Seung. Pero no juego con muñecos.

—¿Por qué?

 

—Porque soy un hombre adulto.

 

Hwe Seung inclinó la cabeza en esa forma de pájaro, una vez más. —Pero mi hermano juega conmigo con los muñecos. ¿Por qué no pueden los adultos divertirse?

 

Jung Min metió las manos bajo las axilas cuando Hwe Seung movió el muñeco dragón hacia él. —No.

 

—Sabes que quieres. —Hwe Seung golpeó el abdomen   de Jung Min con la cabeza del muñeco—. Por favor.

 

—No.

 

Hwe Seung movió el muñeco de nuevo.

 

Jung Min levantó la cosa por su cola. Se quedó colgando en el aire como si colgara de una soga. —¿Qué se supone que debo hacer con esto?

Hwe Seung se sentó en el suelo y dio unas palmaditas en el lugar frente a él.

Pat-pat. —Siéntate y te mostraré.

«Si el Ultionem pudiera verme ahora»Jung Min se sentó, sintiéndose un poco tenso mientras colocaba su espalda contra la pared. La puerta de la habitación se abrió y lanzó el muñeco por la habitación. No había manera de que fuera atrapado con un muñeco en la mano. Kyu Jong entró y cerró la puerta detrás de él, viendo a Jung Min y a Hwe Seung. Una conocedora sonrisa en sus labios. La sonrisa hacía que Kyu Jong se viera demasiado malditamente inocente. Tenía los ojos brillantes y hacía que sus rasgos se vieran perfectos.

—No te preocupes. Él me engaña para que juegue con esas malditas cosas todo el tiempo. —Kyu Jong vestía pantalones negros, una camisa blanca y un sombrero de papel. Jung Min no estaba seguro de lo que hacía para ganarse la vida, pero el traje no le hacía justicia. Aunque aún se moría de hambre, estaba empezando a desear tener a Kyu Jong desnudo.

—¡Hey! —Hwe Seung se levantó, con las alas brillantes rebotando mientras corría tras su muñeco—. ¡No puedes tirar a Flint!

Jung Min se puso en pie, preguntándose en qué séptimo círculo  del  infierno  había  estado  sumido  en  donde el Guardián de la puerta era de un metro de altura y    llevaba alas de nylon.

 

—Él quería que yo jugara con sus muñecos —Jung Min se quejó.

Kyu Jong se rio, viéndose muy divertido, lo que debería malestar a Jung Min. —Cuando Hwe Seung estaba enfermo, mamá solía leerle cuentos de hadas, diciéndole que la magia era real, que la magia lo iba a arreglar. Desde entonces, Hwe Seung ha estado fascinado con las alas de duende y los muñecos de dragón. —Los labios de Kyu Jong se crisparon—. Incluso tiene un juego de té.

—¿Un juego de té? —Jung Min le preguntó y se sintió horrorizado ante la idea de beber de una taza pequeña.

—El Sombrerero Loco en Alicia en el País de las Maravillas tomaba té —Hwe Seung señaló—. ¿Por qué no puedo tomar té?

—Está bien, pequeño, hay que dejar que el gigante duerma. —Kyu Jong alborotó el corto cabello de Hwe Seung—. Me comprometo a dejar que lo veas más tarde.

—Puedes jugar con Martin. —Hwe Seung señaló con su muñeco a Jung Min de una seria manera—. Traeré mi juego de té cuando regrese.

Jung Min no estaba seguro de a qué le temía más en este momento, a enfrentar al Ultionem por lo que le pasó a su aquelarre o a tomar té con Hwe Seung y sus amigos de plástico.

 

 

 

 

 

 Kim Jongin  paseaba por su oficina mientras Jaehyo y Changjo lo observaban. —Soo Man está haciendo algo. Puedo sentirlo en mis huesos.

—Podría ser el hecho de que él está secuestrando shifters —Jaehyo señaló—. ¿No te dijo Solar que Soo Man una vez había secuestrado a su nieto, Taeha?

—No. —Jongin negó con la cabeza—. Hay algo más que esto. Him Chan me habló de un rumor de que Soo Man tomó el elixir de la vida. Eso lo jodió de extrañas maneras, y él está   tratando    de   preparar  un  contra hechizo.     —Pero el instinto de Jongin le decía que Soo Man estaba en otra cosa.

G:amma y Yeong Jin eran dos elfos de las Sombras trabajaban para Soo Man. Pero lo que Soo Man no sabía era que Kiseop los había reclutado y ahora realmente le reportaban a Kiseop lo que Soo Man hacía. Pero Jongin no confiaba en esos dos corredores de apuestas. Ellos juraban que no sabían dónde se escondía Soo Man.

«Mentira».

 

—Ese camaleón que cambia aún anda suelto —Changjo le recordó—. Quizás él está haciendo alguna otra cosa para Soo Man. Quizás ahí es donde tus sospechas te están guiando.

Eso podría ser.

 

Nada tenía sentido. La única cosa que Jongin sabía con seguridad era que quería la cabeza de Soo Man en una bandeja. El hijo de puta no iba a salir libre después de secuestrar a Chaejin. Había un montón de gente que quería ver a Soo Man muerto, pero ninguno más que Jongin.

Jongin simplemente le pareció extraño que su hermano, Young Jae, estuviera dispuesto a pagar el precio completo de la tierra que le había ofrecido de forma gratuita. Todo  lo  que  Young Jae  tenía  que  hacer  era    averiguar información sobre Soo Man para él. También algo pasaba con su hermano.

 

—Quería hablar de otra cosa. —Jaehyo giró la cara hacia Jongin y Changjo—. Desde la muerte de Jung Min, tenemos un asiento en el Ultionem que necesita ser llenado. Tenemos que tener un número impar.

Jongin sabía que Jaehyo quería mantener un número impar en caso de que se atascaran en una especie de voto.

—Hablé con Han Bin, el líder de los elfos del Bosque, pero dice que está demasiado ocupado tratando de conseguir unir su tribu —continuó Jaehyo—. Pero Kiseop quiere hablar con Junjin, el nuevo líder de los elfos de las Sombras. Creo que tener a Junjin nos podría beneficiar.

Jongin dudaba que el hombre azul estuviera de acuerdo. Los elfos de las Sombras eran solitarios, misteriosos. — Si Kiseop puede hacer que suceda, que así sea. —Jongin tenía otras cosas de qué preocuparse además de reunirse con su club súper-secreto.

 

Continuara...

 


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