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91. Mío para Siempre (05) por dayanstyle

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Yi Jeong se había olvidado completamente de Sugar Creek. Eso le dijo cuan fuera de sí estaba, pero después de anoche, que se jodan las compras. El sexo era la única cosa en su mente. Se quedó sentado en The Running Bunny, Jong Bin, Jung Shin, Ho Seok, y Jay lo rodearon con ansiosos ojos, pidiéndole más detalles.

—No beso y digo —dijo Yi Jeong, mientras tomaba su bebida con sabor a fruta. Él y Kyung Il había ido por ello, toda la noche, casi sin tiempo para recuperarse entre rondas. Estaba tan malditamente adolorido, que sentarse en la silla de madera, era una tortura.

—Te oí anoche— Ho Seok dijo, mientras golpeaba la palma de la mano, sobre la mesa, —y estoy hasta el final del pasillo. Parecía que Kyung Il te estaba matando. Traté de que Taehyung te comprobara, pero él y Jimin— Ho Seok se sonrojó, —ocuparon mi tiempo, después de escucharte gritarle a Dios.

Era bueno saber que su recientemente descubierta vida sexual, había incentivado a otros. Yi Jeong cruzó las piernas, los pantalones de algodón se apretaron bruscamente, cuando tocó el pliegue.

—Entonces, mis gritos debieron decirte lo que pasó.

Jong Bin rodó los ojos. —Me lo debes. Kyung Il ahuyentó a la mitad de mis clientes. Lo menos que puedes hacer, es dar detalles.

—¿Qué se siente tener sexo con un dragón? —Preguntó Jung Shin. Su rostro se arrugó, como si tratara de imaginar a Yi Jeong y Kyung Il juntos.

—También es un shifter guepardo —Yi Jeong le recordó al cisne. —Dos criaturas depredadoras girando en una persona.

—Apuesto a que el sexo fue liberador—dijo Jung Shin soñador, mientras descansaba la barbilla en su puño. —Detalles. Exijo detalles. No dejes nada fuera.

—Realmente, necesitas tener sexo, más a menudo—Jong Bin le dijo a Jung Shin.

Toda esta charla sobre el sexo, sólo le recordó a Yi Jeong la conversación que había tenido con Kyung Il, antes de que su mente se derritiera. Tendría que llamar a Dong Woo y averiguar cómo su suegro había puesto ese huevo. ¿Cómo lo había cargado, antes de que lo pusiera? ¿Cómo había sabido, incluso, que iba a poner un huevo? Esas eran las preguntas que necesitaban algunas respuestas serias.

Se había levantado esta mañana, comprobando su estómago con el espejo, pero no había visto algo diferente en su cuerpo. Excepto por el delicioso dolor en su trasero y el hombro, donde Kyung Il lo había mordido varias veces no se había sentido diferente.

 

 

—¿No deberían estar trabajando los dos? —Yi Jeong le preguntó Ho Seok y Jay.

—Hay clientes en el mostrador, que parecen enojados.

Los dos se levantaron y fueron al mostrador, dejándolo con Jung Shin y Jong Bin.

—Gracias a Dios que es domingo —dijo Jung Shin. —El único día de la semana que puedo descansar. ¿Quién quiere ir a cuatro ruedas?

Jong Bin y Yi Jeong se miraron el uno al otro e hizo una mueca.

—Suena divertido—Yi Jeong dijo con una sonrisa amable, de esas que hacen daño a las mejillas, por el esfuerzo, —pero Kyung Il prometió llevarme a Sugar Creek esta tarde.

Yi Jeong echó un vistazo a la gran ventana de cristal de la cafetería, pero todavía, no había ninguna señal de Kyung Il.

—Tengo que atender mi jardín —dijo Jong Bin, mientras quitaba su pelo rubio, de su hombro. —Esas plantas no van a venderse ellas solas.

Sus ojos se abrieron ligeramente. —Me refiero, a crecer ellas solas.

—Mi único día de descanso y todo el mundo me está abandonando —se quejó

Jung Shin. —No soy una maldita cita desechable para el baile, ya saben.  

Yi Jeong se acercó y le pellizcó la mejilla a Jung Shin. —No, eres demasiado adorable para las palabras.

Lo era. El chico era más alto que él, tenía el pelo rubio con estilo, y le recordaba a un pequeño y lindo gatito, que quería adoptar y llevar a casa.

Jung Shin golpeó la mano de Yi Jeong, alejándola. —Soy sexy, no adorable. Jong Bin rió entre dientes. —Demasiado sexy, para las palabras.

—Ustedes están burlándose de mí, ¿verdad? —El labio inferior de Jung Shin se deslizó, mientras se acomodaba en su silla, con los brazos cruzados sobre su delgado pecho. Yi Jeong no conocía al cisne tan bien, pero se dio cuenta de que el chico no estaba realmente enojado, simplemente estaba aburrido.

—Bueno, está bien —, dijo Yi Jeong, sintiendo pena por el chico. —Puedes venir conmigo y Kyung Il, para hacer algunas compras.

Los ojos de Jung Shin se iluminaron. —¿En serio? No necesito que juegues con mis emociones. Dime que es en serio.

Que adorable patito. —Sí, hablo en serio.

El chico sonrió, como si Yi Jeong le hubiera dado al cisne un adelantado de Navidad. No podía culparlo. Dalton Falls era un poco aburrido.

 

 

La tienda boutique era una broma, la cafetería no era lo suyo, y el único lugar real para pasar el rato, era la pizzería, pero Yi Jeong sentía como si sólo los adolescentes deberían pasar el rato en las pizzerías. Estaba atrapado, pasando el rato en la cafetería.

Esta ciudad necesitaba algunos mejores negocios. Aunque Villa Kim era una ciudad pequeña y pintoresca, al menos prosperaba. Dalton Falls era Villa bostezos.

Los ojos de Yi Jeong, se precipitaron hacia la ventana, cuando vio a una mujer hermosa con el pelo largo y negro, pasó. Ella lo miró directamente a los ojos, como si lo conociera. Le sonrió, y la sonrisa era preciosa, pero por alguna razón, hizo que los pelos en la parte posterior del cuello de Yi Jeong se pusieran de punta.

Él la estudió, puesto que podía ver a criaturas sobrenaturales, por lo que realmente eran. No tenía nada justo debajo de la superficie, sin embargo, todavía había algo mal en ella. Abrió la puerta de la tienda de café y entró. Sus movimientos eran fluidos y elegantes. Llevaba un vestido de verano ligero, con un bonito patrón de margaritas. Un sombrero de color crema, adornado su cabeza, y agarraba una bolsa blanca con una mano.

Le recordaba a una impresionante estrella de cine, dando un paseo.

La mirada de Yi Jeong se quedó pegada a ella, cuando esta pasó por su lado y se dirigió hacia el mostrador.

—Hey, Kyung Il está aquí —, dijo Jung Shin, arrancando la atención de Yi Jeong de la misteriosa mujer. —¿Estás seguro, de que no te importa, que vaya con ustedes?

Yi Jeong vio a Kyung Il aparcar el Lexus de J.Jun el Lexus que había sido reparado, después de que Chaejin había conducido a una zanja. El único vehículo propiedad de su pareja, era una motocicleta. Podrían haber llevado el auto de Yi Jeong, pero Kyung Il juró que nunca más entraría en el Fiat de color verde lima. En una ocasión le había dicho a Yi Jeong, que sólo mirar al remilgado auto le daba urticaria.

Lo que sea. El chico tendría que acostumbrarse a él, porque era el único vehículo que poseían entre los dos, que permitiría un asiento de automóvil.

Eso era si estaba embarazado.

Al mirar por encima del hombro, la mujer se había ido. Con el ceño fruncido, miró a su alrededor, pero no estaba a la vista. —¿Viste a esa mujer, que acaba de entrar?

Ambos, Jong Bin y Jung Shin, negaron con la cabeza. —¿Qué mujer? —Preguntó Jong Bin.

—Hermosa, con el pelo largo y negro —, dijo Yi Jeong. Él podría ser gay, pero reconocía a una mujer magnífica, cuando la veía.

 

 

No tenía nada más que respeto, por el sexo débil. Después de todo, fue una mujer quien lo había dado a luz y una mujer quien lo había amado hasta que le fue arrebatada en un accidente de auto. No era demasiado a menudo que pensaba en su madre, y hasta la fecha, la pérdida aún le dolía.

—No —dijo Jong Bin.

—Nadie ha entrado en la tienda, en los últimos cinco minutos —dijo Jung Shin. —He estado comprobando la puerta, por Kyung Il.

Yi Jeong sabía, que no la había imaginado. Parecía tan real como la mesa donde estaba sentado y tan hermosa como un amanecer –una mujer por la que cualquier hombre hetero mataría, para tener en su brazo.

—¿Listo?

Yi Jeong se olvidó de la misteriosa mujer, cuando Kyung Il apareció a su lado. Su pareja llevaba vaqueros, una sencilla camisa de botones, y zapatos con suela blanda. No parecía el rudo motorista, como lo hacía normalmente. Yi Jeong miró hacia su pareja.

Un conocimiento íntimo, pasó entre ellos, una mirada que decía que habían hecho cosas muy traviesas juntos y planeaban hacerlas de nuevo, cuando llegaran a casa.      

La febril mirada que Kyung Il le dedicó a Yi Jeong, lo tenía listo para cancelar su viaje, para que pudieran ir a casa y pasar el resto del día follando. Lo haría, pero la mirada de emoción en el rostro de Jung Shin, lo detuvo.

Yi Jeong se sonrojó, ante intensa mirada de Kyung Il, mientras movía una mano hacia el cisne. —Vendrá Jung Shin.

Kyung Il gruñó. —Esponjoso.

Yi Jeong rodó sus ojos. Desde que su pareja se había enterado de que los gemelos trataron de comerse a Jung Shin, Kyung Il molestaba al cisne, haciéndole creer que el dragón y el guepardo, querían merendárselo.

Jung Shin entrecerró los ojos. —No me hagas sacar mi Taser.

El cisne tocó su bolsillo, donde un grueso contorno, podía verse. Kyung Il rió, mientras apretaba el hombro de Jung Shin. —Vamos chicos.

     

 Los tres salieron de The Running Bunny. Yi Jeong miró hacia atrás, al mostrador y se estremeció. Él la había visto. Sabía que lo hizo. La pregunta era, ¿por qué había sido el único?

 

 

—¿Qué te pasa? —Preguntó Dong Woo, mientras estaba sentado detrás del mostrador en The Lucky Clover, jugando un juego de video, en su iPhone.

Hoya sacudió la cabeza, frotando la parte posterior de su cuello. —Siento que está llegando, un dolor de cabeza.

Pero era más que eso. El dolor sordo, le era familiar. Sólo que no podía poner su dedo sobre ello.

—Hay un poco de aspirina, bajo el mostrador —dijo su pareja, cuando se levantó y agarró la botella, entregándosela a Hoya.

Tomándola, Hoya tomó un par de píldoras y luego las bajó con un poco de agua. Escaneó la multitud, y no vio nada fuera de lugar, sin embargo... algo estaba mal.

Caminó desde detrás del mostrador y salió, antes de sacar su teléfono y marcó a su hijo.

—Papá —, dijo Kyung Il. —¿Qué pasa?

Hoya no estaba seguro. No quería preocupar a Kyung Il, pero había una persistente insistencia, en la parte posterior de su mente. —¿Cómo van las cosas?

—Llevando a Yi Jeong y un amigo a Sugar Creek —dijo. —a conoces a Yi Jeong. Se marchita y se convierte en una ciruela pasa, si no puede conseguir sus uñas hechas y comprar, hasta caerse.

—¡Hey! —Dijo Yi Jeong, al fondo. —Deja de hacerme sonar, como una diva.

—Eres una diva —dijo Kyung Il, pero Hoya oyó el amor y el afecto en la voz de su hijo.

Hoya sonrió ante sus bromas. Aparte de Dong Woo, esos dos hombres eran las personas más importantes para él. Había criado a ambos, no podría estar más orgulloso de la pareja elegida por su único hijo. También hacia bien a su corazón, saber que su hijo era amado tan profundamente, por el humano.

—Sólo comprobaba, para ver cómo van las cosas—dijo Hoya. Se sintió aliviado, de que su hijo y Yi Jeong no estaban en peligro, pero la molestia aún no había disminuido.

—Aparte de Yi Jeong conduciendo desde Villa Kim a Dalton Falls, sólo—dijo Kyung Il, y había calidez, en el tono del hombre, —todo va bien. ¿Cómo está Dong Woo?

—Bien—dijo Hoya. Un escalofrío rozó sobre él, haciéndolo que bizquera, mientras echaba un vistazo alrededor. Algo no estaba bien. Solo deseaba saber, qué era ese algo.

—¿Está todo bien? —Preguntó Kyung Il. —Por lo general, no me compruebas.

—¿Qué pasa? —Dijo Yi Jeong, en el fondo.

—Sí, estoy bien—Hoya odiaba mentirle a su hijo, pero no quería preocuparlo o Yi Jeong, cuando él no tenía idea de que era lo que lo estaba molestando.

—Está bien —dijo Kyung Il. —Entonces, voy a dejarte ir. Los llamo después chicos.

Hoya colgó y deslizó su teléfono, en su bolsillo. El día era soleado, cálido, y las calles estaban llenas, con los residentes, disfrutando de su perezoso domingo.

La sensación persistente se quedó con él, durante el resto de la tarde.

Si Kyung Il estuviera más aburrido, estaría muerto. Su idea de salir y divertirse, no consistía en sentarse en un banco, mientras Yi Jeong y Jung Shin se probaban la ropa. Estaba allí físicamente, pero mentalmente, aún estaba en el concesionario de autos, en el que habían parado, antes de ir al centro comercial.

 

 

También pensó en la llamada telefónica de su padre. No era el estilo de Hoya llamarlo de la nada, para ver cómo estaba. Tal vez tenía que hacer un viaje a casa, para ver a su gente. Si había algo fuera mal, no se lo dirían. A pesar de que había crecido y se había mudado, todavía trataban de protegerlo de todo.

Sus engranajes iban a toda velocidad, sobre su necesidad de aún tratarlo como a un niño, especialmente Dong Woo. El shifter guepardo lo trataba como si tuviera cinco.

—¿Cómo me veo? —Preguntó Yi Jeong. Su pareja salió del vestuario, y Kyung Il no pudo evitar la sonrisa. Dios, amaba a Yi Jeong malditamente demasiado. Tenía un par de capris, que marcaban su culo muy bien y una camisa que hizo que sus ojos azules brillaran.

—Te ves hermoso, hjertet mitt drage.

La sonrisa de Yi Jeong, era deslumbrante. —Gracias—Se dio la vuelta en el espejo, comprobándose el mismo, de izquierda a derecha, cuando apareció Jung Shin.

—¿Cómo me veo?

Kyung Il le dejó eso a Yi Jeong. Esta noche, no iba a dormir en el sofá. El pequeño cisne era un hombre magnífico, pero no podía competir con Yi Jeong. Sin embargo, si le decía el cisne que se veía espectacular, Yi Jeong sólo podría cortar sus pelotas.

Kyung Il se levantó y se dirigió a la puerta abierta, de la tienda de ropa, mirando a las personas que estaban de compras, en el centro comercial. Su mirada se posó sobre una mujer con un ligero vestido de verano. Estaba fuera de Victoria Secret, con la mirada fija en él. Kyung Il sonrió amablemente hacia ella.

 

 

Ella le dio una mirada insinuante. Su lengua trazó lentamente su labio inferior, mientras sus ojos se volvieron humeantes. Kyung Il dirigió su atención a algunos niños que estaban rogándole a su madre, por algún videojuego. Cuando volvió a mirar, a la tienda de ropa interior, la mujer había desaparecido. Kyung Il regresó al interior de la tienda de ropa y estaba contento de ver a Yi Jeong y Jung Shin en el mostrador, para pagar sus compras.

La versión de Kyung Il de compras de ropa era agarrar algo de un estante, comprobar el tamaño, echarlo sobre el mostrador, y estar fuera de la tienda en menos de cinco minutos. Nunca se probó algo, y ni se demoró más de lo que debía.

Si podía ordenar sus cosas en línea, incluso mejor.

Una mano fría, le rozó el brazo. Kyung Il miró a su alrededor, pero no había nadie allí. Su brazo tenía piel de gallina.

—Aquí tienes—Yi Jeong, mientras le entregaba sus bolsas. Sin pensarlo, Kyung Il agarró también las de Jung Shin.

—Precioso y caballeroso —dijo Jung Shin. —Que captura.

 

Kyung Il ignoró al cisne, mientras salían del centro comercial, al brillante sol, del día. Mientras guardaba las bolsas en el maletero, su cabeza comenzó a doler. El golpeteo doloroso comenzó en la parte frontal de su cráneo y se abrió camino, hacia la parte posterior de la cabeza.

Dirigiéndose a la puerta del conductor, se encontró en un bosque.

¿Qué carajo?

No había salido de la zona de aparcamiento, porque vio el mar de autos aun rodeándolo. Era como si estuviera de pie, en una imagen holográfica. Su respiración se detuvo, cuando vio a docenas de dragones volando en el cielo por encima de los altos árboles, que parecían tener cientos de años.

—¿Kyung Il?

Kyung Il giró la cabeza para ver a su pareja, de pie junto a él. Los ojos de Yi Jeong estaban muy abiertos, mientras miraba hacia el frente.

—¿Qué está pasando? —Yi Jeong le preguntó en un susurro.

—¿Lo ves?

Yi Jeong asintió lentamente.

—¿Ver qué? —Preguntó Jung Shin, mientras miraba a su alrededor.

—¿Qué estamos viendo? También quiero verlo.

 

 

Esa era una muy buena pregunta. Kyung Il se congeló, cuando sintió sus alas luchando para expandirse. Allí mismo, en el estacionamiento, a la vista de todos, el dragón de Kyung Il luchó para liberarse. Dalton Falls podría no entrar en pánico ante un dragón en la calle, pero estaba bastante seguro de que Sugar Creek no tenía ni idea de que existían las criaturas sobrenaturales.

Los seres humanos podrían no entrar en estado de pánico, en toda regla, si fuera su forma guepardo la que surgía. Correrían, probablemente gritarían, y llamarían a control de animales.

¿Pero su dragón? Esto tenía “gran cobertura de noticias” escrito por todas partes.

—Tus alas —dijo Jung Shin, con los ojos muy abiertos. —No creo que sea prudente cambiar aquí.

—No estoy haciéndolo a propósito—Kyung Il se puso de rodillas, luchando contra el cambio, que intentaba, fuertemente, asumir el control. No podía entender lo que le estaba pasando.

—Lucha—dijo Yi Jeong, mientras se inclinaba junto a Kyung Il. —Tienes que luchar contra ello. Si alguien te ve cambiar a un dragón, un pandemónium estallará.

 

Sus alas se ocultaron adentro. La necesidad de cambiar disminuyó, justo antes de que sus garras salieran de sus dedos, pelaje brotando a lo largo de su brazo.

—Oh, esto es malo —Jung Shin dijo, mientras rebotaba de un pie a otro, el Taser agarrado con fuerza en su mano. —Siento que necesito liquidar a alguien, para ayudarlo.

—Pon tu maldito Taser lejos, antes de que te hagas daño —, dijo Yi Jeong.

Kyung Il jadeaba pesadamente, mientras luchaba contra su guepardo que emergía. El sudor cubría su cuerpo, cuando sus músculos se pusieron tensos.

—Mételo en el auto —Jung Shin chilló, mientras corría en círculos alrededor de Kyung Il. —Puede cambiar a su gato, en el asiento trasero.

El chico se detuvo. —Como gato no va a tratar de comerme, ¿verdad?

—Nos preocuparemos por eso, más tarde —dijo Yi Jeong. Agarró a Kyung Il por debajo del brazo y trató de levantarlo. —Dios, ¿cuánto pesas?

La pareja de Kyung Il se esforzó, por ponerlo de pie. —Puedo tener una hernia, por esto.

—Sólo dame un segundo—Kyung Il jadeó, mientras trataba de lograr tener su cuerpo, de nuevo, bajo control. Su gato todavía luchaba para liberarse. Arañó no sólo el cuerpo de Kyung Il, también su mente. Maulló, bufó, y embistió su cabeza, contra la caja torácica de Kyung Il.

 

 

Kyung Il apretó los dientes y se empujó a sus pies, casi tirando a Yi Jeong, mientras se tambaleaba hacia la puerta trasera. Jung Shin corrió y la abrió, mientras Kyung Il caía en el asiento trasero.

Las puertas se cerraron de golpe, y luego Yi Jeong los sacó de su plaza de aparcamiento. Kyung Il se retorcía en el asiento trasero, jadeando por aire, mientras sus manos se convertían en patas. Afortunadamente, era su guepardo tratando de salir. Si se transformaba en su forma de dragón, no quedaría nada del auto de J.Jun. El Lexus no sería capaz de contener su forma de dragón. Solo sus alas eran del tamaño de un pequeño avión.

—Treinta minutos —dijo Yi Jeong, mientras zigzagueaba a través del tráfico, el auto se sacudió de lado a lado. —Treinta minutos más y estaremos de vuelta en Dalton Falls.

Kyung Il no estaba seguro de tener treinta minutos. Sus patas se convirtieron en correosas y sus garras se retractaron, sólo para brotaran gruesos y enormes espolones. Era como si su cuerpo no pudiera decidir en qué forma cambiar. Kyung Il nunca había pasado por algo como esto antes. Siempre había sido capaz de controlar qué forma quería tomar.

 —Llama a Hoya—Kyung Il jadeó, a través, de su apretada mandíbula, cuando su pulso se aceleró a mil latidos por minuto. —Dile lo que está pasando y que se reúna conmigo, en la casa.

Yi Jeong condujo con una mano, mientras marcaba con la otra. Kyung Il extendió el brazo, y sus garras arrancaron el material de cuero en la parte posterior del asiento del pasajero.

—Voy a saltar de este auto en marcha, si vienes detrás de mí —dijo Jung Shin, con una voz llena de pánico, mientras miraba por encima del reposacabezas. —Estoy bastante seguro, que en este momento, mi Taser sería inútil contra ti.

Kyung Il arqueó su espalda y gritó, cuando su brazo se volvió fibroso y salió, rápidamente, afuera. Reventó la ventana trasera, fragmentos de vidrio que llovieron sobre él.

—Nos estamos quedando sin tiempo —, Jung Shin le gritó a Yi Jeong.

—¡Estoy conduciendo tan rápido como puedo! —Gritó Yi Jeong. —El tráfico, en la autopista, está congestionado.

—¡Entonces, conduce por la maldita acera! —Los dedos de Jung Shin se cerraron, en la parte superior del asiento, mientras miraba con los ojos abiertos, a Kyung Il. Se dio la vuelta, mirando hacia abajo, a Kyung Il, con horror.

El auto se sacudió violentamente y Kyung Il estaba bastante seguro de que Yi Jeong había tomado la acera. Cláxones sonaron, mientras Yi Jeong dejó caer el teléfono y agarró el volante, con las dos manos.

 

 

—Está bien, estamos en la carretera —, dijo Yi Jeong. —Si me detengo, la policía nos encerrara, y estoy bastante seguro de que experimentos científicos estarán en tu futuro, Kyung Il.

—¿Qué tan rápido vas? —Preguntó Jung Shin.

—Noventa —dijo Yi Jeong, mientras el auto se sacudía de izquierda a derecha.

—Ustedes sanaran si nos estrellamos. Soy humano. Mi cerebro estará salpicado, por todo este auto.

—No soy indestructible —señaló Jung Shin, antes de gritar y golpear las manos, sobre sus ojos. —Dime cuando haya terminado.

Kyung Il sintió sus piernas cambiar. Eran escamosas, verdes y gruesas, pero mantuvieron una fina cubierta de pelaje. Ambas bestias estaban tratando de liberarse, al mismo tiempo. Sus piernas crecieron hasta el punto de que sus rodillas se doblaron, en el reducido espacio.

Iba deberle a J.Jun, un auto nuevo.

 

Kyung Il gritó, cuando la puerta trasera salió disparada hacia fuera del auto, atravesando los tres carriles. Oyó bocinas de autos y neumáticos chirriando, mientras Yi Jeong aceleraba. Mierda, gracias, porque no había oído ningún ruido de choque.

—¿Por qué está sucediendo esto? —Preguntó Jung Shin, mientras retiraba sus manos, lejos de sus ojos. —¿Conseguiste algún caramelo que altera la mente, de un personaje oscuro, en el centro comercial?

—Kyung Il no usa drogas —espetó Yi Jeong. —Esto es algo de otro mundo.

—Lucha contra ello—El cisne cantó esas dos palabras una y otra vez, como si es Kyung Il no estuviera luchando lo suficientemente duro. Si no estuviera sacudiéndose alrededor, en el asiento trasero, golpearía al tipo en la cara. El cisne se estaba volviendo molesto.

—Cállate—Kyung Il gruñó las palabras.

—Sólo estoy tratando de ayudar —dijo Jung Shin, a la defensiva.

—Allí está nuestra salida —gritó Yi Jeong. Kyung Il sintió la inmersión del auto por la pendiente, de la salida Dalton Falls, y luego los neumáticos chillaron, cuando Yi Jeong tomó hacía la derecha.

—¿Qué demonios es eso?—Dijo Jung Shin, mientras miraba por la ventana trasera. Kyung Il vio los ojos azules, de Yi Jeong, llenar el espejo retrovisor.

—Mi suegro—respondió Yi Jeong, cuando frenó de golpe. Kyung Il se estrelló en el asiento trasero y luego cayó al suelo.

 

 

Su cuerpo se expandió, mientras su dragón crecía. Los asientos delanteros crujieron, a medida que se inclinaban hacia delante.

—¡Salgan del auto! —Gritó Kyung Il. Si Yi Jeong y Jung Shin permanecían en sus asientos, serían aplastados.

Las puertas se abrieron de golpe, cuando los dos se apresuraron a salir. Kyung Il arqueó su espalda, su cuerpo contorsionándose. Un dolor diferente, de lo que alguna vez había sentido giró a través de su cuerpo, dejando sus huesos en llamas. El calor lo atravesó, mientras trataba de respirar.

Hoya cambio de su forma de dragón y luego sacó a Kyung Il del asiento trasero.

—Te tengo.

Su padre cambió de nuevo, y Kyung Il se encontró volando por el aire, agarrado con fuerza, por las garras de Hoya. Los huesos Kyung Il estallaron, antes de que surgiera su forma de dragón. Era demasiado grande para las garras de su padre. Hoya perdió el control y Kyung Il comenzó una caída libre, antes de tomar el vuelo, elevándose a través del cielo. Cambió de rumbo y aterrizó en la carretera por debajo suyo, agradecido de que no hubiera otros autos en el camino.

Hoya se lanzó hacia Kyung Il, aterrizando y cambiando, en un elegante movimiento.

—¿Qué demonios está pasando? —Preguntó Hoya.            

—Comenzó a cambiar, en el estacionamiento del centro comercial —dijo Yi Jeong, mientras corría hacia ellos. —No podía controlarlo, y sus dos bestias luchaban para salir.

Kyung Il cambió una vez más, esta vez en su forma de guepardo. Su cuerpo estaba agotado, por la lucha. Dejó que su gato saliera, mientras se desplomaba sobre el pavimento.

—Voy a llevarlo a casa —dijo Hoya. —¿El auto aún es manejable? Yi Jeong asintió. —Jun nos va a matar, pero puedo llevarlo a la casa.

Hoya asintió, y luego su forma de dragón se hizo cargo. Agarró con suavidad al guepardo de Kyung Il y luego despegó. Kyung Il no quería dejar a Yi Jeong y Jung Shin atrás, pero no tenía otra opción, mientras su padre los llevó volando hacia Webster Road. A los dos minutos de vuelo, Kyung Il se desmayó.

Sandara abrió los ojos, mientras sonreía. Solo acababa de empezar con la cría. Hoya iba a ver a su hijo lentamente volverse loco, antes de que terminara brutalmente sus miserables vidas.

 

Continuara...

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