Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

91. Mío para Siempre (05) por dayanstyle

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Kyung Il pretendía decirle a Yi Jeong todo, y se apegaría a esa decisión, pero ver el culo de su pareja, en esos diminutos pantalones cortos, lo tenía listo para doblarlo sobre la superficie plana, más cercana.

Los dos solían ser uña y carne, contándose todo. ¿Cómo demonios Yi Jeong había conseguido un trabajo en el club, mientras lo mantenía en las sombras? Cosa que necesitaba cambiar. Estaba cansado de la tensión entre ellos, aunque también era culpable de que su relación fuera inestable. Se había distanciado de Yi Jeong a causa de la cosa del embarazo, temía ser rechazado, cuando su pareja descubriera la verdad.

Independientemente del resultado, Kyung Il necesitaba limpiar el aire entre ellos. Y si Yi Jeong no se asustaba por la posibilidad de quedarse embarazado, tenía toda la intención de reclamar esa noche al humano... mientras que Yi Jeong llevaba esos diminutos pantalones cortos. Su pene se sacudió ante la posibilidad.

—Así que —el hada dijo, mientras se sentaba junto a Kyung Il, —He oído que eres el nuevo beta.

Kyung Il gruñó.

—Tratamiento de silencio. Puedo lidiar con eso.                    

El hada fue por detrás y agarró una copa en el bar. Estaba llena de algo claro y efervescente. —Supongo que Yi Jeong no consiguió tu permiso para trabajar aquí.

—Él no necesita mi permiso —El humano era una fuerza a tener en cuenta. Kyung Il nunca había tratado de domesticar a su pareja, pero maldición, si no hubiera sido bueno saber lo que estaba pasando en la vida de Yi Jeong.

—A partir de tu reacción, no estoy de acuerdo —dijo Jong Bin. Hizo girar la pajilla que sobresalía de la copa. Las cerezas que se habían asentado en el fondo se balancearon hacia la superficie, mientras miraba a Kyung Il.

—Simplemente no destroces mi lugar o mates a alguien.

Kyung Il se tensó, cuando cierto gilipollas se inclinó hacia atrás en su silla y miró lascivamente el culo de Yi Jeong. Si el chico lo tocaba, él arrancaría el brazo del imbécil de su coyuntura. Los dragones eran criaturas desagradables, posesivas, cuando se trataba de proteger a sus parejas. Le tomó cada onza de control, para que se sentara allí y no aniquilara a todos los hombres en el club por mirar en dirección a Yi Jeong. Lo que hizo empeorar las cosas, era el hecho de que su guepardo también quería salir a jugar. Tener dos depredadores dominantes dentro de él, era una receta para el desastre, cuando tenía que ver a los hombres, comerse con los ojos el culo de Yi Jeong.

 

 

—Está haciendo esto, para lograr una reacción de ti —dijo Jong Bin. Tomó un sorbo de su bebida, mientras su mirada se lanzó hacia a Kyung Il y luego se deslizó lejos.

—¿El gilipollas?

—No, Yi Jeong —Jong Bin aclaró, mientras miraba a Kyung Il a los ojos. —Soy una galleta muy inteligente, cuando quiero serlo. Por lo que he visto y oído, él está desesperado por tu atención.

—Propietario de un club y consejero. —Kyung Il no quería charlar, en este momento. Quería sacar a su pareja de este lugar y llevárselo a casa. Como alguien se ponía a escuchar esa odiosa música, estaba más allá de él. Le producía un maldito dolor de cabeza.

—Sólo un tipo muy observador —dijo Jong Bin. —Alguna vez, deberías intentarlo.

—¿Meter la nariz en donde no pertenece?

—No tienes remedio—Jong Bin dejó la copa a un lado. —No te enojes, si pierdes a Yi Jeong, porque eres demasiado terco para ver lo que tienes.

 

—Y no te enojes si arranco tus alas por dar consejos no deseados—Kyung Il no tenía la intención de perder a Yi Jeong. Todo lo contrario. Si las cosas iban a su manera, tendría las bolas enterradas profundamente dentro de Yi Jeong para el amanecer.

Jong Bin se rió, y el sonido era ligero y aireado. —Estoy tan contento de que no eres mi pareja. Ya habría eliminado tu cuerpo.

El lado de la boca de Kyung Il se contrajo en una casi sonrisa. —Puedes intentarlo.

—Supongo que nunca lo sabremos—Jong Bin se alejó.

La mirada de Kyung Il se desvió hacia el escenario, donde un tipo estaba actuando. Era delgado, pero tenía un infierno de cuerpo. Pelo corto, negro y puntiagudo, bonitos ojos azules, y parecía estar en un mundo propio. El twink bailaba con la música, mientras sus ropas eran eliminadas, lentamente.

La multitud se volvió loca. Algunos silbando, tirando dinero al chico, otros gritaron el nombre del bailarín.

Sun Youl.

Había que reconocer que Sun Youl se movía como un sueño.

—Por la forma en que estás echando un vistazo, a ese stripper, me siento aliviado de ver que el sexo te interesa —dijo Yi Jeong, mientras dejaba la bandeja sobre el mostrador. Kyung Il había estado tan absorto en el bailarín, que no había notado cuando se acercó Yi Jeong.

 

—El sexo esta siempre en mi mente —admitió Kyung Il.

—Entonces por qué…

Kyung Il negó con la cabeza. —Guarda esta conversación, para la casa.

Yi Jeong lo miró con cautela. —Prométeme que tendremos esta conversación ¿que no vas a rechazarme?

Incapaz de resistirse, Kyung Il llegó detrás de Yi Jeong y deslizó su mano sobre el culo apenas cubierto de su pareja. Los párpados de Yi Jeong, se cerraron por un breve segundo, antes de que se abrieran de golpe.

—Lo prometo—La voz de Kyung Il había caído a un tono ronco.

La parte frontal de los pantalones cortos de Yi Jeong, se engrosaron hasta que se mostraba el contorno de su pene. Kyung Il pasó el dorso de sus nudillos sobre el bulto. Yi Jeong se derritió contra él, sus dedos agarrando los bíceps de Kyung Il. Yi Jeong era la criatura más hermosa que Kyung Il había visto en su vida, siempre lo había sido. Negarle a su pareja algo, lo desgarraba. Quería poner el mundo a los pies del humano.

 

—Te quiero —dijo Yi Jeong, en un largo gemido. —Por favor, no me tomes el pelo si no planeas joderme.

Kyung Il ahuecó la mandíbula de Yi Jeong y tiró de su pareja más cerca, hasta que sus labios se tocaron. Yi Jeong estaba malditamente cerca de arrastrarse hasta su regazo. Su beso fue lento, sensual, y puso el cuerpo de Kyung Il en llamas. Rompió el beso, mientras deslizaba un brazo alrededor de Yi Jeong.

—Hablaremos en casa.

Yi Jeong se aclaró la garganta, mientras se retiraba.

—Entonces, tengo que quedarme aquí, hasta que mi polla deje de dirigirse hacia ti.

Kyung Il se rió entre dientes. Conocía esa sensación. Estaba tan duro, que dolía. La masturbación ya no lo atraía, no cuando tenía un cuerpo caliente y dispuesto, en el que sumergirse.

A menos que Yi Jeong se asustara y le dijera que se fuera al infierno. La idea lo hizo estremecerse. Se echó hacia atrás, apoyando un brazo en la barra detrás de él.

Yi Jeong se demoró unos minutos más, antes de volver a servir mesas. En el momento en que el turno de Yi Jeong había terminado, Kyung Il tenía un terrible dolor de cabeza, por la música. No estaba seguro de cómo Hoya había sido dueño de un club, en el reino de los demonios por mil doscientos años. Unas pocas horas y él estaba listo para desaparecer.

 

 

Una vez que Yi Jeong se le unió, Kyung Il puso su mano en la parte baja de la espalda del humano y lo guio fuera. Había conducido hasta aquí, con su motocicleta y no estaba dispuesto a dejarla en el estacionamiento. —Te sigo a la casa.

Yi Jeong asintió, mientras se ponía al volante de su auto y se alejó. Kyung Il echó un último vistazo en el club y negó con la cabeza, antes de que condujera fuera del lugar.

Tendría que hablar con Yi Jeong, sobre su lugar de empleo. Kyung Il no estaba seguro de poder manejar que su pareja trabajara allí. Realmente mataría a todos en el club, si seguían comiéndose con los ojos a su pareja, y puesto que Yi Jeong era magníficamente impresionante, habría un baño de sangre.

Cuando Kyung Il se detuvo en el camino de entrada, se dio cuenta de que Yi Jeong saltaba del auto y corría escaleras arriba. El tipo ni siquiera esperó por él. Se preguntó si estaba tan nervioso como él. Aunque Kyung Il había fantaseado durante años acerca de tener sexo, todavía era virgen. Planeaba cambiar eso esta noche.

Mientras que Yi Jeong corría a la casa, Kyung Il se tomó su tiempo. El rechazo era una posibilidad, y no estaba dispuesto a apresurarse a eso. Siempre podía reclamar a Yi Jeong y esperar lo mejor, pero no podía quitarle esa decisión a su pareja.

     

 No, esto tenía que hacerse bien, sin importar el resultado.          

Yi Jeong tomó la ducha más rápida de la historia. Kyung Il finalmente quería hablar, y él espera que condujera al sexo maravilloso, encrespa dedos, nubla mente sexo. Después de peinar su cabello, se miró una vez más en el espejo y luego se deslizó en la bata. Apretó el cinturón, salió del cuarto de baño para encontrar a Kyung Il caminando.

El hombre era devastadoramente apuesto, siempre lo había sido. Incluso cuando era un adolescente, Kyung Il había tenido un cuerpo patea culos y aspecto magnífico. Eso fue lo que llevó a Yi Jeong a la locura a través de sus años de adolescencia, eso y las hormonas. Había intentado muchas veces tener sexo con su pareja, pero Kyung Il siempre lo había rechazado.

No lo iba a rechazar esta noche, incluso si tenía que golpear al shifter en la cabeza y salirse con la suya, con un cuerpo inconsciente. Se pavoneó por la gruesa alfombra y se puso en el camino de Kyung Il, interrumpiendo la caminata del hombre.

 

—¿Querías hablar? —Preguntó Yi Jeong, mientras deslizaba sus brazos alrededor de la gruesa cintura de Kyung Il. La seducción era algo en lo que no tenía experiencia, pero el infierno si no se le iba a dar su mejor golpe. Este era Kyung Il, el hombre al que había conocido desde que tenía siete años. El hombre que había amado toda su vida. No debería haber un espacio entre ellos. Yi Jeong quería de vuelta al Kyung Il del que se había enamorado, y esperaba que después de esta noche, tendría de vuelta a ese hombre.

—Soy un shifter dragón—dijo Kyung Il. Se cepilló las manos sobre las hebras mojadas de Yi Jeong, y el cuerpo de este reaccionó al tacto. Se puso duro, mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, para mirar a esos impresionantes ojos de color lila.

—Estoy al tanto de eso —dijo Yi Jeong. —También soy consciente de que eres un shifter guepardo.

No estaba seguro, de a dónde iba Kyung Il con esto. El hombre había cambiado en ambas formas, muchas veces en el transcurso de sus vidas. Como un niño, Yi Jeong había pensado que era lo más genial del mundo. Pero, de nuevo, su infancia había estado llena de fantasía, con la cabeza siempre en las nubes.

 

A pesar de su vasta imaginación se había desvanecido, en los últimos años, todavía pensaba que Kyung Il era lo más genial, en un radio de cien millas. Y el más sexy. Aún tenía que encontrar a otro hombre que le impactara tan profundamente, como Kyung Il lo hacía.

Esa era una de las razones por la que su pareja no necesitaba preocuparse, cuando se trataba de donde trabajaba Yi Jeong. Aunque había una gran cantidad de caramelos para los ojos, ninguno sostenía una vela para Kyung Il. Ningún otro hombre tampoco sostenía su corazón.

—¿Alguna vez te dije cómo nací? —Preguntó Kyung Il, mientras salía de los brazos de Yi Jeong se despojó de la chaqueta de cuero, arrojándola, en la silla que se encontraba en la esquina de la habitación.

—Sé que tienes dos padres—dijo Yi Jeong, —pero nunca le di mucha importancia.

Se había criado en un lugar, donde dos hombres juntos, era la norma cotidiana. Desde muy joven, había visto a Dong Woo y Hoya juntos. Era como ver a tu mamá y papá interactuar diariamente. Nunca pensó en la dinámica de su relación. Simplemente era así.

Yi Jeong no dijo una palabra, cuando Kyung Il se sentó en la silla y comenzó a quitarse los zapatos. Había esperado tanto tiempo. ¿Qué era un par de minutos más?

—De lo que me dijeron—dijo Kyung Il, mientras lanzaba sus zapatos a un lado,

—hubo una poderosa bruja tras Hoya. Permaneció oculto en el reino de los demonios, por mil doscientos años, tratando de evitarla. Ella había sido una mujer despreciada y estaba empeñada en aniquilar a toda la raza dragón.

 

—Está bien, te sigo hasta este momento—Yi Jeong se sentó en la cama.

—Su nombre era Sandara, y una canalla. Había secuestrado a mi padre, Dong Woo, y lo utilizó como cebo para atraer a Hoya. Con la ayuda de Himchan, rescató a Dong Woo. Pero ella tenía un Drage Jegere, Cazador de dragones, al cual controlaba, cuyo único trabajo era matar shifter dragón.

—Suena como una gran historia para ir a dormir —dijo Yi Jeong.

—Si tan sólo no hubiera sido real —dijo Kyung Il. —Después de ser desterrado, el cazador fue tras Dong Woo, lo secuestró, y esperó a que Hoya se mostrara.

Kyung Il se detuvo. —Himchan, había levantado la maldición sobre la raza de los dragones.

Intrigado, preguntó Yi Jeong: —¿Qué maldición?

—La capacidad de traer a una cría al mundo. Cuando un shifter dragón ponía un huevo, era o bien una cáscara vacía o el feto nacían muerto. Pero después de que se levantó la maldición, Hoya y Dong Woo se convirtieron en padres. Y voilà, nací yo. Hoya rescató a Dong Woo del cazador, sólo para descubrir que este había puesto un huevo.

 Las cejas de Yi Jeong se dispararon hacia el cielo. —¿Cómo Diablos Dong Woo puso un huevo?

Kyung Il se rió entre dientes. —No lo dirá. Confía en mí, le he preguntado en numerosas ocasiones.

Yi Jeong se sentó en silencio, mientras reflexionaba sobre la información que Kyung Il acababa de darle. Su pareja lo había mantenido alejado, todos estos años, y ahora está sentado allí, diciéndole acerca de cómo había nacido. Había un punto en la historia del hombre. Mientras la examinaba, comprendió, y Yi Jeong casi se cae de la cama.

—Si tenemos sexo, ¿voy a poner un huevo?

Kyung Il se echó hacia atrás, en la silla y apoyó las manos sobre su rígido abdomen.

—Y ahora ves por qué mantuve la distancia.

—En realidad no—Yi Jeong estaba sorprendido por la noticia, de que eventualmente podría poner un huevo, e intrigado como el infierno sobre cómo iba a ponerlo, pero no entendía por qué Kyung Il se había distanciado durante todos estos años.

—Una vez me dijiste que estabas contento de que eras gay, así no tendrías que preocuparte por los niños —, Kyung Il le recordó.

Yi Jeong saltó de la cama, mientras extendía los brazos. —¡Tenía catorce años cuando dije eso! ¿Quién piensa en niños a los catorce?

 

Todo empezó a tener sentido para él. Kyung Il lo había negado todos estos años, porque temía embarazarlo. Saltó hacia su pareja y le pegó en la mandíbula. Yi Jeong hizo una mueca y sacudió su mano. ¿El chico tiene una maldita placa de acero, en su mandíbula?

—¿Por qué Diablos acabas de golpearme? —Kyung Il parecía realmente perplejo, aunque no afectado por el golpe. Eso cabreó a Yi Jeong aún más.

—¡Porque eres un maldito idiota!

Kyung Il estaba de pie en cuestión de segundos, tirando de Yi Jeong en sus brazos.

—Y también temía, que una vez que descubrieras la verdad lanzarías mi culo. No te habría culpado. ¿Qué hombre quiere poner un huevo o formar una familia, cuando declaró que no quería niños?

—Era un niño, cuando dije eso—señaló Yi Jeong. —La gente crece, Kyung Il. Sus puntos de vista sobre muchas cosas, cambian. No puedo creer que me mantuviste caliente, todo este tiempo, cuando podríamos haber estado teniendo sexo salvaje, como los monos.

Había dudas en los ojos lila de Kyung Il. —Así que, ¿estás dispuesto a correr ese riesgo, conmigo?

Apartándose de Kyung Il, Yi Jeong cruzó los brazos sobre el pecho y fingió estar disgustado –a pesar de que realmente estaba sólo un poco irritado.

—No estoy seguro. Se supone que debemos ser capaces de hablar de todo, y me ocultaste esto.

Kyung Il alcanzo a Yi Jeong, de nuevo, y este no se resistió. —No te enfades conmigo,

Hjertet mitt drage.

La respiración de Yi Jeong quedó atrapada, cuando su pecho se apretó. Sintió lágrimas en sus ojos, mientras miraba hacia el único hombre que había amado.

—No me has llamado tu corazón de dragón, en años.

—Y debo ser azotado por eso —dijo Kyung Il. —He descuidado a mi pareja, y por eso, lo siento. Pero puedo compensarlo.

Yi Jeong frunció los labios, mientras arrastraba sus dedos, sobre los impresionantes bíceps de Kyung Il. —¿Y cómo lo harías?

Maldijo por lo mal que se sacudió en los brazos de Kyung Il. Yi Jeong había esperado este momento desde siempre, y ahora que finalmente había llegado, estaba tan nervioso como, bueno... un virgen.

Ni siquiera iba a pensar en la parte del huevo. Se preocuparía por eso más tarde, después de que Kyung Il lo reclamara.

 

—Ninguno de nosotros sabe lo que estamos haciendo, —dijo Kyung Il con una sonrisa suave, atractiva, —pero vamos a divertirnos, descubriendo cosas, juntos.

Le sorprendió a Yi Jeong que Kyung Il admitiría una debilidad. El chico era terco, orgulloso, y temperamental, el epítome de un shifter dragón. El saber que Kyung Il era tan inexperto como él, le ayudó a calmar sus nervios. Desató el cinturón alrededor de su cintura y dejó caer la bata abierta.

Kyung Il gruñó. —¿Sabes lo mal que he querido, tu pequeño y dulce cuerpo?

El calor se apoderó de las mejillas y las orejas de Yi Jeong. —Durante el mismo tiempo que he querido ser tuyo, fuerte e impresionante.

—En eso tienes razón—Kyung Il capturó los labios de Yi Jeong, y este al instante, se derritió. Se aferró a los brazos de Kyung Il, mientras abría la boca, chupando la lengua de su pareja. Olas de necesidad se apoderaron de él, mientras Kyung Il los dirigió lentamente hacia atrás, a la cama.

Yi Jeong agarró los hombros Kyung Il y se levantó, antes de envolver sus piernas alrededor de la cintura del shifter. Su pene se frotaba contra el estómago de Kyung Il, y Yi Jeong necesita más fricción.

—Más despacio, hjertet mitt drage—dijo Kyung Il. —No tenemos que apresurar esto.

—Oh, sí que lo tenemos —dijo Yi Jeong. —He esperado demasiado maldito tiempo, para sentir tu pene enterrado en mi culo. Kyung Il se rió entre dientes. —Tan gráfico.

—Tan caliente—Yi Jeong contrarrestó. —Esta es la única cosa que no hemos compartido juntos, y me muero por descubrir cómo se siente el sexo.

Yi Jeong le sonrió. —Con otra persona en lugar de mi mano. —O un juguete, agregó en su mente.

—Debemos hacerlo bien —dijo Kyung Il. Colocó a Yi Jeong sobre su espalda, mientras este desenvolvió con sus piernas, la cintura del shifter. —He visto unos pocos... de cientos de porno. Tengo la esencial del tema.

Yi Jeong se echó a reír. —He visto unos cuantos... de cientos, también.

—Entonces debemos ser profesionales —dijo Kyung Il. Se arrancó la camisa por la cabeza y la arrojó a un lado.

Yi Jeong comenzó a babear, por el pecho amplio y el sexy tatuaje de manga. Cuando Kyung Il se quitó el cinturón y luego comenzó a empujar sus pantalones hacia abajo, Yi Jeong tuvo que luchar para no entrar en el acto.

Se quitó su bata y se subió más en la cama. Gritó cuando Kyung Il lo golpeó en el culo. —Esto es por conseguir un trabajo, en un club nocturno.

 

El culo de Yi Jeong hormigueó, mientras pasaba a su espalda y separaba las piernas. —Buscaba una reacción de ti.

—Conseguiste una —dijo Kyung Il. —Quería destripar a la mitad de esos hombres.

Yi Jeong se humedeció los labios, mientras su mirada se precipitó al grueso pene de Kyung Il. Que sobresalía de un nido de rizos negros y él se estaba muriendo de probar a su pareja. Se arrastró al otro lado de la cama y tomó la cabeza de la erección de Kyung Il, con la boca.

—¡Joder, hjertet mitt drage! —La espalda de Kyung Il se arqueó, mientras sus manos se cerraban de golpe, en la cabeza de Yi Jeong. Las piernas del hombre se sacudieron, mientras Yi Jeong lo chupaba.

No fue fácil. Kyung Il era grande, y Yi Jeong no tenía idea de lo que estaba haciendo. Ver una porno y dar una mamada en la vida real, era algo muy diferente. La cabeza bulbosa de la polla de Kyung Il se mantuvo golpeando en la parte posterior de su garganta, y Yi Jeong siguió teniendo arcadas.

—Lo siento, lo siento—Kyung Il se estremeció, al ralentizar sus caderas. —Se siente tan condenadamente bien.

 

—Se sentiría aún mejor, si no estuvieras tratando de desgarrarme la garganta—, dijo Yi Jeong cuando se retiró. —Siento que tu pene va a estallar en la parte posterior de mi cabeza, en cualquier momento.

Kyung Il dejó escapar un largo suspiro, mientras sus músculos se flexionaban.

—Voy a estar quieto, mientras te mueves.

Yi Jeong miró a su pareja, antes de que sus dedos se apretaran sobre la polla de Kyung Il, y aceptó el eje de nuevo en su boca. Hizo girar su lengua, lamiendo el pre- semen goteando de la cabeza.

—Mierda, Yi Jeong—Gimió Kyung Il.—Tengo que joder tu boca. No puedo contenerme.

Yi Jeong empuñó la polla de Kyung Il, disminuyendo pulgada a pulgada. Incluso con una cantidad menor, Yi Jeong esperaba que pudiera hacer esto. Quería complacer a su pareja, en todos los sentidos, y aunque dio un buen discurso, él aún vacilaba. —Estoy listo. —Espero.

El agarre de Kyung Il, en la cabeza de Yi Jeong, se fortaleció, mientras empujaba sus caderas, su pene golpeando en la boca de Yi Jeong. Tal vez este no había estado listo, porque sus ojos se humedecieron y necesitaba desesperadamente aire. Si no hacía que Kyung Il acabara, y rápidamente, realmente tendría la garganta desgarrada. Casi se rió por la imagen de Kyung Il, tratando de explicarles a sus familias, como había muerto Yi Jeong. Alejo la estúpida imagen y creó una succión con sus labios, bombeo con la mano, como había visto en las porno. Esas películas podrían no ser el mejor lugar para recurrir, pero era todo lo que Yi Jeong tenía para trabajar.

 

 

Triste pero cierto. Kyung Il podría haber dicho que deberían ser profesionales, pero eso estaba lejos de la verdad. Yi Jeong no tenía idea de lo que estaba haciendo. La única manera de lograr dar mejores mamadas sería practicando, pero él estaba emocionado, listo para ser reclamado.

Luego, conseguiría practicar más. Y lo haría, porque esto era sólo una ronda.

Kyung Il maldijo y se quedó sin aliento, cuando chorros calientes de esperma pulsaron en la garganta de Yi Jeong. Hizo todo lo posible para beber hasta la última gota, pero fue demasiado para él, se atragantó, tosió, y luego escupió.

Su pareja gruñó, cuando se liberó y luego llevó a Yi Jeong a la cama. Los colmillos del hombre estaban completamente extendidos, y por la expresión salvaje en sus ojos lila, Kyung Il iba en serio.

—¡Espera! —Yi Jeong metió las manos en el pecho Kyung Il. Sintió los músculos tensos, bajo las palmas de sus manos y casi se olvidó por qué había detenido a su compañero. —¡Lubricante, necesitamos lubricante!

 

Kyung Il sacudió la cabeza, como si estuviera saliendo de algún tipo de hechizo, antes de deslizarse de la cama y revolver el cajón de su ropa interior. La mandíbula de Yi Jeong cayó, cuando Kyung Il se giró, una botella de tamaño industrial de lubricante en sus manos.

—¿Qué es lo que planea hacer con eso, follar con un harén? —Las cejas de Yi Jeong se dispararon hacia el cielo, cuando Kyung Il agitó la mano y una docena de condones se desenrollaron.

—Guardé los condones, en caso de que no te vendiera la idea del huevo—, confesó Kyung Il. —No es muy seguro que funcionaran conmigo, por ser un shifter, pero estaba dispuesto a intentarlo.

—¿Y el lubricante?

Kyung Il echó un vistazo a la botella, mientras sus cejas bajaron. —¿Demasiado?

—Cariño, nunca puedes tener demasiado lubricante —dijo Yi Jeong. —Ahora ven aquí y jodeme.

Kyung Il dejó caer, la fila de una milla de condones en el suelo, antes de meterse nuevamente en la cama, poniendo el recipiente, sobre la mesa de noche.

Yi Jeong se puso de costado y levantó la botella. El peso no coincidía con su tamaño. —La mitad de esta, se ha ido.

—He estado realmente caliente —, dijo Kyung Il. Su risa fue corta y áspera. —Por años.

Yi Jeong sonrió ampliamente, sabiendo exactamente cómo se sentía Kyung Il. Pero su sonrisa se desvanecía, mientras miraba de la botella a su pareja.

—¿Cómo quieres hacer esto?

Su nerviosismo se elevó. Había amado a Kyung Il desde siempre, y este era el único aspecto de su relación, que no habían explorado. Sus ojos se deslizaron sobre la forma desnuda de Kyung Il, tan musculoso, tan varonil. No había manera de pudiera echarse para atrás, pero eso no quería decir que no estaba a la vez excitado y asustado.

—Cualquier cosa que pienses, que será más cómodo, para ti—La voz de Kyung Il so volvió suave, y amó que su pareja estuviera preocupado por su comodidad. Kyung Il vaciló en el borde de la cama, esperando a que Yi Jeong se decidiera.

Pensó en las muchas posiciones que había visto y decidió que en manos y rodillas podría ser lo mejor. No estaba seguro, pero estaba a punto de averiguarlo. Después de darse vuelta, movió su culo hacia Kyung Il.

El shifter siseó, mientras sus manos rozaban suavemente el trasero de Yi Jeong.

—Ahora, eso es un espectáculo que no me importaría ver cada maldito día de mi vida.

—Dos veces al día, hasta que me haya librado de toda esta acumulación —, dijo Yi Jeong. —Me podría tomar un año o dos o diez.

—Insaciable.                                                                                                                            

—¿Tienes un problema, con eso? —Preguntó Yi Jeong. Cuando volvió a mirar por encima del hombro, su cuerpo se tensó. Kyung Il se quedó mirando a la parte más íntima del cuerpo de Yi Jeong. Su estómago se sacudió, ante el calor y el hambre en aquellos ojos lila.

—Nunca—Esa sola palabra, fue dicha posesivamente, mientras la mirada de Kyung Il se encontró con la de Yi Jeong. —Creo que ambos vamos a estar bien versados para el momento en que esta noche haya terminado.

En todos los años que habían estado juntos, esta era la primera vez que Yi Jeong se sintió marcado por Kyung Il. Al girar la cabeza hacia atrás alrededor, dejó escapar un largo suspiro.

Esto era. Después de esta noche, no habría nada que no hubieran compartido.

Kyung Il se movió detrás de él y bajó la cabeza. Los ojos de Yi Jeong se cruzaron, cuando el shifter comenzó a bordearlo. Sus dedos se curvaron, y él apretó la mandíbula, para impedir que su orgasmo estallara.

—Tal vez cinco veces al día —, apretó fuertemente los dientes.

Cuando Kyung Il condujo su lengua dentro de Yi Jeong, eso fue cuanto que necesitó. Yi Jeong gritó, cuando su clímax lo sacudió, hasta la médula. Su cuerpo se fragmentó, y su mente se derrumbó. Él no era más que una masa pegajosa de un hombre.

 

 

—Creo que los dos necesitamos trabajar en la resistencia —, dijo Kyung Il detrás suyo, mientras lamía un largo camino sobre el orificio palpitante de Yi Jeong.

—Sólo... nosotros no... —Yi Jeong dejó de intentar hablar. Su cerebro era bastante inútil, en este instante. Gimió y cerró los dedos en la ropa de cama. —Jodeme, Kyung Il.

Kyung Il se colocó entre sus piernas, sus muslos tocándose. Oyó el chorro de la botella de lubricante, antes de los dedos de su pareja, se deslizaran dentro de él. Si Yi Jeong no hubiera estado practicando con un consolador, durante años, la invasión podría haber…Yi Jeong abrió la boca y sacudió su frente contra las almohadas, mientras Kyung Il lo preparaba. Sus piernas se deslizaron separándose más, mientras empujaba el culo más alto.

—¿Listo? —Preguntó Kyung Il, mientras sacaba sus dedos, liberándolos.

Yi Jeong se mordió el labio inferior y asintió. Sus labios se separaron, en un grito ahogado, cuando Kyung Il comenzó a avanzar lentamente dentro de él. Yi Jeong golpeó una mano en el muslo grueso de Kyung Il. —Lento, ve despacio.

—Está bien—Kyung Il se echó hacia atrás y luego empujó de nuevo, con las manos apretando la cintura de Yi Jeong. —Sólo dime, cuando necesites que pare.

 

Ninguna cantidad de juego con el vibrador, lo había preparado para esto. Necesitaba comprar un juguete más grande, mucho más grande, ya que se sentía como si Kyung Il lo estuviera estirando, ensanchándolo más de lo que su cuerpo era capaz.

La mano de Kyung Il, deslizó por la espalda de Yi Jeong. —¿Estás bien?

—Duele.

Kyung Il se quedó inmóvil, mientras su cuerpo se tensaba. —¿Que necesitas que haga?

Yi Jeong intentó recordar cómo respirar. —Arranca el vendaje.

—¿Eh?

—Hazlo rápido —, dijo Yi Jeong. —Rápido.

—Recuerda esas palabras, si decides matarme —, dijo Kyung Il antes de estrellarse contra Yi Jeong. Este gritó, y Kyung Il también lo hizo por el placer. —¿Paro?

—¡No! —Un instinto dentro de él, dijo que si Kyung Il seguía adelante, el dolor se aliviaría. —Duro y rápido.

—Como desees, hjertet mitt drage. —Las caderas de Kyung Il se movieron, tan rápido y con tanta fuerza, que Yi Jeong tuvo que empujar las manos en la cabecera de la cama, para que no atravesarla.

 

 

—Mierda, mierda, mierda —murmuró Kyung Il, mientras golpeaba sus caderas hacia delante. —Sabía que te sentirías muy bien.

El dolor se transformó en un placer incalculable, y Yi Jeong comenzó a gritar, mientras Kyung Il lo follaba. Se echó hacia atrás, cuando su pareja empujó hacia delante, su pene engrosándose una vez más. El sudor brillaba sobre su cuerpo, mientras Kyung Il lo cubría, sus cuerpos se deslizaban uno sobre el otro, en un tipo erótico de danza.

Los ojos de Yi Jeong se abrieron de par en par, cuando Kyung Il mordió en su hombro, el dolor agudo se mezcló con el placer, haciéndolo volar. Ellos ya se habían conectado a un profundo nivel, pero parecía como si toda la fuerza de su vínculo de pareja se estrellara contra Yi Jeong, haciéndolo gritar, mientras pasaba a través de su cuerpo. Jadeó, luchando por respirar, al sentir la intensidad de todas las emociones que Kyung Il tenía por él.

Yi Jeong volvió a gritar, como un segundo orgasmo más poderoso, lo sacudió. Kyung Il soltó su hombro, lamió la herida, y luego su pene latió el culo de Yi Jeong, mientras pequeñas líneas en forma de banda, comenzaron a formarse alrededor de ellos. Brillaban en rojo y oros, formando un arco de electricidad y chasqueando, antes de que la banda se cerrara sobre los dos y uniera a Yi Jeong y Kyung Il para toda la vida.

Yi Jeong se estremeció. No había sabido cómo sabía lo que estaba pasando, pero lo hacía. Sin embargo, tenía que preguntar, —¿Qué fue eso?

Kyung Il luchaba por respirar, mientras descansaba su frente contra la espalda de Yi Jeong. —El vínculo inquebrantable sobre el que Hoya me contó. Ahora estamos enlazados, en el nivel más profundo de nuestras almas.

Y Yi Jeong había pensado que ya estaban enlazados.

Kyung Il salió de Yi Jeong y luego se dejó caer junto a él, antes de que lo arrastrara hacia abajo en los brazos del hombre. Los dos eran un desastre sudoroso, pero a ninguno le importaba.

Kyung Il rozó sus labios, sobre la mejilla de Yi Jeong. —Te amo, hjertet mitt drage. Apretando el abrazo, Yi Jeong suspiro. —Yo también te amo, bebé.

Ahora que Yi Jeong había experimentado como era el sexo, sabía que nunca tendría suficiente. Levantó la cabeza, sonrió, y luego se sentó a horcajadas, sobre la gruesa cintura de Kyung Il. —Ahora, vamos por la segunda ronda.

     

 

 

 

Los ojos de Sandara se abrieron, cuando el hechizo que había lanzado, la despertó. Se incorporó y echó un vistazo a las formaciones rocosas, que la rodeaban. Lo tomó un momento para ubicarse, mientras miraba las paredes secas y escuchaba el sonido de alas de murciélago agitándose.

Seo Taiji. El bastardo la había puesto en un sueño profundo, en el momento que apareció delante del rey dragón. El complot de Himchan para hacer que el par acoplado reconciliara sus diferencias, habían fracasado, pero su hechizo no lo hizo.

La descendencia de Hoya acababa de marcar a su pareja.

Sus labios se curvaron en una sonrisa, mientras deslizaba sus piernas fuera de la tarima, en la que Seo Taiji la había colocado. No sólo iba a matar a su pareja, quien la había rechazado en todo momento, sino que Hoya también aprendería lo poderosa que realmente era, cuando terminara de aniquilar a la raza dragón.

—Voy por ti —susurró en la oscuridad y luego se echó a reír. Iba a matar a la cría de Hoya primero, para ver sufrir al shifter dragón, antes de que terminar la miserable vida de Hoya.

 

También iba a matar a la molesta pareja gato del hombre y cualquiera con la que su descendencia se había apareado.

Comenzó a cantar, su cuerpo se balanceaba, mientras la caverna hacía eco de sus palabras. Electricidad pulsaba en sus venas, antes de que un Drag Jegere apareciera y luego se dejó caer sobre una rodilla, inclinándose ante ella. Himchan pensó que el cazador que se había ido tras de Dong Woo, había sido el último de su especie. Una chica tenía que tener sus secretos, y el hecho de que podía llamar a un Drage Jegere de la nada, era uno de ellos.

Después de que terminara de matar hasta el último dragón, iba a ir tras Seo Taiji. Lo mantendría para el final, porque sería el que iba a sufrir más.

 

 

Continuara...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).