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109. El Deseo de Navidad de Mino (13) por dayanstyle

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—Tengo buenas noticias —dijo Ryan la mañana siguiente mientras Taehyun se sentaba en su escritorio. Taehyun dejó su taza junto a su teclado y miró la pantalla en blanco. No podía creer que realmente estuviera haciendo esto.

—¿Has encontrado una escotilla de emergencia y vamos a salir de aquí? —Taehyun dio un sorbo a su café, haciendo una mueca por el líquido tibio. Había tardado demasiado en encontrar su habitación asignada. Aunque eso no había sido culpa suya. Nadie le había dado un mapa del taller y se había perdido dos veces.

 

—En serio, este trabajo no es tan malo. —Ryan movió su silla con ruedas hacia Taehyun hasta que estuvo lo bastante cerca para que sus rodillas se tocaran. Olía a maría pura y Taehyun sabía que eso era verdad porque Ryan había fumado anoche en la habitación de ambos—. Tómatelo como un descanso de tu vida. Aquí tenemos todo lo que necesitamos. ¿Por qué tienes tantas ganas de irte?

Taehyun no iba a explicarle a Ryan la historia de su vida. El hombre era un completo extraño. —¿Qué buenas noticias tienes?

Ryan lo estudió por un momento antes de sonreír. No era tan guapo, pero su sonrisa hacía que sus rasgos fueran menos duros. —Hoy tenemos que salir en una misión.

—¿Qué tipo de misión?

—Podemos pedir lo que sea que esté en la lista, pero tenemos que ir a comprar algunas cosas nosotros mismos. —Alzó una mano—. No de nuestras carteras. Mira esto, tienen una tarjeta de crédito sin límites. Me dieron una esta mañana para nuestra misión.

Eso no ponía contento a Taehyun. No iba a usar la tarjeta para sí mismo.

—¿Entonces a dónde vamos?

 

—Necesitamos un licor especial que requiere que viajemos de vuelta a nuestro mundo. —Sus ojos se entrecerraron ligeramente—. Pero deja que  te advierta. Si intentas huir, los Elfos de Élite son muy buenos en su trabajo y te rastrearán. Mi consejo, sólo conseguir lo que necesitamos y luego volvemos aquí. No vale la pena huir.

Eso sonaba como una amenaza. Ryan podía parecer majo, pero Taehyun sospechaba que el hombre lo delataría en un santiamén. Estaba solo aquí y tenía que pensar un plan antes de que se fueran. Sólo tenía que descubrir cómo lo rastrearían los elfos. Si podía descubrir eso, entonces podría eludirlos hasta después de Navidad.

¿Entonces cómo te van a pagar? Necesitas dinero. Taehyun suspiró. Necesitaba el dinero. Le gustara o no, si quería que le pagaran, tenía que quedarse.

—¿Cuándo nos vamos?

 

—Ahora. —Ryan se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta—.¿Vienes?

—¿Tengo opción? —Taehyun se levantó de la silla y siguió a Ryan. Giraron en pasillos llenos de más puertas, más señales y Taehyun sabía que nunca sería capaz de recordar el camino por el que habían venido. Empezó a sospechar que los numerosos pasillos eran para evitar que los no residentes memorizaran la disposición.

Giraron a la izquierda y Taehyun parpadeó varias veces. Este pasillo tenía una sola puerta y era negra. Un ruido sordo vibraba más allá.

¿Eso era música?

Ryan alzó una botella con un tapón de rosca. Parecía una de esas botellas de licor de un trago que venden en las tiendas de barrio. Las que estaban en una pecera. Taehyun lo sabía. Las había comprado muchas veces porque sólo costaban un dólar cada una. Pero esta contenía lo que parecía arena.

—¿Qué es eso?

Ryan sonrió con superioridad. —Nuestra forma de volver. Es de un solo uso. Cuando consigamos lo que vamos a buscar, esparcimos esto en el suelo en cualquier puerta que queramos usar. Nos traerá de vuelta aquí.

 

 

—¿No necesitamos para llegar allí? —Taehyun no sabía nada de todas esas cosas, pero estaba aprendiendo.

—No, sólo tengo que pensar en el lugar al que quiero que vayamos.

—Presionó su oreja a la puerta. —¿Ves? el lugar ya está al otro lado. —Se apartó—. Aunque esta es la primera vez que lo hago. Como los polvos flu de Harry Potter, supongo.

—Por favor, no digas “Callejón Diagon” —bromeó Taehyun.

Ryan rio. —Nah, no tengo que decir nada. —Se metió la botella en el bolsillo de la chaqueta y agarró la mano de Taehyun—. Sólo por si acaso.

El corazón de Taehyun se aceleró cuando Ryan alcanzó el pomo. —¡Espera!

 

Ryan saltó. —¿Qué?

—¿Qué pasa…? ¿Qué pasa si esa puerta nos lleva a otro planeta o algo?

—Amigo, seriamente dudo que haya música emo en otro planeta. También estoy nervioso, pero las listas lo son todo. Tenemos que acabar esto.

Taehyun soltó unas series de cortas respiraciones antes de asentir. —Vale, hagámoslo.

—¿Estás seguro? —Preguntó Ryan—. No quiero que te sueltes y vuelvas. Este es trabajo de dos hombres. Te necesito.

—¿Por qué se necesitan dos hombres? —¿Qué iban a buscar y dónde se guardaba esa cosa? A Taehyun cada vez le gustaba menos la misión. Los pelos de su cuerpo se pusieron de punta mientras miraba a Ryan.

—Porque no sabemos que hay tras esa puerta y tenemos que cuidarnos las espaldas el uno al otro.

Había algo que Ryan no le decía. Taehyun lo sentía en sus entrañas.

Pasaba algo más aquí y Ryan se lo ocultaba.

 

—Dime que es lo que no me estás contando, o no iré. —Taehyun intentó apartar su mano pero el agarre de Ryan era firme.

—Es un club Gótico. Esos lugares me asustan.

Ryan parecía asustado, pero Taehyun no estaba seguro de si esa era la verdad. —Sólo son personas, Ryan. A menos que les guste el bondage y las masacres, creo que estaremos bien.

Una tensa sonrisa apareció. —Tienes razón. Estoy siendo un idiota — dijo—. Acabemos con esto. Tengo una cita con Zinni más tarde esta noche. No quiero que esto dure demasiado. Necesito volver y prepararme mentalmente.

Significara lo que significara eso.

Esta vez cuando Ryan alcanzó el pomo, Taehyun no lo detuvo.

 

 

 

 

—¿Dónde está tu espíritu navideño?

Mino fulminó a Taeho con la mirada. —Lo dejé en mis otros pantalones.

Taeho rio mientras palmeaba a Mino en el hombro. —Me encanta tu sentido del humor.

Mino no había estado bromeando. Este era otro año que tendría que pasar sin un compañero para las fiestas. Se había mudado de Dalton Falls hacía un mes después de llegar a la conclusión de que no iba a encontrar a su compañero allí y entre los hombres de aquel pequeño pueblo había poco dónde escoger. Pero no se había mudado de vuelta a dónde su aquelarre vivía. ¿Por qué debería? Lo último que Mino quería hacer era ver a todas las parejas ponerse empalagosas.

Habría cometido suicidio.

En su lugar, había comprado una casa. Sí, había comprado una. Fue en un impulso y realmente le gustaba el lugar. Necesitaba mucho trabajo y eso estaba bien para él. El barrio no era tan bueno pero no le preocupaba que alguien le entrara. La persona que entrara tendría que preocuparse por él.

—Lo que necesitas es tener un poco de diversión.

—Sé cómo divertirme —discutió Mino—. Justo anoche decoré mi árbol y vi algunas pelis del oeste.

Taeho lo miró como si le hubieran salido forúnculos por todo el rostro a Mino. —Por favor, dime que estás bromeando.

—Da la casualidad que me gustan las pelis del oeste. —Mino miró alrededor. The Manacle estaba lleno. Los fiesteros normalmente vestidos de negro, todavía lo hacían, pero algunos tenían una pizca de muérdago enganchado en su collar o cinturón, o colgando de un colgante. Algunas mujeres lo tenían en el cabello.

 

 

Mino miró alrededor, ya no sentía que pertenecía. Había sido un segurata en Dalton Falls, y eso era exactamente lo que había venido a hacer aquí. Su vida no tenía sentido y se sentía como si sólo estuviera… allí. Sólo flotando sin un propósito real.

Hacía ya un tiempo que se sentía así y esperaba que volver a casa le ayudara a apaciguar la soledad. No lo había hecho. Al contrario, se sentía más solo ahora que en sus quinientos años. Algo tenía que cambiar.

Últimamente, había considerado separarse del aquelarre de Jaehyo y volverse nómada. Pero la idea no le apetecía demasiado. Estar solo era lo opuesto a lo que quería.

Si pudiera tener un deseo por navidad, sería encontrar a su compañero.

—Hey, Mino.

Mino se giró y vio a Junhyun. —¿Qué pasa?

—¿Puedes vigilar el pasillo? Necesito un descanso. Hyung Seung quiere hacer unas pequeñas compras.

—¿Tan tarde por la noche?

Jun Hyung  se encogió de hombros. —Ni idea. Pero lo que desea mi compañero, lo consigue.

 

Compañero. Esa palabra estaba empezando a irritar a Mino. Alzó la mirada hacia el balcón del segundo piso y vio a Jaehyo y sus compañeros acurrucados. D.K. y Dino se estaban abrazando en la barra, D.K. susurrando algo al oído de Dino, quien se sonrojó. Siwoo y Rome estaban en la pista de baile, moviéndose con la música como si estuvieran follando, y Hong Bin y su pareja estaban besuqueándose en el pasillo que llevaba a la oficina de Jaehyo.

Compañeros. Compañeros. Compañeros. Estaban por todas partes, recordándole el hecho de que Mino todavía no tenía a nadie a quien besar, con quien acurrucarse, ni follar en la pista de baile.

—Sí, te cubriré. —Mino se movió a través de la multitud con una sensación de indiferencia. Veía a todos, pero no veía a nadie. Algunos hombres le batieron las pestañas, pero ni siquiera le apetecía divertirse en la sala de juegos.

Entró en el pasillo trasero y se sentó en el taburete de Junhyun. El pasillo a ambos lados de él estaba alineado con puertas que llevaban a habitaciones que la gente podía usar para el BDSM. Su único trabajo era asegurarse de que nada se descontrolara.

Lo que hacía que sentarse allí fuera muy aburrido y le diera demasiado tiempo para pensar.

La última puerta a la izquierda se abrió. Mino no pensó mucho en ello hasta que dos hombres la atravesaron. El primero llevaba tejanos, una camisa de franela, una chaqueta ligera y un gorro de lana, no era muy guapo.

¿Pero el segundo tío?

Mino se levantó lentamente. El hombre quitaba el aliento. Tenía la cabeza llena de cabello negro y pestañas espesas hacían sombra en sus ojos azules oscuros. Aunque el extraño tenía algo de peso en él, a Mino no le importó para nada.

—¿Por qué tenemos que ir a un club para conseguir lo que está en la lista? —Preguntó la belleza de cabello negro—. A no ser que alguien deseara algo de destilado fuerte, tragos que sólo se hagan aquí.

 

 

—Deja de quejarte —dijo el otro hombre—. Sólo quédate cerca. Ninguno de los dos le había visto todavía.

—Ni siquiera tengo veintiuno todavía —se quejó el hombre de cabello negro—, si me piden el carnet, me echarán ¿y entonces cómo volveré?

—Mientras nos quedemos juntos, te llevaré de vuelta.

Mino no tenía ni idea de qué estaban hablando, pero no le importaba. No cuando su pecho se sentía como si algo estuviera apretándolo fuerte. No cuando su polla se puso tan dura que dolía. No cuando sus sentidos eran un caos.

Ambos hombres se giraron y pararon de golpe. Miraron a Mino.

Mino los miró.

—Sólo estábamos… um… —El tipo del gorro de lana se pasó la mano por la nuca—. Sólo salíamos.

—E-eso es correcto —dijo el hombre de cabello negro—. S-sólo saliendo.

La adrenalina bombeó salvajemente a través de Mino al darse cuenta de lo que pasaba.

—Tenemos que movernos —dijo el tipo del gorro de lana.

Las cejas de Mino bajaron. No había forma de que fuera a permitir que el otro tío se fuera. —¿Qué prisa hay?

Saber que su compañero había estado en una de las habitaciones con ese tío también lo puso en el límite. Ninguno de los dos parecía de los que jugaban, pero, de nuevo, Mino había visto cosas muy extrañas en las salas de atrás.

—Estamos en una misión —dijo su compañero mientras intentaba pasarlo. Sólo un desvío evitaría que Mino agarrara al humano. Flexionó sus manos para evitar alcanzarlo. El tipo ya parecía aterrorizado.

—¿Una misión? —¿Qué significaba eso? ¿Qué tipo de misión? Recordaba lo que su compañero acababa de decir sobre su edad—.Necesito ver alguna identificación.

 

 

Su compañero palideció.

—Mira —dijo el tipo del gorro de lana—. Ya las hemos mostrado en la entrada. ¿Por qué nos lo pides de nuevo?

—Identificación —dijo Mino más firmemente.

El tipo del gorro de lana buscó en su bolsillo trasero mientras el compañero de Mino se quedaba ahí viéndose como si se fuera a desmayar en cualquier segundo.

—O-olvidé mi cartera —dijo.

—Pero él acaba de decirme que han enseñado las identificaciones en la puerta. —Mino extendió su mano, ignorando al hombre del gorro de lana que intentaba darle su identificación a Mino.

 

Con una mano temblorosa, su compañero sacó su cartera y le pasó una identificación. Ni siquiera era el carnet de conducir. Nam Taehyun. Edad diecinueve. No vivía lejos de dónde Mino había comprado su casa, si la dirección en el carnet era correcta. También decía que Taehyun medía metro sesenta y cinco y pesaba noventa y cinco kilos.

Mino miró al otro tipo, cogió su identificación, la miró, y se la devolvió. Ryan tenía veintidós. A Mino no podría haberle importado menos. —Tú puedes largarte.

—No, él… él no puede —dijo Taehyun—. Tenemos que permanecer juntos.

Si Taehyun pensaba que iba a estar con otro hombre durante un segundo más, tenía que llamarle la atención. Mino podría haber usado su voz dominante para hacer que su compañero hiciera lo que dijera, pero Mino era un angelito. No podía intimidar al pequeño humano.

¿A su amigo? Oh sí. Mino podía intimidar a Ryan. Sólo la idea de lo que esos dos habían hecho en la habitación hacía que le rechinaran los dientes. Además, el tipo olía a maría (marihuana). Ya que el sentido del olfato de Mino era diez veces más fuerte que el de un humano, el ligero olor lo abrumó.

 

 

—He. Dicho. Qué. Largo. —Mino entrecerró sus ojos a Ryan—.Tienes cinco segundos para irte o podrías no salir de este club andando.

Ryan parecía que se hubiera meado encima, pero no se movió. —Lo siento, pero la gente para la que trabajo me asusta más que tú.

¿Para quién coño trabajaba?

Ryan miró hacia la entrada del club antes de volver a mirar a Mino.

—Bien, me iré.

—¡No puedes!

—Puede —dijo Mino.

Ryan caminó por el pasillo hacia la multitud de bailarines. Miró a Taehyun por encima de su hombro. —Tengo que conseguir las cosas.

 

La mirada azul de Taehyun se movió a Mino. —¿No puedes dejarlo estar? No he estado bebiendo. Lo juro.

—¿Tienes alguna idea del tipo de club en el que estás? —Taehyun parecía demasiado asustado para alguien que acababa de salir de una de las habitaciones de BDSM. Debería verse más relajado.

La idea hizo que a Mino le hirviera la sangre de nuevo.

—Realmente no —dijo Taehyun—. Sólo vine aquí para… um… comprar algo.

—¿Drogas? —Taehyun no parecía del tipo que consumía. Parecía demasiado limpio, demasiado inteligente como para arruinar su vida. La forma en que miró a Mino con ojos inocentes sugería eso. Pero de nuevo, quizás eso era lo que Mino quería pensar. No quería pensar que su compañero se colocara. No quería.

Los ojos de Taehyun se ampliaron. —No. No me drogo. Gracias, joder.

—¿Alcohol?

—No puedo comprar alcohol —le recordó a Mino—. Y aunque pudiera, estoy demasiado arruinado como para comprarlo.

 

—¿Entonces por qué estás aquí?

Ryan se apresuró a volver por el pasillo, dos botellas de Red Spanking bajo sus brazos. Una sola botella costaba trescientos billetes. El tipo no parecía que se las pudiera permitir, y aunque tuviera el efectivo, Red Spanking estaba hecha para el sistema metabólico más rápido de los seres sobrenaturales. Un humano podía beberse la cosa, pero un solo chupito derribaría a Ryan y le daría una resaca infernal.

—No escuchas muy bien. —Mino se dirigió a Ryan, pero el humano lo esquivó y retrocedió hacia una de las puertas. Sacó una diminuta botella de su bolsillo y derramó lo que parecía arena en el suelo.

Mino arrugó las cejas cuando el espacio bajo la puerta se volvió brillante.

 

 

—¡Rápido, Taehyun! —Ryan abrió la puerta.

Taehyun corrió hacia la puerta, y Mino corrió tras su compañero. Los tres cayeron en un pasillo cuando la puerta se cerró tras ellos.

 

continuará....

Notas finales:

OHHHHH me parece que alguien está en el ... taller de santa?? ESe SANTA?

 

dejen rw


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