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Alguna vez voy a ser libre por Aphrodita

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Notas del fanfic:

Hola. Buenas tardes, día, noche. (Dependiendo del lugar, en el mundo, en el que estén)

Este fic está por entero dedicado a vos, Kitsune Gin. No te das una idea de lo que me costó escribir sobre Ichimaru, y si lo hice fue solamente para demostrarte cuanto he aprendido a apreciarte en este corto tiempo. Además, claro... es mi soborno para que no dejes de escribir fanfics xD

Aclaro que es un punto de vista muy personal de Gin. Quizás muchas cosas no se entiendan y es que acaso ¿El tercer Capitán es un ser que pueda comprenderse del todo?. Tuve la desgracia o fortuna (dependiendo del punto de vista) de conocer una persona tan ambigua como él. Es por eso que me sentí capaz de vislumbrar en sí la esencia de este individuo que taaaanto rechazo me genera. También vale aclarar esto para explicar porque me centro tanto en él (Sí prestan atención verán que Kira no tiene tanta participación)

Espero que les guste, en especial a Kitsune. Y sino les gusta, no importa: Fue muy gratificante, revelador, estremecedor y revolucionador escribir este fic.

Mi visión subjetiva sobre la relación de Gin e Izuru. Basado enteramente en la versión animada.

Ya sé que hay muchos fics centrados en la traición, lo sé... por eso, si alguna vez llegase a escribir otra historia con estos personajes como pareja principal, será un fic más divertido, pasajero y lemoniano. Pero este, en particular, tiene su retorcida forma de ser :P

Ya saben que no soy Kubo Tite u_u, así que no tiene sentido aclarar que Bleach no es de mi propiedad. (Uryuu sí... él es todo mío *O*)

Notas del capitulo: Muchas gracias a la gente del foro Los malos fics y sus autores, por su ayuda brindada. En especial al invitado Nil

Lamentablemente no me animé a editar el tiempo verbal en el que está escrito este fic, pero corregí el error que tenía con los signos de pregunta en una determinada oración.

Nil, seguí tu consejo, para quitar el molesto cartelito estilo PDV, situé el pasado en el segundo cap. Por suerte entró todo xD

Eternamente agradecida por sus consejos.
—Vuelvo a donde pertenezco... —Respondió el peligris a la pregunta de su teniente—Ven, pasa... Siéntete como en casa.—Bromeó, aunque uno nunca era capaz de saber cuando lo hacía verdaderamente y cuando no.

El rubio supo que seguir a su capitán no daría buenos resultados. Lo comprobó al verlo ingresar sin mayores dificultades a esa zona teóricamente prohibida y por ende vedada a ellos. Pensó en hablar, en exigirle que le diese las razones de haber tomado esa confianza. Supo que no era nada relacionado a la invasión de los Ryokas; Ichimaru estaba más allá de eso.

—¿Nunca te conté del sueño que tuve una vez y que me hizo llorar, Izuru?—Investigó el tercer capitán cerrando la enorme puerta una vez que su fukutaichou la atravesó, y sin esperar una respuesta prosiguió, caminando con calma, sabiendo que el otro le prestaba entera atención:—Un guerrero se dirige al oeste, para reclamar la mano de la mujer que ama. Ella no tiene nombre, pero sí un rostro. La "hija de la gran casa". Heredera de un antiguo y noble linaje.—Remarcó con énfasis—…l es rudo y agresivo, un labrador de origen humilde; pero su habilidad y coraje son legendarios—Realizó una breve pausa, deteniendo sus pasos en medio del ancho y extenso pasillo, elevando su vista al cielo para verlo una vez más antes de ingresar y perderlo por completo de vista—…l cree que eso es suficiente para ser digno de ella, pero las puertas de su Casa están cerradas, y los muros atestados de guardias... También con rostros.—Acotó posando su vista en el menor y dando la vuelta para seguir su camino.—"Vete gaijin" le gritan. "No eres bienvenido aquí". Todo está en su contra. Su causa está perdida, pero el guerrero no duda por un instante... y ataca.

Kira sintió su pecho oprimido, no por el relato, ni siquiera por estar en aquel lugar denegado, sino por comprender un poco mejor de hasta de que era capaz su Capitán. Y él, enredado en ello, porque no podía escapar, por mucho que lo intentase. Ya lo había comprobado en un pasado. Esas amarras nunca iban a soltarlo si su dueño no lo hacía, y Gin no tenía pensado, hasta el momento, hacerlo.

La batalla es terrible. Por fin, herido de muerte, el guerrero observa el rostro de su amada.—Suspiró, disminuyendo el ritmo de sus pasos al notar que ya se encontraban frente a la gran puerta de la Central—"¿Porque?" le pregunta. Ella, con arco y flecha en mano, rodeada de un grupo de escuderos, le responde: "Mi amor es para un hombre, no para una bestia con forma humana, que desconoce el honor, el deber... todas las creencias que yo mas aprecio. No eres digno de mí... ni siquiera de vivir".—Elevó sus cejas, asintiendo con su cabeza como si estuviese de acuerdo con aquella última sentencia—La flecha atraviesa su alma. En un grito se sumerge en el abismo, en el que luchó por tanto tiempo.—Por fin su mano se posó sobre la aldaba—Y aunque vive, su alma ha dejado de existir.

Se produjo un silencio, indicándole a Izuru que el relato del sueño había acabado. Pero no pudo más que susurrar profundamente desconcertado:

—Taichou... —Al ser incapaz de entender sus palabras.
—No importa cuanto busque ser feliz, Izuru.—Se quejó, ingresando por el hueco que la alta puerta había dejado al ser abierta.

Un espacio cerrado y reducido, donde la oscuridad era tan espesa que se podía sentir sobre la piel, helándola.

—Siempre lo arruino... No debería importarme.—El peligris acotó sonriendo—Eso es lo que siempre hice—Apenas lograban verse en aquel brumoso cuarto, pero cuando atravesaron la siguiente arcada, la luz colándose a través de las pequeñas ventanas les ofreció un panorama fantasmagórico y tétrico del sitio.—Ser lo que somos, sin resistirnos.—Su voz tronó en el enorme recinto.

El hedor a muerte contaminando el aire, tornándolo pestilente, inundó sus fosas nasales. Ichimaru frenó totalmente sus pasos una vez más, para darle tiempo al rubio de acostumbrarse a la penumbra.

—¡Taichou ¿Qué significa esto?!.

Siempre sospechó que algo tramaba, pues el mismo Ichimaru se lo había confesado tiempo atrás, pero aquello escapaba y sobrepasaba su imaginación. Había llegado muy lejos.
Su capitán lo enfrentó, adivinando que esperaba por una pronta y coherente explicación que lo eximiese del todo.

—Somos agresivos por naturaleza y nos gusta.—Dijo esto ultimo con júbilo y señalando al aire con su mano, como si estuviese dirigiéndose a los numerosos cadáveres que adornaban la central cuarenta y seis en vez de a su teniente.—De cierta forma.—Agregó en un murmullo—Cuando hay necesidad, sabemos lastimar.
—Es... es una bestia...—Tartamudeó ante la escena, tornando su ameno y confundido rostro en uno repleto de ira.

Dando por hecho que su Capitán había asesinado sin piedad a todos los integrantes de la 46.

—Les caigo bien a muchas personas así... ¡Bah!—Exhaló el aire de sus pulmones acostumbrados al perfume de la parca—Eso es lo que dicen.
—Nunca creí que llegaría a esto... —Kira dio un imperceptible paso hacía atrás, como si buscase nuevamente huir, aun sabiendo que con ese hombre aquello era imposible.
—Yo sí.—Nuevamente se encontraba bromeando, o no, más el tono extremadamente jocoso de su afirmación hizo pensar que se trataba de una burla muy cruel.

Pero enseguida un semblante lúgubre adornó su níveo rostro.

—Tu... —Soltó el tercer Capitán, apesadumbrado—Me haces querer cambiar, madurar... controlar lo malo que hay en mi interior.

Su expresión fue sumamente seria; sus ojos entrecerrados no pudieron posarse en la figura de su teniente. Este supo, en lo más recóndito de su ente, que no se trataba de maldad, pues esta, tanto como la bondad, son relativas. Dependen del individuo y del momento en el que este está.

—Taichou, yo... —Repentinamente se sintió abrumado, como si todo lo ocurrido hubiese sido por entero su culpa, aunque no lo fuese.

Y no lo era, ya que él se trataba de una piedra más en el camino. No más que eso.

—Te amo, Izuru—Afirmó Gin con seguridad—Pero te fallé... —Arqueó sus cejas, haciendo que sus delgados y curvilíneos ojos acompañasen el movimiento, reconociendo aquello sin dolor ni arrepentimiento—Y lo peor... —Agregó sonriendo—Es que me fallé a mí mismo.

O mejor es decir que por su culpa había estado a punto de hacerlo. Pero no, Kira no debía ser más que una piedra en el camino. Y es que jamás imaginó de lo que sería capaz de hacer el rubio con su entera presencia en sus días. Por poco más se da el lujo de olvidar y dejarlo todo.

—Aun así mis patrones de vida son tan claros y tan oscuros como los caminos que hay en la vida, pero al irlos recorriendo surgen nuevos patrones...

Con su mano instó al menor a que lo siguiera, para dejar atrás la grotesca sala decorada con restos putrefactos. Toda una ironía, teniendo en cuenta que ya estaban muertos, mucho antes de terminar en ese funesto estado.
Morir dos veces, debía ser agotador, decepcionante y desesperante.

— ... Y el caos que reinaba antes se convierte en orden, todo de vuelta, y del orden ¿Sigue la paz?...
—No entiendo lo que quiere de...
—Quizás halle la respuesta.—Interrumpió el Capitán ignorando las palabras de su segundo al mando.
—¿Qué gana con todo esto?.—Increpó con su ceño fruncido; la luz en la siguiente sala era total, o tal vez sus ojos ya se habían acostumbrado a esa consistente penumbra.
—La clave no es ganar o perder, Izuru.—Su voz retumbó en las paredes; Siguió su marcha a través de un nuevo pasillo.—Es hacer el intento.

Las ventanas -más numerosas en aquella sala- permitían que la luz golpease de lleno ofreciendo una claridad prácticamente total y realizando sombras que se proyectaban en el suelo. Por eso el rubio se sintió nuevamente enceguecido cuando en el siguiente cuarto la oscuridad reinó otra vez.

—Nunca seré lo que debo ser o quiero ser... Pero no estaré seguro si no lo intento.

Frenó sus pasos abruptamente, sabiendo que pronto llegarían a destino. Aun tenía muchas cosas por decirle. Kira por poco más se llevó por delante al otro; alcanzó a frenar justo a tiempo, detrás de la insignia que su Capitán portaba en su haori... El número tres, bufándose de él y de lo que una vez había creído que su Mayor era.

—¿Hasta donde quiere llegar?.—Cuestionó duramente, desenfocando la vista del kanji—¿No le da miedo saber lo que su conducta acarreara? ¿Todo porque?
—Sí, tengo miedo.—Interrumpió Gin admitiéndolo con naturalidad, sin encogimiento—Pero no hay alternativa—Ante sus propias palabras, la imagen del actual quinto Capitán inundó su mente, pero rápidamente la borró de un plumazo—Solo el estancamiento es una forma segura y horrible de morir... No del cuerpo, sino del alma.

Dio la vuelta, enfrentando en aquella nueva arcada el rostro iracundo y turbado del menor. Elevó su mano para distanciar el inoportuno mechón rubio que entorpecía el fin de su caricia; la posó sobre su mejilla arrancándole un respingo, supuso que de miedo ante contacto tan cercano. Y luego rozó con su dedo pulgar la ceja amarillenta, siguiendo el recorrido delgado y elegante de la misma.

—Un animal sabe lo que es y lo acepta.
—Taichou, no... por favor.—Suplicó Kira en apenas un rumor entendible al sentir ese toque suave.
—Un hombre debería saberlo también, pero lo cuestiona... Sueña, lucha, cambia, cree.—Dejó de lado la caricia, distanciando su mano del rostro de su teniente.
—¿Que tengo que hacer para evitarlo? Dígame... —Se obligó mentalmente, juntando coraje hasta de donde no tenía para retener sus lagrimas, por puro orgullo.
—Me robaste mis sueños y los pedí yo.—Dijo súbitamente, desconcertándolo—Pero solo por una vez.—Se permitió sonreír, como un zorro, con su dedo índice en alto—Porque me di cuenta que no soy un hombre... Que todo aquello que soñamos no es para mí.
—Lo siento.—Se disculpó el rubio perdiendo en su mirada en la nada, para cortar con ese contacto visual que le estaba consumiendo el corazón.
—Amar, creer, crecer, vivir... —Enumeró Gin entristecido—Me di cuenta de que soy una bestia, y como tal debo estar solo para no dañar a los humanos por el tiempo que me quede ¿No?.—Investigó con formalidad, tanto como él podía serlo, pero enseguida su actitud cambió rotundamente—Da igual... No ha de importarme esos detalles.

El tercer lugarteniente guardó silenció. Con el tiempo había aprendido a escuchar con más atención a su Capitán, a descifrar las intenciones escondidas detrás de sus palabras.
Fue oportuno y acertado de su parte...
Podía presumir, Kira Izuru, de ser la persona que, por haber caído tantas veces en sus fauces, menos podía engañar Gin Ichimaru. Empero eso no significaba que no lo lograse.

—¡Soy una bestia!—Elevó sus brazos a lo alto, quitándole seriedad al asunto—Y ese error me va a costar muuuy caro.
—Dígame de una buena vez.—Comenzó a hartarse el rubio-Para que o porqué me permitió seguirlo hasta aquí... Que es lo que quiere de mí...

"Si ya lo tuvo todo de mí", le faltó acotar. Sin embargo solo lo pensó. No le permitiría a ese sujeto atarlo de nuevo en las tinieblas, no caería bajo su yugo. No otra vez. Ya nunca más. Había perdido el control y poder sobre él.

—Carece de sentido que yo te reitere la pregunta que te he hecho ayer ¿Verdad?—Sus palabras surgieron de sus labios, una a una, cargada con profunda agudeza.

Kira bajó su vista al suelo blanco, aun sabiendo cual era su respuesta, incapaz de verbalizarla, no por miedo a despertar la furia de su Capitán, no por miedo a una represalia... Sencillamente no pudo, su voz no quiso cooperar.

Era un caso perdido para Gin... No lo seguiría.

No lo seguiría por una única razón... Y es que ya no lo admiraba. Y no es fácil manipular a alguien que te ha perdido el respeto.

Una bestia ante sus ojos.

El factor Hinamori, al que tiempo atrás le había echado por completo la culpa, no era más que otra piedra en el camino, una de las tantas.

—¿Ya estas listo? Gin...

Una tercera voz quebró el mutismo, calándose profundo en los huesos del rubio, congelando su alma, estremeciendo cada fibra de su ser.

—¡A-Aizen Taichou!—Se horrorizó, aun más que con los cadáveres, con la entera y perfecta figura de aquel castaño al que casi todos creían muerto.
—¡Ah! Si... —Exclamó Ichimaru con emoción—Izuru, déjame, al menos, pedirte un ultimo favor... —Dijo dirigiéndose por entero a su pavoroso teniente—Y serás libre, te lo prometo... Yo también lo seré.

Una sola cosa le pidió a cambio el tercer fukutaichou, una que desde el inicio Gin pensó en no cumplirla. Sencillamente porque no se le daba la gana. Porque no era parte del plan.

¿Que eran Izuru y Momo más que un mero obstáculo? Al menos Ichimaru había querido darle otro lugar, pero el menor se rehusó a sus ofertas. Ahora, como buen adulto, debía aceptar las consecuencias.

Le había prometido que no le haría nada, que no mataría a Hinamori. Pero no pudo culpar a su Capitán, esta culpa era repartida, y era en cierta medida, por entero suya. La lastimó, por su propia mediocridad, porque no había podido manejar sus sentimientos, porque le costó descubrir lo evidente detrás de la farsa esa ultima vez.

Sí... Así lo sintió Izuru, que por su culpa Hinamori había sido lastimada.

Inocente y desconocedor de que todo aquello iba a pasar, independientemente de sus actos y decisiones. Porque tenía que pasar.

Pero ¿Cómo había comenzado todo? ¿Cómo había acabado envuelto en aquella telaraña ponzoñosa?. Matsumoto le había preguntado en esa oportunidad que hasta donde se había dejado manipular por Gin.

Como explicarle, que todo había sido al revés, por impensable y extraño que pareciese.

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