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Time : The Beginning por Supercollider

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Notas del capitulo:

Aquí el siguiente capitulo. Gracias por leer el capitulo anterior. 

Mentiría si no admitiera que era la mejor noche de sueño que había pasado en meses, a pesar de la jaqueca y de las ganas de vomitar, había dormido como un bebe. Como no había hecho en mucho tiempo, incluso cuando caía inconsciente en su cama podía escuchar los gatos persiguiendo ratones en los callejones, los gritos y el ruido de la calle, acosado eternamente por una sensación de frio que solamente era remplazada en el verano por un calor insoportable. Pero esa noche no había escuchado nada, ni sentido frio, nada.

Una sensaciones calma, tranquilidad, y seguridad se apodero de esa noche, al igual que una sorpresiva calidez, su cama jamás se había sentido tan cómoda.

Cuando se despertó se dio cuenta de las razones por la que se había sentido tan cómodo. Se quedo completamente quieto, y se aseguro de que su respiración siguiera el ritmo regular de una persona dormida. Sus brazos, ambos, estaban abrazando el delgado —pero muy tibio y cómodo— cuerpo de Junior, su cabeza descansaba en el pecho del muchacho más joven, y sus piernas estaban entrelazadas. Una de las manos de David le acariciaba el cabello lentamente, y si hacía un esfuerzo —por sobre esa jaqueca que le estaba empezando — recordaba que él había estado haciendo eso desde que se habían acostado en su habitación.

Tiene vagos recuerdo de Junior arrastrándolo hacia su pieza, sacándole los zapatos y los jeans, acostándolo y tapándolo, de él tomándole del brazo para que no se fuera, y apretándolo en su contra cuando el bajista se acostó al borde de la cama.

— ¿Dave? —Escucho un murmuro sobre su cabeza, casi en su frente. Y una mano, la que no estaba enredada en su cabello, le apretó el hombro —. Dave, despierta. Llegaras tarde al trabajo si no te levantas.

Gruño, no quería moverse, ni siquiera quería volver a abrir los ojos. Estaba demasiado cómodo ahí. Fingió seguir dormido, para poder escuchar a Junior respirar y seguir disfrutando de su suave caricia. Pasaron cinco minutos hasta que lo escucho suspirar,  y retirar su mano de su cabello.

—Dave, vas a llegar tarde, anda a bañarte y a vestirte. Ya... —Dicho esto, se desenmaraño de él con cuidado y salió de la cama.

Apretó el rostro en contra de la almohada donde había estado apoyada la cabeza de Junior, y movió su cuerpo hacia el lugar tibio a donde había estado el de él hace unos segundos. No sabía que decir, ni hacia dónde mirar, ni que hacer. Espero que David saliera de la habitación para sentarse en la cama y admirar su habitación. Se restregó la cara y se puso de pie, tenía razón, debía partir ya o llegaría tarde.

Su mente estuvo en blanco durante todo el proceso de su ducha, se sintió más aliviado cuando se hecho loción de afeitar, ya se estaba pareciendo a un vagabundo con la barba que le estaba creciendo, así también recuperaba un poco de su jovialidad. Se vistió rápidamente y salió hacía el salón, Junior estaba tomando desayuno en la barra de la cocina: un pote con cereal y un tazón humeante de café. Camino por detrás de él hacía la puerta de salida y murmuro un “adiós” poniéndole la mano en el hombro ligeramente, sabía que si lo tocaba realmente no sería capaz de salir del apartamento en paz ni tener sus pensamientos tranquilos durante el resto del día.

— ¡Oye! ¡Espera! —Le dijo Junior cuando estaba a punto de salir por la puerta. No iba a darse vuelta, no quería mirarlo a los ojos. Pero la angustia que escucho en la voz del menor le hizo retroceder y mirar por sobre su hombro.

Los ojos de avellana de David denotaban miedo e inseguridad, y muy dentro suyo Dave sabía que era exactamente lo mismo que él estaba sintiendo en ese momento. Uso toda su fuerza para no demostrar el dolor y malestar que estaba sintiendo consigo mismo en ese momento, sobre todo para retener la angustia que le provocaba ver como su mejor amigo se culpaba por todas las metidas de pata que él hacía. Eso no estaba bien. No sabe cuánto tiempo paso, pero mirarlo a los ojos era un arma de doble filo. Sintió que perdía las fuerzas, y antes de mostrarse débil se dio media vuelta, camino rápidamente hacía la puerta y la abrió. Antes de salir dijo:

—Solamente debes prometer que jamás lo volverás a hacer. —Tenía un nudo horrible en la garganta, era ahora o nunca. Las cosas debían ser definidas.

Escucho como la silla de la barra de la cocina se echaba hacia atrás, y luego los pies de Junior tocando el piso.

—Lo prometo, jamás haré algo así otra vez. Pensé que era una broma divertida tratar de usar tu ropa, pensé que te lo tomarías bien…

—No, David—hasta el pudo sentir como la tensión en el aire incrementaba cuando uso el nombre de pila del bajista. Pero aún así, no se dio vuelta a mirarlo. —, júrame, prométemeante tu Dios que jamás, jamás volverás a dejarme solo.

Al cerrar los ojos las lagrimas que había estado aguantando desde la primera noche en que no había visto a Junior en su habitación. Dos pequeñas y silenciosas gotas se deslizaron por sus mejillas, y decidió callar, porque si empezaba a hablar su voz sonaría extraña. Y él no quería verse más débil de lo que ya se sentía.

—Lo juro… —No fue más que un susurro, un suave murmuro de palabras, apenas un movimiento de labios. Pero fue suficiente para él.

Abrió la boca para decir algo pero los labios le temblaron, estaba temblando por completo, lo sentía, la mano que tenía sobre el pomo de la puerta también se agitaba, pero trataba de esconderlo. Trago fuerte, se limpio la cara, como quien no quiere la cosa, y salió por la puerta.

Se limpio la grasa de las manos con un trapo que guardaba en el bolsillo de su traje. Levanto la mirada para  ver que la hija del jefe lo miraba con curiosidad: buen porte, buen par de tetas, pelo largo. Repentinamente no le llamaba la atención, quizá si tuviera las caderas un poco más grandes, y el pelo más castaño, quizá un poco más bronceada…

Mierda, murmuro para sí mismo. ¿Quería que la hija del jefe fuera como Junior? Aparentemente… así era.

—¿Algo que te guste, Mustaine? —Dijo ella al ver que él la miraba fijamente.

—¿La verdad? —respondió él, caminando hacía ella. Esta simplemente asintió mientras se arreglaba (bajándose) el escote —. Para nada.

Y se rio, una carcajada tan maquiavélica que el rostro de la hija de su jefe se quebró. Paso por al lado suyo ignorándola completamente y entro a la oficina donde estaba la otra hija de su jefe, la que se encargaba de las finanzas. Ella le simpatizaba un poco más.

—Permiso. —Dijo abriendo la puerta de vidrio. La chica levanto la mirada de sus papeles, su rostro no se inmuto al verlo entrar.

—David, tu cheque, supuse que lo vendrías a buscar ahora. —Iba a responderle, pero como era costumbre de ella empezó a hablar otra vez antes de que él pudiera siquiera abrir la boca para hablar —. Hablé con los demás y tienes el día libre para ir a cobrar tu cheque. Aparentemente eres el único que no se ha ausentado durante las horas de trabajo. Así me gusta, ten tu cheque y tu bono. Adiós.

Seguía con a boca entreabierta y con la respuesta en la lengua. Parpadeo un par de veces, y para cuando recupero conciencia completa de la situación ella ya estaba trabajando otra vez en sus papeles y haciendo cálculos y escribiendo rápidamente. Murmuro las gracias y se dio la vuelta para salir rápidamente de ahí. En menos de cinco minutos ya estaba caminando por las calles del centro. Le apetecía caminar un rato.

Ahora si tenía dinero para algo bueno, pero tenía que comprar las cosas para comer o sino morirían de hambre, y tenía que pagar la renta. ¿Quién dijo que la vida de adultos era lo mejor? Quizá la independencia tenía sus beneficios, pero no se comparaban con las malditas responsabilidades que le jodían la existencia más que nada, y eso no tenía nada, pero realmente nada de divertido.

Paso a una cabina telefónica para llamar a casa.

—¿Diga? —Contesto Junior al cuarto pitido.

—Hola Junior, soy Dave.

—Sé que eres tú.

—Eh… —se quedo mudo por unos segundos. La voz de Junior sonaba fría —, recordé que hay que hacer el pedido mensual en el supermercado y…

—No te preocupes —le interrumpió —, a mi me correspondía comprarlo este mes, así que lo hiec hoy en la mañana. El otro mes te toca a ti.

De pronto se sintió inútil, como si no tuviera nada que decir. Sabía que habían acordado eso pero no recuerda cuando. Se lamio los labios, quería preguntarle si todo estaba bien, si él estaba bien, como se sentía, pero no se sentía cómodo diciéndolo. Suponía que ya había distorsionado demasiado las cosas en la mañana y que Junior no se sentía de la misma manera que él y que estaba tratando de mandarle una indirecta.

¿De cuándo tan paranoico, Mustaine?

—Bien entonces, nos vemos.

Más silencio.

—Adiós entonces. —Murmuro Junior.

No dijo nada, simplemente corto y se fue corriendo al banco para cambiar el cheque. Luego tomo el autobús ruta 2-H y se bajo en el paradero 20, camino dos cuadras hacia adentro en una de las calles y llego a la casa de su hombre al que le decían “el martillo”. Veinticinco minutos después volvía a tomar el autobús 2-H pero hacia el paradero 12 que lo dejaba cerca de su casa,  con una buena dosis de marihuana de calidad en el bolsillo de la chaqueta, una pequeña bolsita de coca (suficiente para un gusto ocasional) y un par de líneas de cortesía pasadas por su nariz y corriendo felizmente por su cuerpo.

Ahora él tenía el poder, y nadie podía decirle lo contrario. Él era amo y señor de todo sobre lo que pusiera la vista. La propia imagen de su jefe le parecía superflua y pequeña, podía destruirlo, hacerlo pagar y lamentarse por hacerle trabajar tanto por tan poco dinero, a cada una de sus putas hijas —menos a la de la caja, era misericordioso — pero a si mismo sus demonios estaban en cada esquina donde no podía ver, esperando para comérselo, por eso estaba atento y receloso, cada paso que daba era una patada sobre el rostro de toda esa gente que le dio la espalda, pero más alimento para sus propias pesadillas y dolores.

¿Se enfrentaría Hetfield contra él ahora? No lo cree, caería como una mosca, y no se detendría hasta que viera lagrimas salir de esos ojos que lo miraban con vaga indiferencia cuando se fue. Nadie querría enfrentarse a él. Porque podía destruirlos, y sabía que él era mejor que los demás, no necesitaba estar drogado para comprobarlo.

Pero así como nadie querría enfrentársele, nadie querría estar de su lado. No los necesitaba, no necesitaba a nadie, el tenia todo lo que necesitaba. Pero aún así el demonio de la soledad estaba posado sobre su espalda, y sus garras se enterraban en su pecho, desgarraba y trituraba como nada más. Y de pronto las ganas de conquistar su reino invisible se le desvanecieron, las ganas de santa venganza que hervía en su sangre decayeron, y el poder fue succionado por sus propios miedos, y de pronto se encontró solo, paranoico, con el piso que se tambaleaba y los bolsillos llenos de drogas en medio de la calle que lo llevaba a su casa.

Así era, desagradable como sonase, su alma necesitaba compañía. Aun que fuera el perro más sucio y andrajoso del mundo, necesitaba sentir la vida de otra persona cerca de él para poder seguir avanzando. Pero nadie quería ese lugar, ya que él era venenoso, los dañaba a todos, hiriendo y corrompiendo, causando dolor. La mayor parte de su vida se la había pasado arrastrándose, porque jamás hubo nadie al lado suyo. Pero ahora…

Se dejo caer dentro del ascensor, ni siquiera pensó que se podía quedar atrapado dentro de ese nido de ratas, simplemente se apoyo en la asquerosa y sucia pared —ignorando el ruido horrible que hacían los cables sueltos al subir —ya que casi se había matado tratando de subir las escaleras. Sentía como el labio le palpitaba y como le ardían los brazos por la caída, se había raspillado horriblemente.

Esta vez el ascensor no se cayó, pero semanas después se soltaría solo y caería desde el tercer piso. Camino lentamente hasta la puerta y golpeo, no podía encontrar sus llaves, de seguro las había dejado sobre su velador. No sabía cómo no se había dado cuenta antes.

…ahora era cuando necesitaba a  Junior a su lado, como siempre. Y si que era mierda darse cuenta de todas las cosas que se perdió.

David abrió la puerta  y abrió desmesuradamente los ojos cuando lo vio ahí, tenía que presentar una imagen poco agradable ya que su boca se abrió también y sus ojos no se cerraron.

—No digas nada, me caí en la escalera.

Dicho esto entro a su departamento, cruzo el pequeño salón y llego al pasillo de las habitaciones, entro a la suya y se sentó en su cama, dejando que su cabeza golpeara la pared.

Pero el dolor que sentía dentro suyo no se comparaba para nada con la herida que se había hecho en la boca, para anda, ni siquiera una milésima parte del ardor que sintió cuando vio a Junior abrirle la puerta, como un ángel hermoso y brillante, quería apretarlo, quería que fuese suyo, únicamente para él, que nadie más lo viera, que fuera su secreto, único y especial, el mundo no debía tocar la hermosura de Junior. Ahora imaginarlo vistiendo su ropa solamente aumentaba las ganas de morder a Junior y hacerlo suyo, marcarlo para que todo el mundo supiera que era de él y que no podían ponerle ni siquiera un dedo encima, porque ahí sí que verían de lo que estaba hecho Dave Mustaine.

Poseerlo, dominarlo, guardarlo, tenerlo, todo lo que Junior pudiera entregarle. Y se sentía enfermo —porqué que tipo de persona tenía esa especie de sicopatía celosa que solamente la droga podría sacar desde lo más dentro suyo— y dolorido, pero su cuerpo chillaba por tener a su bajista ahí con él.

La puerta recibió dos suaves golpes antes de que David entrara con un botiquín de primeros auxilios, un frasco con agua tibia y un pañuelo limpio.

—Estoy bien, vete.

—Por favor, ese labio se te va a infectar.

—No me importa.

—Dave. —Gruño Junior y se sentó en la cama a su lado.

Con el pañuelo humedecido trato de limpiarle la herida de la boca, pero Dave movió la cara, pelearon suavemente por un rato, casi divertidos, pero para Dave era frustrante ya que sus extremidades no respondían con la rapidez necesaria y finalmente se termino entregando a las insistencias curativas de Junior. Para cuando David termino de limpiarle y curarle la herida ambos estaban riendo de las palabras que Dave no podía pronunciar correctamente ya que la lengua le traicionaba.

—Juniooooooor, mierda, no te r-rias de mi.

Y eso solamente hacía que él se riera con más ganas, una risa que le iluminaba los ojos. La consecuencia de la lengua floja y las extremidades lentas era algo de lo que no se había preocupado hasta ahora.

—Okey, okey, termine. Te dejare en paz.

—Quédate.

Así fue, todo después fue borroso. Simplemente recuerda el momento en que agarro con fuerza el codo de Junior para que no se fuera, y luego de eso ya lo tenía sentado sobre su regazo, con una de sus manos enterrado en sus cabellos castaños acercándolo hacia su cara mientras cerraba los ojos. Por fin estaba besando a Junior en la boca —con dientes, lenguas, salivas y gemiditos — por fin lo tenía lo suficientemente cerca, por fin podía sentir que era suyo. Y él de Junior. 

Notas finales:

Gracias por leer.


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