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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

Hola! nos hemos demorado un poco pero aqui estamos, siguiendo con lo nuestro, con imancito querido <3. Les quiero recordar que hemos prometido no dejar imán a medias, lo terminaremos SI O SI, no piensen que por estar haciendo otro fic este lo dejaremos de lado, no nunca les hariamos eso. Si realmente quieren el capitulo siguiente rapido dejen reviews, cada vez llegan menos y yo se que mucha gente lee imán y por supuesto que al tener menos reviews nos desmotiva y nos da mas flojera seguir, aun asi, lo seguiremos hasta el final cofcofyatienefinalcofcof 

De pasada les dejo el nuevo fanfic que empezamos ayer, sera de 10 capitulos mas o menos, trataremos de actualizar a la par.

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=99286

Todo había comenzado como un juego.

Un estúpido y aburrido juego que los había hecho sonreír maliciosos y mirarse al otro para saber hasta donde eran capaces de llegar.

(Y fue mucho más de lo que creían.)

Como siempre, no fueron a clases, y no por decisión de Taemin que había dejado la negatividad de lado, sino que por Minho que dijo que hacía demasiado frío como para levantarse de la cama.

Grave error.

No habían pasado ni dos horas y se encontraban bailando encima de un sillón, frotándose en ropa interior y besándose de forma apasionada mientras una canción pegajosa sonaba junto a ellos.

Si a Taemin le preguntaran que qué pretendía con ese estilo de vida no hubiese sabido que responder, pero no hubiese parado de sonreír. Sentía que ambos vivían en una especie de burbuja que no quería que nadie la rompiese por miedo a perder la excesiva conexión que tenía con Minho. Una conexión de novio enfermizo, pero conexión al fin y al cabo.

Se besaban mientras sonreían y mientras sus manos le recorrían el abdomen y la espalda y todo su cuerpo sin ningún tipo de vergüenza. Dios, le gustaba demasiado.

¿Acaso esto podría ser mejor?

-       Minnie- ni siquiera lo deja hablar, besándolo de nuevo, casi violándole los labios-. Minnie, déjame hablar.

-       Apúrate.

-       ¿Alguna vez te has… drogado?

¿Qué? Se separa frunciendo el ceño sin querer.

-       ¿De qué estás hablando?

-       De eso.

-       No, nunca. ¿Por qué?

-       Me dieron algo.

Algo.

¿Por qué no simplemente lo detuvo ahí, sin dejarlo que siguiese?

No, porque era Minho y con él todo era bien.

-       ¿Algo cómo qué?

-       Éxtasis.

Sabía de lo que se trataba. Le habían ofrecido muchas veces, especialmente en fiestas y ocasiones en las que se encontraba demasiado cansado y tenía muchas presentaciones en la universidad.

Por miedo había dicho que no, porque no sabía como reaccionaría, pero ahora analizando las cosas, le había parecido mucho mejor que en las anteriores situaciones.

Sentado sobre el cuerpo de Minho, se da cuenta como el alto le observaba, estudiándolo, pero sin presionarlo, solo esperando, porque seguramente suponía que él se negaría.

(Pero no fue así.)

-       ¿Sabías que dicen que con éxtasis el sexo es mucho mejor?

La sonrisa de Minho se amplía hasta que sus ojos se achiquen un poco a pesar de su tamaño. Siente sus manos acariciándole el final de la espalda, esperando cauto.

-       ¿Estás seguro? Si no quieres, me da igual.

-       Sí, tomémosla juntos.

A pesar de todo, Minho sí se tomó su tiempo para ir a buscarlas, mirándolo atento por ver si se arrepentía. Cosa que no fue así.

(Y por su culpa.)

La primera pastilla la pusieron en sus lenguas y se miraron antes de tragarlas con un poco de agua. Una sonrisa que apareció en los labios de Minho, le ayudó a tranquilizarse y a esperar los resultados que no se demoraron mucho en aparecer.

Media hora y el volumen de la música había subido al quíntuple y los bailes se habían vuelto más efusivos e inevitablemente más calientes. Ya solo estaban en bóxers y las camisetas habían desaparecido en cosa de segundos.

Y mierda, se sentía tan bien.

La sangre corriendo más rápido, la adrenalina a mil por hora, las sensaciones al límite y Minho, mierda, era tan exquisito. Tenía ganas de lamerlo entero y dudaba mucho que se pudiera contener. Y sin duda, querría repetir esto.

Se besan con la boca demasiado abierta y se muerden y chocan y se golpean contra las cosas. Apenas había pasado una hora y se encontraban sudando de tanto bailar y saltar y gritar y dejar que su cuerpo se liberara por completo. Pero cuando él le hace chocar contra una pared, succionándolo centímetro a centímetro y bajando la mano por dentro de su ropa interior, Minho le hace parar y decir que ahora esto podía mejorar aún más.

Cuando lo ve tomarse una nueva pastilla, sabe que las cosas cambiarían de rumbo.

(De inmediato.)

Minho le besa contra la pared de manera brusca, enterrándole los dedos en su cintura, mientras él se dejaba estar, levantando los brazos y disfrutando unos mordiscos en su hombro que le hacían soltar fuertes gemidos. Besos que le desesperan y labios que se encargan de violar su piel hasta que Minho hace un movimiento brusco, retrocediendo de golpe.

Y le asusta. Le asusta porque supo de inmediato que no le debió haber permitido que se tomara esa segunda pastilla. Y mucho menos después de que apenas hubiesen comido o tomado algo.

Mierda, era un idiota.

Los pasos de Minho se vuelven torpes cuando intentan caminar rápido y llegar hasta el baño y vomitar en cosa de segundos. Y no es necesario que lo siga para saber que las cosas se habían salido de control. Ya no estaba excitado ni con ganas de más, solo sentía que la angustia se lo estaba comiendo vivo.

Igual que ese presentimiento que se ubicó en su pecho desde que comenzaron este jueguito.

Camina con la orientación un poco perdida, afirmándose de la pared hasta llegar al baño y ver como Minho vomitaba sin parar una y otra vez ya de manera demasiado escandalosa. Le cuesta acercarse porque tiene demasiado miedo y la culpa lo estaba matando, pero ni siquiera el asco se lo impidió, agachándose hasta quedar a su altura y poder acomodarle el cabello mientras unas nuevas arcadas se apoderaban de su cuerpo.

-       Tae, noo- intenta moverlo, pero la coordinación de Minho se había vuelto espantosa, pegándole al aire en vez de a su cuerpo-. Estoy bien, no veas.

-       No seas estúpido.

Las ganas de abrazarlo eran casi necesarias, atribuyéndoselo completamente al éxtasis. Su cuerpo estaba con una temperatura de mierda y el nerviosismo era peor que lo que hubiese sido en una ocasión normal.

No sabía como reaccionar y menos cuando ve que Minho cae de golpe contra la taza, cayendo inconsciente ahí mismo, frente a él.

Mierda mierdamierdamierdamierdamierda.

-       Minho, nononono, Minho.

Golpecitos en su cara, mientras lo sacudía de los hombros eran técnicas que no estaban funcionando. Se desespera cuando le siente respirar con dificultad hasta que el alto vuelve a abrir los ojos, volviendo a la realidad.

-       ¿Tae, por qué te mueves tanto?

¿Que si quería llorar y morir y gritar al mismo tiempo? Sí, y elevado a mil.

Lo sostiene con dificultad desde los hombros, sacudiéndolo cada cierto tiempo para que no cayera inconsciente una vez más frente a él. Le besa las mejillas para que recuerde que no está solo, en un afán de reconfortarlo y de reconfortarse a si mismo.

Si lo llevaba a un hospital, su familia sabría y eso sería lo peor que les podría ocurrir.

Menos si estaba él y las drogas involucradas.

-       Mierda, tengo demasiado calor.

Ni siquiera atina a ayudarlo cuando ve que se levanta de golpe, afirmándose del marco de la puerta para salir de ahí. Lo sostiene desde la espalda, creando un plan en su mente lo suficientemente inteligente para que pudieran salir de esta sin ningún problema.

Cuando Minho cae de golpe sobre la cama, después de abrir las ventanas y de quejarse que mierda, ¿vivían en un horno o qué? la solución llegó de golpe a su cabeza.

Una sola palabra y la que más había evadido durante estas tres semanas: Key.

Corre a buscar su teléfono al living en donde dejaron literalmente la casa hecha un caos, empujando los cojines y pateando cosas hasta que apareciera por su vista. Pero cuando lo toma y empieza a buscar el número, el silencio de Minho lo atormenta, haciéndolo correr nuevamente a la habitación, llevándose un golpe de miedo una vez más.

Estaba inconsciente y apenas podía respirar.

-       Mierda, mierda, no, Minho no me hagas esto, despierta, Minho, mi amor, despierta, te lo ruego. Minho soy yo, Tae.

Sus dedos marcan como si se tratara de una ambulancia, mientras pegaba pequeñas cachetadas en las mejillas del alto, que pestañeaba a ratos, saliendo de la inconsciencia, pero quedando en un letargo mucho peor que el anterior.

Cuando Key contesta el teléfono, una ola de calor invade su cuerpo.

-       ¿K… Key? Te… te necesito. No sé que le pasa a Minho, no despierta, no reacciona. Key, mierda, mierda, mierda, Minho no despierta, Key, no sé que le pasa.

Ni siquiera espera una respuesta cuando deja el teléfono a un lado, corriendo hacia el baño una vez más y trayendo un vaso con agua para obligar al chico a que se lo tomara.

Lo que fue realmente imposible cuando Minho se ponía así de torpe en sus movimientos, botando el agua con su mano sobre la cama, mojándose a si mismo y a él.  Ve como sus ojos parecen más dilatados de lo normal, asustándolo, especialmente cuando Minho levanta una mano y lo toma desde su mejilla, acariciándolo como si nada pasara en ese momento.

-       Tae, no me dejes solo, te lo ruego, por favor.

-       No me iré, tranquilo, estoy aquí.

-       Júramelo.

-       Te lo juro. Tranquilo, respira, ya pasará.

Palabras que el alto ignora, murmurando cosas sin sentido y dejándose caer sobre la cama, aún aferrándose a la camiseta que él se había puesto.  Sus dedos se emblanquecen con la fuerza, asustándolo e intentando buscar una forma de tranquilizarlo.

Pero cuando el timbre sonó, no tuvo otra opción que forcejear y correr literalmente desde ahí.

Los gritos de Minho se vuelven desgarradores cuando él abre a puerta y se encuentra de frente con la persona que había extrañado más de lo que creyó que podía hacer alguna vez. Key tenía la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas a causa de correr probablemente, sujetándose del marco de la puerta, intentando entrar en razón a la hora de respirar.

Se miran un par de segundos y Taemin tiene unas excesivas ganas de abrazarlo y pedirle que le dijera que todo estaría bien, que Minho no tenía nada irreparable y que no habían cometido la mayor estupidez de su vida, pero no fue así.

Solo le mira, hipnotizado, sintiendo como el viento chocaba contra su cuerpo sudoroso de una forma que nunca antes había vivido.

Éxtasis de mierda.

-       ¿Taeminnie, qué pasó?- da un golpe hacia él, mientras él no retrocede-. ¿Estás bien? Me asusté cuando me llamaste, vine lo más rápido que pude.

Mierda.

Mierda.

Mierda.

Minho.

Lo había olvidado por completo.

Su cuerpo se sacude y se encoge, volviendo a la angustia de hace un par de minutos. Sus vellos de todo el cuerpo se erizan y él tiene ganas de llorar y de correr hacia Minho y abrazarlo y decirle que no podía pasarle nada porque él era lo que más amaba en el mundo.

-       Minho… -un suspiro ahogado le impide hablar-. Minho está muy mal, no para de vomitar, dios, hyung es mi culpa.

Key lo toma de un brazo, notando que algo raro le pasaba, arrastrándolo y caminando rapidísimo hacia la habitación, donde se suponía que debía estar.

-       ¿Qué hicieron? ¿qué comieron? Necesito saberlo.

Pero lo detiene de golpe. No sabe porqué, pero lo hace, deteniéndolo en el medio del pasillo y provocando que unas lágrimas cayeran de forma involuntaria por sus mejillas.

Ya no podía más, ni siquiera podía controlar sus emociones.

-       No, no, no, solo necesito que hagas algo. Haz que esté bien, por favor.

Cuando él toma la delantera, guiándolo, siente la mirada preocupada de Key sobre su espalda, con sus típicas sospechas que le llevaban por el camino correcto.

¿Equivocarse?

Key nunca lo hacía.

Ve como camina rápido cuando lo ve en la cama boca abajo, sacudiéndolo del hombro y volteándolo a propósito. Lo peor es que cuando le vio el rostro pálido y el sudor más que evidente, la mirada que dirigió hacia él le hizo sentir el doble de culpable.

-       ¿Minho…? mierda, Minho, ¿qué pasó?

El alto traga muchas veces saliva antes de responderle, tomándose un tiempo excesivo y pestañeando seguido, seguramente intentando enfocarlo.

-       Estoy… bien, es solo que

Ni siquiera alcanza a terminar la oración cuando se levanta de golpe corriendo hacia el baño una vez más, empujándolo a él para que se quitara del camino y a Key que no paraba de hacerle preguntas complicadas a ambos.

Preguntas que le ponían nervioso y que no querían otra cosa que sacar conclusiones.

-       Taemin no llores- los pasos de Key resuenan más fuerte de lo normal hasta acercarse y acariciarle con suavidad la mejilla. Una caricia que sintió mucho más fuerte que cualquier otra-. Solo debe ser un dolor de estómago.

-       Quiero tranquilizarme, pero no puedo… mierda, ¿deberíamos ir a un hospital?

Las arcadas de Minho le hacen desesperarse más a tal punto de querer sentarse en el piso y comenzar a jalar su cabello de forma esquizofrénica. Y ojalá las palmaditas de Key consiguieran algo más que azotar su hombro, porque más que ayudarlo solo conseguían ponerle la piel de gallina.

-       Taemin estás tiritando, ¿estás enfermo? No dejas de sudar tampoco.

-       Estoy bien- intenta soltarse de su agarre, pero Key no se lo permite, mirándolo aún con el ceño fruncido-. Ayuda a Minho, creo que tomó poco agua, y fue mi culpa, lo sé, lo sé.

Una vez más la angustia que se lo empieza a comer vivo, sentándose en el borde de la cama, mientras oía como los pasos de Key se alejaban rápido ante la ausencia de las arcadas de  Minho. Y no fue necesario que pasara mucho tiempo porque sabía que las cosas estaban mal con solo sentirlas en el aire. Sus pasos vuelven a ser torpes cuando avanza y entra al baño, viendo como Key levantaba a Minho a duras penas desde encima del w.c. donde parecía completamente dormido.

-       Está desmayado- su ayuda era completamente inútil, pero necesitaba tocarlo y saber que aún respiraba-. Qué mierda hicieron Taemin, explícame que no estoy entendiendo nada.

Apenas lo recuerda. Las ideas se acumulan de golpe en su mente, y su tacto con la mejilla de Minho parece sentirse el quíntuple de lo normal. Su barba que comenzaba a crecer y su palma cubierta del sudor que expelía el alto a causa de lo mal que estaba.

Mierda, qué-habían-hecho.

-       Tomamos algo… una pastilla… mierda, minho me dijo que se las pasó alguien confiable y se tomó dos, mierda, ¡hyung, haz algo!

-       Mierda, ¿Taemin se drogaron? ¿¡Taemin era droga!?

El alto comienza a toser apenas vuelve a tomar conciencia, respirando de forma exagerada como si le fuera difícil el acceso de oxígeno en sus pulmones. Su tacto parece inútil, mientras Key le pegaba cachetaditas sin dejarle volver a caer en ese estado de inconciencia de nuevo.

-       Puede que… sí, era éxtasis- suelta un suspiro como si se hubiese deshecho de un gran peso-. Hyung, lo siento, fuimos demasiado tontos.

-       ¿Demasiado tontos? ¡estúpidos, Taemin!- el alto se levanta con dificultad con ayuda del rubio, apoyándose en su hombro y balanceándose un poco-. Ahora sácale la ropa a Minho, lo meteremos a la ducha.

La camiseta que le había puesto en caso de emergencia fue quitada en cosa de segundos por sobre su cabeza, mientras Minho le susurraba cosas sin sentido, diciéndole que porqué se movía tanto o porqué estaban en ese lugar que no conocía.

Sus manos se entorpecen, pero no se desconcentra, dejándole su ropa interior y pidiéndole que por favor se metiera a la ducha, que él estaría ahí, mirándolo. Y mierda, si lo anterior había sido difícil, esto había sido peor. El equilibrio de Minho a la hora de levantar un pie para ingresar, fue tan difícil como conseguir que contara del uno al diez. Se balancea, apoyándose en su hombro y en el de Key hasta acostarse y dejándose llevar por el agua que lo empezaba a cubrir.

Ni siquiera le congelaba, tenía tanto calor que era como un paraíso en su piel.

Escucha la voz de Key, lejana casi como un susurro, pidiéndole que fuera a buscar una toalla para secarlo si es que era capaz de llegar hasta dónde estaban, o simplemente recordar. Un acto que se la hace difícil, pero logra asentir sabiendo lo difícil que sería averiguar en donde se guardaban.

-       No puedo creer que seas tan irresponsable Choi.

Key se agacha y moja su mano para humedecer el rostro del alto que no paraba de sudar.

-       Y no lo digo por Taemin, por lo menos él está bien- duda un poco de eso, pero asiente de que sí sea de esa forma-. ¿En qué estabas pensando cuando lo hicieron? ¿quién te dio esa mierda?

-       Es mejor que no sepas.

Un movimiento rápido hace que Minho lo empuje desde las piernas, asomando su cuerpo por sobre la ducha hasta alcanzar el w.c. que se encontraba cerca, volviendo a sus acciones anteriores, a vomitar lo que literalmente ya no tenía en el estómago.

Taemin entra atontado, sosteniendo una gran toalla en su mano y mirando algo hipnotizado el cuerpo de Minho que estaba completamente mojado y su ropa interior más que pegada dejando nada a su imaginación.

Si hubiese estado con sus cinco sentidos alerta, hubiese sido distinta a la reacción que tenía ahora, la de casi correr hacia él, pasándole la toalla por la espala, mientras él terminaba de vomitar lo último que quedaba en su estómago.

Si pudiera hacer algo o transmitir su dolor a su cuerpo, no hay duda de que ya lo habría hecho.

-       Estoy bien, Tae.

-       Shhhht.

Le ayuda a sacar el resto de su cuerpo de la tina, soltando fuertes escalofríos ahora a causa del frío. Su cabello goteaba su ropa, empapándolo también. Y si no hubiera sido por Key, que carraspeó tras unos minutos, aburrido de ver como lo secaba con tanto amor, se vio obligado a caminar hacia la habitación, tomándose todo el tiempo del mundo por la lentitud con la que avanzaba Minho, mareado y afirmándose de todo lo que le cruzaba.

Especialmente de su espalda, que parecía más resistente y fuerte que nunca.

-       Iré a buscar agua, vístelo para que no muera de hipotermia.

Siente como los pasos de Key vuelven a alejarse, mientras Minho le miraba frente a él, con las pupilas demasiado dilatas y su mentón sin parar de tiritar.

¿Por qué tenía que pasarles esto justo a ellos?

Le susurra con excesiva suavidad que no se mueva porque le buscará algo de ropa, alejándose sin perderlo de vista y viendo como Minho comenzaba a encogerse cada vez más a causa del frío.  Nunca había sentido en su vida ese sentimiento de proteger tanto a alguien que la preocupación ya pasaba a formar parte de su cuerpo.  El amor parece más importante que sus hormonas porque no duda y ni se inmuta cuando le baja la ropa interior y le coloca una limpia y seca que le permitiera sentirse mejor. Pasa con cuidado una camiseta y un polerón por su cabeza, abrigando también sus piernas y sus pies. Y no conforme con eso, ordena rápido la cama y lo obliga a acostarse hasta taparlo más arriba del mentón, permitiéndole a duras penas respirar.

No sabía si era a causa del éxtasis, pero el amor hacia Minho parecía más a flor de piel que nunca.

-       Toma esto antes de que te duermas.

La aparición repentina del rubio hace que ambos se asusten y Taemin se quede sentado cerca de él observando cada movimiento con cierto temor a que las arcadas volvieran de nuevo. Pero cuando Key lo ayuda a sostener el vaso y Minho toma cada trago de agua casi de forma desesperada, una ola de alivio recorre su cuerpo, comenzando a tranquilizarlo.

-       Haz que se duerma, estaré afuera.

Le es difícil retirarse de inmediato cuando ve que el castaño asiente tímido y se acuesta al lado de Minho, abrazándolo desde la cintura y acariciándolo con una suavidad nunca antes vista en él. Le llama la atención la manera en que lo mira, que lo toca y ese amor que flota y los hace vivir en una especie de burbuja.

Le enternece ver a Taemin así. Tan maduro repentinamente, pero sin dejar de lado esa faceta que pocos eran afortunados de ver, en la que más que pretender tener más edad, solo dejaba salir ese niño que no quería crecer dentro de su cuerpo y que solo quería dedicarse a dar amor. Los besos tímidos sobre el cuello y hombro de Minho le hacen avergonzarse y sentirse un idiota por estar espiando un momento tan íntimo como ese.

Ajeno. Esa era la palabra.

Busca un lugar en donde sentarse, apoyándose finalmente en un borde del sillón que parecía seguir con vida y sin un índice de suciedad en él. Mira asustado a su alrededor y como el caos y el desorden se habían apoderado de ese lugar. Incluso había una gata más allá, durmiendo de una forma bastante indecente.

-       Minho ya se durmió.

Su cuerpo se sobresalta al oír la repentina voz de Taemin tras él, volteándose de inmediato y viendo como el menor traía los ojos más brillosos de lo normal, como si estuviera a punto de ponerse a llorar.

Ahora no, por favor no.

-       Gracias por venir hyung, no sabía a quién más llamar.

-       No te preocupes, agradezco que me hayas llamado.

-       ¿Hyung?

-       ¿Tae?

-       Te extraño demasiado.

No sabe si es por el efecto de las drogas aún, pero siente que las palabras suenan más fuerte de lo que su mente siempre quiso escuchar. Su cuerpo se vuelve tonto cuando se acerca al de Taemin, abrazándolo de golpe por sobre los hombros y besándole la cabeza para que detuviera el llanto que repentinamente había comenzado a salir.

El menor parece desfallecer con el contacto, soltando fuertes sollozos e incrustando los dedos en su espalda.

-       Minho estará bien, tranquilo.

-       Tengo miedo, hyung.

-       Lo sé- una palmadita en su espalda y Taemin se separa limpiándose los ojos y logrando que a Key se le partiera el corazón con solo verlo-. Tienes que quedarte con él, es mejor que hablemos mañana. Vendré a verlos temprano.

El castaño asiente con dificultad, sintiéndose un poco mejor y pensando con mayor claridad a causa de que la droga comenzaba a abandonar su cuerpo. Key le besa la cabeza por última vez y susurra un suave te quiero, cerrando la puerta y dejándolo sumido en pensamientos extraños que no sabía como asumir.

El miedo de perder a Minho y la idea de tener a Key de vuelta, eran cosas que aún no lograba asimilar.

**

Admite que no durmió más de diez minutos en toda la noche, que se paseó por cada rincón de la casa y que se mordió los dedos por no fumarse un cigarrillo sin que Minho lo viera. Y admite que no le quitó un ojo de encima aunque estuviera durmiendo. Solo quería cerciorarse de que su pecho siguiera inflándose y de que siguiera murmurando cosas sin sentido mientras dormía.

Minho le importaba cada vez más y no estaba seguro de tener eso tan asumido.

Le era difícil.

Y ni siquiera se dio cuenta de la hora cuando una mano golpeaba la puerta con suavidad. No era necesario preguntar de quién se trataba porque supo de inmediato.

Una última ojeada a Minho antes de salir de la habitación y corre hacia la entrada, intentando no sonreír.

Lo extrañaba. Ahora sí que lo tenía claro.

-       Hola.

Extrañaba esa sonrisa pequeña y ese cabello más rubio que nunca.

Le dan ganas de desordenárselo, pero sabe que  no sería una buena idea en ese momento en que supuestamente arreglarían las cosas.

-       Hola hyung… no creí que vendrías tan pronto.

-       ¿Puedo pasar?

-       Sí, lo siento… el desorden también.

-       Lo vi ayer, no te preocupes.

Por mucho que lo intentó, prefirió observar a Minho por horas que limpiar o intentar deshacer ese maldito caos. Cuando ve a Key mirando incómodo sin saber dónde dejar sus cosas, se arrepiente un poco.

-       ¿Cómo está Minho?

-       Mejor. Está durmiendo, no lo he querido despertar.

Siente que sus manos sobran y se enredan entre si, mientras su cuerpo se balancea frente al de Key, que había encontrado un espacio sobre una mesa y se había ubicado ahí.

Un silencio incómodo se apodera de ambos, haciéndolos sonrojarse por lo estúpidos que estaban siendo.

-       ¿Y tú… cómo estás?

-       Bien…- Taemin carraspea un poco y repite-. Sí, he estado bien… ¿y tú?

-       Bien, aunque la casa se siente vacía desde que te fuiste.

Por mucho que se lo negara a su mente y a Minho –que en los últimos días se habían aliado y eran como lo mismo-, le gustó oír eso, de hecho sonrió porque se sintió demasiado bien.

-       Creí que estabas viviendo con Jonghyun hyung.

-       No, sería un problema para mí, para él, nuestra familia, para todos.

-       Para mí no lo sería.

Una sonrisa que comienza tímida y que hace que Key levante la cabeza orgulloso de su actitud. Orgulloso de que Taemin estuviera frente a él, hablándole, y dándole una oportunidad más a pesar de los errores que había cometido.

Quizás por eso le era tan difícil dejar de quererlo, por simplemente, ser Taemin.

-       Lo sé Taemin- le revuelve el cabello sin importarle más su apariencia tímida, recibiendo regaños de inmediato de parte del menor.

-       Yo que tú no haría eso, no me he lavado el cabello hace bastante.

-       Y no te he visto en clases hace bastante.

-       No he ido, es por eso.

Inevitablemente su lado maternal florece en los momentos más inesperados.

-       Kai llamó el otro día. Tuve que mentirle y decirle que estabas durmiendo. Llamó al otro día también y ahí le dije que estabas en la universidad. No quería preocupar a tu mamá.

-       Hablé con ellos, saben que estoy bien.

(Solo que omitió la parte en que no estaba viviendo con Key sino que con su novio, que NO conocían ni del que sabían de su existencia.)

-       Sale un olor a quemado, ¿estabas cocinando algo?

-       Mierda.

Su décimo intento por no tener que recurrir al ramen, una vez más había fallado. Ve como la carne que parecía más carbón que comida, yacía pegada al sartén que había sufrido más que nunca durante toda su vida útil.

Quería sorprender a Minho con algo rico, pero solo conseguía… volver al ramen.

-       ¿Cómo van las cosas con… Jonghyun hyung?- bota el resto de carne a la basura y le mira con un puchero, inevitablemente-. ¿Están bien?

-       Bien, muy bien en realidad.

-       Que bueno oír eso.

No es necesario que Taemin diga mucho como para que él no pueda levantarse y ayudarlo. Lo empuja con su trasero, moviéndolo de ahí, lavándose las manos y haciéndose cargo de algo que a él no le tomaba demasiado tiempo.

Busca en las pocas cosas del refrigerador, sin tener muchas opciones, seleccionando un par de verduras y una carne que parecía a punto de generar moho en cualquier momento.

Nada que en las manos de Key, no tuviera solución.

-       ¿Y qué pasa con Minho?- corta rápido las verduras en una tabla, echando una gran cantidad de arroz en la arrocera que había a su lado-. He visto a Yuri sola en la facultad.

-       Minho terminó con ella un poco antes de que nosotros… discutiéramos.

El tema de conversación que no querían tocar, pero que sí o sí saldría a flote. Key limpia sus manos en el delantal –que Taemin ni siquiera supo de dónde saco- y le mira de es forma que era pocas veces vistas en él y que pocas personas habían presenciado: él y probablemente, Jonghyun.

-       Taemin sobre eso… lo siento, de verdad fui tonto. Lo siento por lo de ese día, dije cosas que no debí decir. También lo siento por no decirte lo de Jonghyun, tenía miedo.

-       Me dijiste cosas muy duras, ¿sabes?

Ahora admite que sin el éxtasis de por medio, le es más fácil pensar y analizar las cosas de manera clara. Ya no tiene excesivas ganas de abrazar ni de llorar o gritar de angustia.

-       No quise hacerlo. No sé en qué estaba pensando.

-       En Jonghyun hyun, ahora es comprensible porqué lo proteges tanto. Fue difícil dejar de pensar en lo que me dijiste, pero si estuviera en tu lugar y Minho estuviera involucrado, probablemente habría hecho lo mismo.

Es imposible que su pecho no se infle al oírlo. Especialmente al escucharlo hablar con tanta convicción, dejando de lado el Taemin que solo le gustaba ver películas y documentales extraños.

-       Que bueno que me comprendas un poco.

-       Tu también deberías comprender como me sentí. Fue como… como si no me quisieras.

No admite que cuando le dijo eso le destrozó el corazón, que más que un abrazo de Minho, quería un abrazo de él, que le negara todo lo que le había dicho, pero no fue así.

No admite que Key es una de las personas que más ama y necesita en su vida por vergüenza, porque no quiere ser cursi.

-       Te quiero demasiado, eres como mi hijo- el rubio suelta un suspiro, acomplejado-. O no sé, el hermano menor que nunca tuve.

-       Es bueno saberlo.

-       ¿Te puedo abrazar?

-       He esperado que lo dijeras desde que entraste.

El abrazo de ahora no es como el del día anterior, Taemin no entierra los dedos en su espalda, provocando dolor ni llorando sobre su hombro, solo se acomoda y lo abraza por la cintura, mientras Key se aferraba a él con cuidado. No hablan, no se dicen palabras innecesarias ni se miran, solo se acarician con cuidado y no utilizan palabras para decir lo obvio.

Que se querían y que se extrañaban más que nada en el mundo.

-       Si quieres puedes volver a casa, te echo de menos, pero si estás bien con Minho, lo comprenderé.

Lo comprende porque cuando se separa ve la sonrisa de Taemin al oír el nombre de su novio, siendo feliz tan solo de oírlo y se enorgullece de eso, de que su amor por el alto haya aumentando tanto y sin ni siquiera un poquito de su ayuda, o “intervención”.

-       No quiero dejarlo solo, me da miedo.

-       Como quieras, pero sabes que cualquier día puedes volver.

Un gracias que hace que Key vuelva a la cocina y se concentre en ese plato de comida que tenía que quedar especialmente rico, cuando nota un brillo que estaba seguro que no había visto en la mano de Taemin. El menor se rasca el ojo despistado, mientras él revolvía una sopa que no tenía buen aspecto, pero que olía bastante bien.

-       Yo pensé que el matrimonio homosexual en Corea todavía no era legalizado. Lo digo por ese anillo, claro.

Una sonrisa que hace que el menor vea su mano y sonría sin pronunciar ni una palabra.

Una palabra que él sabía que resolvía todas sus preguntas.

Minho.

-       No me he casado, hyung… aún.

-       ¿Te lo dio Minho? nunca te lo vi antes.

-       Sí- la sonrisa es contagiosa, haciéndolo sonreír-. Hace poco. Era de su abuela.

-       Debes ser muy importante para él, Taemin.

-       Mm, supongo- le cuesta asumir lo que hace un par de días se moría por contarle a alguien, sin poder aguantarse más-. Me dijo que me quería.

Una sonrisa en Key que le hace sentir lo necesario, casi como un adolescente enamorado, cuando unas manos se cruzaban por sobre su estómago, asustándolo.

Hablando del rey de Roma.

El olor de Minho le inunda las fosas nasales, mientras su rostro se acomodaba en el espacio de su cuello, en busca de calor. Le gustaría que para Key no fuera una situación tan incómoda, pero el rubio parecía disfrutarla más que él.

-       ¿Me lo vienes a quitar, Kibum?

-       Lo tienes tan enamorado que Taemin ya no se quiere ir- nota como el aludido cruza sus manos con las de Minho por sobre su cuerpo, disfrutando a pesar de que rechazaba las caricias-. Ahora asume las consecuencias, Choi.

-       ¿Tú no deberías estar acostado?

La voz de Taemin interrumpe la mini pelea de ambos, concentrándose solo en la voz del castaño. Acaricia con cuidado sobre las manos de Minho, enredando sus dedos y esperando una respuesta lo suficientemente convincente que le permitiera quedarse ahí.

Lo que no pasó.

A causa del éxtasis, la sobreprotección de Taemin era tal, que era capaz de sobrepasar la de Key con él. El rubio sonríe orgulloso cuando ve como el menor empujaba a su novio hacia la habitación, regañándolo y utilizando un par de frases que solía usar él a la hora de extorsionarlo.

Comen juntos y hablan de cosas que extrañaban compartir. Incluso le cuenta cosas de Jonghyun ante la atenta mirada de Minho –que había suplicado estar ahí porque odiaba estar solo y que terminó sentado sobre Taemin que le consentía cada cosa que quería-.

Cuando Taemin besa la espalda del alto, escuchando una historia que le había ocurrido en la universidad, Key sonríe y cree que al fin, sus días vuelven a sonreír, y mucho más que antes.

**

Ve a la chica de la caja pasar la tarjeta por segunda vez con el mismo rostro que antes, inexpresivo.

Que-mierda-pasaba.

-       No funciona.

-       Es imposible- se queja sonriendo para no llamar la atención del resto de la fila que estaba tras él-. Es imposible que no funcione.

-       Está bloqueada.

-       Intenta de nuevo- quiere matarla, pero se contiene-. Por favor.

Cuatro poleras, dos camisas, tres pantalones, un par de zapatillas y cinco sombreros y esto no podía estar pasando. Siente como la gente comienza a murmurar tras él, mientras él solo continúa sonriendo como si nada ocurriera o como si no quisiera matar a Jonghyun en ese mismo instante.

¿Qué mierda pasaba?

Era imposible que hubiese olvidado pagar la tarjeta. Imposible.

-       Denegada.

-       No puede ser- insiste.

-       Disculpa, pero no podemos hacer nada y la fila crece y…

-       Es imposible.

-       No puedo intentar por cuarta vez, es una regla del local.

-       Tampoco es como si me hubiese gustado mucho la ropa.

Le quita la tarjeta de las manos y arregla su chaqueta cuando se retira demasiado indignado como para mirar los rostros de cada persona que le observaba casi con burla.

Le había gustado tanto esa ropa. Tanto. Que por reputación, no podría volver a comprarla o sino se burlarían de él. De él y su pobreza que se encargaba de gritar a los cuatro vientos su tarjeta.

¿Acaso el cupo se había acabado? ¿Acaso Jonghyun se lo había disminuido?

¿Acaso Jonghyun…. Le había bloqueado la tarjeta?

Sus dedos marcan su número sin siquiera meditar, colocándose el teléfono pegado a su oreja, intentando calmarse mientras daba grandes zancadas a dios sabe dónde. Si lo viera en ese momento probablemente lo mataría y ni siquiera pensaría en que podría ser un error del sistema y no de Jonghyun.

-       ¿Qué pasa?

-       ¿Qqqué?- le cuesta pronunciar sin odio porque desde ya la conversación había partido mal-. ¿Cómo que qué pasa? ¿debería pasar algo?

-       Kibum estoy ocupado, ¿qué pasa?

Sus manos no serían suficientemente grandes en ese momento como para ahorcarlo por medio del teléfono por lo que decide intentar calmarse.

-       Pasa que no funciona mi tarjeta y no pude…

-       Ah, eso- interrumpe.

Su tono de despreocupación le parece tan altanero que sabe que Jonghyun tiene más que claro lo que estaba pasando y se estaba burlando de él.

-       ¿Cómo que eso? ¿qué hay coneso?

-       Fueron rápidos. Creí que les tomaría más tiempo.

-       ¿Qué cosa?

-       Bloquearte la tarjeta. Hoy en la mañana llamé al banco y ya está bloqueada. Tienen un buen servicio por lo visto.

Lo voy a matar.

-       ¿Qué me… qué? Escuché mal.

-       ¿Crees que es fácil lidiar con tus gastos, Kibum? ¿Que son pocos? Te informo que este mes gastaste el doble de lo del mes pasado ¡y en dos semanas!

-       Te odio.

-       Lo sé. Ten piedad por mi bolsillo.

-       ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!?

-       No es necesario que grites, estoy atrás tuyo.

Cuando se voltea y le ve frente a él, sonriendo, tiene más ganas de matarlo que antes. Sus manos comienzan a picarle para ir directo a su cuello y ahorcarlo, especialmente cuando ve la gran cantidad de bolsas que tenía.

Y de su tienda favorita.

-       ¿Estabas ocupado?

-       Sí, comprarme ropa implica también estar ocupado.

Una sonrisa más grande que a él no logra convencerlo ni quitarle la furia, sino que todo lo contrario.

Sabía que se estaba comportando de manera egoísta, pero qué mierda.

Era Kim Kibum y podía hacer lo que se le diera la maldita gana. Excepto pegarle en un lugar público, lamentablemente.

-       ¿Puedes cambiar la cara?

-       No. ¿Por qué no me avisaste que me la bloquearías?- se pone los brazos en la cintura, esperando parecer amenazante-. ¿Acaso te pedí yo que me dieras una tarjeta? ¡Tú quisiste, fue tu idea!

-       Una pésima idea.

-       No te obligué.

-       ¿Seguro?

Un paso amenazante hacia él que le hace voltear el rostro de inmediato, cruzándose de brazos y sintiendo la respiración de Jonghyun demasiado cerca de su piel.

Si quería hacerlo sufrir, él también podía.

Y sabía quién salía perdiendo más.

-       ¿No me vas a besar?

-       No. No quiero- retrocede lo suficiente, aún con el ceño fruncido y le mira de reojo-. Llévame a casa.

-       ¿Qué quieres?

-       Irme.

-       Kibum…

-       Basta Jonghyun, quiero irme.

Un enojo que suena más serio de lo que el moreno creía, especialmente porque todo había partido como un juego para advertirle que se controlara. Control que a él se le fue de las manos porque nunca había sido capaz de negarle algo.

Nota como el rubio se balancea, mirando el piso y esperando que caminara, casi de forma decepcionada. Dolido. Y no es que tenga un problema con él, simplemente que odia verlo así y que más encima él haya sido el culpable, por lo que cuando entrelaza sus dedos con los de él haciéndolo caminar hacia otra dirección en vez de la salida, ve como Kibum reacciona, jalando hacia el lado contrario.

-       Vamos a comprar lo que quieres.

-       No- Jonghyun le tiene el brazo atrapado con su mano, imposibilitándole el escape-. No quiero ir. Ya no quiero.

-       Por qué.

-       Porque me da vergüenza.

Un susurro que le duele mucho más de lo que espera, pudiendo notar que más que una simple rabieta de parte del rubio, era una parte de orgullo por lo que le había hecho pasar.

Nota como Key le mira y susurra un nuevo ya, Jonghyun, vámonos, no quiero estar aquí,  que le da más fuerzas para seguir con su plan, quisiera o no quisiera participar en él. Y cuando entra a la tienda atrapando todas las miradas de las mujeres por lo bien vestido y por su buen cuerpo, sabe que el rubio le miraba desde la entrada, sin querer dar un paso aún. Sin querer vencer su orgullo, porque mierda, se trataba de Kim Kibum.

Pero cuando él llega a la caja, en donde probablemente pasó la bochornosa situación, siente unos pasos a su espalda, manteniendo aún así la lejanía, pero sin perderse ni un segundo del diálogo. Especialmente cuando era más que obvia la forma que le coqueteaba la chica.

-       Eh, hola, hace poco vino mi novio a comprar acá y su tarjeta no funcionó.

-       Lo recuerdo.

Probablemente sabe porqué. Porque tiene que haberle insistido hasta no poder más sin poder creer que alguien como Jonghyun podía hacerle una broma así.

-       ¿Ya guardaste esa ropa? Quiero llevarla toda.

Una cara de sorpresa que le hace burlarse internamente, viendo como la chica corría prácticamente a buscar todas las prendas que habían quedado dispersas por ahí. Y no es que le consienta todo, pero cuando se voltea y lo ve de pie, afirmándose en un colgador y mirando serio la escena, admite que solo quiere abrazarlo y pedirle perdón por hacerle pasar ese tipo de cosas que tanto odiaba.

-       ¿Quieres algo más?

Key niega con la cabeza y se acerca finalmente, superando ese estúpido orgullo que lo caracterizaba.

-       No quiero dejarte en la banca rota.

-       Ya nos preocuparemos de eso.

Inevitablemente cuando salieron de la tienda, llevaban muchas más bolsas de las que debían llevar en un principio. Key terminó escogiendo más de tres poleras extras y un regalo para Taemin porque se lo merecía.

Aunque más que de parte de él, era Jonghyun el que pagaba todo.

Caminan casi en silencio hacia el estacionamiento, sin tocarse ni sin mirarse demasiado porque aunque no quisiera, Key aún seguía un poco enojado con él.

Un poco que le dolía demasiado.

Pero cuando guardan las bolsas en la parte de atrás de su auto, le es imposible no jalarlo de la mano sin permitirle que se le escapara de nuevo. Key le mira con los ojos algo cabizbajos y susurra un suave qué que se oye demasiado dolido como para poder soportarlo.

No supo en qué momento Key se había convertido exactamente, en todo para él.

Y lo peor, es que no tenía ni una milésima de arrepentimiento en su cuerpo.

-       Lo siento. No debí haberte hecho pasar esa vergüenza.

-       Da igual. Entiendo que tengas demasiados gastos.

-       No es eso.

-       Da igual, Jonghyun.

Una caricia que hace que Key cierre los ojos porque sinceramente no soportaba cuando alguien le tocaba las mejillas, y menos si se trataba de Jonghyun. Se deja querer por largos segundos hasta que el moreno se acerca, acortando la distancia y besándolo lenta y más que apasionadamente, robándole el aliento.

-       No quiero ser la esposa mantenida.

Un susurro que le hace soltar una carcajada justo en el momento en que unen sus frentes, sin querer separarse aún.

-       No hay nada de malo con ser la esposa mantenida.

-       ¿Te das cuenta que le escupes a mi orgullo en la cara?

Cuando Jonghyun camina con él, abriéndole la puerta – como típico esposo, aunque inevitablemente se había transformado en una mala costumbre- Key sonríe mucho más satisfecho y con un peso menos sobre sus hombros.

Un peso que inevitablemente duraría bastante poco, porque ninguno de los dos, notó cuando el padre de Jonghyun junto a la madre de Key miraban la escena de ambos, besándose, de una forma no tan agradable como el resto de la gente que pasaba.

Jonghyun tuvo miedo cuando notó que Key estaba enojado con él.

Pero sinceramente eso no se comparaba con lo que comenzaría a sentir ahora.

 

**

Un rayo de sol que le pega en la cara y le obliga a despertar, frunciendo el ceño y sintiendo ese peso habitual sobre sus pies, que apenas le dejaba moverse.

Si Mermelada dejara de subir tanto de peso cada día, no sería tan desagradable como lo estaba siendo en ese minuto.

Suelta un bufido y abre un poco los ojos, rindiéndose del hecho de volver a dormir si el sol pegaba en su cara de esa forma. La respiración de Minho aún sonaba acompasada bajo su cuerpo, sin siquiera inmutarse ante sus movimientos como desenredarse desde su espalda, como solía hacer mañana tras otra, por tener el sueño bastante agresivo y terminar ambos, enredados entre sí.

Minho boca abajo y Taemin durmiendo sobre su espalda y gran parte de su cuerpo como si temiera de que pudiera arrancarse de él.

Intenta acomodarse con exceso de dificultad a su lado, intentando no despertarlo y hacer que comenzara a hablar cosas que después no les encontraría razón. No sabía porqué, pero hoy se había despertado con excesivas ganas de querer mirarlo.

(Aunque quizás si sabía un poco.)

Las palabras de Key y una llamada a última hora, antes de irse a dormir –o quizás no necesariamente eso- le dejaron pensamientos en su cabeza que apenas le dejaron descansar. La idea de volver a vivir con él era tentadora, pero la idea de continuar viviendo en esta burbuja de excesiva felicidad era demasiado para él.

Demasiado.

A tal punto que no quería romperla.

Acaricia con cuidado sobre la nariz del alto, rozando cada centímetro de su piel e hipnotizándose con cada lugar que no creía reconocer aún lo suficientemente bien. Toca sus párpados, sus cejas, labios y pómulos con una devoción digna de admirar. Incluso se sorprende a si mismo porque nunca se creyó capaz de estar en una situación así de cursi, en la que más que querer tirarse a Minho –su sueño erótico desde que entró a la universidad- solo quería el tiempo necesario para poder mirarlo y disfrutar cada tacto contra su piel.

Un escalofrío de Minho que le hace sobresaltarse justo cuando enmarcaba el hueso de su mandíbula, le deja tenso, esperando un quejido o algo por el estilo, pero unas manos solo consiguen acercarlo más, pegándolo desde su cintura y permitiéndole esconder su cabeza entre el espacio que dejaba su cuello y su pecho. Minho se acomoda entre su cuerpo, acurrucándose y buscando calor, mientras él solo se dejaba estar, sonriendo y disfrutando más de lo que quería.

-       Duérmete.

Un susurro de su parte que hace que Minho se pegue más a su cuerpo, con algo de frío y negándose aún a despertar. Sus manos se enredan en su cabello, al igual que una de sus piernas que se cruzaba con la del alto.

Todos los días lo mismo. Todos los días la pereza que no les dejaba levantarse y que les decía que quedarse un poquito más, no tenía nada de malo.

-       Estaba soñando algo bonito y me despertaste.

Un bostezo contra su piel hace que su cuerpo se erice y reaccione de inmediato. El olfato de Minho suena contra su pecho, marcándolo y oliéndolo como si algo extraño ocurriese.

-       Lo siento.

-       Estaba soñando contigo.

Una nueva sonrisa que podría iluminar todo Corea, pero que Minho no alcanza a ver por continuar escondido bajo las sábanas y su piel.

-       ¿Qué soñaste?

-       Que teníamos diez hijos.

-       ¿Diez?- una carcajada tímida que ofende al alto, obligándolo a retroceder para intentar enfocar y mirarlo a la cara-. ¿No son mucho diez?

-       En mi sueño decías lo mismo, pero yo te decía que doce serían mejor.

Se ríe de Minho, de él mismo, de la situación y de lo difícil que se le estaba volviendo al alto conseguir abrir los ojos sin quedarse dormido, aunque no tanto como a él, que tenía que recordarse mentalmente de tragar saliva para no morir ahí mismo de ternura.

No se queja de sus sueños imposibles ni del hecho de vivir una situación ficticia y familiar junto a él, sino de que tengan que vivir de oxígeno y no se puedan besar todo el tiempo que quieran sin tener la necesidad de separarse. Minho frunce el ceño cuando sus labios se alejan de él, tentándolo y rozándolo solo un poco.

Un beso más de buenos días y le dice que es mejor que se levanten si ese día de verdad querían hacer algo útil en su vida. Algo como organizar y verse obligados a dejar la pereza de lado, una pereza que supera a Minho y le hace rogar por quedarse un poquito más acostados. Pero Taemin es fuerte y se levanta de todas formas, buscando su ropa interior por alguna parte de la habitación, creyendo que la costumbre de dormir desnudo –o terminar en esa condición cada día- no era algo de lo que se debiese acostumbrar.

(Al menos no por mucho.)

Camina con Mermelada entre las piernas, arrastrándola un poco y sonriendo de sus tan usuales ronroneos matutinos con tal de conseguir su comida favorita a primera hora.

Igual que el dueño.

Y repite lo mismo de siempre. Sabía que era una rutina que dejaría aburrido a cualquiera, pero por una extraña razón, a él no. Saca leche para la gata, huevos y kimchi que les había dejado Key el día anterior –en cantidades industriales- y algo más que hubiese que pudiese comerse al desayuno. El arroz lo coloca casi con los ojos cerrados, sorprendiéndose como sus dotes culinarios habían avanzado de manera notable tras irse a vivir con el alto que parecía sobrevivir solo de fideos instantáneos y comida a domicilio. Y los mismos pasos que se arrastran día tras días vuelven a sonar como siempre, junto a su voz que parece más ronca por la mañana, hablando con su abuelo como solía ser.

Una rutina que ambos tenían y que nadie se molestaba en intentar cambiar porque les parecía bien. Minho se sube a la mesa, frente a Taemin, sin quitar el teléfono de su oído y escuchando a su abuelo, mientras atrapaba al menor con sus piernas desde la cintura, encadenándolo y provocando ligeras sonrisas. Ve hematomas que generó él la noche anterior, lamiendo zonas enrojecidas, mientras Taemin pasaba las manos por su cuello, acariciándolo.

Y todo era a su tiempo. No se apresuraban en comer ni en hablar o contar historias que podían hacer que se conocieran mejor. Taemin enrojece de historias vergonzosas de cuando era pequeño, mientras Minho disfrutaba solo de ver como sus mejillas tomaban color con el paso de los segundos. Luego de eso le decía que la comida estaba más rica que el día anterior y que probablemente él no hubiese logrado ni un cuarto de lo que él había hecho.

Taemin sonríe complacido, a pesar de haber escuchado lo mismo el día anterior.

-       ¿Estás seguro que te sientes completamente bien?

-       Ya te dije que sí.

-       Sé que eres capaz de mentir con tal de que no me preocupe.

-       Me encanta que seas tan inteligente.

-       Minho te estoy hablando en serio.

-       Yo también.

No le deja seguir discutiendo porque se levanta rápido, recogiendo lo que acababan de ensuciar y dirigiéndose hacia la ducha sin siquiera decirle porque siempre era lo mismo. Luego él se levantaría –solo que hoy día con un poco más de odio- y caminaría hasta el baño de la habitación, quitándose la camiseta y su ropa interior justo en el momento antes de entrar al chorro de agua caliente, donde Minho lo esperaba con una sonrisa llena de ternura que pretendía espantar su odio.

(Lo hizo. Solo un poco.)

-       Te dije que estoy bien.

-       Prométemelo.

Minho enreda los dedos en su cabello mojado, esparciendo un poco de shampoo sobre él. Masajea con cuidado y exceso de amor y a Taemin le cuesta no cerrar los ojos solo de placer.

-       Lo prometo. No te quedarás viudo por un buen tiempo.

Viudo.

Era una palabra demasiado comprometedora, pero no le molesta en lo absoluto.

Se besan con agua de por medio y se miran sin hacer nada y sin sobre pasarse. Taemin estaba tan acostumbrado a esto, que el solo hecho de pensar en tener que retomar su vida normal le dolía. Aunque quizás eso era lo que más le hacía dudar, que probablemente, ya era tiempo de volver a poner los pies sobre la tierra.

Hablan de cosas sin importancia y comentan un poco sobre las noticias que vieron hace un rato casi como solía hacer cualquier matrimonio cuando estaban juntos. Minho se amarra la toalla en la cintura, sacudiendo su cabello con una mano, mientras él se sentaba sobre el w.c. secándose las piernas ya sin ningún tipo de pudor al estar desnudo. Se ríen de una historia que cuenta Minho cuando era pequeño y que tenía cierto problema con abrazar a la gente cuando conversaba. Y no es que la anécdota sea demasiado divertida sino que el hecho de estar así, ambos hablando de cosas sin sentido, mirando al alto como se aplicaba crema de afeitar quejándose de que la barba le crecía demasiado rápido, le hace soltar un suspiro y ver como la imagen de Key se iba retirando lentamente.

Era demasiado difícil decidirse si debía irse con Key o quedarse con Minho.

Porque desde hace tiempo que había dejado de pensar con el cerebro.

-       ¿Qué pasa?

La voz ronca de Minho le interrumpe, mirándolo con una espesa barba de crema sobre su rostro viéndose bastante divertido.

-       Nada. Estaba pensando.

-       ¿En…?

-       En que tengo el cabello demasiado largo. Estoy pareciendo mujer.

Se levanta desde su posición con su ropa interior puesta y lo abraza desde la espalda, apoyando su mentón por sobre su hombro. A veces odiaba ser más pequeño que él, pero la mayor parte del tiempo le encantaba sentirse protegido.

-       A mi me gusta así, no te lo cortes.

-       Está bien.

Se odia a si mismo por ser tan dócil al momento de decidir y no ser capaz de contradecirle aunque fuera una cosa. Le besa por sobre el hombro cuando nota como empezaba a rasurarse con cuidado, con una concentración extrema digna de admirar.

Dios. Si se llegase a ir admitía que le sería demasiado difícil.

-       Minnie, en serio, ¿qué pasa?

-       ¿Qué? Nada.

-       ¿Es porque vino Key, cierto? ¿quieres irte con él?

Mierda.

¿Acaso Minho tenía el don de leerle la mente?

-       ¿Qué?- repite como si no hubiese escuchado lo obvio-. No, Minho, no.

-       No me enojaría contigo si te vas con él.

-       No se trata de eso.

-       ¿Entonces?

-       No sé si me quiero ir.

El cuerpo de Minho lo empuja un poco, permitiendo voltearse y quedar frente a él, mirándolo serio como siempre solía ser cuando tenían este tipo de conversación.

Tiene ganas de besarlo y decirle que no quería hablar del tema, pero sabe que eso conseguirá que se ponga como un niño pequeño y no lo deje en paz. Minho era deliciosamente… insistente.

-       ¿Por qué no te quieres ir? ¿te doy pena?

Si lo decía así era obvio que sonaba patético e idiota. Y así se sentía.

-       No, bueno, sí, pero no, Minho, no sé.

-       Entiendo que te quieras ir con Key. Es tu mejor amigo, estás acostumbrado a vivir con él.

-       También lo estoy contigo.

Una sonrisa que podría iluminar túneles le hace acariciar el rostro de Minho con cuidado, quitando restos de crema de afeitar y deleitándose con esa nueva suave piel.

Perder esto era algo que no estaba seguro de querer hacer.

No sabía porqué, pero sentía que si traspasaba esa puerta, la relación con Minho cambiaría, como si alguien estuviera esperando su salida para comenzar a quitarlo de su lado.

-       Tengo miedo.

-       ¿De Key?

-       De que me dejes de querer.

Una caricia en su mejilla le hace cerrar los ojos y disfrutar unos segundos hasta que unos húmedos labios chocan con los suyos, saboreando con extremo cuidado. Minho ya no lo besaba como cuando recién se conocieron. No se besaban solo por besarse ni por querer desnudar al otro apenas lo tenía en frente, se besaban porque así querían que fuese y ojalá, tomarse todo el tiempo posible hasta que el oxígeno de los permitiera.

Minho roza su nariz con la suya y se queda ahí un buen rato, dejándolo sentir como su cuerpo se empezaba a enfriar al encontrarse sin ropa.

-       Te amo.

Un susurro que hace que sus vellos se ericen y sus brazos se anclen tras su cuello, pidiéndole un abrazo con urgencia.

Y de pronto no supo como, pero el miedo comenzó a invadirlo más que antes, casi como una manera de advertirle que estuviese preparado para algo malo. Y no es que crea en los presentimientos, pero de pronto el hecho de perder a Minho, era lo peor que le podía ocurrir y sinceramente, no estaba preparado para eso.


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