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Like a Roller Coaster por Dxxte

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Si le pidieran que describiera a Castiel en una sola palabra, él respondería, sin dudar, "especial", en el buen sentido, claro. Porque Castiel es realmente especial, le había contado que venía de una familia muy numerosa , que se encontraba estudiando medicina, para disgusto de su padre, quien quería que continuara con la tradición familiar y se convirtiera en sacerdote, además que era homosexual y que eso había dificultado aún más su relación con su padre, y sin embargo él había trabajado realmente duro para ganarse su aprobación nuevamente, y que poco a poco lo estaba logrando.

— ¿Qué hay de ti? ¿Qué me dices de tu familia?

Dean bebe tranquilamente de su taza de café, sosteniéndola entre ambas manos para darse un poco de calor. Le dedica una mirada vacilante, debatiéndose entre contarle la verdad o simplemente mentir; no era un recuerdo demasiado agradable que evocar. Se decide por lo primero, después de todo seguramente no volverían a verse y recordaría este día como el día en que conoció a Castiel, el guapo y alegre chico de hipnotizantes ojos azules que le invitó un café.

— Mi madre murió en un incendio cuando tenía 4, mi padre se suicidó cuando tenía 13 porque ya no podía aguantar un minuto más sin su adorada esposa. Me separaron de mi hermano menor cuando tenía 16 porque "no era lo suficientemente maduro y responsable para hacerme cargo de un niño de 8 años", poco después un amigo de la familia me llevó a vivir con él. Murió cuando tenía 22. — Da un sorbo a su bebida antes de agregar.— Cáncer.

— Lo siento, no sabía... — La expresión de Castiel se oscurece, Dean se encogió de hombros, por una parte agradecido al notar que la expresión de Castiel no es de lástima como la de la mayoría de las personas, hay algo más en ella pero él no sabe de qué se trata.

— No tenías cómo hacerlo. — Lo ve asentir en silencio, y se mantiene así durante unos minutos. Dean se dedica a beber de su café con calma hasta que se hubo acabado. Cuando se da cuenta, los ojos de Castiel están fijos en él.

— ¿Qué? — Dice involuntariamente, Castiel sonríe de una forma bastante extraña antes de acercarse a él más de lo necesario e inhalar profundamente en su cuello.

— Me gusta tu perfume, ¿cómo se llama?

— ¿Qué?— Responde Dean apenas, aturdido, y sintiéndose repentinamente incómodo. Vale, tal vez podría modificar un poco su palabra, tal vez podría describirlo en un par: especialmente incómodo.

— Tu perfume.

— Yo... no uso perfume. — Su voz sale un tanto ahogada. Aclara su garganta, ve a Castiel hacer ese gesto nuevamente, esa extraña sonrisa que no sabe cómo descifrar, y pronto lo tiene invadiendo su espacio personal de nuevo.

— ¿Sabes? Desde que te vi tengo muchas ganas de hacer cosas prohibidas contigo en mi habitación.—Castiel se aleja apenas un poco, supuso que para que le viera morderse el labio con evidente coquetería.

Así que de eso iba todo, quería acostarse con él. Como siempre. Como todos. Dean ignora la molestia en su pecho y se obliga a sonreír de la misma forma que Castiel; tal vez podría permitirse divertirse un momento, dormir con él y luego tan solo irse, le serviría para distraerse por al menos un par de horas. Antes de que pueda responder algo, Castiel vuelve a inclinarse sobre él para susurrar a su oído:

— Ya sabes, saltar sobre la cama, pelea de almohadas y todo eso, luces bastante triste.

Lo siguiente que supo fue que Castiel estaba riéndose con ganas mientras cubría su mano con su boca y sin darse cuenta él también se encuentra riendo poco después.

— No, pero en serio, tal vez podríamos ver una película o algo.

— Tal vez.— Responde vagamente Dean, sintiéndose un poco estúpido.

— Bien, vamos. — Castiel se apresura a levantarse, contrariamente a Dean, quien se toma su tiempo para llevar su mano a su bolsillo en busca de su billetera, coger un billete que cubriera los gastos de su pedido y ponerlo en la mesa para levantarse finalmente.

                                                                                        ***

Unos minutos después están frente a una casa que es bastante más sencilla de lo que Dean esperaba al tratarse de alguien con dinero, sin embargo es bastante bonita, tanto por fuera como por dentro, como después pudo darse cuenta cuando Castiel le insistió en que pasara a pesar de que Dean se negó un par de veces excusándose de que era bastante tarde — habían pasado un par de horas desde que salieran de la cafetería, en las cuales se habían dedicado a caminar por los alrededores con la excusa por parte de Castiel de conocer la ciudad pues acababa de mudarse hace unos días y no se había animado a ir solo por las calles a conocer el lugar. Habían hablado de todo y de nada a la vez, cosas sin mucha importancia, como los gustos de cada uno en cuanto a un sinfín de cosas. Dean descubrió un par de otros aspectos interesantes en Castiel, como su infinito amor por las hamburguesas y las abejas, o esa adorable mueca que hacía cuando no comprendía algo; esa donde fruncía el ceño y te miraba fijamente, a veces ladeando la cabeza hacia un costado. Sin proponérselo el castaño pasó del "especialmente incómodo" al "ridículamente adorable" en cuestión de segundos—.

Dean entra siendo prácticamente obligado por el más bajo, quien lo guía tomándolo del brazo hacia donde luego Dean se da cuenta es su habitación. Cuando están allí Castiel se deshace de su calzado y se deja caer pesadamente en su cama, con un suspiro, mientras Dean está parado incómodamente en medio de la habitación sin saber realmente qué hacer.

— Ven aquí. — Le indica, palmeando el lugar vacío junto a él. —Túmbate conmigo.

La cama es amplia, ambos caben perfectamente en ella, sin embargo Dean no sabe si realmente es una buena idea.

— Dean. — Castiel insiste y el rubio ni siquiera nota cuando sus pies le llevan junto a la cama, donde se quita el calzado también, para tumbarse junto al de cabellos castaños. Él sonríe complacido y se acerca un poco más. Cuando Dean vuelve su cabeza en dirección hacia Castiel, sus rostros se hallan lo suficientemente cerca como para sentir su respiración chocar contra la del castaño. Dean pasa saliva con dificultad, sus ojos dan a parar a los labios de Castiel, esos labios rosados y resecos, ligeramente entreabiertos, invitándole a cubrirlos con los suyos y deslizar su lengua entre ellos para humedecerlos.

Cuando están lo suficientemente cerca como para que sus narices se rocen y su corazón deja de ponerse como loco con la idea de besar a Castiel, lo ve alejarse con rapidez para sentarse en la cama. Desconcertado, lo observa, ¿se había puesto nervioso? Y cuando menos lo piensa, tiene a Castiel sentado en su regazo, sus rodillas a sus costados y sus manos descansando en su pecho.

— ¿Duermes desnudo o con pijama?

— ¿Eh?— Responde el rubio en un hilo de voz.

— ¿Desnudo o con pijama?

— Yo... —Comienza a decir Dean, pero Castiel ya está desabotonando su chaqueta.

Cuando Castiel lo coge por los costados del cuello jalando de él hacia arriba para que se sentara y así quitarle la prenda, Dean no se resiste en absoluto, ni siquiera cuando luego coge el borde de su camiseta y la desliza por su cabeza dejándolo desnudo de la cintura hacia arriba. Dean contiene el impulso de rodearle la cintura con sus brazos y atraerlo hacia su boca para besarlo profundamente y con fuerza hasta no poder más, de desordenar su cabello con su mano y escucharlo susurrar su nombre. Se mantiene estático en su lugar y Castiel se pone de pie, deshaciéndose de su chaqueta también para alcanzar el interruptor y apagar la luz, metiéndose en la cama de nuevo y finalmente enroscándose a su lado bajo las mantas. Dean se tiende de vuelta en la cama, despacio, tomando una gran bocanada de aire y permanece de esa forma, tumbado sobre su espalda, con la mirada pegada al techo, durante mucho tiempo, pensando, una y otra vez, y tratando de comprender el tumulto de sensaciones que se han acumulado en su pecho desde que viera al chico de los ojos azules, sensaciones y emociones que creyó jamás volvería a experimentar con nadie; cuando se da cuenta Castiel se encuentra dormido profundamente.

Por un momento considera la idea de tomar sus cosas e irse de ahí, pero una pequeña parte de él le pide a gritos que se quede, diciéndole que estaba bien si lo hace, que está bien si se permite dejar crecer ese pequeño sentimiento de esperanza que se ha alojado en su corazón, que está bien arriesgarse una vez más incluso si está destinado a caer.

Presiona su antebrazo contra su frente y cierra sus ojos, permitiéndose al abrirlos, observar el rostro dormido de Castiel. Si antes le había parecido un pequeño niño, ahora estando dormido le parecía aún más, se veía tan pacífico, tan a gusto. Lo observa durante un largo rato y antes de que lo note se queda dormido él también.

                                                                                                     ***

Un leve tarareo y el sonido de la ducha hacen que abra sus ojos, lo hace con algo de pesadez y se incorpora en la cama de la misma forma, frotando sus palmas contra su rostro. Dios, se siente bien, no cree haber dormido tan bien antes.

Cuando abre sus ojos y se encuentra en una habitación que no es suya ni siquiera se sorprende, le ha pasado ya tantas veces que ha perdido la cuenta, pero sí que se sorprende cuando ve a Castiel entrar en la habitación con una toalla envuelta alrededor de su cadera, cubriendo apenas lo necesario, mientras con una más pequeña seca sus cabellos, pequeñas gotas escurren desde éstos últimos hacia su pecho, perdiéndose en la toalla alrededor de su cuerpo.

— Hola, Dean.

— Castiel... — Dean hace un gran esfuerzo para apartar su mirada del cuerpo del castaño y no quedarse más tiempo del necesario mirando las marcas a sus costados, ahí donde está su cadera, donde los huesos se hacen visibles formando un par de surcos en su cuerpo que por lo demás se le hacen bastante sensuales. No puede evitar preguntarse qué se sentiría deslizar su lengua por ellos o cual sería la reacción de Castiel si se entretuviera un rato mordisqueando la zona.

Aclara su garganta, mirando incómodamente hacia otro extremo de la habitación.

— ¿Dormiste bien?

— Sí. Claro.

— Genial.— Responde Castiel, bastante animado, arrojando la toalla con la que secaba sus cabellos descuidadamente sobre su escritorio y luego va hacia el armario para coger un par de prendas con las que regresa al baño. Dean se apresura a buscar su chaqueta y su camiseta para vestirse, poniéndose sus zapatos. Está a punto de irse cuando Castiel sale del baño, descalzo y vistiendo solo sus pantalones.

— ¿Ya te vas?

— Sí, tengo cosas que hacer. — Miente, evitando la mirada del castaño. El último asiente.

— De acuerdo. Deberías llamarme más tarde.

— Pero no tengo tu núm... — El sonido de la puerta del baño cerrándose le interrumpe. Dean suspira y se da la vuelta, dispuesto a salir del lugar. Se ha alejado ya un par de cuadras cuando siente su móvil vibrar en su bolsillo y cuando lo coge para ver de qué se trata, una involuntaria sonrisa aparece en sus labios.

De: "Cas<3."

"Ten un buen día, Dean."

Dean suspira, sin embargo, ¿en qué momento había cogido su móvil?

                                                                                           ***

— Dean.

La voz del más bajo llega hasta sus oídos, las manos de éste recorren su espalda con desesperación, suben hasta sus cabellos para meter sus dedos entre ellos y revolverlos, y luego velven a bajar a su espalda, clavándose ligeramente en su piel mientras la boca del rubio recorre su cuello, mordiendo y lamiendo con dedicación su piel, jalando de ella entre sus dientes, succionando, marcando, sus manos recorriendo por completo el cuerpo contrario, deshaciéndose de la ropa de ambos rápidamente, con urgencia, pegando sus cuerpos, frotándose entre ellos, presionando. Enfocado en la imagen de un par de ojos azules mirándole y unos labios delgados y rosados rozándose con los suyos.

No, se dice a sí mismo, basta, está con Michael ahora, no hay tiempo para pensar en Castiel. Al carajo con él, se la había pasado la mayor parte del tiempo dedicándose a ponerle caliente y confundirlo y luego se iba sin más, dejándole con un corazón anhelante y demasiado confuso, si iba a jugar ese juego entonces él no estaba dispuesto a seguir jugando con él, no cuando deseaba con todas sus fuerzas meterse en la cama con él y envolverlo con sus brazos para no dejarlo ir jamás. Se había engañado con la idea de que podrían ser amigos, pero él quería más, mucho más, y no estaba dispuesto a arriesgar todo por algo que estaba seguro no iba a funcionar, no podía, no después de todo lo que había sufrido. Se fuerza a sí mismo a concentrarse en el cuerpo que está debajo del suyo ahora, en su voz susurrando su nombre y sus manos acariciándole, porque eso sería lo mejor que tendría, lo más cercano a la felicidad que alguna vez poseería, porque la vida se había encargado de joderlo una y otra vez y el no iba a permitirle que lo hiciera una vez más, porque no estaba seguro de poder continuar adelante si eso sucediera.

En la mesita de noche junto a él la pantalla del móvil de Dean se ha iluminado un par de veces y ha estado vibrando de forma insistente hace bastante rato, el nombre "Castiel" destacando en la mitad de la pantalla.

 


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