Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

TODO CAMBIA por reydelosPK2

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Todo Cambia...

Despertó como era su costumbre al sentir el cálido resplandor sobre su rostro. Sentado en su cama un terrible dolor en el pie lo asalto cual escalofrío el dolor recorrió cada parte de su cuerpo, elevo su camisón y noto aquel hematoma en plena canilla. Frunció el ceño “!Venganza!” exigió mentalmente mirando al culpable de su desdicha. Con sigilo se levantó de la cama y detuvo por segundos al oír unos gemidos de su compañero de lecho, al ver que volvía a dormir rápidamente busco entre sus cajones aquella sabia pegajosa que había comprado el otro día en el mercado. Como salió entro nuevamente al lecho, al otro extremo de la cama mirando su compañero de vida: Aldebarán.

Al verlos de lejos nadie creería que eran esposos y se amasen, era como el cuento de la bella y la bestia, solo que esta bestia no se convertiría en un hermoso príncipe… no a menos que Wolfram no interfiriera. Al diablo los hechizos y las hadas madrinas, el solo necesitaba aquella sabia. Una risa malévola se dibujó en su rostro angelical, ese rostro cuyo pelo dorado cubría su lado derecho escondiendo la ausencia del ojo faltante, y dándole un cierto aire de misterio.

Aquellos brazos velludos eran un fastidio, de verdad ¿qué había visto en esa bestia? no lo supo, solo sabía que su físico no fue lo que lo enamoro. De hecho odiaba su constitución alta, era exagerada, su cuerpo pesado, no se podía evitar que al momento de hacer el amor sintiera que lo asfixiaba con su peso y su bellos, barba y cabellos largos, quizás por ello la posición del misionero era imposible entre ambos, quizás por eso su marido lo llamaba pervertido, Aldebarán jamas noto que era acto de supervivencia de parte del rubio.

¿Y aun pregunta por qué no tenemos intimidad con frecuencia?

Le reclamaba mentalmente sin dejar de ver el frasco de sabia. Era adictiva la sensación venganza.

“Yo te lo advertí”

Reclamaba mentalmente, mientras derramaba la sabia que ligeramente calentó con su magia sobre el brazo de Aldebarán.

Nuevos gemidos salían de la boca de su pareja, pero se clamaban como siempre dormía profundamente. Su sonrisa diabólica se profundizo en los labios de Wolfram… había planificado esto desde hacía tanto, pero por cosas de la piedad y el remordimiento no se animó, pero al diablo con las restricciones… hoy no tenía ganas de ser bueno.

Todo mundo solía acusarlo de su forma de dormir: Su madre, Conrad, Gwendal cuando era niño, cuando era un adolecente Yuuri, al alcanzar la adultez demoniaca su hijo. Supuso que Aldebarán no tardaría en quejarse, sin embargo este jamas se quejó, como rayos se quejaría si era duro como un piedra y cuando el rubio lo golpeaba dormido el que resultaba adolorido y dañado era Wolfram.

-ho ho ho ho- rio sutilmente cual villano para. Al comprobar que estaba lista y fría sobre el brazo de su marido... Sin piedad alguna la jalo arrancando los bellos del brazo izquierdo ocasionando que mayor gritara a más no poder por el dolor, el susto y el ardor. Mientras un rubio al ver su cara de cólera simplemente se levantó y cual ladrón descubierto corrió a toda velocidad.

-¡Wolfram!-grito Aldebarán por primera vez molesto con su pareja que desaparecía de la escena del crimen veloz mente, había que reconocerlo, Wolfram era rápido, demasiado rápido para su gusto, esta era su ventaja en los combates y en estas jugarretas- Maldita sea…- volvía a quejarse mirando su brazo todo repleto de bellos a excepción de la hilera donde el rubio puso la sabia exponiendo una piel roja por la irritación y el dolor, incluso algunos puntitos de sangre en los porros de su piel por la violencia de la acción. – ¡Al diablo!- volvió a protestar cubriéndose nuevamente con las sabanas pues estaba desnudo. Habían planificado tener un día libre a la semana y ese era hoy. Así que haría lo que deseaba hacer dormir hasta tarde. Una mano se estiro al resto de la cama y sintió la usencia del otro- demonios…- repuso pues estaba más que acostumbrado adormir con el rubio y sin el a su lado le era imposible alcanzar la calma, bueno la alcanzaba si en su lugar estaba su hija, pero… ahora mismo no estaba ninguno de los dos

“A por ellos…”

De mala gana se levantó y comenzó a vestirse, ya se las pagaría Wolfram, por ahora solo quería vestirse y ver a su pequeña para desayunar y después verían que harían el resto del día

-¿Mami?-Llamo la menor a su madre que entraba a su habitación veloz mente cual alma que lleva el diablo sacaba una maleta y en ella embutía la ropa de su hija y algunas prendas suyas que dejo en esa habitación.

-Shuuu- suplico el rubio- Vamos a visitar a tu hermano, así que se buena niña y ayúdame- le alcanzo un vestido, la menor miro y como pudo comenzó a cambiarse. Ver a su hermano le gustaba, siempre le compraba todos los juguetes que deseaba después de todo era el rey de Shin Makoku.

-Yo se lo advertí- susurro el rubio al aire sintiendo la culpa acosarlo. No era su estilo atacar y salir huyendo a Shin Makoku, pero… Aldebarán era alguien con quien no sabía que esperar, si era un buen hombre debía admitirlo que enfadado jamas lo vio y esa mañana por primera vez vio aquella expresión asesina en su rostro dirigida a su persona… lo aterro. No por creerse débil, todo lo contrario, era por ser Aldebarán, no deseaba conocer su lado oscuro pues lo amaba y lo que más amaba de él era su carácter amable y paciente, verlo de otra forma… negó con la cabeza. ¿Cuándo desarrollo esa fobia? No sabría responder, quizás Yuuri fue el culpable al abandonarlo. Pensar que Aldebarán se enfadaría tanto y lo dejase no le dejaba respirar, pero tampoco podía evitar jugarle malas pasadas… ¿quién el comprendía?. Nadie. ¿Por qué no podía ser un marido normal? ¿Por qué con Aldebarán se comportaba cual niño malcriado?

Suspiro… no estaba en esa edad de hacerle travesuras a su marido, de tratar de asfixiarlo con la almohada, de esconderle los zapatos, de ponerle picante en las comidas, de ponerle sal a su café…

“Estoy mal de la cabeza…”

Se sentenció, terminado de empacar, como siempre se marcharía a Shin Makoku hasta que la rabia de su marido se disipara y lo mandara a llamar o el mismo fuera a recogerlo. Cuantas veces no escucho a su hijo quejarse con ese semblante acusador:

“Si no te gusta te divorcio… o quiere que le mande a cortar la cabeza” replicaba severo al ver a su padrastro llegar a Shin Makoku a por Wolfram después de una semana “Son peores que niños…” concluía resignado mientras jugaba con su hermana antes de verla marchar. Yuuram no tenía mucho porque quejarse de este comportamiento, le gustaba tener a su madre y su hermanita en su castillo, el como el hombre de la casa… si era algo que no le disgustaba, lo que le disgustaba era ver a Aldebarán venir a buscar a su madre y recordarle que su lugar era con su esposo no con su hijo.

Madre e hijo suspiraban resignados y aceptaban la sentencia.

“¿Por qué no regresan a Shin Makoku?” preguntaba Yuuram

“Porque mi deber es con Bielefeld ahora…” respondía Wolfram mirando a su marido que se ponía a jugar con su niña “Y esas serán las tierras que rija tu hermana. Como hice contigo debo asegurar su futuro”

Yuuram cerraba los ojos aceptando tal sentencia y reconfortándose con saberse único soberano del Shin Makoku.

Aldebarán ya vestido miro serio su brazo, pues sí. Había una gran diferencia entre un hombre velludo como lo era él y uno que no lo era. Alzo la mirada mirando el techo del castillo Bielefeld y medito. Ahora que recordaba todos los miembros de la familia Bielefeld eran carentes de bellos, apuestos… tan elegantes… suspiro “Soy muy afortunado” pensó al haberse ganado el corazón del rubio riendo de oreja a oreja, pues lo que ningún otro noble o varón del reino y reinos vecinos pudo, él lo logro. Su ego alcanzo el infinito.

“Ni el maou me gano…”

La imagen del Maou acudió a su memoria, también un hombre apuesto, a excepción de su cabello carecía de pelo, tenía un cuerpo atlético pero similar a Conrad. “¿ese era su tipo?… su hombre perfecto” comenzó a dudar de su mismo, su auto estima rápidamente caia al suelo. Dio media vuelta, para de la nada dar nuevamente media vuelta –No puedo…- acusaba- ¡Es muy dolorosos!- reprendía, elevando un poco el cuello de su camisa, tenía bellos en todos lados y una barba que se dejo crecer. Cada día escuchaba al rubio quejarse de su aspecto “No sé si me case con un oso o  con un hombre” replicaba “Dios… en semejante bola de pelos creo que vas a desaparecer” “ni se te ocurra abrazarme que te golpeare. Hace mucha calor como para soportarte bola de pelos” “tú te acabas el shampoo más rápido que la un escuadrón entero” “Bájate que no te aguanto… tus bellos me dan alergia”

Quizás sí debería depilarse. Rasurarse era la otra opción pero no sabía que era más peligroso: mirar a su esposo con la navaja en manos o con la sabia.

Llegaba a la habitación de su hija y noto la puerta cerrada. Por educación la toco, supuso quien estaba dentro y que hacia… nuevamente intentaba largarse a Shin Makoku. Negó con al cabeza

-Cariño dile a tu madre que el juego acabo. Vanos a desayunar…

Wolfram puso sui cara severa y resignado interrogo

-Como supiste que estaba aquí- el rubio abrió la puerta dejándole entrar.

-Vamos Wolfram no eres de los que anda con camisón frente a los soldados o sirvientas. Lo más lejos que llegarías seria al cuarto de nuestra hija ya sea para cambiarte o…- miro de mala gana las valijas hechas- Apúrate, quiero hablar algo contigo. Deja de irrumpir a Yuuram, sabes que lo perjudicas con sus labores reales- acuso señalando las maletas y el rubio le dedico una sonrisa de súplica.

-ok, adelántate termino de vestir a Luna- la miro como siempre su niña podía ponerse los vestidos sola, pero los zapatos, el pelo. Esas eran cosas en las que el aun debía ayudarla.

...

Sentados en la mesa del comedor los tres se miraban fijamente.

-¿tanto así te molesta?-Interrogo Aldebarán y Wolfram le miro y quedo brevemente callado, para luego mirarlo serio

-créeme que he pensado en prenderte fuego…- amenazo y Aldebarán sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, hacia un año el rubio había dicho algo similar

“Estoy pensando en depilarte…”

Y lo cumplió, no esperaría un año para despertar entre llamas.

-ok…- repuso resignado- toma- alcanzo la navaja de afeitar- pero para que te lo sepas el tener bello es un orgullo en mi reino. Era símbolo de hombría y fuerza.

-sí, si… Lo que digas- respondía Wolfram sin prestarle mucha atención mirando el filo de la navaja y riendo siniestramente. Aldebarán comenzaba a sentir que comería el peor error de su vida, sin embargo… morir en manos de la persona amada, no era tan malo. Miro a su hija que jugaba con su comida y Wolfram dejaba la navaja en su estuche lejos del alcance de la menor y paraba a reprenderla por jugar con la comida y ensuciar su vestido. La menor abría la boca por órdenes de su madre y daban inicio al conteo. Tenía que comer al menos 10 cucharas de su cereal antes de abandonar la mesa.

-Diez por los soldados que siempre luchan con fe

-Hi

-Nueve, por sus familia que los esperan

-Hi

-Ocho, por los campos de trigo que nos dan el pan

-Hi

-siete, por los arroyos cristalinos que sacian nuestra sed

-Hi

-cinco, por la abuela que te ama

-hi

-cuatro, por tu hermano y los regalos que te da

-Hi

-Tres, por papi que al fin dejara de ser una bestia

-¿Eh?-La menor no comprendió pero de todos modos abrió la boca, acaso su papa era una bestia como decían los niños de Bielefeld- hi

-Dos, por mami que solo quiere lo mejor para su princesita

-Hi

-Uno por los Bielefeld que rigen con honor y justicia

-hi.

Las sirvientas contemplaban el desayuno de los nobles divertidas. En verdad era tiempos de paz y felicidad, aunque nadie comprendía como alguien como Wolfram von Bielefeld que tenía tantos pretendientes, que se desposo con el maou y al final termino casándose con ese hombre que a ojos del reino no era nada más que un soldado, aun si fuera un rey en sus tierras renuncio a su cargo con tal de quedarse al lado de Wolfram, ya no tenía reino, o apellido digno de respetarse, aunque seguía siendo noble, pero no tenía ni en que caerse muerto, incluso adopto el apellido de los Bielefeld pues así lo declara la ley, el apellido de mayor categoría regia sobre el de menor estatus… Era un gigante, más de dos metros de altura y siempre mostraba una cara seria aunque con el tiempo supieron que era muy calmado y cariñoso con los niños y Wolfram. Una bestia domesticada. Una bella historia de amor donde lo físico dejaba de importar y solo importaba lo interior. Y la hija de ambos a gracia del destino salió tan bella como su madre pero con una abundante cabellera rebelde y unos ojos marrones que caracterizaban a su padre.

La menor miraba con intriga como su madre sentaba a su padre en baño de ambos. Su padre con el dorso desnudo y abajo apenas vistiendo un calzoncillo. De verdad su padre estaba lleno de bellos, por más que busco en el reino a otro hombre similar no pillo nadie igual a su padre. El oso que pretende ser un hombre solía llamarlo su hermano, la bestia peluda. También, quizás por eso los niños la llamaban monstruo mas a ella no le importaba. Sintió su piel estremecerse al notar el brillo sádico en la mirada de su madre al sujetar aquella navaja y comenzar a agitarla sin reparo sobre la espalda de su padre. Miraba como se armaba una montaña de bellos y lentamente la piel clara y rojiza de su padre era descubierta

-¡Bajo todo este monte hallare a mi marido!- amenazaba Wolfram sudando por la labor sin abandonar su sonrisa. Luna hija de ambos comenzaba a jugar con los cabellos de su padre pensando en hacer una muñeca de pelos.

-Luna deja eso… es asqueroso lo voy a quemar - Amenazaba Wolfram sin abandonar su trabajo. Odiaba los bellos de su marido ya sean en su cuerpo o en el duelo.

La niña alzaba la mirada en dirección de sus padres y miraba asombrada lo que quedaba al descubierto.

-¿Papá?-Llamo mirándolo sin poder reconocerle

-si. Al fin encuentro a tu padre. Se ve mejor- Wolfram mostraba a Aldebarán a su hija, Ahora con el cuerpo rasurado, con el rostro descubierto, sus cejas definidas, a la luz su mentón, la forma de sus labios, su cuello robusto y firme- Luna… Tu padre

-Waaa- Luna comenzaba  a llorar- ¿Dónde está mi papá?- preguntaba no podía creer que ese fuera su padre. Comenzó a acoger los cabellos del suelo y buscar entre ellos- ¡¿papi?!-llamaba

-Calma mi vida- acudía Aldebarán a consolar a su hija- yo soy papi, solo me quite mi disfraz de osos para que mamá se sintiera orgulloso de mi-la menor le miró fijamente a la cara tratando de descubrir lago familiar en ese rostro desnudo, y descubrió esos ojos marrones que siempre la miraron con amor.

-te vez diferente- dijo entre sollozos

-¿Te gusta?-Preguntó su padre y la niña asintió

-Ya no me llamaran monstruo- se sinceró pues en más de una ocasión deseaba que su padre fuera como los otros hombres del castillo, sin embargo no lo era tan diferente, pero tampoco le disgustaba que fuera diferente. Ahora tampoco le importaría que fuera como los demás, después de todo era su padre, el hombre más fuerte del universo a su ver.

-Perdón cariño. Papi te promete que siempre lucirá como un príncipe para mi pequeña princesa

Wolfram rodo los ojos, que clase de promesa era esa… miro la navaja y su filo y rio siniestramente… así que tenía permiso de afeitarlo cuando se le diera la regalada gana. La guardo en su cinturón al lado de su espada.

-y yo me asegurare de que cumplas esa promesa- juro Wolfram.

Al caer la noche Wolfram miraba asesinamente  a su esposo y su hija

-¡Dejen de moverse de una buena vez!-Reprendía

-Pero Wolfram, ya estamos cansados- se quejaba Aldebarán

-Mami… quiero ir  adormir- repuso la menor lanzando un largo bostezo.

-¡Ahg!- Renegaba el rubio- ¿Cómo es posible que no  puedan posar para una simple pintura?

-De saber que sería tan aburrido hubiéramos elegido otra cosa…- renegaba Aldebarán abandonando su pose por completo y dirigiéndose don de Wolfram para ver que tanto faltaba de la pintura.

-No está nada mal… no sabía que era un artistas

-Vamos querido que no sabes muchas cosas de mis múltiples talentos

-ya veo… - replico despeinándole, si algo le faltaba a su marido cuando tenía buen humor era la modestia- pero por hoy es suficiente- señalo a su hija que se hacía un bollito en el suelo dispuesta dormir, estaba cansada por posar toda la tarde.

-Tienes razón…- se rindió mirando su cuadro, nuevamente retomaba el realismo, pues deseaba tener un cuadro que inmortalice a su familia, ya luego le pediría a Yuuram que posara y él se auto retrataría no sería tan complicado, pero en ese cuadro debían entrar todos. Con la niña en manos Aldebarán comenzaba  marchar a la recamara. El día casi concluía y al amanecer nuevamente se verían sumergidos en las obligaciones que implicaban ser el regente de Bielefeld.  

Se sentó sobre su cama mirando a su marido posar sobre el espejo emocionado de ver sus músculos tan marcados. Era tan extraño…

“me siento engañado…”

Se dijo mentalmente la notar el narcisismo de su marido por su musculatura. Es decir quien debería ser un narciso incorregible era Wolfram, todo mundo lo alagaba por su belleza sin embargo, allí estaba su marido con sus poses de fisicoculturista dándole unos besitos a sus bíceps

-¿Los dejo solos?-Pregunto en tono de broma mirando con desdén y es que era un mar de rarezas sin fondo. Siempre lo fue desde que le conoció.

-Quédate… podríamos formar un cuarteto- se burló Aldebarán mirando como Wolfram suspiraba resignado y se metía en la cama fingiendo dormir. Suficiente de esta parodia matrimonial. Aldebarán se miró por última vez en el espejo y también marcho a la cama. Mañana tenían mucho trabajo pendiente.  

Mil recuerdos asecharon la memoria de ambos:

-Mi nombre es Alde…

-No me interesa- le corto Wolfram revisando algunos documentos en su trono, había aceptado dar esa audiencia pero su fin era claro rechazarlo y que el noble se fuera por donde vino, Wolfram tenía mucho trabajo y no había dormido bien por culpa de los contantes lloriqueos de Yuuram.

-¿Gracias por su atención?- Cuestiono Aldebarán mirándole fijamente, el rubio no se dignó a verlo, sus mirada parecía no despegarse de aquellos documentos, según los rumores las cosas se tensaban con otro reino vecino al cual también el rubio había rechazado su propuesta de matrimonio, mas dejo en claro que el rey no le era indiferente dejando una esperanza y como no mantener la esperanza si de todos los que venían a proponerle matrimonio Wolfram ni les miraba la cara y solo con ese rey el rubio hizo una excepción marchando a su reino para rechazarlo no por completo, más bien dejando un tiempo de espera.

Quizás fue esa indiferencia, o quizás esas ojeras bajo sus ojos lo obligaron mirarle curioso y es que ese demonio de fuego era realmente hermoso, su fama no era simple rumores, era verídica. Su cara de porcelana tallada por los mismos dioses, esos ojos verdes esmeraldas, cubiertos por algunos mechones de pelo dorado, esbelta figura a su parecer muy esquelética, su altura perfecta de un metro setenta, haciendo que no sea muy bajo ni muy alto a su gusto. Cual diamante de exposición que fue creado para admirarse más no para tocarse.

-Es mejor que se retire- dijo Wolfram alzando su mirada y mirando con algo de susto al gigante frente a sus ojos. Ese vino a pedir su mano. Ni loco aceptaría con semejante tamaño lo pastaría en el lecho y ni pensar en su parte baja. Primero muerto…

-Quiero formar parte de su ejército- solicito Aldebarán contemplando con mas detalle al rubio que lanzaba un suspiro sin mucho ánimo, se veía desganado, tanta belleza arruinada por aquella aura melancólica y cansada que rodeaba al rubio.

“Tanto así alguien puede amar a otra persona?” se cuestionó Aldebarán mas intrigado por aquel rubio que más que rey parecía un mocoso, ni siquiera terminaba de crecer. Siempre le pareció injusto esto de los matrimonios entre nobles, fueran tan precoces, ¿Dónde quedaba la espera hasta alcanzar al madurez adulta de un demonio? Si bien eran longevos no significaba que a la edad de 85 tuvieran la capacidad mental de un adulto, aún era muy impulsivos, muy inmaduros, a su parecer los 100 años era la edad adecuada para que un demonio piense en  casarse o reproducirse, y es que 100 años era equivalente a unos 20 años humanos.  Pero no. Desde los 50 veía compromisos absurdos, matrimonios precoces. Sintió pena por el rubio, la pérdida del primer amor era brutal, más cuando esta implicaba tantas cosas como la responsabilidad de un reino, un hijo… “Quiero ayudarlo… Protegerlo” se dijo dudando de las capacidades del demonio de fuego en combate. Y es que era tan esbelto que parecía se rompería de un momento a otro.

-eso… eso es imposible- repuso Wolfram mirando al gigante- usted es…- alzo nuevamente la hoja de presentación del noble- es rey en sus tierras… ¿Reino de hierro?-pregunto más para sí mismo sin recordarlo- Como sea, no puede abandonar su puesto solo por un capricho, además…- le miro molesto, odiaba que las personas abandonaran sus obligaciones por estupideces, recordó a Yuuri se enfureció más, empuño sus manos- ¡yo jamas me casaría con alguien irresponsable que abandona su hogar por mero capricho!

-Ya veo…  Entonces regresare- se marchó dejando a un rubio colgado, y es que esperaba más pelea y dar uno de sus discursos sobre la responsabilidad el orgullo y el honor que implica ser un noble y más si eres un rey, pero allí miraba al gigante marcharse de la misma forma que llego en silencio y sin levantar mucho polvo.

-Irritante- susurro volviendo  a sus obligaciones.

Al cabo de un año nuevamente Wolfram alzaba la mirada de sus documentos mirando al extraño, había olvidado su nombre mas la impresión de su tamaño le hicieron recordar que alguna vez vino a pedir su mano y nuevamente ese año hacia lo mismo.

-Creí haberte rechazado- repuso molesto arqueando la cejas. Otra vez otra molestia insignificante, que no se cansaban de venir a molestar con lo mismo… leyó aquel documento que recién llegaba, al parecer el reino de vecino del sur (Reino trueno) daba un ultimátum, de no ser aceptada su propuesta declararían la guerra.

-No vine para pedir su mano nuevamente- dijo Aldebarán contemplando analíticamente al rubio, al parecer había mejorado su salud, ahora no era tan delgado como  le recordaba, pero seguía siendo muy delgado para su gusto, había crecido bastante en ese año y es que recordaba que ya tenía los 100 años y un hijo de 11 años.

-aaaah- fue audible el enfado del rubio atrayendo la atención de sus hermanos que estaban ocupados en sus cosas.

-vine a que me acepte como parte de su guardia personal, quiero ser un soldado de su majestad

-esto es ridículo- reclamaba el rubio- eres un rey no puedes ser un soldado

-ya no soy un rey, no por el momento, he cedido mi corona a mi hermano por el lapso de 100 años- Wolfram parpadeaba sin poder creer lo que escuchaba, era ridículo, estúpido… sintió las ganas de mandarlo a ejecutar. Gwendal y Conrad se miraron mutuamente, al parecer ese hombre si iba en serio con Wolfram, no sabían si estar contentos o preocupados, aun esperaban a Yuuri… pero ya habían pasado más de 14 años.

-Largo de mí RE-I-NO- sentencio colmado de lidiar con el gigante, parándose listo para marcharse, al diablo con esto, era hora de almorzar con su familia.

Aldebarán miro nuevamente como el rubio lo votaba cual trapo viejo, suspiro supuso que tendría que hacerlo a la antigua. Simplemente se enlisto en el pueblo, sabía que los altercados con el reino vecino empeoraban y el enlista miento de soldados estaba abierto.

Si, así se conocieron, empezaron mal bueno Wolfram lo veía mal, en especial cuando Aldebarán fue nombrado como guardia del castillo por iniciativa de Conrad, era fuerte, era hábil y quería  a Wolfram y a Yuuram, quien mejor que alguien así para cuidarlos cuando él o Gwendal tuviera que marchar a ser sus diligencias a sus tierras o las fronteras. Verlo lo sorprendió y cuando trato de votarlo el gigante aludía que era un soldado legítimo, que había pasado el examen y los entrenamientos, si lo despedía era discriminación racial.

“Como quieras, pero ni te me acerque fenómeno” recriminó caminando con Gwendal con quien discutían la situación con el reino vecino Trueno cuyo monarca comenzaba a perder la paciencia.

-No- repuso Wolfram- ni loco hablare con ese estúpido rey. Estoy seguro de que Yuuri regresara pronto

-ha pasado más de 14 años… quizás sea hora de…

-Gwendal el volverá, es un enclenque, pero regresara a por su familia, recuerdas tenemos un hijo, además ese rey idiota odia a Yuuram, si cuando lo vio le dedico una cara de asesino, y tiene dos hijos de mi edad… de seguro solo quiera el reino… ¿Quieres exponer a tu sobrino a tal riesgo?

Gwendal negó con la cabeza, Wolfram tenía razón en ese sentido, aquel rey tenía una fama de sádico, cosa que desagrado a todos y si bien probaron la negación que dio el rubio a tal pedida de mano, debían admitir que su ejército tenía una fama aterradora, no solo por su fuerza, por su número, también por su crueldad. Quizás por ello Wolfram marcho a ese reino y trato de calmar al rey dándole esperanzas donde no las había. Para su suerte el rey parecía mas que encantado con la apariencia de Wolfram, con saber que había sido capaz de traer al mundo un hijo y sobrevivir al parto… cuando el rubio supo que los hijos de ese rey eran de madres distintas más le desagrado.  

-mandare varias tropas a fortificar las fronteras- Gwendal informo serio, ese rey era una amenaza latente.

-¿Cuándo regresara Conrad?- interrogo Wolfram preocupado

-no he recibido noticias suyas, se supone que debía regresara mañana

-entiendo- miro fijamente al frente chocando con el enorme retrato de Shinou y al lado de este colgado otro retrato, era el de Yuuri vistiendo su traje negro, con esa apariencia de hombre maduro de 25 años. Por unos momentos sus pisadas se detuvieron y lo contemplaron fijamente, contemplando el rostro de expresión relajada y su sutil sonrisa de cortesía y protocolo, casi podía oír su voz…

-Wolfram- llamo Gwendal al notar que el rubio detuvo su andar y miro al frente y vio el cuadro de Yuuri. No dijo nada era cosas que no se podían evitar.

-Gwendal… crees que re… olvídalo. Claro que volverá- continuó su andar. No podía dudar de su marido.

Años retrasando aquella guerra que lentamente se volvía inevitable, año tras años Wolfram dándole vueltas a aquel rey con promesas tontas que aseguraban un quizás.

“No es que yo no lo desee, es solo cuestión de políticas, Shinou fue quien designo mi unión con el Maou… solo él puede disipar nuestro matrimonio y bendecir el nuestro”

“Solo le pido que me brinde treinta años más. Le prometo que si en ese plazo el maou no regresa sin duda aceptare su propuesta de matrimonio”

Quizás fueran muchas burlas, pero aquel rey si se veían muy interesado en el rubio. Quizás por creerlo diferente al resto, quizás por su belleza, o quizás por el poder que implicaba la unión de ambos reinos. La verdad es que el rey aun con su fama de carnicero se mostró muy paciente.

Wolfram miro al cielo contemplando al luna, nuevamente se acababa el tiempo, nuevamente iría a ese reino a pedir un prologa para no cumplir con su palabra. Desde cuando se había vuelto un mentiroso, un ser despreciable…. Bajo la mirada.

“Yuuri…”

Llamo rogando que sus plegarias fuera oídas y que al fin regresara su marido de donde estuviera… 61 años eran mucho tiempo, su hijo ya tenía la apariencia de un niño de 12 años. Y aunque vivía feliz rodeado de su familia, criado bajo los recuerdos de su padre dibujado cual héroe que venció al Soushu, no era suficiente cuando el menor preguntaba:

-¿Cuándo volverá papá?. Quiero conocerlo

Bajo su mirada al jardín y descubrió a Aldebarán jugando con su hijo. Quien diría que el gigante seria quien enseñaría a su niño el manejo de la espada, quien jugueteara con el cuándo todos se hallaban ocupados con los deberes del reino… sonrió. Al parecer el gigante no era tan despreciable como se lo creyó.  De estar Yuuri a su lado, seria Yuuri quien le enseñaría esas cosas o quizás él y Yuuri los miraría desde el despacho. De estar Yuuri a su lado, no tendría que soportar tontos pretendientes, no tendría que mentir y dar promesas falsas… de estar a su lado dejaría de sentirse tan solo.

-nunca descuides tu guardia- repuso Aldebarán mirando a Yuuram que asentía con la cabeza- mantén firme el agarre, si sientes las manos sudorosas es normal las primeras veces, ya con el tiempo el mango se adaptará a su mano y tu calor… una espada reconoce a su amo y le brinda todos sus secretos. Solo debes ser respetuoso y honrarla

Escuchaba el rubio desde el balcón.

-Si- remarcaba el menor lanzándose al ataque, como era de esperar sus movimientos eran lentos y algo torpes por ser principiante, Aldebarán fácilmente lo esquivaba, era como verlo en cámara lenta, el menor caia al suelo y volvía a levantarse y parecía a punto de llorar

-¡No llores!- exclamo Aldebarán serio mirándolo como pocas veces lo miraba-serás el nuevo rey y un rey jamas muestra debilidad ante sus enemigos.

Yuuram sintió un estremecer en su cuerpo de alerta, era como si aquellos ojos marrones lo mirasen determinados a matarlo si lloraba. Seco las leves lágrimas que trataban de salir de sus ojos

-levantarte rápido. El suelo es peligroso para un soldado… te deja a merced del enemigo- Yuuram se levantó. Nuevamente empezaban la tarea de pelar entre ambos.

Otros días solía pillarlos jugando, Yuuram por lo general se subía a sus hombros y a toda velocidad corrían a los frutales para sacar la máxima cantidad de frutas que eran usadas para preparar postres típicos del reino de Aldebarán. Otros días los pillaba en la biblioteca con Gunter quien el repartía lecciones de historia a ambos que se mostraban interesados en conocer cada detalle de esta.

Simplemente Wolfram se sorprendía de lo rápido que el tiempo pasaba y a su vez lo lento que era… y sin importar que… la vida no se detenía.

-¿Me vez la cara de idiota?-Replico el rey de Trueno. Ciertamente estaba molesto aunque la máscara que vestía no dejaba ver sus expresiones, pero el tono de su voz gruesa y profunda si manifestaban su estado de ánimo. Vestido con túnicas negras y rojas, mostraba poco de su físico que sin duda era algo robusto, Wolfram apenas podía ver sus manos y en ellas varios anillos y unas uñas largas y negras… definitivamente no deseaba casarse con ese hombre.

-No, es solo que…- Wolfram y no sabía que excusa más pone, no deseaba casarse con ese hombre, no deseaba unificar ambos reinos pero… Shin Makoku se hallaba en desventaja militar contra ellos, las muertes serian incalculables. ¿Valía la muerte de inocentes su capricho de esperar por Yuuri?… no. Supuso que no. Miro a los dos príncipes uno a cada lado del trono, ambos de una edad similar a la de Wolfram, ambos vistiendo pieles dejando sus dorsos desnudos y parte de sus piernas. Su cuerpo cual lienzo para varios tatuajes que no dejaban ver con exactitud el color de su piel. Apenas podía ver sus ojos azules en aquellas caras serias.

-un mes, no habrá más- dijo el rey desde su trono tamborileando sus dedos sobre el soporte de su brazo  y Wolfram con su guardia se inclinaron mostrando respeto y su misión antes de marcharse.

-Wolfram…-llamo el rey a último momento y con un tono de voz calmado y frio- no soy alguien con quien debas jugar…- aconsejo- puede que lo vallas a lamentar por el resto de tu vida.

-Lo sé- se disculpó Wolfram apenado.

Caminaron por el pueblo de aquel reino y miraron atentos a su gente, tan diferentes a los de Shin Makoku. Cada uno vistiendo de forma salvaje, con pieles y gran parte de su cuerpo desnudo. Mujeres como varones, todos con cuerpos fornidos. Como su fama los precedía eran pueblos guerreros que no hacía más de 100 años se unificaron como un solo reino bajo el mandato de aquel rey llamado Calígula.

-¿te vas?-Pregunto Wolfram al Aldebarán al verlo vestido de civil y con un bolso en su espalda

-Se presentaron algunos inconvenientes en mi reino, debo marchar por unas semanas

Wolfram la miro fijamente. Ese hombre que más que hombre parecía un oso, tenía la barba  larga cubriendo su cuello llegando hasta su pecho. Sus cejas pobladas y su cabello mostaza largo sujeto en una cola de caballo.

-ya veo… adiós entonces- extendió su mano en símbolo de amistad, debía reconocerlo el hombre se había vuelto importante para su hijo… mas que un simple soldados y su guarda personal, era su amigo y a quien su pequeño admiraba. Le miró fijamente, vestía una camisa de mangas largas que se hallaban dobladas dejando ver sus brazos hasta los codos, estos también estaban repletos de bellos- ¿No tienes calor en verano?-No pudo evitar preguntar aquello, pues ver a Aldebarán le producía tanta calor… - Rasúrate- aconsejo y el mayor rio divertido

-no majestad. Ya estoy acostumbrado, en mi reino el frio es típico quizá es por ello la mayoría de mi gente es velluda, estas tierras son muy calurosas, pero no es molesto… a mí me gusta. El bello es símbolo de hombría y fuerza.

-Como digas. Suerte en tu viaje.- concluyo el rubio retornado a sus deberes.

En poco tiempo Aldebarán leyó aterrado aquella carta que traía noticias de Shin Makoku. Habían secuestrado a  Yuuram. Se puso de pie mirando a su hermano menor el cual tenía 130 años, similar al mayor era alguien alto y velludo de fuerte complexión.

-Préstame el ejército- repuso serio y el menor le miro severamente.

Larga fue la discusión entre ambos, pero también lo que se jugaban

-y ¿qué ganaremos de esto?

-yo me casaste con él, seré el nuevo rey de Shin Makoku- repuso serio Aldebarán, comprendiendo que sin ganancias su hermano no le ayudaría en nada, para que sacrificar soldados por ajenos. No tenía sentido o valor político.

-Es hombre te ha rechazado, le gusta jugar con los pretendientes, eh oído que los ha rechazado a todos. Hermano siempre he creído que eres un idiota pero no me lo confirmes, mejor  mantenernos al margen de esta disputa. Déjale, es su justo castigo por romper su palabra

-Solo dame el ejército

-Y ¿qué gano yo?

-Te quedaras con el trono para siempre-el menor miro al mayor asombrado, y a su pesar asintió. Sería el rey definitivo, ya no más el segundo en la línea de sucesión.

Las negociaciones con el reino agresor no cesaban, y tampoco llegaban  a acuerdo alguno, como siempre el rey se iba de una cosa a otra. Wolfram sentía la angustia en su ser pues sentía que ese rey se estaba vengando de todas las veces que retraso su matrimonio.

-Me casare con el- dijo al ver la llegada del mensajero del reino agresor, lo que jamas espero fue ver al caja que traía este en mano y entregaba a Wolfram

-mi rey envía esto y también me ha enviado a recogerlo- repuso- o de lo contrario su corazón será lo siguiente que recibirá.

Wolfram abrió aquella caja en frente de Conrad, Gwendal y Gunter y todos miraron aterrados el ojo del Yuuram, era inconfundible solo él tenía los ojos de color negro como las de Yuuri. La rabia, la cólera y al impotencia les invadió y Wolfram solo se levantó de su silla y acompaño al mensajero

No fue el ejército de Shin Makoku quienes acudieron al rescate del príncipe y el rey de dicho reino. Fue el ataque sorpresivo del ejecito de reino de Aldebarán (Reino de hierro) quienes tomaron por sorpresa a ese ejército y en una lucha sangrienta lograron recuperar tanto a Yuuram como a Wolfram.

Permanecería eterna Aquella imagen nada grata de ver pisado a un ser tan orgulloso como lo era Wolfram. Ensangrentado, desnudo, con el cabello cortado de forma desastrosa con áreas calvas y algunos mechones sobrantes, su cuerpo repleto de heridas y sangre y excremento que cubrían los hematomas sobre el frio piso  igualmente sucio.

En frente el trono del rey de Trueno mirándole con el rostro cubierto por aquella mascara, pero era claro que estaba feliz pues las carcajadas no cesaban mientras sus hombres seguían pateando al casi moribundo demonio de fuego, actual rey de Shin Makoku. Mientras ambos hijos de rey de trueno sujetaban a Yuuram que era testigo forzado de tal vejamen. Gritar llorar, suplicar… todas esas opciones se acabaron para el joven heredero que miraba incrédulo e impotente la  casi muerte de su madre.

-No te preocupes… cumpliremos nuestra promesa: te grasaremos a tu reino- replicaba el hijo mayor del rey de Trueno al menor que no dejaba de temblar, que significaban esas palabras… realmente matarían a su madre.

“Por favor Shinou… Papá…” Llamo el menor con todas sus fuerzas y nadie respondió.

Wolfram ni Yuuram olvidarían como Aldebarán entraba al salón y al ver tal escenario su rostro dejaban de ser apacible y se tornaba cual verdadera bestia salvaje y sin dudar se batía contra todos los presentes. Era como derrumbar piezas de domino, con solo golpear violentamente con su brazo lanzaba a más de un soldado enemigo lejos, su mirada estaba sobre el rey de trueno: lo mataría con sus propias manos.

Tanto fue así el terror que sembró Aldebarán en los presentes que ambos hijos del rey de trueno dejaban a Yuuram, uno tomaba del brazo de su padre que deseaba batirse en duelo con semejante bestia, mas no se arriesgarían, a regañadientes lo sacaban del área de peligro mientras el otro hijo se batía en armas con Aldebarán para en segundos sentir la mano del gigante sobre su cuello y después la oscuridad.

-Aldebarán…- Llamo a duras penas Wolfram tratando de ponerse en pie y notando que sus piernas no reaccionaban… ambas estaban rotas. Realmente de no haber llegado a tiempo Aldebarán el estaría muerto.

Cual perro obediente Aldebarán se detuvo en su búsqueda del rey y giro a ver a Wolfram y Yuuram, sin dudarlo se quitó su saco de soldados y con el cubrió la desnudez del rubio tomándolo entre sus brazos, camino en dirección de Yuuram que caia inconsciente al sentir que al fin estaban a salvo. Miro detenidamente al menor y suspiro,  supuso que no podría llevar al rubio con delicadeza como deseaba, lo deposito en un brazo y con el otro tomo a Yuuram, no habían ganado la contienda, solo asaltado en su descuido al rey de trueno, ahora era momento de huir antes que el resto del ejercito de trueno se adentrara al castillo y los matara, el ejército de su hermano solo era la distracción que los obligo a salir a fuera y despejar el castillo, su hermano había sido claro: solo tres horas y retirare el ejército. Y como dijo lo cumplió.

Ya en un área segura miro al ejército de hierro retirarse. Alzo la mirada, aún estaban en una zona riesgosa, pero esperaba que el rey de trueno supusiera que se fueron con el ejército de su hermano y no los buscaran en el busque. Corto algunos árboles y alisto un refugio. Miro preocupado al rubio… su estado no era el más favorable, estaba lleno de heridas y desnudo, sucio predispuesto a todo tipo de infecciones. Miro a Yuuram, al parecer fuera del ojo extraído no presentaba más heridas.

-no queda más opciones…- susurro serio mirando al rubio y yendo a buscar agua. Al regresar toco su frente y tenía fiebre. Cualquier duda se disipo, no era momento para dudar.

Sin vergüenza saco su bota y tomo su media para usarla como esponja se dispuso a lavar al rubio, debía limpiar todas las heridas, vestirlo con ropa limpia. Negó con la cabeza… incluso su ropa estaba algo ensangrentada y sudada, pero era mejor a nada.

Lentamente recorrió aquella piel de porcelana y noto todo el daño recibido… cada herida cual daga en su pecho y al cólera lo invadió al voltearlo para lavar su espalda y ver en esta gravado con alguna daga de forma profunda la palabra: Impuro.

Con su magia trato de acelerar la curación de sus heridas sin mucho éxito, ya vestido con su camisa que el quedaba cual pijama largo, le contemplo dormido, miro sus piernas… ambas rotas, el rubio no podría caminar duran unos tres meses, apretó sus puños al notar también el semen…

-No debí dejarlo… esto es mi culpa…- se dijo prometiéndose nunca más dejar a Wolfram y Yuuram.  

-No es tu culpa…- repuso Wolfram asustando a Aldebarán que daba un salto por la sorpresa- Siempre fue mi culpa… por no aceptar la realidad… pude evitar todo esto pero me aferre a una tonta ilusión, creí que el regresaría a salvar el día como solía hacerlo… estoy viejo para esas cosas… El no regresara.

-No diga eso majestad. El Maou…- quedo mudo al ver como el rubio elevaba su mano en dirección de su ojo derecho y en un simple movimiento violento se lo arrancaba- ¡Wolfram!-exclamo olvidando el protocolo, corriendo a su lado.

-Pónselo… él es un demonio casi puro… aun no debió cicatrizar su herida por completo, puede aceptar el implante…

-¡¿Estás loco?!

-No. Ahora estoy más cuerdo que nunca… Hazlo que se te ordena soldado- cerro los ojos por el cansancio… realmente su cuerpo estaba cansado aunque ya ni lo sentía…ya no le importaba ¿Qué más podía perder?

Días pasaron y Yuuram ya de pie caminaba juntamente a Aldebarán que cargaba a Wolfram en su espalda, como era de esperar siguiendo el rio dieron con un pueblo, sabía que el ejército del maou  no atacaría Trueno, su hermano se encargó de informarles del rescate y pedirles que esperaran y estuvieran alertas por si trueno atacaba Shin Makoku, ellos regresarían por sus propios medios.

En el pueblo Aldebarán dejo a los dos reposando en una posada económica mientras el corría en busca de medicamentos, alimentos y de la anda se detuvo en una peluquería y miro aquellas pelucas, eran de diversos colores, de diversos tamaños. Sus manso tocaron algunas pero ese cabello era seco y falto de vida, tan diferente a la cabellera de Wolfram. Tomo una peluca rubia y la pago, no dejaría que nadie se burlara de Wolfram o le mirara con lastima, el demonio de fuego no necesitaba nada de eso, lo que necesitaba era recuperar su orgullo y su sonrisa. Compro también algo de ropa.

Yuuram tomaba la mano de su madre que aun dormía, la pérdida de sangre, sus heridas, todo lo vivido lo tenía tan cansado, aun si ya habían pasado cinco días del evento, aun seguía débil y con fiebre s frecuentes.

-Matare a ese hombre- juraba y perjuraba, mas sus manos no dejaban de temblar al recordar cómo le arrancaron el ojo. Una mano se posesionó de su ojo ausente y noto que ya no estaba vacío, pero aún seguía cerrado. Ahora en la posada finalmente se levantó y miro en el espejo el baño. Si… algo había dentro de su cavidad ocular, con las yemas de sus dedos se forzó a abrirlo y noto el color verde esmeralda de su iris. Asustado retrocedió y termino cayendo al suelo para ver en dirección de su madre y arrastrase hacia él. Pensó que le habían quitado el ojo, aunque no lo recordaba, pero con tantas heridas… supuso eso, entonces ¿por qué tenía el ojo de su madre?

La puerta se abrió y mostro a Aldebarán con las compras, el menor le miro asustado, aun con una mano sobre su ojos derecho

-Tengo el ojo de mamá…- susurro aterrado con lágrimas que comenzaba a caer.

-Valóralo. Tu madre se sacó el ojo para sustituir tu ojo ausente

-¡¿Que mierda?! ¡¿Por qué no lo detuviste inútil?!- le gritaba furiosos- No lo quiero- trato de quitárselo, mas Aldebarán fue más rápido esta vez, soltando las cosas lo sujeto de ambas manso y con fuerza lo empotro sobre el suelo

-No te atrevas a quitarte ese ojo. Suficiente ya tubo tu madre como para soportar tu rechazo- repuso serio levantándose parodiarlo libre- ya no ere un niño Yuuram, aprender a comportarte como hombre

-Pero solo tengo 45 años-Se quejó el menor, aún era un niño, aun aparentaba la edad entre 10 a 12 años humanos

Aldebarán suspiro poniendo una mano sobre el hombro de Yuuram

-Tu madre ha pasado por mucho. No le hagas ese desplante- concluyo, tomando las cosas del suelo para sacar los medicamentos, las vedas y lo necesario para curar apropiadamente al rubio.  Yuuram miro y se puso a ayudar. Cuidar a su madre se volvía su prioridad. Miro el tatuaje en su espalad

-¿Crees que algún día se pierda?-Interrogo al mayor

-a quien le importa… el que conozca a tu madre como lo conocemos, sabrá de inmediato que esto es una blasfemia…- decía Aldebarán y Yuuram noto como el mayor tocaba la espalda de su adre con delicadeza y sus ojos lo miraban con calidez… fuera de sentirse feliz sintió algo de celos. Toda su vida espero por su padre, por completar a su familia, mas ahora no deseaba que su padre regresara nunca pues lo odiaba por abandonarlos, por dejar que esta catástrofe ocurriera, pero tampoco deseaba que Aldebarán mirara de esa forma a su madre… miro sus dedos grandes y la vellosidad que cubría todo ese brazo, su espalda. Elevo una mano y le jalo los vellos de su brazo.

-¡¿Qué demonios te pasa?!

-¡Más te vale que no intentes anda con mi madre igualado!- recrimino el azabache. Esto en vez de molestarle a Aldebarán le hizo feliz al menos Yuuram se mostraba de mejor humor, al grado de tornarse insoportable… era la primera vez que le llamaba igualado. 

En el palacio todos lo recibieron, Cherry corrió a abrazarlos y noto la diferencia. Su hijo volvía a ser un tempano de hielo, indiferente con todos, pero ahora no se molestaba en fingir sonrisas, simplemente actuaba cual robot sin emociones. Le soltó y miro a sus otros hijos que también notaban las cosas y como no notarlas si el rubio llegaba en silla de ruedas, con hematomas en el rostro, con los labios secos y con un ojo ausente. No quisieron preguntar. Tenían miedo de preguntar.

-Alistare el ejército… esto nos e quedara así-Repuso Gwendal rojo de la ira

-No harás nada- contradijo Wolfram mirándole serio mientas Aldebarán lo levantaba para subir las escaleras.

-Pero Honey…

-ahora no tengo ganas de hablar…- dijo el rubio seguido escoltado por Aldebarán seguido de su hijo, el cual abrazaba a su abuela feliz de verla y la ex reina al ver al menor noto el color de su ojo derecho, lo abrazo con más fuerza… su corazón se rompía en mil pedazos. Que había hecho para merecer este castigo…

Fueron días, semanas de discusiones, los nobles fueron invocados, la guerra era algo que exigían cuatro de ellos  (Gwendal, Gunter, Cecilie, Conrad) Wolfram rio, incluso su hermano recuperaba el control de sus tierras y se unía a los nobles de Shin Makoku para poder exigir venganza, su madre le arrebataba el puesto de noble a su hermano. Esto era una locura… todos comenzaban a tornarse serio sobre las decisiones del reino y ponían en duda si el rubio debía continuar el reinado, no deseaban exponerlo a más cosas desagradables, menso ahora que no podía caminar y se recuperaba de sus heridas.

Wolfram miraba por el balcón de su habitación, las carrozas de los nobles aun seguían en los establos. Giro a  ver a Aldebarán

-aun discuten sobre si estás en condiciones de ejercer el puesto, sobre ir o no ir  a la guerra contra Trueno-informo Aldebarán, mientras Yuuram que también se hallaba en la habitación miraba serio a ambos, comenzaba a odiar a esos nobles… como venían a determinar si su madre estaba o no en condiciones de ser rey, si debían ir o no a una guerra. Mucha burocracia y nada de eficacia.

“Inservibles…” Los llamo. Eran inútiles, no fueron capaces de salvarlos, dejaron marchar solo al rey de Shin Makoku en búsqueda del heredero al trono… dejaron que las cosas pasaran y aun hoy siguen discutiendo si era correcto o no ir a la guerra “Inservibles… debo deshacerme de ellos…”

-Las muletas- exigió Wolfram a Aldebarán, este se las alcanzo, un pie ya era capaz de soportar su peso, eso le bastaba para poder moverse sin necesidad de la silla de ruedas.

-¿Qué harás?-Pregunto curioso Aldebarán

-Defenderé lo que es mío y la herencia de mi hijo… el legítimo rey de Shin Makoku- concluyo Wolfram. Esas palabras calvaron él lo más hondo de la conciencia de Yuuram y comprendió su destino: era gobernar Shin Makoku, no por ser su herencia de nacimiento, debía hacerlo porque todo era el legado de su madre… todo lo que vivió y sufrió solo era para que el gobernara, para que fuera el rey.

Una guerra no se dio. Wolfram la negó indicando que fue culpa de los titubeos de siempre sobre si el maou regresara o no, si su matrimonio seguía en pie o era libre de casarse con otra persona.

-Ya no cometeré más errores- repuso- de presentarse otra circunstancia similar aceptare el matrimonio. Es obvio que el maou no regresara y un rey debe velar por su reino, no por desertores- concluyo con frialdad.

Todos quedaron mudos ante tales palabras, Wolfram quien aseguraba a diestra y siniestra que el maou regresaría. Ahora afirmaba que nunca lo haría. Quizás por empatía, pero dejaron al rubio gobernar y al guerra no fue declarada, Wolfram había decidido aquello.

En la recamara real miro a su hijo dormir, el menor no conciliaba el sueño solo, se escabullía al cuarto de su madre para dormir a su lado… tenía miedo de perderlo.

Giro su mirada en dirección de la puerta y noto la sombra de unos pies, supuso que era Aldebarán. Cerró los ojos. Su reino era grande, era prospero, su familia era un pilar de apoyo, pero a ser sincero en sus percepción ahora mismo los únicos que componían vínculos importantes eran su hijo y Aldebarán… el resto aun le parecía tan ajenos a su nuevo yo…  

Abrió la puerta y con un gesto indico al gigante pasar a su alcoba.

-Esto es algo indecente- dijo Aldebarán sin poder disimular su emoción como todo hombre enamorado que recibir tal invitación, pero sus expectativas cayeron al suelo al descubrir a Yuuram durmiendo en la cama del rubio.

-Necesito pedirte un favor- dijo el rubio mirándole e ignorando el desazón del gigante al descubrir a Yuuram.

“Demasiado bueno para ser cierto”  lamento mentalmente Aldebarán mirando como el rubio se quitaba su peluca y dejaba ver el vago crecimiento de su cabellera rubia.

-Usted ordene y yo obedezco- le miro serio.

-no confió en mí mismo- comenzó a hablar Wolfram- dije que el maou nunca regresaría

-No pierda la fe majestad, él puede

-¡Cállate!-exclamo molesto de ser interrumpido

-Lo siento

-Escucha. El futuro nunca es claro. Pero si el maou regresa- abrió su cajón y saco una daga y se la lanzo- tienes mi permiso para matarme.

Aldebarán abrió los ojos tanto como pudo al oír tales palabras

-Imposible

-Es una orden- repuso Wolfram severo- si el regresa y yo vuelvo a caer como un idiota. Prefiero la muerte a perder mi orgullo como mazoku, me oíste. Prefiero la muerte.

-Pero…

-Aldebarán…- le llamo mirándole fijamente

-lo hare. Si algún día regresase y tu regresas a su lado- tomo la daga y la expuso frente a Wolfram arrodillándose - con esta daga yo atravesaré tu corazón y el dare muerte a esos sentimientos.

-Gracias…- dijo aliviado. Pues aunque estuviera cargado de rabia, dolor y rencor por Yuuri aun en el fondo lo seguía amando… y se concia, para desgracia del mundo se conocía y si volvía a verlo. Sí el idiota de su esposo tuviera una buena escusas… estaba seguro que correría a sus brazos y como si lo vivido fuera insignificante le perdonaría y volvería a marlo. Yuuri no era malo y era ese tipo de personas que doblegan el rencor y descongela los corazones.

Yuuram que permanecía echado en la cama fingiendo dormir escuchaba aquellas palabras, el miedo y al rabia, lo llenaban. El también ayudaría a cumplir esa promesa, si su padre algún día regresaba… jamas lo dejaría acercarse a su madre.

Trueno declaro la guerra a Shin Makoku, fueron meses duros peleando el campo de batalla y aunque todos se negaban que Wolfram fuera, él marchaba al frente de su ejército con Aldebarán resguardándolo. Cuando las cosas se ponían muy feas, lo primero que hacia era tomar al rubio y sacarlo de la zona de riesgo… mil historias se contaban sobre las hazañas del hombre oso, mil comentarios sobre que eran el nuevo novio del actual monarca. Miles de escenas tontas que equilibraban el tedio de la batalla eran contempladas por los soldados al verlos pelear… la guerra duro cinco años y de la nada cual sol después  de la tormenta la noticia llego. El rey de Trueno había muerto de causas naturales y el segundo hijo que aún vivía tomaba el trono y con su guarda se encamino Shin Makoku exigiendo firmar un acuerdo de paz. Ambos reinos estaban cansados y sus tropas como sus arcas de tesoro no podrían mantener más esta situación.

Se firmaba un acuerdo de fin de la guerra y cada bando regresaba a su reino. Nadie había ganado ni perdido. Como nuevo rey de trueno el segundo hijo y único heredero se mostró sensato. Wolfram pese a su odio reprimido comprendió que no tenía sentido seguir sacrificando más vidas, el jamas deseo esta guerra.

Como si nada pasara se dieron las manos y nunca más se volvieron a ver.

Al regresar a su castillo noto algunos cambios: Gunter ya no estaba. Pregunto sobre este y la repuesta fue simple: Yuuram lo desterró a sus tierras.

Reconstruir el reino era una nueva etapa de su reinado. Yuuram dejo de ser el niño divertido y juguetón que solo veía las cosas buenas de la vida, simplemente se tornó serio y severo con sus familiares, en su cabezas no entendía por que no fueron a salvarlos, porque un ajeno tuvo que tomar la iniciativa de rescatarlos…  Lentamente cada uno de los que formaron parte de los hombres de confianza de su padre se tornaron personas no gratas para su parecer. Y lentamente se ideo estratagemas para sacarlos de sus puestos y el reino y a cada reclamo simplemente era la misma respuesta

-No confió en quienes dejaron a su rey y su heredero a merced del enemigo y esperaron sentados a que fuera otro reino ajeno quienes los salvaran- palabras dolorosas que si no eran bien aceptadas y se manifestaban excusas, alegaba relatos tétricos de lo ocurrido. Quizás con el resto de los noble son funcionaria, pero con su familia… los dejaba destruidos sin alegato alguno… aceptaban y marchaban.

Gwendal y Conrad fueron los más difíciles de sacar y pese a los reclamos de Wolfram que les pedía se quedaran se marcharon. No tenían cara para verlo.

-Cuídalos- repuso Conrad mirando a Aldebarán. Este simplemente asintió

La brillante idea de crear una corte de justicia fue ejecutada por Yuuram ahora que su madre le daba más libertad en las labores como rey, en la última reunión de los nobles dieron paso libre a que el joven monarca comenzara a experimentar el poder bajo la tutela de su madre, apertura que el joven heredero tomo como permiso de hacer nuevos cambios en su reino.

Yuuram miraba de mala gana esos documentos pero se forzó a comenzar leerlos y dar un veredicto de lo entendido. Harto de trabajar se levantaba y miraba por la ventana a su madre junto con Aldebarán quien de la nada lo abrazaba y el rubio le volvía estallar en reclamos.

Una venita se formaba en su frente, la sola idea de imaginar a su madre en los brazos de un varón le parecía repulsivo, era algo asqueroso… quizás un trauma por ver como su madre fue violado por tantos tipos.

Sin poderlo evitar aprecia en el jardín y se acercaba a las dos personas más importantes de su vida y con una sonrisa se acercó más a Aldebarán

-¡que calor hacer aquí!- repuso mirando al gigante y de la nada le jalaba un montón de bellos- no crees que deberías depilarte, si quieres te yudo

Aldebarán soltó un grito de dolor y miro incrédulo al menor

-no vuelvas a propasarte con mi madre, aunque seas mi hombre de confianza si vuelves a ponerle una mano encima a mi madre te mando a  ejecu…- Wolfram le cogía de la oreja y se la jalaba

-eso a ti no te tiene que importar. Demonio yo decido quien me pone las manso encima y quien no- nuevamente comenzaba a discutir y Aldebarán se olvidaba del dolor y les miraba divertido. Eran sus grandes tesoros. Tanto Yuuram cuyo carácter empeoraba como Wolfram cuyo carácter dejaba de ser sombrío y se tornaba más tenue.

-No creas que te saldrás con la tuya animal…- amenazaba Yuuram regresando a su deberes mientras su madre le sacaba la lengua

-Querías ser rey… aprenda a ser rey- reprochaba cual niño pequeño

-a veces es difícil decir quien de ustedes es el mayor

-hablas como un margado Aldebarán… además…- miro el cielo- porque amargarnos la existencia cuando solo tenemos una vida

Aldebarán le miró fijamente, sonrió. Al fin sentía que lograba algo con Wolfram, no solo ganar su afecto y respeto, más que nada volverlo a ver feliz como siempre deseo. De que le serbia tanta belleza a ese hombre si su vida era gris.

“Sonríe Wolfram, siempre quiero verte sonreír…”

Deseo Aldebarán desde que le conoció.

Despertó de sus pensamientos en plena noche y miro al rubio dormido a su lado dándole la espalda, sin pensarlo beso aquel tatuaje hecho por ese horrible rey de trueno.

-¿Ocurre algo?-Pregunto Wolfram a su marido

-Nada… solo deseaba hacerlo- se justificó, Wolfram se dio la vuelta para verlo fijamente a los ojos y Aldebarán beso ese ojos ausente.

-¿Quieres hacerlo?-Interrogo al mayor, sería interesante hacerlo ahora que estaba rasurado y tenía el cabello corto.

-No, solo quiero estar a tu lado el resto de mi vida… y ver tu sonrisa- chocaron frentes y durmieron abrazados. Mañana sería otro día y el trabajo los esperaba.

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).