---Fer---
¡Cómo odio los lunes! Nunca tengo energía y para colmo siento el cuerpo pesado. Además mi fin de semana no ayudó en nada. Mamá se enojó conmigo y Laura por no haber hecho las compras. De castigo nos impuso limpiar toda la casa. Amaba a mí mamá, pero realmente odiaba cuando se enojaba por cosas así.
Tal era mi agotamiento que ni siquiera mi ropa había escogido. Simplemente había tomado lo primero que estaba ahí, y siendo honesta, no era lo mejor de mi armario. Llevaba conmigo mis tenis más viejos, una simple playera blanca junto con una chamarra azul desgastada y, para acabarla de amolar, mi pants que usaba de pijama. De verdad que traía unas fachas deplorables. Otra razón por la cual mi mamá me fastidió todo el desayuno. “Vaya que es grandioso tenerla en casa”. Al menos me había traído hasta la escuela que sino, estaba segura, no llegaba a mi primera hora. Aunque tampoco era como si tuviera ganas de tomar clase. De verdad que había despertado con el pie izquierdo.
Cansada de mis pensamientos tan odiosos saco el teléfono de la mochila. 6:45 todavía tengo tiempo de sobra para llegar a clase. Miró a mí alrededor en busca de alguien con quien pasar el tiempo, está vez literal, no algo más sugerente. Sin embargo no hay nadie que conozca. "Qué mala pata" pienso cuando no muy lejos mi mirada capta a la única persona del patio que arruina más mi ánimo. "Carajo" enserio que este no era para nada mi día. Ahí, junto a la entrada, estaba la boba de Brenda. Verla me hace sentir asqueada por su "escenita" con la idiota de Sandra. ¡Qué beso más ridículo se dieron esas dos!, en verdad me había molestado verlas. No es que estuviera celosa o algo. Simplemente me parecía de lo más estúpido besarse estando ebrio, yo prefería hacerlo con todos mis sentido.
Sin embargo para ella debió ser algo único, lo sé porque no me ha notado. Está completamente concentrada en la puerta y carga consigo una sonrisa de oreja a oreja. Más que eso, se ve completamente diferente a lo usual. Trae un vestido azul de tirantes que le llega arriba de las rodillas, unas zapatillas plateadas y su maquillaje, que he de admitirlo, es perfecto. Se ve preciosa, será una creída pero lo guapa nadie se lo quita. Al parecer ella es lo opuesto a mí en este momento.
No sé si mi mirada es muy penetrante o qué, pero en un instante inesperado ella voltea a dónde estoy; nuestros ojos se cruzan. Su sonrisa desaparece, al igual que siempre, más esta vez la recobra en una fracción de segundo y vuelve su vista a dónde estaba en un inicio. Mi humor empeora con ese simple encuentro, así que mejor me voy.
Pienso en fumar. “No” Me convenzo a mí misma de no hacerlo. En su lugar saco mis cascos y un par de chicles que siempre guardo en la mochila. El resto del tiempo que me queda oigo música e intento poner mi cabeza en su lugar; bueno, intento poner todo en su lugar. Nada me apetece desde el viernes... Todo es culpa de esa chica.
Llego a mi salón de clase con tiempo de sobra. Para mí mala suerte, mi profesora no llega. Si fuera otro día me alegraría, pero hoy no. No quiero tiempo libre para pensar, quiero distraer mi mente. Aparte de que odio pararme temprano en vano. Salgo del salón cuando casi todos mis compañeros ya están fuera. Pienso en ir a canchas a recostarme en el pasto, no estoy con ganas de nada. Sin embargo, ni siquiera llego a la puerta del edificio cuando la segunda persona que menos deseo ver, me intercepta. Sebastián, el novio de Sandra. "Genial aquí vamos" Enserio que este día estaba siendo una mierda. – Hola Fernanda, sí que te ves... – lo miro horrible – diferente el día de hoy – ríe burlón. No me importa lo que diga, aunque molestarlo siempre es un placer. – Tú te ves igual que siempre – finjo la sonrisa más grande que tengo – Gracias. – Me mira petulante. – Te ves tan estúpido como siempre – Hago que su sonrisa se borre en un segundo. Es mi turno de reír divertida, se nota que eso lo molestó. – Ja ja ja qué graciosa. Calla que la que traía cara estúpida eras tú el viernes, ¿Quién era esa chica? – pregunta soez, no esperaba menos de él, es muy perspicaz para ser tan idiota. – No lo sé – es lo único que respondo. De cierta manera es verdad, ni su nombre conozco. – Bueno sea quien sea, deberías saber que yo soy mejor que ella en la cama. Ya sabes tengo algo que ninguna chica podría reemplazar. Además de que mi novia no está nada mal – me guiña un ojo; contengo las ganas de vomitar. – ¿Y eso a mí qué? – pregunto con molestia, está conversación me está cansando. – Tú sabes – me mira como si fuera todo un galán. – No voy a hacer un trío contigo – aseguró con firmeza, estoy cansada de sus insinuaciones. Y no porque tenga algo contra la libertad sexual, sino porque él está orate. – ¡Oh vamos, dime qué no se te antoja! – Se señala a sí mismo como si estuviera buenísimo. "Okay es suficiente" – ¡Qué no pendejo!, ahora sino tienes otro tema de conversación vete a lamer culos a otro lado – lo corro. El muy imbécil no entiende. – Oh vamos... – insiste, no lo resisto más y lo empujó. Tengo que contenerme para no golpearlo. "Tranquila Fer" me calmo a mí misma – Bueno tú te lo pierdes – se acomoda la mochila que el empujón le desordeno; me mira con cierta furia – Aunque luego no te enojes si alguien que más toma tu lugar – sus ojos son de burla; más que eso de cierta venganza. "¿Qué está planenado?" me cuestiono. Pienso si preguntarle; prefiero no hacerlo. Sería una pérdida de tiempo – Lo que sea – contesto fría y él se va.
Después de ese horrible encuentro me voy en la dirección contraria, ni de chiste me lo quiero volver a encontrar en el día. "Mierda no puedo más" el estrés de esa conversación me carcome. Salgo de la escuela, de mi mochila saco un cigarro y poniéndome los audífonos dejo que la música suene.