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Amantes Modernos por noemibeargirl

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Notas del capitulo:

Y como dije antes lo prometido es deuda. Aqui esta el capitulo de hoy. Este es el más largo que todos los demás. Le tengo mucho cariño a este capitulo así que... Espero que les guste

---Fer---

 

A la hora de salida me encuentro de mejor humor, el entrenamiento me había ayudado a sacar todo el estrés que llevaba cargando desde el viernes. Y, aunque no había sido mi mejor racha, estuvo bien. Como todos lunes, caminaba en dirección a la salida cuando a lo lejos vi a la engreída de Brenda. Al igual que en la mañana traía esa sonrisa estúpida en su cara, sin embargo su caminar era diferente a lo usual. Sus pasos eran temblorosos; totalmente contrarios a esos que, cuando traía tacones, hacía sonar el suelo con una fuerza imponente.

Al instante me detuve y la seguí con la mirada. “¿Qué hace aquí tan tarde?” tenía curiosidad de hacia dónde iba. Entonces comencé a seguirla, mi instinto acosador se volvía a apoderar de mí. Por supuesto, me mantuve alejada para evitar que ella notara mi presencia. Aunque me di cuenta que eso era inútil, iba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera dio un vistazo hacia atrás. Caminaba hacia el gimnasio de la escuela. Cuando estuvo frente, paró en seco. Se quedó quieta unos minutos, como dudando si entrar o no. Cada vez entendía menos su actitud, ella no era así. “A menos que… No, no puede ser eso” me negué a hilar el rumbo de mis pensamientos. Preferí esperar por su siguiente movimiento. Ella inhalo, infló su pecho y entró. Espere un poco para entrar, pero cuando lo hice la baba casi se me cae de la boca.

Dentro estaban las chicas de gimnasia, con unos leotardos negros tan pegados que harían a cualquiera perder el aliento. Aun con eso, intenté concentrarme. Fue en ese momento que, de entre todas ellas, noté al objetivo de Brenda. Una chica alta, rubia y con una piel tan blanca que, podría jurar, era casi transparente. “Sandra” continué caminando hacia ellas ignorando a todas las demás que cuchicheaban entre ellas. Desde donde estaba podía ver como Brenda intentaba formular alguna palabra, pero no podía. Por otra parte Sandra una media sonrisa. Se notaba algo incomoda, como si no quisiera que la vieran con ella. A pesar de estar cerca, seguía sin poder escuchar lo que decían. Las chicas a mí alrededor me lo hacían imposible. Aunque eso no evito, que presenciará el momento en el que Brenda logró mover su boca.

--- Brenda ---

 

Mis manos sudaban más que nunca, hacía mucho que no me sentía así de nerviosa. Pero cómo no estarlo. Si frente a mí estaba Sandra, quién me hacía sentir tantas cosas, con un leotardo pegado al cuerpo. “Tal vez debí elegir otro momento” pensé agobiada entre tantas emociones. Debía admitir que intenté una situación diferente. Me había pasado el día entero tratando de verla; desde la mañana esperándola en la puerta, hasta en mis horas libres buscándola por todas las aulas. Pesé a eso, no la pude encontrar por ningún lado. Por ello había decido que la última oportunidad que me quedaba era esta. Verla después de su entrenamiento de gimnasia. Nunca pensé en lo contraproducente que podría ser.

Me siento hecha de piedra, pesada y con los pies clavados en la loza. “¡No! ¡Es ahora o nunca!” me animé a mí misma y, sacando valor de no sé dónde, logré mover mi boca. – Sandra ¿Podemos hablar de lo que paso el viernes? –mi voz temblaba. La sonrisa que ella tenía desapareció, se notaba preocupada. – Sobre eso… – se movió incomoda, tal vez debí darme cuenta de sus señales. Más no me importó y, sin darme tiempo a analizarla situación, hable sin pensar. – Yo creo que el beso significó algo para ambas. Por eso quiero que me des una oportunidad. No sé si hayas terminado con Sebastián o no… aun así quisiera que me veas como yo te veo – la miro entregando de mí todo lo que tengo. Su rostro se ensombrece, es como si hubiera dicho lo peor del mundo. En ese instante me doy cuenta, por fin, el error que he cometido.

---Fer---

No alcanza a oír que se dicen pero Sandra se puso seria y un segundo después mira a Brenda con fastidio. Fastidiada de la situación, mando a la chingada la discreción. Camino hasta que por fin logro escucharlas. – ¿No hablas enserio o sí? Decirme que te gusto ya es lo suficientemente malo para que vengas con que te dé una oportunidad ¿Acaso eres estúpida? – Su voz suena irritada, no puedo creer lo que está diciendo – ¿Cómo se te ocurre que me puede llegar a gustar una chica? ¿Acaso tengo cara de lesbiana? Nunca me conformaría con algo así. Finges ser mi amiga para luego engatusar, eres una trepadora. ¡Oh! Y vete enterando niñita sigo con Sebastián, nunca lo dejaría por ti – termina de decir lanzándole a Brenda una mirada más despectiva, de la que ella me da a mí. No puede controlarme más, me fastidian las personas idiotas. Como si ser buga la hiciera mejor sólo porque sí. Esta vez, exploto sin más – ¿Acaso oí bien lo que dijiste tarada? – pregunto con sarcasmo, haciéndome oír entre el bullicio. Sandra se voltea hacia mí con una mueca que me asquea. Pretende decirme algo, pero no la dejo. Estaba cansada de sus estupideces – Sebastián Medina un hombre que complace a una mujer, sí cómo no. Ese cabrón lo único que tiene de bueno es su cuerpo y eso con sus dudas. Además de ser un mujeriego, bueno para nada… Oh y lamento ser yo quien te lo diga pero si buscas ser complacida, yo que tú me quedo con Brenda. Eso que tiene es tan pequeño, que seguro los dedos de Brenda son el doble de grandesCréeme, todo el mundo lo vio en la última peda o bueno… lo intentaron ver – Brenda me mira con sorpresa. El rostro de Sandra esta rojo de furia. – ¡Cállate! – grita – Eres una maldita mentirosa, sólo porque a él no le gustan las marimachos como tú… – dice con veneno, pero la interrumpo – ¡Oh no, qué dolor! Me dijo marimacho creo que voy a llorar – dramatizo – ¿Enserio crees que lo que pienses de mí me importa? Creo que tu cerebro es tan pequeño como el pene de tu novio. Además, para tu información, si quisiera me lo podría coger ahorita mismo. Aunque no gracias, que asco – arrugo la nariz en señal de disgusto. Su rostro se enrojece aún más y, sin poder anticiparlo, me abofetea dejando mi mejilla completamente roja. - ¡Cállate! Maldita lesbiana, sólo eres una envidiosa más – grita intentando volver a abofetearme pero esta vez la abofeteada es ella. “No caigo dos veces dulzura”. Veo cómo se prepara para empezar una pelea. Por mí no había problema alguno, si quiere pelea la tiene. Sin embargo sus amigas intervienen tomándola de los brazos – Sebastián es mil veces mejor en la cama que tú y ella – suelta con odio, me rio divertida. Esta situación me causa cierta gracia – Lo dudo mucho, aunque en lo que seguro si nos gana es contagiando enfermedades venéreas ¿no? – respondo con arrogancia, ella se mueve más entre los brazos de sus amigas; intenta soltarse. No quiero escuchar ni una palabra más de Sandra, así que tomo a una paralizada Brenda del hombro y me dirijo a la salida. – ¡Oh! – recuerdo como hacerla gruñir más, me detengo en la puerta y volteo de nuevo. – Casi lo olvido, no sé si sabías. Pero, sé dice por ahí que a tu noviecito le gusta más que le metan los dedos – hice comillas en la última palabra y salí de ahí antes de que pudiera gritarme algo.

---Bren---

– Oye… Tierra llamando a Brenda ¿Estás ahí? – escucho a mi lado y, por fin, regreso en mí. No había terminado de procesar que acababa de ocurrir. Estaba tan pasmada, que ni siquiera supe en que momento habíamos llegado a las gradas del campo de americano y mucho menos en que momento nos habíamos sentado en ellas. Sí habíamos, pues a mi lado estaba Fer con una mueca extraña. Entre pensativa y curiosa. – ¿Qué pasó? – Pregunto aún algo desubicada – Si tú no sabes menos yo – responde con simpleza sacando de su mochila una manzana – ¿Por qué me ayudaste? – cuestiono recordando todo lo que le acaba de decirle a Sandra. Ella se queda pensando, mira hacia el campo antes de dar un mordisco a la manzana – Mmm… Odio a la gente idiota. Creo que simplemente esa chica es más odiosa que tú – vuelve a responder como si nada. Al principio estoy tan perdida que no proceso bien sus palabras, pero cuando lo hago – ¡Oye! – exclamo. Ella se ríe, más su risa no dura mucho. Momentos después su rostro se pone serio – Es la verdad – da otra mordida a su manzana. Al oírla la miro igual de seria pero no digo nada más, ella no me está viendo. – ¿Qué se siente que te traten como basura? – es su turno de preguntar, aún sin mirarme. Sabía porque lo decía pero no respondí. “No es la primera vez” pienso con un incómodo dolor en mi corazón, apenas comienzo a sentir mi corazón quebrarse. – Responde – me ordena con una calma forzada, está molesta. Era tal su furia, que en cualquier momento golpearía mi mejilla con todas sus fuerzas – No puedo – respondí sin más detalles. No tenía que darle una explicación. Mis palabras la hicieron soltar un suspiro cansado, parte de su enojo se había ido. No obstante sus brazos cruzados me indicaban que seguía enfurruñada, siempre los ponía así cuando hacia una rabieta. – ¿Por qué no? – tan curiosa como siempre, que odiosa. – Tampoco puedo responder a eso. Además no es como si te lo fuera decir ¿Acaso no me odias? – la miro retadora, era la primera vez que le decía lo que pensaba con tanta claridad. Esta vez fue ella la que no respondió, se quedó en silencio e hizo otra mueca extraña. Soltó un suspiro antes de responderme – Odiar es complicado – fue lo único que salió de su boca. – El amor también… – a completé pensando en Sandra. Aunque, me arrepentí un segundo después de decirlo. Fernanda ignoró ese último comentario.

Ninguna dijo más; así que desvié mi mirada hacia el cielo, donde el Sol comenzaba a ceder contra las montañas, al igual que mis lágrimas. Sentía que en cualquier momento saldrían de mis ojos. Entonces sentí su mano fría sobre mi cabeza. – Ya lo dije antes, pero ella es una idiota – soltó de repente acariciando torpemente mi cabello. Sabía que decía aquello para subirme el ánimo. “¿Qué trama?” pienso en alejarme. Decido no hacerlo – Lo sé… por alguna razón sólo topo con ellas – la miro, ella rueda los ojos. Sé que trata de ser buena a pesar de todo, pero no sé por qué y eso me inquieta – Me meto en problemas por tu culpa y dices esas mamadas – quita su mano de mi pelo; se vuelve a cruzar de brazos. – ¿A qué te refieres con eso? – mi mente por fin vuelve a su avives usual. Ella se mueve incomoda. Después de soltar aire, me responde – Lo que acabo de decirle a Sandra me pone en una situación difícil con Sebastián. No es como que le tenga miedo o algo pero si de por si es un dolor en el culo ahora lo será más – frunce el ceño, es mi turno de quedarme pensando – Entonces… lo que dijiste… ¿Es verdad? – dudo, no creí que lo dijera enserio. – La mayoría sí, por ejemplo lo de la última peda el wey si se bajó los pantalones. Aunque creo que estabas más atenta en otra cosa – me mira; me hago la tonta – Y otras cosas son meras suposiciones o rumores que hay por ahí, como lo de las enfermedades venéreas. Además la cara de Sandra no tuvo precio – se ríe y, ciertamente, me contagia; tiene razón – Vaya… no pensé que supieras tanto de él – es algo que no conocía de Fer, siempre luce muy distraída. – Pues no sé – se encoje de hombros y da un largo bostezo. “Ya es tarde” recuerdo el atardecer que a esta frente a mí. – Pensé que Sandra terminaría con él después de esa pelea – dice al aire mirando el cielo. De inmediato mi curiosidad es llamada, sin embargo no me atrevo a preguntar nada más. Además que ya debo irme. Hago oídos sordos y me levanto – Debo irme – declaro acomodando mi mochila, Fer sigue mirando el cielo – Gracias – susurro antes de comenzar a caminar hacia las escaleras. Pienso que no me ha escuchado, que equivocada estoy. En vez de decir un de nada como una persona normal, siento un jalón de la mano acompañado de un beso en los labios que me deja sin aire – Hubiera dicho de nada – comienza a decir una vez que se aleja de mis labios – pero creo que tanto problema merece una buena recompensa – me guiña un ojo. “¡Lo sabía!” me pongo furiosa y la abofeteo en su mejilla buena – ¡Idiota! – le grito. Trato de encentar otro golpe; ella logra esquivarlo. Se aleja rápido y baja por las otras escaleras de las gradas con una velocidad envidiable. – No me diste tarada – grita desde abajo antes de irse a la salida, es como si mi cachetada no le hubiera hecho nada. Aun molesta la miro alejarse hasta que la pierdo de vista. Entonces me deshago sobre la grada. “Sus labios…” me rozo la boca con mis dedos “Sus malditos labios” me limpio una y otra vez con la manga de mi suéter. No importa que haga, no dejo de sentir ese sabor a manzana. “Enserio ¿¡Qué rayos está pasando!?”

Notas finales:

Haré algunos cambios a la historia en un futuro muy próximo. Así que cualquier idea que quieran decirme dejenmela en los comentarios. Sin mas hasta la proxima actualización :)


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